|23| Si hubieras sido tú

Holis, de nuevo aquí trayéndoles el capítulo 23, es un poco largo. ¡Espero y lo disfruten!

Sakura
.

Hoy era uno de los más emocionantes de mis días de preparatoria; mi pecho se inflamó de orgullo y la sonrisa que no cabía en mi rostro iluminaba todo el pasillo. Por un momento me deleité en mi propio logro y mi mente revoloteaba en una sola frase: ¡Lo logré! ¡Logré pasar a tercer año!

Para cualquier estudiante de preparatoria su lucha es aprobar cada materia y pasar el año, y ahora, mirando la tabla de calificaciones, encontré mi nombre entre la larga lista de los que aprobaron segundo año. Si no estuviese en medio del pasillo rodeada de más personas hubiera brincado de felicidad cual niña pequeña que encuentra su regalo de navidad debajo del árbol.

No borré mi sonrisa mientras me apartaba del tablero directo al pasillo que dirigía a los casilleros. Las vacaciones habían comenzado y no quería regalarle más tiempo a la escuela.

Los días pasados fueron tan pesados que solamente llegaba a casa a plantarme en mi escritorio con todos mis libros esparcidos, estudiando a muerte para los exámenes finales. Mamá pareció sorprendida preguntándome de mi encierro involuntario —y además de emocionarme porqué cada día ella parecía más lucida— me justifiqué diciendo que debía pasar el año sí o sí.

Esa fue la excusa que le di intentando que no descubriera mi verdadero motivo ligado a unos ojos negros tan profundo como una noche sin estrellas y una mirada suave que llenaba mi pecho de calidez cada vez que se dirigía a mí.

Pensar en Sasuke provocaba un estremecimiento en mi ser e incoherencia en mi mente, los recuerdos frescos de esa noche dónde casi me besa se presentaron una y otra vez en sueños e incluso despierta. Pasé los dedos sobre mis labios, rememorando esa ocasión, su cálido aliento pegando en mi rostro, sus ojos hipnotizadores mirándome.

Y deteniéndose justo cuando iba a pactarlo dejándome en claro una sola cosa cuando lo pensé con claridad después: le gustaba como chica. De alguna forma le gustaba. La dicha no cabía en mi pecho los primeros minutos, estática y procesando la información.

Sin embargo, después de serenarme me dejó con más dudas al respecto, ¿por qué no me besó como tal? ¿le gustaba de verdad o fue un intento de parar mi llanto? Eso bajó considerablemente mis ánimos.

Eso bajó considerablemente mis ánimos. Pateé ligeramente la piedra que había en mi camino y me asusté al percatarme del rumbo de mis pensamientos, ¿en qué estoy pensando?

De que no me hubiera besado, ¿yo quería que lo hiciera? Bastó un segundo para comprenderlo de nuevo y mi corazón latió con fuerza respondiendo por mí. Tan evidente que lo cerré bajo llave por los días siguientes y no pude ver a Sasuke directamente a la cara sin pensar en ello. Él inmediatamente se percató de lo que sucedía y no volvió a contactarme, dándome mi espacio, quizás. O tal vez él fue quién se sintió agobiado por la situación. No lo sé.

De momento se lo agradecí silenciosamente y entre nosotros se hizo un espacio considerable que ni siquiera nuestras miradas podían llenarlo. No voy a negar que pasé horas al pendiente de mi celular pensando que me contactaría los días siguientes, pero no lo hizo. Tampoco lo veía por casualidad —lo cual comencé a aceptarlo lentamente esa atracción— y cuando decidí enviarle un mensaje, nunca me contestó. Ni los dos que siguieron, simplemente quedaron ahí.

Su indiferencia habló por él. Sentí un dolor parecido a cuando Neji se enojaba conmigo y yo pasaba los días pensando que hice mal, pero por alguna razón este era mucho peor y sabía que no hice absolutamente nada. A esto me refería a otra decepción, a que no quisiera verme nunca más. Lo peor de todo era tener la certeza de que él me evita —y con seguridad lo deduje tras preguntarle a Mikoto sobre Sasuke un día que acompañamos a mi madre al hospital, ella dijo que él estuvo disponible una semana antes—. Dolió el saberlo: él me evita.

«No queda más que luchar con todas tus fuerzas y sin arrepentimientos».

Las palabras de Ryu-san acudieron a mi mente en ese momento, ¿cómo puedo obtener un lugar en su corazón cuándo él lo cerró por completo a cualquier posibilidad?

—Eh, ¡Sakura! ¿Aun pensando en él? —preguntó Hinata dándome alcance.

Parpadeé, consternada. Por inercia había caminado hasta mi casillero, la miré un momento. Ella notó que algo andaba mal conmigo unos días antes, le dije todo en un arranque de desesperación, que Sasuke me evitaba y yo no tenía el valor de ir a su casa o trabajo por temor a que me ignorara personalmente.

El miedo me dominó más.

—¿Eres telepática? Sabes muy bien mis pensamientos. —Le sonreí a medias.

Ella se apoyó en el otro casillero mientras yo sacaba las libretas para llevarlas a casa. Sentí su mirada.

—Es un avance que lo aceptes en voz alta. Antes no lo hacías —comentó. Y yo me quedé estática tras escucharla—. Pero, incluso yo noto cierta renuencia en ti por aceptarlo completamente.

¿Aceptar por completo que tengo sentimientos por Sasuke?

Apreté la libreta que metía a mi mochila y mi mirada se centró en los ojos de Hinata, calmados y comprensibles. Pensé que era pensamientos suyos, pero en realidad se trataba de la primera vez que aceptaba pensar en Sasuke de tal manera como una tímida chica enamorada.

De una chica rota que deseaba de nuevo encontrar un amor que no ingiera más cicatrices a su corazón roto y a un cuerpo que había sufrido tanto maltrato.

No negaré lo evidente, que me sentía atraída por él de muchas formas; me absorbieron mis propios pensamientos al respecto, del interés que oculté desde el principio por temor. Todo se resumía a esa palabra de cinco letras que impedía a mi corazón regocijarse por completo. Tantas cuestiones de ambos lados que me negaba a continuar.

—¿Por qué no quieres aceptar que lo quieres?

Una pregunta que no me había plantado hasta ahora, del porqué, sin darme cuenta, ya era tan cercana a Sasuke. Que podía sentir su dolor como si fuera mío y llorar por y con él al verlo destrozado a causa de su ausencia de voz, de su pasado tan tormentoso cuando me expresó que tenía miedo a que lo rechazara como persona al intentar suicidarse. De que cierto modo pareciera un niño dentro del cuerpo de un hombre, dónde su cuerpo creció más rápido que su mente, y yo tuviera ganas de abrazarlo para protegerlo de la maldad del mundo.

Que de pronto esperara sus mensajes con anhelo, ese entusiasmo al saber que nos encontraríamos. Sentimientos que creí muertos desde hace tiempo cuando mi relación con Neji comenzó a derrumbarse por sus celos y yo parecía ahogarme en angustia a sus actitudes insanas que mataban mis ilusiones con el pasar de los días.

Cuando nos vimos por primera vez éramos dos perfectos desconocidos que notamos las imperfecciones del otro al instante, pero no fue impedimento para mí querer conocer más y más de él cada vez que nos encontrábamos por casualidad. A pesar de que aún era novia de Neji, quién me hizo tanto daño, yo...

—Tengo miedo a que me destrocen el corazón de nuevo —dije con sentimiento, mirándola cansada—. Incluso ahora mismo tengo miedo de que tú me traiciones.

Hinata frunció el ceño, sin comprender.

—Somos amigas, nunca te traicionaría —aseguró con tanta convicción que mi corazón se doblegó. Unos segundos después Hinata comprendió a lo que me refería. Su rostro se entristeció—. Lo lamento, recordaste algo horrible por mi culpa...

Negué con la cabeza, soltando el aire. Cerré el casillero.

—Es como supones. Mi exnovio me traicionó con mi supuesta mejor amiga. Por eso no quería hacer amigos aquí, pero... —sonreí fugazmente— fue inevitable no confiar de nuevo.

—No todos somos malos amigos —Hinata tomó mis manos, apretándolas sutilmente. La miré intentando contener el nudo de mi garganta—, me alegra mucho tu compañía, a veces me pregunto porque no habías venido antes a vivir a Tokio. ¿Dónde estuviste todo este tiempo?

—En Konoha.

Me reí en ese instante, disipando cierta tensión de mi cuerpo.

—E incluso Sasuke. —Su nombre provocó que de nuevo me entristeciera de nuevo—. Pienso que quizás está confundido y por eso no ha hablado contigo. Aunque apenas lo conozco, pero vi cómo te observa... Parece ciego viendo por primera vez el mundo.

—¿En serio? —Sin querer mi voz salió llena de esperanza.

Ella asintió.

—Le gustas de verdad. Pero aquí la pregunta es si lo quieres.

¿Lo quiero? No dudaba de ello, en la fiesta, antes que me "besara" se lo iba a confesar. Pero ¿desde cuándo comencé a fijarme en él?

Comencé a repasar las veces que Sasuke estuvo para mí.

La primera vez fue cuando Kizashi me dio una cachetada; Sasuke se preocupó por mí y se quedó a mi lado. Incluso me dio su número de contacto tras una petición mía impulsada por la curiosidad y anhelo de sentir cobijo.

La segunda ocasión viajó hasta el pueblo al enterarse de que Kizashi me golpeó y se quedó conmigo asegurándose de que estuviera bien, el primer gesto que tuvo conmigo acariciando mi cabeza. En ese instante lloré más, sintiéndome una niña pequeña.

O aquella vez que me encontró en la cocina deshecha por mi rompimiento con Neji. Extendió sus brazos para abrazarme y me consoló, permitiendo que ahogara mi propio sufrimiento en su ser, intentando hacerme sentir mejor a su manera. Incluso en la fiesta que organizó Takeshi, Sasuke me defendió de Neji y escuchó todos mis gritos en medio de esa carretera, maldiciendo a todos aquellos que me hicieron daño.

