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Fran había regresado de las afueras; había ido a ayudar a un familiar en una granja de la zona rural del estado. Le había dado de comer a las gallinas, pastar a las vacas y luego guiarlas nuevamente en el corral. También había ordenado la casa, etc. Cuando Fran había regresado de dar una vuelta montando a caballo por el lugar, según lo que ella contó, tuvo que lavar trastos por la noche. Sus tareas terminaron a eso de las diez y era justo a la hora de dormir. Kate se sorprendió, a sus siete años, por las historias que ella contaba: Fran había sido criada en una granja lejos, incluso de aquel pueblo en el que vivieron años más tarde, y según ella, nació en un granero mientras los animales miraban, entonces el cielo se iluminó —pero no hubo arcoíris doble—. Kate, sin embargo, nació en Ciudad Celeste y a los tres años la familia se mudó al pueblo Rawberry, cercano a esta. Sus padres a veces enviaban a la hermana mayor a la zona rural dónde había nacido, según ellos «debía independizarse», y cuando regresaba apenas tenía tiempo para pestañear antes de caer en la cama dormida.
Después de esos días en la granja, Fran no podía dejar de ver poco antes de dormir, agua y platos llenos de grasas de todo tipo; era casi la inercia de su cerebro, que lavaba todo aún estando inactivo; similar al Efecto Tetris. Ella supuso que no tendría que realizar más tarea en la casa donde se encontraba con sus padres, y aunque era así, tenía que realizar sus trabajos típicos de preparatoria. Su adicción a la cafeína había iniciado ese mismo año cuando le obligaron a desvelarse una noche entera para entregar un trabajo sobre campos eléctricos y magnéticos en clase de Física electrónica de la preparatoria San Fausto de Rawberry. Ella estudiaba en un instituto especializado en la robótica, electrónica, programación y todo aquello que se relacionaba a la tecnología de la época. Poco tiempo más tarde le habían explicado sobre redes neuronales y sobre Inteligencia Artificial; tuvo que leer varios libros de Isaac Asimov y realizar un afiche tanto de su trama como sobre «Las leyes de la robótica». ¿Qué pasaría si de pronto la tecnología se nos revela?, Y muchas otras preguntas aparecieron incluidas en el examen, otra pregunta de esas hablaba sobre calcular algunas variables usando las Leyes de Maxwell.
Cuando regresaba a la casa, faltaba aproximadamente una hora para que sus padres aparezcan también en la camioneta Chevrolet familiar, la cual iban a vender un año más tarde. Kate regresaba de la primaria y a veces iba a la casa de alguna de sus compañeras para realizar una pijamada. Ella amaba leer cuentos con ellas, y también acampar en los bosques cercanos (el hogar de Briana en ese entonces era en la misma ruta donde sus padres trabajaban, y la parte del patio daba hacia un bosque que se dirigía a un río). Ese mismo día, precisamente una semana más tarde del regreso de Fran, Kate fue un par de noches a pasarla con su amiga.
Las jóvenes llegaron en el vehículo familiar, la más pequeña hablando detrás sobre su día a día, y la más grande escuchando aquello. Kate parecía intentar sorprender a su hermana con las cosas que hacía, contándole de cuando jugó al escondite con Briana, o del día en el que casi invocan al «Espíritu del espejo», el cual era nada más ni nada menos que un perchero ubicado en ese mismo cuarto, el cual debido a la oscuridad que había por el foco quemado del lugar, tomaba una figura bastante siniestra y sombría.
—Entonces —dijo Kate e hizo una pausa para después proseguir—... entonces lo vi... era aterrador —explicó de forma rápida y ansiosa, haciendo pausas cada tanto para respirar—... estaba detrás, y corrí. —agregó.
—¡Está bien, sister! —replicó Fran—... pero cálmate, porque de seguir así se te va a salir un pulmón.
—¡Bueno! —Obedeció la pequeña Kate, y se calmó, expresando en su rostro una sonrisa inocente.
La madre de la familia se había detenido en su destino; la casa de Briana, ubicado a un cuarto de hora de su zona laboral.
—¡Llegamos! —dijo la mujer—; Kate, mañana cuando regrese del trabajo a la noche te voy a retirar —agregó. Kate asintió con la cabeza alegremente mientras bajaba del vehículo dando un salto hasta el césped cuidado del lugar. Fran observó, sonriendo al ver a su hermana haciendo cosas que a ella le parecían graciosas (cosas de niña pequeña). Kate saludo a su hermana mayor, quien respondió con un «Te me cuidas, pequeña», y se dirigió hacia la puerta. Fran observó como después de tocar el timbre del edificio, salía la madre de Briana, y dejaba pasar a su hermanita a la casa.
