|39| Serendipia

Sakura
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—Eres una maldita ¿¡Cómo pudiste decirle eso a Sasuke!?

Incluso yo sé lo desgraciada que soy. Una terrible persona ¿Cómo pude dañar a mi persona amada?

—Lo rompiste. Destruiste su corazón.

Lo hice, y cuánto me arrepiento de haberlo hecho. Había otras formas, pero la desesperación me cegó.

—¡No tenías ningún derecho en lastimarlo!

¡Lo sé, Ino! ¡No tienes porqué repetirlo!

—¡No mereces su amor!

¡Sé que no lo merezco!

—¡Por eso la vida te lo pagará con creses! ¡Todo el daño que haces se te revertirá!

Cierto... la vida me lo cobró con mamá...

Mamá está muerta.

Abrí los ojos sintiéndome ahogar con mis propios gritos, me senté rápidamente en la cama tratando de regular mi errática respiración. Tocándome el pecho sintiendo mi corazón latir frenético, sentí mis lágrimas acumularse en mis ojos y gemí audiblemente presa del pánico. Mi mente era un caos, un desastre y mi vista nublada no capto más allá de mis manos temblorosas.

Las contraje en mi pecho sintiendo las terribles arcadas, me moví por la cama fallando en los cálculos y terminé en el suelo. Si no fuera porqué metí las manos mi rostro hubiera rebotado sin contemplaciones. Mis propios lloriqueos me asustaron ¿Por qué dolía tanto?

¿Por qué quería sentirme bien? Mamá está muerta y Sasuke no...

—Sakura.

Di un respingo ¿De quién es esa voz?

Mi visión no era buena, pero el frío que sentí en mi cuerpo fue consumido por una calidez amena. Unas manos me tomaron mis hombros y las rodillas, eran gentiles pero firmes. Intenté enfocarme ante el tacto familiar, me parecía un sueño irreal imaginar las posibilidades de que Sasuke estuviese aquí. Entonces cuando vi su rostro todos los recuerdos que nos involucraron a los dos golpearon mi mente como un balde de agua fría.

Todo lo que sucedió... ¿No fue un sueño?

Me pregunté si acaso lo que estoy viviendo ahora era una mera fantasía producida por mi propia desesperación, si fuera así estaría dispuesta a sumergirme en la seguridad que me brindaba con su mirada llena de consuelo. Sus ojos negros me observaron consternados mientras me transportaban a la cama y toda pesadez en mi estomago se disipó.

No le quité la mirada de encima, esperando que en cualquier momento se desvaneciera. Quizás logré tomarme las pastillas y esto fuera un sueño antes de morir.

Pero Sasuke no desapareció por los siguientes segundos que me observó en silencio antes de hablar demostrando su preocupación.

—¿Te encuentras bien?

Sólo entonces supe que era real.

Él está aquí, conmigo.

No lo merezco. No lo merezco.

De nuevo las lágrimas nublaron mi vista y apreté los labios.

—Tú- Tú... —murmuré incapaz de seguir hablando—. Sigues aquí...

Él me dirigió una mirada triste, extendiendo sus manos y acariciar mi cabeza.

—No me iré a ninguna parte.

Lloré en sus brazos en desconsuelo con sentimientos encontrados. Estaba tan feliz de tenerlo a mi lado por unos instantes, pensando egoístamente que sus brazos eran el refugio más cálido del mundo; pero también la tristeza me atrapó en la cruda realidad: mamá seguía muerta y jamás regresaría.


Volví a despertar más tarde, y supe que transcurrió el tiempo al fijarme por la ventana. La primera vez las cortinas obstruían la vista, pero ahora dejaban entrever un cielo nublado y tenues gotas deslizándose por el cristal. Me quedé en cama, envuelta en sábanas observando el camino de las gotas sin querer pensar en nada en particular, lo cual supe que no sería posible cuando el primer pensamiento atravesó mi mente.

Tendría que levantarme y distraerme.

Sólo cuando logré ponerme de pie y detallar mi habitación me pregunté por Sasuke. ¿Se habrá dado cuenta por fin a quién consoló y ser marchó?

«Yo... no te odio»

Detuve mi andar, observando mi tenue reflejo por la ventana.

«Jamás podría odiarte por más que me hieras»

¿Son ciertas esas palabras o fueron dichas en un intento desesperado a que no cometiera una locura?

«Sakura... Te amo»

Cerré los ojos fuertemente.

No merezco ese amor después de lo que hice.

Controlé mi respiración y deslicé mi rostro a la cómoda en busca de mi celular para ver la hora. Las cinco de la tarde... ¿Dormí demasiado tiempo? Suspiré apretándolo contra mis manos y luego lo lancé a la cama ignorando las llamas perdidas de Karin y Sasori, tendría que enfrentarme a ellos si ya se encontraban en casa.

Pensé seriamente en no salir al pasillo y quedarme encerrada por el resto del día en mi habitación, pero solamente sería atrasar los inevitable: seguramente saben lo que intenté hacer anoche; Sasuke le informaría al respecto, estaba segura.

Y, por más que deseara quedarme en la comodidad de mi habitación, reuní las apenas ganas de caminar y me apresuré lentamente a la puerta. Enfrentar pronto mi desastre sería lo sensato, así podré encerrarme en mi habitación a dormir. Por hoy sería lo único que haría, ya mañana sería otro miserable día.

Alejé muchos pensamientos que me incitaban a volver a mi habitación y querer morirme ahí mismo, con mucho esfuerzo y montones de palabras retenedoras mentales, logré llegar al borde del pasillo y la sala. Bastó a que esforzara mi oído para enterarme que no estaba sola, y una voz extraña se extendiera frente a mí.

—¿Es necesario que tú lo hagas? —Guardo silencio escuchando atentamente, estaba a espaldas de mí con una mano apoyada en su cintura y la vista al frente—. Comprendo... Sí, tienes razón. Siendo el caso, por favor, comunícate con él.

Era Sasuke quién hablaba. Sentí algo cálido en mi pecho al escucharlo hablar, parecía irreal y emocionante al mismo tiempo. No es cómo me lo imaginé, su voz era profunda y grave que por un momento me dejó atrapada, como si acariciara su lengua y diera un efecto hipnotizante a quién lo escuchara.

«Sakura»

Mi nombre en sus labios me causó consuelo y felicidad, aunque fuera efímera.

