|30| El amor es egoísmo
Advertencia: capítulo largo, así que léanlo con calma.
Sasuke
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Intenté por todos los medio controlar las ansias de estamparle mi mochila en la cara a Madara. Mi justificación: mi tolerancia que en un principio fue pasible, ahora se encontrara al borde del abismo. El que dijo que solamente permanecería una noche en casa terminó por usurpar la sala varios días.
Cuando estacioné el automóvil frente al salón de baile, seguí refunfuñando en mi mente la presencia de Madara en el asiento del copiloto. Suficiente tenía a verlo en casa por las noches —inevitablemente seguía usurpando la sala— para soportar esa sonrisa suya. Mi tolerancia oscilaba en resignación, sólo eso.
Admití que fui influenciado por mamá, que reprochó mis fruncimientos y malos gestos. No quería discutir con ella, así que solamente tuve que lidiar con Madara. Por otro lado lo pensé mejor, nos convenía tenerlo cerca para averiguar el paradero de padre. Así que dejé mirarlo con mala cara... por el momento. Sé ser agradecido, pero esto estaba en los límites de lo que podía soportar.
Una recóndita parte de mi mente esperaba que pasada esa noche él desapareciera y todo volviera a ser cómo antes: embargando de más dudas y buscando pistas por mi cuenta de las incógnitas que rodeaban mi vida y la de Sakura. Sin embargo, nada resultó ser así y todo a mí alrededor parecía ir en calma, una sádica y retorcida sensación establecida en lo profundo de mis entrañas, la: «calma entes de la inminente tormenta».
Sin verlo, presentí que en cualquier momento algo imaginario saltará frente a mí y estropeara todo, a pesar de que no creía en presentimientos y cosas por el estilo, tuve esa sensación.
Y comenzó justamente hoy: al terminar de trabajar y Madara apareció en el estacionamiento alegando que por fin había contactado a Ryu y arregló una reunión dentro de una hora —pase a sus propias negativas al principio, terminó accediendo—. Una oportunidad de negociar.
Por millonésima vez maldije mi propia suerte y la secuencia de circunstancias que parecían jugar en contra mía. Lo pensé ¿reunirme con Ryu o estar con Sakura? Lo primero me beneficiaría sin duda alguna, entre más rápido consiga protección para Sakura mejor, sin embargo, aquello significaría sacrificar mi apoyo en ella en este asunto circunstancial en su vida.
Recordé cuando me lo dijo días atrás sentados en las bancas del parque dónde nos conocimos. Admitió estar nerviosa de tomar la clase muestra, no tenía idea de qué esperar o ser lo suficiente buena para lograrlo. Yo le convencí de que lo haría bien y le prometí que la acompañaría y observaría dar su mejor esfuerzo. Su sonrisa ante mi fe en ella me convenció de su determinación a lograrlo.
Pero de nada serviría su determinación, esfuerzo o sus sueños si la alejaban de ellos. Apreté las manos con fuerza. La decisión ya está tomada, sé lo que debo de hacer.
Aspiré, reuniendo fuerzas y salí del auto sin tomarme las molestias de advertir que no me siguiera a sabiendas de que lo haría. Guarde las llaves en mi bolsillo y me apresuré a la vereda en busca de una cabellera reconocida esperando no haber llegado tarde. El fulminar a Madara con la mirada por más de diez minutos frente al restaurante mientras me convencía me retrasó.
No tardé en localizarla a un costado de la entrada en compañía de Naruto, Ino y Hinata. Ambas chicas venían con ropa ajustada y encima blusas sueltas al igual que Sakura, solamente la vi de espaldas, su cabello amarrado en una coleta alta dejaba al descubierto su cuello, desde atrás su silueta me pareció incitante, pocas veces se ponía ropa entallada.
Me acerqué por detrás con la intención de darle una sorpresa, la envolví en brazos por la cintura sacándole un gritillo de susto. Apenas ladeó la cabeza y me vio, formando ese puchero en sus labios que era irresistible para mí, si no fuera porque frente a nosotros los demás nos miraban de forma pícara y divertida, ya le habría plantado un beso.
—¡Sasuke, no me asustes así! —exclamó en reproche sin librarse de mí dándome un ligero golpe en el brazo que la tenía atrapada—. Creí que no llegarías a tiempo, faltan diez minutos para comenzar, es mejor que entremos ya. —Tomó de mi mano y comenzó a tirar de mí a la entrada. De reojo observé que más chicas ingresaban por el enorme umbral cuyas puertas dobles eran de madera con detalles lineales.
Su expresión de felicidad me hizo titubear por un segundo, sus ojos destilaban cuán emocionada se encontraba por adentrarse a esta prueba autoimpuesta y que recibiera mi apoyo con mi sola presencia a sabiendas que le reconfortaba. ¿Cómo destrozar su ilusión? Quise, por un momento, enviar mi reunión con Ryu a la mierda y quedarme aquí, con ella.
Sin embargo, sabía que no sería así.
La solté lentamente, deteniéndonos y ella me miró dudosa, pero sin borrar esa sonrisa cual se esfumó a medida que leía mis gesticulaciones, pasando a una expresión abatida cual no tardó en intentar parecer comprensible, mas no lo logró.
«No podré acompañarte hoy».
—Ah... —susurró de pronto tan bajo que apenas la pude escuchar. Toda su expresión cambió radicalmente—. Asumo que fue de improvisto para ausentarte ¿Es... muy urgente?
No quería mentirle, pero tampoco preocuparla. Así que solamente observé de reojo mi automóvil, desde ahí Madara observaba sin mucho interés la calle, al percatarse de nuestras miradas, nos saludó con un simple gesto de mano y una media sonrisa.
El rostro frente a mí se contrajo un segundo, pero no por el puchero de sus labios, si no de cierta incomprensión.
—Madara-san... creí que tus asuntos con él ya estaban resueltos.
Yo mismo le expresé que no deseaba tener mucho contacto con él cuando ella me incitó a que quizás era una buena oportunidad de relacionarme de nuevo con mi tío, y yo le dejara en claro de una forma algo brusca que no eran mis intenciones volver a confiar en él. Seguramente pensará en estos momentos que me estoy contradiciendo.
—"Quedaron otros importantes que no pueden esperar" —volví a gesticular.
Sus ojos verdes se clavaron en mí, tuve la sensación de que quería atravesarme con ellos.
—Esos asuntos no pueden esperar, por supuesto ¿y el que estés hoy conmigo? —rebatió ácida. Su tono de voz me sorprendió, parecía querer reclamarme y a la vez intentar ser comprensiva, al final ganó su molestia—. ¿Tan insignificante es esto para ti que lo desplazas sin más? Me prometiste que estarías aquí.
Ahí estaba, el reclamo con tanto fluido de rechazo. Fruncí ligeramente el ceño, un poco desconcertado por su agria actitud hacia mí. No comprendí porqué se puso de pronto a la defensiva, ella fue la primera interesada a que intentara relacionarme con Madara, aunque, no estaba siendo sincero con ella. En realidad vería a Ryu.
—"Sé que lo hice, pero no podré cumplir esa promesa".
Sus ojos ya cristalinos se ensancharon ligeramente y luego se entrecerraron, me odié en ese momento por lo que gesticulé, por la decepción que sentía por mí. Vi a través de sus pupilas el dolor ante mis palabras, quedando estupefacta.
—Chicos, es hora de entrar, la clase está a punto de comenzar. —Intervino Naruto acercándose unos pasos más, había estado ajeno a nuestra conversación que pronto se percató del ambiente que se formó a nuestro alrededor. Tenso.— ¿Sucede algo?
Mis ojos sólo estaban puestos en ella que sonrió a medias, sarcástica.
—Que Sasuke tiene asuntos importantes que atender, no podrá quedarse con nosotros —dijo solemne aferrándose a la correa del bolso que traía en su hombro sonriendo de esa forma que hacía tiempo que no lo hacía: falsedad. Se me secó la boca, había olvidado cómo se veía aquel gesto en su rostro—, es mejor que entremos o comenzará la clase sin nosotros.
Antes de que pidiera irse la detuve agarrando firmemente su muñeca sin lastimarla, estaba molesta y no quería dejarla ir con ese sentimiento provocado por mí. Ella apenas me miró un poco, sus ojos intentaba batallar con todos sus sentimientos acumulados, me odie en ese instante por hacerle esto.
Mi patética excusa era que intentaría conseguirle protección para que no desapareciera de mi lado.
—Suéltame —exigió ella desafiándome.
A contrario de su petición, la jalé a mí en un esfuerzo en vano en que regresara. Se libró fácilmente de mi agarre y se alejó unos pasos en reversa. Ninguna palabra emitida por ella podría dolerme más que sus ojos clavándose en mí con recelo y tristeza, mi propio corazón se contrajo al sentir el rechazo de mi toque. Contraje los dedos de mi mano derecha, desistiendo a agarrarla de nuevo.
—Sasuke, en serio la clase comenzará y quiero estar ahí. —Tuve la sensación de que quiso agregar "ya que tú no estarás". Por más que las palabras pasaran en mi mente y quisiera emitirlas, abriendo y cerrando los labios hasta fruncirlos totalmente frustrado a no poder decir nada.
—"Vendré a recogerte".
Y a pesar de eso quería prometerle más cosas, sería insensato de mi parte. No quería dejar pasar esta discusión, pero mejo regresaré en cuando se tranquilizara y yo enfriara mi mente, le diré la en cuanto tenga de que estará bien.
