|32| Sin retorno
Sasuke
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CUATRO AÑOS ANTES
Mi visión se torna roja, y no, no es a causa de la sangre que antes escurría de mí ceja tras involucrarme en una reñida pelea en la preparatoria, si no por la ira y el escozor de las lágrimas que amenazaron mis ojos. Pocas veces me permito llorar, pero simplemente mi límite fue superado por mucho, después de tantos años, de soportar la carga en mis hombros, encogiéndome ante la imposibilidad de una mejoría.
No volveré a hablar, eso ya lo tengo entendido.
Recuerdo con furia a las escorias de grados mayores creyéndose prepotentes y vanagloriándose al intentar hacerme sentir mal, tirando mi mochila al inodoro, empujándome entre todos hasta llegar a los campos de fútbol y lanzarme al suelo a destruirme a patadas.
—¡Nos detendremos si nos súplicas clemencia!
¿Qué afán tienen a que yo hable?
Si pudiese lo habría echo, pero no para pedirles que se detuvieran, mi boca soltaría maldiciones a ellos y los insultaría hasta los codos. Mis puños hablaron en esta ocasión, como otras, estampándolos en aquellos rostros burlones que se desfiguraban de incredulidad ante mí defensa.
Mudo sí, cobarde e indefenso jamás.
Seis contra uno donde la desventaja fue para mí y a pesar de ello barrí un par de rostro contra el suelo con tanto ímpetu hasta que llegaron los maestros y nos separaron.
De costumbre llamaron a mamá, pero no contestó —yo sé que olvidó su celular en casa, mismo que vi en la mesa antes de salir y seguramente seguirá ahí— lo cual agradecí y me dejaron ir con una suspensión menor a los bravucones que me observaban del otro lado de la oficina, envueltos en cólera.
Les devolví un gesto feroz a punto de acercarme de nuevo y con las ganas contenidas de ir por ellos, soportando el escozor de mis ojos.
Ninguno de ellos tenía derecho de soltar habladurías de mi familia y cuestionar mi discapacidad.
Pero nadie lo entendía, no comprendieron que desde un principio lo único que quise fue unirme a esta estúpida sociedad a pesar de mi discapacidad y ellos se encargaron de joderme por ese detalle, creyendo que podían pisotear mis ganas mi convicción. Haciéndome de amigos que terminaron apuñalándome por la espalda.
Es injusto. Muy injusto.
Que se jodan ellos.
Que se joda el mundo.
Esto me llevó al límite, a uno en que apenas pude reparar. El peso de mis hombros se vuelve más pesado, mientras derramaba las lágrimas al cerrar la puerta de casa y observarme en el espejo colgando en la entrada, me veo reflejado, un rostro inexpresivo que se convierte en un repertorio de expresiones incomprensibles y los ojos llorosos, nada sale de mis labios separados. Manos que se mueven solas, un puño estampado en el espejo haciéndolo añicos.
Tuve muy presente el escozor de mis nudillos cuyos cristales incrustados cayeron lentamente al suelo al igual que las diminutas gotas de sangre, manchando el preciado tapiz de mamá.
Sintiéndome incomprendido e incompleto, me aproximé a la segunda planta pensando en una forma de desquitar el dolor que se acumula en mi pecho. Ya no puedo más, simplemente deseo desaparecer de este mundo para siempre, dejar atrás toda esta mierda de realidad que me envuelve todos los días al levantarme con pesar, pensando en qué llenar mi día.
Observando con desaliento un punto en la ventana, los pájaros surcar el atardecer, pensando y deseando que, si pudiera morir hoy mismo y renacer mañana, un pájaro será lo ideal.
Libre de la sociedad. Libre de las cargas. Libre de los demonios.
O mejor no reencarnar, nada me asegura que no volvería a sufrir.
Me detengo en medio del pasillo ante mis pensamientos, ladeando la cabeza a la puerta abierta a mi lado. Una guitarra que cuelga de la pared me da la bienvenida.
Si yo muriera ¿no ocasionaría más dolor a los demás? ¿No habría más problemas?
Es la primera vez que me lo pregunto, y llego a una respuesta certera según mi punto de vista. Mamá e Itachi no lidiarán conmigo, no se desgastarán por mi causa.
No más llamadas de la preparatoria.
No más desplantes de mi parte.
No más noches dónde mi única compañía son las pesadillas.
En este momento me siento solo en el mundo, lo único que busco es aliviar el bombardeo rápido de mi corazón y tratar de detener un cuerpo que tiembla ante los sollozos que escapan de mis labios, apenas haciendo algún amago de sonido.
Y me acerco, cruzando el umbral de habitación con la mirada fija en la guitarra, específicamente en las cuerdas, cierro la puerta dejando atrás la vida que una vez añoré tener.
Abrí los ojos en medio de la oscuridad al sentir mi cuerpo dar un espasmo ante el sueño que tuve, apenas logré divisar más allá de mi nariz, las rendijas de las cortinas corridas y la luz atravesando entre ellas anunciaron el día. La noción del tiempo se perdió en mi sentido común desde... ni quisiera deseaba recordarlo o de nuevo la sensación de que se me abrían el pecho acudiría a mí.
De nuevo las pesadillas.
De nuevo aquella maldita sensación de ahogo.
En el fondo lo sabes, Sasuke...
Una voz interior que me decía que ya nada tenía sentido.
Hundí la cabeza entre mis manos respirando con fuerza intentando controlarme.
...Siempre te tuvo lástima.
—No.
Incluso mi boca se negaba a creerlo, pero mi mente ya recaía en ello, y un revoltijo que me impulsaba a destrozar todo a mi alrededor, odiando la sensación de la falta de aire, odiando cada instante en que respiraba.
Caía lentamente en un hoyo profundo, sin fondo, sin límites. Sitiándome igual de solo que a mis dieciséis años sin escapatoria alguna, intentando alcanzar sin éxito la luz que se esfumó en un solo instante, escabulléndose de mis manos. Y lo peor es que lo tuve frente a mi nariz y no fui capaz de retenerla.
No reuní los méritos suficientes para que me amara por lo que soy. Se alejó de mi lado.
¿Qué hacer cuando tu mundo se marcha?
Los rasguños desesperados de Hunter y su lloriqueo fueron un eco en mi mente, gradualmente comencé a escucha la voz de Itachi casi a medio grito ¿por qué gritaba? No entendía porqué... solamente...
Al separar mis manos las sentí húmedas y el dolor en mi garganta fue intenso, hasta que comprendí en realidad era yo el que casi estaba gritando. ¿Qué sucedía? ¿Por qué lloraba de esta manera?
No debía llorar.
Solamente Sakura se fue. Me dejo.
Todo fue un engaño, jamás me amó ¡nunca me tomó en serio! Sólo necesitó una entretención para distraerse de su propio dolor en la que Neji la dejó envuelta. Y encontró la distracción perfecta conmigo: un chico mudo que no tiene nada que ofrecer.
