28
La multitud aplaudió a la muchacha, quien se regocijaba de alegría entre palmada y palmada. ¡Gracias!, pensó mientras oía a aquellos que se encontraban sentados; casi todo el club, aunque faltaban algunos. Sarah tampoco estaba, y eso era extraño, pues se encargaría de ayudar a que todo salga como corresponde, ¿Acaso no es falta de profesionalismo?, O eso pensaba ella.
—¡Muchas gracias! —exclamó Kate.
«¡A la mierda, Señora Melody! —pensó— ¡A la mierda tu teoría!»
Tras ella subió el señor Roger Fischer, tocándole el hombro como señal de que debía volver a la sala de descanso y salir por dónde había entrado. Kate entendió el gesto, y lo hizo perfectamente, obedeciendo la orden. Camino sin dejar de ver al público, el cual se hallaba atento a las palabras del longevo hombre, y entró nuevamente a ese lugar. Ella sabía que ahí había cosas que no debía de olvidarse ya que eran muy valiosas, y debía recoger todo en una mochila. ¿Dónde está Sarah cuando la necesito?, se preguntó. Kate procedió a recoger todas las cosas que había dejado en la mesa, y a guardar todo en una mochila que había llevado, al menos hasta que oyó un ruido muy similar a un motor en funcionamiento que provenía de la sala del personal de la Organización. La muchacha sintió curiosidad de saber que era; si era el monstruo, ella sabía que no la encontraría debido a la gran cantidad de luz ahí dentro, y tampoco podía dejar que se pasee por el establecimiento sin que su grupo se entere de ello; aunque temía, su deber era proteger a sus semejantes.
Kate se acercó a la puerta, colocó su mano en su picaporte y con algunos temblores la abrió; sin embargo, lo que vio no fue un monstruo, pero tampoco fue algo menos aterrador a ello, sino que ahí estaba Sarah, solamente que algo no lucía bien en esa escena. La habitación tenía casi todas las luces apagadas, y la pelirroja estaba en el suelo, inclinada en cuclillas. Su cabello rojizo ahora estaba actuando de manera extraña, parecía moverse y levantarse ligeramente como si de algún viento soplándolo se tratase, y su color había pasado de ser uno cualquiera a iluminar en parte la sala de este mismo. Kate retrocedió dos pasos, y ahí, contemplando bien la situación, logró darse cuenta que Sarah se había volteado hacia ella, y sus ojos... ¡Estaban completamente blancos!, a Kate se le heló el cuerpo y su piel se erizó al notarlo. Sarah observó fijamente a Kate a los ojos, y moviendo sus labios, dejando al descubierto unos colmillos bastante afilados, dijo con una voz más bien grave y aterradora:
—¡DIJE QUE NO ME MOLESTEN!, MALDITA JOEPUTA.
La joven no atinó a hacer nada más que correr solamente con lo que tenía en mano, y dejando el resto ahí mismo. Eso que vio, aunque era aterrador, no parecía ser el monstruo, sin embargo, no sabía que tan peligrosa era la cosa esa que se hacía pasar por Sarah, pero tenía por asegurado que debía avisarle a alguien.
Bajo las escaleras dando tumbos y teniendo a que el ser que vio en esa habitación la esté persiguiendo, aunque se aseguró que eso no ocurría en los breves lapsus de tiempo en los que volteaba ligeramente. Bajo hasta el vestíbulo, y corrió hasta chocar con alguien; era Fran.
—¿Qué pasa, hermana? —pregunto Fran, algo sería pero a su vez alerta debido a que sabía que estaban ocurriendo cosas malas, y la expresión que Kate guardaba en su rostro lo exponía.
—¡Es Sarah! —exclamó Kate hiperventilándose—; ¡Sarah estaba con los ojos en blanco!
—¿Es el monstruo? —inquirió Fran—... la conocí recién, estaba pidiéndome un café y ella una chocolatada; parecía buena gente. ¿Es ella?
—No, no, no, no —repitió Kate—... algo se está haciendo pasar por ella, y no es el mismo monstruo; parecía un demonio. —agregó y aseguro. Fran estaba atónita, pero se calmó.
—¡Encontremos al resto del grupo!
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