|41.2| Padres e hijos
Hola! Hola!
Quiero ofrecer una disculpa a quienes ayer estuvieron esperando el capítulo, tuve dificultades biológicas que exigieron mi atención —léanse que inevitablemente me quedé dormida como un tronco— ejem, pero lo prometido es deuda y aquí está el capítulo. ¡Disfrútenlo!
PD: No, no hay ninguna advertencia para este capítulo :D sólo que entenderán muchas cosas.
Povs Normal
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Cuando Fugaku entró al despacho reparó del vaso roto en el suelo, hecho añicos y el alcohol derramado a su alrededor, incluso la botella de Whisky le hizo compañía. Sus ojos negros viajaron a la espalda de Ryu la cual permanecía casi quieta, a excepción que parecía contraerse ante las respiraciones profundas y silenciosas.
—Takeshi está dispuesto a hablar si aseguras que Konan estará protegida cuando testifique contra los Hyūga —informó, pasando sobre los cristales rotos para quedar a unos pasos lejos de él—. También con Konan al respecto, está de acuerdo en dar su testimonio con la misma condición de que protejas a Takeshi.
Ryu no respondió, una señal de que no le prestaba atención o no le importaba, en realidad, Fugaku estaba familiarizado con esa actitud suya. Su silencio podía significar una sola cosa: estaba alterado y buscaba la forma de suprimir sus emociones, sin éxito, por supuesto, el vaso roto fue objeto de su ira.
—¿Sucedió algo? —preguntó después de unos segundos, y luego la comprensión llegó a él—. Uh, parece que Kizashi logró provocarte después de todo.
Ante la mención de ese nombre, Ryu se giró a él con los ojos inyectados de sangre. Solamente una vez en su vida había lo había visto así: aquella noche que llegó a su departamento blasfemando contra el mismo nombre y lamentándose por no obtener al final el amor de Mebuki.
—Maledetto figlio di puttana —expresó Ryu. Y Fugaku se sorprendió internamente, cuando él insultaba en italiano quería decir que en verdad estaba afectado—. Me aseguraré de que tenga la peor vida en la cárcel. Le haré pagar con creces todo el daño que le hizo a Aria.
Fugaku aguantó la respiración cuando preguntó a qué se refería. Los ojos verdes se clavaron en él mientras respondía entre dientes y casi endemoniado: Kizashi violó a Aria.
Incluso para él, que solamente vio a Mebuki como una amiga, le dolió ese hecho. No quería imaginar que debía sentir Ryu, que la amó profundamente. Saber que el amor de tu vida fue agraviada de esa manera tan horrible y despiadada, te volvía loco de la rabia.
—Fue en la fiesta. La drogó y abusó de ella. —Ryu rechinó los dientes, agarrándose de los cabellos con fuerza—. Ese día... fui un estúpido. Antes tuvimos una discusión y la busqué para aclarar las cosas, pero la encontré ahí... pensé que se habían reconciliado. Que idiota fui ¡Si sólo la hubiese escuchado después!
Ryu se alejó abruptamente azotando las manos en el escritorio, apretando con fuerza sus manos e inclinando su cabeza, totalmente derrotado.
—... El hubiera ya no existe —le recordó el azabache.
Por supuesto que se acuerda de ese día. Después de esa noche Ryu se ausentó dos semanas en la universidad, y cuando volvió no quiso recibir explicaciones de Aria, simplemente le dejó en claro que lo suyo fue pasajero y nada serio, ningún compromiso de por medio. Entonces Aria se enteró de su embarazo, y poco después Ryu despareció definitivamente del mapa, sin dejar rastro alguno más que el bebé dentro del vientre de Mebuki quién jamás tuvo el valor de revelar su verdadero origen, haciéndolo pasar por hijo de Kizashi a petición del mismo.
Hasta ahora entendió porque Ryu no luchó o buscó una explicación en ese entonces, estaba involucrado con los yakuza y cualquiera que tuviera un lazo estrecho con él, podría correr peligro. Incluso cortó lazos con Mikoto y él, sin darles explicaciones y desapareciendo en el proceso. Años encerrado en un enigma sobre sus razones, que cuando fue su turno de sufrir y marcharse sin dar mayores explicaciones, fue el mismo Ryu quién le tendió una mano y lo ayudó a salir del país, desviando el peligro de su familia.
Mucho dicen que Ryu era indiferente y cruel con sus acciones, pero en realidad disfrazaba su ayuda con beneficios, así no se acercaba a nadie lo suficiente para involucrarlo en su vida.
Pero fue inevitable.
—No, simplemente queda el arrepentimiento —expresó el pelirrojo enderezándose.
—¿No dijiste tú mismo que está vida no debemos arrepentirnos de las consecuencias de nuestras acciones?
—Hm. Eso lo dijo Ryuta-sama —alegó bastante nostálgico, observando la figura del dragón rojo sobre el escritorio—. Yo sólo heredé su posición porque no tuvo nada mejor que hacer que recogerme por caridad cuando yo necesitaba ayuda.
—Estoy seguro que al final te vio como un hijo. —Fugaku se movió hasta su lado, apoyando una mano en el hombro—. Ya no te agobies por el pasado, lamentablemente no podemos hacer nada para cambiarlo.
Ryu aspiró con brusquedad reflejando su frustración.
—Tuve la oportunidad de cambiar su futuro y lo confirmé tras leer la carta que dejó Aria a manos de Mikoto.
Viendo que insistía tanto en hablar de ello, Fugaku lo dejó hablar. En ocasiones lo mejor que uno podía hacer por una persona era callar y escuchar todo lo que guardaba en su corazón.
—Tuve oportunidad cuando regresé años después, decidí contactarla para saber de su vida. En ese tiempo Ryuta-sama estaba luchando por el territorio de Konoha, y teníamos una riña fuerte contra los Hyūga; atacamos un prostíbulo y rescatamos a las mujeres que trabajaban ahí... —La voz del hombre era lamentable y llena de emociones mientras hablaba, sumergido en sus recuerdos.
» Encontré a Aria entre todo el caos, de alguna forma terminó ahí. La rescaté y traje conmigo a este lugar, resguardándola de los Hyūga que la buscaban con desesperación, en ese entonces no sabía porque la querían. Pasó tres meses a mi lado, pero siempre insistía en regresar a casa por Sasori y Karin, me contó lo mal que la trataba Kizashi y que iba a divorciarse de él.