Y me desgarraba saberlo, que solamente fui una distracción y que nada fue real.
¡Que todo fue un maldito sueño!
No me di cuenta en qué momento me levanté de la cama y ya estaba pateando la silla giratoria que se estrelló contra el librero, desparramando algunos libros que cayeron en un ruido seco.
—¡Sasuke, abre la puerta! —gritaba Itachi y pude percibir también el llamado de mamá.
—Cariño, por favor...
Inhalé con fuerza tomándome la cabeza con las manos, negándome a ceder.
Quería estar sólo.
No necesitaba más lástima.
A mi alrededor la calma que antes yacía sumergida la habitación se convirtió en un torbellino desparramando todo alrededor, sin contemplaciones. Nada se salvó de recibir mi furia, y por más que intentara controlarme no lo conseguí.
Fracasé así cómo en no recordar cada momento a su lado.
Sus sonrisas.
Sus palabras.
«También te quiero».
Aquella mirada que me profesaba cada vez que nuestros ojos chocaban, el brillo en sus orbes verdes, como si conmigo se hubiese sacado la lotería del siglo. Haber encontrado el motivo de una vida marginada y llena de temor, abriéndose paso a la esperanza.
Una esperanza que se quebrantó con sus palabras. Nada fue real.
Nada.
Grité una vez más y lancé la silla contra la puerta descargando mi ira. Por más que intentaba entender la razón de mi tristeza combinada con furia agazapada en el pecho, en este momento comprendí parte de ella: me hallaba enojado con Sakura, conmigo, con la vida, pero principalmente con Sakura. ¿Por qué tuvo que engañarme así?
¡Necesitaba una respuesta para mi corazón!
Me dejé caer de rodillas en el suelo sin dejar de llorar, sin emitir ningún sonido, únicamente... mirando a la nada intentando comprender cuando acabaría este suplicio que apenas comenzaba.
Quise reír con fuerza por la desdicha de mi corazón.
¿Cuánto tardaba en sanar un corazón roto?
Sakura
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—Sakura ¿quieres cenar?
Perdí la cuenta de cuántas veces repitió esa pregunta, al igual de las veces que negaba con la cabeza y me encogía más de hombros envuelta en una cobija, acurrucada en mi cama como si durmiendo pudiese disipar la desdicha y tristeza que sentía mi corazón en estos momentos. Dormir me ayudaba en no sentirme atormentada, no sentía absolutamente nada.
Si comía o no ¿Qué más da? Privarme de comida no cambiaría nada, lo sé, pero en verdad no sentía ni fuerzas para hacerlo. Únicamente me levantaba en las madrugadas de insomnio manteniendo la rutina desde hace dos semanas, me colaba en la cocina por algo comestible y regresaba a mi habitación a lamentarme cada segundo de mi existencia hasta que llegaba la hora de ir a la escuela.
Una rutina.
Un suplicio.
La culpa carcomiéndome y dándome un castigo severo por mis acciones.
—No quiero que enfermes, haz estado dos semanas así.
Sentí a mamá suspirar y abrazarme como siempre.
Me negué a responder, mi voz saldría quebrantada. La escuché suspirar.
—Te estaremos esperando.
Pasos alejándose y puerta cerrada. La sensación de agobio y culpa invadió mi pecho, obligándome a encogerme de hombros y cerrar los ojos intentando disipar las voces de mi cabeza que me repetían la horrible persona que era, la despiadada que destruyó el corazón de la persona que amaba por algo tan egoísta en querer que siguiera con vida.
Dentro de mí, intentaba consolarme inútilmente de que Sasuke estaba fuera de la mira de Neji siempre y cuando no estuviera a mi lado. Recordé las palabras de él por teléfono mientras lo miraba a la distancia, componiendo mi rostro inexpresivo y apretando mi celular contra la oreja.
—Perfecto, Sakura. Así es como deben de ser las cosas.
¿A costa del dolor de Sasuke?
Pero mi fe y esperanza son más grandes al creer que él es lo suficientemente fuerte para soportarlo. Confiaba en su capacidad de sobrellevarlo, podría vivir sin mí, con el amargo recuerdo de la chica que le destrozó el corazón. Él era verdaderamente fuerte.
Aquella perspectiva me partió el alma. Ojalá hubiese sido un hermoso recuerdo, una historia nostálgica a la que le cuente a sus hijos en cuanto le pregunten de su vida; no una mancha oscura y rencorosa en lo profundo de sí, avivando la llamada del resentimiento. Y yo...
Yo... sabiendo que me odiaba más que a nada. Tenía la certeza de que lo haría, fui demasiado cruel, mi objetivo era este. Quise intentar otro método, pero no funcionó, aposté a la capacidad de Sasuke en soportarlo y lo hice, la aberrante avalancha de mentiras que salieron de mi boca no justifica mis acciones.
Pensé en ello más días, era lo único que acaparaba mi cabeza y no me dejaba concentrarme en las clases. Apenas prestaba atención a lo que decían los maestros, con la cabeza ladeada a la ventana observando a través del cristal hacia la entrada, una vista perfecta del árbol de cerezo junto a la banca, ahí dónde en ocasiones Sasuke aguardaba por mí después de clases y me acompañaba a casa. Recordarnos caminar juntos y sonriendo, pasando el rato agradable.
Y todo esfumándose porque simplemente era un recuerdo.
Apartaba la vista lentamente a mi libreta, moviendo el lápiz. Las lágrimas se acumulaban en mis ojos y me retenía para no llorar. Se vería extraño en plena clase y no se me daba ser el centro de atención. Casi siempre atraigo la mirada de Hinata y Temari que están a unos asientos lejos de mí destilando preocupación. Hacía un desplante rápido, tendría que escucharlas en la hora del almuerzo que llegó tan pronto.
—Sakura, no puedes seguir así ¡llevas casi tres semanas pareciendo un completo zombi! —Hinata me confronto más temprano que tarde en uno de los jardines de la escuela, atiné a mirarla entre mis pestañas, cansada de todo.
—Para tu información con estas ojeras parezco más un mapache que un zombi —mi intento de broma quedó en una patética mueca.
—Sabes a lo que me refiero. —Hinata era la única que sabía el trasfondo de mi ruptura con Sasuke, a los demás les dije que simplemente las cosas no se dieron y lo dejé—. Estoy harta de verte caminar de aquí para allá pareciendo un recipiente vacío, ya ni siquiera... sonríes.
—¿Esperabas que hiciera una fiesta después de lo que sucedió? —cuestioné sarcástica—. "Le rompí el corazón al chico que amo, ¡vayamos a celebrar que soy una maldita!"
De pronto la azabache soltó un gritillo de frustración.
