|20| El amor no lo es todo
Sasuke
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Bebí del vaso que Sakura me ofreció con un rostro preocupado, no era para menos, me había agarrado sorpresivamente de la cabeza quejándome silenciosamente de la punzada de dolor. No debería dolerme ahí, mucho menos mi pecho, a la altura de mi corazón destrozado. ¿Cuánto más tendría que soportar esto?
Me pregunté una y otra vez mientras la miraba fijamente, a pesar de que le conté del asalto y que todo estaba bien, seguía angustiada por mí. No quise sentir la calidez que embargó mi pecho al pensar que en verdad estaba preocupada por mi integridad.
Fui egoísta, lo retuve en mi pecho incluso mientras la ayudaba a cocinar el almuerzo. Mamá y Mebuki tardaban lo suficiente como para que las nubes se disiparan poco a poco y las sombras comenzaran a manifestarse en los estrechos callejones del vecindario; incluso para que yo me sintiera mucho más a gusto alado de Sakura que en mi propia casa.
Verla sonreí alejaba todos mis demonios que atormentaban mi alma.
Bastaba sólo con eso.
—¿Mañana trabajarás? —preguntó después de apagar la estufa.
Dejé de observarla y centrarme en los cuchillos que fregaba con cuidado de no cortarme. Negué con la cabeza recordando el mensaje de Iruka que podría cubrir este día con el martes si me sentía mejor, y lo haría, lo menos que necesitaba era estar más tiempo en casa. Además, mañana tendría sesión con Kakashi por la tarde para hablar sobre lo sucedido en el asalto.
Cerré el grifó para responderle.
—"No, hasta el martes" —gesticulé con las manos enjabonadas; advertí de la desilusión de sus ojos, pero la ocultó muy bien—. "¿Por qué? ¿Necesitabas algo?"
Negó más rápido de lo que imaginé, quizás sólo eran alucinaciones mías.
A estas alturas seguía sorprendiéndome la repentina facilidad con la que comprendía mis gestos. Cuando le pregunté al respecto, se sonrojo ligeramente, jugando con un mechón de cabello para revelarme que había estudiado por su cuenta porque le parecía frustrante no comprenderme sin complicaciones.
Mi respiración se ausento por un momento. La calidez que experimenté seguía siendo un completo misterio para mí.
—Solamente lo preguntaba por curiosidad, necesitas descansar por tu herida—refutó ella.
Bufé por debajo mientras terminaba de colocar los cuchillos en los cajones.
—"No es necesario, estoy perfectamente bien".
—Eso dices tú, pero hace rato te dolía la cabeza —dijo en tono de regaño, quise expresarle que eso se debía a algo mental, pero lo dejé pasar.
No tenía por qué angustiarse con el punto negro en mi mente que se expandía por todo mi cuerpo, como una enfermedad que te volvía loco al pasar de los días y la cura aparente se ausentaba del mismo universo.
—"Tampoco fue para tanto, sólo son unos puntos".
Entrecerró los ojos y se cruzó de brazos. No intimidaba a nadie con su metro sesenta, vestida todavía en piyama y sus ridículas pantuflas aerodinámicas de las que tanto presumía con orgullo por toda su casa. Imité su gesto, desafiándola.
—Me preocupa que se te abra la herida. —La genuinidad con la que me miró me sobrecogió un momento.
Otra vez esa preocupación.
Pero no quería volverme dependiente a pensar que le importaba de otra manera, en especial alguien como yo. No quería que descubriera mi vergüenza en los otros aspectos de mi vida y se diera cuenta de que soy un verdadero desastre andante que no sabía lidiar con sus pesadillas.
¿Se marcharía si lo descubriera? Era lo más probable.
Nadie quería soportar a un desastre como yo.
Nadie se sacrificaría en hacerlo.
Ni siquiera Sakura por más cercana que sea para mí ahora.
—Sasuke...
De escuchar su voz pronunciando mi nombre. Tenía otro tono singular y en sus labios parecía una fina promesa.