—Sí, de hecho, yo estaba procediendo con los trámites del divorcio —interrumpió Fugaku recordando el momento en que Mebuki le llamó por teléfono y le pidió representarla en su divorcio—. No le importaba no obtener beneficio alguno, simplemente quería separarse de Kizashi y rehacer su vida junto a alguien que la quisiera en verdad.
Los ojos verdes sólo se sumergieron en más suplicio y continuó diciendo:
—Le propuse que viniera conmigo a Italia, que trajera a sus hijos. Yo estaba dispuesto a aceptar a esos niños sin importar su origen, que los hijos de Aria eran suficiente para mí. Ella fue por Sasori y Karin al mismo tiempo que nos tendieron una emboscada y mataron a Ryuta-sama. —Tomó su cabeza entre las manos y apretó los dientes, mientras el dolor, desespero y culpa cruzaban por su rostro—. Forzosamente obtuve el título del jefe del clan, pero no podía esperar mucho tiempo por Aria. Ella no apareció en los días acordados y yo... tenía que actuar para proteger a los demás miembros del clan. Así que tuve que tomar una difícil decisión.
La peor decisión de su vida, cabe recalcar, el que lo condenó al sufrimiento por dieciocho años.
—Prioricé el bienestar de las personas bajo mi mando y nos retiramos a Italia, me prometí a mí mismo que regresaría por Aria, y lo hice unas semanas después... sólo para toparme con la noticia de que ella estaba muerta ¿Sabes lo que sentí en ese momento? Me sentí morir y abandoné la idea de buscarla, no me importó nada más.
Ryu se apartó furiosamente del escritorio y con tentación agarró el otro vaso reposando en la barra, dispuesto a lanzarlo al suelo. Fugaku se movió a un lado, siendo testigo de la furia que recorría el cuerpo de su antiguo amigo.
—¡Pero ahora sé por qué Aria nunca apareció! Kizashi la lanzó al lago con la esperanza de ahogarla tras descubrir que se fugaría conmigo. ¡Estaba tan obsesionado a retenerla con él que incluso intentó matarla antes de dejarla libre!
El rostro de Fugaku palideció, recordando que pasó meses buscando información de Mebuki topándose con trabas en que estaba desaparecida y posteriormente, muerta, pero tras escuchar la verdad, supuso que Mebuki estuvo internada en el hospital o escondida en casa para que nadie notara su presencia. Los únicos que pudieron ayudarle a elaborar una mentira de tal magnitud eran los Hyūga, así que posiblemente hizo una especie de trato con ellos.
Y así retuvo a Aria por años a su lado, Aria enfermó debido a todo el estrés de su vida, perdiendo las ganas de luchar y volviéndose loca de dolor.
—Aria lo escribió en la carta... todo, absolutamente todo —murmuró respirando acelerado y con las fosas nasales expandiéndose cual depredador enfurecido—. Sin embargo, esa información no tiene sentido ahora si ella está muerta.
Ahogado en su propio pesar, y como si le doliera sostenerse sobre sus pies, se dejó caer sentado al suelo, riéndose con voz lastimera y una mirada pérdida en la nada.
—Ella no regresará.
Fugaku lo contempló por un momento antes de caminar a él y sentarse a su lado. La bufanda que traía alrededor de su cuello cayó ligeramente, pero no la acomodó. Hombro a hombro, recordó los tiempos pasados de la universidad dónde él acudía a casa de Ryu para preguntarle sobre Mikoto tras ser flechado por su belleza; y esa cercanía forjó una amistad sólida entre ambos, o eso creyó hasta que un día simplemente desapareció sin dar explicaciones.
Desde ese día siempre se preguntó las razones por la cual se fugó sin más, incluso cuando se reencontraron y lo ayudó a escapar de los Hyūga, se mantuvo reservado todo este tiempo, hasta ahora que su fachada se desmoronó frente a él. La persona que más confiaba en el mundo.
Sin vacilar, apoyó una mano en su hombro, Ryu se mantuvo decaído y con los ojos fijos en el suelo.
—Mebuki ya no está, pero te quedan tus hijos, Sasori y Sakura. —Ante la mención de sus nombres, algo en el semblante del pelirrojo cambió bruscamente, como si hubiese recibido un balde de agua fría—. Sé que ella nunca volverá, pero dejó atrás dos personas que comparten sus rasgos, sueños y recuerdos. Debes protegerlos y amarlos con la misma intensidad que amaste a Aria, después de todo, son el único recuerdo que te dejo. Un regalo maravilloso.
Sí, así como Sasuke e Itachi son un regalo para él, aunque Mikoto decida no perdonarlo nunca, con que estuviera con vida y feliz le bastaba, pero dolía al mismo tiempo.
Por esa parte no podía comprender del todo a Ryu, pero hacía lo mejor que podía.
—Mis hijos... —El hombre suspiró, cerrando los ojos—. Ellos me necesitan.
—No dejes que esta vez tu posición pasé sobre ellos, aprende de tus errores —le aconsejó.
Ryu lo miró por un largo tiempo, considerando seriamente sus palabras. Después, asintió tan serio que a Fugaku no le entró dudas de que en verdad tomó en cuenta sus consejos. Se sintió un poco satisfecho y seguro de sí.
—Tú también debes cuidar a tus hijos ahora que por fin puedes regresar a la ciudad —le dijo tomándolo con la guardia baja—. Ellos ya te perdonaron ¿verdad?
Fugaku recordó sus pláticas con sus respectivos retoños y sonrió para sí y dijo suavemente: —Hagamos nuestro mejor esfuerzo para cuidar de nuestros hijos.
Sasuke
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Dos días después acudí al hospital después de mi jornada en el restaurante con las manos metidas en mi chaqueta, esta tarde me tocaba acompañar a Karin mientras Sasori terminaba con su trabajo y cubría la noche junto a mamá. Me sorprendí al pensar en todas las personas que estábamos involucradas en el cuidado de Sakura y no pude evitar pensar que, si ese día me hubiese ido sin más, Sakura hubiera logrado suicidarse. En lugar de hacer guarida en un hospital seguramente estuviéramos frente a una lápida.
