|44| Final 1- Vive así en mi corazón

Sakura

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Con nostalgia contemplé la que fue mi habitación por medio año, recordando las tantas batallas nocturnas que pasé en la cama, despertando entre un llanto desenfrenado. En ocasiones me partía el corazón al pensar que tenía sangre en mis manos; pero pronto dos gentiles brazos me rodeaban y arrullaba con su suave voz, asegurándome que se trataba de otra pesadilla, que estaba en el pasado.

Lo cierto es que sucedió y muchas personas se quedaron con sólo recuerdos.

Mamá murió dejándonos con el corazón roto.

Tenten murió dejando a su hijo atrás.

Pero, mientras existiera alguien que las recordara, seguirían vivas en nuestros corazones.

Desplacé mi vista una vez más a la habitación vacía de mis pertenencias, todas las cajas dentro del automóvil estacionado frente a la casa, desde aquí pude ver a mi hermano terminar de meterlas. Otro ataque de nostalgia me invadió y salí de la habitación directo a la planta baja.

—¿No se te olvida nada? —Karin me preguntó apenas pise la sala. Negué con la cabeza agarrando mi bolso, sentí su presencia a mi lado.

Su mano frotó mis brazos y mi respiración se atacó por un instante, extrañaría mucho estas muestras de cariño. Extrañaría sus chocolates a media madrugada que con esfuerzo preparaba buscando que conciliara sueño después de mis recurrentes pesadillas; sobre todo, extrañaría sus consejos de vida. Se ha esforzado mucho intentando llenar el vacío que dejó mamá, aunque nunca lo ocuparía, su presencia me ayudaba a serenarme.

—Todo listo dentro del automóvil. —Mi hermano llegó limpiándose las manos entre sí. Me regaló una media sonrisa que me hizo recordar a la de padre.

El sentimiento me ganó y me lancé a sus brazos apretando fuertemente su camisa. Karin se unió a nuestro abrazo. Sobre todo, extrañaría estos abrazos, se los dije en voz baja y escuché la risa de ambos.

—No seas dramática, afortunadamente no te irás al otro lado del mundo. Además, serán por cuatro años —me recordó Karin dándome palmaditas en la cabeza. Hundí mi rostro en el pecho de Sasori.

—Siguen separándonos unas horas de viaje —repliqué.

—Estoy segura que buscarás tiempos para visitarnos o viceversa. —Sasori me pellizco a juego la mejilla y yo me separé quejándome un poco—. No te quejes que fue tu decisión.

—No me estoy quejando, simplemente digo que los extrañaré mucho.

Ambos se rieron y luego me miraron con tanto sentimiento. Se me hizo un nudo en la garganta, parecía tanto como unos padres que se dan cuenta que los hijos han crecido y buscan expandir sus alas. Es justamente lo que haré yo a partir de ahora, y no podía evitar sentirme nerviosa al respecto.

¿Y si todo salía mal? ¿Y si fracasaba mis planes?

—Sakura ¿Qué te lleva tanto tiempo? Sasuke está esperándote. —Papá apareció por el pasillo y sus pasos fueron ligeros. Enarcó una ceja a nuestra dirección y con los brazos cruzados se acercó examinando nuestra pequeña reunión y sus ojos se ablandaron—. ¿Está todo bien?

Asentí con fervor y cierto temblor.

—Sí. Yo... sólo me despedía de mis hermanos.

Papá me analizó unos momentos y extendió sus brazos, entendí de inmediato que deseaba un abrazo y no dudé en acercarme y dárselo. En estos seis meses estuvo presente tanto como pudo, aunque a veces se ausentaba por largas semanas debido a sus negocios en Italia, siempre buscaba la forma de regresar y pasar tiempo de caridad con nosotros, tanto que nuestros lazos se fortalecieron.

Me dio un beso en la coronilla y la suavidad de sus palabras fraternales me infundieron seguridad: —No olvides que te quiero. Y recuerda que el miedo no tiene porque limitar tus acciones.

Cerré los ojos y asentí, convencida. Por supuesto, no importa si por dentro me moría de miedo ante lo incierto del futuro, no dejaría que mis temores e inseguridades volvieran a gobernar mi vida.

No más.

Sobre todo si mis decisiones precipitadas llevaron a lastimar a las personas que quiero, especialmente a Sasuke que ha soportado tanto de mí y permanece a mi lado, aunque no merezca de su amor. Pero si algo he aprendido en este tiempo, la cuestión no es si merecemos un amor, más bien ¿Estamos dispuestos a recibir ese amor? Tan complejo y sencillo a la vez.

A estas alturas, había mucho que trabajar conmigo misma y sentirme dispuesta a recibirlo, mientras tanto estaba segura de querer tomar de esta cálida mano y ver esos profundos ojos negros de mi ser amado.

Quiero estar con Sasuke a pesar de ser tan imperfecta.

DOS AÑOS DESPUÉS

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—Nos vamos a casar.

La repentina oración sumergió a la mesa en un profundo silencio, yo me quedé boquiabierta por unos segundos antes de escuchar la primera exclamación proveniente de Mikoto-san, muy emocionada por la noticia.

—Oh ¡Dios! Felicidades a ambos. —Se levantó del otro extremo de la mesa yendo a abrazar a Itachi-san y su novia que, de pie en el extremo de la mesa, mostraban sus manos entrelazadas y el anillo de compromiso de Izumi-san.

