|13| Perdida en la bruma
Aclaración: la primera parte está situada después de unas horas que Kizashi agrediera a Sakura.
Mebuki
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Fue como si hubiese despertado de un sueño infinito.
Abrí los ojos sin reparos, una vez más en medio de la oscuridad. Contemplé el techo sin pensar en nada, tratando de verificar si está vez logré salir a la superficie de mis memorias, como ayer o seguramente días atrás, no lo sé. Para mí, el tiempo no transcurría del mismo modo que los demás. Estiré la mano, buscando algún indicio que me revelara mi estado.
Poco a poco las memorias se instalan en mi mente, como si un has de luz alumbrara entre la espesa bruma de mi cabeza; cada luz era un recuerdo y entre más cerca estuviese de ella, más me aproximaba a mi realidad. He estado atrapada desde ese día que marcó la fatalidad de mi destino, las pesadillas toman control y todo retrocede.
Todo se repite desde ese día, una y otra vez como una cinta.
Pero en esta ocasión... lo recuerdo. Kizashi golpeando a Sakura. La furia que recorrió mis venas me impulsó a correr a mi hija y gritarle que no podía tocarla. No la vi como la niña de mis sueños, risueña y alegre que me pedía ir a clases de ballet, no, era la verdadera joven de ojos tristes en la que se ha convertido. Siendo atacada por ese monstruo.
¿Dónde está mi hija?
Miré una vez más mi mano. A mi alrededor, el reloj de la cómoda marcaba la fecha actual, no las de hace casi diez años. Ahora lo veía...
Me quité la cobija de encima, dejándola a un lado. Con ojos fijos en la puerta, me levanté y dirigí al pasillo, tratando de no hacer mucho ruido. No quiero despertar a nadie en la madrugada. Avancé a la otra habitación, Karin y Sakura dormían juntas, Sasori en la habitación del fondo y Kizashi...
El frío se coló por la ventana y la oscuridad me limitó la visión. A mis lados todo se sentía pequeños, y la sensación de terror no me dejaba en paz, alguien me acecha entre las sombras ¿él estará por aquí después de lo que hizo? ¿Habrá dañado a mis hijos mientras estuve dormida?
¿Acaso todo esto... también era un sueño?
De nuevo, esa desesperación por afrontarlo me atacó. Agarré mi cabeza con fuerza y caí de rodillas, gimiendo tan fuerte que mi garganta se desgarró. Ni la brisa de la madrugada me ayudaba a serenarme y permanecer consciente en mi realidad.
No... todo lo que veo es sangre. Escucho gritos y chillidos. Luces que se prenden y apagan. Una sensación de ahogo y mi cuello siendo desgarrado.
Todo es rojo...
Hay un par de ojos verdes, asustados, viéndome desde arriba... Verdes... mi color favorito.
Unas manos gentiles me tocan, un aroma familiar que llevaba grabado en mi mente y deseaba olfatearlo de nuevo.
Una vez más...
—¡Mamá!
Apenas fui consiente de quién me hablaba, entreabrí los ojos, los rastros de sudor se impregnaron en mi frente y se metió en mi ojo, obligándome a enfocar. Dos borrones rojos, dos pares de ojos oscuros. Karin y Sasori. Me tomaban con fuerza y me preguntaban si acaso me dolía algo, ¿estaba bien?
No, nada estaba bien.
Siempre hay dolor.
—Sakura —jadeé apenas—. ¿Dónde está ella?
Por fin pude ver con claridad. A mi hijo, mi muchacho convertido en un adulto. Sus gestos eran parecidos a mi propio padre, no heredó mucho de Kizashi, eso me alegra. Alcé mi mano para acariciar su cara, parecía consternado y no dudó en apretar más mi mano.
—Ella está durmiendo —me aseguró Karin a mi lado, su voz temblaba. Sostenía mi cuerpo delicadamente—. Mañana deber ir a la primaria, por eso hay que guardar silencio para no despertarla, debe dormir bien.
—No, no —negué con fuerza—. Sé que va a la preparatoria. Sé que tiene diecisiete años. Sé que Sasori y tú son adultos. Sé que Kizashi la golpeó por mi culpa. Quiero verla. ¡Necesito saber si mi niña está bien! —exclamé.
