|38| Camino errante
Cuando aparezca —"Así mero". Es que Sasuke está empleando lengua de señas.
Advertencia: capítulo muuuy largo y un poco fuerte. Así que, si eres sensible ante la mención del suicidio, abstente de leer. Se recomienda discreción.
Una vez dictada la advertencia, pueden continuar.
Sasuke
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El entierro de Mebuki fue un día en que las nubes dejaron que algunos rayos de sol abrazaran cálidamente el desosiego en los hijos que quedaron desamparados ante su ausencia.
Muchas personas —más de las que imaginé— asistieron al entierro. Me vi rodeado de amigos y conocidos tanto de Mebuki como sus hijos. Tantas personas vestidas de negro me sofocaron, no quería imaginar lo que sentía Sakura al estar envuelta en esta aura tan deprimente de personas con rostro tristes y llenos de compasión.
El llanto fue predominante en la mayoría. Mamá hizo un enorme esfuerzo en contener sus lágrimas e Itachi lo hizo con éxito. Por mi parte, me la pasé mordiendo mi labio inferior y suprimiendo mis deseos de ir hasta Sakura. Mi presencia cerca solamente le afectaría en estos momentos y lo que menos quiero es traerle más tormentos.
La observé toda la ceremonia. A dos días después de la noticia, su rostro que antes de por sí era triste, se volvió una capa de frialdad absoluta. Sus ojos verdes que una vez estuvieron vivaces se encontraban carentes de emociones. No había nada, ni dolor, ni tristeza, ni agonía. Completamente estática y la única muestra de que se movía era que se aferraba fuertemente al brazo de Ryu representando perfectamente a una muñeca o Kiba que ocasionalmente se encontraba su lado.
Una carcasa vacía.
No derramó ni una sola lágrima después de esa noche, y si lo hizo, no fue frente mío. Pero incluso de encontrarme con Naruto que llegó una hora después de la desgarradora noticia y le hiciera compañía, me aseguró que su prima parecía estar en un trance y no fuera capaz de soltar más lágrimas.
El saberlo me dejó un nudo en la garganta y un sabor tan amargo en la boca.
¿Tanto sufrió para no ser capaz de llorar la muerte de su madre?
Incluso mientras la tierra bañaba el ataúd y el llanto de Karin se intensificaba, cuando las nubes cubrieron el cielo dando una gentil sombra que apenas se percibió entre las emociones agitadas; después de que las personas fueron dispersándose tras dejar sus condolencias y el entorno iba quedándose vacío conservando a los más allegados que contemplaban la placa con el nombre de Mebuki.
Incluso en ese momento en que ningún desconocido estuvo cerca, Sakura no lloró.
Fue mucho peor.
Gritó silenciosamente con sus ojos agitados y labios apretados sin apartar la vista de la tumba, sin soltar a Ryu que parecía expresar las mismas emociones, a diferencia que su rostro permanecía en una tristeza mortal, por lo menos mostrando algo.
Y fue lo último que vi ese día cuando partí alejándose de ella, no nos dirigimos una mirada, y me recriminé por ello los días posteriores.
Una semana transcurrió tan rápido como un parpadeo, apenas fui consciente de ello al llegar a casa después de visitar el orfanato y encontrarme con mamá a punto de marcharse acompañada de Izumi, les hubiera restado importancia asumiendo que se trataba de una tarde de suegra-nuera si no fuera porque el sentimiento lúgubre aún rodeaba a mamá.
—¿Podrías llevarnos al panteón? —Me preguntó después de su habitual recibimiento.
No me negué, manejé en silencio hasta la florería que me indicó. Permanecí en el automóvil mientras fueron a buscar flores frescas; cerré los ojos y recargué la cabeza en el respaldo intentando encontrar un poco de paz.
Los pensamientos y emociones eran un recordatorio constante en mi mente, no había día en que no pensara en Sakura y sus acciones. Algunos momentos la ira bullía en mi interior, y otros, mayormente eran plagados por dolor y tristeza al saber parte de los acontecimientos. Era más que claro lo que la impulsó a tomar un camino arriesgado y lograba menguar mi rencor convirtiéndola en algo más que sentimientos negativos. Era inevitable.
Quería plantarme frente a ella y afrontarla de una vez por todas. Dejar en claro nuestros sentimientos, sin embargo, la reciente muerte de Mebuki acaparaba todo sus pensamientos y dolor. Esta vez no quería ser egoísta, por eso mismo me he frenado lo suficiente y lo haría hasta que viese el momento adecuado.
¿Cuándo llegaría ese momento? ¿Podré soportar hasta ese entonces?
—Ah... está nublado —murmuré tras fijarme por la ventana. Las nubes grises se deslizaban perezosamente por el cielo, señal de que pronto llovería, afortunadamente en el maletero traía dos paraguas en caso de que lloviera.
Mamá e Izumi llegaron unos minutos después mientras mi debate interno continuaba. El viaje restante fue llenado por una tenue plática de la música que sonaba de fondo y las canciones que estaban de moda en la época de adolescencia de mamá, incluyendo anécdotas de su agitada vida en esos tiempos junto a Mebuki y que eventualmente se serenaron.
Jamás imaginé a mamá como un alma salvaje en plena juventud, lo que me sorprendió de sobremanera.
—Jamás pensé que diría esto: Mikoto-san ¿Cómo dejaste esos hábitos? —inquirió Izumi, agradecí que preguntara ella porque yo estaba a nada de hacerlo.
Mamá sonrió un poco divertida, me alegré que no pareciera tan triste.
—Mebuki era buena influencia para mí —dijo acariciando los girasoles entre sus manos—. Mi padre me restringía demasiado y llegó un punto que decidí llevarle la contraria. Mayormente Mebuki me acompañaba para cuidarme, pero después de cierto altercado dejé de asistir a fiestas y... Fugaku se me confesó y posteriormente me embaracé, en parte el culpable de que me tranquilizara.
Soltó una risa queda, no comenté nada al respecto.
A un par de horas para el atardecer, el panteón estaba un poco solitario. El lugar dónde estaba la tumba de Mebuki era resguardado por las ramas secas de un gran árbol que en primavera seguramente daría las mejores flores; por el momento únicamente daba un aspecto tosco. La tumba más cercana yacía a unos cinco metros, así que había un espacio considerable para ponerse frente o sentarse junto a la tumba, y hundirse en el apenas perceptible pasto. La nieve haría estragos pronto.
Al estar cerca noté la inconfundible cabellera rosada de Sakura, estaba sentada frente a la tumba al estilo indio con sus hombros hundidos y cabeza inclinada. No pude avanzar más, reduciendo eventualmente mi andar dejando que mamá e Izumi siguieran, rápidamente se percataron de mi ausencia y viraron a sus espaldas.
Fue mamá quién habló: —¿Cariño?
—Yo... —Carraspeé llevando mi puño a la boca—. Me quedaré aquí, no quisiera incomodar a Sakura.
Mamá tuvo intenciones de decir algo, pero al final desistió y solamente asintió en entendimiento.
Desde la distancia las observé caminar, ambas llegaron hasta Sakura que al sentir una mano en su hombro dio un respingo demasiado notorio evidenciando que estuvo perdida en sus pensamientos todo ese rato.
Mamá e Izumi se sentaron a sus lados y dejaron las flores en los costados, junto a unas de apariencia fresca que seguramente trajo Sakura. Únicamente vi sus espaldas, sin saber si hablaban entre sí o no, enterándome de poco al no poder escucharlas desde la distancia.
Me quedé junto a un árbol, recargando mi espalda esperando el momento en que Sakura volteara y notara mi presencia.
Nunca lo hizo. Jamás volteó.
En cambio, se quedó tan quieta como una estatua siendo rodeada por los brazos gentiles y acogedores de mamá. También se dejó acariciar su cabello y asintió ante algo que dijo mamá. No fue un encuentro largo, pero si duró la suficiente para que mi corazón dudara en mi propia promesa de esperar a que se calmaran las cosas y así confrontarla. Al darme cuenta estuve a nada de avanzar hasta que noté que mamá e Izumi se despedían de Sakura y se levantaban de sus lugares.
Ladeando un poco la cabeza, logré ver el perfil derecho de Sakura, apenas perceptible a la distancia. Mamá le dio un abrazo, estrujando con ganas y finalmente se despidieron. Sakura regresó a su posición antigua y se quedó ahí, sola.