Alejé rápidamente ese pensamiento y me adentré a la sala de espera, ahí Karin se encontraba leyendo un libro, para mi sorpresa también estaba Hinata apoyada contra el respaldo. Karin fue la primera en percatarse de mi presencia, me sonrió con cierto regocijo.
—Sasuke, que bueno que llegas —dijo y se levantó. La miré interrogante—. Trasladarán a Sakura a una habitación normal, está fuera de peligro.
Todo el peso de mis hombros se aligeró inmediatamente. Suspiré aliviado, menos mal. Esto me estaba volviendo loco. Noté que Hinata me lanzó un saludo con la mano antes de continuar durmiendo sobre sí.
—¿A qué hora la trasladarán?
—Hum... ya deberían haber echo el cambio. El doctor nos avisará cuando podamos pasar a verla —dijo mirando su reloj de muñeca. Su sonrisa de veía más calmada a comparación de anoche—. Oh, ahí viene.
Reconocí al doctor de reojo, nos ofreció una sonrisa conciliadora.
—La señorita Haruno ya está instalada a una habitación. Les guiaré hasta allí.
Caminamos por uno de los pasillos principales hasta el elevador. Al ser un hospital privado y uno de los mejores de la zona, la decoración era muy diferente al que yo asistía en el centro de la ciudad. Los pasillos blancos con bordes color crema, y el olor antiséptico en el aire. Llegamos al piso seis y señaló la habitación a la izquierda, la primera a decir verdad y ahí se mostraba la placa con el nombre de Sakura.
Una vez frente a la puerta, el doctor se giró a nosotros.
—En este momento sigue durmiendo debido a los sedantes, como les dije con anterioridad, ya ha despertado y preguntado por ustedes. Intenten no preocuparla o estresarla, las emociones fuertes podrían afectarle. Tampoco les recomiendo que la muevan o le quiten la mascarilla, cuando despierte se valorará si la necesita o no. Regresaré en unas horas para su chequeo, de todas formas, si necesitan algo más, junto a la cama hay un botón rojo que pueden apretar y una enfermera acudirá inmediatamente.
—Gracias, doctor. —Karin se apresuró en adentrarse seguida de Hinata. Deslicé la puerta a mis espaldas.
No me fijé demasiado en la decoración de la habitación, lo único que note era lo espaciosa y había un sofá-cama del otro lado, cerca de la ventana. La cama en la que descansaba Sakura estaba den otro lado, tenía una mascarilla que le administraba oxígeno. Hinata se acercó y tomó de su mano, apretándola ligeramente. Por su parte, Karin se paró del otro lado y le sonrió entre lágrimas susurrando cosas que no alcancé a escuchar.
Les di un poco de privacidad y divagué por la habitación descubriendo que el sofá en realidad se convertía en cama, también una mesita en medio de la habitación con diversas revistas. Una televisión colgaba de frente a la camilla, la calefacción de última vanguardia. La ventana se extendía dejando ver una vista perfecta a la ciudad, sin duda alguna digna de llamarse una habitación VIP.
Mi inspección duró lo suficiente. Ansioso, me acerqué de nuevo a ellas, Karin se alejó un poco permitiéndome ponerme a su lado. Me sonrió.
—Iré a avisarle a Sasori que ya fue trasladada, quédate con ella mientras tanto.
Por el rabillo la vi irse. Ubiqué la silla al lado de la camilla y me dejé caer, después tomé su mano y la apreté ligeramente con las palabras agotadas en mi garganta. Contemplé su rostro sereno detrás de la máscara y escuché el "bip" consecutivo del monitor cardíaco y el antiséptico exhumando en el ambiente.
Acaricié sus nudillos cuidando en no mover su brazo que traía la intravenosa, preparándome para hablarle, pero teniendo la intensa mirada de Hinata sobre mí me incomodó.
—Hinata... ¿Podrías...?
Ella enarcó una ceja.
—¿Por qué debería irme? —cuestionó duramente. Está chica seguía molesta conmigo. Le dediqué una corta mirada que reflejó todo mi cansancio mental.
—Por favor, quiero estar un momento a solas con ella.
Algo en mi expresión la convenió a ceder, murmuró que debía avisar a sus amigos del traslado de Sakura y salió al pasillo cerrando la puerta tras de sí.
Suspiré relajándome un poco y extendí mi mano para acariciar su mejilla un poco áspera y cálida, a comparación de la última vez que la toqué, su piel era helada y perdía color a cada segundo. inevitablemente la comparé con esa visión y nuevamente el nudo en mi garganta se deshizo al verla aquí, lastimada, pero con vida.
¿Qué hubiese sucedido si ella...?
La máquina de pulsaciones aumentó ligeramente el ritmo interrumpiendo mis cavilaciones que no iban a ningún lado. Ansioso y expectante, me incliné llamándola suavemente: —¿Sakura?
Sus párpados temblaron y los abrió con cierto esfuerzo. Le sonreí aliviado de ver por fin bellos ojos verdes. No dudé en apretar un poco su mano, mas me alteré al ver que con su otra mano intentó quitarse la mascarilla, se lo impedí con movimientos sutiles pero firmes.
—No debes quitártelo, te ayuda a respirar correctamente —le detuve, pero sus ojos insistían y brillaban con atisbos de lágrimas.
—Sasuke... —Su voz amortiguada por la máscara filtró tanta tristeza. Con esfuerzo le ayudé a quitarse al ver que no desistiría, y permaneció con la vista puesta sobre mí. Apreté el botón al costado de la cama y me acerqué, esperando a la enfermera.
—Estás a salvo, te trajimos a un hospital —me apresuré a decirle al ver la ansiedad en sus ojos y el miedo reflejado en ellos. Seguí sosteniendo su mano, aunque no me devolvió el gesto, tampoco lo apartó y de un momento a otro permaneció mirando fijamente el techo, con lágrimas cayendo por sus mejillas. Mi corazón se estruja y no dudé en acariciar su rostro—. Eh, ¿qué te tiene tan triste?
Tardó unos segundos en responder.
—Mamá. —El hueco de mi corazón creció al contemplar como su rostro de rompía en tanta nostalgia. Cerró los ojos, habló con voz baja: —Soñé con mi mamá...