—¡Basta! Tienes que sobreponerte, tomaste esa decisión y lo hiciste. Lo hecho, hecho está y ya no puedes hacer nada para remediarlo —me gritaba logrando que algunos estudiantes se volvieran a nosotras, y yo me quedé impactada por sus palabras, sin poder emitir nada a contestación—. Lastimaste a Sasuke, sí, pero hubo una razón. No dejes que el sacrificio de tu felicidad sea en vano ¿no pelearás hasta el final para librarte de esto y poder ser feliz después?
—¿Para que luchar? Si al final Sasuke no estará conmigo, él es mi felicidad —ladeé el rostro, enfrentando mi triste realidad—. Yo sólo... no sé qué hacer. En verdad... ¿cómo hago para no sentirme culpable? ¿Para ya no llorar todas las noches? —Mis manos colándose a mi rostro, no quería llorar, no tenía derecho ¿yo estoy sufriendo? No debía, no cuando la mala de la historia fui yo—... ¿Qué hacer cuando lo extraño?
Gruesas lágrimas resbalando entre mis manos, ¿cuántas ya derramé? Esperaba el momento en que terminara seca de tanto lloro. Las manos gentiles de Hinata me rodearon y la abracé con todas mis fuerzas, recibiendo su consuelo y apoyo. ¿Dónde refugiarme cuando me ganaba la tristeza? No quería preocupar a mi familia, ellos tampoco sabían la verdadera razón.
Ese día llegué a casa deshecha, se exaltaron, pero no les quise explicar nada hasta el día siguiente. Basto con soltar «terminamos» y no preguntaron más, quizás pensaban que necesitaba mi espacio y mamá se encargaba de hacer medidora entre mis hermanos y yo, parecían ansiosos a saber la razón, pero retrocedían al ver mi desanimo y nulas faltas de cooperar.
—La culpa no se irá pronto, tendrás que aprender a vivir con ello —dijo acariciándome el cabello. Me aferré más a su blusa llorando, aumentando mis sollozos casi a gritos—. No debes dejar que la amargura y tristeza dominen tu vida. Si quieres llorar, llora, si quieres gritar, grita. Dale cabida a ese sentimiento un tiempo, pero no para siempre. Tienes que ser fuerte, por ti, por Sasuke.
Fortaleza ¿de dónde la sacaba yo en estos momentos?
Me aferré a sus palabras, repitiéndome en mi mente una y otra vez que tendría que vivir con la culpa de haber dañado a la persona que amaba con todo mi corazón y saber que él continuará su camino después de esta caída, lejos de mí. Olvidándome por completo, enterrándome para siempre en sus malas memorias.
Y supo mal, en verdad supo mal.
Saber que el amor se transformó en odio.
Un profundo e intenso rencor.
—Vamos, te llevaré a casa.
Hinata no se separó de mí y estuvo en silencio de trayecto a casa. Me dediqué a observar sin realmente prestar atención al exterior por la ventana, agradecí que no siguiera cuestionándome y fingiera no prestarme atención. Ya había pasado mi crisis y volví a la "normalidad", ya no hipaba, por supuesto. Lo que mi pecho contenía parecía a punto de explotar, aunque en realidad pensaba en lo que me dijo, de tener que cargar con este peso y culpa, aprender a vivir con ello.
Intentarlo.
Parecía sencillo, pero no lo era.
Dejé escapar un fino suspiro de rendición, ya no quería pensar en nada más.
Como prometió me dejó en la entrada del conjunto de los departamentos. Sin decir nada salí esperando que interpretara mi acción a que deseaba estar sola, estando fuera la miré sobre mi hombro y me despedí ligeramente con la mano.
—Sabes que si necesitas hablar no dudes en llamarme, a cualquier hora —me dijo, su voz externó su sinceridad de que en verdad podría hablarle en plena madrugada y vendría hacía mí.
Sin saber porque, su honesta amistad en estos momentos de desdicha se me antojaba a un cálido refugio, sabía que con sólo tenerla a mi lado sería más soportable, escuchando sus palabras de aliento. Sabiendo que no podía acudir a cualquiera.
Mis ojos se nublaron, abrumada. Ah... no pensé que tendría una amiga así después de lo sucedido con Tenten. Por un momento fui afortunada en medio de mi miseria.
—Está bien. Nos vemos mañana.
La vi irse, no sin antes dudar en continuar y dejarme ahí. La observé alejarse por la calle, quedándome hasta que desapareció en una de las esquinas. De nuevo sentí todo mi semblante tensarse y voltearme a mis espaldas para observar al sujeto que me seguía como parte de la rutina, emergiendo del automóvil estacionado a una distancia prudencial. Sin embargo, desde hace unos días noté que no era el mismo que me presentó Itachi-san como remplazo del finado.
Lo cual me daba un mal presentimiento que se cumplió segundos después, quedándome completamente estática al ver a Neji salí de la parte trasera de dicho automóvil, haciendo ademanes al hombre que supuestamente era mi guardaespaldas asignado por la policía. El sujeto le hizo una reverencia y dejó el libre camino para Neji.
Todos mis sentidos gritaron que corriera, que escapara de ahí a un lugar seguro, pero con sólo percatarme de la mirada que me lanzó a medida que se iba acercando me hizo quedarme en mi lugar, una advertencia silenciosa a que no me atreviera a correr o tendría serios problemas.
No podía hacer nada.
—Querida mía. —Apenas se detuvo a unos pasos de mí invadiendo por mucho mi espacio personal. Le devolví un gesto mortal mientras retrocedía—. Ansiaba demasiado este encuentro.
—No sé porque me sorprende que pudieras lograrlo —Me impresioné internamente de que mi tono de voz fuera inexpresivo contando el miedo que sentía en estos momentos y el temblor interno, tuve que ocultar mis manos detrás de la espalda para que no se notara—, el guardia se mostró muy servicial ¿acaso tu sucia familia compró a los policías?
Su sonrisa descarada apareció.
—Te dije que, aunque me buscaran no podría hacerme nada. —Señaló con arrogancia—. Y aunque el equipo de Delitos mayores intentó intervenir, no lo lograron... fueron una piedra en el zapato.
—¿Fueron? —Abrí los ojos conteniendo un grito. ¿Itachi-san estaba en riesgo por llevar ese caso?
—Pero ¿sabes qué? —estiró su mano tomando un mechón suelto de mi cabello, pero yo estaba tan conmocionada a que algo le pudiese suceder a Itachi-san que no reparé enseguida de su acción—. Intervine para que sólo transfirieran el caso a nuestra unidad sin tener que deshacernos de todo el equipo, sería una molestia lidiar con tal percance. En pocas palabras: le salvé la vida a ese Uchiha.
Su meno viajó a mi mejilla haciéndome reaccionar, le di un manotazo y afilé mi mirada.
—Tus "buenas" acciones nunca son gratis, Neji —dije sabiendo que tramaba algo— ¡Ya me alejé de Sasuke y me aseguré que jamás vuelva a mi lado! ¿Qué más quieres de mí? Contigo siempre son amenazas.