Pronto las personas alrededor del patio trasero de la casa comenzaron a levantarse a felicitar a la pareja comprometida. Identifiqué varios rostros desconocidos como familiares entre ellos y me pareció ver a Fugaku-san cerca de Itachi estando en el mismo espacio que Mikoto-san sin que esta lo ignorara, lo cual era un gran paso para él. En silencio le mande apoyó moral a Fugaku-san, para nadie era secreto que intentaba reconquistar a su exesposa.

Presté atención a mi porción de carne sobre la mesa esperando que la gente se dispersara y así presentar mis felicitaciones.

—Ya era hora. —A mi lado, Sasuke lanzó algo parecido a una pequeña exhalación. Le di un pequeño codazo ante su comentario. Él bufó contra la mesa, recargando la mejilla en su palma y apartando la vista de su hermano para dirigirla a mí—. ¿Uh? Sólo digo la verdad, llevan casi cinco años siendo novios. Me sorprende cuanto tardaron a pesar de que lo consideraron antes.

Luego pareció recordar algo y frunció el ceño, pero no dijo más.

—Cada pareja tiene su ritmo —dije moviendo mi tenedor en el trozo de carne para llevarlo a mi boca..

Sentí un empujoncito en la pierna y noté que Hunter lloriqueaba esperando que le diera de comer. Me reí entre dientes y le di un pedazo de carne que robé del plato de Sasuke, no parecía interesado en tocar su comida así que le daría un mejor uso.

—Lo importante es que están seguros en dar el siguiente paso de compartir sus vidas. Se me hace muy romántico. —continué diciendo enderezándome en la silla. Pronto sentí sus intensos ojos sobre mí, y enarqué una ceja un tanto divertida: — ¿Qué sucede?

Él entrecerró los ojos, viéndose casual agitando su otra mano de forma despreocupada.

—Nada, sólo me preguntaba sobre nuestro tiempo.

Me atraganté con el pedazo de carne que masticaba, tosiendo sin parar ante su insinuación. Sasuke me dio unas palmaditas en la espalda sonando preocupado a evitar que me ahogara, pero sabía perfectamente que escondía una sonrisa divertida en su rostro y lo fulminé con la mirada en mi mente.

Lo miré con reproche después de evitar mi muerte por ahogamiento.

—No bromees así —le reprendí dando pequeños carraspeos.

—¿Y quién está bromeando? —Lanzó de vuelta la insinuación tomando una de mis manos para acariciar mis nudillos con tanto cariño. Su voz y rostro se suavizaron—. Sé que es muy pronto, pero sabes mis intenciones. Quizás algún día podamos vivir juntos con Hunter.

Le concedí una sonrisa dulce con los sentimientos agrupándose en mi pecho, el hecho de que Sasuke consideré si quiera ese "algún día" me llenaba de esperanzas, ese "algún día" no tenía fecha exacta. Podría tratarse de mañana mismo o dentro de diez años, no había un tiempo determinado, lo que quería decir que incluso así me querrá a su lado cómo yo lo querré a él.

Besé su barbilla transmitiéndole mis emociones y luego tiré de su mano para levantarnos. Pocas personar acaparaban a Itachi-san y sus padres no se encontraban cerca, así que jalé a Sasuke hasta quedar con su hermano y les di mis felicitaciones.

—Muchas gracias, Sakura. Obviamente estás invitada. —Izumi-san siempre era tan amable y gentil, y con la noticia se veía más feliz.

—Hermano, no escaparás de ser mi único padrino —dijo Itachi-san mostrando sus dientes en una perfecta sonrisa como si anticipara la reacción de su hermano pequeño: un resoplido y ojos entrecerrados.

—Debí sospechar desde el principio que esto sería la venganza por llevarme a Hunter el año pasado —se quejó un poco, pensándolo por unos segundos antes de fingir rendirse. Muy en el fondo sé que quería hacerlo—. Lo consideraré, sabes que es difícil ir y venir de Osaka. —Más que un recordatorio, pareció una débil excusa.

—Por eso tenemos planeado casarnos en plas próximas vacaciones —alegó Izumi-san muy entusiasmada.

—¿Las próximas vacaciones? Eso es en menos de tres meses —hice mis cálculos mentales—. ¿Contarán con el tiempo necesario para organizar la boda?

Itachi-san y su novia se miraron de reojo, ella soltó una risita cómplice.

—Venimos planeándolo desde hace un año, pero siempre lo pospusimos. De echo ya me había pedido matrimonio y lo anunciamos ahora que ya estamos seguros de la fecha.

—Está bien. Seré tu padrino.

Tuvimos que apartarnos ya que varios amigos de ellos vinieron a felicitarnos, Sasuke se excusó con su hermano y tiró de mi por el patio hasta entrar a la casa, cuatro patitas nos siguieron de cerca. La reunión tan animada se debía a la fiesta de cumpleaños de Izumi. Mikoto-san insistió en hacer una pequeña celebración aprovechando la ocasión en que nosotros estábamos en la ciudad.