No supe que decirle, la observé esperando que continuara. Ella siguió llorando, tratando de reunir las palabras que se acumulaban al borde de su lengua. Estirando con dificultad su mano, la tomé y percibí su intención de querer acariciar mi rostro, terminé guiando su mano y colocándola sobre mi mejilla, sonriéndole a mi manera.
—Seguramente fue un sueño hermoso. —Al fin pude decir.
Asintió a cuestas, sin dejar de mirarme con tanto anhelo, pero como si recordara las vivencias pasadas, su rostro se tiñó de pánico e intentó retirar su mano mientras balbuceaba:
—Perdona... no debería tocarte.
No permití que retirara su mano, percibí su sorpresa ante mi negación.
—No —repliqué, cerré los ojos y apoyé mi mejilla en su mano—. Quedemos así un poco más.
Quiero sentir tu calor y recordar que estás con vida.
La máquina de pulsaciones evidenció cuán rápido iba su corazón y ese sonido se convirtió en uno de mis favoritos.
No supe cuanto tiempo estuvimos en esa posición, pero el sol ya se había ocultado en el horizonte y las luces de los automóviles y edificios en la lejanía parecían espectáculos fijos. Cuando llegó la enfermera tuve que soltarla a regañadientes. Karin y Hinata se nos unieron poco después y la habitación se llenó de un llanto silencioso por parte de las chicas; Karin besaba las mejillas de Sakura con tanto esmero y Hinata le decía que le alegraba verla nuevamente.
Me mantuve sentado en el sillón incluso después que la enfermera avisó que ya no era necesario la mascarilla, pero que evitara moverse hasta que el doctor lo indicara.
—El doctor vendrá en un rato más.
Sakura cayó rendida una hora después de que la enfermera se fue, estando un poco confundida por los medicamentos y el cansancio, a pesar de reflejar tanto sueño, se negó a cerrar los ojos pase a las insistencias de su hermana. Alcancé a escuchar que preguntaba por Tenten e inevitablemente el desosiego llegó a mí. Karin no le dio los detalles, evadió su duda diciéndole que después de dormir podía preocuparse por los demás, que por el momento era mejor descansar.
Luego Hinata le dijo que sus amigos le enviaban sus mejores deseos y vendrían a visitarla cuando estuviese en condiciones para soportarlos. Un atisbo de sonrisa se curvó en sus labios y lo aceptó. Justo después, desplazó su vista con cierto temor por toda la habitación, como si estuviera buscando algo que desapareció repentinamente.
O más bien, me buscaba a mí.
—Aquí estoy. —Le llamé lo bastante alto para que me escuchara. Ella ladeó la cabeza a mi dirección y sus asustados ojos me obligaron a levantarse e ir a su lado, tomando de su mano para acariciar sus nudillos—. Será mejor que duermas. Mañana vendré a verte.
—En... ¿En serio vendrás a visitarme? —murmuró tan vulnerable y temerosa a que no cumpliera mi palabra.
Aún me dolía profundamente que creyera que la abandonaría por todo lo sucedido.
Nada de eso me importaba ahora, sólo quería verla recuperada.
—Sí, aquí estaré mañana. Lo prometo. —Quise besar su mano y así pactar mi promesa, pero la expresión consternada en su rostro me detuvo. No quería hacerle mal en alterarla, así que opté por acariciar su mejilla con mis propios nudillos.
Incluso con tanto sueño, luchó con todas sus fuerzas para no caer. Finalmente, el cansancio le pasó factura y terminó por cerrar los ojos rindiéndose a su propio cansancio.
Verla dormir y saber que estaba a salvo me tranquilizó, incluso después de que me dirigí a casa después de un largo día. Los músculos de mis hombros yacían tensos, pero con unos movimientos se resolvía. Tomaría una ducha y dormiría junto a Hunter, una parte recóndita de mi ser deseó mandar a Hunter a mis pies y tener un cuerpo cálido a mi lado, específicamente el de Sakura.
Me encontré ansioso a que la noche transcurriera con prisas.
Al estacionar la motocicleta vi una figura de pie en vereda, observando fijamente el cielo. Salía vaho en cada respiración y se cubría con la bufanda que traía puesta. Al escucharme llegar, giró completamente su rostro a mi dirección y me ofreció una pequeña sonrisa plasmada de alegría.
—Padre. —Me sorprendí por su inesperada visita. Me saqué el casco y con paso tranquilo avancé a él.
Fugaku se veía un poco avergonzado.
—Hola, Sasuke. Yo... pasaba por aquí y quise verte —se justificó, pareció captar las preguntas que apenas formulé en mi mente y se apresuró a decir: —Estaba fuera de la ciudad con Ryuichi, no hace mucho arribamos. Pasé por aquí y me topé con tu madre, ella me dijo que no tardarías en llegar, decidí no llamarte y aguardar a tu llegada. Espero que esta visita no te desagrade.
—En lo absoluto —dije sincero. Hace tiempo que decidí no guardar en mi corazón el resentimiento de su abandono. Con el pasar de los días y mis cavilaciones entendí que lamentablemente él fue preso de su desesperación y en su afán de querer protegernos, se fugó hiriéndonos en el proceso.
Incluso si fue un error, no fue su culpa.
Le ofrecí un gesto suave y caminé a él. El frío era latente siendo mediados de diciembre, por lo que traía mis propios guantes cuales ajusté. Miré de reojo la puerta de la casa y luego a mi padre, él pareció adivinar lo que iba a decir porque se apresuró a negarse.
—No quiero incomodar a tu madre con mi presencia, ¿nos sentamos aquí?
Y así, terminé sentado en la entrada de la casa junto a mi padre observando las pocas estrellas que la noche oscura nos brindaba. Permanecimos en un silencio, al principio incomodo, pero después de unos segundos me encontré a gusto y sin apartar los ojos de las estrellas.
—Hace tiempo alguien me dijo que deberíamos ser estrellas —dije de pronto recordando la ocasión en que conocí a Sakura. Esa noche en que nos recargamos en el automóvil y contemplamos el cielo estrellado siendo dos desconocidos.
Quién iba a imaginar que esa chica sería mi perdición.
—¿Ser estrellas? —Fugaku se veía realmente intrigado, prestándome toda la atención. La sensación que creció en mi pecho fue similar a cuando era niño, llegaba corriendo del prescolar y le platicaba sobre lo que aprendí ese día. Él siempre dejaba lo que estuviera haciendo y concentraba toda su atención en mí, sonriéndome y halagándome con palabras que sólo un niño de cinco años podía comprender.
