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La biblioteca local estaba igual de silenciosa que siempre, aunque de fondo se podían escuchar ligeros ruidos a golpes de libros de tapa dura. Kate podía oler el aroma a libros viejos danzar por el aire con solo haber entrado, y también sentir la mala espina de la bibliotecaria gritándole a un grupo de jóvenes colegiales de preparatoria con su típica pluma en ristre, la cual usaba para escribir los nombres de aquellos que se llevaban un libro, en su libreta forrada de color escabeche con un detalle con forma de telas de araña doradas. Helena parecía a punto de perder la compostura de ver a la señora Melody, aunque no la conocía, esa primera impresión hizo que tampoco tuviese las ganas de conocerla, y hasta sentía algo de pavor de tan solo pensar en que se dirigiría a ella al igual que el loco del café.
Kate recorrió lentamente, de una forma tranquila, los pasillos de la biblioteca, buscando la mesa en la cual Luis se sentaría a esperarlas. La joven tranquilizó a Helena con un leve susurro, el cual le dijo que todo estaría bien; Kate demostraba tener la situación controlada, aunque conocía bien a la bibliotecaria, y sabía que ella tenía una mala vibra. Giró su cabeza hacia uno de los pasillos, en dónde se encontraba una serie de mesas con estudiantes leyendo, y anotando apuntes para sus clases; Kate supo que ese pasillo definitivamente no era. Ambas siguiendo avanzando al compás de los susurros, intentando evitar conflictos con Melody, y se detuvieron en el siguiente cruce de pasillos, el cual llevaba a la sección «Histórico». Helena sudaba frío, y su cabeza se sentía como la campana de la parroquia local por debajo, poco después de ser golpeada con un mazo de piedra.
—¿Ves a alguien? —masculló Helena algo nerviosa, refiriéndose a las personas de su club
Kate volteó su cabeza hacia el lado opuesto, donde solamente vio un estudiante recostado en su silla, adormecido con un ejemplar de Álgebra de Baldor en su mano.
—No —replicó Kate en voz tenue—; aún nada.
Las chicas siguieron avanzando por el pasillo, buscando alguna otra mesa en la cual podría encontrarse Luis. Helena casi pego un tropezón, pero logró colocar el pie para evitar la caída. Kate se giró hacia ella con una gota gorda en su frente; esperando que ese ruido no sea suficientemente alto como para que Melody vaya a echarles la riña de sus vidas. Ambas continuaron caminando por ese pasillo hasta llegar a otra intersección, la cual daba con la sección «Suspenso», por un lado, y por el otro se leía el apartado «Clásicos», donde se encontraba a una adolescente con gafas circulares leyendo un ejemplar de Oliver Twist de Charles Dickens con una portada roja de tapa dura.
Caminaron durante unos instantes hasta llegar a la última intersección, el camino conectaba con la sección «Romance», y por el otro lado «Autoayuda», el cual tenía un letrero que expresaba la frase «El silencio es salud». El siguiente pasillo llevaba a otro conjunto de mesas, y ahí fue cuando Kate logró reconocer una figura; era Luis, Sentado junto a Chloe, Annie y George.
Kate volteó hacia Helena y le aviso del hecho con un gesto que Helena comprendió al instante y siguió a su amiga.
—¡Hola, gente! —saludó Helena.
Los presentes le devolvieron el saludo con una sonrisa, aunque cada uno a su propio estilo. Chloe había dejado una revista en la mesa para saludar también, y luego volvió a recogerla; Kate logró ver en su portada el título Rolling Stones impreso en un tamaño medianamente grande.
.—La señora que maneja el lugar es algo desagradable, ¿No? —convino Luis.
Kate asintió con la cabeza, Helena iba a decir algo al respecto, pero prefirió no hacerlo. Era una afirmación de la cual el mismo grupo estaba de acuerdo en forma unánime, pero aún así no decían nada.