Pensé en ello mientras me sentaba en uno de los sillones, lejos del ajetreo de la reunión y Sasuke utilizar de almohada mi regazó, la sombra del cansancio asomaba su rostro y no era para menos, la noche anterior se mantuvo desvelado terminando los detalles sobre un proyecto importante de la universidad. Acaricié sus cabellos negros mientras tarareaba aquella canción que, descubrí con el tiempo, compuso para mí. Una canción sin nombre.

Él emitió un pequeño sonido satisfactorio cerrando los ojos y tarareando al mismo ritmo, sus manos descansaban en su estómago y lleve una ahí, dándole palmaditas.

—¿No quieres dormir en la habitación? —pregunté en susurro.

Negó con la cabeza antes de considerar una respuesta.

—Sólo serán diez minutos, tenemos que volver antes de que mi madre noté que desaparecí —dijo la resignación se filtró en su voz—. Después no quiero escucharla quejarse por teléfono cuando estemos en Osaka.

—Ciertamente se pondrá muy triste si no pasas tiempo con ella. —Estuve de acuerdo, y continué acariciando su cabello dando pequeñas espirales en sus mechones.

Contemplé en silencio sus largas pestañas que acariciaban su piel, sin vergüenza acaricié su rostro y me incliné plantándole un escaso beso en los labios. Él abrió los ojos de inmediato con un deje de sorpresa reflejado en ellos, me complació ver su reacción. Casualmente retomé mis mimos sin darle oportunidad de que dijera algo.

Normalmente él era quién iniciaba cualquier tipo de contacto, pocas veces me dejaba llevar por mis emociones y le dedicaba esta clase de actos. Antes me retenía a mí misma debido a la culpa que engullía mis emociones, a mis pensamientos constantes que atacaban todas las noches sin parar: No lo merezco. No merezco que me haga tan feliz después de todo el daño que le hice. No merezco su amor.

Sin embargo, cada día me demostraba lo contrario. En cada instante que nuestras miradas se cruzaban, en el momento en que tomaba de mi mano y la entrelazaba conmigo. En las ocasiones que esperaba por mí al finalizar las clases, de las veces que iba a mi departamento y me arrastraba al sillón dónde nos acobijaba y me abrazaba con calidez; o de esas veces que discutíamos y esperaba a que mi enojo se disipara, recibiéndome con un suspiro cuando yo cedía y me disculpaba.

Esos pequeños detalles demostraban lo mucho que me amaba.

Entre sus muchas acciones, comencé pensar que no debía menospreciar su amor con mi remordimiento. Él me perdonó, entonces ¿Por qué no perdonarme a mi misma? Era más fácil pensarlo que hacerlo, no es que un día me levantara y pensara: hoy me perdonaré por todos mis errores que hirieron a otros, borrón y cuenta nueva.

No, no era así de sencillo ni lo sería. Simplemente debía trabajar en ello.

Así cómo Sasuke no se rindió conmigo cuando nos volvimos a encontrar, yo no me rendiría en regresarle todo el amor que me daba.

Uno de los cambios más grandes sucedió poco después de regresar de las minivacaciones en Osaka en compañía de Sasuke. Él recibió la oferta de obtener una beca completa en una de las mejores universidades de Artes en dicha ciudad —¡Sasuke! ¿En serio, una beca? ¡Eso es genial! —. Sin embargo, surgieron demasiadas dudas e inseguridades.

—Definitivamente no aceptaré. —Sasuke había lanzado la carta en la mesa mostrándose tan firme en su decisión. En ese momento Shikamaru y Naruto estaban de visita, y los tres soltamos un grito simultaneo de interrogación.

—¿¡Cómo qué "no aceptaré"!? —Mi primo se levantó de su silla tomando un porte como si estuviera en un juicio a punto de presentar sus argumentos ante el jurado, en este caso Sasuke que le dedicaba una mirada de lo más desinteresada—. Estas oportunidades se presentan una vez en la vida, si no las tomas se esfumarán.

—De hecho, es la segunda vez que me hacen esta oferta. —Apuntó mi novio.

Los ojos de Naruto parecieron salirse de sus orbitas.

—¡Con más razón, no habrá una tercera vez!

Sasuke bufó y dejó el tema pasar sin tomarle la debida importancia, soltando una seña de manos "lo pensaré" —señas que utilizaba cuando quería dar fin a una conversación que consideraba innecesaria—. A mi me pareció más un método de evadir a Naruto y Shikamaru que lo veía insistentemente. No pudo engañarme a mí, así que cuando ellos se fueron y me llevó a casa, él me retuvo antes de entrar y me preguntó qué pensaba al respecto.

Notó que no dejé el tema en el olvido. Mi pecho se contraía en sólo considerar porqué no aceptaba y se lo verbalicé con mucho temor y duda.

—¿Es por mí que no quieres aceptar? —murmuré apretando su mano. El aire fresco de la noche no hizo más que aumentar mi ansiedad a recibir la verdad—. ¿Yo te impido cumplir tus sueños?

La mirada que me dedicó en silencio me dio la respuesta, y me sentí devastada a tal punto de querer llorar. Él no debía retener sus sueños por mí, no valgo absolutamente nada de su amor y compasión. Era este momento en el que Sasuke se marcharía de mi lado y yo le daría las gracias por darme las más hermosas de las experiencias.