Saqué mi mano de mi antebrazo y llevé mis dedos en sus mejillas haciendo que sus labios se juntaran en pico, ella se quejó, sonrojándose abruptamente. Por más que intentara resistirme a no provocarla, me fascinaba ser la causa de ese inolvidable gesto suyo, saber que mi presencia la hacía sentir un poco nerviosa.
No era justo para ella, lo sabía. Pero mis deseos podían más, incluso cuando estábamos a un palmo de distancia aspiraba su dulce fragancia, su cálido cuerpo me acobijaba al estar a su lado, quería estirar el brazo para acariciar su mejilla.
Un impulso que impedía apretando sus mejillas de esta manera en forma de jugarreta, bloqueando esos pensamientos inexplicables, me asustaba un poco lo que estaba sintiendo, la repentina necesidad de verla cuando tuviera la oportunidad cada vez era más fuerte.
—¡No hagas eso! —Apenas se le entendía mientras intentaba que la librara.
Sonreí de lado mientras la soltaba y se retrocedía unos pasos. Formó ese mohín de enojo, sobándose las mejillas, seguí mirándola divertido.
—En serio... me encanta pasar tiempo contigo, pero no para que agredas mis mejillas —refunfuñó sin dejar de frotarse su rostro, parecía una niña pequeña quejándose.
¿Qué le encantaba pasar tiempo conmigo? Aquello fue totalmente inesperado. Escucharlo de su boca parecía más increíble que darlo por sentado.
—"Y a mí me divierte apretarte las mejillas" —gestioné. Una idea cruzó por mi mente al recordar las gomitas picantes del estante, fui tras ellas y se las mostré a Sakura, seguía mirándome analíticamente, como si quisiera saber que pensaba—. "Hagamos una apuesta, si comes más gomitas picosas que yo, no te haré ninguna maldad".
Sus ojos verdes brillaron ante el reto, cruzándose de brazos, se veía muy segura de sí misma.
—¿No más apretones de mejillas? —preguntó, escéptica. Yo asentí con la cabeza, ella se descruzó de brazos enteramente decidida—. Bien, hagámoslo, terminarás con los labios hinchados y la lengua entumecida.
Sakura salió disparada a la cocina en busca de un vaso con agua para calmar el ardor de su boca, tuve que reprimir mi risa. Diablos, eso fue sumamente gracioso.
Perdió la apuesta, no soportó más de seis gomitas picosas, por mi parte me parecía bien, no me privaría de tocarle sus mejillas. No estaba muy seguro de controlar mis impulsos de otra manera.
Me dije que no debía exigirme algo que jamás podría obtener, que debía quedarme en la postura que estaba ahora.
Confórmate con estar a su lado sin pedir nada a cambio.
La clave para poder seguir siendo su amigo, sin que supiera cuán importante se estaba volviendo para mi vida, porqué si lo hacía posiblemente se marcharía.
Así como lo hizo mi padre.
Escuché sus pisadas, volvía bebiendo del vaso, sospeché que era el segundo. Me miró contenida y con los labios apretados, le mostré una sonrisa burlona sabiendo que eso le haría enojar más.
—"¿Quién iba a terminar con los labios hinchados y la lengua entumecida?" —pregunté.
—Ya encontraré otra forma de vengarme —murmuró ella a mi dirección.
—"Suerte con ello". —Me encogí de hombros y llevé una gomita a mi boca— "Tengo una gran resistencia a lo picoso".
Ella entrecerró los ojos.
—Ya me di cuenta. La próxima vez serán gomitas extremadamente dulces.
Apreté los labios, intentando no expresar mi risa. Se veía jodidamente adorable con ese mohín en sus labios molesta de perder una pequeña apuesta.
Escuchamos la puerta del pasillo abrirse tenuemente, un fino susurro. Me levanté de sopetón para ir junto a Sakura, ambos vimos a Mikoto cerrar delicadamente la primera puerta de la derecha y caminar a nuestra dirección. La expresión de su rostro era indescifrable, muchas emociones pasaban por su semblante.