Permanecí absorta en ese pensamiento que, cuando me di cuenta, Sasuke estaba casi frente a mí mirándome con preocupación. Había terminado la llamada.

—¿Ya no te sientes mareada? —me preguntó.

Parpadeé intentando enfocar y ordenar mis pensamientos. El hecho de que Sasuke estuviera frente a mi desconectaba mis sentidos. Me dediqué con momento el contemplarlo envolviéndome con ese característico aroma a lavanda que desprendía había soñado con él tantas veces, sus ojos negros serenos me enfocaban y hacían la misma pregunta que sus labios. De pronto recordé el beso que me dio y me pregunté si fue real. ¿Lo fue? Si le preguntara ahora ¿Me daría la respuesta?

Agaché la cabeza un poco y desvié los ojos.

—Me siento estable —preferí decirle.

El "estoy bien" se siente amargo en la punta de mi lengua, y él no merecía que le dijera más mentiras. Mientras tanto, estaba alucinando que en verdad siguiera aquí.

—¿Tienes hambre? Te vendría bien comer un poco —dijo.

Alcé la vista y lo observé entre mis pestañas, no se movió de enfrente y sus manos estaba al aire con un ademán de querer tomar mis hombros, pero sin atreverse, como si temiera que su tacto me fuera a romper. La parte egoísta de mi mente deseó ese toque, sin embargo, tuve que disipar ese pensamiento, no tengo permitido ser egoísta con él. No después de todo el sufrimiento que le cause.

Asentí a media y me dirigí a la cocina en busca de algo comestible no importando que fuese. Me llevé una gran sorpresa al ver los platos servidos con sopa de un olor exquisito que incluso mis tripas rugieron y no di cavidad a sentirme avergonzada, no era el momento pues la impresión opacaba todo lo demás.

Me giré a él con los ojos muy abierto y le pregunté: —¿Tú lo cocinaste?

Sasuke negó con la cabeza y me invitó a sentarme, no repliqué y me dejé caer en la silla deslizada.

—Mamá lo trajo para ti, se fue hace unos minutos.

Oh, Mikoto-san.

Se movió a mi alrededor dejando un vaso humeante frente a mí, detecte el ligero aroma a manzanilla. El aroma era tan familiar para mí, siempre se lo daba a mamá cuando la veía a punto de estresarse.

Entrecerré los ojos al té.

—Bébelo antes de comer —pidió suavemente.

Lo miré de reojo y volví a asentir. No quería ver la preocupación en sus ojos. La incertidumbre de lo que sucedería ahora entre nosotros me pegó en la boca del estomago mientras bebía el té, sea lo que sea lo aceptaré. No importa si en estos momentos se comportaba amable impulsado por la lástima, me devolvió las mismas palabras que le dije en ese entonces. Todo lo que dije fue una vil mentira, el daño ya estaba hecho y no había vuelta atrás.

Bebí rápido y lo dejé a un lado observando el plato frente a mí y pronto me parecía enorme a falta de mi apetito. Sasuke se sentó a mi lado derecho apoyando las manos sobre la mesa, él no comería. Saber que se dedicaría a verme me causaba un poco de malestar. No quería ser malinterpretara con mi ceño fruncido, estaba feliz y contenta de que él estuviese aquí, pero no quería que el dolor fuera intenso cuando se fuera.

Dolería mucho ¿Cómo lidiaría con eso?

—Come —me ordenó.

Lo miré nuevamente, y tras observar sus hipnotizantes ojos observándome, cedí a sus palabras a cuestas de mi apetito. Rogué a que mi estomago estuviera mejor y di la primera bocanada. Me sentó de maravilla y el hambre se abrió pasos apenas tomé la segunda cucharada. Había olvidado cómo sabía la comida de Mikoto-san, hecha con amor y cariño, como todas las madres.

Tensé los hombros y bajé la cuchara al recordar a mamá. Pensé que estaría decepcionada de mi si estuviera viva y hubiese visto mi intento de arrebatarme la vida. Sin duda alguna, una desilusión.

Continué comiendo bajo la atenta mirada de Sasuke que no dijo nada más y yo me dediqué a ocupar mi boca para no tener que hablar. Lo hice más lento de lo normal, siendo el incremento de mi desesperación y aflicción a la espera de verlo machar.

Incluso al terminar de comer y él lavara los platos sin dejarme hacerlo.

Incluso al girarse a mí y guiarme a mi propia habitación, señalando la puerta del baño.

—Date una ducha, iremos a un lugar —No preguntó si quería ir. Por primera vez escuché su autoridad que no abría paso a replica alguna.

Pero los nervios me estaban matando lentamente, así que no cedí. Permanecí en medio de mi habitación observándolo fijamente, de una forma que seguramente lo alertó e hizo que se detuviera a medio camino a la puerta y girara sobre sus pasos hacía mí. Su expresión serena expresó cierto desconcierto.

—¿Qué pretendes? —le pregunté antes de que él hablara. Apreté mis manos y le lancé una mirada de advertencia al verlo acercarse, retrocedí dos pasos. Si Sasuke se acercaban más dudaba que pudiera soportar su cercanía y bajaría la guardia—. ¿Por qué sigues aquí? Estoy segura que tienes cosas más importantes por hacer que cuidar de la persona que te dañó profundamente.

Entonces Sasuke me dedicó una mirada diferente, una que jamás vi en él: desconsuelo y tristeza, pero no por él, si no por mí. Un profundo dolor que tardaría en asimilar, más tarde podía pensar en ello cuidadosamente. Mientras tanto, necesitaba una clase de respuesta o quizás no, sólo... quería saber.

Saber cómo actuar.

—Agradecerte por detenerme ayer sería hipócrita de mi parte, pero no lo desprecio —continué diciendo rodeando la cama buscando tener algo entre los dos. Quería prometerle que no lo intentaría de nuevo, pero a este punto ya no confió en mi misma para mantener mi palabra, así que cambie de táctica—. Sigo con vida hoy por que te aferraste un momento a mí, pero no tienes que hacerlo hoy. Así que no tienes porqué seguir aquí.

En pocas palabras le pedía que se fuera. El dolor sería menos si desaparecía ya. Le di la espalda en busca de mi propio calor y esperé a escucharlo irse, con los ojos cerrados y la mente turbada percibí el sonido de sus pisadas tan ligeras. Apreté los párpados preparándome para escuchar la puerta de mi habitación abrirse, en cambio, sentí un par de manos deslizarse por mi cintura y di un respingo al sentir una respiración en mi oreja.