Sentí sus cálidas manos acunar mis mejillas e hizo que lo viera, no evité sus ojos que parecían doblegarse leyendo mis pensamientos, olvidé el intentar ocultarlos. Él parecía haberse convertido un maestro en saber qué pesaba con tan sólo mirarme a los ojos.

—No es tu culpa ni mucho menos debes sentirte mal al respecto —dijo con un toque de seriedad, pasando sus pulgares en mi piel, arrullándome con sus palabras semiamargas—. Te prometí que jamás me iría de tu lado. —Me encogí de hombros ante sus caricias.

—Pero la música es tu pasión... —murmuré a sabiendas de la verdad.

—Lo es, sin embargo, puedo buscar otra universidad en la ciudad. Mi decisión es estar dónde tú estés, no volveré a cometer el mismo error dos veces.

Errores. Yo tampoco quería cometer los mismos errores. No quería ser egoísta al retenerlo a mi lado de esta manera y cortarle las alas tan temprano, en mi corazón, sabía que él de una u otra forma consideró aceptar la oferta. Lo vi en su mirada cuando leyó la carta, pero se obligó a enterrarlo en lo profundo de su ser anteponiendo mis deseos egoístas por los suyo.

Él dice que estará dónde yo estuviese. Aquello fue como una epifanía.

Por supuesto, si el detalle era que Sasuke estaría dónde yo, y él quería entrar a esa universidad, entonces la que tenía que considerarlo era yo. Se lo debía por todo el daño que le hice en el pasado, se merecía esta oportunidad y no permitiría que la desaprovechase, incluso si yo misma era un obstáculo.

Así que, con esa decisión, en una de mis sesiones con la psicóloga le planteé la idea de mudarme otra ciudad e inscribirme en la misma universidad que Sasuke o una en los alrededores, lo que le pareció una excelente idea alegando que me haría bien alejarme de la ciudad que me recordaba a cada instante lo ocurrido, lo mejor sería ocuparme de hacer nuevas memorias en otro lugar, uno próximo a explorar.

La sombra de mis culpas y remordimientos me seguiría incluso del otro lado del mundo, pero conocer una ciudad distinta ayudaría potencialmente.

Fue un impulso, lo admito, pero la mejor decisión que tomé.

Se los platiqué a mi padre y hermanos, y aunque estuvieron dudosos —más padre, se quedó mucho tiempo mirándome en silencio con sus ojos verdes tan serios que me cuestioné si acaso hablé con una estatua— aceptaron con la condición que tuviera contacto con ellos constantemente y fuera a visitarlos cuando tuviera oportunidad.

Le di vueltas por unos días, insegura de la reacción de Sasuke ¿Creerá que estoy siendo demasiado entrometida? ¿No es lo que desea? ¿Y si en realidad quiere alejarse de mí? Agité esos pensamientos antes de que se hiciera espacio en mi mente.

Tras ser alentada por mis amigos en la preparatoria, una tarde después de las clases visité a Sasuke en casa y mientras le ayudaba a preparar la cena se lo comenté casualmente. Me miró sorprendido y un tanto desconcertado ante la idea. Yo estaba demasiado nerviosa de su rección, pero no flaqueé ni permití que pensamientos negativos se filtraran en mi mente.

Permaneció en silencio por unos segundos que parecieron horas. Me picaban las manos a la espera de su reacción, y finalmente preguntó en murmullo: —¿Vendrías conmigo?

Su voz parecía tan pequeña.

—Sí, investigué la universidad y tienen un buen plan de estudias en danza clásica y contemporánea. Tendría que prepararme para el examen de admisión que es en dos meses. —Por supuesto investigué para tenerlo todo cubierto. Lo empujaría un poco a que revelara sus verdaderos deseos, si se negaba tampoco podía hacer nada al respecto—. Hablé con mi padre y mis hermanos, están de acuerdo.

Él continuó viéndome en blanco, procesando todo lo que decía. Entreabrió sus labios, y de pronto se vio un poco contraído, hasta cierto punto, tímido de una forma vulnerable. Recuerdos de cuando me mostró sus heridas de las muñecas que ahora no ocultaba y las tenía sin sentirse avergonzado, la imagen fue casi idéntica.

—Tú... ¿Estarías dispuesta a mudarte a otra ciudad sólo por esto?

El esto sonó como si fuese algo insignificante. Me molestó que minimizara sus sueños, pero lo comprendí de inmediato y disipé mi molestia. Así que solté aire por la nariz y, un poco vacilante, tomé de su mano. En cada tacto me hacía la idea de que él y yo estábamos juntos, de nuevo y por mucho más tiempo.

Esto es tu sueño. Y siempre te apoyaré en todos tus proyectos. Ya hiciste mucho por mí, más de lo que merezco, ahora deja que yo haga esto por ti. —Le puse un dedo en los labios deteniéndolo a decir algo en un intento de hacerme cambiar de opinión, no esta vez—. Sólo piénsalo ¿Sí? No te cierres a la posibilidad.

Sasuke prometió pensarlo hasta la fecha límite de respuesta. Le di su espacio conforme al tema y no lo hostigue. Esperé pacientemente y ansiosa a su respuesta durante varios días.

El día límite llegó. Me encontraba platicando con Mikoto mientras preparaba un café cuando Sasuke apareció por el umbral de la puerta con el sobre en mano, mostrándola con cierto regocijo y una sonrisa llena de dicha.