Intenté no dejar que el sentimiento me ganara.
—Deberíamos ser así de brillantes e imponentes en nuestra propia vida. No dejar que nadie nos pisoteé y nos diga que valemos nada, y lo más importante: que nadie nos arrebaté nuestra voluntad de vivir.
Decirlo me pareció realmente reconfortante. Viéndolo en retrospectiva, nadie me arrebató esas ganas por salir adelante y mejorar, nadie lo logró, o más bien, las circunstancias no tuvieron éxito a pesar de que varias de ellas me hicieron querer morir antes de sufrir en vida. Aunque ahora mis propias metas estuvieran enterradas, seguramente algún día tendría el valor para afrontarlas, pero mientras tanto el que estuviera vivo ya era ganancia.
Acaricié las cicatrices visibles de mis muñecas, sentí la mirada de mi padre sobre ellas. Su mano se extendió queriendo acercarla, pero al final se negó así mismo y permaneció quieto, desplazando su vista al cielo.
—Esa persona tiene mucha razón —dijo con cierta nostalgia—. Nadie debería decidir sobre nuestras vidas... lamentablemente, no todos tienen la oportunidad de vivir como les place. Las personas se arrebatan entre sí los anhelos y los deseos, pero —Se interrumpió, como si lo pensara detalladamente— quienes realmente gozan de ese privilegio son los más afortunados.
—Tú eres afortunado —espeté al percibir cierta aprensión en su voz. Me miró con un deje de estupefacción—. Ahora lo eres, antes no tuviste la oportunidad, pero hoy eres tu propio dueño y decides que camino tomar a partir de ahora que las ataduras se están rompiendo.
Incluso si no lo decíamos directamente, ahí estaba la pregunta más temible: ¿Te irás de nuevo?
Pensar en esa posibilidad mi pecho se contraía. ¿Sería capaz de dejar ir a mi padre aún después de encontrarnos? Sería egoísta de mi parte pedírselo, ya no soy un niño apegado a los pantalones de papá.
Sin embargo, muy dentro de mí sabía que existía ese niño pequeño que seguía esperando en el recibidor a que su padre llegara del trabajo a jugar con él, justo como lo prometió.
Apreté un poco mis manos ante el silencio que nos rodeó. Me atreví a mirarlo de reojo y noté, afligiéndome, los ojos oscuros de mi padre brillar ante las silenciosas lágrimas que caían por sus mejillas.
—Siempre... Siempre quise decir una sola cosa cuando te viera de nuevo, hijo.
Aspiró con fuerza y se giró a mí. Me enderecé de sopetón contemplando la sonrisa triste y a la vez anhelante de padre, con voz casi estrangulada por su propia emoción y sus manos temblando ligeramente mientras se quitaba la bufanda y la colocaba alrededor de mi cuello.
—He regresado, Sasuke. —Mis propios ojos se ensancharon poco a poco al sentir las familiares manos de mi padre sobre mis hombros, me sonreía—. Debiste tener mucho frío esperando por mí en la entrada de la casa ¿Verdad? No te preocupes, ya he vuelto antes de que terminara de nevar, como lo prometí. Y no volveré a marcharme por tanto tiempo.
Fue inevitable contener las lágrimas que nublaron mi vista, intenté no sollozar debido a la opresión de mi pecho. Apreté fuertemente la bufanda alrededor de mi cuello, reuní toda mi estabilidad y serenidad para decir algo sin que mi voz sonara rota evidenciando el torbellino de emociones de mi interior.
—... Bienvenido a casa, padre. Has tardado mucho.
Padre por fin regresó a casa.
Sakura
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Procuré no pensar en el dolor de mi abdomen, los medicamentos que me administraban por vía intravenosa ayudaban mucho a mitigarlo. Pero eso no evitaba que mi cabeza fuera un lío, había tantas cosas por pensar y considerar, aunque Karin me dijo que lo único que debía pensar era en descansar, fue inevitable no plantearme demasiadas preguntas.
Afortunadamente, durante la mañana recibí las visitas de mis tíos y Naruto, distrayéndome de mis propias preocupaciones. La sonrisa de tía Kushina reconfortó todos males haciéndome recordar a cierta medida a mi madre, ambas compartían la misma sonrisa. La miré fijamente durante más tiempo que era lo normal y después le devolví apenas el gesto sintiendo un nudo en la garganta.
Las horas transcurrieron lentamente. Estando acostada en la camilla sin nada que hacer realmente me volvería loca dentro de unos días, por el momento disfrutaba del silencio que me rodaba al estar sola. Mis tíos se fueron después de un rato y se quedó Naruto, que se marchó en busca de comida junto a Karin tras mi propia insistencia.
Me negué mirar la puerta todo el rato, ansiosa a que apareciera Sasuke. Él no rompería su promesa ¿verdad?
No seas idiota, él no vendrá a visitarte. ¿Por qué crees qué estaría al pendiente de ti después de que lo heriste con tus palabras?
No vendrá.
Él te abandonará está vez. Es su turno de vengarse.
Él-
"Ah, Sakura. ¿Qué debo hacer para qué me creas?".
Desvié la vista a la ventana tras recordar las palabras de Sasuke cuando me dijo que me amaba y no dejaría que me alejara de él. No era cuestión de creerle o no, sino que no me sentía lo suficientemente capaz de volver a reunir medios para que quisiera tenerme en su vida una vez más.
El me perdonó, pero yo nunca lo haría. Ese remordimiento me seguiría hasta el final de mis días.
Suspiré cansada. Quizás debería dormir en lugar de pensar en mis problemas existenciales.
La puerta se abrió de pronto y viré rápidamente mi cabeza esperando ver a Sasuke.
No fue quién esperaba ver con tanto ímpetu, pero sí al que deseaba ver desde que desperté.
—Ryu-san —murmuré.
Él caminó hasta mí, se veía pulcro y su rostro sereno reflejó cierto alivio al verme. Ofreciéndome una cálida mirada, tomó asiento en la silla puesta a un lado de la camilla. Sus ojos verdes se fijaron en mí.
—Me alegra que estés despierta ¿Cómo te sientes?