Siempre estuvo conmigo en los peores momentos, rescatándome de mi propio dolor.

Y lo comprendí. Justo en ese momento, desviando la mirada al cielo azul plagada de nubes que cubrían el sol, la brisa de la tarde regocijaba a nuestro alrededor enviando bocanadas frescas a mi corazón. Los pájaros que extendían sus alas hacia el cielo y los remolinos de aire que agitaban mi ropa. Todo parecía haber cobrado sentido en ese momento.

Me enamoré de Sasuke incluso antes de terminar con Neji.

—Lo quiero. —Mis palabras salieron atropelladas, sentí mis mejillas un poco calientes por confesarlo en voz alta—. En verdad lo quiero.

Hinata sonrió de oreja a oreja, emocionada por mis palabras.

—Es bueno aclarar nuestros pensamientos. En ocasiones hay que detenernos a pensar para organizar nuestros sentimientos.

—Pero eso no resuelve que me ignore y posiblemente no sienta nada por mi más que ese sentimiento de amistad.

Mi expresión decaída afectó también a Hinata, movió su mano a mi codo entrelazando su brazo, girándonos al frente y extendió su otra mano libre.

—¡Nada de pensamientos negativos! —me recriminó, yo la miré fijamente, intentando grabar sus palabras en mi memoria—. Esta vida es demasiado corta para contener nuestros sentimientos y tan eterna como para no disfrutar lo que nos ofrece.

Recordé entonces ciertas palabras que mamá mencionó aquella ocasión que me habló de su amigo, Ryu-san y lo que él siempre decía.

—Eso me recordó a la siguiente frase —dije y proseguí a decirlo—: nunca sabremos si elegimos la decisión correcta conforme a los deseos de nuestro corazón, sólo podemos tomarla confiando que es la mejor opción y no arrepentirnos de las consecuencias.

—¡No pudiste haberlo dicho mejor! —concluyó ella, su voz salió ahogada por la sorpresa—. Tienes razón, el futuro es incierto. Por eso debes de enfrentar el problema de frente como la chica valiente que eres.

Valiente.

¿Soy valiente? Me pregunté aquello cuando nos interrumpió alguien más.

—¡Chicas! Pensé que se habían ido ya —La voz de Deidara llegó desde mis espaldas.

Hinata bufó por la interrupción y soltó mi brazo. Mi mente estaba absorta, por un momento me abrumé al pensar sobre la intensidad cuando dije esas palabras, pero me tranquilicé o intenté hacerlo al descubrir mi propia sinceridad. No pensaría en Sasuke por ahora o me distraería.

—Estábamos platicando sobre cosas de chicas —dijo Hinata posando las manos en la cintura, mirándolo con reproche en cuanto llegó a nosotras. No pase desapercibido el chupetón que lucía él en el cuello—. ¿Qué es eso que tienes en el cuello? —preguntó acusadora.

Deidara sonrió socarrón metiendo una mano al bolsillo.

—Un chupetón, supongo —dijo, y Hinata enarcó una ceja y con cara de: "¿estás hablando en serio?"—. Es regalo de una amiga.

—Claro, ¿una amiga-con-derecho?

Me reí ligeramente por su sarcasmo. Comenzamos a caminar directo a la salida.

—Tengo una pregunta seria que solo pueden responder porque son mujeres, ¿las chicas siempre esperan que nosotros demos el primer paso? —preguntó Deidara alternando la mirada entre las dos.

Abrí la boca para responder, pero no dije nada. Me quedé muda intentando no pensar en nada en concreto. Fue Hinata fue quién respondió.

—Por supuesto que sí, pero lamentablemente nosotras debemos dar el primer paso en ocasiones o nos quedaríamos como la tía millonaria de los gatos —replicó un poco molesta—. ¿Por qué nos lo preguntas?

—Juntarme con ustedes ha expandido mis horizontes en el ámbito femenino. No se sorprendan si el primer día de clases me ven llegar con falda.

Junté los labios reprimiendo una sonrisa ante la visión mental que me hice.

—Pagaría por verte en falda —repliqué sonriendo divertida.

—¿Y cuánto pagarías, Sakura?

Volteé al escuchar la voz de Temari a nuestras espaldas, me giré viéndola caminar a nosotros por el pasillo, junto a ella su hermano Gaara venía con las manos hundidas en sus bolsillos. Chocó puños con Deidara y Temari se unió a nosotros con una sonrisa pícara.

En las últimas semanas los hermanos Subaku decidieron sentarse en nuestra mesa en la hora del almuerzo, el circulo de amistad se expandió. Al mirarlos platicar a mi alrededor caí en cuenta en la repentina confianza que sentí a ellos, de no pensar a cada rato que me traicionaría como lo hicieron mi antigua mejor amiga.

Mis ojos se amenazaron en nublarse, pero no los dejé. Me centré en Temari.

—Primero quiero verlo y luego pago. —Por su expresión socarrina sospeché que haría de las suyas.

—Trato hecho, verás a un chico con falda iniciando el próximo grado —aseguró.

Miré de reojo a Gaara que conversaba con Deidara, supuse que sufriría en las vacaciones.

Nos dirigimos a la entrada de la escuela, pasaríamos un mes entero sin reunirnos ahí, pero escuché planes en divertirnos de alguna u otra forma si nadie iba de vacaciones largas con sus familiares. Temari y Gaara pasaría una semana en Hokkaido visitando a la familia y Deidara unos días de pesca con su abuelo, a su regreso podríamos reunirnos todos juntos.

Nos despedimos y los tres se fueron por el otro lado. También lo hice con Hinata que insistió tanto en llevarme a casa, pero le dije que no debía molestarse cuando ya podía ir en bus o metro, ella seguramente tenía que atender otras responsabilidades con su hermana pequeña, Hanabi.

—Hoy está con papá, así que podemos ir a un centro de juegos en el centro comercial o dar una vuelta por algún helado —propuso entusiasmada.

La idea no me pareció tan mala, no tenía mucho de qué preocuparme por lo que me esperaba en casa, mamá iría hoy al hospital con Mikoto-san y Karin; Sasori tendría una cena de negocios y llenaría tarde. No me apetecía pasar la tarde sola con la posibilidad de perderme en mis pensamientos respecto a Sasuke mientras esperaba a que alguien llegase.

Además, me gustaba pasar tiempo con Hinata. Siempre me hacía reír con alguna frase suya.

—Me parece perfecto —acepté.

—¡Bien! Andando entonces... —su voz se fue apagando a medida que volteaba a mi dirección, frunciendo repentinamente el ceño al mirar a mis espaldas—. Uh...

—¿Sucede algo? —pregunté intrigada, pero antes que respondiera di la media vuelta llevándome una grata sorpresa.

¡No puede ser cierto!

—¡Kiba! —grité emocionada y no dudé en correr hasta él. Esto tenía que ser un sueño, se suponía que él vendría dentro de una semana cuando hubiese terminado de reunir el dinero necesario de sus boletos de tren.

Mi mejor amigo sonrió de oreja a oreja sacando las manos de sus bolsillos cuando me abalancé para abrazarlo con todas mis fuerzas, correspondió a mi abrazo dando vueltas sobre el lugar y riéndose sin parar, estaba igual de feliz que yo.

—¡Oh! Te eché mucho de menos, Kiba —le dije al separarme de él, sentí mis ojos llenos de lágrimas. Esto sin duda alguna me alegró el momento, parecía una eternidad sin haberlo visto cara a cara.

—Yo igual, Sakura. Más de lo que piensas —dijo pasando una mano por mis hombros y girando en dirección a dónde yo había llegado corriendo. Vi que Hinata se acercaba un poco indecisa—. ¿Y bien? ¿Quién es ella?

—Es una amiga que hice aquí —contenté con cierto entusiasmo—. Te la mencioné en los mensajes, se llama Hinata. ¿La recuerdas?

—Tiene una cara mona —acertó antes de que Hinata estuviera lo suficientemente cerca para escucharnos. Cuando estuvo frente a nosotros Kiba le sonrió con esa mueca que les muestra a las chicas cuando le interesan de "Hola lindura"—. Tú debes ser amiga de Sakura, ¿verdad? Soy Kiba, mejor amigo de Sakura —y le tendió la mano separándose de mí.

Desde ahí vi con incredulidad, Hinata sonrió y le estrechó la mano acompañado con un beso en la mejilla. Casi me reí al ver el rostro estupefacto de mi amigo, como si no lo creyese del todo. Quise decirle que Hinata es así de efusiva y confianzuda con todos, pero de nada serviría, así que solamente pude aguantarme las palabras y reírme por debajo.

—Un gusto Kiba, ¿qué te trae por aquí? —preguntó ella al separarse.

—Vine a pasar tiempo con Sakura durante las vacaciones —dijo él abrazándome de nuevo—. La extraño un montón. Por cierto, todos te envían saludos.

Sonreí al recordar a mis antiguos compañeros de salón, también los extrañaba. Pero lo que me causaba confusión es saber cómo llegó hasta aquí desde la estación del metro, Kiba no conocía mucho la ciudad. Me intrigó al percatarme de que también llegó de sorpresa y sin avisarme.

Le di un golpecito en su pecho y formé un puchero de reproche, él me miró como si se me hubiera zafado un tornillo.

—¡Por que no me dijiste antes! Quería recogerte personalmente en la estación del metro.

—Quería que fuera una sorpresa —se justificó en su lugar sonriendo orgulloso de sí—. ¿Dime si no lo conseguí?

No lo negué, lo que provocó que ensanchara su sonrisa de suficiencia y mi propio bufido de resignación.

—¿Y cómo llegaste hasta aquí? No conoces mucho la ciudad y apenas sabes utilizar el GPS del celular.

Kiba se llevó una mano a su barbilla, pensativo.

—Obviamente no podía darte una sorpresa sin algún cómplice, así que le pedí a Sasuke que fuera mi guía. Me trajo hasta aquí hace unas horas de camino a su trabajo —contestó encogiéndose de hombros—. Me la pasé de vago mientras te esperaba.