Titubeé en cuanto mamá e Izumi siguieron caminando hasta la salida, miré sobre mi hombro y agaché la vista para seguirlas recordando mi propia promesa. Pero a cada paso que daba los pies me pesaban como plomo y mis hombros se tensaban.
Y un único pensamiento inundaba mi mente: ¿cómo puedo dejarla sola en su dolor?
Al diablo mis inseguridades, prometí hace tiempo afrontarlas debidamente y no dejarme inundar por sentimientos negativos.
—Madre —La llamé estando a unos metros del automóvil. Ella se giró a verme con esa sonrisa ligera y cariñosa, como si supiera lo que diría—... Le haré compañía a Sakura.
Aunque sus ojos mostraron un poco de preocupación, asintió sin borrar su sonrisa cariñosa. Se acercó a mí y me dio un beso en la frente dándome el valor que necesitaba.
—Ve, cariño.
Sus palabras me alentaron.
—El automóvil...
—No te preocupes, tomaremos un taxi de regreso. Asegúrate de llevar a Sakura a casa, no creo que esté en condiciones de ir sola —pareció preocupada—. Le había insistido en acompañarla hasta casa, pero se negó.
—... Ve sin preocuparte, yo la llevaré.
Regresé en cuanto las vi partir en el taxi, a pasos compasados pensando en las palabras que saldrían de mi boca una vez que estuviera frente a Sakura. Quería expresarle mis emociones y controlar el rencor que recorría mi mente cada vez que pensaba en todo el dolor que provocó en mí, pero estoy consciente que son las consecuencias de sus actos y los míos; lo cual lograba tranquilizarme y hacerme ver la verdad.
No era mi culpa. Sakura me engañó con sus palabras hirientes, pero tampoco hice nada para insistir al percatarme del dolor que expresó en sus ojos en cuanto dijo todas esas mentiras y preferí creerle siendo inseguro de mis propios méritos que obtuve. Preferí creer en la mentira más negra que me han dicho.
Mis pasos fueron más rápidos de los que pretendí, pronto me encontré a unos metros de ella y no había notado mi presencia. Siendo tan silencioso en mis pasos y mi propia respiración a pesar de estar tan nervioso por dentro manteniendo a raya mis emociones desbordantes, no dejé que mi cuerpo lo externara.
Permanecí impune y con decisión acorté la distancia. Fue cuando escuché un sollozo ahogado y me congelé en mi lugar.
—Madre... —Su voz quebrada apretó mi corazón. Sakura se inclinó a la tumba con las manos apoyadas en el suelo, apretándolas sobre el adorno—... Madre ¿Todo lo que hice, mi sacrificio fue en vano?
No hubo respuesta, hasta a mí me dolió el silencio que nos envolvió irrumpido por sus sollozos. No sabía si sentirme aliviado o no de que por fin estuviese llorando, estaba preocupado que se lo guardara para sí porque terminaría explotando dentro de ella.
Sakura negó con la cabeza, misma que agachó y se quedó ahí, unos largos segundos que me debatí su hacerle saber mi presencia o no. Al final, Sakura volvió a hablar, pero sin levantar la cabeza.
—... Sí tan sólo hubiera actuado antes, si hubiera confiado en Ryu-san o me hubiera entregado a Neji mucho antes ¿Las cosas serían diferentes? ¿Aún estaría conmigo? —Y sus preguntas siguieron con un deje de desesperación a conseguir una respuesta que resolviera sus dudas a desenlaces alternativos.
De nuevo el silencio hueco y Sakura apretó los puños y se enderezó con los hombros temblorosos.
—... Entiendo. Incluso se hubiese sido así, nada cambiaría. Quería conseguir paz y no la tendría mientras los Hyūga estén vivos —murmuró—. Pero ¿Y yo...? ¿Qué queda de mí? ¿Con qué fuerzas lucharé si usted era mi impulso?
Exhaló bruscamente y su voz tembló.
—Madre... no soportaré más ¿Por qué me dejaste aquí sufriendo en silencio?
Su lamento resonó en todo el lugar y aprisionó mi pecho una vez más mientras la veía llorar, reclamando entre lágrimas y sollozos nada disimulados.
—¿Qué puedo hacer para ya no sufrir más? ¿Para no sentir mi alma desgarrarse con cada día que transcurre? —Se inclinó lo suficiente para hacerse ovillo en su propio lugar, juntando la frente hasta sus rodillas apretando los puños y su voz bajando de intensidad hasta convertirse en un grito ahogado— ¿¡Por qué no me llevas contigo!?
Mi respiración se atascó en mi garganta y un fuego arrasó mi interior, mis ojos bien abiertos la enfocaron y no pude imaginarme que Sakura estuviera pidiendo 'eso'.
Pidiendo morir.
No...
No.
¡No!
Definitivamente estaba entrando en pánico presa del dolor. Y yo entré en desesperación al pensar que intentara atentar contra su propia vida como yo lo hice en el pasado pensando que era la única vía de escape para aliviar mi dolor.
—Madre, respóndeme... por favor... quiero ir contigo.
Definitivamente no soportaré si algo le sucediera.
Corté la poca distancia que nos separaba y toqué su hombro. Ante el tacto respingó y giró su rostro, al reconocerme sus ojos inundados de lágrimas se ensancharon como si estuviese frente a un fantasma. Las lágrimas siguieron rodando por sus mejillas pálidas y sus labios resecos hasta caer por su barbilla.
Estiré mi mano y las limpié con cuidado mientras tomaba asiento a su lado, no dejó de mirarme como si en cualquier momento fuera a desaparecer.
Y no me iría de su lado. Toda la ira y el rencor fueron disipados al presenciarla tan devastada. Esto era lo que provocaba en mi ser.
Seguí limpiando sus lágrimas con parsimonia. Al cabo de unos minutos pareció caer en cuenta de la situación y apartó la vista sin separarse de mi toque. Mantuve ambas manos alrededor de su rostro y mis pulgares hacían su trabajo con delicadeza, tocaba a una frágil muñeca que se estaba desmoronando frente a la que una vez fue su todo.
—Sa... —Apretó los labios y luego se rio quedamente—. No tengo derecho a pronunciar tu nombre.
Fruncí el ceño al ver desprecio en sus ojos, pero no hacía mí, si no, así misma. Apartó la vista y alejó su rostro de mi toque, no se lo impedí a pesar de que mi corazón se rehusaba a dejarla ir.
Permanecimos en silencio, Sakura observando la tumba y yo observándola a ella.
—¿Qué escuchaste?
Parpadeé un momento enfocando sus ojos no se movieron de la tumba. Intenté decir algo, pero nuevamente las palabras murieron en mi boca y mis manos se movieron remplazando mi voz.
—"Lo suficiente para decirte que no desees cosas que realmente no quieres".
Su rostro se crispó al leer mis gestos.
—¿Cosas que no quiero? —murmuró airada, luego soltó una risa queda y lastimera—. Las cosas que deseo están lejos de mi alcance y tú lo sabes perfectamente.
Su indirecta me tomó con la guardia baja, pero me di cuenta que lo dijo inconscientemente pues siguió hablando, ajena a mi la reacción que provocaron sus palabras. Soltó una risa queda y llena de dolor, la brisa fría inundó mis pulmones que contuvieron un aliento, mientras las gotas cristalinas se impregnaban en su rostro. Una tras otra, y pronto el repiqueo a nuestro alrededor fue lo único que hacía eco entre nosotros.
La lluvia venía en pequeñas gotas gentiles, convirtiéndose poco a poco en feroces. Sakura no dio indicios de moverse después de unos minutos que la lluvia estuviera empapando sus ropas. Tampoco me moví, quedándome a su lado experimentando el escozor en mi propia garganta y mis nudillos apretados.
Coincidí conmigo mismo al ser empapado por completo que, si nos exponíamos así a la lluvia con este clima casi frío probablemente Sakura atraparía una pulmonía. Me moví lo suficiente para incorporarme, dudando un momento antes de inclinarme y tomarla de los hombros. El tacto fue helado y al mismo tiempo cálido, el primer contacto con ella.