Conocía esa mirada, era la misma que ponía cada vez que recordaba algo doloroso o triste con respecto a mí, pero en esta ocasión yo no la provoqué.
Alzó la vista primero a Sakura.
—Mebuki se quedó dormida —dijo a explicación—. Se agotó por hablar demasiado. —Esta vez se rio quedamente.
Quizás fue mi imaginación, pero la forma en que miró a Sakura es diferente a la de hace rato. Con cierta nostalgia en sus ojos negros.
—Mamá se agota mucho debido a la Leucemia.
—Sí, me comentó algo al respecto. —Mamá trago grueso, como si le doliera escucharlo. Sakura nos hizo un gesto a los sillones y nos acomodamos en ellos, mamá no dejó de hablar—. Sé que es un poco repentino y sorpresivo para ambos. Pero, efectivamente nos conocemos, éramos muy cercanas desde la preparatoria.
La sonrisa de mamá era una de alegría combinada con tristeza.
—Supongo que mamá no lo recordaba, por eso no nos había hablado al respecto. —La expresión de Sakura fue dolorosa.
—Estuvimos en la misma preparatoria el último año y fuimos Romeéis en la universidad. Yo estudie artes y música, ella se hacía de una carrera de idiomas, pero... Mebuki no recuerda muy bien aquellos tiempos.
El gesto de negación de Sakura con la cabeza provocó el silencio en mamá, la miraba expectante y a la vez triste. Imaginé que debía ser un golpe fuerte para ella encontrarse con alguien a quien estimas con un padecimiento mental y un cáncer que podría matarla lentamente.
—En concreto tiene lagunas mentales de algunos años previos a cuando yo tenía nueve años —explicó, removiéndose en su lugar con una mirada decaída—. Piensa que aún somos niños y estamos en esa época todos los días... O lo pensaba hace unas semanas —rectificó.
—¿A qué te refieres?
—El psicólogo que la trata dice que probablemente el que Kizashi casi me matara a golpes fue un detonante para ella en reaccionar —comentó indiferente a ese tema, sabía que no le gustaba hablar de ello porque le traía malos recuerdos—. Va por un buen camino a recuperarse mentalmente porque él ya no merodea por aquí.
Fruncí el ceño, comprendiendo a que se refería. Lo presencie con mis propios ojos la mentalidad de meses antes y la comparé con el de ahora, justamente después de lo que le sucedió a Sakura. Parecía una transformación de mente que iba a pasos pequeños, pero totalmente firmes.
—Sakura-chan, ¿qué le sucedió a Mebuki en estos años? —preguntó mamá, al estar a su lado pudo apretar sus manos con gentileza—. Ella me lo dijo vagamente, y realmente me preocupa mucho su salud.
Una pregunta que a parecer mamá necesitaba conocer, se veía realmente ansiosa y a la vez atemorizada por la respuesta. Incluso para mí era complejo, una vez me explicó las enfermedades de Mebuki y seguía cuestionándome las causas de ello.
Sakura procedió a explicarle a detalles lo sucedido alrededor de sus ochos años, el cómo empezó a divagar y de un momento para otro, al llevarla al hospital le diagnosticaron las Psicosis: distorsión de la realidad; y los síntomas que traía consigo.
Con el pasar de los días olvidaba el presente y se encerraba en el pasado; alejándose cada vez más de la realidad y centrándose en un solo tiempo en particular. Hasta ahora no se sabe realmente qué detonó el padecimiento, pero ella sospecha que se debía al severo maltrato físico de Kizashi.
Mamá se había llevado varias veces la mano a su boca al escucharla, la tristeza en la voz de Sakura demostraba cuánto había sufrido la ausencia mental de Mebuki para ese entonces. Incluso sus ojos parecieron apagarse un momento.
No me contuve para alargar mi mano y posarla en su cabeza, ella agradeció el gesto con una mirada de reojo y encogida de hombros.