Abrí un poco más los ojos al escuchar lo que había hecho Sasuke, ¿él se prestó para una sorpresa de esa magnitud? Sabía cuán importante es Kiba para mi como amigo, quizás... solamente quería darme alguna calma.

—No... ¿No dejó ningún recado para mi? —pregunté susurrante.

Kiba negó lentamente, extrañada. Suspiré sin saber qué pensar, ¿hasta cuándo seguiría evitándome?

Al parecer mi expresión me delató más de lo que pretendí porqué mi amigo me dio unos toquecitos en la cabeza.

—¿Sucedió algo con Sasuke? —me cuestionó sin rodeos.

Lo miré con mala cara.

—¿Qué te hace pensar que pasó algo? —le respondí con otra pregunta.

—Porque tienes esa misma expresión de "no sé qué hacer" que puso él cuando le hice la misma pregunta.

Me encogí de hombros el verme descubierta, miré de reojo a Hinata que estaba en silencio esperando a que respondiera a la pregunta de Kiba. No sé como reaccionaría él cuando le contase lo que sucedía en mi interior con respecto a mis sentimientos con Sasuke. ¿Se lo tomaría de buena o mala manera?

Lo único que rescaté del asunto es saber con certeza que Sasuke estaba igual de confundido como yo. Me pregunté que piensa al respecto de la situación, ¿cuándo volverá a acercarse?

Alcé la mirada a Kiba, sonriéndole, fingiendo que todo estaba bien por el momento.

—¿Qué te parece si vamos a comer algo primero?

—Entonces quieres decir que te gusta Sasuke.

Afilé mi mirada por lo casual que sonó esa frase en labios de Kiba que estaba sentado frente a mí, con una ceja arqueada y el popote bailando al aire. A mi lado Hinata asintió cómo si fuese a ella quién se lo preguntó. Tuve ganas de esconderme debajo de la mesa por la vergüenza.

Mi preocupación se tornó a otro rumbo, ¿qué pensaría Kiba al respecto? Le conté todo, obviando ciertos detalles que le dije a Hinata —después de todo él es hombre, no lo comprendería de otra manera—. Pero por alguna razón me inquietó que permaneciera en silencio después de decirlo.

—¿Y...?

—No sé si debería decir esto, pero me alegra que sea así —me interrumpió, parecía aliviado ¿de qué?—. Sasuke es un buen tipo, digo, no es un maniático celoso paranoico que ve una traición por todos lados.

Sin duda Sasuke estaba muy lejos de parecerse a Neji. Incluso le ayudó a Kiba a darme una sorpresa y sin réplicas, él sabía cuán importante y querido es mi mejor amigo para mí, sabía que me sentiría bien el tenerlo cerca...

Abrí mis ojos al caer en cuenta de ello. ¿Indirectamente Sasuke también quería darme un respiro de alivio?

—No, no lo es —dije como si aquello hubiese sido una ofensa a él.

Kiba sonrió al percatarse de mi tono de voz, Hinata se rio un poco fuerte. Quise de nuevo meterme debajo de la mesa.

—Me gusta que sea Sasuke —siguió diciendo Kiba, apoyando los codos en la mesa entre el plato vacío y las sobras de lasaña que no terminó— como te decía es un tipo agradable, aunque sea mudo... no es un problema, ¿verdad?

En lo absoluto. Que Sasuke sea mudo no es ningún problema, si toda su vida seguía sin hablar lo aceptaría tal y como es, con todos sus defectos y aquellos vértigos de tristeza que se asomaban todo el tiempo en sus ojos. Por un instante yo deseé que pudiera hablar, no para mi satisfacción personal, sino para que esa desdicha debido a su limitación social. Mi mayor anhelo era verlo feliz en ese ámbito.

—Además —siguió diciendo ante mi negativa—, le gustas. Así que no le veo dónde está el problema.

—¿Qué acabas de decir? —pregunté alzando la vista de sopetón.

Sentí un codazo, Hinata sonreía cuál amiga orgullosa.

—¡Te lo dije! Hasta Kiba lo vio, ¿no es así?

Mi amigo asintió soltando una risilla ante mi expresión.

—Vamos, no pongas esa cara de sorprendida. ¿Es que en verdad te negabas a verlo? Un chico que te cuida de esa forma y te molesta es porque piensa que eres tierna y me gusta ver más esa expresión. A conclusión: es porque le gustas. Ya debiste haberlo analizado.

Sí, lo analicé y también intenté convencerme de ello. Mi problema era otro, ¿qué retenía a Sasuke en acercarse de nuevo a mí? ¿Sus propias inseguridades? No podía contarles sobre lo que sucedió con él en el pasado y su origen de ello, sería traicionar la confianza que Sasuke depositó en mí.

Me limité sonreírles dejando el tema desplazado.

—Como sea. Dejemos mis asuntos amorosos de lado y pensemos a dónde ir —propuse en una estrategia de desviar su atención.

—¡Podemos ir al centro de videojuegos! —propuso Hinata de inmediato, a ella le encantaba ir allí—. Hoy es viernes de combo y los premios que liberan son los mejores de la semana.

—¿Centro de juegos? Suena bien. —Kiba e dirigió a mí con una ceja alzada— ¿Qué dices?

—Estábamos pensando ir allí antes de que aparecieras.

—¡Decidido! Andando entonces.

El centro de videojuegos que mencionó Hinata parecía relativamente lleno en el momento que pisamos el lugar, especialmente de niños de primaria y secundaria emocionados por el inicio de las vacaciones. Nos hicimos de varias fichas y comenzamos con tiros al aro de baloncestos, fallé tres veces y apenas logré conseguir dos cupones.

Kiba tuvo mejor suerte y asesto en todas, él era bastante bueno en la puntería. Ganó un peluche de perrito que le dio a Hinata diciendo «Tómalo como un recuerdo», me lancé a reír cuando me percaté de que se parecía un poco a Akamaru.

Después elegimos otro de baile dónde teníamos que imitar los movimientos. Había una pareja que buscaba competidores; Kiba y yo nos entusiasmamos y le dimos batalla en las dos primeras rondas con Hinata dándonos porras desde atrás. En la tercera ronda nos destrozaron por completo, Kiba no pudo seguir el ritmo al tropezarse y llevándome consigo. Aunque perdimos estrepitosamente contra la pareja, las risas nunca faltaron, hacia tiempo que no me reía de esta manera junto a verdaderos amigos y el tiempo pasaba demasiado rápido en su compañía, me sentía plena a pesar de tener un caos conforme a mis pensamientos.

Hinata nos dirigió a su adicción: el juego de zombis. Como estaban ocupados los otros asientos ella fue la primera en jugar, Kiba y yo nos quedamos detrás de ellas observándola moverse ágilmente y soltando comentarios destructivos cada vez que mataba a un píxel con cara ensangrentada.

—Que intensa —dijo Kiba en voz baja a mi dirección—, eso me gusta.

—Eeeeh —lo miré con ojos entrecerrados—. ¿Acaso es lo que estoy sospechando?

—¿Y qué es lo que sospechas? —rectificó moviendo sus cejas de forma insinuante—. ¿Cómo se le dicen a eso? Ah, sí: amor de verano.

—Amor de verano ni que nada.

Se rio por debajo. El videojuego emitió un sonido que indicaba el estallido de una bomba, Hinata soltó una maldición al aire y siguió con lo suyo.

—No te preocupes por ello. Sabes cuál es mi regla de oro: no...

—Involucrarte con mis amigas porque si terminan yo me sentiría incomoda —completé la frase recordando una ocasión cuando le pregunté porqué no le hacía caso a una de mis antiguas amigas de segundaria, él alegó que no quería problemas.

En ese aspecto yo me sentía culpable, ¿qué tal si a él le llegó a gustar alguien de mi círculo cercano y no avanzó más por temor a lastimarme indirectamente? Es una regla estúpida, si me lo preguntan. ¿Qué tenía que ver lo que yo sentía con lo que él sentía?

Inconscientemente se me vino el rostro de Tenten a mi cabeza, cerré los ojos de inmediato tratando de no recordar más, pensando en una fina posibilidad de que Kiba haya tenido sentimiento por ella. Hubiera sido natural, siempre estábamos juntos.

Escuché el tintineó del celular de Kiba, suspiró mientras lo sacaba y miraba la pantalla. Hubiera pasado desapercibido la reacción de mandíbula apretada si no fuera porque justamente lo miré de reojo.

—¿Sucedió algo malo? —pregunté preocupada.

Torció el gesto, renuente.

—Pues, verás...

De nuevo Hinata soltó una exclamación y otra bomba explotó.

—Pues...—repetí insistente.

Se quedó callado, solamente mirándome. ¿Tan mala era la noticia que tenía?

—No sé si decirte o no —habló, lentamente—. Se trata de Tenten.

Sentí un sabor amargo en mi boca y el estómago pesado, ¿para qué insistí? Ahora mismo se esfumaron la necesidad de saber más. Deslicé mi vista a otro punto, observando a un par de niños jugar en la maquina de garra para conseguir un peluche. Nos quedamos en silencio, y mi lado masoquista me pidió que siguiera indagando, pero mi lado razonable que prefería la paz me advirtió que mantuviera la boca cerrada.

Preferí quedarme en silencio.

—Créeme que no pretendía hacerte recordar su... traición.

—¿Entonces por qué la mencionas? —bufé con la ira haciendo bulla en mi interior—. No quiero saber nada de ella y de ese idiota que me traicionó.

Kiba miró de reojo a Hinata, seguía jugando ajena a nuestra plática, y así lo preferí, no quería preocuparla más.

—Esto es bastante grave, y no te la mencionaría si no fuera así. Además, tú me preguntaste —aseguró metiendo su celular al bolsillo. Crispé los labios, ciertamente yo le insistí y él no se mantendría callado.