Este mal presentimiento se intensificó de lo que sería el inicio de mis desgracias. Verlo observar su mano y apretarla lentamente, bajándola a medida que componía una expresión divertida. Una que me causó escalofríos, jamás lo vi sonreír así.
Antes de poder reaccionar me tomó del cuello y me estampó contra la pared de la entrada, no ejercía verdadera presión, pero su acción me dio mucho miedo. Sus ojos parecían más oscuros y letales de lo normal, atiné a tragar grueso y no dejar que el pánico me dominara. Debía enfrentar esto, me hallaba sola en este juego peligroso dónde mover mis fichas para no salir perjudicada resultaba crucial.
—Lo quiero todo de ti, Sakura. —Acercó su rostro al mío, tuve el impulso de escupirle en su cara—. Tienes que volver a mí y ser completamente mía.
—Jamás lo haré. Una cosa es que me haya alejado de Sasuke y otra muy distinta que a causa de ello vuelva a ti, no confundas las cosas.
Un dedo acarició la base de mi cuello causándome asco y escalofríos, seguía mirándome de una forma amenazante cual se crispó al escuchar el nombre de Sasuke. Una media sonrisa adornó sus labios y soltó un monosílabo.
—¿Dije que vendrías por voluntad propia? Si quiero en este mismo instante puedo noquearte y llevarte conmigo, será tan rápido que nadie se daría cuenta —dijo, y tal perspectiva aumentó mi pánico, llevé mis manos a su muñeca en un intento de zafarme ¡a eso vino él desde un principio! A llevarme con él. Intenté moverme y apretó más el agarre—. Luchas en vano, quizás puedas asegurar a tus seres queridos, pero jamás a ti misma por el simple hecho de que me perteneces.
Que yo le pertenecía.
No soy un objeto, pero en este instante me sentí uno.
Todo mi mundo que de por sí ya era gris desde hace unas semanas se volvió más y más oscuro, me sentí completamente pequeña e indefensa frente a Neji, aflojando el agarre de mis manos al sentirme sin fuerzas. A mi alrededor todo pareció detenerse y mi corazón comenzar a frenarse.
Entonces ¿no existía salvación para mí? ¿Simplemente debía aceptar que mi ventaja en realidad era mi debilidad? Neji siempre se favorecía de mi sufrimiento y vendría por mí. No había nadie que pudiera ayudarme, y aunque gritara tardarían en socorrerme, apenas pasaban las personas. La policía ya no me ayudaría. Además, si hacía un movimiento en falso él podría tomar represalias con mi familia, o peor aún, con Sasuke, así rompiendo nuestro acuerdo.
Neji era capaz incluso de matar. Eso me quedó claro.
Un peso cayó de pronto en mis hombros, en todo mi ser al darme cuenta de mi desdichada y cruel realidad.
Hiciera lo que hiciera por mí, sería en vano.
Al final... enfrentaría mi destino.
El percatarme de lo cruel que parecía mi futuro provocó un shock en mí que duró hasta que Neji volvió a hablar.
—Pero hoy no será ese día porque aún tienes una cosa por hacer antes de que regreses a mi lado.
Y se alejó completamente, mis piernas temblaban y me obligué a mantenerme firme, hacerle notar que no me afectó en lo absoluto, pero sé que mi rostro no le engañó, debí reflejar miedo y angustia al sentirme completamente atrapada. Sin escapatoria, sabiendo que era mi fin.
—¿Algo por hacer...?
—Te daré un regalo especial porque eres mi amada —dijo—. Una libertad de tres meses en tu cotidiana y absurda vida mientras estoy fuera de la ciudad. Hasta que regrese, tú debes encontrar el CD que escondió Kizashi.
Ensanché mis ojos al recordar tal detallé que mencionó Tenten cuando ocurrió el altercado.
—¿Cómo esperas que yo obtenga esa información? Ni siquiera tú lo sabes —fruncí el ceño ante el trago amargo—. Y Kizashi desapareció.
Movió su mano en un ademan al edificio, lo seguí con la mirada hasta toparme con los ventanales, señalaba justamente dónde yo vivía.
—Mebuki debe saber algo ya que estuvo involucrada en esto —respondió—. Si logras encontrar el CD...
Volvió a estirar la mano a mi rostro, alzando mi mentón. Mis ojos no lograron desafiarlos esta ocasión, todo mi cuerpo temblaba, mi mente gritaba y mi corazón se quebrantaba al conocer mi futuro dentro de tres meses: alado de este cretino. No me quedó más que apretar los dientes y contener mis lágrimas.
No me dejó opción, no vislumbré ninguna posibilidad. Por dónde lo viese, perdí toda la confianza en ello. Bastaron unas palabras y voltear a ver mi realidad, una tan podrida e irónica que, aunque intente escapar de ello, regresó a mí. Porque este era sería mi castigo por haber herido a Sasuke con mis palabras.
Mi propio castigo que dudaría por toda mi vida. Condenada alado de Neji.
—Consideraré la idea de enviar a tu madre al extranjero a que le den un mejor tratamiento en las quimioterapias. Escuché que pronto necesitará otro tratamiento demasiado costoso. —No me sorprendió que supiera tal dato conforme a la salud de mamá—. ¿No te parece justo? Aquí los dos ganamos.
Con la diferencia de que aún así me obligaras a irme contigo. Apreté los puños.
Observó parcialmente al sujeto del auto que asintió con la cabeza desde la distancia.
—Nos veremos en unos meses, querida —dijo esbozando una mueca, obligándome a verlo tras ladear mi rostro—. No intentes nada sospechoso y no debes contarle a nadie de nuestro trato, mi subordinado estará vigilándote a todas horas y notará cualquier cambio. Sólo para que lo tengas en cuenta. —Una advertencia en toda la extensión de la palabra.
Aspiró el aroma de mi mechón de cabello, cerré los ojos un momento deseando que el suplicio se acabara pronto, sintiéndome ultrajada por ese gesto. Al abrirlos, se alejaba de mí camino al automóvil, pero a mitad del camino, se giró a mí con un semblante serio.
—Ah, y, otra cosa: si llego a enterarme que Ryu se acerca mucho a ustedes, considera a Itachi hombre muerto.
Pero ¿qué tenía que ver Ryu con todo esto?
Su última advertencia me dejó helada con la boca amarga. Estática, sin poder hacer más que verlo marcharse. No lo seguí con la mirada, nada. Me quedé absorta en medio de la acera con la vista perdida en la nada, procesando lo que acababa de ocurrir.
El punto en que mi vida estaba comenzando a hacerse pedazos.
Mis rodillas fallaron y terminé por caer al suelo, apoyándome apenas de mis manos tratando de respirar correctamente. Sentí un vértigo, tuve que cerrar los ojos para intentar tranquilizarme sin éxito alguno.
