15
El murmullo del grupo siguió elevándose dentro de aquella vieja biblioteca ubicada en el centro del pueblo Rawberry; frente al parque y siendo vecina a la parroquia que en ese momento comenzó a tocar el campanario, dando presentación al cambio de hora. Melody, quien ya se deshizo de un par de vándalos que osaban en vestir una playera negra satánica, logró oír de cierta forma a un grupo de personas hablar tranquilamente de forma muy baja al otro lado del pasillo. Por fuera, parecía que ella olía diversión, y eso era casi un pecado para su mente. Esos niños no están respetando la regla principal de este establecimiento; pensó ella, y se dirigió corriendo y tambaleándose hacia el otro lado.
El grupo hacía muy poco barullo, para un lugar tan callado; ante la tranquilidad, el caos ha tenido siempre la dominancia, pero en ese caso no se notaba casi diferencia. Eso fue suficiente para Melody, quien se dirigió a ver quién hacia el ruido.
—¡Ah! —exclamó Melody—; eso explica muchas cosas, la hermanita de Fran. —agregó. Kate se limito a responderle, y simplemente la ignoró. El resto del grupo se volteó hacia ella, y se quedó observándole, pero sin emitir ninguna palabra. Melody frunció el ceño, pero seguía de pie en el mismo lugar, tan tiesa como un maniquí. Fijaba la mirada hacia Kate, y después lo hizo con el resto del grupo. Chloe sonreía nerviosamente, solamente que esta vez con más intensidad, repitiendo en su mente (Salve, Dios todo poderoso). Helena sintió que ese día se le había pegado el complejo del imán con los locos, y no sabía distinguir si era peor el hombre de la cafetería o la bibliotecaria maniática.
—¡Lean el letrero! —ordenó la bibliotecaria—; dice algo.
Kate distinguió, tras el tono rojizo del rostro de la mujer, el mensaje «El silencio es salud», al lado de una frase sobre el amor de «nuestro señor Jesucristo»; le faltaba una imagen de Tweety con una frase de «Feliz día del amor». ¿Está loca es la bibliotecaria de la que hablaban? —pensó Helena; se imaginó al resto del grupo asintiendo, en el supuesto caso de que eso lo hubiese dicho en voz alta.
—Entonces, no hagan ruido —espetó Melody—. Igualmente si son igual que Kate, seguramente no llegarán a nada en su vida.
Melody se quedó un breve lapsus de tiempo en ese lugar, y volteó para marcharse. Ahí fue cuando el grupo pasó de parecer estar en un videojuego en pausa, a volver a lo suyo. Kate parecía estar casi acostumbrada a ello, pero había varios en el grupo que no. George simplemente no le presté importancia en absoluto; ni siquiera parecía estar en el mismo planeta que el resto.
—Bien, Kate —dijo Annie—; ¿Siempre fue así de insoportable?
—Sí.
—Era lógico.
Luis interrumpió la charla con un sonido suave y calmado —no quería que la mujer regrese—.
—Bien, entonces Kate irá al asilo —confirmó—, el nombre de abuelo era Gerard Miller Hook.
Kate intentó apuntar mentalmente el nombre, aunque sabía que tarde o temprano lo perdería de su mente y volvería a preguntar.
—Bien, aquí concluiremos con el tema: Abuelo de Jade —aseveró Luis—. Sobre Kate: te tengo buenas noticias...
Ahora el centro de atención se posaba en Kate en el hombro como si de un pájaro se tratase. La chica atinó al primer reflejo de señalarse a si misma con el dedo índice, mirando con cierto asombro a Luis.
—No sé si será mejor decírtelo ahora, o en el momento de la reunión que haremos como club, más bien... —dijo Luis.
—¡Creo que mejor ahora! —replicó Kate—, no sabemos que ocurrirá antes de la reunión.
Entonces Luis soltó una leve tos, para después darle su respuesta...
—Es la ONU —dijo Luis—, quiere que les des un discurso sobre el medio ambiente; todo por tu campaña sobre plantar árboles y hacer reciclaje.
La chica se quedó paralizada durante un par de segundos, ordenando poco a poco todo lo que tenía en su cabeza. ¿De verdad una organización como la ONU la seleccionaría a ella para dar un discurso?. Ella no creía lo que estaba escuchando; era casi como pensar que nada era real, que ella había muerto mucho antes en un accidente y apareció en un universo paralelo donde todo era más extraño; sin saber sobre lo ocurrido. Pensó en verse a si misma sobre un escenario, frente a presidentes de todas las naciones, hablando sobre algo interesante. Barack Obama, Putin, y muchos otros, aplaudiendo al unísono; aunque conociendo bien el asunto, probablemente sólo se encontrará con miembros de un comité en esa organización; pensando en lo emo que se ve aquella muchacha. «¡Toma, señora Melody! —pensó Kate—; ¿Qué decías?», aunque aún sabía que no tenía una idea de lo que hacer a futuro, quizás algo así sea el comienzo de una serie de acontecimientos que la inspiren a realizar algún proyecto; Youtube fue creado por trabajadores de PayPal. En ese caso, la vida da, de vez en cuando, muchas vueltas; a inicio del año podía pensar que sería otro más del montón, pero que al finalizar el año terminen ocurriendo cosas que ella ni siquiera hubiese pensado. De repente sintió un ligero mareo, el cual cesó poco a poco; como si hubiese bebido alcohol, pero estaba sobria; era una chica que amaba mucho su propia salud como para no estarlo.