Otra punzada en la cabeza. Volví a gritar y resguardarme entre mis memorias. Dolía, siempre dolía. Karin se puso a llorar intentando comprender que me sucedía, lo sé, cariño. Soy extraña y una loca, quizás. Sasori, hijo, no me mires así, asustado y preocupado por mi actitud. No tengas miedo, pronto estaré bien.
Sólo... no quería recordar el hoy, no sufrir, por favor. Permanecer en esa bruma en busca de mi propia fuerza. Sólo un poco más, mis amores. Sasori, Karin, Sakura...
No se rindan, que tampoco lo haré. Volveré pronto a ustedes y estaré lo que me resta de vida a su lado.
Cerré los ojos una vez más, sabiendo que tal vez a la mañana siguiente seguramente volveré a ese sueño eterno. Pero, una parte mi alma, desea con todas las fuerzas que poseo, detenerme poco a poco y dispersar esa bruma de mi mente.
Y volver realmente con mi familia.
Sakura
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Cuando regresé a después de la escuela, me dirigí directamente a la habitación de mamá; el día anterior no despertó antes de que me fuera a casa de Kiba a dormir. Temía en que los efectos colaterales fueran demasiados en manejar para su mente. La preocupación no me dejo conciliar sueño en la noche.
Rogué que estuviera bien y que no recordara nada de lo que sucedió esa noche. En ocasiones su mente altera los recuerdos y se olvida de ellos, desplazándolos como un simple recuerdo. No es tan favorecedor como parece, pues no bastando que creyera que somos niños, algunas anécdotas se convertían en sueños para ella. Como si nunca hubieran sucedido en realidad.
Y era asfixiante verla perdida en sus memorias.
Al entrar a su habitación, la vi ella de frente a la ventana. Su bata revoloteaba grácilmente gracias a las ventiscas que se colaban por el umbral. Los rayos del sol le daban una imagen brillante y serena.
Pude suspirar tranquila, ella ha despertado.
—¿Mamá? Ya estoy en casa —dije adentrándome finalmente.
Sus hombros se elevaron y su rostro se viró a mí, vi por unos segundos sus ojos brillar. Se acercó sin dudarlo.
—Me alegra que estés aquí. —Tomó mis manos y las apretó ligeramente, su mirada... parecía diferente, más profunda—. Estaba preocupada cuando me desperté y no te vi.
—Estaba en la escuela.
—Sí, Karin me lo dijo cuando le pregunté.
Se quedó mirándome por unos segundos, le sonreí tratando de tranquilizarla, su actitud era diferente. ¿Recordará lo sucedido? Seguramente al pensar que resultó una pesadilla este asustada. Le apreté las manos, mirándola para que no se alterara.
Pero mamá juntó los labios y una expresión triste y agonizante apareció en su rostro, sus ojos brillaban a causa de las lágrimas que amenazaron sus ojos. Me asusté, pocas veces la he visto llorar, la mayoría en el hospital debido al dolor insoportable de las quimioterapias.
—¿Sucedió algo? ¿Le duele el cuerpo? —pregunté atropelladamente, intenté hacerla regresar a la cama, pero se negó, aferrándose más a mis manos.
—A ti debe dolerte el cuerpo, cariño —alegó dejándome estática, temiendo lo peor. Le dirigí una mirada—. Los golpes...
Su mano acarició mi mejilla y las lágrimas comenzaron a descender por sus mejillas. Sentí mis ojos arder a causa de su mirada, era intensa y llena de arrepentimientos. Después de todo... lo recuerda perfectamente.
Traté de ocultárselo, no debía preocuparse por mí. Las ojeras de sus ojos se enmarcan revelando su desvelo. No quería vela recaer de nuevo, podía soportarlo todo menos perderla a ella.
Es mi único refugió.
—No debe preocuparse —susurré absorta—. Mejor siga durmiendo.
—¡No! —exclamó de repente, aturdiéndome—. No lo haré cuando mi hija ha sido golpeada por un maldito hombre que no tiene ningún derecho sobre ella.
Ensanché mis ojos. De nuevo aludía a una incógnita.
—¿Qué quiere decir con eso?
No me respondió, el aire pareció esfumarse en un instante, asfixiándolos a causa de la cuerda tensa de la desesperación. Decidió envolverme un abrazo, sus cálidas manos acariciaron mi cabello. Traté con todas mis fuerzas no derramar mi propio sufrimiento, pero me fue imposible.