No dijo nada al leer mis gesticulaciones, simplemente dio la media vuelta y entró a prisas al edificio.
—¡Sakura, espéranos! —Hinata la siguió de cerca e Ino se detuvo unos segundos a mirarme de soslayo antes de darles alcance, exclamando su nombre.
Me quedé ahí, observándola caminar a prisas totalmente enojada, desapareciendo por la intersección junto a sus amigas.
Apreté los dientes sintiéndome impotente. Se lo prometí, que le brindaría mi apoyo y después retiré mis palabras. Cuándo ella estuvo para mí en los momentos difíciles su mano cálida me reconfortó, su sola presencia en mi vida iluminaba mi abismo de aprensión. Lo sé, la importancia de su sueño en su vida, por un instante me vi reflejado en ella, en lo que yo quizás jamás seré, por eso...
—Sabes cuán importante era este día para ella y te das el lujo de irte —dijo Naruto sacándome de mis pensamientos, giré a él lentamente. Destilaba seriedad en su semblante, supe que deseaba darme un golpe al ver sus manos contraerse una y otra vez—. Deberías considerar más sus sentimientos.
Lo hago, quise decirle, pero mi propia mente me acalló porque en estos momentos lo menos que hacía era considerar sus sentimientos.
Solamente los míos.
Que egoísta soy.
—Ella siempre antepone a los demás sobre sí, incluso a ti. Y cuando intenta hacer algo para sí misma lo mínimo que espera es apoyo, únicamente tu apoyo. —Cada palabra que pronunciaba se enterraba en mí ser. Ojos azules potentes que no dudaron en soltar todas esas verdades, no aparté los ojos de los suyos. Lo que yo hiciera o gesticulara sería en vano a excusarme, lo vi alejarse al interior del edificio—. No te molestes en volver, yo la llevaré a casa.
El nudo de mi pecho no persistió en todo el caminó que conduje a la dirección que Madara indicó, afortunadamente se percató de mi humor y no abrió la boca en todo el camino. No estaba en condiciones de lanzarle una mirada caladora a son de que se callara de una vez por todas.
Mis cavilaciones giraron en torno a Sakura, de su rostro contrayéndose en aflicción a mi oración ¿por qué le transmití eso? Ella jamás imagino que yo la dañara, no fue mi intención hacerlo, sólo... de alguna forma quise que comprendiera parte de mi postura. Ingenuamente lo esperé a pesar de que no le expliqué todo y le oculté la verdad.
Una verdad que la involucraba también. Esperé que fuera comprensiva y aposté a que lo sería como siempre, pero fui un completo ingenuo al pensarlo. En algún momento llegaría su límite, sobre todo si a lo que no estaba dispuesta a tolerar era mi ausencia en lo que ambos sabíamos que era importante.
Olvidé un rasgo en particular: su sacrificio. Había hecho tanto por todos y cuando quería algo para ella ocurría esto.
Me detuve en un semáforo en rojo y me froté el rostro intentando serenarme. Mente fría, mente fría. No era el momento apropiado para pensar en nuestra disputa, cada vez no acercábamos al restaurante y tenía que pensar en la estrategia de palabras que plantearía para conseguir mis objetivos.
—¿Problemas con tu chica?
La voz de Madara me obligó a abrir los ojos y enfocarme en él que no despegó la vista de frente, únicamente emití un simple monosílabo a medias y coloqué de nuevo las manos en el volante, esperando impaciente a que el semáforo cambiara de color.
—Entenderá tu postura en cuanto sepa la verdad, ya verás que se arreglaran —dijo sereno intentando que me centrara o tal vez lo dijo a modo de consuelo.
Confirmó mi último pensamiento al dedicarme una débil sonrisa, alrededor de sus ojos unas apenas perceptibles arrugas se formaron. Mi mente me dio una mala jugada y la imagen de mi padre lo sustituyo, aquella misma sonrisa que me dedicaba de niño cuando intentaba llamar su atención y lo conseguía. Despegaba la vista de sus papeles y alborotaba mi cabello con esa expresión: «ahora no puedo jugar contigo, serás después, hijo».
Deseé que Fugaku me dijera esas palabras.
El nudo de mi garganta aumento y aceleré con cuidado de no chocar con otro automóvil.
Lo menos necesitaba en estos momentos era que mi corazón titubeara en elegir al recordar a mi padre.
Resultó ser un lujoso hotel en dónde nos encontraríamos. El edificio de más de catorce pisos, imponente ante las personas que observaban desde abajo. El sonido lejano del agua de la fuente en el recibidor me distrajo un momento antes de volver a la realidad, le estaba entregando mis llaves al Valet Parking.
—Vamos, es por aquí —me apresuró Madara haciéndome señas a las puertas de cristal de la entrada por dónde los huéspedes entraban y salían.
Lo seguí por detrás sin dejar de observar disimuladamente a mí alrededor. Por dentro el Lobby del hotel era más grande de lo que aparentaba por fuera, ambiente brillante con lámparas arañas colgando desde lo alto del techo. Voces por todos lados que al principio me aturdieron, botones empujando carritos repletos de maletas y extranjeros con cámaras enfocándolo en todo lo que se moviera. Bajé más la visera de la gorra que traía.
Nos acercamos a recepción, la fila era relativamente extensa, pero Madara se dirigió especialmente a una mujer morena de labial rojo intenso que yacía del otro extremo de la barra hablando por el teléfono fijo. Se apoyó en la barra, apenas la mujer le dedicó un vistazo y dejó lo que estaba haciendo para brindarle una ligera reverencia.
—Madara-sama, un gusto verlo de nuevo —Saludó aquella mujer.
—Linda Ame, espero que no me hayas extrañado —dijo el aludido guiñándole el ojo. Entrecerré los ojos a su dirección, él siempre fue muy abierto con las personas y un coqueto de primera. Por eso, a palabras de mamá, nunca quiso asentar cabeza con nadie. "Soltero por siempre" su frase favorita.
La mujer no tardó en sonrojarse ligeramente y, al percatarse de mi presencia, carraspeó.
—¿Qué puedo hacer por usted hoy?
—¿Podrías avisarle a Ryu de mi presencia con mi sobrino? Acordamos una cita previa con él —dijo apuntándome con el pulgar.
Ame asintió descolgando el articular del teléfono y marcó.
Me acerqué a un lado de Madara intentando indagar sobre el lugar de la reunión, no vi un lapicero o papel a la vista, frustrándome. Saqué mi celular y le envié un mensaje, y capté su atención señalándolo. Madara enarcó una ceja y dudoso imitó mi acción.
"¿Por qué en este hotel y no en un restaurante de incognito?"
—Esta zona de la ciudad le pertenece a su clan y recientemente compró este hotel por terceros —murmuró él para que sólo yo lo escuchara, a nuestro alrededor habían demasiadas personas—. Es seguro tener una reunión aquí. Los Hyuga van a intervenir.
"¿Estás seguro de eso?"
—Completamente —aseguró convencido—, incluso yo me hospedé aquí hasta que, bueno... pasó eso —dijo evasiva al ver que la recepcionista colgaba el articular y se dirigía a nosotros.
—Ryu-sama los espera en la suite presidencial, Konohamaru les espera en el ascensor.
—Que humilde —susurró él retomando su sonrisa—. Gracias, preciosa. Andando, Sasuke.
Guardé mi celular en el bolsillo y lo seguí por el Lobby directo a un pasillo escondido dónde dimos con un par de elevadores de vista frente a frente. Se detuvo e imité su acción, esperando a lo que venía. Comentó que esperaríamos al otro guardaespaldas de Ryu a que viniera en uno de los ascensores.
Cada segundo que pasaba maquiné diferentes maneras de plantear la negociación con ese hombre, de mil formas a que yo saliera más beneficiado, poniendo en condición que protegiera a Sakura o más bien, eliminara las amenazas para ella. Dijo que la veía cómo una hija, bien, un padre vela por los hijos de alguna u otra forma, pensé bufando internamente.
Pero con Ryu todo era impredecible.
El recuadro sobre la puerta del ascenso marcaba los números en descenso, iba por el número ocho y se movía lentamente a mi parecer. Mi celular vibró y lo saqué advirtiendo un mensaje, mis dedos se crisparon sobre el aparato al ver un mensaje de Ino.
«Sólo quería informarte que
la clase ya terminó.
Sakura estuvo estupenda,
debiste verla.
«Tardaremos un poco
más por las inscripciones.
Si piensas venir,
estaremos tomando
unas malteadas
en esta dirección.
Estaré ahí»
Leí la ubicación que me envió justo en que la campanita del ascensor anunciaba su llegada y la puerta metálica se deslizaba. Guardé el celular de nueva cuenta sin despegar la vista del hombre de cabello castaño que se reveló, vestía de traje negro y vistosamente un par de pistolas colgando de las tiras de sus hombros, igual traía unos lentes oscuros y un comunicador en la oreja derecha.
—Madara, no espere verte por aquí tan pronto —Habló con un dejé de curiosidad. A contrario de Juugo, este medio una impresión mucho más practicadora.
—Tu siempre tan bromista, Konohamaru —dijo mi tío adentrándose al elevador palmando el hombro del joven que enarcó una ceja a su dirección.
—No bromeo. En lo que a mí respecta, Ryu-sama dijo, y lo cito: no vuelvas jamás a menos que traigas algo que me sirva.
—Y a diferencia de ustedes yo trabajo con Ryu, no para él.