El sólo pensar en los tres miserables meses con lo que contaba para idear un plan que me ayudara a librarme de Neji por mi cuenta sin que nadie saliese herido. Si pensaba pedirle ayuda a Itachi-san, lo mataría —además, dudaba que quisiera ayudarme contando lo que le hice a su hermano—, y si acaso pensaba en recurrir a Ryu-san, mataría a Itachi. Si veía un movimiento sospechoso de mi parte o de mis hermanos también terminarían...
Llevé las manos a mi boca conteniendo las náuseas. Pensar en la muerte me caía como un golpe en le hígado, angustiante.
Estaba completamente sola en esto. Nadie debía darse cuenta, sólo así evitaré que Neji los tenga en la mira como objetivos potenciales.
Sólo debía soportar y buscar el CD para asegurar el tratamiento de mamá, y, en el proceso, pedir un milagro en hallar la manera de librarme de la desgracia de mi destino sin poner a nadie en riesgo.
Sin embargo, algo en mi interior me decía que sería imposible y debía aceptar mi destino.
Uno demasiado cruel.
Sasuke
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Estiré mi mano en medio de la oscuridad hacia la ventana abierta esperando poder alcanzar la luna que se reflejaba en lo alto del cielo, queriendo que me consolara. El movimiento a mis pies me alertó de momento siendo Hunter el que se arrastraba hasta mi y me daba lengüetazos limpiando los rastros de lágrimas que yacían en mis mejillas, no tuve fuerzas para quitármelo de encima, dejé que lo hiciera mientras seguía abrazándolo con añico, tratando de obtener un poco de su absurdo entusiasmo.
En verdad lo necesitaba urgentemente.
Me di cuenta de lo que estaba haciendo en realidad, encerrarme en mi habitación únicamente saliendo a comer y bañarme, perdiéndole importancia a lo cotidiano. Ignorando por completo que ya habían comenzado las clases en la universidad y dejado mi trabajo —uno que Iruka expresó por llamada que regresara cuando me sintiera listo—. Encerrándome en mi propio dolor sin saber qué demonios hacer.
¿Qué hacer cuando todo tu mundo se desmorona?
Por más que lo pensaba, simplemente no podía llegar a una respuesta lógica.
Un toque en la puerta alertó a Hunter y le intereso más que a mí quién yacía del otro lado. Pasó sobre mí y bajó de la cama. Me quedé en mi posición mientras escuchaba los pasos y la puerta abrirse de par en par, no me molesté en voltear sabiendo que sería mamá o Itachi queriendo hablar conmigo de nuevo.
Solamente les conté que Sakura y yo no estábamos juntos, más allá de esto no quise que supieran lo patético que soy por no tener méritos suficientes en mantener a mi lado a la persona que amaba. Pero estaba cansado de escuchar sus palabras de ánimo, de mamá sentarse a mi lado y decirme que era hora de salir, de retomar fuerzas. A su parecer, he estado mucho tiempo encerrado en la habitación.
Pero no era ninguno de ellos.
—Sasuke, he venido a verte.
Ensanché los ojos mientras me incorporaba a medias. Kakashi estaba en el umbral con una expresión seria, detrás de él mamá se veía preocupada por mi reacción. Hasta ahora especialmente mamá respetó mi privacidad y esperaba el momento en que expresara mis pensamientos, aunque claro, se sorprendería cuando me escuchase hablar.
—...
—No vine como tu psicólogo, si no como tu amigo —sentenció.
Sentado en la orilla de la cama con la cabeza gacha, no tuve el valor de mirarlo a los ojos. Todos sus consejos y asesorías se fueron al caño con la actitud que estaba mostrando, debí dar una imagen tan desalentadora. Aunque no es algo que me preocupara mucho, sentí vergüenza ante él. Después de todo, aunque fuera por mero profesionalismo de su parte, él fue la primera persona que le confíe mis más profundos pensamientos, esos que no podía contárselo a mamá e Itachi después de que intenté suicidarme.
Incluso... intenté hacerlo de nuevo, y pensar en ello me hacía sentirme más avergonzado y la sensación de que defraudé a todos ya que prometí jamás recaer.
Apenas alcé la vista, él se hallaba sentado en la silla giratoria con los brazos cruzados, quizás esperando algo. No lo sé.
—Después de esto no volveré a tratarte como psicólogo —dijo, y yo apreté los labios. Sabía muy bien estaba rompiendo una clausura de su profesión—. Pero estoy cansado de verte así ¿sabes cuánto llevas aquí?
Negué con la cabeza. Algo tan enigmático era irrelevante para mí en estos momentos.
—Tres semanas —señaló con sus dedos y yo abrí desmesuradamente los ojos, por fin mirándolo con una mezcla de sorpresa y oprobio—. ¿Acaso piensas concederle a tu depresión un día más de tu vida? ¡Ya fue suficiente!
Su grito provocó un respingo de mi parte, era la primera vez que lo veía alterado. Su expresión cambio por completo, me pareció similar a un padre intentado corregir a su hijo. Tal sensación me incomodó al principio, pero a medida que lo observaba me percaté de que lo único que deseaba era...
—Tienes que salir ya mismo y enfrentar la realidad. No sé lo que sucedió con Sakura y tampoco las cosas que te dijo, pero —se detuvo un momento para intentar serenarse— no debes dejar que sus palabras te afecten. Tienes muchos méritos necesarios para hacer que una persona te ame.
Mi rostro se crispó.
—¿Méritos necesarios? —Aquello salió de mi boca como un reproche, a él, a todo, a la vida. Kakashi me miró con un deje de impresión, quedándose en completo silencio ante la risa débil que solté—. T-Tonterías...
No fui capaz de retenerla.
Y se fue.
Bajé la mirada cubriéndola con mi rostro, aspirando con fuerza. Ah, mi garganta quemaba de nuevo. Moví mis manos, incapaz de hablar.
—"Ella me dejó ¿qué sentido tiene mi vida?"
Kakashi suspiró largamente.
—Nada tiene sentido en esta vida, ya deberías saberlo. —Ladeó el rostro observando el estante de libros—. Solamente queda sobrevivir cuando crees que has muerto en vida. ¿Pretendes seguir preocupando a tu madre y hermano?
La pregunta cayó como un balde de agua fría.
—E-Eso... —Me detuve, no lo pensé antes. Cuando me juré preocuparlos lo menos posible y fracasé estrepitosamente.
Otra promesa que rompí.
—N-No puedo mirarlos a la cara —susurré tan bajo que temí que no me escuchara. Me dolía mi garganta, mi pecho. Todo—. L-Lo intenté de nuevo... los defraudé a todos.
Me froté las muñecas. Él sabía a qué me refería.
—No lo hiciste.
Alcé la vista de sopetón aguantando mi respiración ¿Está ciego o intenta ser condescendiente?
Una sonrisa sincera de su parte y sus ojos brillosos.
—Sigues aquí ¿no? Cumpliste tu promesa.
Poco a poco la habitación fue iluminándose y pude observarlo mejor... la expresión de su rostro fue suave y comprensible. Otra faceta nueva que no le conocía, mientras se acercaba a mí y me colocaba una mano en el hombro dejando que descansara mi cabeza en un gesto consolidador.