Otorgó la respuesta incluso antes de que la dijera a viva voz.

—Nos vamos a Osaka —dijo.

Mi corazón se calentó y le devolví una sonrisa genuina.

El hecho de que ambos nos mudamos a Osaka no significaba que viviéramos en el mismo departamento, lo decidimos así después de una plática con los padres de Sasuke y mi padre —esa fue la charla más incomoda y vergonzosa de mi vida, cabe decir que Sasuke aceptó sin réplica alguna a todas las pautas—, o más bien, fue una de las condiciones de mi padre para acceder a mi petición.

Lo cierto era que nuestra decisión contagió a dos personas que nos siguieron hasta Osaka. Al enterarme de que querían aplicar en otras universidades en la misma ciudad no pude con mi euforia. Y es que ¿No era grandioso tener a tus dos mejores amigos cerca? Por supuesto.

Decir que me sentí dichosa expresaba mis más profundos agradecimientos porque en el fondo sabía que lo hicieron por mí al querer apoyarme emocionalmente y que no me sintiera tan desequilibrada y sola en la nueva ciudad, a pesar de que no estaría completamente sola ya que Sasuke estaría conmigo, tener más apoyo me alivió. Aún me costaba relacionarme con las personas después de lo ocurrido.

Así que hicimos los arreglos y Hinata se convirtió en mi compañera de piso, así cómo Kiba se convirtió en el compañero de piso de Sasuke.

Vivir con Hinata era una experiencia... explosiva. No había otra palabra para describirlo.

Al llegar al departamento dejé mis llaves en la mesita de noche y me lancé sin tegua al sillón, con las energías agotadas como para querer arrastrarme a la cocina y preparar algo comestible, la clase de hoy sobreexplotó todas mis energías acumuladas. Bailar se dice fácil ¡Ja! Claro, si escuchaba decir a alguien decir eso, me reiría en su cara y le invitaría a abrirse de piernas contra el suelo o ponerse zapatillas de puntas y pararse sobre sus dedos.

Mis quejas mentales nunca eran en serio, amaba bailar, pero en ocasiones me sentía exhausta.

El sonido de los pasos viniendo del pasillo captaron mi atención, pero no levanté la cabeza.

—¡Sakura! Qué bueno que llegas, necesito urgentemente una opinión sincera de mi atuendo. —Su voz fue acercándose y sus pasos se mostraron ansiosos. Apenas abrí un ojo al sentirla frente al sillón y primero me topé con sus rodillas.

Alcé la vista y contemplé con ojo crítico su silueta. Estaba utilizando ese vestido rojo de infarto, lo que significaba una sola cosa.

—¿Debo suponer que no vendrás hoy? —Enarqué una ceja, expectante. Hinata se rio y dio vuelta sobre sus tacones.

—No supongas, afírmalo. Entonces ¿Cómo me veo? —Insistió.

—Dispuesta a meter la lengua hasta la garganta —dije riéndome entre dientes ante su afirmación para nada disimulada—. El labial rojo de mi tocador le combina al vestido.

—¡Aww! ¡Sabía que me querías tanto! —Se inclinó a darme un beso en la mejilla—. Dejé comida hecha en la estufa. Cena algo. —Y salió corriendo por el pasillo, vagamente me pregunté su técnica infalible para evitar que cayera al suelo con aquellos tacones de quince centímetros.

Bueno, era un misterio.

Cerré los ojos soltando un suspiro, pensando en sí debía levantarme o no, los pies se adormecían y dejaban de palpitar. De pronto se escuchó el timbre y gemí por debajo, no quería levantarme.

—¡Hinata! —exclamé.

—¡Estoy en medio de una sesión de práctica de besos! —Su voz ahogada replicó.

No quería saber a que se refería con eso, así que a regañadientes me sacudí mi pereza y fui a la puerta. Apenas la abrí y la sonrisa que aparecía inconscientemente en mi rostro se ensanchó.

—Sasuke —saludé apegándome a él en un abrazo. Se rio encantado del recibimiento y me dio un beso en la cabeza, olía a esa colonia que tanto me gustaba—. Te extrañé.

—Siempre dices eso —dijo sin dejar abrazarme. Luego me acarició el cabello y me saludó correctamente—. Hola, ¿cómo estuvo tu día?

Nos hacía entrar por completo permitiéndole cerrar la puerta tras de sí, no lo solté por nada del mundo. Este lugar era mi favorito.

—Uh, cansado, me duelen mis pies —dije en queja alzando la cabeza y mostrarle mi puchero. No borró su mirada suave y me dio un beso en mis labios, deshaciendo mi puchero con otros dos más—. ¿Me llevas de regreso al sillón?

Soltó una risa ronca e hizo en envolviera mis piernas alrededor de su cintura y lo abrace como si fuera un koala, así se le hizo más fácil transportarme al sillón y se sentó permitiéndome estar en la misma posición, acurrucada en su torso. Enterré mi cara en su hombro, deleitándome de sus manos dándome caricias en la espalda y dejando mi cansancio cayera sin más.

—Por favor, no enmasillen el sillón familiar. —Hinata irrumpió de pronto. No me di cuenta de que había aparecido hasta ahora, sus tacones hicieron poco ruido—. Ahí me siento yo, no quiero qué clase de cosas practican ahí. Quiero conservar mi buena imagen de ustedes, gracias.