—Sí lo que buscas es alejarme, temo decirte que no lo conseguirás —me advirtió, su voz baja llena de seguridad me dejó paralizada. Sus dedos alrededor de mi se apretaron con gentileza—. Y sobre lo que dije ayer, absolutamente todo es verdad. Si necesitas volver a escucharlo para creerlo, no dudaré en decirlo.

—No es nece-

—No te odio —dijo haciendo que diera vuelta a él aún entre sus brazos.

Estar en tal posición trajo un golpe de nostalgia a mi pecho y las lágrimas de nuevo obstruyeron mi vista. Tenerlo de frente era muy distinto a que una puerta nos separara, en esta ocasión detallé cada rasgo de su rostro en busca de indicios de mentira, pero no los encontré. O me oxidé en mi habilidad de leerlo o él lo ocultó muy bien.

—Mientes —murmuré al aire—. ¿Cómo no odiarme después de herirte?

—No miento —replicó despacio.

Me dirigió gentilmente a la cama dónde tomó asiento y tiró de mi para que me sentara sobre sus piernas. En el pasado esta posición me habría avergonzado lo suficiente para balbucear incoherencias y ponerme roja debido a la vergüenza, pero ahora no sentía más que un aire frío en mi corazón quebrantado y el dolor fragmentando cada parte de mi cuerpo.

—No mentiría en algo como mis sentimientos por ti —continuó diciendo mientras me arrastraba con él, manejándome como una muñeca y yo le permití hacerlo ¿Qué más daba si me destrozaba aquí mismo? No tendría diferencia a morir al recibir su desprecio.

Dejé que me jalara hasta tomar mi rostro entre sus suaves dedos, nos observábamos mutuamente. Su rostro se relajó y acercó sus labios a mi mejilla besándola, su aliento pegó en mi piel húmeda por las lágrimas silenciosas que recorrían mi rostro, no me percaté de que estaba llorando sin hacer sonido. La costumbre era fuerte que ni siquiera me inmuté no queriendo albergar esperanzas.

—Y te lo diré de nuevo si con ello me crees. —Sus labios trazaron una línea por mi frente. Cerré los ojos aferrándome a su camisa, respirando pausadamente—. Si escucharlo te hace sentir mejor...

—No —dije con mi voz ahogada—. Detente, no quiero sufrir más, estoy cansada de sentir dolor.

Detuvo sus caricias, sus manos alrededor de mi cintura se ciñeron más y alejó un poco la cara para observarme fijamente, parecía triste.

—¿El que yo te ame te causa dolor? —preguntó desolado.

Mi pecho se oprimió e intenté encontrar las palabras adecuadas.

—Yo no merezco tu amor, no después de dañarte. Quizás... estás confundiendo tus sentimientos por compasión lo cual sería más lógico.

Mi explicación trajo una nueva emoción a su rostro, irritación. Crispó los labios y entrecerró los ojos.

—En pocas palabras —casi arrastró las palabras—, crees más que debería odiarte en lugar de amarte y que confundo la compasión con amor.

—Correcto. —No pudo expresarlo mejor. Ahora se daría cuenta de la verdad él se levantaría y-

Atrapó mis labios apenas pronuncié palabra, abrí mis ojos estupefacta al sentir un casto beso. Lo miré desconcertada y casi al borde de la histeria.

—Yo conozco mejor mis sentimientos más que a nadie —replicó y no tuve valor de contradecirle—. No estoy confundido al respecto.

Desvié los ojos y agaché la mirada.

—Ya te darás cuenta pronto —susurré más para mí que para él.

Lo escuché resoplar y su mano atrapó mi quijada, me negué a encontrarme con sus ojos.

—Ah, Sakura —suspiró. De nuevo mi nombre en sus labios aceleró mi corazón— ¿Qué debo hacer para que me creas? —murmuró a su vez.

Y me besó. Sus labios contra los míos rememoraron el beso de la noche anterior, a diferencia ayer, el de ahora parecía más urgente y necesitado, pero sin llegar a ser desesperado. Al principio me negué en seguirle el ritmo mostrándome un poco renuente, pero al sentir como Sasuke aprisionaba mi cuerpo contra el suyo y su mano se enroscaba en mi nuca impidiéndome que me alejara, sus ojos fijos en los míos esperando el momento en que cediera o esperando convencerme. Fui débil a su encanto y me dejé llevar por completo.

No importaba si él me usaba para calmar sus emociones, lo dejaría usarme. Era lo mínimo que podía permitirle después del daño que cause.

Suspiré contra sus labios y pasé las manos por sus hombros, titubeante ante mis acciones, deslizando sus manos hacia su cuello. Sasuke no me detuvo, al contrario, mordió suavemente mi labio inferior y me miró escondiendo un deseo abrasador, pidiéndome silenciosamente permiso para terminar de invadir mi boca.

Temblé al encontrarme con sus ojos e inconscientemente abrí la boca en protesta, él aprovechó la oportunidad y sentí su lengua buscando la mía. Exclamé por debajo y me separé tratando de no respirar acelerada por su acción. Llevé mi mano a cubrir mi boca y abriendo más los ojos.

—¿Qué...? —murmuré.

Sus ojos brillaron y afianzó mi cuerpo, acercándolo más.

—Dime que sentiste mi odio —dijo en cambio, sus manos se movieron a mi espalda y me acercó a él, ya no había espacio entre nosotros y ningún lugar dónde esconderme—. Dime que percibiste mentiras de mi parte y me iré en este mismo instante.

Abrí mi boca para atropellarlo con mis palabras, pero no salió absolutamente nada. Me prometí a mi misma no volver a mentirle a él, y mi mente reaccionó después que el corazón. Me abrumaron sus palabras y evadí su mirada, girando mi cabeza al costado intentando asimilarlo.

El silencio se prolongó por unos segundos más y pareció sonreír de lado, triunfante.

—No más mentiras entre nosotros —declaró moviendo sus manos sobre mi espalda en un gesto conciliador. Cerré los ojos enfocándome en sus manos y apoyé las mías sobre sus hombros, acercándome a él recibiendo su calor.

De un momento a otro se recostó en la cama conmigo sobre él, siguió con sus caricias y no me importó lo desvergonzada de la posición, me permití sentir su calor y escuchar sus palabras contra mi oreja, recordándome que las mentiras no estaban permitidas. Ese "entre nosotros" abrió pasó a mi esperanza, pero me encontraba asustada en preguntarle qué quiso decir con esa frase y mejor me enfoqué en disfrutar de la sensación.