—Este lugar es perfecto para realizar aromaterapia —acotó Annie—; los libros viejos, tanto como los más nuevos, desprenden un olor que embriaga.
El aroma se extendía por toda la biblioteca, una mezcla de olores que era igual de hipnotizantes que el que percibirían al despertar y sentir olor a café por la mañana, escuchar el bramido que emitiría una tetera hirviendo, o incluso ver el vapor desprenderse de ella antes de levantarla con un trapo en manos. Ese olor contrastaba con el aspecto a casa embrujada que el lugar tenía; era bastante viejo, y ni con los fondos que el gobierno recolectaba desde el departamento impositivo parecía que le hubiesen dado una pincelada en alguna pared; salvo las que dejaron algunos bromistas de secundaria con forma de pene en un tono amarillento, y cualquiera dudaría que la señora Melody lo haya visto, ya que sino estaría aullando de la ira mientras busca al culpable; tal cual Sherlock Holmes, pero con varias tuercas sueltas.
Kate se sentó junto al grupo en una silla, y Helena imitó la acción. Los sillones eran bastante blandos y cómodos de cierta forma, y eso hacía que la estadía en ese lugar sea más aceptable para el grupo. Luis parecía ser el único que estaba hiperactivo en el lugar (sin contar a Melody), mientras que el resto del grupo parecía haberse levantado poco antes de haber llegado. Chloe quizás diría que en el bus había viajado junto a un grupo de gente bastante movediza, soportando el olor a sudor; aunque apenas era el mediodía.
—¡Bien! —exclamó Luis—; si han venido hasta aquí, quiere decir que ustedes están con interés de saber lo que ocurrió realmente con Jade —agregó.
El grupo seguía algo callado, al contrario de lo que Luis esperaría de ellos, pensando que le responderían algo.
—Bien —masculló Luis—; tomaré su silencio como un sí.
Chloe estuvo a punto de decir «¿Creen que Shakira esté embarazada?», pero se lo guardó para ella misma. Kate sintió algo de incomodidad ante el silencio que estaba siendo emitido, sin embargo, la relajaba un poco la idea de que el excesivo murmullo podría hacer que la bibliotecaria les dé una buena riña.
—Tengo noticias sobre el asilo —dijo Luis, tenemos horario de cita, pero solamente una persona puede entrar; eso para intentar no estorbar a los adultos mayores.
—¿Un horario? —dijo Kate.
—Exactamente —replicó Luis—, quieren que nos pasemos la semana que viene; a eso de las seis de la tarde.
El grupo dejó su silencio en ese momento, cuando comenzaron a murmurarse al unísono. (Es buen horario para quien vive cerca; comentó), y observó a Kate detenidamente.
—Creo que Kate es la adecuada para ir —apostó Luis—, vive por las zonas cercanas a los campos de Rawberry.
Kate soltó una mueca. Luis se silenció y se apoyó en la mesa; mirando en un amplio panorama a todo el grupo, el cual había fijado su atención en la muchacha. El silencio estaba a punto de regresar al lugar, cuando Chloe levantó la mano.
—¿Crees que sea buena idea que hagamos esto? —preguntó.
—Puede ser —replicó Luis—... puede ser.
Chloe soltó un breve suspiro sintiendo algo de nervios, pero algo de ella le hace interesarse por el caso. Sonrió de forma leve y forzada; a Kate le pareció algo perturbadora la sonrisa histérica que Chloe había emitido, y supuso que se sentía igual de nerviosa que ella; o el resto de su grupo.
—E-está bien —aceptó Kate—, iré con mi hermana.
Luis aplaudió a Kate mentalmente por su valentía; él explicó al resto que estuvo haciendo algunas investigaciones en la casa, pero no encontró nada más que le parezca "extraño", por así decirlo; salvo unas fotografías en un viejo álbum familiar con tapa de un cartón muy duro y resistente. Kate le respondió que vaya con cuidado, ladeando la cabeza como si fuese a reposarla en un almohadón para realizar la catarsis.
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