Con mamá el mundo se volvía más vulnerable. Sólo con ella podía permitirme mostrarme débil. Sólo con ella sentía ese amor único que me acaricia las heridas y reconforta mi alma quebrantada. Era la única a la que podía mostrarle mi debilidad y no dañarme, eso atribuía una progenitora, ¿no es así?
Entonces, ¿por qué me sigue doliendo el desprecio de Kizashi?
Me aferré a su bata y fue un llanto silencioso, ya había llorado lo suficiente la noche anterior.
—Ma-má, ¿por qué mi padre me odia tanto?
Una pregunta que me atormenta. Que aún no encuentro respuesta.
—Él... perdió su capacidad de amar —fue lo que me dijo mientras acariciaba mi cabeza con delicadeza—. Pero no te odia, en realidad me odia a mí.
—¿Por eso también te golpeaba antes?
No fue una ilusión lo que escuché ese día. Los malos recuerdos seguirían ahí, y las dudas no me dejan en paz. ¿Mamá pasó por lo mismo? De tan sólo imaginarlo me daban escalofríos.
Llegué a la conclusión que por esa razón ella estaba así, tal vez no podía soportar la realidad y su mente se fracturó en algún momento. Algunas personas no saben manejar su propia realidad y se refugian así mismas, encerrándose en su propio caparazón, la única manera de poder enfrentarse a su propio dolor.
Lo hacen por su propio bien.
Pensé, no tan descabelladamente, que tal vez esta fue la razón por la cual mamá perdió la noción del tiempo. Su enfermedad, derivado a los maltratos de Kisazhi. Tal vez en algún momento un golpe le asentó en la cabeza o podría tratarse de algo más mental: se rompió en mil pedazos.
La sentí tensarse un momento y después su caricia se intensificó.
—Sakura... perdóname por haberlos obligado a ti y a tus hermanos a soportarlo hasta este punto. Soy una mala madre.
—¡No diga eso! —grité separándome de ella, la miré directamente a los ojos, sentí mi propia voz flaquear por mi inseguridad—. No tiene la culpa de que las acciones de Kizashi, ¡él es el verdadero monstruo! ¡Él fue quién la golpeó a usted y a mí! ¡Él...!
Se me cortó la respiración, lloré de nuevo expandiendo más mi dolor, afectándola a ella. Quién tampoco merece sufrir más. De nuevo su calor me brindo la protección que necesita mi alma, y ese calor abrasador, el cobijo de sus brazos y el refugió para mi propia estabilidad.
Él es el único culpable de nuestro dolor, lo sabía perfectamente. Pase a esto, aún no podía odiarlo como tal. ¿¡Por qué!? Después de todo lo que me ha hecho, las humillaciones, los golpes, sus insultos... mi corazón no...
—...Merece un castigo.
Gemí. Mamá seguía abrazándome y sus labios emitían sonidos tranquilizadores. Como si arrullara a un recién nacido entre sus gentiles brazos. Mi respiración se entrecortó y finalmente suspiré entre lamentos.
No quisiera salir de aquí nunca.
¡Holis!
Uff, después de no tan mucho por fin les he traído algo.
Lo sé, es muy corto pero no es un capítulo como tal puesto que no avanza en lo que respecta a la historia. Quería mostrarles lo que pasa por la mente de Mebuki, o parte de lo que sucede dentro de ella. Como se ha mencionado, su enfermedad mental se deriva a un severo trauma. Hasta ahora no he mencionado cual es como tal, ¿Qué piensan ustedes? ¿Qué pudo haber sucedido realmente?
Inserte aquí teorías.
Inserte aquí dudas (?
Como les dije: nada es lo que parece en realidad. Muchas cosas son confusas ahora, pero poco a poco se irán revelando.
En lo que respecta, el capítulo estará pronto. Trataré de traerlo esta semana puesto que a partir de la próxima no sé hasta cuando actualizaré, estaré ocupada con mi trabajo y estudios -c muere- así que quise traer este fragmento antes de recluirme a mis obligaciones -risas-
En fin, ¡muchas gracias por leer!
Hasta pronto.
¡Alela-chan fuera!
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