Escuché a medias su conversación sin sentido, al poner un pie en el elevador, un zumbido pasó a mi lado sobresaltándome. Antes de reaccionar, ya tenía a un tipo sobre mí tumbándome al suelo, el golpe en la cabeza me aturdió.
Los zumbidos de las pistolas fueron aisladas por el lapso en que yo forcejeaba con el hombre que me inmovilizaba en el suelo en un intento de movilizarme por completo.
—¡Quédate quieto!
Ni muerto.
Le di un puñetazo en el rostro aturdiéndolo, me lo quité de encima con mucho esfuerzo y lo pateé en las costillas. Terminé de incorporarme controlando mi respiración y evaluando inmediatamente la situación frente a mí, a mitad del pasillo se aproximaba tres sujetos apuntándonos con las pistolas. Apreté los dientes al resentir el dolor de mi nuca.
No tardaron en disparar. Tuve la vaga idea de meterme al ascensor para cubrirme de la lluvia de balas, pero nos obligaron a retroceder que volver al elevador se convirtió en una pésima idea.
Me descuidé del otro sujeto que embistió a mi dirección, mi espalda quedó pegada a la pared. Aproveché la postura y alcé mi rodilla impactando su rostro una y otra vez hasta aturdirlo. Al dejarlo indefenso lo empujé en dónde se cruzaba el fuego armado que cesó por parte de ellos al ver a su compañero en medio.
—¡Carajo, nos superan en número! —se quejó Madara empujándome mientras retrocedía, el silenciador de la pistola emitía zumbidos a medida que seguía disparando.
—¡Corran al fondo, ya! —exclamó Konohamaru disparándoles sin dejar de caminar en reversa.
No dudé en acatar su orden, ellos tenían armas y obviamente no dudarían en atravesarme con una bala si fuera necesario.
Corrí con todas mis fuerzas, Madara pisándome los talones y Konohamaru disparando detrás de nosotros, no paramos ni siquiera cuando llegamos a la intersección que nos brindaba cobertura, adelantándonos por el pasillo que poco a poco fue cambiando de aspecto, por ahí transitaban los trabajadores del hotel que nos miraron sorprendidos mientras pasábamos a su lado.
Se escucharon gritos por detrás, los sujetos venían tras nosotros empujando a todo aquel que se interpusiera en su camino.
—Creí que este hotel tenía la mejor seguridad que los otros —aseveró Madara con la respiración agitada.
—Igual yo —dijo Konohamaru sin dejar de andar a prisas, se llevó la mano al comunicador—. Habla Sephira, tenemos infiltrados por el área de cocina del hotel, necesito refuerzos, estoy llevando a los invitados al ascensor B.
No escuché que le contestaron del otro lado, únicamente volvió a bajar la mano. Me concentré en esquivar los carritos repletos de platillos, chocando con la estructura ganándome un buen golpe en la pierna, pero no me detuve. En estos momentos mi vida dependía de correr o correr. No había tiempos de detenerme a lamer la herida.
—Sigan corriendo, los llevaré al otro elevador que está conectado con la suite —apresuró Konohamaru.
Cruzamos las puertas de la cocina, dentro el calor era más palpable. El fuego de las hornillas aumentando la temperatura y varios chef mirándonos atónitos mientras pasábamos. Al empujar la puerta al restaurante, esta me devolvió el golpe y trastabille hacia atrás, de ellas emergieron un par de tipos que traía armas. Entrecerré los ojos al tenerlas frente a mí una vez más, seguramente ellos eran aliados de los que venían atrás.
No tuvieron tiempo de pensar en nada más, rápidamente agarré la boca de la pistola y la moví a un lado, el mismo tiempo le proporcioné un golpe en la base del cuello que le sacó un grito ahogado. Recibió dos balazos que vinieron de mis espaldas y terminó derribado en el suelo. El otro sujeto cayó a su lado tomándose del costado derecho. Pateé ambas armas lejos de su alcance.
El ruido detrás me distrajo, Konohamaru había volteado de lado un anaquel que impedía la entrada dándonos tiempo de escapar. A nuestro alrededor el personal del hotel se agazapaban en el fondo o salían por la puerta del restaurante despavoridos.
—No se detengan o nos matarán —apremió acercándose a nosotros. Sin contemplaciones estampó la cabeza del hombre que yacía en el suelo contra la pared dejándolo inconsciente, recogió el arma del suelo y volvió a mí—. ¿Sabes utilizar un arma?
Quise negar con la cabeza para mentirle recordando las veces a mis quince años veía a Itachi agarrar el arma, quitarle el seguro y sostenerla firmemente. Me enseñó a pelear cuerpo a cuerpo alegando que nunca sabría que esperar en el futuro y que esperaba que jamás tuviera que utilizar dichos conocimientos.
No retomé mucho esos pensamientos, contra mis mudas negaciones Konohamaru me obligó a tomar el arma, la sentí ligeramente pesada pero familiar en la palma de mi mano.
—Andando. —El castaño nos hizo señas.
Cruzamos el restaurante rebosante de comensales, la música de fondo no hizo más que aumentar mi adrenalina, esquivando a los meseros que se hacían a un lado y algún otro desafortunado que terminó en el suelo cubierto de comida. De nueva cuenta volvimos a la parte frontal a lo que yo reconocí el otro extremo del Lobby, buscando el pasillo paralelo que nos llevaría a la suite. Konohamaru apretó el ascensor con cierto desespero sólo para descubrir que las puertas no se abrían y la luz que indicaba el número de piso en que iba el ascensor seguía oscura.
—¡Mierda! Seguramente deshabilitaron los ascensores —golpeó las puertas frustrado.
—¡Los encontramos, ahí están!
Los tres viramos a la entrada del pasillo, un hombre nos apuntaba con el dedo. Detrás de él aparecieron dos más. Eran diferentes a los siete que recordé allá atrás ¿cuántos de estos había en realidad?
—Tendremos que ir por las escaleras —Cuchicheó él retomando la marcha—. ¡Muevan ya sus malditos esqueletos!
En esta situación lo común sería quedarme sin aire y con la mente en blanco al tener entre mi mano una arma mientras huía de ser atrapado, tentado a deshacerme de ella. La sola idea de ver la sangre de por sí me aterraba para sentir la asquerosa sensación de que podía arrebatar una vida así de fácil, de hecho, estaba a un paso de dejarla caer por la escalera.
Pero tuve que enfocarme en la adrenalina y dolor de mis piernas por tanto correr y subir los escalones de dos en dos para ganar ventaja. Con la respiración agitada subíamos el sin fin de pisos que eran a mi parecer, miré hacia arriba, parecía tan lejano el último piso. Se escuchaban las voces de nuestros persecutores desde abajo.
Al parecer hablaron por el intercomunicador de Konohamaru que se llevó la mano a su oreja.
—Los elevadores no tienen electricidad, vamos por las escaleras. Estamos... por el piso doce —informó al ver el enorme número pintado en negro en la pared.
Aspiré con fuerza, mis piernas dolían. Al estar del lado contrario al barandal, apenas pude percibir que alguien salió de la nada desde las escaleras continuas y pateando directamente a Madara, rodó cuesta abajo con el sujeto interviniendo entre nosotros. El aire se atoró en mi pecho.
—¡Madara! —gritó Konohamaru.
El hombre volteó a nosotros y fue fácil reconocerlo. Apreté los dientes ardiendo en repentina furia al verlo extender los brazos a sus lados, sonriendo de par en par mostrando los dientes. Sus ojos grises ardían en diversión sádica.
—Debería decir: ¡Que sorpresa, Sasukeeee! —Nishimura arrastró la silaba riéndose cual desquiciado—. Pero en realidad he venido expresamente a verte a ti, debes sentirte especial, porque hasta ahora no había hecho esto tantas veces por alguien.
Mi mano que sostenía la pistola tanteó, pero antes de que incluso pudiera hacer algo, los disparos vinieron desde arriba obligándome a inclinarme y a Konohamaru empujarme a la puerta del piso para adentrarnos al pasillo de las habitaciones. Lo último que vi fue la mirada de Madara y el brillo de sus ojos antes de precipitarse a la puerta del piso de abajo. Bien, por lo menos pudo escapar.
El panorama cambió drásticamente a paredes pintadas en ocre y puertas idénticas. Buscamos inmediatamente alguna vía de escape, pero el elevador se encontraba al otro extremo pero por obvias razones era inútil y regresar por las escaleras era aún peor.
Los disparos me advirtieron del peligro y yo me adentré a la próxima puerta semiabierta por dónde salía una camarista, gritó al verme con el arma al igual que la pareja adulta que yacía adentro. Busqué por todos lados un lugar que me diera ventaja, lo único que encontré fue una habitación de proporciones amplias, un jacuzzi en medio de todo, cama a un costado y un mini-bar del otro.
Consideré el lugar en ventaja que no fuera ir directamente al balcón que sería un suicidio seguro. Quizás en la otra habitación de los umbrales a los lados de la cama. Giré a mis espaldas y por la puerta se precipitó él alzando el arma a mi dirección. Apenas me dio tiempo de tirarme contra la cama y la lámpara sufrió en mi lugar el daño, haciéndose añicos.
Rodeé hasta caer al suelo. Los gritos de los huéspedes resonaron y pasos apresurados. Vi por la ranura las botas de Nishimura, apunté desde ahí y casi le di a sus pies, retrocedió de inmediato a la pared de la entrada apenas dejando la punta de sus zapatos al descubierto, intenté otro disparo pero descubrí la ausencia de balas.