—La Leucemia aguda todavía es tratable. No ha avanzado demasiado para darnos por vencidos. El problema radica que mamá se había negado a las quimioterapias hace unos meses porque no soporta el dolor físico. —La voz de Sakura se quebrantó a este punto, aspiró con fuerza intentando no desmoronarse, cuan fuerte era para soportarlo—. Mis hermanos y yo tenemos la esperanza de que ahora que se ve más centrada lo reconsidere, tengo mis esperanzas que así sea. Yo... no soportaría perderla. Sé que es egoísta hacerla pasar por dolor, pero...
Un nudo se formó en mi propia garganta al verla abrazarse así misma con tanto apego, antes de que pudiera sustituir sus brazos con los míos, mamá le extendió una mano para poder abrazarla, Sakura no opuso resistencia y se dejó consolar por ella.
Me les quedé mirando en silencio.
—Oh, perdona que te haga hablar de cosas dolorosas —dijo mamá mientras le acariciaba el cabello, Sakura negó con la cabeza aún sin apartarse—. No hay que perder nunca la esperanza. Como dijiste, ahora que está más lúcida pensará mejor las cosas y encontrará las fuerzas para luchar. Los hijos con el motor de las madres.
Mamá me lanzó una mirada desde ahí, sonriendo dulcemente. Aparté la mía un poco avergonzado, aún me inquietaba lo que me dijo durante la mañana.
Observé como Sakura se separaba de mamá, limpiándose los rastros de lágrimas con el dorso de su mano. Y sonrió ligeramente al devolverle el gesto a mamá.
Recordé que mamá decía sobre las sonrisas: son el único espejo que hay entre las personas. Si le sonríes a alguien, por reflejo te devolverá el gesto sin importar quien sea.
—Eso anhelo, Mikoto-san.
—Por lo pronto no hay que precipitarnos. Y a partir de ahora puedes contar conmigo para lo que necesiten con Mebuki —dijo con sinceridad—. Quisiera acompañarla a sus próximos chequeos... si ustedes lo permiten —agregó al ver mi mirada.
Gesticulé a espaldas de Sakura.
—"Mamá, no seas muy precipitada".
Me miró con ojos entrecerrados.
—No supone ningún problema. —La bondad de Sakura era enorme, no dudó en decirlo—. Si usted es muy preciada para mí madre, con gusto puede acompañarla si así lo desea.
Luego mamá me miró sonriente dándose por triunfante, entorné los ojos por su actitud.
—Gracias, Sakura-chan. Me hace tan feliz, en verdad quiero mucho a Mebuki —aseguró mientras revisaba en su bolso y sacaba su celular, seguramente le pediría su número—. Tanto que, si ella no se hubiera mudado al pueblo cuando Sasori era pequeño, fuéramos de esas familias que se reúnen los domingos para hacer parrillada.
Intercambié una mirada rápida con Sakura cuya sonrisa se extendió en su rostro, suponía que imaginó como habría sido conocernos desde hace años. Lo bizarro que hubiera sido aquella época y la calidez que seguramente embargaría mi vida, no como ahora.
Intenté no pensar en ello.
En que, a pesar del tiempo, Sakura y yo nos encontramos entre miles de millones de personas en este infinito mundo.
Una coincidencia demasiado hermosa.
Nunca sería suficiente estar cerca de Sakura, con el pensamiento que tenía desde hace horas, cuando me despedí de ella después de que nos invitara almorzar, no pude evitar pasar un brazo por sus hombros apegándola a mí para aspirar su fragancia.
Se sonrojó como un tomate y protestó débilmente que si la estaba molestando la pagaría caro; pero no se alejó de mí.
Solamente negué con la cabeza, y al separarme de ella, le di unas palmaditas en la cabeza, formulando con mi mano libre letra por letra: "ánimo", refiriéndome a su Mebuki. Aproveché el motivo de mi abrazo para hacerlo, me sentí un egoísta al cubrir mi verdadero deseo con esto.
Me sonrió dulcemente y agradeció con la mirada.
Siempre lo hacía.
—"Ah, tus pantuflas siguen siendo curiosas" —expresé por último mientras me alejaba al elevador, mamá me esperaba.
