25
La zona portuaria era un lugar bastante grande, aunque podía recorrerse de forma completa si se caminaba durante una hora en ella. Algunos barcos podían verse en la distancia, mientras que otros estaban en los muelles bajando cargas con grúas que parecían pesadas. Kate se imaginó como se sentiría que una cosa así se cayera en su dedo meñique, y supuso que dolería mucho. Las chicas bajaron al lado del edificio; este tenía un Starbucks a su lado, y a su otro lado un KFC una imagen el Coronel Sanders bastante llamativa. Fran prometió que en la salida iban a cenar en ese lugar, pero que en ese momento se llevarían un café.
El edificio por dentro estaba bastante bien iluminado, tenía varios locales de todo tipo de un lado, mientras que del otro había varias salas que llevaban a cámaras con gradas que rodeaban, en todos los casos, un escenario ubicado en el centro de estás mismas; similar a un estadio pero más pequeño. En uno de los lados se encontraba el letrero de Baños, y al otro SALIDA DE EMERGENCIA (Kate estaba observando si había una en cada lugar al que iba; por si las moscas). Un hombre bastante alto y longevo salió de una de estas, de pie frente a una puerta en un lado de la sala central. La puerta poseía tras ella una escalera que llevaría hasta un segundo piso, y aunque estaba ahí, era tan pequeña que a penas se notaba frente a las restantes. El hombre observó a Kate y la señaló fijamente con el dedo; le hizo una señal para que vaya con él.
—Sis —dijo Fran—, creo que te toca.
—¡Si!, Me parece que tienes razón —replicó Kate, aunque en un inicio creyó que la llamaron porque quebró alguna normativa.
—¡Buena suerte, compa! —exclamó Briana.
—¡Muchas gracias, My friend. —contestó Kate. Se levantó de la silla y caminó lentamente hasta donde el señor estaba llamándola.
—¡Ven! —dijo el Hombre—; si eres Kate McCreary, presenta documentación.
Ella sacó una pequeña tarjeta de su bolsillo:
Katherine Lynn McCreary
Birth date: February 2 1992
Fecha de emisión: May 5 2009
Fecha de vencimiento: May 5 2015
Nº (censura)
El hombre observó, sin buscar detalles, el documento de la muchacha, y una vez que se cercioró de que era ella la dejo entrar. Kate subió una escalera. En el segundo piso lo primero que encontré es un pasillo, el cual llevaba a una puerta que se encontraba abierta; en la pared a su lado se encontraba un papel pegado que tenía inscrito «ENTRADA DE LOS ORADORES», en este, y otro en el que Kate logró leer «Entren con cuidado, no sé empujen y esperen en la sala de descanso a su turno».
En la sala de descanso se encontraban unas seis personas de más o menos la edad de Kate, todas estas leyendo papeles y aplanando afiches. Uno de ellos al parecer trajo dos papeles de afiches y se puso a imitar escenas de Star Wars fingiendo que era un sable láser con el que estaba vacío. En el pasillo, Kate logró observar al hombre que le dejó pasar caminando hacia ellos junto a una muchacha un poco más pequeña en comparación, aunque ella sabía que el hombre era el alto ahí. La muchacha destacaba a los ojos de ella, tenía un cabello que aunque estaba lacio, era algo desordenado, y su color era un rojo carmín que parecía brillar a la luz del sol. La pelirroja usaba un ropaje que parecía sacado de una reina gótica en alguna película de vampiros, o algo similar, y su piel era casi tan pálida como la de un muerto, aunque se le veía algo de vida en ella. Playera color negra con camisa negra y pantalones de jean color negros. Un moño rojo adornaba su cuello.
—Gente —dijo el hombre—; soy Roger Fischer el dueño del establecimiento; y ella es Sarah Milena Kafek, ayudante principal que se les otorgó desde una comisión en la Organización de las Naciones Unidas.
—Hola —saludó Sarah—; yo he sido durante varios años miembro de esta organización, y me han seleccionado a mi para guiarles a ustedes por este lugar y ayudarles con la preparación de sus discursos. —agregó en un tono algo apagado de voz. Aunque sonreía, parecía forzar su alegría, pero realmente estar frustrada por dentro; lucía como la típica adolescente que responde a todo con «Como quieras» en un tono un tanto desganado, y Kate sentía una sensación de extrañeza de que el señor Roger de la ONU no note algo semejante.