Kate entro alegre a la sala principal; parecía acogedora y en el futuro lugares similares le causarían cierta nostalgia. El olor a lavanda impregnaba los sillones, y la alfombra era tan suave que siempre que entraba solía acostarse en el suelo a hacer angelitos de motas de polvo.
Briana entró poco después desde una de las puertas del pasillo, esta daba a su habitación, otra hacia la cocina. En la cocina había otro pasillo el cual daba a un baño algo sucio y deteriorado, pero tampoco se veía demasiado mal. Desde la cocina daban a una tercera sala, el cual era un pequeño taller de carpintero, y de ahí un ventanal daba hacia el jardín. Kate solía, de vez en cuando, cruzar junto a Briana las vallas de este hacia el bosque del fondo para recolectar flores; quien tenía las más lindas o las de mejor aroma, era la ganadora. Ella tenía el cabello mojado, al parecer se había dado un baño. Kate emitió una sonrisa y corrió a abrazarla.
—¡Hola, Bri! —saludó Kate.
—¡Hola, Kate! —respondió Briana al saludo— ¿Cómo estás?
—Bien, ¿Tú?
—Bien, bien.
—Descubrí un lindo lugar en los bosques para recolectar flores —avisó Briana.
Kate se emocionó, le pareció bonita la idea de ir a averiguar de dicho "lugar", aunque le daba algo de miedo conocer lugares nuevos, le interesaba la idea. Briana, con el permiso de su madre, se dirigió junto a su amiga al jardín y saltaron el vallado. Briana hizo una mueca para que Kate la siga, y así lo hizo. Caminaron por el recorrido usual, hasta un árbol que tenía un nido, el cual usaban para guiarse, y le llamaban «El Golem». Kate solía sorprenderse al pasar por ahí debido al gran tamaño de semejante armatoste. Recorrieron el lugar a paso rápido, dando saltos entre los pastizales, intentando evitar la hierba alta para que los insectos no les muerdan. Recorrieron una distancia bastante razonable hasta llegar al río.
—Es del otro lado, Kate —dijo Briana, y procedió a introducirse en el agua, cuando sintió algo duro bajo su pie. La chica quedó petrificada por un instante, pero la curiosidad pudo y se agachó para recoger sea lo que sea que era eso. Pudo distinguir una textura metálica de la cual no tenía conocimiento alguno. Palpo el objeto con la mano, y Kate observó, sin saber que ocurría
—¿Qué ocurre, Briana? —inquirió Kate.
—Hay algo raro aquí... —musitó Briana.
Kate se acercó hacia ella lentamente, metió un pie en el agua, sintiendo el arrollo empujarla suavemente pero sin lograr moverla, y la sensación de frío que le provocó fue suficiente como para generarle un ligero escalofrío que le recorrió la médula espinal completamente. Tímidamente colocó el otro pie bajo el agua, y se agachó (intentando no arrodillarse). Metió la mano en el agua y lo tocó; se asemejaba mucho a los motores que llevaba Fran desde su instituto a la casa.
—Se parece mucho a las cosas que mi hermana trae a casa —observó Kate—. ¿Te ayudo a levantarlo? —preguntó.
—Claro, ayúdame —replicó Briana—; Tu de ese lado, yo de este. —ordenó.
Ambas hicieron algo de fuerza hacia arriba, logrando así levantarlo. Su forma era cilíndrica con leves planos circulares que lo seccionaban en partes, estando pegados en este.
—Saquémoslo del agua —dijo Briana.
Kate obedeció, ambas sacaron el objeto del agua mediante el trabajo el equipo. Observaron el objeto por un rato; este tenía una inscripción «Destinado a uso Científico/Militar, si alguien lo encuentra, devuelva lo al departamento Científico de la base militar de Rawberry». Abajo se hallaba un párrafo que explicaba algo sobre una máquina que sellaba una puerta o algo similar (Kate no comprendió bien debido a que estaba escrito con un lenguaje muy formal para su edad).
—¿Qué es eso? —preguntó Briana.
—Ni idea —replicó Kate—; ni idea.
—Ni idea...
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