¿Lo hice? ¿Cumplí mi promesa? ¿En verdad yo... fui capaz de esto?
Al percatarme de ello mis ojos de nuevo se llenaron de lágrimas.
A pesar de todo... aunque Sakura se fue de mi lado, del incesante eco de mi mente que me gritaba que debía odiarla, que debía blasfemar contra su nombre y desearle algún mal, mi corazón se lo impedía y me hacía recordar el amor que sentía por ella. Uno que desencadenó a que probara mi propia determinación y fuerza de voluntad en no cometer una atrocidad y de cierta manera liberar la parte de mi capacidad de hablar.
El sufrimiento por el cual pasaba no fue todo desgracias.
—Y es lo único que importa —dijo sentándose a mi lado, lo seguí con la mirada—. No debes permitir que este acontecimiento en tu vida te detenga de vivir pleno. Sé que será difícil y no dejarás de amarla pronto, nadie te lo pide. Sólo no te encierres en tu dolor y pierdas de vista lo que realmente es importante: tú mismo. Sin darte cuentas te estás perdiendo.
Aquellas palabras se metieron en lo profundo de mi mente y siguieron toda la noche mientras rebuscaba en mi mente, jugando con los cigarrillos en mis manos. Una y otra vez, intentando dispersar las memorias relacionadas; analizando lo que estaba ocurriendo en mi vida y lo que permití, que mis sentimientos me dominaran por completo.
Pero ya no más. No dejaría que el dolor me dominara, debía sobreponerme, aunque me costara y sintiera que la vida se me deshacía. Por mí, por mamá e Itachi. A pesar de que una furia interna fuera instalándose poco a poco en mi pecho para intentar domar mi dolido corazón, convenciéndole de que pronto pasaría, de que dejaría atrás ese sentimiento único, de alguna u otra forma lo haría.
Remplazar un sentimiento por otro, quizás esa era la clave.
Aunque eso sería mentirme a mí mismo, no importaba.
Entrecerré los ojos y encendí el cigarro, no me lo llevé a la boca, simplemente lo sostuve entre mis manos y contemplé las cenizas caer a la alfombra.
Y cuando se consumiera por completo saldría de aquí e intentaría sobrevivir un poco más. Llevaba haciéndolo veinte años, y de ahora en adelante... podría resultar más cómodo y fácil.
Sakura
.
—¿A dónde vas?
La pregunta de mamá me detuvo a medio andar mientras me dirigía a la entrada, me viré a la sala. Ahí estaba ella tejiendo bufandas de nuevo, la visión me trajo recuerdos de nuestra antigua casa, cuando se sentaba en el sillón y taranteaba canciones. Sí, aquellos ayeres —dejando de lado el maltrato de Kizashi— era esplendido.
Y pensar que dentro de unos meses ya no vería esta imagen.
Retiré la vista de inmediato intentando que mis pensamientos no fueran a sobreponerme.
Debía ser fuerte.
—A la tienda de conveniencia, quiero un té helado —dije.
—¿A esta hora? Es muy tarde cariño, además... —se alteró.
Agité mi mano.
—Mamá, recuerda que tengo un guardia a las veinticuatro horas —Para mal, pensé—. Así que no debes preocuparte.
Ella iba a refutar, pero Sasori emergió de la cocina interrumpiéndola.
—Sakura tiene razón, así que no te alteres —pidió él girándose a mí. Me extrañó por completo su actitud, él era el primero que me impedía salir de noche—. Ve con cuidado y no tardes.
Asentí apenas, impresionada por su disposición. Antes de que mi suerte se acabara, me adentré al pasillo y abrí la puerta, quedándome quieta un momento escuchando los cuchicheos que provenían de la sala. Afiné mi oído para entender su conversación.
—Hijo ¿por qué permitiste que fuera sola?
Un corto silencio acompañado de un suspiro.
—Pareciera que Sakura intenta tomar un respiro de nosotros. Ella tiene esa manía de guardarse las cosas para sí misma, y no ha querido decirnos el motivo de su rompimiento con Sasuke. Tal vez estando sola se sienta más relajada.
Ah, mi hermano mayor me comprendía tan bien. No es que no quisiera decirles la verdad, más que hacerlo superficialmente, si no tendríamos problemas si Sasori intentara intervenir, lo conocía bien para saber que no se quedaría de brazos cruzados. Si cuando se enteró por una llamada de Itachi-san que pasaron el caso a otro departamento por órdenes superiores se quedó intranquilo. Lo convencí de que el caso iría bien cuando sería todo lo contrario.
Terminé por suspirar y cerrar la puerta en silencio.
Necesitaba despejar mi mente de los recientes acontecimientos. Pasaron varios días desde mi encuentro con Neji, fiel a su palabra, en uno de los autos estacionados estaba el guardia que me perseguía a las veinticuatro horas pasando desapercibido. No me molesté en fulminarlo con la mirada como siempre lo hacía, metí mis manos a los bolsillos de mi suéter y giré rumbo por mi té helado.
Pero me detuve apenas di dos pasos, contemplando al hombre que venía caminando desde ahí teniendo al enorme guardaespaldas pisándole los talones. Hice mi mano puño dentro de mi suéter ¿por qué tuvo que venir? Desde el hospital no intentó contactarse con nosotros.
Pensé rápidamente en una forma de hacer que se fuera, si el guardia veía que se quedaba por mucho avisaría a Neji y me metería en serios problemas. Mi mente trabajo veloz, buscando alguna cosa que pudiera decir...
Se culminó mi momento al tener a Ryu-san frente a frente. Alcé la vista para verlo, él venía vistiendo elegante como siempre y esa expresión serena que parecía que nada le perturbaba con facilidad. Y pensar que este hombre es el padre de Sasori, observándolo mejor encontré más similitudes.
—Buenas noches, Sakura ¿ibas alguna parte? —preguntó Ryu entrecerrando los ojos.
—No es algo que le incumba —respondí tajante. De reojo noté que Juugo observaba a nuestro alrededor y me apresuré a intentar disuadirlo o se darían cuanta—. Creo que está demás preguntarle que hace aquí cuando es evidente.
Ryu-san se mantuvo callado.
—Pero —Retomé la palabra—, le pediré amablemente que se retiré y deje de perturbar la paz de mamá.
Mi petición pareció ponerlo alerta.
—¿Por qué me pides eso?
Lo comprendí, viniendo de Sasori no habría ningún cuestionamiento, pero de mí...
—No voy a permitir que su recuerdo le afecte, apenas está recuperándose y un golpe emocional sería catastrófico. —Aquello no era una mentira—. Además, por lo que tengo entendido usted la abandonó, así que no tiene derecho a venir e intentar recuperarla.
—Quien no tiene derecho eres tú —su voz sonó mortal, un aviso a que me detuviera—. No juzgues el mar porqué solamente conoces una parte.