Casi adormeciéndome, me moví para caer a su lado y sus brazos me enroscaron. Me permití acurrucarme contra él y esconder mi rostro en su cuello, lo escuché reír un poco ante mi actitud y pasó su mano por mi oreja acomodando el mechón suelto que se deslizaba por mi cuello.

—Quisiera seguir acurrucado junto a ti, pero nos esperan en mi casa.

Mi cuerpo que se tensó al principio de la frase se relajó al final, nos incluyó a ambos en la frase. Después de esto no estaba segura de querer que se fuera de mi lado, a esto me refería a que sufriré una vez que se marchara. Mientras tanto, disfrutaría de su compañía.

—Mm... —susurré contra su cuello y me negué a alejarme.

Su risa irrumpió el repentino silencio, tan grácil y ronca.

—Vaya, no imaginé que te volverías así de caprichosa —dijo divertido acariciando mi cuello, provocándome estremecimiento y que alejara mi rostro sólo para toparme con su sonrisa de lado y sus labios sobre los míos. No me resistí y lo dejé ser, él habló entre el beso—. Aunque quisiera descubrir más, estamos atrasados. Será mejor que te bañes ahora.

A regañadientes me alejé de él y me jaló hasta la orilla de la cama dejándome de pie. Me dedicó una media sonrisa y salió de la habitación para darme privacidad. Lo vi irse y parte de mí temió que al salir encontrara la sala vacía, tuve que cerrar mis ojos y respirar profundamente y me dije que no debía pensar en ello, él estaría esperándome.

Busqué ropa abrigadora y me bañé lo más rápido que pude, ignorando el hecho de no encontrarme con nada que fuera punzante y de que la bañera no tuviera tapón. Me estremecí pensando en el extremo que llegó Sasuke ante los acontecimientos de anoche y me sentí culpable al inyectarle esa inseguridad a que no atentaría contra mi propia vida.

Por eso mismo no debía extrañarme no encontrar la secadora en mi cómoda, así que me limité a secar mi cabello con la toalla y pasarme el cepillo con cierta rápides, ansiosa. Busqué mi celular al borde de la cama, me coloqué el suéter morado y calcé mis pantuflas, tuve el reflejo de observarme al espejo para comprobar si mi aspecto era decente, pero me contuve a tiempo. No quería verme ahora mismo.

Salí de mi habitación a rastras y preparándome mentalmente para afrontar a Mikoto-san después de negarme a recibir su ayuda en el panteón, no fui descortés pero tampoco amable. ¿Con qué cara la vería?

—¡Sakura, corre!

Di un respingo al escuchar la voz de Sasuke. Estando al borde del pasillo, ensanché los ojos al ver a Sasuke empujar a un hombre contra la mesita de noche cuál se hizo añicos ¿No era ese el vecino que se mudó el mes pasado en el departamento al final del pasillo?

Los ojos negros de Sasuke me miraron con urgencia y me quedé paralizada por un segundo, sintiendo el malestar en mi cabeza ante la sensación.

No de nuevo.

Miré a la puerta que ingresó otro hombre de traje negro con los ojos fijos en mí, Sasuke lo interceptó a tiempo y tuvieron una riña alejándose de la puerta. Entré en un conflicto tan grande que se dividía en mi preocupación por Sasuke y correr, bastó una mirada que intercambié con él y la respuesta se abrió frente a mí: tenía que correr ya.

Con un nudo en la garganta, salí disparada al pasillo y miré acelerada a mi alrededor recordando el elevador, pero apenas di un paso a esa dirección noté que del elevador salía otro hombre con claras intenciones. Tuve que retornar y dirigirme al otro lado que daban a las escaleras de emergencia, sentí unos pasos unirse a mí y de reojo noté a Sasuke que me dio alcance, jadeando por el esfuerzo.

—No te detengas —me alentó casi sin aliento.

Quise gritar, quise llorar, pero no me lo permití.

Bajamos las escaleras de dos en dos. Sasuke había sacado su teléfono y marcaba un número.

—Ryu ¿Qué demonios están haciendo tus hombres? ¡Se supone que tenían toda el área protegida! —Di casi un respingo al escuchar el nombre. No tuve tiempo de cuestionarme porqué Sasuke le hablaba al padre de Sasori—. Unos hombres irrumpieron el departamento, estamos corriendo al estacionamiento.

Le diré a mis hombres que los auxilien mientras llego. —Escuché la voz de Ryu—. Estoy cerca del área, iré de inmediato.

Cortó acelerado. A dos pisos del subterráneo las pisadas de arriba fueron intensificándose, nos daban alcance. Sasuke agarró de mi mano y me jaló, mis propias piernas comenzaron a entumirse al pisar furiosamente los escalones, pero no me detuve. Constantemente lancé miradas de reojo a mis espaldas, con miedo de ver a quienes nos perseguían.

Afortunadamente llegamos al estacionamiento, abrimos las puertas de cristal y atravesamos la hilera de escasos automóviles más cercanos, justo al pasar el primero escuchamos un disparo a nuestras espaldas. Tensé mi cuerpo y el miedo inundó mi ser ¡Llevaban armas! Al mismo tiempo, otros hombres venían corriendo del otro lado apuntando con sus armas, me llené de pánico al pensar que nos dispararían, pero en vez de señalarnos, apuntaron detrás de nosotros.

Comenzó la lluvia de balas en un santiamén.

—¡Detrás del automóvil! —gritó alguien del otro lado. Inmediatamente lo reconocí como el chico que acompañaba a Fugaku-san aquella vez. Sasuke tiró de mí al costado para protegernos en uno de los automóviles cercanos, justo donde el hombre estaba.

Nos encontramos con él, se escondió un momento y nos miró con urgencia.

—Konohamaru —dijo Sasuke respirando con fuerza—. ¿Qué significa esto? Se supone que no dejarían a nadie sospechoso entrar.

Konohamaru parecía consternado mientras a nuestro alrededor seguían lloviendo las balas, me pregunté cómo podía tener este tipo de conversación estando en medio del peligro.

—Nadie que no viviera aquí ingresó en el transcurso de la noche —informó en sospecha—. Lo único que se me ocurre es que se trata de uno de los arrendadores.

—El hombre que atacó primero a Sasuke se mudó un mes atrás en el mismo piso que el mío —interrumpí su plática y ambos me miraron—. Creo que es extranjero, italiano tal vez, y por lo que sé consiguió trabajo en una fábrica.