Su pregunta me tomó con la guardia baja. Aún estaban las emociones y sentimientos sobre la revelación de nuestro parentesco. Él no tocó el tema por el momento, así que decidí esperar al desenlace, aunque por dentro me moría de ganas por confirmarlo una vez más a pesar de no necesitar confirmación.
Ahora que lo veía bien, compartía sus mismos ojos.
Le sonreí un poco, contenta que viniera a visitarme.
—Me duele la cadera, pero el doctor me dijo que es normal. Me administran medicamentos para ayudarme a mitigarlo —señalé la intravenosa, Ryu-san dirigió su vista ahí y tomó de mi brazo, como si lo estuviera examinando—. Y ya almorcé, la comida de aquí es... bueno, comida sin sabor. No se parece en nada a la comida insípida que dan en el otro hospital.
—Depende de la dieta que tengas es la comida que recibirás —alegó soltándome. Tuve la impresión de que incluso sus palabras eran más suaves que otras veces. Lo observé por un largo tiempo, analizándolo y respingué al darme cuenta que no era cortes observarlo fijamente por mucho tiempo—. Cuando te recuperes iremos a atascarnos con pizza de pepperoni.
Algo cálido se coló por mi pecho. "Cuando te recuperes"
—¿Lo dice en serio? —murmuré agachando la mirada. Respiré profundamente, soportando la mueca ante la punzada de dolor en mi costado, nada me impediría tener un poquito de esperanza—. Usted no... ¿No desparecerá después de esto?
El semblante sereno de Ryu pronto se crispó en una tristeza profunda, y supe que hice la pregunta equivocada. Me mordí el labio inferior soportando el pequeño escozor en mis manos y jugué con la sábana blanca, esperando una respuesta que seguramente no me gustará.
—Sakura... yo... —Tragó grueso. Era la primera vez que lo veía vulnerable. Extendió su mano para tomar la mía, apretándola ligeramente incitándome a mirarlo. La sonrisa que me dedicó reflejó sus inseguridades y tristezas—. Puedo asegurarte que no soy el mejor padre del mundo, nunca supe de nuestro vínculo hasta hace una semana, por lo tanto, no es justo pedirte comprensión. A pesar de eso, soy egoísta porque... quiero reconocerte como mi hija y que tú me reconozcas como tu padre. Sé que es muy pronto para que me veas así, pero estoy dispuesto a esperar el tiempo que sea necesario para que tú y Sasori me vean como un padre. Ahora que Aria no está... —Ambos nos miramos con desosiego ante la mención de mamá—... no dudes que estaré para ti mientras yo esté en caminando en este mundo.
Y acarició mi cabello con gentileza. Aquella mano grande y cálida se me hizo realmente reconfortante, y las lágrimas fluyendo por mis mejillas ante la emoción que mi corazón reflejó al sentir esta protección.
Un cariño que solamente un padre podía profesar, no se parecía en nada a la sutileza y amor de mamá, que parecía abrazarte con manos hechas de algodón; no, los brazos de un padre eran firmes y protectores, te daban la sensación de que nada cruzaría esa fortaleza.
Que nadie te haría daño.
Sus brazos alrededor de mí fueron el fin de mi serenidad, intenté devolverle el abrazo con mis propias fuerzas y hundí mi rostro en su hombro, llorando con tanto sentimiento y negándome a soltarlo, ignorando el ligero dolor de mi cadera al moverme demás. Pareciendo una bebé que pide a gritos que su padre no lo dejé en la cuna ya que está tan acostumbrado a escuchar los latidos del corazón; así me sentí en este momento: como recién nacida en brazos de un amoroso padre que juró protegerme con su vida.
—D-Desde que lo conocí... tuve la loca idea de que era como el padre que nunca tuve en casa —hipé con fuerza, y su respiración se atascó. Supe que mi confesión le trajo cierto ánimo, yo continué aferrándome a él con mi voz perdiendo intensidad—. Si puedo llamarlo así...
¿Cómo no verlo como un padre? incluso el hombre que me crío y que siempre creí que fue mi progenitor no supo darme el amor que esperé de él, en cambio, aún sin saberlo vi en Ryu-san el padre que siempre quise tener: protección y gentil a la vez, que cumpliría cada uno de mis peticiones por el simple hecho de ser su hija.
—Nada me haría más feliz. —Y él, sin duda alguna, correspondió a mi llamado.
—P-Papá... papá...
Al mencionar es palabra una indescriptible emoción se apoderó de mi pecho y lloré con más fuerza. Con calma acarició mi cabello diciéndome que no estaría sola a partir de ahora, aunque él estuviera lejos ya que su profesión era peligrosa y no quería vernos involucrados en riñas, con sólo llamarle vendría a mí en un santiamén.
Y le creí.
Le creía de la misma forma que una niña le cree a su padre cuando le dice que jamás dejaría de amarla.
Fue reconfortante a pesar de todo.
Sasuke apareció durante la hora del almuerzo.
Entró sosteniendo su casco y mochila, envuelto en una chamarra abrigadora y su cuello cubierto por una bufanda evidenciando el clima de afuera, la imagen que me ofreció con sus orejas y nariz rojas debido al frío aceleró mi corazón.
—Hola —me saludó con esa sonrisa que tanto me gustaba.
Intenté devolverle la sonrisa... nada salió, en mi corazón persistía el sentimiento de que en cualquier momento él se daría cuenta de su error al estar pendiente de mí ¿Quién en su sano juicio estaría con la persona que más te daño?
Debido a esa emoción, no disfruté del todo su presencia.
—¿Sucede algo? —preguntó después de unos segundos en silencio que me limité a observarlo.
Entrecerré los ojos y consideré contestarle con la verdad. Después de todo, me prometí a mí misma que no volvería a mentirle nunca más.
—Pensé que no vendrías.
No soporté ver la ligera inquietud en sus ojos, así que desvié la vista y me encogí de hombros, no fingí cuando me estremecí de pies a cabeza. Odiaba provocarle dolor.
—Te dije que vendría —replicó con suavidad acercándose por el borde y así tomar de mi mano. Sentí un escalofrío agradable y un dolor agudo en mi pecho. Lo contemple casi alucinada de que estuviera tocándome, ese día en que me habló por primera vez parecía tan lejano y todo lo sucedido un sueño más—. ¿Sigues sin creerme?