Sakura se dejó guiar, pero no me miró en todo el camino al automóvil, a pesar de su insistencia a que tomaría un taxi no dejé que se saliera con la suya. Pronto se encontró en el asiento del copiloto temblando disimuladamente, aferrándose a la tela de su falta con fuerza. Su cuerpo tenso a tomar cualquier oportunidad de salir del automóvil si fuera necesario.
No quiere estar cerca de mí.
Empujé ese pensamiento lejos de mi mente tan pronto como llegó.
Maniobré entre mi asiento y los traseros buscando una chamarra que tenía olvidada. Le di una seca para que se cubriera del frío, apenas me dirigió una mirada antes de tomarla agradeciendo quedamente, pero no se la puso. En todo el camino la tuvo entre sus manos, sosteniéndola débilmente. Lo que hiciera con ella no importaba, sin embargo, me hubiese gustado que se lo colocara para ayudarla a entrar en calor la calefacción del automóvil ayudaba, pero no lo suficiente.
El trayecto a su casa fue silencioso.
La diferencia de la última vez que estuvimos en la misma situación era abismal, en ese entonces Sakura me platicaba sobre el significado de cada flor que conocía, habiendo memorizado una página completa de un libro en la pequeña pero acogedora biblioteca de Konoha. Yo presté atención grabando en mi mente el tono entusiasta de su voz al contarme sobre algo que le fascinaba. Asintiendo a medias en algunas oraciones sin poder contribuir al tener las manos al volante.
Una visión vieja de meses atrás que trajo un retorcijón a mi mente. Y pronto estuve deseando que dijese cualquier cosa, no importaba que fuera.
Solamente quería escuchar su voz.
El llegar al conjunto de departamentos descubrí la entrada al estacionamiento subterráneo recién inaugurado. Aparqué cerca de la entrada y nos quedamos quietos en nuestros lugares. La miré fijamente notando que tenía la mirada perdida entre sus manos, sin prestar atención. Aposté que ni siquiera se había dado cuenta de que ya habíamos llegado.
Un poco dudoso, toqué su hombro. Volvió a respigar de la misma forma que antes y me miró con ojos entrecerrados. Le hice un gesto al frente indicándole que habíamos llegado.
—Oh... —murmuró viéndose con una expresión complicada. Sus ojos viajaron por mi rostro y mi torso, luego sobre la sudadera entre sus manos. Finalmente apretó los labios, y habló sin verme—: Gracias por esto.
Dejó la prenda en los asientos traseros y rápidamente abrió la puerta. Mi desesperación de tenerla un poco más de tiempo me llevó a inclinarme y tomar de su mano, deteniéndola. Se giró a mí sorprendida y a la vez afectaba por mi acción. Miró mi mano y su rostro se endureció.
Oh, aquí vamos de nuevo. Intentará mentir para alejarme.
Su rostro se endureció y su voz fue mortal.
—Suéltame, tú- —Se interrumpió abruptamente. Se debatió internamente y dejó escapar disimuladamente el aire—... deberías regresar a casa.
Entrecerré mis propios ojos teniendo un Déjà vu con la primera palabra, como si el mencionarlo me trajera un trago amargo en la boca. Una escena similar en el café, en guardia mientras intentaba herirme con cada palabra. A diferencia de esa vez, en esta ocasión percibí un tono oculto de desesperación a que la dejara libre y yo me marchara.
Rápidamente ideé un plan para quedarme más tiempo.
—"Necesito que me prestes ropa de Sasori. Estoy empapado".
Al leer mis gesticulaciones, volvió a tener ese gesto complicado. Sus ojos bailaron por todo el estacionamiento casi vació a excepción de tres automóviles a varias plazas más allá. El ambiente casi lúgubre y seco, fuera de eso no había nada más.
Pero sabía lo que ella estaba buscando y mi mandíbula se endureció.
Buscaba algún indicio de peligro.
Me permití pedirle tal favor a que me llevara adentro sabiendo que la seguridad de Sakura yacía resguardada. Ryu no escatimó en esta ocasión y tenía controlado las entradas del edificio desde que la trajo de regreso, no se veía el cambio porque ese era el propósito: pasar desapercibidos si los Hyūga intentaban algo en su contra.
Aunque el mundo parecía paralizado desde una semana atrás.
Sakura detuvo su escaneó percatándose de sus acciones y se compuso rápido, poniendo un gesto tenso y alejándose dijo: —Está bien, es lo mínimo que puedo hacer para agradecerme por traerme.
Accedí antes de que se arrepintiera. Cerré las puertas rápidamente y la seguí manteniendo una distancia de apenas unos pasos. No me puse a su lado para que no se sintiera incomoda. A pesar de saber sus verdaderas intenciones en el pasado en herirme para alejarme de su lado, no conocía a la chica que yacía frente a mí; no sabía de las nuevas heridas que se marcaron en su alma y cuerpo; no sabía del dolor que se fragmentaba en su ser a cada paso que daba.
Realmente no conocía toda su angustia.
Dentro del elevador recordé el primer beso que compartimos. Siguiendo detrás de ella que estaba encogida de hombros, con la ropa empapada y gotas de agua cayendo alrededor, su cabello en mechones largos y pegadas a su cuello. Tuve el impulso de hacerlos a un lado para admirar su cuello y parte de sus hombros, alargué mi mano y a medio camino caí en cuenta de lo que estaba a punto de hacer.
Contraje mi brazo y lo dejé caer a mi costado.
Las puertas se abrieron en un tintineo y una persona yacía frente a las puertas. El hombre apenas reparó en nosotros y nos dio un asentimiento en saludo. Pasamos de largo e ignorando el chasquido de lengua que hizo al ver los rastros de agua esparcidos en el suelo del elevador.
A este punto noté cuanto frío tenía. Mientras me quitaba los zapatos dentro del departamento, observé con cierto encogimiento de mi corazón las pantuflas que Sakura sacó para sí, las misma que eran su adoración. Colocó frente a mí un par negro y se alejó sin decir nada, su descortesía, lejos de ofenderme me resultó normal. Seguramente quería que me fuera rápido estando alerta a que alguien apareciera en la puerta amenazando mi vida.
Me adentré a la sala sin ver a mi alrededor, la ocasión pasada tuve tiempo de sobra para explotar así que me concentré en Sakura que me pidió esperar en la sala y se adentró al pasillo.
La observé irse y mis ojos viajaron a su habitación. ¿Seguirán ahí las fotografías? Paseé un momento por la sala sin prestar atención en particular a las fotografías, intentando que no me doliera ver a Mebuki entre ellas, desplacé la vista a otro lado preguntándome si acaso Sakura la quitaría de ahí para no llorar cada vez que sus ojos se toparan con la imagen.
Y me dije que no sería así. Por más que la hiciera sufrir no lo haría, era su madre después de todo.
La miré fijamente, recordando la promesa que le hice.
Sakura regresó con un conjunto de ropa y una toalla limpia.
—Este le queda un poco chico a Sasori, seguramente te vendrá — dijo, y su voz sonó seria y fría. Sus ojos me traspasaron un momento. Asentí tomando lo que me ofreció, ella cuidó no tocar mis dedos. Luego señaló el pasillo—. Puedes tomar una ducha después puedes irte.
Sí, una clara señal de que no me quería a su alrededor. O más bien, no quería que estuviera ahí porque mi vida corría peligro, según su intuición. Quise decirle que no necesitaba preocuparse más, que Ryu cuidaba de ella y sus hermanos con tanto esmero, pero me detuve. Si ahora me enfrascaba en esta conversación ninguno de los dos se cambiaría y terminaríamos enfermos, por mí no importaba, pero Sakura podría empeorar.
Sumarle a lo mental la dolencia física no era buena idea.
Así que, asintiendo a sus órdenes —sabiendo que no las obedecería del todo— me dirigí al baño cerrando la puerta tras de mí.
Sakura
.
... Mi suerte es tan mala.
Ese pensamiento daba vueltas en mi cabeza tomando asiento en la sala, con la vista fija en la televisión después de rondar por la cocina para calentar el té que dejé abandonado a medio día. Lo hice por inercia porque no tenía una real intención de calmar mis nervios. Lo único que quería era despedir a Sasuke, darme un baño y lanzarme a la cama a llorar y sentirme más miserable de lo que soy.
Oh, la rutina. Mi rutina.