A Kate se le había dibujado una sonrisa en el rostro, y esta misma lo tapó con sus manos, ejerciendo cierta presión, aunque muy baja. Sus manos tapaban su boca en totalidad, pero dejaba al descubierto sus ojos castaños, los cuales estaban tan circulares como dos pelotas de golf del Club de Golf de Rawberry. Luis le lanzó una sonrisa algo pícara y bromista, aunque estaba hablando muy en serio, pero le parecía graciosa la reacción que su compañera había hecho. Kate parecía paralizada en esa misma posición, como un muñeco de cera en el Museo de cera de Rawberry, vigilado por Edward Hook; primo de la fallecida Jade. «¡Vete al demonio, Melody —pensó—; no puedo creérmelo».
—¿Y? —preguntó Luis—, ¿Qué te parece?
No obtuvo respuesta alguna, al menos por un rato; nadie rompió el silencio, pero aún así se daba a entender que Kate estaba emocionada.
—Me parece que le afectó mucho —acotó Chloe.
—¡Es... es una buena noticia! —exclamó Kate conmocionada—; de verdad, es un honor. —agregó.
—Muy bien —dijo Luis.
Kate se quitó, al rato, la mano de la boca, cuando ya el pico de la emoción que sintió había bajado a un punto más o menos común. Luis había insinuado que a ella le tocaría ir al lugar, y para ella, aunque era algo tarde, estaba en un momento justo, pues había cambiado un poco su horario de sueño un par de horas más adelante aquella noche que pasó en la casa. Por otro lado, Helena había advertido que las lluvias no iban a parar en ese momento, y solamente estaban en pleno descanso. Tampoco es la lluvia más fuerte que me tocó presenciar en mi vida, pensó Kate; por allá del año 2006 había ido con su familia a pasarla en Ciudad Celeste; y el día en el que les tocaba regresar había diluviado. Al menos en la zona donde ella había estado no se inundó tanto como los noticieros dijeron del centro; el agua se llevó a varias personas, o eso había oído. Ese mismo día pudieron regresar en un micro a larga distancia. Su querido Rawberry, pueblo natal; la emoción de haber visto el letrero de «BIENVENIDOS A RAWBERRY TOWN; DISFRUTE SU ESTADÍA», y del lado opuesto; «GRACIAS POR SU ESTADÍA, ESPERAMOS VERLO PRONTO OTRA VEZ», hacia cualquiera que saliese del lugar.
Kate sintió una ligera vibración en su bolso derecho, en los pantalones vaqueros (de Jean) que había llevado ese día; su móvil había comenzado a sonar con la melodía de «Oh, Life is bigger, is bigger than you, and you», y Luis logró identificar Losing my religion de REM en el viejo teléfono que lucía su marca BLACKBERRY encima de la pantalla. Kate lo levanto y atendió...
—¿Hola? —inquirió Kate—... ¡Hola, Karen!
—¿Es Karen? —Se apresuró a decir Luis—; salúdala de nuestra parte.
—Te mandan saludos, Karen —agregó Kate—; de parte de los presentes.
—¡Presidentes! —bromeó George. A Luis no le hizo ni pizca de gracia, aunque tampoco estaba enfadado por ello; simplemente le parece bastante simplón y repetitivo el chiste.
—¿Cómo está tu tía? —inquirió Kate con preocupación.
—Mucho mejor —respondió Karen—... ya le hicieron cirugía... y al parecer el cuerpo lo tomo bien. Así que diles al resto que pronto estaré presente nuevamente en las reuniones; actualmente estoy cuidando a mi tía en la clínica Louis Pasteur, ubicada en una de las tantas rutas que lleva al puerto.
—Por cierto, Karen —interrumpió Kate—; al menos no estuviste en la última reunión, ya que algo salió mal y —hizo una pausa—... y bueno... no me creerás si te lo cuento, pero —hizo una segunda pausa—... Jade no se quitó la vida —dijo—. Había un monstruo en locos; tano; sospechamos que pudo haberse ido de ese lugar por la noche y estar en algún lado.
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