—Muy bien —dijo Roger—; os la dejaré por aquí, para que le pregunten lo que quieran —agregó—... yo debo seguir dirigiendo a los colaboradores para acomodar la sala antes de que sea el horario de entrada. —Entonces se marchó nuevamente por el pasillo en el que llegó anteriormente, pero Sarah se mantuvo ahí, en la puerta, de pie, tiesa y con los brazos cruzados mientras miraba fijamente a los seis individuos que se encontraban en el lugar.
—Yo les ayudaré —dijo—, pero más vale que se comporten y no me hagan preguntas idiotas. —agregó en un tono algo malhumorado; a Kate comenzó a darle mala espina la muchacha, quizás no está tan loca como Melody, pero sin duda no quería saber nada de nadie, y quizás esté pensando en tirarse en una hamaca a dormir una siesta larga, con un coco con popote incrustado a su lado; o eso imagino Kate de una manera caricaturesca. Kate sintió nuevamente pisadas en las escaleras, pero está vez era de un grupo de personas, y poco después logró ver a Annie, seguida de Jacqueline, poco después Chloe y así con todo el grupo. Al final aparecieron dos miembros que faltaron en la última reunión: Finn Hardwood y Karen Woods. Finn era un chico bastante alto, y siempre solía lucir unos pectorales muy marcados cuando llevaba ropa de verano, sin embargo, en ese momento llevaba una campera debido al frío invernal —en especial después de la época de tormenta y ola polar—, mientras que Karen era bajita, de ascendencia Afro.
El grupo cruzó la puerta que llevaba a la sala de descansos, sorteando a Sarah, quien parecía que iba a girar como, valga la redundancia, una puerta giratoria como la que poseían los hoteles en los que iba en el pasado con su hermana cuando salía a vacacionar en pleno verano. Sarah frunció el ceño al ver al grupo, y tomó de la espalda a Luis, quien era el último en haber subido.
—¿¡USTEDES QUIENES SON!? —inquirió en voz alta.
—Nos permitió pasar un señor que bajaba recién desde acá. —replicó Luis—; dijo que era el dueño del lugar.
La expresión de Sarah pasó de la ira al de indiferencia en aproximadamente segundos, Kate sentía que la muchacha había dicho en su mente «Bueno, entonces quédense un rato, pero no mucho tiempo».
—¿Ya has practicado? —preguntó Luis, y Kate asintió; estuvo practicando durante un tiempo, a pesar de los hechos que se manifestaron en su vida, cambiándola en cierta medida. Uno de los nuevos, Finn Hardwood, ese hombre era musculoso y quizás un obsesionado a estar en forma. Fran solía decir que ese chico es puro esteroides y poco raciocinio. Finn se abalanzó hacia adelante.
—¡Tranquila, hija mía! —dijo Finn—, yo creo que te irá bien; estoy seguro.
—Eeeh, gracias —dijo Kate tímidamente.
—Suerte Kati —deseó Chloe.
—¡Muchas gracias! —replicó Kate.
Kate observó a Sarah, y le daba el presentimiento de que pronto iba a estallar si no se iban, sin embargo, se sentía más cómoda hablando con otros conocidos de su vida. Imaginó a Fran blandiendo el vaso de cartón del café que compró en Starbucks en el vestíbulo, hablando con Sarah —si se hubiese avivado de entrar también—, mientras compartían el café. Ella dice algo así como «Relájate, te comparto esto, pero mantén una actitud profesional a pesar del estrés», o algo así, y comenzaría a hablar de su trabajo. Luis parecía también haber leído el rostro de Sarah como si fuese un libro muy interesante con una trama envolvente, pero en vez de eso era la frase No me colmen la paciencia. Quizás habían oído uno que otro suspiro que hacía la chica intentando mantener la compostura, y eso fue suficiente como para que el club comience a ponerse algo tímido al respecto, intentando no fastidiar mucho; entonces saludaron rápidamente y se marcharon. Sarah miraba de reojo al grupo cuando caminaba nuevamente por el pasillo y bajaba las escaleras, haciendo una mueca.
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