5


20:30 pm

—¿Hoy sale pijamada? —preguntó Chloe. El grupo asintió al unísono; a Kate le parecía buena idea, aunque le enervaba un poco; en esa casa había muerto una muchacha del club, y era una idea algo lúgubre, pero ella se llevaba bien con Jade y su familia. Después de haber soportado días en lo de su tía, quizás era hora de descansar un rato con el grupo. Luis parecía alegre con la idea; parecía gustarle las novedades, y siempre venía bien salir de su zona de confort

—De acuerdo —dijo Luis—; si ustedes lo piden, por hoy pueden quedarse.

—¡Y sí! —respondió Serena—; con esta lluvia difícilmente podremos regresar quienes vivimos lejos.

—¡Muy bien! —repuso Luis—, ¿Les parece si jugamos al escondite?

—¡Claro! —afirmó Serena.

—¡Por supuesto! —dijo Jackie.

—¡Claro que sí! —contestó Sharon.

—¡Bien! —exclamó Luis—; Entonces nos quedamos.

Aunque a Luis le parecía una buena idea, y a la mayoría del grupo también, Kate temía que haya nuevos cortes de luz en la zona debido a la lluvia. La empresa energética tenía una instalación hidroeléctrica en el arrollo de San Cortéz; el cual generaba unos 100M kWh aproximados por año. Kate creía recordar que una vez Fran tuvo que ir a un lugar cercano a configurar unas computadoras que tenían dentro del personal, y la llevo a ella. Fran se había acercado a una cabina que tenía en la puerta marcado «¡SOLO PERSONAL AUTORIZADO!» . El gerente le había dejado entrar, mientras que obligó a Kate a permanecer fuera, junto a una vieja camioneta Chevrolet de los años noventa. El viento resoplaba entre los árboles, mientras que Kate observaba el arrollo, y logró presenciar algo —tan solo a sus nueve años tenía una vista de águila—, parecía ser una cabeza humana, la cual el mismo arrollo y su velocidad hizo que chocase contra una piedra, dejando al descubierto el cuerpo completo. Tantos cálculos vectoriales podían llevar a qué una niña le tenga miedo a morir durante un par de años, o a la muerte en general. Aunque Kate creía haberlo superado, no sentía una buena vibra al estar cerca de un cementerio, por ejemplo, el panteón de Innburg en la localidad de Jürgen, poco después de la muerte misteriosa de sus dos padres, aproximadamente a sus trece años. Las horas pasadas en ese cementerio fueron casi días para Kate, el olor a muerte era tapado por el de las flores que se encontraban cada cinco parcelas; la joven juraba haber visto una tumba que tenía una hoja de marihuana pegada y debajo una nota escrita «Por lo que amabas en vida, ahora abundará en tu descanso eterno; Tu amada, Jenny».

Fueron casi dos horas hasta que las hermanas se fueron del lugar; Fran, ya con nuevas responsabilidades, y Kate esperando no ser mucha carga para ella. Han pasado años juntas, y Fran se volvió su guía, y también su modelo a seguir.

En ese preciso instante, Kate intentaría controlar su ansiedad, lo cual hizo. Su club estaba más que tranquilo, y parecía disfrutar la convivencia entre pares. Luis había llevado a la mesa dos botellas de vino tinto «reservas de 1988», que cultivaron en pequeñas comunas francesas. Sirvió un vaso a cada uno de los miembros que pedían, respetando a quienes se abstenían como Annie, o incluso a Chloe, quien por sus medicamentos no podía consumirlo.

—¡Brindemos! —exclamó Luis.

Después de levantar la copa, el club comenzó a beber su fracción de vino, mientras hablaban y comían. Kate pensó que podrían hasta sentir murmullo desde fuera de la casa —cosa que no ocurría—. Luis se movía de un lado al otro, mientras que George estaba mirando un punto fijo en el medio de la nada misma; parece perdido en si. Chloe se había retraído un poco mientras que Annie le hablaba. Kate no pudo evitar sentirse atraída por el vestuario que ella llevaba, o por su forma de hablar incluso. Su acento estilo francés pegaba bien con sus características; su cabello castaño con flequillos cortos se notaba muy bien; pero su actitud era de vez en cuando bromista e infantil.