—La próxima vez te haré que las pongas para que veas que son las mejores del mundo, y no podrás quejarte en lo absoluto —refutó a medio pasillo y luego cerró la puerta, supuestamente indignada.
Reí silenciosamente de su actitud.
Mamá parecía distraía mientras manejaba de regreso a casa, la mitad de la tarde estuvimos allí que la noche se agazapaba lentamente desde el cielo hasta los edificios, las luces de la cuidad comenzaban a iluminarse.
Me extrañó que no hablara en todo el trayecto hasta casa, parecía totalmente ausente. No interrumpí sus pensamientos, debía estar procesando la información con el encuentro de Mebuki, a mí también me suponía una gran sorpresa. Ahora sabía porqué me confundió con alguien más cuando casi la atropellé, seguramente pensó que era mi padre, Fugaku; era imposible que no lo haya conocido.
Fue hasta que llegamos a casa que se adentró rápidamente a la cocina a hacerse un té tranquilizante, me extrañó, no parecía alterada en lo absoluto. Impulsado por la curiosidad me senté en la mesa, esperando a que se volteara para preguntarle si se encontraba bien.
Apenas lo hizo y no dudé en hacerlo.
—"¿Está bien?".
—No te preocupes, cariño, sólo estoy conmocionada —aseguró mientras se sentaba frente a mí con la taza con té de manzanilla, el aroma era un poco agrio y simple—. Jamás pensé que volvería a ver a Mebuki.
Fruncí el entrecejo, sin comprenderla de todo. Hunter apareció por la puerta agitando la cola alegremente, le acaricié la cabeza sin dejar de mirarla.
—"¿A que se refiere? Ella vivía en Konoha, en cualquier momento pudo visitarla" —formulé con duda.
Mamá dudó un momento, mirándome directamente a los ojos, como si sospesara en si era buena idea decirlo o no. Después de unos segundos, cuando Hunter se arrastró debajo de la mesa para acostarse sobre mis pies, ella habló:
—Hace tiempo, cuando tenías unos meses de nacido me llegó la impactante noticia de que Mebuki había desaparecido —dijo, y antes de que pudiera intervenir, me lanzó una mirada de esas que pedían que no interrumpiera su relato—. A palabras de Kizashi, nunca volvió a casa una tarde, y después de dos días levantó un reporte en la comisaría el pueblo.
» Desde aquí no podía hacer nada más que imprimir volantes y pegarlos por toda la ciudad. No podía hacer un viaje corto a Konoha porque Itachi cursaba la escuela y tú apenas eras un bebé, así que... tu padre era quién estaba al pendiente de ello.
Al decir lo último me miró esperando alguna reacción de mi parte, moderé mi semblante para que no se viera reflejado la consternación que sentí en ese momento, esto no tenía nada que ver con él, más bien con Mebuki.
» Siete meses me decidí en ir al pueblo para recabar noticias de ella en persona. Te habíamos dejado a Itachi y a ti con los abuelos para que los cuidaran un par de horas. Iba con tu padre cuando no topamos con Kizashi en el andén, pensé que traía buenas noticias con Mebuki, pero su cara lo delató.
»—¿Encontraron a Mebuki? —Le pregunté esperanzada a Kizashi que me miró con lágrimas en los ojos.
»—Ella... está muerta —dijo apenas audible.
Mamá detuvo su relato para tomar aire, yo me quedé expectante. Me miró aspirando fuertemente.
—Me deshice ahí mismo, "¿Cómo que ella está muerta?" es lo único que pensé, estaba tan nerviosa que no pude hacer el viaje, Fugaku fue solo para confirmarlo en la comisaría del pueblo, cuando regreso me dijo que no habían encontrado ningún cuerpo, pero Kizashi pidió que la dejaran de buscarla. —Bebió un poco de su té, esperé a que prosiguiera, tenía tantas preguntas—. Kizashi se había rendido, y yo no lo hice. Pero después de unos meses más... no hubo noticias de ella y me resigné.