—No tienes razones para mentirme ahora —recalqué con cierta ansiedad, él me contempló con infinita paciencia—, pero en unos días te darás cuenta del error que cometes y te alejarás.
—No lo haré. —El se veía muy seguro de sus palabras.
Pero mis inseguridades me superaban.
—Ya veremos —repliqué.
Di por finalizada la conversación retirando suavemente mi mano a pesar de que todo mi ser quemaba por tenerlo cerca, de poder abrazarlo y olvidarme de lo desdichada que soy ante el remordimiento que me ataca por las noches.
La cama se sumió en la orilla y giré la cabeza a él. Entonces unos labios atraparon los míos y yo me quedé congelada en mi lugar. Fue un beso casto, sin intenciones de profundizarse, como una caricia dulce con la intención de transmitirme toda su seguridad y cariño. Inevitablemente me sentí nerviosa cuando vi sus ojos negros a centímetros de los míos, y una mirada intensa que no abría paso a discusiones.
—Entonces prepárate para esperar toda tu vida. No pienso dejarte ir esta vez —sentenció acariciando mi mejilla.
Bufé no queriéndome hacer falsas esperanzas, sentí mi mejilla caliente debido a su tacto y mi mente era un caos total en si dejarme llevar por la sensación o no. Pero ¿y si se retractaba de sus palabras y se iba? Yo sufriría demasiado, no quería sentir más dolor... sólo quiero un lugar cálido en el cual recostarme y jamás levantarme.
—Cuanto te recuperes, hablemos correctamente.
No dije nada a su sentencia y él se alejó para dejar sus pertenencias en el sillón. Todo el momento contemplé su espalda ancha y su perfil de lado, tuve la sensación de que Sasuke cambió para bien en estos casi cuatro meses que no estuvimos juntos comenzando por el regreso de su voz.
... Y quién lo detonó fui yo con mis mentiras y palabras hirientes.
—Ah... —murmuré tomándome de la cabeza con una mano fijando la vista en mi regazo. El rumbo de ese pensamiento no estaba bien, un pensamiento tras otro se convertiría en una bola de nieve que crece y crece...
Y crece...
—¿Por qué no has tocado tu comida?
Su voz me sacó abruptamente de mis pensamientos. Enfoqué mi atención en él, ya había regresado y sentado en la silla, prestándole atención a la mesa corrediza con el almuerzo encima sin tocar.
—La enfermera lo trajo antes de que llegaras, pero no tengo hambre —sentencié restándole importancia y dispuesta a recostarme.
—Debes comer algo para recuperar fuerzas. —Sasuke jaló la mesita colocándola a mi altura. Lo miré con el ceño fruncido y negué con la cabeza. Suspiró—. Aunque sea un poco, por favor.
Mi determinación flaqueó al ver su mirada suplicante. Apreté los labios a punto de negarme, pero no tuve la voluntad de hacerlo, desvié de nuevo la vista.
—... Sólo un poco —concedí.
Sinceramente no tenía apetito alguno, pero haría un esfuerzo en comer un bocado y no preocuparlo.
Antes de que pudiera tomar los cubiertos, él se hizo de ellos y destapó el plato, no llegó ningún olor en particular y fue lo que más me lamenté. Casi me voy de espaldas cuando me acercó la cuchara con una expresión serena, con un "¿Aaah?" insinuante a que abriera la boca.
Esto simplemente era...
—Tierno... —murmuré para mí sin sonido alguno antes de dar el primer bocado, la comida de pronto tuvo sabor y mis ánimos subieron considerablemente.
Pudiera ser infantil, pero ser alimentada por él parecía sacado de mis sueños más surrealistas desde que terminamos. Tenerlo frente a mí...
Simplemente seguía sin creerlo.
Comí la mitad de mi almuerzo sin darme cuenta, y me incliné dejando escapar un suspiro al sentirme satisfecha. Sasuke por fin retiró la mesita y regresó a sentarse en la silla. Le pregunté si acaso planeaba quedarse toda la noche, su mirada me lo dijo todo y me ahogué en mi propia felicidad.
¿Qué más da? Si sufriré cuando se marche, disfrutaría cada segundo en su compañía. Aunque lo pensé, dormí poco después de comer. Mi sueño fue ligero, quizás al saber que Sasuke estaba aquí me tranquilizó un poco. Estando en el hospital las pesadillas no eran tan fuertes, y sintiendo su presencia me ayudó demasiado.
Cuando volví a despertar por la noche, Sasuke no estaba a mi lado y el pánico creció en mi interior. Intenté tranquilizarme tras buscarlo con desespero por toda la habitación, me topé con su casco y mochila del otro lado, eso me ayudó a serenare un poco. Él no iría a ninguna parte sin sus pertenencias.
Decidí cerrar los ojos y centrarme en mis respiraciones. No debía sentirme ansiosa, pero después de unos minutos me di por vencida y abrí los ojos dirigiendo mi vista a la ventana, un florero reposaba con un hermoso girasol, me pregunté quién lo habría puesto.
Mi necesidad biológica pronto llamó y me frustré. El doctor dijo que podía caminar apoyada del soporte de intravenosa, así que con extremo cuidado jalé el soporté por el lado izquierdo, reuniendo todas mis fuerzas, fui sentándome con lentitud haciendo toda clase de muecas. Cuando por fin logré sentarme, dejé escapar una respiración plagada de quejidos pequeños ¿Por qué dolía?
Toqué sobre la bata los puntos sobre mi piel, vagamente me pregunté como se vería la cicatriz, no me importó demasiado. En realidad, intentaba no pensar demasiado en los eventos sucedidos tales como que fui secuestrada, casi asesinada por mi exnovio demente que sin duda alguna perdió la cordura en su último momento; o sobre el estado de salud de Tenten, nadie quería darme información y las sospechas de los motivos cuales se me negaba saber, los escalofríos y pánico inundaban mi ser, así que de momento evadía esas cuestiones.
Bien decían que el cerebro bloqueaba sucesos traumáticos. En este caso, yo misma intentaba no pensar en ello.
Justo cuando iba a levantarme, la puerta se abrió y apareció Sasuke sosteniendo un vaso humeante, evidenciando que fue tras su café. Al verme sentada se exaltó un poco y rápidamente caminó a mí.
