17
El bus ese día había llegado diez minutos más tarde, pero nada impedía que Kate llegase temprano al lugar donde la esperaban. Tomó el primero que llegó, aunque se encontraba algo lleno. Recorrió todo el camino hacia el centro y tomo uno segundo que iba hasta la zona donde la esperaban. El transcurso del viaje fue lo típico, y Kate lo hizo de forma rápida. Al bajar, aún se veían montones de casas, indicando que no estaban en una zona alejada al centro del pueblo. Camino un par de minutos hasta llegar al lugar indicado y ahí mismo tocó el timbre. Esperó un rato, y aunque parecía que nada interesante pasaría, Kate sintió un ligero empujón que provenía de una mujer con chaqueta negra, pantalones jeans y parecía muy producida. Quizás era alguna persona que perseguía el sueño fabricado que las revistas de farándula querían otorgarles. En ese momento solamente se hablaba en ellas sobre el éxito de PSY, el famoso Gangnam Style, y del posible embarazo de Shakira. Kate habría visto a dos o tres personas realizar el dichoso Baile del caballo en las calles de Rawberry en el mes; uno de ellos un payaso que realizaba uno de sus actos en el parque céntrico, y a veces tiraba un par de mofas al público. El éxito de Justin Bieber estaba decayendo un poco en comparación a años anteriores, pero aún se mantenía firme; y bandas como My Chemical Romance iban a asistir al festival en un estadio cercano ese año.
El picaporte de la puerta giró, y esta se abrió, dejando al descubierto a una muchacha algo baja de estatura y robusta, con el cabello rubio, y a penas teniendo cejas. Su playera llamo la atención de Kate; Suicidal Tendences: «Un clásico noventero —pensó—, espero que el mundo no se nos acabe, así podemos seguir escuchándolo».
—¡Hola, Kate! —saludó Briana.
—¡Hola, Bri! —respondió Kate al saludo, con una mano levantada y sacudiéndose hacia los lados de forma algo tímida.
—¿Cómo te ha ido? —inquirió la chica—; te invito a que pases. —agregó.
Tímidamente, Kate entró a la casa de la muchacha; en su mente esperaba no haber sido tan repentina al hacerlo, pero al demonio, si ella me ofreció pasar, pensó, intentando auto convencerse: estoy haciendo lo correcto, ella me ofreció entrar; somos buenas amigas. Dejó su campera encima de un perchero de madera ubicado al lado de la puerta, y caminó hacia el centro de la habitación. El lugar tenía un estilo algo rústico en el suelo, mientras que las paredes tenían un estilo de arquitectura que mezclaba piedra y ladrillos; de una forma que quedaba bastante simétrico y elegante. Los muebles del lugar exponían viejos adornos, un cenicero y una estantería lleno de discos de Kiss, Poison y otras bandas del tipo Glam Rock o Glam Metal.
Briana ofreció un asiento a Kate, y ella lo tomó; se sentó cerca de la mesa que se encontraba justo al lado de un televisor plano Philips, y en su mueble varias figuras de Pikachu, Evee y otros Pokémon.
La chica tenía colgada dos o tres playeras de equipos deportivos locales, como los Chicos de Rawberry sobre las ligas de Baseball. Un Ferrari en miniatura estaba colocado estratégicamente encima de una Playstation 3. Una bandera del estado de Descartes (estado independiente desde 1949), y dos o tres copas de vidrio tras una vitrina de cristal resistente; aunque a Kate le daba cierto pavor acercarse y caer accidentalmente sobre ella.
Una conversación había comenzado, y hablaron sobre distintas cosas, aunque nada en especial. Kate comenzó tan sólo preguntando:
—¿Cómo te fue durante estas épocas?
—Bien; he estado buscando una buena universidad para comenzar a estudiar diseño. —replicó Briana.
Kate vio la sala un poco vacía para lo que creía que había planeado la chica, ya que no estaba ninguno de sus vecinos, ni Roger, ni Keith, ni Jonas, ni Jenny; absolutamente nadie más.
—¿Has invitado a más gente? —inquirió Kate.
—Sí —replicó Briana—, aunque llegaste antes que el resto; supongo que tú hermana te tiene levantando temprano.
—Sí, es ya una costumbre que nos hicimos —contestó Kate entre broma y broma.
Poco después, alguien tocó el timbre de la casa. Briana se levantó y tanteó en uno de los muebles para encontrar la llave, y al final la halló. Se dirigió tambaleándose hacia la puerta, y la abrió. Kate pensó que a su amiga le había bajado la presión un poco después de levantarse tan repentinamente; a ella solía ocurrirle que después de estar un rato en una silla, al levantarse todo su entorno se oscurecía por instantes. Briana recibió a un chico algo alto y formal; el tipo parece haber sido jalado de Wall Street.
—¡Hola, llegó Keith! —dijo el muchacho—; pero me pueden llamar, su hombre más exitoso, banda. —En ese momento abrió los ojos y observó a su alrededor. Keith parecía haber esperado a una multitud de gente haciéndole la hinchada en el escenario, aunque si lo decía en voz alta, seguramente recibiría de respuesta «Lo único que tienes hinchadas son las bolas». Keith procedió a sentarse en silencio, a sabiendas de que no fue de los últimos en llegar, pero al menos festejando haber llegado temprano.
La siguiente en caer fue Taylor Stewart, la vecina a la vuelta de la casa de Briana. Taylor tenía título intermedio en la universidad de economía de Ciudad Celeste. Se recibió durante 2010 y estaba cruzando un post grado en periodismo. Ella contó días antes como el mismo Zack Wistle del canal de noticias más conocido del estado, la SC News en el canal 5, le dio una mención honorífica en uno de sus programas, y a su vez le llegó un diploma por sus buenos aportes. Quien le siguió fue Roger Xeng; hijo de inmigrantes chinos, nacido en Jurgen, quien a sus quince se mudó a Rawberry. Y acabó por aparecer Jonas Way.
—Bien —dijo Briana—; no están todos, pero ya podemos empezar. ¿Alguien sabe jugar a los naipes?
—Creo que la mayoría de aquí sabe. —replicó Roger.
—Quizás Kate no lo sepa. —aseguró Jonas.
—Bien —dijo Briana—; yo te explico.
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