—Sé lo suficiente —lo desafié a sabiendas que era verdad. No tenía que juzgar la vida de ambos, pero no me quedaba otra opción que irritarlo al punto de que se alejara por un tiempo. Precisamente tres meses, después de ello todo volvería a la normalidad para los demás—, y tengo el derecho como hija de Mebuki para decirle que está mejor sin su presencia, no necesita más perturbaciones así que aléjese de nosotros.
—Me rehuso.
Tensé los hombros. Ver su semblante que no perdía la calma crispó mis nervios e inevitablemente un sentimiento de enojo bulló de mi interior. No por lo que estaba queriendo lograr, fue una sensación de traición y frustración a que quería intervenir en nuestras vidas cuando corría riesgo. Si tan sólo hubiera aparecido antes...
No, si tan sólo no hubiera abandonado a mamá en ese momento la situación sería diferente para mamá. Ella no tendría porque pasar por tantas enfermedades ¿verdad?
—Que conveniente para usted rehusarse ¿Qué hubiera pasado si no la hubiera abandonado? —Mencionarlo de nuevo logró que frunciera el ceño lentamente. No me detuve, mi lengua se desató en ese momento—. ¿Acaso piensa que puede redimirse después de tanto tiempo? ¿Tiene idea de cuantas veces mi mamá esperó que fuera a rescatarla mientras Kizashi la golpeaba o del sufrimiento de Sasori al pasar por lo mismo cuando era niño? ¡NO ESTUVO AHÍ PARA ELLOS!
Finalmente, todo explotó y grité con todas mis fuerzas, sintiendo mis mejillas arder de furia y mis ojos llenarse de lágrimas a causa de la frustración y enojo.
—¡No estuvo ahí para ellos cuando lo necesitaron! ¡No los consoló después de una paliza! ¡No les brindó el amor que necesitaban ambos al sentirse desesperanzados! —A este punto estaba descargando lo que me inquieto desde un principio cuando me enteré de que Ryu era el padre de Sasori—. Se alejó y huyó. ¿Por qué? ¿¡Por qué los abandonó!?
—Señorita Sakura... —murmuró Juugo detrás de Ryu, este le hizo una seña para que no interfiriera.
—Pero ya no importa ahora —le interrumpí soltando una exhalación, mirando al cielo—. Más bien ¿por qué le digo todo esto? No soy nada suyo, Sasori es el que debería estar aquí, pero lo conozco y sé que no dirá nada, puede parecer severo, pero en el fondo está dolido.
Bajé la vista, no le di ninguna oportunidad para hablar.
—Así que le pido que se marche —Por tres meses, pensé.
Un largo silencio se prolongó entre los dos, Ryu-san me observaba fijamente sin contemplaciones, como si quisiera leer mis pensamientos. Me mantuve con mi expresión seria y a la vez enojada, no estaba fingiendo. En verdad me sentía frustrada e irritada por intervenir en un asunto que sólo le correspondía a mamá y Sasori tratar.
Pero confié, una vez más, que Ryu-san fuera insistente y los buscara después. Quizás cuando yo ya no estuviese.
Sólo me quedaba poner mis esperanzas en ello.
—Uh. —Soltó de pronto, entrecerrando los ojos—. Ya lo comprendo.
Di un respingo al tener la impresión de que su expresión de oscurecía, acercándose más a mí, atiné en retroceder pensando que haría algo, pero simplemente se detuvo y se agachó a mi estatura.
—Haré lo que me pides, niña. Pero ten en cuenta que yo no soy Sasuke, por lo tanto, no puedes engañarme fácilmente.
Todo mi cuerpo se quedó estático a sus palabras ¿sabía lo de Sasuke?
—Es lamentable que tuvieras que recurrir a esto, pero lo comprendo más de lo que crees.
¿Entonces él...?
No pude procesar rápidamente sus palabras. Se alejó dando la media vuelta, pero antes de caminar, giró un poco el cuerpo a mí sólo para observarme fijamente unos segundos y retomar su andar. Juugo alternó apenas la vista, haciendo una reverencia a mi dirección y siguiendo a su jefe.
Los observé hasta que se perdieron en la oscuridad de la calle, y de nuevo me quedé ahí, sin atreverme a mover un solo músculo. Dejé escapar el aire por la boca, escuchando unos sollozos de mi parte, apenas emitiendo un sonido. Y es que me parecía tan injusto que tuviera que recurrir a esto y mis mentiras, lastimando a las personas que son importantes para mí. Si las cosas hubiesen estado bien, no hubiera reaccionado igual.
Solté una risa débil maldiciendo la situación de mi vida.
Ah.
Con que así se siente la desdicha y la culpa. Recordé las palabras de Ryu-san conforme a las mejores decisiones de nuestro corazón y no arrepentirnos de las consecuencias. Pero yo no lograría alcanzar ese nivel de tolerancia. ¡Ni siquiera podía respirar con normalidad!
Apreté mi ropa por encima, a la altura de mi corazón mientras caminaba por el sendero oscuro, semejante a mi corazón en penumbras. Añoré por un momento la calidez de los brazos de Sasuke, el único lugar en el que me sentía segura.
Y seguramente el lugar que jamás regresaría por mis mentiras.
—Sasuke...
POV'S NORMAL
.
HORAS ANTES
Sentado en una de las tantas mesas del restaurante, Ryu observó a Sasuke que yacía con la vista fija en él, no expresando nada a lo que acaba de decirle en realidad. Sólo así se dio cuenta de que las cosas se había retorcido y este chico ya no tenía contacto directo con Sakura.
—Me iré al extranjero, surgieron algunos problemas en Italia —informó minutos atrás. El azabache solamente lo escuchó, no hizo amago de querer contestar—. Sólo te pongo al tanto de mi ausencia, dejaré a Juugo para que vigile de cerca a Sakura como lo prometí.
Al escuchar su nombre logró ver el rostro del chico contraerse y tensar los músculos. Ahí se percató de que algo no estaba bien. Entonces, lo vio agarrar la pluma que le facilitó junto con la hoja, escribió rápido, notó que su mano tembló un momento.
«Ya no estamos juntos. Pero te agradecería que mantuvieras tu promesa».
Sí, ya no estaban juntos. Con sólo mirarlo a los ojos que sufrían se vio reflejado en ellos por un momento, del dolor que lo consumía de estar alejado de la persona que amaba. Sospechó la razón detrás de todo, especialmente viniendo de Sakura. Itachi le informó el suceso de cambio de equipo para el caso y con ello a los agentes, bastó que Juugo investigara más y supiera que quién vigilaba a Sakura en realidad era un yakuza.
Tocó fondo. Seguramente la amenazaron y tuvo que ser extremista. La desesperación la invadió y buscó la vía más rápida para moverse sin que nadie saliese perjudicado. Debía reconocer que lo logró, mantuvo a raya a Neji, pero no por siempre.
