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—Ni idea de lo que haremos a partir de ahora —dijo Kate—, con ese monstruo dando vueltas, cualquier persona curiosa a verlo puede terminar en graves problemas.

—Creo que está bien —replicó Luis—; hay veces que la curiosidad mata al gato, y un novicio con pocos dotes es presa fácil.

—Lo peor, es que parece que ese tipo de cosas están por todo Rawberry —interrumpió Annie—, y los únicos que lo ven terminan muriendo; todo porque no hay presupuesto para una mejor fuente de energía eléctrica. —Annie se acomodó su «boina francesa», que estaba cayendo por los movimientos bruscos de cabeza que hizo al hablar y Kate ladeó la cabeza.

—Creo que la aparición de esos monstruos, quitando el apagón y el hecho de que son ciegos ante la luz —dijo Kate—... parece que la luz impedía que estos salgan de donde sea el lugar del que llegaron; la Sudestada fue un desastre, e incluso hubo muertes por ahogamiento debido a las inundaciones en algunas zonas de todo el estado. —agregó, explicando algo de lo que todo el grupo estaba de acuerdo; Annie explicó que una vez había visto a una señora siendo llevada por una corriente, y pidió ayuda pero cuando la hallaron ya había muerto.

—La vida es efímera —se quejó Kate amargamente—, un día puedes estar con nosotros, al otro día ya no. Pero viéndole el lado bueno, al menos nos apura a que hagamos cosas productivas —agregó en un intento de animar al grupo; pero todos parecían serios. Si hay vida al otro lado, me lamentaría por no haber luchado en esta, pensó Kate, no deseo que nadie más termine muerto por esa cosa; es mi deseo para el bien del pueblo, y supongo que el resto de mis compas opinan lo mismo. Kate recordó que un día antes vio un camión militar pasar, y recordó su infancia cuando sus padres seguían con vida; quizás ellos les hubiese creído.

—¡Muy bien! —dijo Jacqueline—; Luis, iniciemos la reunión.

Kate se dio cuenta que a su lado se encontraba Finn; estaba prestando mucha atención a Luis en su habla, tal cual un lector perdido en la deslumbrante prosa de un libro. Luis le dio la palabra a Annie, quien explicó que había ido a la fábrica de artilugios de hierro con el fin de preguntar cuánto salía cada objeto. Esperaron que la respuesta sea algo barata, pero no fue así; aún después de aquella decepción, el comité de finanzas se iba a encargar de recolectar el dinero justo de alguna otra forma.

—¡Sabía que no podíamos ceder después de todo! —afirmó Helena—; Karen, tu casa nos ha salvado.

—¡Yo invito galletas! —replicó Karen—; se que a ustedes les gusta, ¡Montón de golosos!, no las terminen todas y dejen un poco para mí.

—¡Nos descubriste! —exclamó Luis.

El grupo soltó una carcajada al unísono, Kate emitió una leve sonrisa apagada, la cual disminuyó con el paso del tiempo. Luis comenzó a hacer preguntas al grupo sobre las novedades que tenían, y aunque no había avanzado mucho, sabían que tenían objetivos pendientes a realizar, aún teniendo que afrontar otras cosas en sus vidas.

Después de terminada la reunión, decidieron quedarse un poco más para hablar sobre su vida. Luis comenzó a preguntarse sobre la vida se Finn durante sus días de ausencia en el club

—Finn —dijo Luis—; ¿Cómo te ha ido?

—Bien —replicó Finn—; un poco atareado con mi trabajo; y haciendo pesas cada que puedo. —agregó; miró a Kate.

—¿Te la pasas todo el día haciendo ejercicio? —inquirió Kate.

—Bueno, debo ser saludable y estar en forma... ¿No?

Luis emitió una sonrisa, se apoyó por el hombro de Finn y dijo:

—Yo también estoy en forma.

—En forma de alambre —interrumpió Jacqueline entre risas.

La sonrisa de Luis se convirtió en un gesto de sorpresa, y después en carcajada.

—Esto de aquí es lo más buscado por las chicas en Filipinas. —se explicó Luis.

—¡Ja!, Claro —replicó Karen—, y yo soy Gloria Gaynor.

—Pues, es así —intentó explicarse nuevamente—... Bah... creo. Yo no vivo ahí y nunca lo he hecho.

Karen comenzó a picar las galletas mientras el grupo no miraba; sabía que iban a comerse todo lo que estaba ahí, así que decidió ser más rápida.

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