Revisé el cartucho, efectivamente, estaba vació. Maldije internamente arrastrándome hasta dar con el umbral derecho, elevándome lentamente hasta quedar de pie y apenas asomar mi rostro. Nishimura sacó la pistola y disparó al azar, regresé a mi escondite soltando un profundo suspiro recuperando el aire perdido.
—No seas tímido, amigo —dijo él con esa voz desquiciante que colmaba mis nervios, abrí los ojos que cerré por inercia—. Sal de ahí, solamente quiero desfigurarte el rostro.
Claro, espérame un momento. Ahora salgo para que me atravieses el cráneo con una bala.
En dónde me encontraba era el armario, sin salida alguna. Pensé, a medida que se escucharon los pasos en clara señal de que Nishimura se acercaba a mí, una acción que me diera oportunidad de enfrentarme a él. Se encontraba en ventaja sabiendo el uso de arma y una puntería fina, no dudaría en dispararme, eso sin contar que yo no poseía pistola alguna. Así que primero tenía que sacarle el arma y posteriormente derribarlo a golpes.
Pasos resonando, se acercaba.
—Sasukeee ¿estamos jugando a las escondidas? Lamento informarte que desde el inicio ya estás acabado.
La escasa luz de la habitación me permitió buscar algún objeto que me permitiese anticiparme. Ropa en ganchos, zapatos, maletas abiertas. Me topé con un tocadiscos viejo en la esquina del armario. El disco de vinil sería de más utilidad que un absurdo zapato, o quizás con una prenda de ropa que sirviera para asfixiarlo.
Esperé el momento oportuno, aminorando mi respiración e intentando serenarme y mantener la cabeza fría. Apenas vi que sus zapatos entraron en mi campo de visión, me dejé ver lanzando el disco directamente a sus ojos. Teniendo tanta práctica lanzándole frisbees a Hunter di en el punto exacto.
—¡Mierda! —exclamó la llevándose las manos al rostro.
Me adelanté agarrando la boca de la pistola, disparó lejos de mí. Patada en la pierna, se dobló de lado y agitó su brazo dándome un puñetazo en la quijada. Ladeé el rostro y torcí su mano obligándolo a soltar el arma, como pude la pateé y terminó deslizándose hasta la orilla del jacuzzi.
Se movió de frente dándome un cabezazo, aturdiéndome, me lanzó al suelo yéndose conmigo encima. Cuando me di cuenta tenía su brazo alrededor de mi cuello la respiración fue haciéndose nula a medida que ejercía fuerza, llevé las manos en torno a las suyas intentando liberarme, las venas de su frente se marcaron por el esfuerzo que hacía intentando ahorcarme.
Desesperadamente busqué sus costillas y hundí mis dedos en dicha parte, gritó de dolor y el agarre aflojó. Reuní mis fuerzas para levantar con él dándole un puñetazo al rostro y lo empujé al esquinero de la cama.
De inmediato me lancé del otro lado, justamente al arma. Apenas dándole la espalda un golpe en la nuca me impidió avanzar, tastabillé y terminé en el suelo apoyando una rodilla mientras hacía lo posible en recuperarme. Viendo todo doble por unos segundos.
Intenté levantarme a cuestas sintiendo mi cuello un líquido tibio, al centrarme me di cuenta de mi error: le di cavidad a Nishimura en recoger el arma del piso. Me apuntó y yo reaccioné intentar esquivarlo inútilmente.
No lo conseguí. El sonido del arma y el dolor penetrante en la parte de mi hombro se hizo presente. Ahogué medio grito en mi garganta y me llevé una mano dicho lugar, advertí de la sangre y apreté los dientes intentando concentrarme en otra cosa que no fuera el dolor, la adrenalina y el calor no permitirían pensarlo hasta después de que culminara el peligro.
Nishimura aspiró con fuerza, la sangre escurriendo por su boca, sin dejar de apuntarme y mirarme con tanto odio.
—¡Deja de moverte!
Contra el dolor que sentía me adelanté dándole un manotazo al arma y tomándolo de la muñeca para direccionar la punta a su estómago dejándolo sin más opciones. Lo derribé aprisionándolo por el cuello y rodamos un par de veces con la boca de la pistola oscilando entre él y yo, no se atrevió a jalar del gatillo. Maldije en mi mente cuando mi espalda chocó bruscamente contra el suelo y el bastardo estuvo sobre con el brazo en el cuello impidiéndome la movilidad, lo que más me contrajo fue ver que en su otra mano sostenía el arma que apuntaba un poco debajo de la clavícula derecha.
Sin escapatoria alguna, sin más trucos.
—A quemarropa será imposible que no mueras, mudito —dijo él sonriendo ladinamente, la sangre manchaba sus dientes por los golpes que le di—. ¿Y sabes qué es lo peor? Nadie se dará cuenta de ti hasta que estés completamente tieso, es una pena que no puedas gritar ¿eh?
Todo a mi alrededor se volvió efímero, insípido y lo único que pude concentrarme fue en el momento en que apretaba la boca del arma contra mi pecho mandando descargas de dolor, reprimí mis gritos de agonía y caer en la misma desesperación a pesar de estar al borde del abismo que una vez quise entrar, pero ahora no se me antojaba hacerlo, la vida parecía más llevadera.
¿De esta forma terminaré muriendo? Una parte de mi mente se rehusaba a aceptarlo.
No. No. No.
No acepto terminar de esta manera tan patética y desdichada.
No sin haber descubierto toda la verdad, la razón por la cual mi vida peligraba al punto de tener un arma pegada a mi pecho, a nada de ser disparada.
No sin antes haberme arreglado con Sakura y pedirle perdón por no considerar sus sentimientos.
El arma sonó, el dolor me atravesó por la espina dorsal. El panorama se volvió borroso por unos instantes que parecieron eternos, silencio total a mí alrededor hasta que me percaté de que Nishimura caía a un lado mío, con una singular marca en su camisa blanca que se extendía, una mancha roja. Lanzó un grito teñido de dolor que apenas escuché estando prácticamente a su lado, mientras se tocaba el brazo en desespero.
Confundido y adolorido, observé a mi alrededor notando una silueta negra viniendo de la puerta, detrás otro grupo más grande se apresuró a entrar. Jalaron a Nishimura por los brazos sin darle tiempo de escapar, mi oído fue retomando su escucha con el sonido de salpicar del agua, supuse que lo lanzaron al jacuzzi, no lo sé. Estaba más concentrado en soportar el dolor de mi hombro y preguntándome que tan grave sería la herida.
¿En verdad moriré? Aferrarme a esa vaga esperanza era mi último consuelo.
En mi campo de visión se interpuso una maraña roja, al enfocar mi vista reconocí a Ryu mirándome desde arriba, con una mano en el bolsillo delantero y la otra sosteniendo una pistola. No me impresionó que estuviera aquí.
—Uchihas —dijo Ryuichi como si se tratara de una palabrota, apenas le entendí—. Soy el jefe de un clan yakuza y todavía tengo que salvar el trasero de esta familia. Uchiha tenías que ser. —Soltó un suspiró de resignación, cerrando los ojos—. No sólo tengo que salvar al padre, sino también a sus hijos. ¿Acaso no pueden ser una familia relativamente normal?
Igual me pregunto lo mismo, quise decirle.
No atendí a sus quejas. Intenté levantarme por mi cuenta hasta que un par de manos extras me ayudaron a levantarme, noté de inmediato que se trataba de Juugo, su rostro estoico no expresando nada. Conseguí sentarme en la cama y Ryu se acercó a inspeccionar la herida de mi hombro sin delicadeza alguna, bueno, tampoco es que la estuviera pidiendo.
—Trae el botiquín —ordenó Ryu a Juugo.
Se colocó el arma en la funda que colgaba de su hombro. Rasgué parte de mi camisa para dejar el hombro al descubierto, mis dedos impregnados de sangre temblaron ante el toque de mi propia piel y me quedé completamente paralizado al verlos. Tuve que reprimirme apretando la mano fuertemente, dando una larga respiración profunda.
Mi cabeza daba vueltas y en cualquier momento vomitaría por el olor de la sangre, respiré fuertemente.
La sangre se lava. La sangre se lava.
Juugo regresó dándole el botiquín a Ryu, buscó el alcohol y sin contemplaciones lo chorreó sobre la herida sacándome un jadeo de dolor ante el ardor. Me miró repentinamente enarcando una ceja.
—Vaya, no eres mudo del todo —comentó interesado y continuó con su labor de limpiar la herida.
Mientras lo hacía, los chapoteos en el jacuzzi llamaron mi atención, había varios hombres vestidos de negro alrededor del lugar formando una especie de barrera que impedía que Nishimura saliera. Dos de ellos entraron al agua, uno sosteniendo una cuerda para amarrarle las manos y otro el intentando ejercer presión a la herida del hombro para que no se desangrara más. A pesar de su mal estado no dejaba de lanzar maldiciones a medio grito e intentar librarse de los sujetos.
—¡Suéltame hijo de perra! —gritaba forcejeando.
Fruncí el ceño a la punzada de dolor y regresé la vista al pelirrojo.
—Las dos balas solamente te rozaron profundamente el hombro. No morirás, pero necesitas puntos —dijo después de colocar una gasa, inspeccioné superficialmente el trabajo que hizo en la herida—. Tuviste suerte que le disparara a ese tipo unos segundos antes que él a ti, conseguí desviarlo.