—Un italiano —Konohamaru murmuró, y pronto sus ojos se ensancharon—. ¡Maldición, son-!

—¡Sephira! ¡Muévelos ahora! —se escuchó un grito por el comunicador que traía él en la oreja.

—¡Copiado! ¡Cúbrenos! —gritó de vuelta y nos señaló al costado—. Síganme entre los automóviles, los guiaré lo más cercano a la salida dónde estará Ryu en unos seis minutos o menos, mantengan el cuerpo agachado y muévanse lo más rápido que puedan.

Con el miedo recorriendo mis venas, nos movimos juntos como nos indicó. Iba en medio de ambos, Sasuke empujándome cuando lo veía necesario y Konohamaru apuntando y disparando al frente. Mantuve la cabeza gacha y avanzando cuando Konohamaru lo hacía. Pronto se escucharon gritos y la maldición del joven frente a mí, un automóvil derrapar y al alzar la vista por el estacionamiento vi a dos de los hombres que nos protegían tendidos en el suelo rodeados por un charco de sangre.

—¡Mierda! La formación se rompió, escabúllanse entre los automóviles —dijo, aunque no hubiera muchos eran los suficientes para escondernos.

Detrás siguieron disparando. Konohamaru se movió entre la calle principal y con la vista puesta al automóvil del otro costado que nos daría seguridad hasta la salida. Apenas dio un paso al frente y un silbido atravesó el ambiente impactando justo en su brazo, me quedé estática un segundo y reaccioné al siguiente en que lo vi caer al suelo y rodar un poco.

—¡Konohamaru! —grité presa del pánico.

Al mismo tiempo, las luces del automóvil frente al que estábamos parados se encendieron. Lentamente volteé a mi costado sólo para observar un rostro desconocido detrás del volante que me observaron fijamente.

Sucedió en cuestión de segundos: el automóvil avanzó, unas manos me empujaron al frente y un cuerpo fue arrollado con fuerza. Caí de rodillas a un costado de Konohamaru que hacía un enorme esfuerzo para levantarse y yo rodé a su lado. Tan rápido me estabilicé, entre en pánico por saber quién había embestido el automóvil.

—¡SASUKE! —sentí mi garganta desgarrar se al ver el automóvil retroceder un poco y ver a Sasuke en el suelo, temí lo peor ante la sangre que se entendía debajo de él, pero cierto alivio al verlo moverse a un lado con dificultad y emitiendo un quejido. Estaba vivo, estaba vivo.

No dudé en levantarme e ir tras de él, pero un disparo cerca de mis pies me obligó a detenerme, abrí mis ojos y miré a mi costado dónde el automóvil estaba quieto y la puerta abierta, el hombre mantuvo medio cuerpo afuera y me apuntaba con una pistola. Hizo un movimiento con el arma, pronto alguien estuvo detrás de mí atrapándome por la espalda, intenté luchar dándole un golpe por el estómago sin importarme si me disparaban ahí mismo, lo único que quería era acercarme a dónde estaba Sasuke que intentaba incorporarse.

—¡Déjame! —Empujé al hombre que tropezó con sus pies y cayó gimiendo por el golpe en la ingle. Me dirigí a Sasuke y otro disparo me aturdió, ese pasó cerca de mi cabeza. Giré mi rostro justo cuando unas manos atraparon mi cuello, asfixiándome. Llevé mis manos a los brazos que me ahogaban.

Después de eso todo fue relativamente confuso. Fui arrastrada hacia el automóvil e hice todo lo posible con mis pataletas, poco a poco el aire dejaba de filtrar por mis pulmones y mis párpados se cerraban. Escuché el grito de Sasuke exclamando mi nombre, escuché a los hombres hablar entre ellos en un atropellado parloteó casi incomprensible, lo único que capté fue algo sobre la venida de Chenqing y tenían menos de tres minutos para salir con éxito.

Poco a poco cerré mis ojos con el temor a lo que fueran hacerme estos hombres. No eran los mismos que trabajaban con los Hyūga, no, estos eran más brutales. El horror me inundó antes de caer en la inconciencia sin poder evitarlo.

Sasuke
.

—¡Sakura!

Ver el automóvil alejarse con Sakura dentro fue mi límite. A pesar de que el estacionamiento quedó en completo silencio, intenté con todas mis fuerzas levantarme. El cuerpo me pesaba y la sangre escurría por mi cuello producto del golpe en la cabeza, fue suficiente para dejarme una herida. Mi brazo entumecido y adolorido, mi pierna derecha tensa.

El impacto no fue tan grave cómo pensé al principio, quizás el propósito de ese golpe era aturdir a Sakura y llevarla sin mucho esfuerzo, por lo que no fue mortal. Con demasiado esfuerzo logré apoyar una rodilla y sacar mi celular en busca del número de Itachi, el celular cayó al suelo y exclamé frustrado. Más allá, Konohamaru se arrastraba a mi dirección agarrándose con fuerza el brazo.

—¿Te encuentras bien? —me cuestionó observándome de pies a cabeza. Al obtener un asentimiento de mi parte, extendió su brazo sano y me lo ofreció ayudándome a incorporarme a cuestas. Todo mi cuerpo dolía y mi desesperación se volvió palpable.

—Se llevaron a Sakura —dije en voz baja, y me moví a mi propio automóvil con la esperanza de alcanzarlos.

Por detrás, escuché a Konohamaru seguirme y murmurar para sí:

—... Ryu-sama va a matarme.

Lo miré furioso.

Justamente otro automóvil ingresó a prisas por el estacionamiento, tensé mi cuerpo al pensar que eran los extranjeros, pero Konohamaru se tensó a mi lado y maldijo en silencio sin intención de moverse. Entonces el automóvil se detuvo y de ahí Ryu bajó precipitadamente teniendo una espada en mano, observó un momento el desastre y los cuerpos esparcidos en el estacionamiento y luego a nosotros.

—¿Dónde está Sakura? —preguntó peligrosamente.

Konohamaru pareció temblar, yo, en cambió lo ignoré y me dirigí cojeando a mi automóvil.

—Se la llevaron —informó Konohamaru a mis espaldas. Estuve ocupado buscando las llaves en mis bolsillos—. No fueron los Hyūga. Estos, sin duda alguna eran italianos.

Gruñí frustrado al no encontrar las llaves. Me alejé tomando impulso, moviendo mi codo con la vista puesta en la ventana dispuesto a romper el vidrio.