La mesa se encontraba en una perfecta armonía; el club charlaba pacíficamente, de vez en cuando bromeaba entre sí sobre eventos pasados; como el momento en el que Luis se juntó a jugar videojuegos con George, y fue derrotado al instante, o el momento en el que Sharon cumplió años; el club se juntó para lanzarle huevos y «Harina con levadura Tía Coronelli», que habían sacado de una despensa de la casa de Helena. O cuando Fran les dio un pequeño curso de Robótica con un kit Arduino UNO, y pequeños chips Raspberry integrados; todos esos momentos vívidos recorrían la cabeza de este grupo, quienes lo rememoraba durante cada instante que compartían.

—¿Recuerdas aquel momento en el que te caíste en un charco de lodo? —preguntó Sharon a Serena.

Annie, sin embargo, se sentía algo desplazada, al ser nueva y no tener tantos recuerdos, pero a su vez podía hablar de otras cosas con algunos otros socios del club. Ella había llevado su móvil con sistema operativo en Java, y tenía una versión del Sonic Unleashed en dos dimensiones; la cual le mostró a Chloe, quien pidió jugarlo.

—Bien, gente —dijo Luis—, ¿Quién quiere que hagamos Karaoke?

Muchos levantaron las manos, así que Luis, por decisión casi unánime, encendió el televisor Philips en el cuarto. Pantalla plana, pero algo pequeño. Tenía un gran repertorio de discos para colocar en el reproductor, un par de Elvis Presley; My Chemical Romance, e incluso trascendiendo por Pink Floyd y una colección compilatoria de canciones de Lady Gaga, que incluía Bad Romance. Colocaron un disco especial para Karaoke, el cual tenía canciones variadas, las cuales podían usar para ponerse a cantar. Apenas habían iniciado la sesión, cuando se escucha un estruendo ensordecedor; la luz comenzó a parpadear lentamente, cada vez con menos intensidad hasta que se apagó por completo. Kate no podía ni notarse a si misma en la oscuridad. Por suerte uno de los socios había llevado un mechero; el cual usaron para iluminar la zona. Los perros de la zona comenzaron a ladrar casi al unísono, debido al ruido del rayo que había caído.

—¡Mierda, creo que nos quedamos sin Karaoke! —dijo Sharon.

—¡Debiste de haber pagado la luz! —exclamó Annie.

—Mi esclavo debía hacerlo — dijo Luis de forma irónica mientras señalaba a George.

—¡Que loooooco! —exclamó George— ¿No?

Luis se dirigió a la sala principal, entre por otra puerta y saco de una estantería lo que parecía ser un par de velas de cera blanca, las cuales encendió. Las colocó en la zona donde el club se hallaba.

«Tendría que llamar a mi hermana —pensó Kate—, así sabe que me quedaré toda la noche porque la lluvia es demasiada.» Tenía preparado su celular, lo levantó y se dio cuenta que tenía la batería muy baja. Levantó el dedo y dijo «Voy a llamar a mi hermana, avisaré que por problemas no podré ir».

Kate se dirigió hasta la cocina de la casa, pasando el vestíbulo. Se apoyó frente a una pared y marcó su contacto. El teléfono pitó unas tres veces aproximadas, hasta que cesó y escucha una voz algo distorsionada tras esa sensación de lluvia similar a la que producía el Panasonic de la tía Amelia.

—¿Hola?

—¿Hola, sister? —respondió Kate.

—Es muy tarde, sis —dijo Fran—; ¿La lluvia te trajo problemas? —indagó

—Podrías preguntar, más fácil, ¿Qué es lo que no me trajo la lluvia? —contestó Kate entre risas—; no voy a poder regresar, está diluviando fuera... ¿Me perdonas?... Con suerte llego mañana a la mañana.

—Oh, no hay problema —contestó Fran—; ¿cómo les está yendo?

—Bueno... sin luz —musitó Kate—... la lluvia nos atrapó aquí, y si volvemos el viento nos llevará, así que decidimos realizar una pijamada.

—¡Bien... aquí tampoco hay luz... —dijo Fran entre la distorsión—; recuerda cuando era niña... pijamada también; y disfruté ese día. —agregó.

Kate notaba una interferencia en la voz de su hermana, la cual se volvía cada vez mayor al pasar de los minutos; su celular no le había traído problemas antes al respecto, pero quizás la tormenta y la distancia genere un problema en la señal de sus datos móviles.