El pronóstico de la herida me permitió respirar con cierta tranquilidad. Bien, no iba a morir. De nuevo tendría puntos en mi cuerpo y que dejarán una cicatriz de por vida, nada con lo que no pueda lidiar en realidad.
Quise preguntarle qué sucedió con mi tío en cuanto se alejó. Incluso lo hubiera seguido si no fuera a que me sentía mareado como para ponerme de pie, únicamente aspiré con fuerza y cerré los ojos un momento, tratando de concentrarme en otra cosa que no fuera el dolor penetrante de mi hombro. Dolía a horrores más que cuando casi me apuñalan aquella vez. Ya eran dos veces en que intentaban matarme.
Siempre dicen que la tercera era la vencida.
—Juugo, prepara el automóvil, iremos al hospital a que traten a Sasuke. —Escuché decir a Ryu.
Fue mi turno en mirarlo con una ceja alzada ¿se tomaría la molestia de llevarme hasta el hospital después de quejarse que tenía que salvarme el trasero?
Pareció percatarse de mi gesto aun teniendo su vista sobre los hombres del jacuzzi que sacaban a Nishimura después de someterlo con tanto esfuerzo.
—Tendremos que tratar ese asunto superficialmente —dijo sin más.
Sakura
.
El bullicio a mi alrededor parecía inexistente. Mis pensamientos estaban dispersos bailando entre la cortina de mi angustia y propia frustración. Observé por el ventanal de la terraza el interior de la heladería a dónde nos habíamos dirigido después de la clase muestra, debería estar llena de euforia por el éxito de mi propósito, pero lo único que podía sentir era tristeza.
¿Por qué tuve que reaccionar así? La pregunta que carcomía todo mi ser después de pensarlo detenidamente. Lo único que debí hacer era: sonreír y decirle que fuera sin cuidado, que yo entendía sus asuntos. Sin embargo, el enojo pudo más en mí y terminé por reclamarle cosas que en verdad no sentía... o intentaba no hacerlo.
No pensar que me sentí abandonada por Sasuke cuando yo necesitaba de su apoyo, él siempre está a mi lado cuando las cosas parecen torcerse en mi interior, bastaba a que yo mirara en sus ojos y mi mundo se estabilizaba por completo. Una pequeña voz que me decía: "aquí es a dónde perteneces, no debes caer". Pero en esta ocasión, por alguna razón simplemente... no pude aceptar que rompiera su promesa con tanta facilidad.
Y detrás de estos sentimientos descubrí la verdad: mi egoísmo actuando, hablando y rechazando. Lo único que quería era que estuviera a mi lado, el miedo me invadía de pensar que cada vez que nos separábamos sería la última vez que nos viéramos. El terror de que algo podía sucederle, repitiéndose dentro de mí con locura sin permitirme dormir en paz.
Apoyé la cabeza en la mesa agradeciendo que la única compañía fuera la soledad. Naruto y Hinata estaban en la caja esperando nuestras malteadas e Ino fue al baño. Los minutos en que todos tardaron en regresar me sirvieron para reflexionar sobre mi actitud infantil con Sasuke, y ahora sentía vergüenza de ello que no sabía cómo lo vería a la cara.
Sé que está conmigo porque me quiere tanto como yo a él, y no se iría de mi lado a menos que yo se lo pidiera. Esta parte mía sí es egoísta porque jamás le diría que se fuera de mi lado, lo que llegó a abrumarme al percatarme de la intensidad de mis propios sentimientos.
Yo no era así de egoísta, no lo era y no quería serlo. Pero mi amor por él me impedía verlo con claridad, quería... conservar más la calidez que me brindaba son sus miradas y sonrisas sinceras.
—...Y me sorprendió que asistieran señoras mayores. Para el amor al baile no hay edad. —Cuando regresé al presente, tenía entre mis manos la malteada de fresa que pedí y los demás sentados a mí alrededor. Naruto hablaba con esa sonrisa suya y yo estaba ida mirándolos sin prestarles atención realmente.
Se percataron de mi actitud, pero nadie parecía querer preguntar al respecto respetando mi espacio, lo preferí así. En cuanto Sasuke viniera por mí...
—Sasuke no vendrá —dijo de pronto mi primo cortando la conversación que Ino y Hinata tenían sobre la clase, compartiría su entusiasmo si no fuera porque mi cabeza no hallaba la cavidad en tales pensamientos.
Volteé bruscamente a él, afilando mis ojos.
—No lo estoy esperando.
—Pensé que lo hacías, desde que llegamos das miradas de reojo a las escaleras. —Naruto dio un pequeño sorbo por el popote con cierto desaire.
—En todo caso ¿por qué dices que no vendrá? —preguntó Hinata a su lado—. Sí él quiere arreglar las cosas con Sakura no dudará en hacerlo.
—Le dije que yo te llevaría a casa. Y conociéndolo, quizás te dé espacio ¿no lo crees? —dijo dándome una mirada de soslayo. La seriedad de sus palabras y que estuviera trayendo ese tema ante mí supe que era producto de su enojo.
Entrecerré más los ojos comprendiendo a que se refería a la inseguridad de Sasuke. Naruto supo lo que atravesamos ambos cuando ninguno sabía cómo dar el primer paso para aceptar mutuamente nuestros sentimientos. Me irritó que revolviera asuntos pasados con nuestra discusión que no tenían cabeza ni cola.
—No es tu problema, Naruto.
—Lo es porque te hizo entristecer. Y tú eres mi prima antes que nada. —Había dejado el vaso en la mesa y me miraba fijamente—. Él es mi amigo, pero si tengo que elegir de qué lado estar sabes mi postura.
Se escuchó el suspiro largo de Ino a mi lado.
—Creo que no deberíamos meternos en sus asuntos —Arrugó ligeramente la nariz ante la mirada pesada de mi primo—, sólo les concierne a ellos.
—Que oportuno ¿no? —Soltó algo mordaz e Ino lo miró altivamente.
—Naruto —advertí entre dientes—. Ino tiene razón, es problema mío y de Sasuke, no te pedí que te entrometieras.
—Pero...
El tono de llamada de mi celular fue oportuno. Se acalló tras dirigirle una mirada de advertencia que esta discusión había terminado. Contesté sin siquiera ver quién era, mi vista estaba puesta en Naruto que refunfuñó y siguió bebiendo de su licuado. Ino y Hinata suspiraron y me sonrieron en apoyo.
—¿Hola? —Me alejé de ellos caminando al barandal de la terraza, debajo de una sombrilla que brindaba una cálida sombra.
—Sakura —La voz de mi hermano atravesó mis oídos—. ¿Ya acabó la clase muestra?
—Sí... ¿ocurre algo? —pregunté de inmediato imaginando que pudo sucederle algo a mamá.
Se quedó callado unos segundos.
—Mamá sufrió un pequeño colapso. La trajimos al hospital, pero tranquila —agregó rápidamente al escuchar mi respiración cortarse—, está bien. El doctor dijo que era normal ya que está recuperando sus recuerdos, en ocasiones no sabrá cómo lidiar con ello y colapsara.
—¿Y por qué no me llamaste antes para decirme? —Le reproché de inmediato apretando mi mano libre en el barandal. Mamá era prioridad.
—Sucedió hace unas horas, por ahora está durmiendo y no tardará en despertar.
—Aun así...
—No quería arruinar tu día. No es grave, así que no hay de qué preocuparse demasiado —advirtió a sabiendas de mi excesiva angustia—. Te avisaré cuando regresemos a casa para que llegues o quizás deberías ir a casa de Sasuke mientras no estemos.
Desde lo sucedido con Neji, procuran que yo esté acompañada en el departamento, ya sea con Karin o Sasori. A su vez, los guardaespaldas a mi alrededor aumentaron, desde aquí podía ver el automóvil negro estacionado del otro lado de la calle, me seguía como sombra a dónde quiera que iba a tal punto que ya estaba estresada y hastiada de tanta vigilancia.
Y la segunda opción de ir con Sasuke obviamente no era viable contando lo que sucedió y él no aparecía, tampoco tenía ánimo de ir a casa de los tíos.
—No, iré de inmediato al hospital —dije sin dudarlo regresando a la mesa.
—Bien, te esperaremos aquí. Ven con cuidado.
Tomé mi bolso bajo la atenta mirada de los tres.
—¿A dónde vas?
—Al hospital. Mamá tuvo un pequeño colapso —dije a prisas mirando a Ino y Hinata—. Perdonen por irme así, es urgente.
—No te preocupes por nosotras ¿necesitas que te lleve al hospital? —Hinata estuvo a punto de levantarse, pero Naruto la detuvo ante que yo.
—No es necesario —Sonrió un poco forzado—, yo la llevaré.
Fruncí el ceño pero no comenté nada más sabiendo que no me libraré de él. Nos despedimos de Hinata e Ino y ambos nos dirigimos al automóvil azul estacionado en la vereda. El trayecto al hospital fue silencioso ya que por más que Naruto intentara sacarme conversación mis evasivas eran tan secas, aún seguía molesta con él por su actitud.
Por el retrovisor observé al automóvil negro siguiéndonos, apenas pude distinguir la cabellera roja de la detective Karui y una negra de otro detective. Una terrible sensación vino a mí tras recordar al oficial de policía que murió ese día, tendido en el suelo con el charco de sangre extendiendo debajo de su cuerpo.