Me resigné, crucé los brazos y me enderecé, esperando a sus palabras. Kiba asintió como si estuviese de acuerdo con mi actitud, pero la necesidad de hacerme saber lo que sucedía era mucho más importante que mi rencor y necedad por no saber nada.

—Tenten desapareció al día siguiente de la fiesta —dijo lentamente, procuré que mi expresión no demostrara el impacto que me provocaron sus palabras.

—¿Qué...? —apenas salió de mis labios.

—Como escuchaste. No se sabe nada de ella, su madre avisó a la comisaría del pueblo. Ellos están haciendo todo lo posible para encontrarla, pero ya va más de un mes sin encontrar ni un rastro.

¿Qué Tenten había desaparecido? Me provocó tal conmoción que tuve que digerir las palabras lentamente, intentando procesarlas. Esto no tenía ni pies ni cabeza. Aunque le tuviera un rencor enorme por lo que me hizo no era tanto como para desearle un mal así, ¿y sí su vida peligraba en verdad?

—¿Cómo que desapareció? ¿No se habrá escapado con Neji o algo así?

Kiba negó con la cabeza.

—Neji estuvo siempre estuvo en el pueblo y apenas fue a Osaka de vacaciones. La policía lo investigó, pero él asegura que, desde esa noche, después del alboroto discutieron y ella se fue a casa por lo que quedó descartado, y tampoco lo creo tan loco para hacer daño a Tenten. Además, varios de nuestros compañeros la vieron irse sola, pero su madre dijo que nunca llegó.

Nunca llegó.

Si ella hubiera desaparecido cuando aún yo ignoraba la verdad de su amorío con Tenten el mundo a mi alrededor se hubiera agitado más que ahora. Pero en este momento permanecí con la vista perdida al frente, sin enfocar a nadie en particular, ni siquiera a Kiba. El asunto sonaba grave en sí, Tenten desaparecida desde hace más de un mes.

¿Dónde estará? ¿Fue secuestrada o algo por el estilo? A esa fiesta fueron demasiadas personas, entre ellos universitarios que apenas conocíamos. ¿Alguno le habrá hecho daño de tal forma que... la asesinó?

Pensar en su muerte era otro nivel.

Me dio náuseas.

—¿Estás bien, Sakura? —Kiba se veía preocupado de mi estado.

—Sí. —Agité la cabeza—. Estoy un poco conmocionada... necesito ir al baño. Te dejo mi mochila —le pedí dándosela.

—Te esperamos aquí.

Entendió perfectamente que necesitaba un momento a solas.

Esquivé los juegos y rodeé el lugar en busca de los baños, recordando apenas dónde pisaba. Fue un milagro que no me tropezara con las demás personas por estar en mis pensamientos. Salí del área de juegos y me dirigí por el ancho pabellón en busca de los sanitarios. Urgía mojarme el rostro e intentar serenar mis pensamientos. No debería afectarme demasiado la desaparición de Tenten.

No debería, pero lo hacía. Me inquietaba no saber nada del paradero de Tenten. Fue mi amiga después de todo, me preocupaba a pesar de que ella no lo merecía.

Concluí que quizás me hacia falta un tornillo por no despegarme completamente de mis amistades dañinas. En lo que consta de Neji ya era una herida vieja que estaba cicatrizando con éxito, pero con Tenten era arena de otro saco; pasé más tiempo con ella que con él, y me resultaba incómodo el mantenerme indiferente cuando sé que ella seguramente esté en peligro.

Encontré el pabellón de los baños entre dos locales, era un pasillo un poco angosto y largo, caminé al fondo sumida en mis pensamientos. Al alzar completamente la mirada mi corazón dio un sobresalto de miedo al ver quién estaba en el otro extremo. Mi cuerpo entero se paralizó y el aire fue ausente en mis pulmones. La sensación fue similar a las patadas que él me daba.

Kizashi estaba frente a mí, maldición.

No me moví en un principio a pesar de que las alarmas de mi cabeza se activaron cual instinto de supervivencia: "¡Aléjate o te golpeará de nuevo!".

Mi cuerpo no respondió a mis gritos internos. Todas mis extremidades parecieron ponerse de acuerdo para quedarse inmóviles mientras él venía a mí, con esos ojos neutros y a la vez urgentes. Vi al monstruo despiadado que no reparaba en recordar que yo soy su hija a la que supuestamente debía de proteger, no hacerle más daño.

Reaccioné cuando estuvo a cinco metros, di pasos torpes en reversa transformando mi conmoción y terror en un intento de parecer fuerte y valiente.

Sé valiente. Sé valiente. Si se agravaba la situación podía gritar por ayuda o correr hasta dónde Kiba, pero en este momento tenía que enfrentar parte de mi pasado en el que fui cobarde y débil al no poder defenderme de sus golpes. Que no podía intimidarme con su presencia y demostrarle que no le temía. Enderecé la espalda y compuse una mirada desafiante.

—Si te acerca un paso más gritaré —dije lo suficientemente alto para que lo escuchara. Pareció molesto por mis palabras mientras se detenía.

Apenas logré procesar mi propia impresión de tenerlo frente a mí. De todos los lugares que existen en la ciudad precisamente tenía que ser aquí, en un pasillo relativamente desolado. ¿Dónde estuvo todo este tiempo para que los policías no pudieran encontrarlo? Esto no podía ser una simple coincidencia y tampoco se veía con la intención de hacerme daño... aún. No en un lugar público con tantos testigos a nuestro alrededor.

—Sakura, ¿por qué me miras de esa forma? —preguntó de pronto, como si lo hubiese ofendido y el hecho de que casi me haya matado a golpes no fuera un asunto crucial—. Soy tu padre y, aunque te pese, me debes respeto.

—Te perdí el poco respeto que te tenía ese día —le recordé hablándole informalmente, el rostro de Kizashi se crispó—. No sé qué pretendes al venir aquí, pero te informo que no puedes acercarte a menos de cien metros a mí o mi madre. Y, como veo, estás a menos de cinco.

Intenté ocultar por todos los medios el temblor de mi voz.

—La orden de restricción no tiene importancia para mí —soltó él bruscamente—. De todas maneras, te estuve buscando por muchas semanas.

—¿Qué quieres de mí? —No pintaba nada bueno.

—Vendrás conmigo si no quieres meterte en más problemas.

Analicé sus palabras, incrédula. ¿Vino a buscarme? ¿Para qué? ¿Para golpearme hasta matarme esta vez? Intenté con todas mis fuerzas que el miedo no me dejara indefensa totalmente, apreté mi mano libre y alcé la barbilla, desafiándolo con la mirada.

—No iré a ninguna parte.

—Tendrás que venir conmigo te guste o no. Eres mi garantía de vida —espetó con fuerza tanteando otro paso.

¿Garantía de vida? Un nudo se formó en mi garganta. ¡Yo soy el pago de sus apuestas! ¿En verdad puso mi vida a cambio de pagar alguna deuda? A estas alturas ya no me impresionan sus actos. Tensé los músculos preparándome a alejarme, o en su caso, pedir ayuda a alguna persona que pasara cerca.

—¿Acaso soy algún tipo de pagaré? —pregunté sin creerlo. A estas alturas nada debería impresionarme de lo que hiciera con tal de salirse con la suya—. No permitiré que me des como paga de tus asquerosas apuestas, ¡son las consecuencias de tus actos! —A cada segundo sentía más enojada que indignada.

Él entrecerró los ojos evadiendo mis preguntas. Sus pasos tanteaban al frente y los míos hacia atrás.

—No puedes reclamarme nada —dijo jocoso—. Sí tan sólo no te hubieras enredado con Neji estarías en casa como siempre, ¡pero resultaste ser tan estúpida como tu madre!

Lo último crispo la poca resistencia que poseía en mi interior. A mí podrían insultarme sin cesar y de maneras ofensivas, pero a mi madre jamás. Nadie tenía derecho de hacerlo y yo brincaré cuando tengan la osadía de hacerlo, incluso si es mi propio padre.

—¡No tienes derecho a insultar a mi madre! —le reclamé más alto de lo normal—. Estoy más que convencida de que la razón de su desaire es porque la golpeabas. ¡Tú lo provocaste!

Madre nunca lo negó hasta ahora, y todo apunta a los maltratos de él.

Kizashi soltó una risa seca y roñosa, burlándose de mí.

—Yo la enderezaba cuando intentaba alejarse de mí. Pero su locura es producto de ella, yo no tuve nada que ver con eso.

—No puedo creer que tú seas mi padre —gemí apenas con el creciente nudo en mi garganta por su cinismo—. Eres de lo peor. Lo único que te agradezco es que hayas dado tu espermatozoide para darme vida. ¡No sabes cuanto te odio que desearía no ser tu hija!

Sentí repulsión al escuchar semejantes barbaridades de él, tenerlo cerca solamente atribuía a aumentar mi aversión por mi progenitor, ¡ni padre debía decirle! Apretando las manos y sin decir nada di la media vuelta dispuesta a marcharme lo más rápido posible de ahí, sin poder soportar su descaro total.

Apenas avancé dos pasos y me detuve abruptamente tras ver a la segunda persona con la que menos esperé encontrarme en Tokio: Neji. Viéndome intensamente a metros de dónde yo me encontraba, por la impresión me quedé estática y reaccioné cuando estuvo a centímetros de mí. Pensé que mi mala suerte había tardado tanto en hacer presencia. Una sensación extraña recorrió mi cuerpo cuando lo miré directamente a los ojos.

Fue el mismo mal presentimiento de aquella vez que me goleó Kizashi.

Se suponía que Neji estaba a kilómetros lejos de aquí, en Osaka pasando las vacaciones con su familia.

—¿¡Neji!? ¿Por qué tú...? —No me dejó hablar.

Me tomó del brazo cuando reaccioné a intentar retroceder, rápidamente recordé que Kizashi se encontraba detrás de mí y los dos me tenían acorralada. Volteé a mis espaldas percatándome que Kizashi se acercaba a nosotros, sucedió tan rápido el que asintiera con la cabeza a Neji como si estuviese de acuerdo con que me retuviese.

