13
—¡Vamos, ven! —exclamó Kate a Fran—; ¡Ven que el gato se va a ir!
—Voy —vociferó Fran con una voz apagada y suave—; Voy —agregó con algo de desgana. A sus casi dieciséis años ella podría describirse casi como «una chica normal, aunque única», con un estilo muy Grunge de la época, y luciendo una playera de Nirvana con la imagen de Kurt Cobain, Krist Novoselic y Dave Gohl en su frente, y el logotipo de la banda en su dorso. Había caminado tras la inquieta Kate de tan solo cinco años, quien perseguía a un gato de un color naranja que había hallado acostado durmiendo sobre la pared que cubría el acceso del gas sobre una tapa con el nombre Gastri escrito; ubicada en el frente de una casa, del lado de la calle.
—Deja al pobre gato, Kate —espetó Fran de una forma concisa y amable—: no te ha hecho nada.
—¡Quisiera uno así! —exclamó Kate señalando al gato mientras este la miraba desde el otro lado de un tejado con un rostro que expresaba cierta confusión—; ¿No podemos buscar alguno?
—No —negó Fran—; recuerda que nuestra madre es alérgica al pelaje.
—¡Pero se parece a Garfield, por favor! —suplicó Kate a su hermana; su rostro carecía casi de total malicia, sin embargo, su sentido común no estaba desarrollado hasta el momento como para darse cuenta de la gravedad de algunos obstáculos que la vida les había otorgado. Fran negó con la cabeza refunfuñando ligeramente; un gesto que la pequeña Kate había comprendido con solamente mirarlo.
—No podemos —repitió Fran—; ya sabes el porqué.
Fran observó la mirada decepcionada de la niña, y agregó:
—Pero si te portas bien, le diré a mamá que te lleve a los fichines —dijo Fran—; jugaremos al Pac-Man mientras comeremos algodón de azúcar.
Fran observó como su hermana cambiaba el rostro a uno más alegre. Ambas recorrieron toda la ruta hasta llegar al río Yefir, y lo cruzaron por encima del puente; del otro lado se encontraban los laboratorios militares del pueblo. Los padres de las chicas trabajaban en ese lugar al mando de Kirk L Russell; el coronel del ejército del estado. El equipo de científicos que tenía era muy profesional, tanto así que un par de ellos habían sido contratados mucho antes para trabajar en la NASA durante el alunizaje. Al llegar a la entrada del local, se detuvieron a esperar frente a una cabina. En esa zona había un guardia que solía vigilar durante medio día y cambiaba de turno al anochecer con otro; era bastante seguro, e impediría entrar a cualquier intruso. En ese lugar también debía de tenerse mucho cuidado ya que solía levantarse la barrera para dejar pasar vehículos militares, aunque una alarma anuncie el hecho. Ellos tenían una ruta especial para pasar sin estorbar a la gente de la calle que se dirigía hasta Rawberry; el cual se calcularía tardarían un cuarto de hora en cruzar.
Un hombre con una bata blanca había salido junto a una mujer que se vestía de la misma forma; y corrieron hacia las chicas.
—¡Hijas! —exclamó la pareja al unísono cuando vieron a las chicas sentadas en un cantero de piedra. Kate corrió hasta la pareja, el hombre la alzó sobre su espalda, sentándola por encima de su cuello. Fran y Kate habían ido a buscar a sus padres para entregarles algo, una sorpresa por el aniversario de su boda; el cual celebrarían más tarde en el restaurante italiano Il re della pasta...
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