Sister, apenas te escucho —notificó Kate—; habla más lento.

—¿Así? —inquirió Fran.

—Ahí se te escucha.

Kate notó que la pantalla de su celular tenía unas pequeñas líneas blancas que aparecían y desaparecían fugazmente de esta; ella llego a la conclusión de que quizás su celular está a poco de averiarse, lo que complicaría más la situación.

—Bueno, Sis —dijo Kate —; cortaré, tengo poca batería. —agregó.

—está bien —replicó Fran—; cualquier cosa, no dudes en llamarme.

—No lo haré, Sis —respondió Kate—; te quiero mucho, ¡Besos!. —agregó; Fran la saludó también del otro lado y cortaron la llamada.

Kate fijo su mirada anonadada hacia su móvil durante un buen rato, quizás unos minutos, sintiendo un leve escalofrío recorrer su espalda, pero lo suficiente para analizar lo que sucedía «Quizás el módulo se haya mojado con algo —pensó—. Con esta lluvia, hasta el celular de Obama se dañaría». Guardo su móvil en el bolsillo y avanzó ligeramente hasta el marco de la puerta, hasta que oyó un grito.

—¡MIREN ESTO! —gritó Sharon.

Kate se adentró en el tumulto, el cual se había acumulado en una zona tras la gran escalera que se lucía en el vestíbulo.

—¡MIREN ESTO! —repitió Sharon—, ¡ES DE JADE!

Kate se posición al lado de Luis y de Chloe; Sharon era el centro de atención del club, y levantaba un papel por encima de su cabeza, con el fin de que todos los presentes pudieran verlo.

¡ENCONTRÉ ESTO TRAS LA ESCALERA! —vociferó Sharon

Era un papel fino de cuaderno escolar, marca Textcool, el mismo que usaban en las escuelas secundarias y bachilleratos de todo Rawberry.

—¡Eeey! —exclamó Luis—, ¡Más tranquilidad, querida Sharon! —agregó.

—A ver —inquirió Jacqueline, mirando con extrañeza el texto. Sharon se lo entregó en las manos, y Jackie comenzó a leerlo. Los ojos de la joven iban pasando poco a poco de unos tranquilos hasta los que colocaría una persona que acababa de ver un cadáver en un mal estado.

—E-esto —tartamudeó Jackie—... esto es muy raro. ¿Dónde lo encontraste?

—Yo... Yo lo encontré en —explicó Sharon—, en aquel cuadro; me tropecé con él, tirando lo por accidente... y cuando quise volver a colocarlo en su lugar...

Kate comenzó a sentir un olor algo familiar, era algo a lo que ella describiría cómo: «El olor que sentía cuando se le quemaba un capacitor a mi hermana»; acompañado por un olor a azufre quemado. Entre las penumbras ella por poco sintió que pudo presenciar un tipo de vapor negro extendiéndose en el área, pero al poco rato deja de verlo. Quizás algo se había quemado cerca del lugar. Luis saco una linterna a batería bastante potente que tenía guardada en un armario, y la encendió. La linterna era apuntada directamente hacia la hoja, mientras que varios del club leían; Kate observó a la distancia, con ojos casi de águila, leyó lo que decía la hoja:

«¿Qué debo hacer en caso de que se vaya la luz?:

1- Encender rápidamente una luz de emergencia

2- No tocar la sombra por nada en el mundo.

3- Rezar por que no se apague la linterna hasta que regrese la electricidad.

Hay algo horrible escondido en el sótano, y la luz lo mantiene encerrado. ~Jade~»

—¡Miren esto! —vociferó Helena—, miren que pasa cuando acerco mi móvil a esta puerta. —agregó; acercó el móvil y se podía presenciar como la pantalla de su teléfono celular se corría hacia un lado, similar a lo que ocurriría con un televisor de rayos catódicos al pasarle cerca un imán potente; cosa que era más que extraña, ya que las luces LED no tenían ese efecto.

—¡Mierda! —exclamó Sharon—; no encuentro ninguna explicación lógica a ello.

—Yo tampoco —contestó Jacqueline.

—¿Vamos a estar bien? —preguntó Chloe con una voz quebradiza y aterrada.

—Tranquila —replicó Jacqueline con voz calmada—; tranquila, querida: Quizás no sea nada.

—Eso espero —replicó Chloe. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top