Un momento, ¿por qué ellos dos estaban y parecían de acuerdo con retenerme? Se suponía que Kizashi no soportaba a Neji incluso antes de enterarse de nuestro noviazgo por el cual me golpeó. Debía odiarlo o mínimamente no querer permanecer cerca de él.

Neji me apretó más del brazo, solté un quejido. ¿Qué iban a hacer conmigo? Mi mente era un revoltijo de preguntas sin saber cuál pronunciar primero. Tanteé a mi alrededor dispuesta a gritar por ayuda, una mano cubrió mi boca impidiéndome gritar. Gemí contra la palma, se acercó demasiado. Con los labios cerca y lo único que nos separaba era su mano. Tuve el impulso de escupirle en el rostro y así alejarlo de mí, pero guio su boca cerca de mi oreja.

—Si gritas será peor —me susurró tan bajo, acariciándome el arco de mi cuello con su nariz. Me estremecí, mi corazón latía aterrada por la sensación escalofriante y repulsiva que me causaba la situación. Pero, sobre todo su toque me aberró por completo, ya no sentía esas mariposas en el estómago, eran sustituidas por una barra de acero ardiente.

Lo desafié con la mirada estimando sus palabras cuando retiró su mano de mi boca, y tras advertirme de nuevo, comenzó a empujarme con cierta urgencia. ¿Peor dice? Me pregunté irónicamente a medida que daba pasos renuentes. Traté de caminar a su paso, iban demasiado rápido.

—¿Más que una golpiza de Kizashi? —pregunté casi escupiendo las palabras. Ninguno de los dos se inmuto—. Nada podía ser peor que sentirse morir.

—Cómo te lo dije: soy tu padre. Y si me apetece darte una cachetada ahora mismo por tu conducta inapropiada, te lo daré. —Esta vez me dijo Kizashi con frialdad, le lancé una mirada llena de odio pateándolo mentalmente en lo que restaba de su descendencia.

Recordé lo que dije cuando le perdí el poco respeto que le tenía cuándo me golpeó, aunque el sentimiento de decepción seguía impregnado en mi corazón, nada impedía que lo odiara por hacernos sufrir a mis hermanos, a mi madre y a mí. ¿Cuál era la razón verdadera de su comportamiento?

—Camina con naturalidad —dijo Neji al percatarse que intenté alejarme de su brazo, se pasó una mano ligeramente por la nariz y volvió a jalarme como si fuera a abrazarme. Una sonrisa de lado se asomó por sus labios—. Camina como la hermosa pareja que somos.

—¿Pareja? —Una risa nerviosa y sarcástica brotó de mis labios—. Terminamos hace unos meses, y vaya que le agradezco a Dios por eso. Es más, hice una fiesta a celebración que me liberé de tu horrible presencia.

No dijo nada más, pero vi la sombra de molestia asomarse por sus ojos. Aproveché a mirar disimuladamente a mis lados mientras nos dirigíamos a la salida lateral directo al estacionamiento de fuera, dos hombres altos y corpulentos siguiéndonos desde los costados. Fue fácil identificarlos ya que traían transmisores en sus orejas —uno era azabache y el otro pelirrojo— y miraban de reojo a Neji; tenían pinta de guardaespaldas. Fijé mi vista al frente trazando una ruta de escape cuando estuviésemos afuera, repasé mentalmente lo que recordaba de los caminos del exterior.

Tenía dos opciones. Regresar dentro de la plaza y buscar a Kiba y a Hinata; o correr hacia la calle esperando despistarlos. Todo dependía de ciertos factores como mi propia fuerza física y de voluntad, que los guardias no estuviesen y pudiera distraer a Neji lo suficiente para desconcertarlo.

A medida que nos acercábamos a la salida decidí hablar.

—¿No se supone que estabas en Osaka? —pregunté tratando de parecer desinteresada, como si no me preocupara el hecho de que estuviese a nada de ser secuestrada.

Neji enarcó una ceja a mi dirección sin dejar de caminar y tantear el camino con sus ojos entrecerrados.

—No imaginé que supieras eso —comentó irritado, frotando ligeramente su cara—. Pero no es de tu incumbencia.

Rememoré lo que sobre la desaparición de Tenten después de la fiesta de Takeshi y el hecho de que nadie la haya visto o supiera dónde está. Por un segundo consideré que en verdad ella permanecía a salvo con Neji, pero él estaba aquí haciendo de las suyas —llevándome a la fuerza a quién sabe dónde teniendo a mi padre abusivo de su lado— y no sabía nada más de su paradero.

Y mientras mi desesperación crecía porqué ya estábamos cruzando la salida, recordé la conversación que tuve con Tenten días antes de la fiesta al encontrármela casi desmayándose en el puente. Con su mirada pesada y llena de desdicha, como si estuviese sufriendo por algo y no supiera enfrentarlo.

«—No hagas cosas que aborrezcas por amor.

—¿Es... algún chico que te gusta? ¿Te hizo daño?

—A estas alturas ya no estoy con él por amor, sé que le hago daño a alguien más. Se trata de un asunto más delicado.

—Me estás asustando. ¿Te involucraste en algo peligroso?».

El chico que le gustaba a Tenten era Neji. En ese momento y ahora. Su desaparición en esa fiesta después de qué descubrí su infidelidad. Neji, el hecho de que él se haya ido a Osaka y que Tenten estuviera involucrado en algo peligroso...

El nudo se formó en mi garganta, ardió al considerar tal posibilidad.

Dimos otro paso a la salida y mi cabeza dio vueltas, fue como si pudiese escuchar mis pasos sincronizase perfectamente con el mundo. La noche ya caía sobre nosotros y el aire fresco me pegó en el rostro, aclarando un poco mis ideas y armándome de valor. Aspiré tenue retomando mis propias fuerzas. En ese instante todo fue más nítido de lo que me imaginé, cada oración entrelazándose en mi mente como un rompecabezas cuyas piezas faltantes seguían al aire, pero parte de ellas estuvieran conmigo.

Regresé de sopetón a mi entorno cuando nos detuvimos en medio de la acerca.

—Ve por el automóvil negro. —Neji le dijo a mi padre como si fuese uno de sus lacayos. Kizashi frunció el entrecejo y apretó los dientes, juré que los escuché rechinar.

—No tengo porqué obedecerte, niñato —espetó, pero sus acciones contradijeron sus palabras. Se dirigió estacionamiento en busca del vehículo y el guardaespaldas azabache lo siguió, el pelirrojo se quedó plantado a unos metros de nosotros, haciéndose el occiso o eso aparentaba.

Aproveché el que nos encontrábamos solos para hacerle frente a Neji. Era ahora o nunca.

—Tú sabes que le sucedió a Tenten. —No fue una pregunta, se trató de una afirmación.

Sentí su brazo tensarse alrededor de mis hombros. Una señal clara de su estupefacción que no reflejó en su rostro. Apreté los labios conteniendo la respiración. Esto no podía ser verdad. Ahora que Neji estaba prácticamente secuestrándome comencé a creerlo capaz de ciertas cosas, pero con Tenten...

—Sabes dónde se encuentra ella —seguí insistiendo, moví sutilmente mi pie hacia atrás preparando mi posición. Lo sentí enterrar sus dedos en mi hombro, evité quejarme para no delatarme—. ¿Qué le hiciste?

—No sé de qué hablas —espetó de inmediato.

—Tenten desapareció el día de la fiesta y nadie ha sabido nada de ella hasta ahora.

Los recuerdos de ese día no eran tan dolorosos como antes, intenté rememorar con nitidez la plática que ellos sostenían en la habitación, pero él me interrumpió.

—Pensé que no te importaba lo que le sucediera, después de todo es una zorra, ¿no? —atinó a decirme, quise contrarrestarlo con mis propias garras. No me dejó hablar—. Pero podrías saber de ella cuando regreses conmigo a Konoha, ¿quién sabe? Quizás solamente esté segura en otro lugar para llamar tu atención.

Implícitamente me decía qué podría sabía el paradero de Tenten. Sin embargo, tampoco podía confiar en sus palabras, tendría que estar completamente loca. Rápidamente analicé mis dos principales opciones, no tenía tiempo que perder o no me libraría de ellos nunca.

Fingí resignación componiendo una mueca de decepción logrando que Neji bajara la guardia un segundo cual aproveché para alzar mi rostro a él, a centímetro de su cara, su respiración entrecortada me pegó en lleno, lo miré fijamente a los ojos notando sus pupilas dilatadas. Se aturdió por completo al tenerme cerca, pero yo no.

Lo único que sentí fue asco y más desilusión por lo que intentaba hacerme. Él era un chico extremadamente impulsivo, y en su momento creí amarlo... ahora que lo veo fijamente quizás fueron ilusiones y la costumbre lo que me mantuvo a su lado.

Pasé mi mano por su torso cubierto por la camisa azul hasta su hombro y ladeé mis pestañas siguiendo con mi actuación de inocencia. Coloqué mi otra mano en su antebrazo.

—Lamentablemente para ti, Neji, no puedes manipularme más porque ya no te amo.

No lo amaba.

Deslicé con fuerza mi pierna posicionada a su costado a sus piernas, desequilibrándolo y al mismo tiempo lo empujé del hombro logrando que su propio peso jugara en contra. Escuché su grito de dolor combinado con sorpresa. No esperé ni siquiera que tocara suelo para lanzarme a correr al lado contrario al guardaespaldas que se sobresaltó del repentino acto.

Comencé a andar tratando de regular mi respiración con la vista frente a la calle esquivando apenas a las personas que pasaban y me veían con extrañez, pedirles ayuda estaba fuera de mis posibilidades de varios metros.

—¡Ayúdenme, por favor! —exclamé a las personas más cercanas, más bien, del otro lado de la calle. Ellas voltearon inmediatamente a mi dirección, me miraron confundidas.

—¡Hay que ir tras ella! —El grito de Neji fue potente que alcancé a escucharlo.