Murió por mí y no quiero que nadie más muera.
Tuve que desviar mis pensamientos a otros rumbos o terminaría volviéndome loca.
—Buenas tardes, busco el número de habitación de mi madre. —Lo primero que hice fue encaramarme en recepción a prisas, por más que Sasori me dijera que no me preocupara demasiado me era incapaz no hacerlo.
—Por su puesto señorita ¿me permite el nombre de la paciente?
—Es Har... digo, Aria Mebuki —me corregí al recordar el cambio de apellidos. Que fortuna, ojalá yo pudiese cambiar el mío.
Sentí la presencia de Naruto a mis espaldas, paciente a que la recepcionista nos diera el número de la habitación.
—Es la habitación 103. Se le administró un sedante en la tarde, si no hay inconveniente, la darán de alta hoy mismo —Informó la enfermera.
Agradecí escucharlo una vez más que no era nada grave.
—Muchas gracias.
—Vamos —Naruto hizo un ademán intentando aligerar la tensión, torcí el gesto.
Una silueta similar atrajo mi atención de inmediato. Venía del pasillo contrario con rumbo a las puertas de la entrada, tuve un mal presentimiento al ver a Madara-san en el hospital sabiendo que Sasuke estaba con él.
—Madara-san—lo llamé adelantándome antes de que cruzara las puertas.
Inmediatamente se giró impresionado de verme. Me exalté al notar de inmediato su labio partido y los puntos que tenía en la ceja derecha.
—¿Qué está haciendo aquí? ¿Su herida se encuentra bien?
—Sakura —susurró contrayendo su rostro—. Pensé que Sasuke no te diría nada ¿vienes a verlo?
Mi desesperación pudo más, me acerqué más a él.
—¿Le sucedió algo a Sasuke? ¿Dónde se encuentra? —pregunté atropelladamente.
—Él se encuentra en el área de urgencia, pero no debes pre-
Lo único que mi mente logró captar fue que posiblemente Sasuke está herido. No esperé ningún segundo más y corrí hacia el otro pasillo esquivando a las enfermeras que transitaban y me lanzaban una mirada de reproche. Me disculpé a medias y seguí corriendo apretando el celular contra mi mano, desesperada. Entre mi marcha observé mi bandeja de mensajes y no había ninguno de él. ¿Acaso pensó ocultármelo a como insinuó Madara-san?
Una vez que llegué a urgencias recorrí la habitación con la mirada en busca de Sasuke. Algunas camillas tenían las cortinas corridas y otras descubiertas. Caminé desesperada por el exterior de las filas hasta que lo encontré casi al final, sentado en la orilla de la camilla, sin camisa y la enfermera costurando su hombro derecho. Desde ahí pude ver su rostro con el ceño fruncido y ojos cerrados en un intento de aminorar la incomodidad.
Jadeando, troté hasta él deteniéndome de frente con pasos sonoros y respiración errática. Abrió de sopetón los ojos y alzó la vista. Tanta fue su impresión de verme que ensanchó los ojos y se quedó estático, como si estuviese viendo un fantasma. Mi quijada tembló al detallarlo mejor: tenía parte del labio partido, el cabello revuelto y sus manos apretadas entre sí sobre las rodillas, una mancha pequeña de sangre que persistía en ellas.
Llevé las manos a mi boca, intentando contener mis ganas de llorar ahí mismo.
—Sasuke... ¿Qué sucedió? —Mi voz salió en murmullo.
Solamente me miró sin intención de responder. Mis nervios salieron a flote a cada segundo que transcurría y no pretendía saciar mi duda. Debía calmarme o no conseguiría anda, mi pecho se oprimió y quise negar la idea que se fue formando en mi mente desde el día en que recibí la llamada de Neji: que hubiera cumplido su amenaza.
—Enfermera ¿cómo se encuentra él? —le pregunté a vista que Sasuke no me iba a responder.
—La herida de bala es profunda...
¿Bala? Pensé escandalizada dándole un vistazo rápido a la sutura.
—...Pero no le afectó ninguna articulación. Con el debido cuidado sanará completamente en un mes —dijo cortando el hilo y dejando las tijeras y pinzas en el carrito, después miró a Sasuke con una ligera sonrisa en cortesía—. Listo, ven dentro de siete días para la revisión. No hagas demasiado esfuerzo del lado derecho. No mojes la zona hasta dentro de 24 horas y después encárgate de lavar a su alrededor con jabón neutro, si se caen los puntos ven inmediatamente.
Se retiró dejándonos solos o podría decirse ignorando el hecho de que estábamos en la sala de urgencias. Mirándonos mutuamente, sin intención del otro al dar el primer paso en hablar, Sasuke rehuyó de mi vista y mi corazón se encogió. Quizás piensa que aún sigo enojada por nuestra discusión.
Desilusión disfrazada de enojo.
Estiré mis manos para tomar de sus mejillas, sus ojos se conectaron con los míos cuando lo abracé con cuidado de no tocar su hombro. Besé su cabeza e intenté contener mi lágrimas, no hizo falta que me lo hiciera saber, el hecho de que no haya querido decirme lo que sucedió abría puertas a mis especulaciones. Neji intentó matarlo.
Me estremecí.
—¿Esto fue obra de Neji? —cuestioné a sabiendas de la respuesta. Asintió apenas con la cabeza apoyada en mi pecho. Yo apreté mis manos entrelazadas en su cabello azabache tras confirmarlo.
Sasuke... casi muere está noche a causa mía, por permanecer a mi lado.
Mis ojos ardieron y hundí mi rostro en su cabello, controlando en vano el llanto que mi pecho acumulaba y tentaba a explotar lloro. Esto era demasiado para mí, lo menos que deseaba era verlo herido por mi culpa, por la obsesión de Neji en tenerme a su lado y haría las peores cosas para lograrlo.
Lo siento... Lo siento...
Perdóname porque mi sola presencia pone en riesgo tu vida.
Perdóname por haber sido egoísta y querer que permanecieras más tiempo a mi lado.
Perdóname por hacerte daño.
Las disculpas que mi boca pronunciaba casi a sollozo debido al terror de tan sólo imaginar que no pudo haber regresado a mí esa tarde, que la última vez que nos hubieras visto discutimos y nos apartamos enojados. Habría quedado con el remordimiento de no haber visto sus ojos por última vez.
Mis pesadillas se estaban volviendo realidad.
Sus manos me rodearon por la cintura apegándome a él y alzó su rostro para verme, tuve que apoyarme de su hombro sano a causa de mis piernas temblorosas que amenazaban a flaquear. Siguió observándome como si fuese la primera vez que lo hacía, con tanta profundidad y serenidad. Mis lágrimas silenciosas rodaban por mis mejillas y él las limpió con suavidad, acariciando mis pómulos.
—"No llores" —gesticuló con una mano, apenas pude entenderle ya que mi mente estaba hecha un revoltijo, su otra cálida mano seguía acariciando mi rostro.
Negué fuertemente.
—Lo siento... fui egoísta y te reclamé algo que no estaba a tu alcance. Debí ser comprensiva —dije débilmente. Me mordí la lengua, mi intención no era disculparme primero por nuestra discusión, pero sentía que debía hacerlo antes que nada o me arrepentiría si mañana no las pronuncio—. Si te hubiera sucedido algo peor, yo...
Las palabras se trabaron en mi boca y baje la mirada, no necesitaba más que sus brazos alrededor de mí para saber que todo estaría, engañarme que esto no volvería a suceder, que jamás saldríamos lastimados.
Que permaneceríamos juntos por siempre.
Buscó mis labios y yo dejé que me besara con tanto cariño, un beso dulce que transmitía su consuelo hacia mí. Obligándome a no pensar en lo desdichada de la situación, de que mis piernas flaquearan y él tuviera que afirmar su agarre a mi cintura evitando que cayera. Sus ojos fluían una vez más de desosiego, por un instante, para después llenarse de calma.
—Sasuke ¿te encuentras bien?
La voz de Naruto nos interrumpió. Estaba a una distancia prudente, pero audible para nosotros, junto a él Madara-san traía un par de botellas con agua cual le tendió una a Sasuke lo agarró inmediatamente. Me separé para permitirle beber del agua sin despegar la vista de mi primo.
—Madara me contó que fue una herida de bala. —Siguió diciendo fijándose en los puntos y luego soltó el aire contenido—. Me alegra que no haya sigo tan grave.
—"Sanará" —Gesticuló Sasuke dejando la botella sobre la mesita metálica, después se giró a mí—. "¿Cómo te enteraste de que yo estaba aquí?".
Fruncí un poco el ceño recordando ese detalle, pero decidí no enojarme por el hecho de que Sasuke consideró el ocultarme este incidente.
—En realidad vine a ver a mamá, tuvo una recaída y está aquí. Al llegar me topé con Madara-san —Suspiré sonriéndole—. Debo ir a ver cómo se encuentra ¿podrías esperarme?
Asintió sin dejar de observarme.
—De todas formas tenemos que esperar a que vengan los detectives a tomar su declaración —intervino Madara-san acercándose a mi lado—. Seguramente vendrá Itachi y se lo llevaran a la comisaría.
Sasuke bufó ladeando el rostro.
—"Pensaré seriamente en comenzar a vivir allí, no hay semana que no me llamen".
—Esperemos que está sea la última vez que lo hagan —soltó mi primo ceñudo.