—¿Qué haces sentada? —preguntó apresuradamente, dejó el vaso sobre la mesita y se aproximó frente a mí—. Deberías recostarte, la herida aún no cierra.
Jamás pensé que diría esto frente a él, pero la vergüenza ya no tenía sentido en estos casos, eso lo aprendí de cuando cuidaba a mamá en el hospital.
—¿Dónde está Karin? Necesito ir al baño...
Entendió de inmediato y asintió, comprensible.
—Regresó al departamento a buscar ropa, no debe tardar en llegar, se marchó hace una hora —dijo mirando su reloj. En ese momento me percaté de que no traía sus características pulseras de cuero, observé disimuladamente su otra mano y la vi descubierta, los rastros de sus cicatrices también—. ¿Necesitas que llamé a una enfermera?
Negué de inmediato.
—Sólo... está bien si me ayudas a levantarme, puedo ir por mi cuenta —aseguré muy convencida disfrazando mis dudas.
Me observó por unos segundos antes de suspirar y agitar un poco la cabeza.
—Claro —noté cierta ironía divertida en su voz.
Entonces ¡Se agachó y me tomó por las piernas y los hombros, cargándome entre sus brazos!
—¡Sa-suke! —jadeé entrecortadamente. Sus movimientos fueron suaves y gentiles, pero a la vez rápidos sin darme la oportunidad de negarme—. ¿Por qué hiciste eso? ¡Puedo caminar!
Sonrió inocente.
—Sé que puedes, pero quiero evitarte el esfuerzo. Sólo jala el soporte.
Y así, se dirigió al baño privado de la habitación. Desde sus brazos me di la oportunidad de observar más allá de la camilla, parecía una habitación de hotel que el de un hospital, me pregunté si acaso era una habitación VIP o algo por el estilo ¡Incluso había una televisión!
No pude concentrarme mucho, ya que la sensación de los brazos de Sasuke alrededor de mi cuerpo no me dejó procesarlo rápido. Inconscientemente me acurruqué en su pecho, aspirando su suave aroma, una colonia que acariciaba mi garganta y recordé como su favorita. Desde aquí contemplé parte de su cuello largo, su nuez de adán de dónde surgía su ronca y varonil voz, su quijada firme de piel tersa y de aspecto fuerte.
El viaje al baño duró mucho menos de lo que me gustaría, con maniobras logró abrir la puerta. Una vez dentro se quedó en medio del baño, yo mantuve mis ojos cerrados disfrutando de su calidez, pero al no sentirlo moverme, abrí mis ojos y alcé la vista descubriendo que me observaba desde arriba. Cuando nuestras miradas se cruzaron, me sonrió suavemente.
Sus ojos preguntaban silenciosamente: "¿Disfrutas la situación? Porque yo sí".
O en verdad estoy delirando, o mejoré en leer sus pensamientos.
Reconsideré la primera opción.
—Ya puedes bajarme.
Me pareció ver una pequeña mueca de inconformidad en su rostro, sus manos me apretaron suavemente por un momento ante de bajarme con delicadeza. Me ayudó a apoyar mis pies sobre el azulejo y jaló el soporte a un lado para evitar accidentes.
—Estaré del otro lado de la puerta —dijo, y pareció dudar un poco. No pasó desapercibido ante mis ojos como escaneaba la habitación y reparaba del cepillo de dientes, el espejo e incluso de los ganchos de las intravenosas.
El miedo que atravesó su rostro me punzó el pecho.
Agarré de su mano y la apreté ligeramente, dándole un poco de seguridad ante el recuerdo de esa noche en que casi seguí los mismos pasos que él cometió años atrás. Comprendí su miedo por dejarme sola con esos antecedentes, y me arrepentí profundamente de mis actos impulsivos y llenos de desesperación.
Si en ese momento me hubiera detenido a pensar en que sucedía si sobrevivía y las consecuencias en Sasuke... no, incluso si lo sabía, tenía la certeza de que él no se acercaría a mí. Pero aquí está él, con esa mirada llena de dudas.
—Yo... no haré nada. Lo... Lo prometo —me costó trabajo decirlo, no porque no creyera que la tentación me ganaría, más bien, el prometerle a él. ¿Cuántas cosas le prometí en el pasado y jamás cumplí?
Una vez mamá dijo: no prometas cosas que no vayas a cumplir.
Pero esta vez lo haría.
Su preocupación se disipó de inmediato, y confió en mi una vez más. Asintió, pero aún así dijo que estaría esperando a que lo llamara y se marchó. Seguramente esperaría un tiempo considerable, y si no salía, vendría por mí.
Así cómo siempre lo ha hecho.
BUenoooo aquí la segunda parte del capítulo, iniciamos bravas con ver una de las facetas de Ryu, es humano después de todo, y Fugaku como su único amigo estuvo para él en su momento de desosiego.
Este capítulo me pareció necesario conforme la relación de ambos con sus padres, el momento justo en restaurar/comenzar sus lazos fraternales que estuvieron ausentes por muchos años *llora* todo es bello. Si Mebuki hubiese vivido serían más felices *sigue llorando*
Conforme a Sakura, aún persisten las dudas, pero verán que no será por mucho tiempo. Esta vez Sasuke luchará para hacerle recuperar la confianza en que la ama y no se alejará de ella, no está dispuesto a perderla de nuevo. Y se preguntarán ¿Cómo rayos serán? Quedan pocos capítulos, sí, pero recuerden que Sakura sólo está renuente porqué, a pesar de que Sasuke dijo que la perdonó, aún no lo cree. Ya él demostrará lo contrario
Y al spoiler que les mencioné sobre el capítulo final es: se cumplen sueños/metas.
Sí muy ambiguo el spoiler, pero dije una frase o palabras (¿ ahaha no les quiero arruinar la sorpresa, así que sean pacientes.
-Esta ficker se siente triste porque estamos a pocos capítulos de terminar este fic, y es uno de los más queridos para mí. Así que no puedo evitar sentirme nostálgica.
En fin, ya saben, el siguiente capítulo no tiene fecha de venida, así que estaré avisando cuando ya tenga la certeza de que lo tengo listo para publicarlo. Si tengo unos spoilers los estaré posteando en el tablero para saciar su curiosidad.
¡Nos leemos pronto!
Alela-chan fuera.
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