Era inimaginable el impacto que experimentó mamá cuando se encontró a Mebuki horas atrás, creyendo que era una especie de espejismo de lo que fue en vida cuando en verdad ella seguía con vida. Después de casi una década creyendo en una vil mentira.
Porque Kizashi evidentemente, o también lo creyó o le mintió.
A estas alturas creía que fue la segunda opción.
—"Y supongo que Kizashi no te volvió a contactar para decirte que Mebuki estaba con vida" —gesticulé a sospecha.
—No lo hizo, no volví a verlo después de ese día. —Mamá acarició el dorso de su mano, antes dónde tenía su anillo de bodas ahora brillaba por su ausencia—. Lo que no comprendo es porqué pidió que la dejaran de buscar.
¿Qué sucedió con Mebuki en ese tiempo y cómo regresó? Eran las mismas preguntas que giraban por mi cabeza en ese momento, supuse que Mebuki todavía no había salido de ese bucle infinito del tiempo en que Sakura era una niña, tendríamos que esperar a que saliera completamente de ese trance.
—Supongo que lo sabré hasta que Mebuki recuerde. Y como dijo Sakura-chan, ahora que Kizashi no está cerca es un gran alivio, jamás... imaginé que él se convirtiera en una persona violenta.
—"Kizashi es un maldito que se dedicó a maltratar a su familia, tal vez esa sea una de las razones por el cual Mebuki entró en ese trance" —expresé con una mueca de desdén.
—Antes no era así de... violento. Kizashi la quería cuando se casaron.
—"¿La quería? ¿No la amaba?".
Aquello me desconcertó sin saber por qué, el hecho de que hubiera otra razón para que Mebuki decidiera unirse en matrimonio con Kizashi —que solamente la quería—, ella no parecía el tipo de mujer que se casaba sin que su pareja no la amara.
—En ocasiones, cariño —dijo lentamente con sus ojos decaídos dejando ver el pasar de los años—, las personas no se unen sólo por amor. Y en su caso, lo hicieron porque Mebuki esperaba a Sasori.
Lo comprendí al instante.
Kizashi se casó con Mebuki para hacerse responsable del bebé.
Y era una de las verdades más obsoletas que podía existir.
¡Hola! ¡Hola! Ha pasado exactamente un mes desde mi desaparición jaja perdonen la demora, a comparación de las ausencia de los primeros capítulos no es mucho *risas*
Hay muchas razones por el cual no podía actualizar, entre ellas, como les comenté en el tablero, se enfermó mi querida madre y el deber y amor llaman, así que no tuve ni tiempo de escribir la actualización. Gracias a todas esas personitas que se preocuparon :3
Otra razón: tuve un severo bloqueo, escribía, no me gustaba como quedaba y a mitad del capítulo descartaba la idea, que creo que saque como tres capítulos inéditos de este y el siguiente en ambos puntos de vista de los protagonistas.
¡No se asusten por lo corto que es este capítulo! Dentro de dos días actualizaré el 21, lo que sucede es que tuve que dividirlo porque estaba exageradamente largo si lo ponía junto con este. Así que por mientras publiqué este capítulo pequeño para terminar de explicar los de Mebuki y Mikoto, el próximo capi se centrará en otra cosa.
¿Quedaron sorprendidos por la razón que se casaron Mebuki y Kizashi? Creo que mucho lo sospechaban desde el principio, pero todavía falta por descubrir las piezas claves. Y nace una nueva incógnita: la desaparición de Mebuki.
Las teorías vuelan y cada vez estamos a poco de descubrir toda la verdad ~~~
Les dejo este meme especial para la ocasión.
¿Y qué dicen de los separadores? Hice unos conforme a la portada actual, *risas*
Por otro lado estoy feliz, ¡hemos llegado a los 11k! La felicidad no cabe en mi pecho, todo esto es posible gracias a ustedes.
En fin, ¡nos leemos dentro de dos días! (o quizás horas, si es que me entra la loquera y termino editandolo y subiéndolo mañana mismo).
Alela-chan fuera.
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