Compartí ese pensamiento, pero me engañé a mí misma, mientras él siguiera a mi lado corría el riesgo de terminar herido, o peor a aún, muerto; y yo no lo aceptaría. Jamás. Si tengo que hacer lo que fuera para que él estuviese a salvo de Neji yo sin duda caería al abismo por él.
Mi corazón respingó, en medio de la sala de urgencias, mirando a una sola persona como si estuviéramos solos en el mismo universo. Él devolviéndome el gesto consolador, una silenciosa petición a que no siguiera preocupada ya que todo iría a viento de popa. Una mentira que ambos sabíamos la verdad y no estábamos dispuesto a aceptar.
Apreté los labios y entrecerré los ojos, consternada ¿Cuánto más seguiré engañándome de que todo estaría bien?
Traté de no mortificarme en mis pensamientos de camino a la habitación de mamá, lo menos que necesitaba ahora eran preocupaciones. Decidí divagar en los recuerdos que recuperó, me pregunté qué parte de su pasado tuvo de regreso ¿era momento de preguntarle? Hasta ahora los tres fuimos discretos en cuanto a su pasado, mamá decía lo que recordaba y tenía la sensación de que detrás existían más cosas que ocultaba.
Una de las cuestiones que me causaban intriga era su relación con Ryu-san y Kizashi ¿cómo terminó con mi padre si estaba enamorada de otro hombre? Quisiera saberlo. La única que tenía la respuesta era mamá, lo único que debía hacer era esperar.
Suspiré alzando la vista en busca de la habitación y poco a poco dejé de caminar al ver a unas puertas más a Ryu-san enfundando en un traje negro de pie frente la puerta con la vista fija en el cristal. Boqueé, estupefacta cuando la deslizó y se adentró sin titubear ni un segundo.
Llegué a dónde estaba y antes de ingresar de reojo observé la placa de la habitación: 103. Lo sabía, la habitación de mamá.
Me detuve en secó al apreciar dentro de la habitación topándome con la espalda ancha de Ryu-san, después con Sasori y Karin, cada uno a un costado de la cama dónde mamá daba la espalda y hablaba algo que no alcancé a escuchar mientras de ponía de pie. Mis hermanos advirtieron de nuestra presencia y lo miraron sorprendidos.
—¿Uh? ¿Sasori? ¿Karin? —inquirió mamá al percatarse de que dejaban de prestarle atención.
Entonces la voz de Ryu-san resonó en un aliento, un tinte llenó de cierto anhelo combinada con tristeza.
—Aria.
El cuerpo de mamá se paralizó de inmediato sin voltear aún. Me moví a un costado sin dejar de observar a mamá que lentamente se dio la media vuelta, como si temiera a ver lo que yacía a sus espaldas. Una vez que estuvieron frente a frente, noté al igual que mis hermanos, el rostro de mamá contraerse debido al impacto que experimentaba al tener al hombre que amó frente a ella.
—Ryuichi-kun.
—Aria... —Ryu tanteó un pasó al frente.
Inmediatamente mamá reaccionó y dio el mismo paso en reversa, en ese preciso instante Sasori reaccionó a querer entrometerse, pero se lo impedí tomándolo de la mano. Me miró con una queja muda a que lo soltara y yo negué con la cabeza.
Esto era necesario, el momento justo en que debía verse. Yo había impedido este encuentro por tanto tiempo. Aunque también tenía dudas ante la reacción de mamá ¿no debería mostrarse más... afable? Estando envuelta en miedo y conmoción, sus ojos gritaban que se acercara, pero su cuerpo lo rechazaba.
—¿A qué has venido después de todo este tiempo? —Por fin mamá habló segura, sorprendiéndome por la estabilidad de sus palabras, dejando de temblar, la única evidencia de su debilidad era el movimiento de sus manos a los costados.
Ryu apretó los puños ablandando su semblante.
—Me enteré de que ingresaste por colapso ¿te encuentras bien?
El ceño de mamá se crispo.
—¿Me veo bien? —La ironía de sus palabras seguía sorprendiéndome, miré a mis hermanos y la expresión de Karin también demostraba cuan impresionada se hallaba. ¿Acaso este hombre era el mismo que ella recordaba con tanto cariño? Mamá lo trataba con tanta indiferencia y dolida—. Si investigaste un poco, lo cual no dudo, sabes que he pasado peores.
Carraspeé un poco incomoda.
—Nosotros los dejaremos solos para que hablen a gusto —dijo agarrando la mano de Sasori para tirar de él a la salida, pero incluso así se negaba a cooperar, no le había quitado la vista de encima a Ryu que solamente tenía ojos para mamá y viceversa.
—No, no hay nada de lo que tengamos que hablar —advirtió mamá en una muda orden a que nos quedáramos ahí. Titubeé si en seguir o no.
—¿Nada de qué hablar? —repitió Ryu frunciendo el ceño—. Yo no opino lo mismo.
—Qué lástima por ti —soltó mamá mordaz señalando la puerta con su dedo tembloroso—. Hazme el favor de retirarte ahora mismo.
—Aria...
Mamá crispó los labios.
—Aria, Aria ¿sólo sabes pronunciar mi nombre? —La cólera de pronto sustituyó la seriedad en el semblante de mamá, se adelantó unos pasos completamente enojada—. No quiero escucharte ni verte más, suficiente tengo en soportar mis recuerdos contigo ¿acaso no te cansas de atormentarme? Tú... no debiste venir.
—Necesitaba verte.
Ryu-san intentó acercarse de nuevo, pero mamá gritó con fuerza:
—¡No te acerques!
Todos nos paralizamos por la fuerza de sus palabras que nadie se atrevió a reaccionar o si quiera desobedecerla. Se había abrazado a sí misma y agachado la mirada, que de pronto la alzó con tanto vehemencia convirtiéndose en su verdadero yo.
—No lo hagas. No digas que necesitabas verme cuando en todos estos años nunca regrésate por mí, tú... —apretó los labios—... me abandonaste.
—Sabes que no tuve elección —objetó él.
—¡La tenías! —Gritó de nuevo—. ¡Tenías la elección de vivir una vida a mi lado, juntos, pero preferiste seguir sin mí!
A este punto ya no sabía si fue buena idea el hecho de que Ryu-san haya aparecido frente a mamá, la había alterado en tan sólo unos segundos y no había dicho demasiado. Pero a la vez, ella se veía más lucida y decidida que jamás la había visto de esa forma. A mi lado, Sasori parecía presenciar una disputa bastante fuerte que contraía el rostro, aun lo tenía sosteniendo de su mano.
—Tú nunca llegaste ¿qué esperabas que hiciera? ¿Esperar por ti eternamente? —Reprochó Ryu-san bruscamente.
—Contaba que tus promesas no fueran puras falacias.
—Y no lo eran. —Parecía querer acercarse, pero mamá seguía rechazándolo—. Pero te entiendo perfectamente y no te culpo. Yo tampoco hubiese elegido una vida a mi lado sabiendo lo que implicaría.
Mamá alzó finalmente la mirada amenazada a derramar las lágrimas que se acumulaban en sus ojos, tan cristalinas que incluso yo sentí la presión. Observando a Ryu desistir de querer acercarse a mamá y finalmente dedicarle una larga mirada. Lo que intercambiaron se sintió tan íntimo que tuve la sensación de que nosotros salíamos sobrando ahí. Les lancé una mirada a mis hermanos que permanecían quietos y expectantes, ninguno de los tres nos atrevimos a hablar.
—Después de todo, mi amor por ti no te alcanzó ¿eh?
El desosiego se estableció en su rostro, una combinación de tristeza y reproche. Lanzándonos una mirada a nosotros, y mamá lo hizo igual, ensanchando los ojos, se dirigió de nuevo a él que sonreía de forma irónica, dolida.
—Siempre lo elegiste a él primero —dijo Ryu-san dando la media vuelta dispuesto a irse.
Mamá apretó los puños y los dientes, la primera lágrima se deslizó en su mejilla.
—¿Crees que lo quise así? ¿Qué estuve alado de Kizashi por "amor"?
Fue suficiente para que se detuviera tras haber dado unos pasos y girar medio cuerpo a ella. Su semblante volvía a ser estoico e impune, como si unos segundos atrás no hubiese sentido dolor alguno. Me pregunté cuanto dolor tuvo que haber atravesado para poder sustituir sus emociones así de rápido.
—Tuviste tres hijos con él —expresó lo obvio señalándonos con la mirada—. Es más que obvio para mí.
—Es mentira.
—No niegues los hechos, Aria. Tú jamás me amaste.
Mamá cerró los ojos con fuerza, derramando lágrimas.
—¡Si jamás te hubiese amado no habría tenido a mi primer hijo contigo!
El mundo a mi alrededor pareció dar un vuelco en un segundo y al siguiente lo único que percibí fue la mano de Sasori apretarse con fuerza con la mía, el rostro de Ryu-san que pasó poco a poco de la indiferencia a la consternación y sorpresa, mientras viraba el rostro a nuestra dirección, clavando sus ojos verdes en los de Sasori que no apartó su vista de él, totalmente serio, ni siquiera parecía afectado por la noticia.
Karin había abierto la boca y cerrándola llena de asombro.
Ryu-san seguía clavado en su lugar cuando mamá lo miró tan dolida, como si no creyera que haya dudado de ella. Yo estaba tan impactada por la noticia que en lo único que pude concentrarme fue en las preguntas que inundaron mi mente.
¿Sasori hijo de Ryu-san y mamá? ¿Cómo era posible? ¿Fue antes de que mamá se casara con Kizashi o después?