Sentí mis manos temblorosas y tuve que apretarlas entre sí. Desde que Sasuke estuvo a mi lado las controlé muy bien, en general, controlé demasiado mi temblor, mis lágrimas y mi anhelo de girarme y extender mis manos para tocar su bello rostro. Un rostro que ha estado lejos de mí por tanto tiempo, y tenerlo enfrente y no poder tocarlo era una verdadera tortura. Sólo podía conformarme con tener su presencia a mi lado, porque el mirarlo por más de unos minutos me destrozará por completo.
Ni siquiera tenía derecho de su compañía. Fui tan hiriente, tan despiadada, tan maldita al herirlo con mis palabras. En retrospectiva, debí hacer que alguien me dijera esas mismas palabras, o peor aún, diciéndome que no me amaba. Porque sería un castigo justo por lo que le hice y a pesar de eso me ayudó y consoló en el panteón.
No lo merezco. No soy digna de su amabilidad.
Pero la vida me la está pagando con creces. Solté una risa corta y quebradiza.
Por supuesto, no habiendo sido suficiente en que yo misma alejé a Sasuke, la muerte me separó de mi madre.
¿Qué otro castigo ruin me encarceló?
Ya no importa nada de lo que venga después. Definitivamente, si en este preciso momento Neji entrara por esa puerta a llevarme, no pondría resistencia alguna y me dejaría llevar pensando en morir en algún momento al no poder soportar mi dolor. Por lo que luché una vez yace debajo de la tierra rodeada de flores, y la otra presencia silenciosa de ojos negros únicamente es amable, pero guarda tanto rencor en su corazón que jamás será capaz de perdonarme.
No obtendré lo que quiero, después de todo. Pocas veces lo consigo, ya es una costumbre dolorosa.
Lejos de entristecerme, me causa una gracia irónica.
Y a la vez quiero llorar.
Volví a reír presa de mis emociones que subía y bajaban como una montaña rusa.
—Veo que te diviertes, querida.
Mi cuerpo se tensó a niveles insospechables al oír esa voz.
Esa voz que me causa pesadillas.
Abruptamente giré mi cabeza en busca de la voz. No fue necesario mucho esfuerzo, con sólo elevar la mirada al frente me encontré cara a cara con el rostro de Neji, observándome a través de la pantalla de la televisión. Aguanté la respiración.
¿Qué...? ¿Qué hace proyectado en la televisión? Justo después me mostró una sonrisa y mi respiración se paralizó en completo pánico.
¡Sasuke está aquí!
Intenté controlar mi expresión y pausar mi respiración que comenzó a ser errática. Un paso en falso y Neji se percataría. Le dirigí una mirada llena de furia y me incorporé de un salto, preparada para lo que viniese.
—¿Qué me divierto? —pregunté en murmullo, su sonrisa se ensanchó y sus ojos sádicos formaron medias lunas. Crispó mis nervios demasiado pronto—. ¡¿Crees que el luto de mi madre es motivo de risa!?
—Jamás dije que me refería a tu madre —contradijo borrando su sonrisa—. En lo más profundo de mi corazón, mis condolencias.
—Ja —solté casi escupiendo—. Eres un maldito hipócrita. Si no fuera.... Si no fuera por la búsqueda del CD mi madre hubiera recibido el tratamiento adecuado. Lárgate de mí vista ¡desaparece!
Me moví para buscar la conexión de la televisión, pero no llegué ni siquiera a dar dos pasos cuando su voz sonó de nuevo.
—Querida.
Odiaba con todo mi ser que me llamara así. La furia subió por mi garganta y experimenté la bilis.
—¡No me llames así! —Me exalté y regresé mi furiosa vista a la televisión encarándolo de frente—. ¿Qué demonios quieres ahora? ¿Esperas que vaya a tu lado después de la muerte de mi madre? Por el hecho de que no exista esa condición, te recuerdo que aún queda la otra.
—Y te recuerdo que tú no estás en posición de exigir absolutamente nada —afianzó su expresión y sus ojos se volvieron letales, sin borrar la sonrisa de su rostro como si estuviera divirtiendo de mi enojo—. Un trato es un trato, cumplí mi parte de no lastimar a Sasuke en estos tres meses, así vendrás conmigo.
Endurecí mi gesto.
—El que mi madre muriera no era parte del trato.
Él se mostró desinteresado.
—No controlo las enfermedades. Pero puedo controlar el a quién mató y a quién no.
Me quedé estática en mi lugar, mientras Neji se alejaba un poco de la pantalla y sacaba a relucir una pistola para jugar con ella.
—Sería una lástima si Sasuke apareciera mañana desmembrado en la orilla del rio o Karin secuestrada para ser juguete sexual de un tipo rico ¿Qué tan devastado suena eso? ¿Estás dispuesta a que ellos paguen tu necedad de venir a mi lado?
Quise vomitar.
Quise traspasar esa pantalla y darle una cachetada.
Quise... morir en este mismo instante. Si acaso mi existencia provocaba que las personas a mi alrededor estuvieran en peligro ¿Qué sentido tenía seguir de pie cuando fácilmente la solución yacía frente a mí? Una que jamás pensé, pero que ahora consideré terriblemente.
La única salida.
Exhalé con fuerza dejándome llevar por las emociones.
Estaba cansada.
—No tocarás a nadie. De eso me encargaré —murmuré—, es más. No volverás a lastimar a nadie.
—No te sientas tan segura, querida, recuerda que quién soy y mis alcances para traerte a mi lado.
Crispé los labios y finalmente me rompí.
—¡Estoy harta de tu obsesión, Hyūga Neji! ¡Harta de que pienses que puedes amenazarme a la ligera y yo obedezca! ¡Harta de que no me dejes en paz! —grité con todas mis fuerzas moviéndome a agarrar el florero de la mesita con intenciones asesinas las alcé sin titubear—. ¡MUERÉTE Y VETE AL MALDITO INFIERNO! ¡DESAPARECE!
Lancé el florero que se estrelló perfectamente en la pantalla haciéndose mutuamente añicos, la imagen de su repugnante rostro desapareció en un destello. El silencio a mi alrededor fue letal y mi respiración se volvió pausada. Las lágrimas se acumularon en mis ojos y jadeé ante el temblor de mis manos, observé la televisión rota y el florero echo añicos en el suelo. No lloré, no valía la pena llorar de frustración con algo como esto.
Tenía que planear, idear estrategias.
Tenía que mantenerlos a salvo.
En mi ensoñación, pensé que me llevaría tiempo limpiar el desastre que ocasioné. Reí entre dientes de una forma lastimera, podía dejarlo para más tarde o quizás no. Lo único que quería era dormir...
Dormir y jamás despertar. Parecía parte de una estrategia perfecta. La mejor, cabía decir. Matando dos pájaros de un solo tiro: por fin descansar y así acabaría el peligro para los demás. Seriamente consideré la idea y miré a mi alrededor, grabando en mi memoria los recuerdos de mamá sentada en el sillón tejiendo bufandas, de mis hermanos en la cocina experimentado nuevos platillos y yo a un lado tratando de hacerles compañía.
¿Cuándo la última vez que hicimos algo así?
Hacía mucho.
Y ahora todo estaba roto, mamá yacía muerta; mis hermanos lamentándose de ello y yo con mi voluntad de vivir destrozada; sin embargo, eso no detenía a Neji en amenazar a lo que quedaba de mi familia y a la persona que amaba con todo mi ser a tal punto de ser doloroso.
Ninguno de ellos sufriría por mi reticencia, porque sabía que, aunque me entregara a Neji siempre estaba la posibilidad de que los siguiera amenazando. Y siendo más sincera conmigo misma ¿podré soportar una vida a su lado llena de dolor, remordimiento y arrepentimientos?
Por supuesto que no, me dije. En cualquier momento me volvería loca y moriría. Entonces ¿por qué no adelantar los hechos y asegurando que nadie los amenazaría? A pesar de que ahora yacía en la "seguridad" de mi casa, Neji podría estar afuera buscando a los demás para hacerles daños.
Con más razón retomé mi idea. Los detalles lo iré pensando conforme llegué el momento dentro de unos minutos.
—¿Funcionará si me tomo varias pastillas para dormir? —murmuré para mí. Quería irme sin que fuera tan doloroso, ya bastante tuve en mi vida con golpes e insultos.