—Sasuke, no seas imprudente. —La voz de Ryu me detuvo, lo miré de reojo. Se colgaba la espada en su cintura y se acercaba a mí después de darle una palmada en el hombro a Konohamaru, Juugo había salido y se encargaba de él—. En estos momentos ya debieron desaparecer entre el tráfico y será difícil saber su ubicación exacta, no los alcanzaremos.

—Siempre tan tranquilo —respondí con ironía girándome a él, moverme comenzaba a doler más después de que mi cuerpo se enfriara—, no tengo tiempo que perder. Acaban de llevarse a Sakura frente a mis narices ¡Se la llevaron de nuevo!

—Veo que saliste lastimado —estimó observándome ignorando mis quejas—. Nos moveremos rápido y aseguraré la zona, no hay muchos lugares que puedan esconderse sin llamar la atención.

—¿Cómo estás tan seguro? —pregunté escéptico aún sin intenciones de avanzar o retroceder.

Ryu entrecerró los ojos e hizo una seña a que lo siguiera, sin otra opción lo seguí cojeando. Otro automóvil llegó por detrás y varios hombres bajaron a prisas, dirigiéndose a los cuerpos sin vida rodeados de sangre, intenté no mirar demasiado. Ingresé junto a Ryu en la parte trasera del automóvil y ordenó a Juugo avanzar, Konohamaru se vendaba el brazo con fuerza.

—¿Sakura tiene su celular encima? —preguntó, y yo asentí.

Después de hacer una llamada y pedir rastreo al número que envío por mensaje —sabiendo que lo más seguro pidió ayuda a mi hermano y su equipo que trabajaban en incógnito—, pude respirar un poco menos tenso, bien, ya estaban buscándola.

Ryu jaló de su espada y entrecerró sus ojos.

—Y respondiendo a tu pregunta —Me habló directamente—. Sospecho que los italianos que los atacaron no son más que los Benedetti.

—¿Quiénes son ellos? —cuestioné intuyendo que no eran más que mafiosos.

—Una familia mafiosa en Italia, los enemigos de antaño mi familia adoptiva de allá. —Por supuesto, pensé con ironía—. Ellos y mi familia adoptiva, los D'Amico, han estado en conflicto desde hace décadas, similar entre los Hyūga y mi clan. En los meses que estuve fuera, acudí a Italia rastreando los movimientos de Hiashi.

Fruncí el ceño al intuirlo.

—Hiashi se alió con los Benedetti —afirmé, y por la mirada que me dedicó Ryu supe que lastimosamente le atiné.

El automóvil se detuvo en un semáforo, y Juugo maniobró para salir del tráfico y pasar por la señalética apenas se puso en verde, acelerando a prisas.

—Ellos harían lo que fuera por perjudicarme, desde que fui acogido en Italia me convertí en una de las fuerzas principales de D'Amico y estropeé muchos de sus planes. Recientemente Alessia, la líder de la familia anunció que sería su sucesor. —La expresión que compuso era indescifrable—. A pesar de que no tengo intención de aceptar, los Benedetti creen que perjudicándome rechazaré el cargo y Alessia reconsiderará quedarse al mando por más tiempo. Eso les conviene a ellos por muchas razones de territorios y tratados de años. Saben que, al ser yakuza, impondré varios ideales distintos. Además, su temor crecerá.

Distraídamente jugó con la espada entre sus manos y me pregunté porqué razón una familia entera de mafiosos italianos andarían detrás de Ryu, buscando derribarlo por temor de sus acciones. No quise preguntar más al respecto. No era algo que me interesara demasiado, mi mente acaparaba la ausencia de Sakura.

Al automóvil se sacudió y me deslicé a la derecha cuando retornó con fuerza en una intersección.

—Hiashi se enteró de que son mis enemigos y no dudó en contactarlos. Estuve expectante estos meses y creando estrategias, y al ver que Neji regresaba de Italia no dudé en seguirlo. Tampoco podía permanecer más tiempo en el extranjero, Aria... necesitaba de mí.

Lo cual tampoco resultó. Mebuki-san murió. Ese pensamiento me amargó, y supe que a Ryu también de una forma más brutal y devastadora.

—Supongo que se enteraron de mi relación estrecha con la familia de Aria.

—Pero, si hubieran querido perjudicarte directamente habrían ido tras Sasori, él es tu hijo —mi confusión fue notoria, vi lo mismo en sus ojos, pero luego una comprensión fría.

Comencé a especular mientras pensaba a gran medida.

—Nadie más que la familia de Sakura y la mía saben que Sasori es tu hijo, y no ha circulado esa información —aseguré con aplomo—. Lo único que puedo pensar es que, al ser aliados de Hiashi, de alguna forma fueran tras Sakura para no perder los lazos siendo los únicos contactos que tienen en japón.

—Suena lógico —contribuyó Ryu sombrío—. No me extrañaría si fuera así, Hiashi no supo de los planes de Neji todo este tiempo. Seguramente apenas arribó a la ciudad se enteró de las andadas de su hijo y envío a los italianos a terminar de una vez por todas con el trabajo. Tendría una forma de llamar mi atención para llegar a un acuerdo y a su vez complacer a su hijo.

Seguíamos avanzando y por la ruta noté que íbamos a mi casa. Ryu leyó mis pensamientos y dijo que veríamos a Itachi y su equipo ahí mientras se ocupaban de rastrear el celular de Sakura. Entonces en medio de nuestra conversación sonó su propio teléfono, observó el número con cierta desconfianza y contestó, poniendo la alta voz.

Nicolas, per quanto —dijo una voz hablando en italiano. Noté que Ryu fruncía el ceño—. Dovresti sapere il motivo della mia chiamata.

Leonardo —respondió Ryu en el mismo tono y acento—. Dov'è la ragazza che i tuoi uomini hanno rapito?

Y se desarrolló una plática de la cual no comprendí ni una palabra. Pero por la expresión de Ryu no fue nada agradable, al cabo de unos dos minutos su conversación culminó. Vi su impulso se apretar el celular conteniéndose a tiempo, en cambio acarició con aire distraído la empuñadura de su espada.

—Sasuke, irás al hospital a que te suministren un medicamento para el dolor —dijo, y no fue una sugerencia. Quise replicar y me dirigió una mirada letal con sus potentes ojos verdes. Este hombre, por más que intentara intimidarme nunca lo conseguía, le devolví el gesto—. No discutas, iré a negociar la libertad de Sakura.