No volteé aterrada por lo cerca que se escuchaba su voz, aceleré mis pasos. Recorrí otros tres metros y quise seguir recto hasta cruzar la carretera a las chicas que avanzaban a mi cuchicheando entre así. Por un momento sentí alivio pensando que me ayudarían, pero un auto me impidió la marcha frenando en seco frente a mí, por poco me arrolla si no fuera porqué me detuve a tiempo.

Bastó un segundo para identificar a Kizashi al volante y sus ojos inyectados de sangre. No me quedó otra opción que redirigirme al callejón del costado, lejos de los transeúntes y mis oportunidades de pedir ayuda, por lo menos el automóvil no podría seguirme desde aquí. Recé que las chicas que me escucharon hayan llamado a la policía o algo por el estilo.

El callejón estaba oscuro y repletó de cestos enormes de basura, un gato pasó frente a mí, asustándome. Di un sobresalto entre la oscuridad con mi corazón yendo a mi por hora intentando pensar claramente en medio de toda mi desesperación y pavor. Si esos tipos me atrapaban no volvería a ver a mi familia.

No volvería a ver a Sasuke.

Traté de regular mi respiración tanteando mi falta en busca de mi celular, maldije entre dientes al recordar que lo dejé en la mochila que le encargué a Kiba. No podía pedir ayuda por ese medio.

Los pasos a mis espaldas resonaron con fuerza, volteé sin dejar de correr, agradecí la distancia que nos separaba, apenas doblaron en la esquina y yo ya salía del callejón. Aceleré mis pasos y corrí lo más rápido que nunca imaginé, pero cuando estás al borde del peligro y teniendo a tus perseguidores pisando tus talones sacas todo tu fuero interno para evitarlo a toda costa.

Antes de alejarme del callejón tiré un contenedor de basura en el proceso esperando que me diera unos segundos de ventaja. Observé a mi alrededor mientras avanzaba por el lado izquierdo, no reconocí la zona casi desierta detrás del centro comercial, ubiqué la calle principal del otro lado, pero la descarté al ver que un automóvil negro doblar desde ahí. Seguramente se trataba de Kizashi y compañía.

Me fui por el otro costado, intentando ubicarme entre los edificios y los faroles que parpadeaban creando un ambiente más tétrico. No alcancé a llegar ya que vi a los hombres doblar por el callejón a mi dirección, chillé presa del pánico cuando Neji se asomó detrás de ellos. ¡Era cuestión de tiempo para que me alcanzaran!

Dios, no, no, no.

Regresé sobre mis pasos y permanecí estática en ese instante cuando el automóvil que vi primero encendió sus luces delanteras deslumbrándome, me aturdió por unos segundos. Llevé las manos frente a los ojos sin dejar de correr, pero mi ritmo fue bajando a medida que mi respiración se aceleraba, con el pecho subiendo y bajando. Los nervios de punta y la tensión al intentar pasar el automóvil antes de que alguno bajara.

Supe que sería imposible cuando la puerta del copiloto se abrió.

Estaba atrapada entre los dos hombres amenazantes y el automóvil estacionado a metros de mí. Traté de no entrar en todo del pánico o me bloquearía, intenté recordar la autodefensa que sabía de los cursos que repartieron en la comisaría a las cuales Sasori me hizo ir por recomendación de Itachi-san, pero en este momento mi cerebro bloqueó la mayoría de las cosas, apenas recordé dos estrategias posibles para incapacitarlos.

Repentinamente Neji se detuvo a una distancia prudente de mí y su mirada se ensombreció. Presté más atención al auto estacionado adaptando mi vista de nuevo a la oscuridad. Fue hasta que estuvo a unos metros de mí reconocí a la persona que venía rápidamente y me miraba con cierta urgencia.

Yo abrí mi boca, incrédula sin saber porqué sentí una especie de alivio al tenerlo frente a frente.

—¿Ryu-san? —pregunté con cierto alivio.

—¿Te encuentras bien? ¿Qué sucede? —preguntó cortando los últimos pasos y tomándome de los hombros, en cuanto vio a Neji y los dos hombres sus ojos se entrecerraron repentinamente—. Dejemos las preguntas para más tarde.

También vi a Neji que seguía respiración con cierta agitación y clavaba sus ojos en nosotros, conocía esa mirada: era cuándo se frustraba. Los guardaespaldas se mostraron inquietos y le susurraron algo que no alcanzamos a escuchar. Neji negó con la cabeza. En ese momento también llegó el otro automóvil desde el sentido contrario, no falto verlos para saber quiénes venían dentro.

Sentí una repentina tensión en el aire mientras Ryu-san y Neji se sostenían la mirada.

—Aléjate de ella ahora mismo —advirtió Neji, quieto—. Esto es un asunto de pareja que no te concierne.

Bufé, molesta. ¿Hasta cuándo se crearía ilusiones falsas?

—¡Tu pareja mi trasero! —grité enfadada—. ¡Tú y Kizashi intentaron llevarme a la fuerza!

—Ya la escuchaste. —Espetó Ryu-san repentinamente serio, me soltó para encararlo de frente—. Prácticamente la intentaste secuestrar en un territorio que no es suyo.

Neji gruñó cual perro rabioso, casi con los ojos inyectados de sangre. No comprendí a lo que se refirió en lo del territorio.

—No te incumbe lo que haga con ella.

—Me incumbe porqué la conozco. —El pelirrojo seguía hablando imponente—. Y no permitiré que te la lleves. Ahora nos marcharemos y sabré si nos siguen —advirtió dirigiéndome sutilmente una mirada de reojo y después al automóvil.

Entendí rápidamente su indirecta, quería que subiera al automóvil. Era preferible estar con alguien que apenas conocía y parecía estar dispuesto a ayudarme que con alguien que creí conocer de toda la vida y deseaba hacerme daño.

Me guio hasta el asiento los asientos traseros y abrió la puerta para mí, al estar dentro me sentí más segura que afuera, no aparté la vista de Neji estático en medio de la banqueta limitándose a apretar fuertemente sus manos mientras su rostro se ponía rojo de enojo.

Antes de que Ryu-san se deslizara a mi lado, miró a Neji sobre la puerta.

—Y dile a tu padre que recuerde que el tratado sigue vigente a pesar de los años.

Había un hombre alto en el asiento del piloto, distinguí su cabellera peli naranja mientras avanzábamos pasando a un lado del otro automóvil. No pude ver por completo a Kizashi, pero aposté que estaría ardiendo en furia por no poder llevarme con ellos. La adrenalina de mi cuerpo se ausentó y sentí mi propia respiración sonora.

—¿Sakura? Estás temblando —Me dijo Ryu-san mirándome las manos después de unos minutos.

Hasta ese momento no me había dado cuenta de que mi cuerpo entero temblaba. Alcé mis manos que se movían terriblemente, intenté relajarme ahora que me encontraba segura, pero la conmoción era tan grande que apenas logré respirar con normalidad.

Miré a los ojos a Ryu-san que parecía genuinamente preocupado por mí, no supe que decirle. Apenas pude balbucear.

—G-Gracias por salvarme...

Sonrió a medias, soltando una profunda exhalación.

—Tranquila, niña. Ya estás a salvo.

Sasuke

.

Aspiré con fuerza cargándome de toda la paciencia que podía tener hoy mientras observaba a la mujer que tenía frente a mí, insistente en conseguir mi número de contacto. Y por más que negara con la cabeza ella seguía apegándose a mí. ¿Y por qué demonios sigo sin moverme? Ah, sí: esta chica era la sobrina de Iruka y no debía tratarla mal. Pero, carajo, como me atosigaba.

Lo bueno es que faltaban quince minutos para terminar mi turno de mañana... oh, sólo son diez minutos, me percaté tras lanzarle una mirada rápida al reloj de la pared. A pesar de ser días libres laborales el restaurante seguía relativamente calmo. Me permití quedarme solamente sentado frente al piano descansando unos minutos antes de que la chica viniese a molestar. Y no podía moverme de mi lugar a la ligera sin ofenderla, tampoco quería problemas con el jefe.

—Vamos, Sasuke-kun, dame tu número de contacto —me pidió Hotaru por décima vez. Y yo seguí negando con la cabeza, irritado—. No seas así, ¡me es difícil comunicarme contigo sin que escribas!

—"Pues aprende lengua de señas" —gesticulé, y por supuesto que no le entendió. Lo que le hizo ponerse roja de vergüenza y malhumor.

A mis adentros sonreí burlón. Por supuesto que no, nadie querría aprender lengua de señas por voluntad y con tanto esmero...

Nadie no incluía a Sakura. Pensar en ella recaía de cierto modo mis ánimos, me pregunté que estará haciendo en estos momentos. Quizás pasando la tarde con Kiba, incluso a mí me sorprendió que me contactara para darle una sorpresa a Sakura. Lo ayudé tras imaginar la enorme sonrisa que seguramente ella pondría al verlo opacando por completo la confusión y tristeza que seguramente sentía ahorita por mis actos estúpidos e imprudentes.

Como casi besarla.

Suspiré inconscientemente, y la chica frente a mí sonrió pensando que había accedido. Sinceramente no sé por qué sigo soportándola.

—¡Entonces sí...!

—Sasuke —Sai llegó justo a tiempo. Lo miré desesperado y él pareció captar que silenciosamente le pedía ayuda, sonrió con esa extraña mueca suya—. Iruka-san dice que puedes marcharte temprano hoy.

Asentí levantándome de sopetón, evadí a Hotaru yéndome por el lado contrario pasando cerca de Sai, le di unas palmaditas en la espalda en agradecimiento.

—A cambio tendrás que darme el número de la mesera rubia del café de enfrente —me susurró por debajo fingiendo demencia cuando lo miré con los ojos entrecerrados—. ¿O quieres que le dé a Hotaru tu número?