Unos pasos a mis espaldas me alertaron y ensanché mis ojos al ver el reflejo en lo que queda de la televisión. Temblé un poco al caer en cuenta de la presencia de Sasuke en casa. Lo había olvidado por completo.
El pánico fue creciendo en mi interior, primero fue una llama apenas vislumbrarte, pero a medida que los segundos transcurrían y se acercaba más; la llama fue extendiéndose por todo mi cuerpo a tal punto de que jadeé al caer en cuenta que escuchó todo. ¡Escuchó absolutamente todo! De las amenazas de Neji y el CD, Sasuke era lo bastante perspicaz e inteligente para deducir por sí mismo lo que ocurría.
Intenté no parecer más alterada de lo que me encontraba, pero una extraña calma inundó mi ser a medida que lo detallaba mejor. ¿Está sería la última vez? Pensé que, una vez que se marchara puedo poner a trote mi plan, Sasori no se encontraba en la ciudad a causa del trabajo y Karin decidió pasar la noche en casa de una amiga a causa de mi propia insistencia. Vendrían durante la mañana, para ese entonces yo ya no estaría.
Lo único que tenía que hacer era alejar a Sasuke, una vez más. Sólo esperaba no tener que recurrir a herirlo de nuevo, no lo soportaría después de que me mostró tal amabilidad. Rogué a que se marchara una vez que se lo pidiera. Me odiaría por hacerle esto y seguirá odiándome en lo más profundo de su ser.
Pero no importaba, ya mañana todo acabaría.
Sasuke
.
—Deberías irte.
Contraje la mirada y entrecerré los ojos.
Ella está equivocada si piensa que me moveré de aquí tras escucharlo todo. Noté en su mirada que tenía esa idea de despacharme, y odié esa parte de ella. ¿Qué sentido alejarme tras saber la verdad? O decidía fingir que yo no me enteré de nada o en verdad no estaba consciente de lo que yo sabía.
No me marcharía.
No volvería a huir.
Di dos pasos con la intención de acercarme, pero Sakura respingó y se alejó rodeando la mesa, pisando los pedazos de vidrios rotos con sus pantuflas. Nos quedamos en silencio, observándonos en plena tensión. Después de unos instantes, antes de que yo pudiera decir algo, ella se adelantó.
—Sea lo que sea que escuchaste no son más que blasfemias. No tienen importancia —dijo agitando su mano en un intento de parecer desinteresada. Notó mi resistencia de que no dejaría pasar este tema, así que volvió a decir: — Si lo que quieres es conversar sobre esto, lo haremos luego. Sólo... quiero estar sola.
Era lo más lógico el que quisiera quedarse sola. Sin embargo, algo en su mirada me hizo aferrarme más a querer permanecer ahí. Su voz, que antes era indiferente y tajante, mantenía un matiz de alivio y determinación como quién tiene la certeza de que estará bien una vez que despache sus preocupaciones. Y su inusual insistencia que antes era a rayar la resignación, ahora parecía desesperada.
Me dio un mal presentimiento.
Negándome a irme, moví la cabeza y caminé a un costado para acercarme, al contrario, Sakura se encaminó al otro lado. Dando vueltas alrededor de la mesa con pasos lentos, me detuve ahora estando en el mismo lugar que Sakura al principio, lejos de la puerta. Noté que su semblante se fracturaba y entraba la molestia.
—Vete. No me hagas repetirlo de nuevo —pidió casi mordaz. Seguí negándome y Sakura tensó el cuerpo—. ¿Acaso necesitas que te recuerde por qué me desagrada tu presencia? ¡Vete!
No tenía por qué recordármelo.
Yo ya lo sabía y era una parte que me dolía después de todo.
—En-
—En el fondo lo sabes... —dije fuerte y claro, sin temblor en mi voz con el corazón latiendo frenéticamente. Los ojos de Sakura se ensancharon y entreabrió sus labios, sin respirar. Continúe recordando esas palabras como fuego en mis entrañas, repitiéndolas sin pensar en las consecuencias— siempre te tuve lástima.
Su cuerpo tuvo un espasmo y me miró como si fuese un desconocido. Vi sus ojos inundarse de lágrimas, aquellas que se negó a derramar por mucho tiempo. Llevándose las manos a cubrirse la boca y su cuerpo temblando, su voz salió en un hilo apenas audible.
—T-Tú... estás... estás... —negó con la cabeza y retrocedió tras titubear al frente, como si hubiese querido acercarse a mí y no se atreviera.
—Recuerdo cada palabra que me dijiste ese día —continúe diciendo más brusco de lo que pretendí, en realidad no era mi intención reclamarle, sin embargo, las emociones se apoderaron de mí combinándose con el sabor de la decepción y traición de la confianza que jamás me tuvo para compartir conmigo la causa de la amenaza—. Así que no tienes porque recordarme algo que ya sé.
Se quedó en silencio. Sus ojos seguían acuosos y su mirada parecía anhelante, pero eso no me detuvo.
—Recuerdo cada palabra, cada fracción de tu rostro mientras me decías cuán repugnante era el que no pudiera hablar y la lástima que te causaba mi condición. —Seguí diciendo destilando rencor en mis palabras.
A cada una el rostro de Sakura se retorcía y comenzaba a verse más pálida, parte de mi lado racional me gritó que me detuviera, que no era momento para reclamarle, pero la parte furiosa me dictaba que tenía que hacerlo o explotaría. Quizás fue el enojo al escuchar lo que Sakura pasó en manos de Neji que se combinó con mi propia indignación.
Y sin poder contenerlo, mis palabras siguieron deslizándose sin parar.
—Recuerdo perfectamente ese momento. Jamás lo olvidaré. Entonces, dime ¿Ahora que estoy hablando te causo lástima? ¿Me sientes repugnante? ¿¡Crees que soy miserable!?
Respingó ante mi exclamación y negó con la cabeza mientras retrocedía, a este punto rodeé la mesa lo suficiente para que no me estorbara, pero no me acerqué más enfrentándome con ella a esa distancia.
De pronto, caí en cuenta en mis propias palabras y la expresión de Sakura, y supe lo mal que había hecho al reclamarle justamente ahora, siendo presa de mis propios sentimientos. De pronto toda mi mente se estancó y recordé la razón por la que me hallaba aquí.
Era reparar, no seguir destrozando.
¿Qué estoy haciendo?
Su voz quebradiza me distrajo.
—Tú... la única forma de recuperar tu voz era con un impacto severo en tu mente —murmuró Sakura, y en ese momento fue mi turno de tensar mi cuerpo. Sus ojos verdes fueron ensanchándose a medida que retrocedía y sus manos se interponían al frente, como si quisiera alejarse de mí, llevándolas a su rostro dejando a la vista sus ojos—. No me digas... Que... ¿Qué mis mentiras provocaron esto? ¿Provocaron forzosamente el regreso de tu voz?
No le respondí, pero mi silencio habló por si sólo. Y fue doloroso contemplar su rostro descomponerse y romperse. Sus labios temblaron y sus lágrimas cayeron sin parar, quebrando con ella cada exhalación errática que daba en un intento de controlar sus sollozos y que hacia lo posible para no desmoronarse en el intento.
—No debía ser así... debías recuperar tu voz a su debido tiempo con una sonrisa en tu rostro. No con dolor... —su voz se fue apagando al igual que sus ojos, después soltó una risa lastimera y hueca que erizo los bellos de mis brazos—. Que maldita soy, no provoco más que problemas y dolor.
Y de pronto, me alarmé terriblemente cuando bajó las manos y me dedicó una última mirada vacía antes de salir corriendo al pasillo. Bastó un segundo de reacción de mi parte y fui detrás de ella sin dudarlo con el corazón comenzando a latirme desenfrenado en el pecho.
No no no no no.
Esa mirada yo la conocía perfectamente, era la que me perseguía en sueños y me asustaba al verme al espejo temiendo de nuevo reflejar ese gesto.
Era la mirada de una persona que no encuentra sentido a su vida, que su mundo se había destrozado por completo.
Era la mirada antes de atentar contra tu propia vida.