La sangre se me heló. En pocas palabras: estos hombres no eran como los Hyūga que jugaban con sus presas por mucho tiempo.

Los italianos eran más audaces y brutales.

—¿La mafia italiana es más cruel que los yakuza? —cuestioné en su lugar.

— Al contrario de los yakuza, los italianos tienen códigos de honor —dijo en respuesta sacando unos guantes de nudillos del interior de su chaqueta—. Varias de estas involucran a las mujeres: no codiciarás a la mujer de otro, respetarás a tu esposa, tener tiempo disponible para ella y cosas así. Por eso digo que los Benedetti están dispuestos a todo con tal de quitarme del camino, están rompiendo varios códigos lastimando a alguien de mí mismo círculo.

» En realidad, algunas familias tienen negocios de tráfico de personas y burdeles, el código se aplica para las mujeres dentro de la mafia. Es un muy hipócrita ¿No lo crees? —preguntó apretando los guantes, no esperó mi respuesta y continuó—. Los Benedetti son conocidos por tener diversos burdeles y traficar droga. No voy a subestimarlos ahora, no cuando se han llevado a Sakura.

Todos esos datos me dejaron preocupados mientras me adentraba a urgencias en busca de Anko, por más que quisiera interferir tuve que aceptar a regañadientes que estas circunstancias me superaban, pero eso no que quería decir que no haría hasta lo imposible para recuperar a Sakura. Mientras tanto, tendría que confiar en que Ryu sabría manejar la situación de momento, hablando de un par de horas quizás.

Por el momento, hablaría con mi hermano y le expondría la situación. Aunque Itachi fue mandado a descansar y lo despojaron de su placa y arma como castigo, seguía activo en incognito con toda su unidad —que también fueron despojados— y se mantenían entre las sombras, sedientos de desmantelar la corrupción de la policía que se alió con el clan Hyūga por intereses propios.

POVS NORMAL

Ryu consideraba que la estupidez es un rasgo con el que todos los humanos nacen. En su tiempo él también fue un adolescente estúpido que no midió las consecuencias de sus actos y se involucró con los yakuza. Si hubiese sabido que tomar la mano de ese hombre que lo sacó de la celda le ocasionaría un futuro así, habría preferido morir de inanición como su destino lo dictaba.

Sí, una mera estupidez.

Por eso creía que Neji abusaba demasiado de esa estupidez e imprudencia. Mira nada más que llegar tan lejos para tomar de aliados a los italianos asociados con su padre para atrapar al motivo de su obsesión insana: una chica de pueblo cuyo error fue enamorarse de él en su momento.

Sus ojos verdes yacían puestos en el mismo chico que estaba a un costado de su padre, Hyūga Hiashi, con su semblante indiferente y pedante como de costumbre. Ambos jefes se miraron por unos segundos antes de ser interrumpidos por la entrada de un tercero que Ryu conocía tan bien como a los Hyūga.

El hombre rubio de barba y ojos azules se adentró a la habitación del hotel seguido por un hombre que venía casi arrastrando a Sakura que, para su alivio, estaba consciente. Sus pasos eran rápidos y torpes, enredándose entre sí, pero su mirada destilaba tanta furia e ira contenida cuando dio un vistazo a su alrededor y notó la presencia de Neji.

En cuanto sus ojos se cruzaron, pudo notar casi el alivio instantáneo en el otro par de ojos. Silenciosamente le prometió que la sacaría de este embrollo, esa chica no tenía que haberse envuelto en estos problemas, debería estar en casa resguardada de la lluvia con Sasori y Karin pasando el luto por la muerte de Aria. Si estas no fueran las circunstancias, Ryu se habría unido a su hijo y a sus dos hermanas en el luto.

Pero helo ahí, rescatando a uno de las hijas de su gran amor. Después de todo le prometió a Aria que cuidaría de ellos hasta el último aliento de su vida, y cumpliría esa promesa. Además... ver la desesperación de Sakura y el miedo ceñido a su cuerpo fue suficiente para él y su instinto de protección saliera a flore. Independientemente de todo, estimaba a la chica, así que haría lo imposible para rescatarla.

Centró su atención en Leonardo, el líder de la familia Benedetti, tomando asiento en una de las butacas y haciendo un ademán de mano para obtener una bebida. En silencio, pero letal, lo miró mostrando una sonrisa descarada. Ryu lo detestaba profundamente por muchas razones, especialmente porque Leonardo no esperaba oportunidad para perjudicar a su familia en Italia.

—Oh, Nicolas. ¿Desde cuándo no nos vemos cara a cara? —habló Leonardo en italiano dirigiéndose a él. Nicolas, así lo conocían dentro de Italia—. Ya recuerdo, desde que incendiaste uno de mis viñedos.

Ryu no se inmutó. El incendio del viñedo fue una advertencia de hace un par de años, después de eso relativamente no estaban en conflicto, pero tampoco en buenos términos y mayormente se trataban por intermediarios.

—Veo que traes a Chenqing contigo —Leonardo recibió el vaso y fijó sus ojos azules en su espada negra—. ¿Debo tomar esto cómo un desafío abierto?

—El único que desafía eres tú —Sentenció Ryu entrecerrando peligrosamente sus ojos—. Estás rompiendo el código de honor.

—Sabía que invocarías el código de honor —dijo Leonardo tomando un sorbo—. Pero la cuestión aquí ¿por qué invocarlo ahora? Sabes... tengo unos amigos peculiares que están ansiosos de despojarte.

Esta última frase cambió a inglés señalando a Neji y Hiashi que estaban callados. Ryu les dirigió una mirada letal que fue respondida por una sonrisa engreída y otra de indiferencia. Regresó a Leonardo.

—Estás involucrándote en peleas que no son tuyas.

—Se volvieron mías cuando no haces más que interrumpir —le retó Leonardo—. ¿Debo suponer que vas por el mundo imponiendo los ideales de los antiguos samuráis que defendían al inocente y abrazaban la justicia? A este paso serás el enemigo de todos los mafiosos del mundo.

—El mundo no es negro ni blanco, son escalas grises —contradijo Ryu avanzando unos pasos en advertencia—. Nadie es completamente inocente, pero si puedo crear un entorno seguro para mis aliados y familia, estaré dispuesto a todo.

