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El doctor le dio el papel a una empleada, y esta la colocó en la máquina fotocopiadora, que en dos flashes de luces sacó una hoja con el texto un poco más borroneado y se lo entregó. Kate agradeció cordialmente y recorrió nuevamente el pasillo hasta la escalera. La luz titilante de la planta baja se había apagado casi por completo; dejando secciones a oscuras. Kate lo vio con horror, y no parecía ser nada bueno. El doctor bajó tras ella, y se dio cuenta de que la luz se había apagado. Kate logró oír cómo el doctor le había dicho «Se nos volvió a apagar la luz; tendrás que llamar al mecánico aunque revise los fusibles» a la muchacha que colocó el poema en la máquina.
Kate caminó a pasos muy rápidos y agigantados por los pasillos a buscar la salida. Ella sentía que eso supondría un problema, y en su caso más pesimista, pensó que no solamente iba a perderse en el lugar, sino que el monstruo la iba a hallar ahí mismo. No fue así; logró encontrar la puerta que llevaba hacia la sala principal. Briana seguía sentada ahí, mirando Avatar de James Cameron en una televisión que había en la pared de la sala y a su lado se encontraba una pareja hablando: «He conocido gran parte de los lugares de este estado; creo que ya no tengo dónde más visitar», había escuchado decir al hombre, y a la mujer contestando que preferiría mejor viajar por el mundo.
Briana emitió una sonrisa al ver a su amiga salir, pero a su vez sintió curiosidad.
—¿Has encontrado algo? —preguntó Briana.
—Sí —contestó Kate, le mostró la fotocopia, y Briana la observó con asombro—; no sé qué querrá decir, pero probablemente nos sirva en un futuro. —agregó de forma algo insegura, pero estaba siendo precavida, y la analizaría a detalle más adelante. Las chicas caminaron fuera del asilo, y respiraron nuevamente el aire puro sin olor a medicina. Kate observó un par de veces la hoja, intentando comprenderla, pero no hubo caso.
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