—¡Sakura, detente! —grité su nombre cuando la puerta de su habitación fue cerrada de golpe. Agarré el pomo de la puerta a tiempo y la abrí de inmediato antes de que ella le pusiera pestillo. Rápidamente ella cruzó por su cama hasta llegar a la esquinera con movimientos gráciles dejando a la deriva sus pantuflas.
La seguí por detrás subiéndome a la cama, ella se deslizó a un lado cargando consigo una caja que replicó al movimiento. Temí de lo que fuese que estuviese adentro preguntándome que estaba buscando. Me abalancé a ella, pero Sakura interpuso la silla con bastante fuerza para darme una embestida que me arrojó de nuevo a la cama, no me di tiempo de aturdirme ni quejarme, me hallaba desesperado por alcanzarla.
Pero de nuevo desapareció de mi vista llevando consigo la caja, escondiéndose el baño dentro de la habitación. Justo cuando me acerqué con prisas la puerta se cerró con fuerza y me abalancé al pomo descubriendo que tenía pestillo. No, no.
Golpeé con fuerza y rugí en una orden: —¡Abre la puerta!
—¡No lo haré! —gritó de regreso con su voz quebradiza—. ¡Vete! ¡Déjame sola!
—No me iré hasta asegurarme que no vayas a cometer una estupidez —repliqué lo bastante agitando. No contestó a lo que aumentó mi desesperación ¡podía hacer demasiadas cosas encerradas en un baño! Maldición, yo mismo lo pensé en su momento ¿cómo no conocer cada método? — ¡Abre o derribaré la puerta!
Siguió sin contestar, pero escuché claramente el sonido de cosas cayendo al suelo y moviéndose. Parecía que buscaba algo. Miré la puerta que dirigía al pasillo y pensé en buscar algo para fracturar el pomo ya que se veía sumamente resistente, pero temí a que los segundos que me fuera Sakura se lastimara a sí misma.
Comencé a desesperarme, me levanté y arremete contra la puerta con mi hombro derecho. El sonido fue estremecedor, pero no tenía otra opción. No dejé de hablarme incluso mientras golpeaba la puerta.
—Sakura, escúchame, no lo hagas ¡No es una vía! Hay otras maneras.
—En el fondo sabes que no quieres impedir esto —dijo sin perder su voz quebradiza—. Es mejor si yo muriera aquí mismo...
—No, no es mejor —dije de inmediato dando unos pasos en reversa para tomar impulso—. No es la solución. No es una opción.
Embestí con más fuerzo ignorando el dolor que atravesó mi brazo. No importaba ahora, no cuando la vida de Sakura dependía de un hilo y mi propia determinación para impedirlo.
—¡Ah, maldición! ¿¡Dónde están las pastillas!? —Su grito me aturdió un momento y se escuchó un estruendo. Había lanzado algo contra el espejo del baño y se hizo añicos.
Enmudecí. El espejo del baño estaba roto.
Entrando más en desesperación, volví a tomar el pomo para comprobar que mis golpes no surtieron efecto, o la puerta era tan resistente o yo era débil. ¿Qué hago? ¡Debo que impedirlo! Escuché sus pisadas y los cristales, mi propia respiración se sintió pesada.
Si no funcionaba el abrir la puerta, sólo quedaban las palabras.
—Sakura, no lo hagas —le rogué sin elevar la voz, dejándome completamente vulnerable—. No quieres hacerlo.
—Debo hacerlo.
Su determinación partió mi alma y provocó que mi pecho se fracturara.
—No. No debes. ¿Por qué quieres irte? Hay personas que te aman y estarán devastadas si desapareces.
—Lo superarán —dijo, pero escuché la duda en sus palabras—. Algún día me superarán y seguirán sus vidas con normalidad. No seré una carga para nadie, no seré la causa de las dolencias y no atraeré problemas. ¿No es una solución factible? Sólo he traído sufrimiento a mis seres queridos, mi sola existencia es la ruina.
—La muerte nunca será una solución.
No dijo nada, permaneció en silencio que temí que comenzara a ocurrir. No lo pensé, no lo dudé cuando caí de rodillas y me aferré a la puerta queriendo traspasarla. Me sentí vulnerable, me sentí deshecho, fue un ahogo incontable que me asfixiaba en lo más profundo y el miedo ciñéndose sobre mi corazón.
Recurrí a mi última alternativa.
—... ¿Acaso piensas hacer esto? Si Mebuki-san siguiera con vida no querría que atentaras contra tu propia vida —le pedí en un último intento.
Su respiración se pausó y noté la sombra por la rendija de la puerta, ella estaba justo del otro lado con la puerta separándonos.
—... Seguramente mamá lo entenderá. Yo también quiero sentir paz, estoy cansada de que Neji me use a su conveniencia —hipó con fuerza, ella lloraba y su voz salía en un murmullo audible—. No siento nada de calma desde hace mucho tiempo y el remordimiento me carcome a cada segundo. Y tampoco... quiero seguir sintiendo tu odio en carne propia, no es tu culpa. Tienes derecho a odiarme, yo igual me odio por lo que hice.
Me quebró por completo. Ni siquiera la mención de Mebuki la detendría. Apreté los labios, sintiendo su sabor salado ¿Cuándo comencé a llorar? Pegué mi frente a la puerta y mi respiración delató mi propia desesperación y angustia. Pensar que Sakura quería morir me causaba un gran dolor, ella no debía tener esos pensamientos; no debía rendirse cuando hay muchas personas que la aman, yo incluyéndome.
Si ella moría... mi mundo desaparecería.
—No te odio.
Por supuesto que no. ¿Cómo odiar a la persona que me llenó de motivos para ver lo hermoso que es la vida cuando yo era un títere sin aliento? ¿Que, después todo se fracturo, no quitaba el echo de que siempre me ayudó? Incluso si me hirió para protegerme de algo mayor corriendo el riesgo de que me volviera en su contra, sacrificó su amor por mí.
Ella hizo que mi mundo fuera explosivo, llenó de colores sin fin. Un mundo dónde el tiempo comenzó a fluir y las flores a brotar, dónde pude sentir la brisa del atardecer con calma, disfrutando del toque de su persona haciéndome sentir vivo.
—Yo... no te odio —Le repetí envuelto en mi propio sentimiento y cerrando los ojos con fuerza—. Jamás podría odiarte por más que me hieras.
Nunca. No cuando ella vino a convertir mi ventana en una puerta.
—Sakura.... Te amo.
No se lo dije cuando tuve la oportunidad, y no imaginé que sería así.
—Te amo. Te amo.
Esa es la verdad. Siempre la he amado. Ella me hizo lo que soy ahora, para bien o para mal, es la realidad.
—No me dejes. No me abandones... no otra vez —le supliqué terminando de llorar por completo, aferrándome a la puerta—. Por favor, quédate conmigo.
No te vayas...
Reaccioné ante los pasos, rápidamente me levanté y la puerta se abrió en un chasquido. Ansioso, esperé a que se abriera por completo revelando la figura de Sakura.
Tal visión terminó de romper mi corazón. No pude evitar que las lágrimas se acumularan en mis ojos nuevamente. Sakura se encontraba ahí con la cabeza gacha, temblorosa, con el cabello desordenado y las manos apretadas y para mi horror con rastros de sangre apenas perceptible. Hipando con fuerza, fue alzando un poco la cabeza y lloró lanzando pequeños gemidos.
—¿En verdad... no me odias? —preguntó a cuestas dejando que las lágrimas se deslizaran—. ¿No me desprecias por haberte herido?
—No lo hago —le afirmé intentando sonar determinado. Me acerqué a ella para envolverla en brazos, sentir de nuevo su cuerpo junto al mío me trajo un alivio enorme y pude respirar con calma—. En serio que no te odio.
Apoyó su cabeza en mi pecho y aferró sus manos en mí, llorando, gimiendo sin parar como una niña pequeña. No contuve mis lágrimas y también las dejé fluir, acariciando su cabello, besando su cabeza murmurando una y otra vez que no la odiaba.
Jamás lo haría. Quizás llegué a sentir rencor, pero nunca odio.
Pero ella no tenía porqué saberlo, si el costo era que la fracturaría más, guardaría esta verdad hasta que fuera el momento de ser revelada. Mientras tanto, estaba aliviado de que no haya ocurrido algo de lo que me fuera a arrepentir.