Compuse otra mueca de susto, y él casi se lanza a reír. Me alejé a los vestidores dónde Hotaru no podría seguirme, y si fuera por ella sería capaz de hacerlo. Suspiré al estar frente a mi casillero pensando cómo decirle a Ino que tendría que dar su número a un amigo por haberme salvado el pellejo... o bueno, "transmitirle" porque yo no puedo hablar. Sonreí por mi repentino humor negro que en ocasiones me levantaba mi hiriente estando de ánimo.

—¿Terminaste el turno de hoy? —preguntó uno de los meseros pasando por la entrada trasera, apenas lo miré y asentí con la cabeza mientras me quitaba el chaleco para acomodarlo en el gancho—. Que ganga, yo apenas estoy entrando. Espero que esté igual de calmado que la mañana.

No le presté mucha atención, apenas solté un quejido y me concentré en mis propios pensamientos mientras terminaba de cambiarme el uniforme. Comencé a cuestionarme de lo que yo haría a continuación con respecto a mis sentimientos por Sakura, ¿iría a casa a seguir maldiciéndome por mis propios sentimientos siendo cobarde que no supo afrontar la situación o iría directo con Sakura a dejarle todo en claro conforme a mi sentir?

Me alejé de Sakura por unos días para darle su tiempo de pensar, pero lo cierto es que solamente fue una excusa para mí. Soy yo el que necesitaba ese tiempo para poner en orden mi mente y mandar a la mierda mis inseguridades. ¿Y si ella no me quería lo suficiente y se alejaba de mi en cualquier momento? ¿Y si era un capricho suyo? Froté mi cabeza recordando la sensación que sentí cuando conversé con Ino al respecto, ella me dio un tremendo golpe en la nuca y yo le gruñí.

—¡Eres muy inseguro, Sasuke! —me había reñido lo suficientemente alto que no me sorprendería que hasta el otro lado del establecimiento lo escucharan. Me miró con sus potentes ojos azules y torciendo el gesto—. Son alucinaciones tuyas, y aunque no lo sean, ¿no es mejor ir por el "lo intenté, me arriesgué" que quedarse con el "qué hubiera pasado si..."? Así es la vida, amigo, se trata de arriesgarse a perder o ganar lo que uno desea.

—"Siempre he perdido" —le respondí—. "Siempre que intento llegar más lejos, pero hay algo que me lo impide".

Me sonrió levemente.

—Entonces lo único que puedes hacer es esforzarte y ganar. Algún día la vida de sonreirá a ti, pero es cuestión de saltar por el abismo que nos separa de la felicidad.

Felicidad. Algo dentro de mí gritaba sin cesar que quizás mi felicidad esté en Sakura. De mis sentimientos por ella, que la quería con todas mis fuerzas y temía que cuando ella lo supiera fuera ella quien se alejara por miedo. Su noviazgo con Neji la dejó demasiado marcada como para pretender iniciar o aceptar los sentimientos de alguien más, especialmente los míos.

Aún me considero una basura de personas por ser tan egoísta y querer que Sakura se fije en mí de esa manera, el hecho de que haya cedido a ese medio beso pudo ser la conmoción del momento que lloraba por mí. Lloraba porqué pensó en mi propia existencia, el no querer que yo desapareciera al intentar hacerme daño.

Que no desapareciera de su vida.

Pero ¿por qué lo haría? No tengo intenciones de rendirme de una forma tan patética cuando he progresado demasiado en tratar de tener una vida "normal", a pesar de que ninguno de mis sueños no se cumpla, cuando quizás no hable nunca más... no pienso ceder de nuevo mi voluntad a esos actos impulsivos y aberrantes cuando sé que hay otras salidas.

No cuando por fin conocí a Sakura.

Abrí mis ojos al escuchar la puerta del casillero cerrarse, el chico se alejó dejándome completamente solo con mis pensamientos. Apreté la camisa entre mis manos reteniendo mi furor interno.

¿Qué me impedía ir ahora mismo a su casa y poner las cosas en claro arriesgando a no ser correspondido? El transmitirle que me fascinaba sus bellos ojos brillosos cuando me veían como si se hubiese ganado la lotería, de su sonrisa y el hoyuelo que se formaba en su mejilla derecha al sonreír e incluso de su propia debilidad cuando no creía ser débil y es la chica más valiente que conozco. De sus propios silencios en los cuales me acompañaba cuando estábamos juntos o de como nuestras manos se rozaban, sintiendo la calidez cerca de mí queriendo abrazarla sin intención de soltarla.

Quiero expresarle que la quiero.

Quiero decírselo.

A la mierda mis inseguridades. Si no arriesgaba mis sentimientos de una manera tan brutal jamás sabré si lo pude haber conseguido o no.

Tenía que hacerlo. Tenía que dejar de ser cobarde pensando que mi propia limitación física era un obstáculo o alguien más vendría en un futuro y le diría a ella lo que yo no hice por mi propio miedo.

Cerré con fuerza mi casillero y jalé mi mochila dirigiéndome a la salida. Pasé de largo por la puerta de la oficina de Iruka. Afuera se veía en el punto del atardecer al anochecer, los faroles estaban encendidos y algunos trabajadores también cambiaban de turno. Yo había decidido trabajar más días con turnos alternos y yo me tocó parte de la tarde, un par de horas.

Saqué mi celular con la idea de enviarle un mensaje a Kiba y preguntarle estaban en casa de Sakura o en alguna otra parte. Empecé a pensar en la forma de plantarme frente a ella y las posibilidades de que se negara, y yo no la forzaría a verme si no quería.

Al ver la pantalla me topé con varias llamadas perdidas de él, específicamente diez. De un momento a otro tuve un mal presentimiento y le envié un mensaje.

¿Está todo bien? Recuerda que no
p

uedo contestar llamadas»


Respondió de casi de inmediato.

«¡Se trata de Sakura! ¡Desapareció mientras estaba con nosotros
en el centro comercial!

El alma se me fue del cuerpo, me faltó la respiración en cuanto leí su mensaje.

Esto no podía ser verdad.

¿Dónde están en este momento?»

Llegué corriendo al centro de videojuegos que Kiba mencionó. Lo encontré junto a Hinata hablando con un par de guardias de seguridad, o más bien Hinata parecía al borde del colapso, se le veía sumamente nerviosa y alterada. Llegué rápidamente hasta Kiba y pensé que la situación no podía ser peor por qué no me entendería a la primera, tuve que sacar mi celular.

—¡Sasuke! —exclamó él en cuanto me vio—. Qué bueno que llegaste rápido.

Identifiqué la mochila de Sakura entre sus manos al igual que su celular. Me faltó la respiración que intenté recuperar por correr hasta aquí.

"¿Qué sucedió? ¿Dónde está Sakura?" escribí en mi celular y se lo mostré.

—No regresó de los baños desde hace media hora —dijo el peli café inquieto—. Cuando vimos que se tardaba fuimos a buscarla. Hinata entró y no la encontró, regresamos aquí esperando encontrarla, pero nada, no está. Lo peor es que me dejó todo, incluso su celular.

No había forma de contactarla para saber dónde se encontraba, pero no faltó que tuvieran que pasar horas por el simple hecho de la situación en la que ella está envuelta con su padre y el proceso de demanda me daba cierta alerta pensar que él la abordó aquí y la obligó a irse con él. Lo que no me explicaba era cómo ella desapareció como si fuera aire, parecía no haber rastro de ella y yo comencé a desesperarme más rápido de lo que Kiba en una hora.

Uno de los guardias de seguridad dijo que la vio caminar con dos hombres, uno más joven que otro. Que fue por su extraño cabello rosado que la recordó dirigiéndose a la salida del centro comercial, nos dirigimos ahí a pesar de que sabíamos que sería un esfuerzo inútil porque de eso ya había transcurrido una hora o más.

Mi paranoia se desató al intentar saber quiénes pudieron ser los hombres que estaban con ella, el primero que pensé fue Kizashi lo cual no me sorprendería que supiera que ella está aquí. ¿Y el segundo hombre? Por más que intenté rebanarme los sesos para llegar identificarlo sabía que resultaría imposible por el momento.

—¡Carajo! ¿Dónde está Sakura? —se preguntó Kiba aspirando con fuerza, intentando tranquilizarse. Por lo menos él lo hacía mejor que yo.

—¿Será que esos hombres en verdad se la llevaron? —Hinata parecía más alterada que yo.

Sentí mis hombros pesados y mi pecho oprimirse al pensar en tal posibilidad. El estómago me dio vueltas y entrecerré los ojos intentando que no me afectara por el momento, debía mantener la cabeza fría... pero me resultaba jodidamente difícil. Sakura podía estar en peligro y yo aquí sin poder hacer nada al respecto.

Jalé de mi cabello mientras veía desesperado a mi alrededor intentando hallarla entre el puñado de personas que caminaban a nuestro alrededor. Me alejé al otro extremo pensando en caminar en su búsqueda o de una vez contactar a Itachi, esto no tenía que esperar en lo absoluto. Cada segundo que transcurría era un peligro para Sakura dónde estuviese. Los bellos de mis brazos se erizaron por el pensamiento que alguien pudiera hacerle daño.

Si alguien la lastimaba la pagaría muy caro.

Antes de que pudiera incluso sacar mi celular del bolsillo este emitió el sonido de llamada entrante. Era un número desconocido, pensé en ignorarlo, sin embargo, la idea descabellada que pudiera ser Sakura pudo más y contesté sin vacilar sabiendo que era una idiotez. Debí contactar primero a mi hermano para avisarle sobre la desaparición de Sakura.

Escuché un largo silencio del otro lado de la línea, y después la dulce voz de ella atravesando mi desesperación, dándome algo de calma a mi cordura que volvió después de escucharla.

Sasuke... soy yo, Sakura.

Pasé una mano por mi cara, frotándola y dispersando toda tensión de mi cuerpo. Ella... estaba bien. Nada más eso ocupó mi mente en ese instante, respiré con cierta tranquilidad, pero todavía me inquieta saber de su paradero. Entreabrí mis labios y recordé que nada salía de mi boca, suspiré haciendo apenas un sonido, haciéndole saber que la escuché atentamente.