—Claro, cómo si Kiba y tú no hubieran enmasillado ya cada parte de mi departamento —bufó Sasuke con un dejé de reproche—. Aunque lo niegues, el único lugar que se salvó fue mi habitación.

—Tienes mucha imaginación —alegó mi amiga.

Sonreí contra el hombro ancho, entretenida al escucharlos. Saber que Sasuke y Hinata dejaron atrás la etapa en que ambos se gruñían mutuamente y desafiaban con la mirada me trajo un poco de paz. Aún es un misterio para mí cómo es que llegaron a tener una relación no tan amistosa cuando regresé con Sasuke, a él se le escapó una vez que Hinata le dijo la verdad detrás de todo el embrollo de lo que me impulsó a alejarlo, y desde ese entonces Hinata estaba muy enojada con él por, según ella, no darse cuenta de la verdad.

Pero ciertamente ese asunto fue culpa de los dos, Sasuke con sus inseguridades y yo por aprovecharme de ellas.

Dejé que ese pensamiento se deslizara antes de que fuera insistente en mi mente.

—Me voy. ¡No vemos luego, tortolitos! —Hinata se despidió y yo sólo solté un quejido en despedida, alzando la mano.

Cuando la puerta se cerró y nos quedamos solos, alcé mi rostro observando a Sasuke.

—Debo suponer que te quedarás hoy. —Enarqué una ceja ante su encogimiento de hombros.

—Por supuesto, no quiero traumarme otra vez —concedió un poco distraído repartiendo caricias en mi espalda. De pronto lo sentí sonreír contra mi cabello, separándome un poco de él bajé un poco la vista hasta toparme con sus ojos que brillaron contra la luz de la sala—. ¿Tienes hambre? Pidamos algo para cenar, aún es temprano.

—Hay comida preparada en la cocina —dije levantándome de su regazo, ignorando las réplicas de mis pies fui hasta la cocina.

Estuve atenta a los movimientos de Sasuke siguiéndome hasta quedar a mi lado, recargando su cadera en la encimera y observando de soslayo el contenido de la olla cuando alcé la tapa. Él enarcó una ceja y dijo un tanto divertido:

—Debo adivinar ¿Hinata cocinó?

—...

—No tocaré ese veneno.

Intenté no hacerle caras a la comida y volví a tapar la olla. Hinata era tan buena para cocinar como lo fue al obtener su licencia de conducir. Hasta ahora no he me intoxicado con su comida ya que comúnmente yo cocinaba, pero cuando lo hacía ella evitaba pasar por el departamento, Kiba no se salvaba ya que está obligado a comer de lo que su novia cocina si no quiere "herir sus sentimientos" y Sasuke se mantenía al margen de su cocina alegando "que prefería comer lodo de nuevo antes de probar esa mierda", esto último se lo dice en su cara y terminan teniendo sus típicas peleas a gruñidos menores.

—Mejor salgamos a comer —dijo y asentí de inmediato estando de acuerdo.

Perdón, Hinata, prefiero mil veces no intoxicarme hoy. (Otro misterio que agregar: ¿Cómo es que Hanabi no se ha intoxicado con su comida?).

Después de la cena en mi restaurante favorito de la ciudad, jalé a Sasuke a una pequeña caminata, insistió en que no deberíamos debido al dolor de mis pies pero a estas alturas ya no lo sentía. El sentirme feliz de compartir tiempo con él me hizo olvidar toda dolencia. Comúnmente nos veíamos en el almuerzo en los días en que nuestro horario coincidía o en las noches que no teníamos deberes que atender.

A causa de nuestra apretada agenda estudiantil, eran contadas las veces que compartíamos momentos fuera del departamento y yo atesoraba cada uno de ellos.

Con las manos entrelazadas, lo guíe por el sendero cuyos árboles se alzaban imponentes dejando caer sus hermosos pétalos morados. El aire fresco de la noche pegando en mi rostro, inhalé con fuerza el aroma de la humedad, el cambiar de entorno de vivir en un pueblo a una ciudad cerca de la bahía ayudó demasiado a mi paz. Ver el inmenso mar me tranquilizaba.

De pronto el viento alboroto mis cabellos y los desordenaron.

—¡Eh! —llevé mis manos a mi cabeza, refunfuñando.

—Esto es nuevo ¿Intentas discutir con el aire? —Sasuke tenía un afán de divertirse a mi costa. Iba a replicar, pero sentí sus manos peinar mis cabellos. Sus dedos largos y firmes me enviaban estremecimientos—. No gastes tus fuerzas, deja que te ayude.

Acomodó los mechones sin prisas, una vez que estuvo resuelto me aparté de él y lo miré de frente, caminando lentamente en reversa y alejándome. Me dedicó una mira escéptica y me siguió al mismo ritmo, ver las expresiones de su rostro era lo mejor del mundo. Algo me hizo compararlo irremediablemente con una imagen en particular: la primera vez que nos vimos después de los tres meses separados, en aquella cafetería. Al intentar tocar su rostro y su lejanía como si mi sólo tacto le quemara. La mirada que me dirigió en ese entonces expresó un profundo rencor y, hasta cierto punto, odio, ni que decir cuando habló frente a mí desbordando todo lo que su corazón guardo por tanto tiempo.