El tiempo se hizo eterno y a la vez corto mientras nos abrazábamos. Logré reaccionar ante la visión de Sakura y revisé sus muñecas aliviándome de que no hubiese ninguna herida, la sangre que se veía en sus manos se debía a un escandaloso, pero nada profundo corte en la palma derecha. Logré suspirar tranquilo y la guie al lavabo para enjugar su herida, tenía pensado que se tomara un baño ya que su ropa húmeda le haría propensa a un resfriado, pero temí que la visión de la sangre me impidiera hacer mi trabajo correctamente.
En cuanto sus manos estuvieron limpias, la guíe a la cama dónde la dejé sentada. Después de llorar como una niña pequeña, su mirada yacía perdida en un punto en la nada sin intenciones de moverse. A pesar de mi preocupación, fue suficiente para mí en dejarla un segundo sola para ir en busca de escoba y recoger los pedazos restos de vidrios del baño. Aproveché el tiempo para llenar la bañera checando que la temperatura fuera agradable.
Una vez que terminé de recogerlos, despejé el área de cualquier objeto punzante o letal y salí a encontrarme con Sakura, de reojo la estuve vigilando y me alarmó un poco que no se hubiera movido de la misma posición en que la dejé.
—Debes tomar un baño o te resfriarás —le dije en susurro, temiendo a que si hablara más alto la asustaría.
Elevó un poco los ojos enrojecidos por el llanto y asintió apenas. Esperé y esperé, pero no se movió. Con un suspiro, me agaché a pasar mis brazos debajo de sus rodillas y dejé que apoyara su peso en mí. Cargándola estilo nupcial, me encaminé al baño despejado; el corto momento que la tuve en mis brazos la apreté contra mí sintiendo su calor y horrorizándome al sentirla más ligera de lo que recordaba.
La dejé pronto sobre sus pies y la miré en silencio. Sakura seguía con la cabeza gacha.
—El agua está lista, adéntrate mientras tanto. Iré por tu ropa —dije dudando un momento antes de acariciar su cabello y dejándola tener un poco de privacidad.
Fuera, me concentré en buscar en su armario atento a los sonidos del baño, la puerta abierta aliviaba un poco mi ansiedad. Recorrí su armario en busca de algo abrigador agarrando un pantalón de algodón y una blusa de tamaño grande. Sólo después de tener el conjunto completo me permití sentarme en la cama un momento y suspirar, cerrando los ojos.
No podía permitirme un poco de paz, no cuando Sakura seguía sensible e incluso podía intentar ahogarse mientras se bañaba. Esperé unos minutos escuchando el chapoteo del agua, anunciando que yacía dentro de la bañera, retomé parte de mi valor y alejé mi decoro. Mi desesperación a que Sakura no cometiera ningún acto contra suicida era mayor que mi miedo de faltarle al respeto.
Recogí la toalla y me adentré al baño anunciando mi llegada. Sakura estaba sentada teniendo las rodillas contra su pecho, así cubría parte de su cuerpo desnudo lo cual agradecí enormemente. Dejé la ropa sobre la encimera y me acerqué a la bañera sentándome en el azulejo con las piernas juntas, no había ningún amago de que quisiera moverse.
Necesitaba que se bañara, pero tampoco que se quedara tanto tiempo.
En silencio metí mis manos en el agua indicándole que se pusiera de espaldas, fui mojando su cabello, se estremeció ante mi contacto, pero no se alejó. Repetí la acción y después alcancé el shampoo del costado. Vertí con cuidado en su cabello y realicé movimientos en círculos intentando relajarla, su cuerpo fue aflojándose poco a poco.
Mis movimientos fueron lo más delicados posibles y dejándole ver mi intención de ayudarle. En poco tiempo ya se encontraba con el cabello oliendo a vainilla y ella misma se enjabono su cuerpo sin dejar de darme la espalda. Pronto di por sentado que el tiempo culminó y le alcancé la toalla. Salí del baño para darle privacidad y entrecerré la puerta, un poco ansioso, pero logré calmarme al recordar que jalé el tapón para que el agua se drenara y no había ningún objeto peligroso en el sitio.
Aproveché el silencio que me otorgó la habitación para mirar por la ventana, notando con cierta sorpresa la lluvia que azotaba con fuerza y el aire replicaba contra la ventana, mandando gemidos de almas desamparadas y desesperadas por un refugio. Estaba tan encismado en mi labor con Sakura que no me percaté de la torrencial lluvia.
Al igual que mi celular que abandoné de un momento a otro sobre la cama, la pantalla brillaba sin parar en una llamada entrante. Al tenerlo en silencio no emitía ningún sonido. Era Itachi quién aclamaba mi presencia y n dudé en contestar.
—¿Hermano?
—Por fin contestas, Sasuke —dijo angustiado Itachi del otro lado, después soltando un suspiro—. Estaba preocupado. Mamá me dijo que te quedaste con Sakura, y como seguramente vez, hay un tifón.
—Sí... dudo regresar hoy a casa —acerté observando otra vez la ventana. El silencio se prolongó, como si quisiera ser llenado sin prisas.
—¿Estás bien?
Sabía a lo que se refería. Estaba cerca de Sakura, y cuanto lo agradecía eso en estos momentos. ¿Qué hubiera pasado si la dejara sola en un principio? Mi cuerpo se estremeció ante tal escenario, me obligué a alejarlo a prisas.
—No te preocupes. Me encuentro bien, pero... Sakura no —murmuré lo último procurando que ella lo escuchara, seguía en el baño y el sonido de sus ligeras pisadas me daban aviso de que seguía ahí—. ¿Podrías decirle a mamá que mañana la llevaré a casa? Es... complicado lo que debemos hablar.
Justo a terminar de decirlo, la puerta del baño se abrió lentamente y de ahí emergió Sakura con pequeños pasos, casi pareciendo tímida con la toalla alrededor de los hombros y vestida completamente.
—Hermano, Debo dejarte —me despedí de Itachi. Él hizo un sonido amortiguado.
—Está bien. Háblame si necesitas algo.
—Sí. Nos vemos mañana.
Dejé el celular en la encimera y me encaminé a Sakura atreviéndome a tomar la toalla e indicarle que se sentara en la cama. Con cuidado le sequé el cabello en completo silencio, no quería perturbar su mente por el momento, parecía calma, pero dudé eso ya que sus ojos revelaban el torrente de sentimientos a los que se enfrentaba.
Emití un pequeño sonido al terminar, bien, ya no se encontraba húmedo. Me moví en busca de la secadora de cabello cual no tardé en hallar abandonado en el escritorio, de reojo observé el pizarrón y algo cálido inundó mi corazón al ver mi fotografía colgada ahí. Después de todo no la quitó.
Le sequé el cabello sin intercambiar alguna otra palabra, y Sakura no se veía dispuesta a hablar. Lo manejé con calma no queriéndola abrumar más. Incluso después terminar y ponerle un curita en la palma de su mano, le pregunté si tenía apetito, ella se negó y por fin dijo: —Sólo... quiero descansar un poco.
Sentí mis labios crisparse y luego relajé mi expresión. Su tono de voz era diferente a la de hace un rato mientras gritaba que no quería vivir, eso calmó un poco mi preocupación y le dejé meterse a la cama.
Afuera la lluvia seguía azotando con fuerza sin intención de detenerse, jalé las cortinas y encendí la calefacción. Justo después me percaté de que si me iba en este momento mi angustia sería mayor; dentro de la habitación había un montón de objetos peligrosos y no sabía que pensaba Sakura en ese momento. ¿Sería sensato irme a otra habitación y dejarla sola?
Dudé, pero al final me dirigí a la cama y me recosté a su lado sobre la sábana. Sakura se había acurrucado contra las mantas y la almohada, al sentir mi presencia abrió los ojos y me clavó su mirada verdosa ya un poco menos hinchada. Intenté decir algo para hacerle saber que no haría nada dudoso, pero sólo pude sonreírle un poco.
La escuché contener la respiración y bajó la cabeza en un gesto de resistencia. Fruncí el ceño, confundido.
—¿Sakura? ¿Sucede algo? —Una pregunta un poco fuera de lugar porque en realidad sucedían muchas cosas, pero no éramos capaces de decir algo. Y yo, por lo menos, quería asegurarme de que ella se encontrara bien primero.