Y aún sabiendo la posibilidad no dijo nada, primero debía confirmarlo.
—Un trato es un trato —afirmó, y al parecer Sasuke se percató pronto del trasfondo de sus palabras—. Y lo tuyo ¿seguirás luchando contra los Hyūga?
Sabiendo de la ruptura a con la chica, una de las razones principales en la que el chico aceptó de cierta forma ayudar era para mantener protegida a Sakura, pero ya no teniendo contacto ¿le interesará? Ryu esperaba que sí. Se mantuvo paciente a que Sasuke dejara de mirarse las manos y apretar los dientes, porque él también lo sabía.
—¿No te causa intriga saber que sucedió?
Lo vio encogerse de hombros.
—E-En estos momentos no me interesa.
Internamente se sorprendió de que la boca del chico brotase palabras, aunque tardó en comprenderlas un poco por lo atropellado en que salía y tan ronca como si no hubiese bebido nada de agua en toda su vida, entendió que quizás su mente era un revoltijo que no había cabida para otras cuestiones.
—Al parecer lo que ocasionó su ruptura tocó una vena sensible —murmuró el pelirrojo, y no lo vio negarse, así que lo dio por sentado. Sasuke le lanzó una mirada mortal, un gesto que le recordó así mismo de joven.
Le agradaba ese chico. Por eso...
Atrajo a sí el papel sobre la mesa junto con el bolígrafo cual movió sobre el papel ante la atenta mirada del muchacho que se intrigo de pronto.
—Ve a este lugar, sé que te ayudará —lo deslizó sobre la mesa, el azabache no lo tomó de inmediato, y tras un momento de duda, fijó sus ojos en el trozo de papel—. Ese lugar me pertenece, creo que... será estimulante para ti.
Ceja enarcada, Sasuke lo agarró leyendo la dirección pensando que tal vez se trataba de una casa de apuestas o por el estilo, y sinceramente no estaba interesado. Se así quedó unos segundos, encismado detallando las letras hasta que Ryu se levantó de su asiento alisando parte de su traje café.
—Me contactaré contigo en cuanto vuelva, pero si antes tienes noticias de algo importante, llámame.
Antes de marcharse por completo, se quedó de pie en el vestíbulo dirigiéndole la mirada a Sasuke que seguía sentado, sin moverse. De espaldas le recordó a uno de sus amigos en esa edad. Fijó su vista al frente por dónde venía Madara, asomándose apenas para no ser visto pronto por su sobrino, aunque estando de espaldas no lo notaría de inmediato.
—¿Por cuántas semanas te ausentaras? —cuestionó Madara.
—Dependiendo de cuan ágil sea Hiashi —dijo el pelirrojo entrecerrando los ojos—. Mis contactos en Italia supieron que se reunió con la cabeza de la familia Benedetti.
—¿No son ellos sus enemigos? Me refiero a los de tu familia adoptiva en Italia —inquirió intrigado, lo cual una afirmación en asentimiento lo confirmó.
—Sí, llevan en conflicto con los D'Amico desde el 58. —Tal giró de acontecimientos ya estaba analizado—. No es una simple coincidencia que Hiashi se reúna precisamente con los Benedetti.
—Tengo el presentimiento de que Hiashi intentará algo en tu contra por medio de los Benedetti.
Sí, él también lo presentía.
—Debo preparar el terreno y encontrar el CD, es la única forma en que tendremos ventaja —murmuró él.
—Seguiré investigando.
Ryu asintió y siguió caminando a la salida.
—Ah, cierto. —Madara lo detuvo con su voz, apenas viró el rostro sobre su hombro para observarlo—. Ya dieron de alta a Fugaku.
Volvió a dirigir su vista al frente aparentando desinterés.
—¿Y?
Los ojos de Madara se tornaron serios.
—Y... no puedes retenerlo a que regrese a Japón.
—No es de mi incumbencia lo que hagan ustedes dos —aseguró solemne—. Mi parte del trato ya está hecha. Deben cumplir con su parte.
La risa grutesca que soltó el hombre de cabello largo le crispó un poco los nervios, pero no lo demostró y retomó su andar a la salida escuchando apenas lo que dijo al final.
—Sigue aparentando indiferencia. Tú y yo sabemos que te importa lo que le suceda a quién fue como un hermano para ti.
Se hizo de oídos sordos mientras se alejaba hacia el automóvil estacionado frente al restaurante. Juugo le abrió la puerta y se adentró con los pensamientos revueltos cuales duraron apenas unos instantes antes de serenarse y pensar fríamente las cosas. De cierta manera le restó importancia porque no es algo en lo que deba preocuparse en estos momentos.
Si no de otras cuestiones.
—Vayamos a casa de Aria —ordenó a su guardaespaldas una vez que estuvo en el volante.
Tenía que comprobar con sus propios ojos que Sakura no tomó el mismo camino que él en su momento.
¡Hola!
He aquí el capítulo, estuvo intenso al principio y fue momentáneo. Hace tiempo pidieron saber como fue que Sasuke intento suicidarse, pero sucedió tan rápido lo suyo, simplemente no soporto más y se rindió no sin antes haber intentando hacer algo al respecto.
Aunque el capítulo no fue tan movido, dimos un vistazo de cómo enfrentan su duelo y los sentimientos que tienen. Sakura se arrepiente pero no puede volver atrás, más que ahora que tendrá en la cabeza que será llevada, a pesar de que intento convencerse también llegó a su límite de esperanza para consigo misma. Neji sigue chantajeandola haciéndole pensar que no tiene a nadie a quien recurrir.
Por su parte, Sasuke también está deshecho y la persona que menos pensó que iría a verlo fue. Haciéndole ver que tiene que salir adelante. Se tocaron temas delicados y de una forma superficial.
Mientras Sasuke comenzó a ver cierta luz, Sakura comenzó a sumergirse en oscuridad. Intenta proteger a todos, pero no podrá hacerlo.
Los próximos capítulos comenzarán a ser más cruciales, este fue como una "introducción" ya hay un tiempo y veremos que sucede en el transcurso. Serán muchas cosas. Espero no tardar en la actualización, pero ahora tendré complicaciones para actualizar, espero y entiendan :)
Conforme al capitulo anterior en las notas, creo que la mayoría terminaron con los nervios desetrozados. Como dije antes en Antes de leer, esta historia es SasuSaku y tendremos que ver a que se enfrentan para que vuelvan a estar juntos de nuevo. El punto ya está dado.
¡Muchas gracias por sus leídos, estrellas y comentarios! ESDS está llegando más lejos de lo que pensé, jamás imagine que les gustara tengo, pongo todo mi esfuerzo en cada capítulo para que sea de su agrado. Perdonen si no respondo los comentarios pronto, he tenido días al full y actualice sólo porque tuve algo de tiempo.
En fin, ¡no olviden cuidarse y tomar mucha awa!
Nos leemos pronto.
¡Alela-chan fuera!
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