Yo... no recordé rápido otro número —Parecía intentar excusar su llamada. De nuevo el silencio y yo atento a su respiración—. Regresaré a casa pronto, ¿le puedes avisar a todos? Por favor —Incluso si yo no puedo responder con palabras ella sabía que yo lo haría sin rechistar, sin importar nada. Apreté el celular contra mi oreja y cerré los ojos escuchando su dulce voz—. Y... no te preocupes, estoy bien.

Estaba bien. Me repetí una y otra vez cuando la llamada ceso. Sakura se encuentra bien. Apreté el celular en contra de mi mano y fui tras Kiba que se había ido por la calle lateral.

Sakura
.

Incrédula, observé que el chofer, Juugo, extenderme una caja pequeña que desprendía un olor a pizza recién salida del microondas. Parpadeé varias veces intentando encontrar la lógica a toda esta situación tan extraña en la que me encontraba en estos momentos.

Lejos de estar tranquila seguía un poco tensa. Después de pedirle a Ryu-san su celular prestado para marcar a casa —y lo único que pude recordar por los nervios fue el número de Sasuke, y estoy más que segura que él haría lo que le pedí—, le indicó a su chofer, Juugo, pararse en el primer establecimiento de veinticuatro horas que encontrara de camino a la dirección que les di.

Intenté replicar que no era necesario que obtuvieran nada para mí, pero Ryu-san se mantuvo firme, incluso con su voz grave aquellas ordenes fueron irrefutables.

—Estás tan pálida como una hoja y temblando como gelatina, niña —replicó duramente y yo apenas me percaté de mis propias reacciones—. Necesitas algo de comida... ¿No estás en shock?

Lo último lo preguntó ablandando un poco su semblante.

Negué con la cabeza, intentando recobrar mi propia respiración y responderle con la verdad.

—No.

Lo que me lleva a mirar al hombre corpulento de cabello naranja y agarrar la caja y botella de agua que me ofrecía.

—Gracias —dije.

Bajo la atenta mirada de Ryu-san abrí la caja y miré el contenido. Hice una mueca al percatarme de lo que era: una pizza con piña. Iba a comerlo sin replicar, pero antes de agarrar una rebanada él habló.

—¿Tiene algo de malo la comida? —me preguntó. Uy, sí se dio cuenta de mi mueca.

Le lancé una mirada de reojo, pensando si mentirle o no, pero decidí ser sincera con ese señor que parecía calmo esperando una respuesta, como si fuera importante. Miré de nuevo la pizza mientras agarraba una rebanada.

—No me gusta la pizza con piña. Sabe horrible. Prefiero la de pepperoni.

Pero antes de poder separar la rebanada, Ryu-san tomó la caja y se la tendió a Juugo que la sostuvo, su rostro parecía inmutable tras esas gafas oscuras.

—Ve por otra, y que sea de pepperoni —le ordenó.

—Pero... —Intenté replicar una vez más, pero Juugo ya se había ido. Me giré al pelirrojo frunciendo el ceño. ¿Qué hacía? —. No era necesario, iba a comérmela de todos modos.

—Sin disfrutarlo. La comida hay que disfrutarla —dijo él acomodándose en el respaldo del asiento con una extraña mirada, fijo su vista en mí enarcando una ceja—. Es curioso, a mí tampoco me gusta la piña en la pizza, es asqueroso combinar lo dulce con lo salado.

Lo miré con la boca abierta, ¡él comprendía mi pequeño delirio!

—¿Verdad? No sé qué pretenden los de la pizzería.

—Matarnos el paladar, quizás.

Me reí intentando no hacerlo tan alto. Después de unos segundos de silencio y mirando al frente, lo escuché suspirar con brusquedad, se cruzó de brazos.

—Tus padres y tu amigo el pianista deben de estar preocupados por ti —dijo de pronto sin apartar la vista de mí—. Pero tienes que comer algo antes, no quiero que te desmayes a mitad del camino. Después de todo estuviste a punto de ser secuestrada por tu exnovio.

Torcí el gesto recargando mi codo en la puerta, observando los automóviles pasar, y a lo lejos la tienda dónde veía al gran Juugo esperar frente al microondas por la pizza, seguramente el cajero pensaría qué estaría haciendo aquel gran hombre en medio de aquella pequeña tienda. Me pregunté al azar si el queso se estaría derritiendo o no.

En todo el trayecto no habíamos hablado sobre lo que sucedió hace rato, y creí que Ryu-san no le importaba, cuando en realidad quizás pensaba cómo hacerlo con sutileza.

—Bueno, de hecho, fue mi padre quién apareció primero a querer llevarme con él a la fuerza. Me dijo que era un tipo de pago para sus apuestas —bufé sin poder contener el odio en mi voz.

—¿Tu padre intentó llevarte con él? —pareció completamente intrigado.

—El que estaba el automóvil de copiloto, pero ¿sabe qué? No me sorprende que lo hiciera —escupí con rencor, girando la cabeza a él que escuchaba atentamente—. Una vez me golpeó hasta casi matarme, si no fuera por mi madre y mis hermanos quizás ni siquiera estuviera aquí.

—¿Tu padre te golpeaba?

Asentí con la cabeza.

—Lo hacía. Pero nos hemos librado de él al mudarnos a la ciudad... incluso pusimos una demanda en su contra.

—Y ahora vives con tu madre.

Volví a asentir de nuevo girando mi cabeza a la calle, esperando que mamá no tuviera un ataque cuando Sasori o Karin le dijeran lo ocurrido. Ahora ya no se le podía ocultar nada porqué se percataba rápido, por supuesto que notaría el nerviosismo de mis dos hermanos si es que Kiba o Sasuke les avisó sobre mi espontanea desaparición. Lo menos que quería era perjudicarla en su recuperación mental.

—Sí, pero espero que esto no le perjudique. Ella es muy delicada mental y físicamente. Cualquier impacto podría perjudicarle. Por eso odio a mi padre, él... —me mordí el labio inferior, negando con la cabeza— quizás nunca la quiso y se desquitaba conmigo. No lo sé, simplemente no quiero pensar en ello ahora.

Abrí mis ojos al percatarme de lo que estaba diciendo, ¡contándole parte de mi desgracia a un señor un desconocido! Me giré a él totalmente apenada. Ryu-san tenía la vista clavada al frente frunciendo el entrecejo, cruzando de brazos y apretando los puños a sus lados, poco a poco extendió sus dedos y alzó la vista a mí disculpándose con la mirada.

Me hundí de hombros, intimidada por su expresión de enojo.

—Perdona mi actitud. Simplemente no soporto escuchar como un padre maltrata así a su hija —me dijo, suspirando. Vi un asomo de sonrisa en sus labios—. Si hubieras sido mi hija créeme que nunca te hubiera puesto una mano encima.

Ensanché mis ojos cuando me dirigió una mirada que reflejaba añoranza, sus ojos verdes parecían más oscuros. No fue casualidad lo que sentí la primera vez, la seguridad y el sentir cierto cobijo. Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero no las derramé. Aspiré por la boca, ¿qué hubiera pasado si Kizashi no fuera mi padre? Cuántas veces no lo había pensado desde que me golpeó, deseando ponerlo dentro de una caja y devolverlo la fábrica de padres poniendo una etiqueta de "vino siendo agresivo y carente de amor". Lamentablemente no podía hacer eso.

—Siempre quise tener una hija —me contó Ryu-san suspirando—, pero la vida no siempre te trata como quisieras.

Una hija.

El amigo de mamá también quería tener una hija y le regaló ese libro de poemas con mi nombre. El mismo chico de aquella foto que se parecía a él ahora viéndolo desde este perfil, con sus rasgos más maduros, incluso aquella expresión de concentración. Ojos verdes y pelirrojo. Ensanché los ojos ante el rumbo de mis pensamientos.

¿Sería una imprudencia de mi parte preguntarle si su nombre es Hiryu Ryuichi?

—¿Acaso usted...?

El sonido de la puerta interrumpió lo que iba a decir, Juugo entró junto con el olor de la comida. Me tendió la cajita y yo la tomé a tientas agradeciéndole. Lo que fuera a decirle a Ryu-san se esfumó, mi oportunidad se acabó en el instante que él ordenó de nuevo que marcháramos.

Se volteó a mí con una fina sonrisa.

—Ahora sí, disfruta tu pizza de pepperoni.

Le devolví una sonrisa que mostraba mis dientes.

No olvidaría jamás sus palabras, porque, además de salvarme, me reconfortó mi alma.

«Si hubieras sido mi hija...»

Continuará...

¡Hola! ¡Hola! POR FIN DE VUELTA RECUPERÁNDOME AHHHH. YA PUEDO LUCHAR!!!

Me alegra estar de regreso y compartiendo el capítulo con ustedes. Fue largo como recompensa de los meses de ausencia, pero entonces ¿valió la pena la espera? ¿Les gustó el capítulo? ¿No? *c va a llorar*

Hasta ahora quería comenzar con la aclaración de los sentimientos de ambos que es un punto que tenía que tocar, la aparición de los personajes de este capítulo fue como: bum por aquí y bum por allá. ¿Les sorprendió el hecho de que Neji apareciera? ¿Y Ryu al rescate?

¡Les dije que cosas intensas se vienen!

-clavar aquí nuevas teorías-

A pesar de que la participación de Sasuke fue poca no lo extrañen mucho, vendrá en el siguiente episodio *risas* ya verán a que me refiero. Por lo pronto espero que hayan disfrutado este capítulo como yo al escribirlo. Ya quería que Ryu apareciera.

¿Ya les dije como me encanta Ryu? En fin. ¡No olviden dejar su estrellita!

Les quiero agradecer a todos aquellos que dejaron mensajitos en el apartado del aviso y por interno, ¡en serio que gracias por sus buenos deseos! Ya estoy recuperándome cada día más.

Cuídense mucho, tomen awa y sigan manteniendo su salud. Que Diosito me las cuide 👌🥺

Nos leemos en el siguiente capítulo.

¡Alela-chan fuera!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top