—...Nombre
—¿Uh? —confundido, incliné mi cabeza a ella intentando escucharla claramente.
—...Dijiste mi nombre.
Ensanché los ojos y luego los cerré un momento. Por supuesto, ya me estaba acostumbrando a hablar que olvidé por un segundo que Sakura apenas se enteró de que recuperé la voz y fue tan normal tratarla de voz a voz. Volví a sonreírle un poco, extendiendo mi mano para acariciar su rostro, dio un respingo, impresionada por mi acción y me miró con ojos ensanchados.
Reí encantado al ser espectador de su adorable expresión y no me contuve a decir: —Diré tu nombre todas las veces necesarias para hacerte feliz.
Mi declaración la dejó helada. Temí a que haya dicho algo incorrecto, pero no me retracté sabiendo que era la verdad. Con tal de verla nuevamente llena de vida, lo haría sin parar. Si con ello me aseguraba que no atentaría contra su vida, no dudaría en pronunciar su nombre.
E incluso ya le dije que la amaba. Caí en cuenta de ese detalle al pensarlo mejor. Quizás no fue el mejor momento, presa de la desesperación me llevó a ello. Ojalá se lo hubiera dicho en mejores circunstancias. Sin embargo, no me arrepentía.
—Sobre todo lo que sucedió... —continuó, titubeante aferrándose a la cobija. La tenue luz de la lampara del costado iluminaba un poco su rostro salpicándole colores bajos a naranjas y sus ojos brillando a causa de las nuevas lágrimas—. Lo siento, lo siento. Ya sabes la verdad y no tiene sentido ocultarla, pero lo único que puedo hacer es disculparme por lo hiriente y despiadada que fui con tus sentimientos.
Tomé sus manos y las froté contra las mías. Sus palabras hicieron eco en mi mente.
—No tienes que suplicarme nada —le susurré mirándola a los ojos—. Por fin comprendo parte de tus acciones. Aunque no fueron correctas, hiciste lo que pudiste. —Vislumbré cierto desosiego en sus ojos y absorbió por la nariz, pasando una mano por su rostro.
—Yo no ambiciono tu perdón, pero me... me alegra que no me odies.
Su frase era como si mi amor por ella cayera en saco roto, pero extrañamente no me irrito. La comprendí, quizás piensa que le dije todas esas cosas en un intento desesperado en que no se lastimara. En ese caso...
En ese caso tendría que mostrárselo.
Le atraje delicadamente a mí con movimientos gentiles, Sakura me miró estupefacta. Dejé de lado todo el sentimiento negativo que susurraba en mi oreja, cuestionándome como fácilmente decidía perdonarla, que olvidaba lo que hizo en mi ser, que dejé de lado mis heridas por consolarla a ella. Pero le ratifiqué que jamás podría olvidar lo que sucedió, más bien lo empujé en lo profundo de mi mente y corazón sin darle la oportunidad de interferir al intentar experimentar de nuevo su amor.
Sería difícil retomar la confianza, pero no imposible, de eso estaba seguro. Porque lo que faltó entre nosotros fue ese punto vital. Sakura me amaba profundamente que prefirió sobreponer mi vida sobre la suya acarreando consigo las consecuencias; el que yo no estuviera dispuesto a separarme de su lado por las buenas, así que tuvo que ser por las malas.
Pero, todo eso ¿Qué sentido tenía ahora?
Incluso mientras se lo decía y ella replicaba que jamás se perdonaría así misma por ser tan cruel y despiadada con mis sentimientos a sabiendas el efecto que tenía sobre mí ciertas palabras, que nunca lo olvidaría; sentencie que todo estaba en el pasado con una calma que no creí tener. Que si me hubieran dicho hacía un mes que sería así mi reencuentro con Sakura, hubiera reído como desquiciado ante las improbabilidades.
Improbabilidades que se giraron y torcieron tras saber la verdad. Detrás de una mentira, hay una enorme verdad.
Y Sakura no tenía porque cargar con esos sentimientos. Ninguno de los dos.
No más.
—Esta vida es demasiado corta para tener sentimientos negativos y demasiado larga para no permitirnos disfrutar de sus maravillas —pronuncié suavemente, acariciando sus pómulos con dulzura. Sus ojos aún mantenían resistencia.
No sería fácil el que ella retomara su paz y se perdonara así misma. Tardaría en sanar, así como yo tardé en perdonarme por muchas cosas, pero eventualmente logré levantarme. Ella lograría superarlo. Yo estaría ahí para ella y no volvería a irme. Me prometí, que, si intentaba de nuevo alejarse, vería atentamente a través de sus mentiras y la retendría antes de que nos lastimara a ambos.
Ahora yo sería su ancla. Sería su estrella, aquella que Sakura buscaba con desesperación en el mar infinito del cielo una luz tenue a la cual aferrarse. Sería su suelo estable el que dejara descansar sus dolencias y mitigaría su desespero, así como ella lo hizo conmigo en el pasado.
Y mientras pactaba conmigo mismo esa promesa llevé mis labios uniéndolos con los de ella en un beso gentil y lleno de sentimiento. ¿Cuánto soñé con volver a tocar sus labios justo después de que me dejara destrozado? No alcanzaban los números para contar, así que me permití disfrutar, analizar y desmembrar poco a poco la emoción, queriéndole transmitir mi cariño y mi perdón por medio de mis caricias.
Tocando su rostro, acariciando su cabello, moviendo suavemente mis labios sintiendo su aliento y respiración sobre mí, húmeda y con sabor a lágrimas de un corazón herido y sufrido que clamaba a ser comprendido y escuchado en medio de su tormento.
Un corazón que se destrozó con lo crueldad de las personas.
Un corazón aprisionado por el remordimiento.
Un corazón que me encargaría de proteger y velar a partir de ahora.
Notas de la autora: (No intenten nada de lo que hizo Sakura en casa) Antes que anda, quisiera extender mi opinión al respecto. Si alguien que lee esto y tiene esos mismos pensamientos: el suicidio no es una opción viable. Siempre hay una salida, aunque todo parezca deshecho y desolado, siempre habrá alguien que te brinde su apoyo. Recurre a la persona que más confíes y no tengas miedo, aunque no es normal tener esos pensamientos, alguna vez en la vida lo llegamos a pensar. Así que tú puedes, eres fuerte y valiente para soportarlo.
Hola hola!
Como dije al principio en las advertencias, este capítulo fue delicado que me costó un poco escribir. Pero vimos el lado oscuro de los pensamientos de Sakura al caer presa de la desesperación más profunda y creyendo que muriendo se resolvería todo. Afortunadamente Sasuke logró percatarse a tiempo y lo evitó, después de todo él también pasó por esa etapa en el pasado.
Fue un capítulo un poco darck plagado de pensamientos pesimistas pero con un final feli feli ¡Por fin están... juntos! -inserte incertidumbre del futuro- como anteriormente avisaba, ya estamos entrando a la racha final del fic, así que pronto estarán vislumbrado el desenlace de esta historia, aunque a este ritmo todavía nos tomará un tiempo.
Espero que este capítulo les haya aclarado tanto las emociones de Sasuke como las de Sakura. Ella, llena de culpa de sí misma y creyendo que no merece perdón, sufriendo en silencio lo que una vez aprisionó su corazón; y Sasuke, que a pesar de tener rencor hacía Sakura, su amor por ella lo superó y sacó a flote su lado sobreprotector no queriendo que desapareciera. Aunque su nueva confesión dejo un sabor semiamargo, no quita el hecho de que Sasuke está dispuesto hacerle ver que pueden comenzar de nuevo, eso ya quedó claro para él.
Curiosidad del capítulo: toda la narración iba a ser desde perspectiva de Sakura, pero decidí que la visión de Sasuke interviniera para que no fuera muy... turbio y pesado. Nada, sólo quería compartirles eso.
En fin, espero que, a pesar de todo, les haya ¿gustado el capítulo? jaja -llora-
El siguiente capítulo se viene con todo, agárrense de sus asientos YAMETEEEE
¡Muchas gracias por sus comentarios, estrellas y vistos! Estaré respondiéndoles – c compromete- así que échenle sus comentarios amor/odio que tengan por tardarme tanto en la actualización -c larga a llorar-
Nos leemos a la próxima. Cuídense y tomen mucha awa :D
¡Alela-chan fuera!
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