Incluso a convertirse en una persona sin escrúpulos que no duda en apuntar el arma a una persona que amenaza a su familia o rebanar cabezas con tal de no permitir cabida a que sus seres queridos obtuvieran un rasguño de la mafia. Convertirse en el villano de su propio círculo y no abandonar sus propios ideales, moverse sin arrepentimientos en el futuro.

Alguien tuvo que sacrificarse, y lamentablemente le tocó a él hacerlo.

—Familia, uh... —murmuró Leonardo dejando el vaso a un lado e incorporándose de su asiento para acercarse a Sakura que seguía arrodillada en el suelo con la boca amordazada y escuchando atentamente su plática. Ryu no dudó en que comprendió todo—. Si dices que harías lo que sea por tu familia ¿Qué harías por esta chica?

—Si insistes tanto en romper el código de honor no me dejarás otra opción que avisarles a las otras familias —amenazó Ryu llevando una mano al mango de su espada—. ¿O prefieres tener un juicio silencioso en su lugar?

Leonardo sonrió y se giró a él lanzando una risotada.

—¡Vaya, en verdad el temible Nicolas D'Amico no tiene escrúpulos cuando se trata de salvar a su hija!

¿Hija? Ryu frunció el ceño, supuso que los Benedetti confundieron a Sakura como su hija, lo cual no era más que peligroso, corría más riesgo tener esa posición, así que se apresuró a corregirlo.

—Ella no es mi hija, pero es parte de mi la familia por sangre de mi difunta esposa —rebatió.

Vio los ojos de Sakura enfocarse a él abriéndonlos enormes al escucharlo referirse a Mebuki como su esposa.

Leonardo lo miró arqueando una ceja y miró a los Hyūga, interrogante.

Entonces la escandalosa risa de Neji irrumpió el repentino silencio. A Ryu le colmó la paciencia y estuvo a nada de desenvainar su espada y enfrentarse a todos, ya había contado las armas a su alrededor, si de movía correctamente llegaría primero a Leonardo y el otro hombre, y Juugo se encargaría de los Hyūga. Pero tuvo que reprimirse al recordar a Sakura y el peligro que la envolvía.

Su mirada destilaba un silencioso: "¿Qué es tan gracioso?" captado por Neji que dejó de reírse y mantuvo su sonrisa, a su lado, Hiashi entrecerró los ojos y una mueca de suficiencia adornó su rostro.

—Ryu, permíteme cuestionarte ¿Me crees estúpido para caer en las maquinaciones de mi hijo y raptar a una chica sólo por su capricho?

—Lo creo —respondió sin pelos en la boca.

Hiashi frunció el ceño, pero retomó su sonrisa. Un gesto que no le dio buena espina.

—Cuán equivocado estás —Neji interrumpió—. ¿Acaso no lo sabías?

—¿Saber qué? —A Ryu le estaba irritando las vueltas que le daban.

—El verdadero origen de Sakura —señaló a la chica que seguía observándolos como si hubiese quedado sin aire—. ¿Crees que todo este tiempo mi obsesión por ella se basa en mero amor? ¿En un simple capricho de tenerla a mi lado? Por supuesto que deseo tenerla para mi por completo, pero no es simplemente eso. Ella es nuestro boleto de salvación para protegernos de ti.

Ryu entrecerró los ojos y una idea surcó su mente llevándolo a la impresión e incredulidad. Se quedó petrificado en su lugar, giró lentamente hasta quedar frente a Sakura que parecía tener la misma idea que él eclipsando su mente. Ambos pares de ojos verdes se miraron mutuamente y aguantaron a su vez sus respiraciones mientras que Neji volvía a reírse y Hiashi habló con aplomo:

—Ocho meses después de tu huida, Mebuki dio a luz a una niña —dijo Hiashi destilando cierta diversión frívola en su voz—. Una niña que Kizashi despreció desde el primer momento porque sabía que no era sangre de su sangre, una niña que prometió odiar por el resto de su vida por tener la sangre de su más grande enemigo.

Ryu no podía hablar, sintió que el tiempo a su alrededor se detenía mientras observaba ese par de ojos tan... tan parecidos a los suyos. Tan idénticos como dos gotas de agua. Y Sakura jadeó casi desesperada e impactada por lo que estaba escuchando.

Hiashi continuó hablando pasando por alto la impresión de ellos.

—Sakura es tu hija biológica.

Una sorpresa para padre e hija que hasta ese momento ignoraban sus lados.

—Mi hija...

Lastimosamente para Ryu, sabía que los Hyūga no mentían. Varias piezas e incógnitas de años se abrieron paso en su mente y se respondieron por sí solas: la mirada urgente de Tsunade cuando salió de la habitación que resguardaba a Mebuki y decidiendo guardar un secreto; la desesperación de Mebuki la última vez que se vieron hace diecisiete años antes de separarse, prometiendo que se encontrarían pronto; el desaliento de Mitsu cuando creyó que Mebuki estaba muerta. El hecho de que Hiashi se tomara tantas molestias y Kizashi no dejara ir a Sakura a pesar de odiarla...

Era un hecho. Después de todo, Aria ocupó el nombre de su poema favorito del libro que le regaló cuando se embarazó de Sasori, y que incluso no sabía de qué era el padre de esa criatura.

Se lo puso a una hermosa joven: la hija que tuvo con Mebuki.

Esa misma joven que se veía impactada y helada.

La joven que prometió proteger aunque le costara la vida.

Antes que nada: TA POTENTE EL ASUNTOOOOOO

*insertar aquí sus: ¡LO SABÍA, LO SABÍA!

Hola hola! Antes que nada me disculpo porque ayer dije que iba a actualizar, pero tuve un problema y no pude tener mi computadora para poder actualizar. Pero lo prometido es deuda por eso les traigo el último capítulo de este 2021.

Este capítulo fue un lleno de emocioné, observando desde Sakura una interacción con Sasuke que está dispuesto a perdonar e inicial. Y Sakura, esa chica si que tiene mala suerte. Pero lo más impactante fue saber que por fin se confirmó la teoría de Sakura es hija de Ryu.

-risas malévolas-

Por otro lado, debo informarles que - aproximadamente- quedan 7 capítulos para el final de este fic - lloro - puede variar el número, pero ese es una aproximado. ¡Ya no queda mucho! Gracias a todos sus votos, comentarios y leídos, me da alegría saber de su apoyo. En fin, debo irme que me estoy durmiendoooo

Nos leemos pronto, feliz navidad y próspero año nuevo.
¡Alela-chan fuera!

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