Tantos sentimientos negativos, tanto rencor, tanto odio.

Absorta, me percaté de que seguí con mi acción y Sasuke pasaba a una expresión curiosa mientras metía las manos en los bolsillos de su gabardina.

—¿Puedo saber que piensa esa cabecita tuya? —inquirió curioso.

—Uh... —me debatí en si decirle o no—. Sólo me preguntaba...

Me detuve y giré sobre mis pasos dándole la espalda considerando la forma de plantear la pregunta. No es que tuviera dudas, simplemente quería saber su respuesta. Al mirarlo sobre mi hombro, él me seguía y permaneció expectante.

—...Me preguntaba si llegaste a odiarme en verdad por lo que te hice —solté y sus pasos se detuvieron lentamente, entonces alcé la vista y lo encaré de frente llevando mis manos detrás de mi espalda—. Alguna vez me dijiste que no lo hiciste ¿Era verdad o fue un intento para evitar que no me hiciera daño?

El ruido del barco irrumpió el repentino silencio que se instaló entre nosotros, el viento revoloteó nuestros ropajes y cabellos, con esa sensación, Sasuke ladeó el rostro al río y lo contempló en silencio, yo imité su gesto esperando encontrar lo que él buscaba. No sabía qué, quizás la verdad o solamente consideraba su respuesta.

Tal vez sea masoquista de mi parte, pero en verdad... quiero saber.

Exhaló con fuerza y cerró los ojos. Temí que lo haya disgustado y estuve a punto de decirle que no debía responderme, que era una pregunta ociosa y sin sentido, sin embargo, habló antes de que pudiese interrumpirlo.

—¿Acaso es posible odiarte?

Su sincera respuesta me dejó con una extraña sensación en el estómago. Junté mis manos y viré mi rostro al río dispuesta a escucharlo ya que parecía querer decir más.

—Ciertamente odié todo lo que hiciste, me pregunté una y otra vez qué la razón que te impulsó a herirme sin piedad. Una vez incluso llegué a pensar que no tenías corazón, pero fue porque estaba encerrado en mi propio dolor. —A este punto del derroche de sinceridad, se detuvo y sus ojos flaquearon sin apartar la vista del río, yo no la aparté de él—. Aunque no comprendí tus acciones, con el tiempo me di cuenta y de la forma más abrupta, que pasara lo que pasara jamás podría odiarte.

Se giró a mí, la brisa acarició su cabello y las luces de la ciudad iluminaron su piel. Desde ahí, sus ojos parecían sonreírme con toda la sinceridad de su corazón.

—Y aunque te odiara, lo que sería imposible, sólo demuestra lo mucho que te amé —aseguró convencido—. Lo contrario al amor es la indiferencia y claramente no me eres indiferente.

Solté una sonrisa apartando la vista de él, dirigiéndola al barco que pasaba debajo del gran puente elevadizo. Los faroles de la ciudad daban un efecto de fuegos artificiales a la distancia, pasmadas en la nada con el motivo de admirar su belleza.

—Tienes razón, lo contrario al amor es la indiferencia —susurré recordando a Neji, una vez creí amarlo, hubo una transición al odio debido a su gran traición y ahora... no era más que una helada indiferencia, tan profunda que se reflejó a mi falta de reacción el día en que lo sentenciaron a permanecer el resto de su vida en un hospital psiquiátrico.

Sasuke se inclinó a mí claramente intrigado.

—¿Hay algún motivo al cual de pronto tienes estos pensamientos?

Noté la alarma disimulada en su voz, y le acaricié la barbilla para tranquilizarle. Lo menos que quería era traerle inquietudes.

—Sólo me preguntaba que hubiera pasado si en verdad me hubieses odiado, eso es todo.

Sé que el hubiera no existe, pero en ocasiones me agobiaba los pensamientos hilarantes al respecto cuales eran apaciguados cada vez que Sasuke llegaba y me aseguraba cuanto me amaba.

—Mm... —Sasuke se fijó en mis ojos, lo dejé examinarme. Pareció un poco resignado y se enderezó tomando mi mano helada—. Deja de pensar en el que hubiera pasado y céntrate en el ahora. —Incluso reprendió suavemente y con cariño.

Suspiré pausadamente y besé su dorso, su piel era cálida que bañaba mis recuerdos.

—Tienes razón, no pensemos en eso.

Él tarareó.

—Definitivamente debemos pensar en lo siguiente.

Lo miré interrogativa e intenté enarcar una ceja, pero el viento hizo de las suyas y mis mechones obstaculizaron mi vista, me quejé con un pequeño berrinche mientras hacía un puchero.

—¡Ah! Me cortaré el cabello mañana, ¡se me enreda mucho! —repliqué intentando acomodarlo sin éxito—. Desde que creció se enreda cada vez más, debería cortarlo mañana.

—¿No puedes dejarlo largo por unos días más? Me gusta tu cabello largo.

Una repentina ola de calor azotó mi rostro ante su declaración, lo dijo con una voz tan apacible y dulce que, a pesar de haber dicho y echo cosas más vergonzosas, por alguna razón me apené de que viera mi berrinche. Asentí, sin saber cómo responder adecuadamente, era la primera vez que me decía algo referente a mi cabello, antes tuve la sospecha que le gustaba tanto ya que no perdía la oportunidad de juguetear con él.