Mi cabeza era un revoltijo, alternando de hito a hito mi vista en los tres. Ryu-san veía a Sasori cómo si lo observara por primera vez, y debí admitir que hice lo mismo. Quizás fue idea mía, pero estableciendo los rasgos físicos, el cabello rojo un rasgo heredado de él que algún familiar cercano de Kizashi, la forma de su nariz y el tipo de mirada que tenía. El mantener la calma en situaciones estresantes y no expresar mucho. Su parecido con mamá era brutal, con Ryu-san un poco abismal, pero teniendo esa chispa ahí.
Por un momento todo se conectó en mi mente: el hecho de que Kizashi golpeara de niño a Sasori junto a mamá porque él sabía que no era su verdadero hijo. La mala relación que tenían ambos de que yo recordaba, el que mi hermano no tuviera reparos en pelear y enfrentar a Kizashi.
Incluso...
—Sasori es tu hijo... —murmuró mamá ladeando el rostro, Ryu-san por fin la miró sin salir de su consternación—, y Kizashi siempre lo supo.
El rostro de él se crispó en un segundo.
—¿Y por qué me lo ocultaste hasta ahora? —De ponto su semblante cambio a uno lleno de reproche y enojo—. ¿¡Por qué no me lo dijiste antes!? Todo hubiera sido diferente.
—¡No podía hacerlo! ¡Si ellos se enteraban de que era tu hijo entonces él...!
Mamá de pronto tuvo un espasmo y se tambaleó a su costado. Los tres saltamos inmediatamente a su lado.
—¡Madre!
En menos de unos segundos Sasori se encontraba a su lado tomándola de los hombros impidiendo que terminara por caer, totalmente preocupado. Karin se había trepado a la cama y movía las manos sin saber qué hacer. Yo me quedé a su lado observándola cansada, respirando con un poco de dificultad diciendo apenas que se encontraba bien. El cansancio mental la venció.
Apreté los labios y ladeé el rostro a Ryu-san, en su rostro se marcaba el anhelo de querer acercarse también, pero no lo hizo. Además de que parecía sentirse fuera de la ecuación, se debió a que Sasori lo miró por fin a los ojos, con esa característica suya de ser franco y serio.
—Estás perturbando la paz de mi madre, así que te pido que te marches.
Aunque Ryu-san se mostró abiertamente recio a querer marcharse, finalmente lo hizo no sin antes de detenerse en el umbral de la puerta y mirarnos desde ahí unos momentos más, especialmente a mamá con sus ojos verdes reflejando la tristeza de su alma al no estar a su lado. Apretó la mano que apoyó en el marco y desapareció de nuestra vista, dejándonos solos en medio del llanto silencioso de mamá que abrazaba a Sasori con fuerza.
—Perdóname Sasori, perdóname que no te haya dicho nada hasta ahora —decía mamá sin dejar de llorar—, lo hice pensando en tu bien, en nada más.
No contuve mis propias lágrimas. Miré a Karin que tenía la vista gacha y estaba en la misma situación que yo: sin saber cómo reaccionar ante la noticia. Deslicé mi vista a Sasori que mantenía los ojos clavados en la puerta sin dejar de abrazar a mamá.
—No debe disculparse. Siempre supe que Kizashi no era mi padre —confesó haciendo que el llanto de mamá aumentara y dejara salir sollozos que parecían desgarrar mi alma entera—. Estoy feliz de finalmente conocer el rostro de mi padre, aunque... hubiera querido que él supiera de mi existencia desde que nací.
Lo supo, pero no de la forma correcta, pensé también siguiendo su vista. Ahí dónde la única prueba de que ahí estuvo Ryu-san eran nuestros recuerdos. Y el vacío de nuestros corazones, porque de cierta manera, con sólo una mirada que compartí con mis hermanos, especialmente con Sasori, supe que deseó en el fondo de su corazón que desde niño siempre esperó a que su héroe entrara por la puerta y lo defendiera de ser golpeado por un monstruo sin corazón.
Y yo, una vez más, también deseé que ese hombre también fuese mi padre. Pero lamentablemente no teníamos todo en esta vida, y eso... lo aprendí a la mal.
POV'S NORMAL
Ryu leyó con ojos entrecerrados la única petición que le exigía Sasuke para darle la información que requería con urgencia, saber el punto de su enemigo le ayudaría a mover sus fichas con precisión y armas sus planes para anticiparse a los Hyuga antes de que lo cazaran a él. Lo que sucedió en el hotel fue indició de que movieron parte de sus fichas, muy osado de su parte armar un revuelto en su territorio.
Se centró en lo que yacía frente a él. El muchacho que intercambió su desesperado deseo de saber el paradero de su padre a cambio de la protección de la persona que amaba. Pedirle algo como aquello le hizo recordar a su yo del pasado, cuando las cosas aún no se torcían del todo en su vida, creyendo que había una esperanza para él y su asquerosa vida.
Siendo ingenuo. Sacrificándose por los demás dejando de lado su propia felicidad, dando y no recibiendo. Viéndose reflejando en él por un instante después de preguntarle si seguía en pie el decirle el paradero de Fugaku. A fin de cuentas no le afectaba si sabían o no sus hijos, ese hombre no se atrevía de salir del agujero dónde se hallaba.
—En pocas palabras —Se remangó parte de las mangas de la camisa blanca, se había quitado el chaleco y la corbata. Sentado a su lado mientras el Juugo los llevaba al hospital, Sasuke mantenía una mirada determinada, le agradaba esos ojos— me estás pidiendo a cambio de la información protección para Sakura.
Fijó los ojos en el asentimiento del muchacho, sin titubear. Lo miró largamente unos segundos, esperando ver la duda en su semblante, quería ver el momento exacto en que retrocedía y pensaba mejor su recompensa. No sucedió por más que le clavo los ojos verdes, intimidándolo, pero admitía que desde que conoció a este chico nada lo conseguía.
—Mmm... interesante —Murmuró terminando su acción—. Accederé si lo que escucho equivale el precio.
Esperó a que Sasuke terminara de escribir en la palma de su mano y pasó los ojos por las líneas que le mostró, no expresó absolutamente nada ante la información hasta después de unos segundos que ensanchó apenas los ojos y frunció perceptible el ceño.
—Un CD —Ryu enarcó una ceja y soltando apenas una perceptible sonrisa, cómo si hubiese completado el rompecabezas de su vida—. El CD... ahora lo comprendo.
La mirada interrogativa de Sasuke lo atrajo queriendo enterarse a que se refería. Ryu pensó que no sería mala idea tener de aliado a este chico si resultaba tan perceptivo y útil como su padre. Además, de cierta manera se sentía responsable de mantenerlo con vida, después de todo, él fue quién torció las cosas y dejó marca en su familia.
Todo hubiera acabado para ellos si tan sólo hubiera permitido que Fugaku muriera esa noche, dejando a la familia resignación a la muerte del patriarca. No debió interferir influenciado por sus emociones ocultando la verdad de sus acciones en una patética excusa que el tener de su lado al mejor abogado sería beneficioso a futuro.
Además...
Unos ojos verdes retumbaron en lo profundo de su mente y el rostro de la mujer que amaba apareció en sus memorias.
Aunque no se lo hubiese pedido en silencio ha estado cuidando de Sakura a lo lejos desde que Juugo regresó aquel día con la noticia de que casi fue secuestrada. Que siguieran cada uno de sus pasos como si fuera su sombra. Sus acciones basadas en engaños, ocultando la verdad, era la única cosa egoísta que se permitió desde hace demasiado tiempo.
Sentía que se lo debía a Mebuki por todo lo el dolor que atravesó por su culpa ocasionádole un daño irrebatible. Lo sentía su obligación. Su mirada brilló al recordar a la chica de cabellos rosados que se parecía tanto a ella.
Después de todo... Sakura era la hija que jamás tuvo con Mebuki, pero que siempre añoró.
Hola, hola!
Después de no tanto tiempo les traje la actualización ¡y tremenda actualización! ¿Se esperaron el giro de acontecimientos que se dieron? *risas malévolas* ¿Cuáles de sus teorías fueron acertadas? ¿Cuáles no? La adrenalina estuvo en este capítulo, y vemos que Sasuke no salió del todo ileso, afortunadamente no fue tan grave, pero no se salvó de recibir las heridas. Y Sakura está asustada porque se ha dado cuenta de su felicidad será efímera, tiene miedo a que Sasuke muera a causa suya.
Por fin consiguió protección para Sakura, pero cómo vemos al final, aunque no se lo hubiesen pedido Ryu habría metido manos en el asunto. La confesión de que Sasori es hijo de Ryu al final resultó ser una teoría acertada de mucho que lo esperaban con ansias.
Espero que el capítulo haya sido de su agrado, lamento su hay algún dedazo o falta por ahí, a tales horas de las noches tengo los ojos más cerrados que abiertos haha
No olviden decirme que les pareció el capítulo, estaré leyendo sus opiniones. Muchas gracias por todo el apoyo y las lecturas que le dan, ESDS no sería nada sin ustedes que disfrutan de los capítulos.
Ahora sí, el próximo capítulo tardará un poco más, puesto que ahora toca actualización a DDS, es justo y necesario hahaha, pero no desesperen que vamos llegando a mis partes favoritas.
En fin, ¡gracias por leer! No olviden dormir mucho y tomar awa.
Nos leemos pronto.
¡Alela-chan fuera!
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