—Lo consideraré —murmuré.

Se colocó detrás de mí y paso sus dedos por los mechones, estuvo así por unos segundos antes que sintiera unos pequeños piquitos pasar por mi cuero cabelludo y cerca de mi oreja... sus dedos fueron sustituidos por un peine.

—Mejor déjame ayudarte a peinarlo incluso cuando tus manos no tengan las fuerzas necesarias para sostener el peine y tu cabello se torne blanco.

Mi respiración se quedó atascada en el pecho y mi vista que yacía en mis pies, se elevó lentamente, pero sin voltearme, admirando la vista periférica que me brindaba el río. De los pétalos morados que danzaban a nuestro alrededor en plena noche y la luna llena en lo alto, sonriéndonos de una forma que parecía conocer un secreto que acabara de revelarse al mundo.

¿Acaso Sasuke estaba proponiéndome pasar el resto de mi vida a su lado?

Giré a él con el nudo en mi garganta, y lo admiré en silencio. Me devolvió la mirada llena de serenidad y un profundo amor, en su mano derecha sostenía un bellísimo y sencillo peine de madera con tallados de flores de cerezos cual extendió a mi dirección y esperó, tan paciente, tan hermoso, tan leal. Me dio la sensación que incluso si me quedara estática por los próximos diez años él seguiría sosteniendo ese peine esperando una respuesta.

¿Es nuestro tiempo?

Lágrimas se acumularon y rodaron por mis mejillas, un sollozo escapó de mis labios mientras tomaba el peine y lo acunaba en mi pecho, sin dejar de observar su transición del momento en que tomé el peine, sus ojos brillaron intensamente y sus labios se entreabrieron.

—Estoy feliz de saber que estarás tú para peinar mi cabello blanco, nunca tendré nudos —dije sonriéndole entre lágrimas, mi garganta quemaba de los sollozos que salían y mis piernas temblaban debido a mi propia emoción arraiga que salía a flote.

Devolvió la sonrisa y deslizó sus manos en mis mejillas uniendo nuestros labios, en ese beso nos transmitimos todos nuestros sentimientos y las emociones encontradas que sentíamos ambos, noté su ansiedad y la repentina felicidad que compartimos ambos.

¿Qué hice para merecer tanta felicidad? ¿Cuál fue mi acierto en la infinidad de errores cometidos hasta ahora?

Si de algo estoy segura es que jamás lo sabré, no reconoceré aquel acierto que hizo al destino decir: por esto te mereces ser amada. Sea pequeño o grande, no importa ahora.

No cuando la paz tocaba a mi puerta de la forma más inesperada y después de tantos años de lágrimas derramadas, de cuchillos atravesando mi pecho, de las emociones negativas que inundaban mi cabeza, de las batallas pérdidas. Nada de eso. Simplemente agarré todo esto y lo metí en la cajita fuerte en lo más profundo de mis pensamientos, luchando para no traerlos a la superficie.

Por nada del mundo dejaría que mi pasado me gobierne ahora que el futuro tiene las puertas abiertas para mí. Aunque el miedo me dejara inmovilizada por un momento ante lo incierto que es el día a día, me sacudiré de la mejor forma y despediré a los demonios del pasado para que no atormentaran mi presente.

Absolutamente no defraudaré de nuevo a Sasuke.

—¿Regresamos? Estoy seguro de que quieres tomar un baño. —Sasuke terminó el beso y junto su frente con la mía.

—Queremos un baño —rectifiqué riéndome ante su expresión de estupefacta por mi movimiento audaz. Entrelacé su mano con la mía—. Volvamos a casa.

Y así ambos caminamos por el sendero que nos llevaría al futuro, un futuro que estará lleno de baches, que no será perfecto pero que promete estar plagada de felicidad y paz duradera.

Por algo ambos seguimos con vida ¿no es así? Sólo debemos esforzarnos para no caer en el hoyo, y si alguno tropieza el otro estará ahí para ser el soporte que necesita.

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Aún te puedo ver, tu cara, tu aliento
Todos los momentos que floreciste frente a mi
Como la pequeña foto que no puedo olvidar
Estás por siempre en mi corazón, por siempre
¿Sabes? Gracias a ti hoy estoy viva
No te sientas solo, no te lastimes de nuevo
Vive así en mi corazón

- Pictures of my Heart | Song Ga In -

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Primera parte del final contada desde la perspectiva de Sakura, como pudimos ver ambos tortolitos decidieron que lo mejor sería alejarse de la ciudad que les traía malos recuerdos y asentarse en otra hasta que sus corazones estén en paz. Escribir este capítulo fue un tanto nostálgica hubo cosas que no coloqué ya que no supe cómo y también me parecieron innecesarias.

Como dato con el peine: según la creencia regalar un peine es un símbolo de expresar el deseo de pasar el resto de tu vida con esa persona, algo similar a "hasta que la muerte nos separe". Me pareció tierno y muy significativo, recordemos que tanto las palabras como las acciones son parte de ellos y no son una pareja normal. Sasuke extendiendo el peine a Sakura, esperando a que aceptara es lo más cercano a que le ofreciera un anillo.

No se agobien, el próximo ya es el final definitivo.

¡Nos leemos en el siguiente!  

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