|10| El dolor está en la mente
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Sakura
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El fin de semana visité la casa de Tenten. Comimos estofado de res —la especialidad de su mamá— y vimos una absurda película de comedia, me reí hasta que mi estomago dolió. Hacia tanto tiempo que no me divertía así.
Kenta, el revoltoso hermano menor de Tenten, invitó a unos amigos suyos a jugar. Así que para no interrumpirlos en su "charla de hombres" —Kenta se enojaba si utilizábamos el primer término—, nos encerramos en la habitación de Tenten a iniciar nuestra noche oficial de chica, sólo ella y yo. Una vieja costumbre de niñas que perdura con los años.
Hablábamos de todo, chismorreábamos a risas y nos pedíamos consejos mutuamente. Siempre tenía de que hablar, ya sean alegrías o desgracias.
Últimamente los problemas con Neji provocaba un estrés horrible. Estar con Tenten aligeraba el ambiente, me decía que examinar a fondo mi corazón. Lo que hizo Neji en la escuela no estuvo bien, y ciertamente nuestra relación comenzó a fracturarse desde hace meses por sus celos.
No era natural.
—Sigue tu corazón —dijo mientras se amarraba el cabello en una coleta para que no le estorbara al ponerse la mascarilla.
Yo me lo até en un chongo, cuando me miré al espejo vi mi reflejo desdeñoso.
—Lo dices fácil —suspiré pesadamente—. Lo amo y he intentado arreglar muestras diferencias.
—¿Qué pasará si el día de mañana no contiene su furia y te golpea? —inquirió Tenten al abrir el sobre dónde venía la mascarilla para eliminar las espinillas, o eso decía la envoltura.
Apreté los labios. La actitud violenta de Neji me desagrado por completo, y todo por sus celos.
Malditos celos.
Y estúpido Neji por dejarse dominar por ellos.
—No lo creo capaz.
Me lanzó una mirada obvia desde la cama.
—Leí en un artículo las señales de un noviazgo dañino, no es necesario que sea tóxico. La primera señal es si tu pareja de reclama por cosas que tengan que ver amigos masculinos, la segunda son las amenazas, aunque parezcan una simple jugarreta. Y la tercera son señales vistosas de agresión.
Todo se relacionaba con las actitudes recientes de Neji, sus irracionables celos, reclamos; lo que le puso la cereza al pastel fueron las marcas que me dejó en los brazos, aún los tengo resentidos por la fuerza de sus manos.
Apreté los nudillos sobre mis rodillas. Hablando seriamente debía llegar a una determinación.
¿Terminar mi relación con Neji o seguir con él?
—Bueno, por lo pronto olvídate de él, es noche de chicas —Tenten se bajó de la cama para sentarse frente a mi agitando la envoltura de la mascarilla. Me ayudó a colocármela correctamente.
Cierto, noche de chicas. Nada de pensar con Neji. Lo mejor sería no prestarle atención, ya mañana seguiría mortificándome con ello. Disfrutaría mi tiempo con Tenten, los días se limitaron en el momento exacto en que Sasori me reveló lo de su ascenso.
Las dudas no me dejaban en paz.
Seguimos hablando de tonterías, celebridades masculinas en las revistas que Tenten compraba en la tienda de veinticuatro horas que está saliendo del pueblo; gritó como loca al ver un póster gratis de su cantante favorito en una de las páginas. Tuve que taparme los oídos, casi me deja sorda.
—¡Tenten! Me romperás el tímpano con tus chillidos —me quejé con una mueca.
—Lo siento, ¡es que es perfecto! —exclamó emocionada.
Restregó la revista en su cara mientras se dejaba caer de espaldas a la cama. Daba pataletas al aire, parecía una loca fanática, apuesto que si lo tuviera de frete se lanzaría sobre él.
El tintineó de mi celular alejó mi atención, estaba sobre la mesita de noche, debajo de todas las revistas y esmaltes. Aparté cuidadosamente las revistas, Tenten me sacaría los ojos si recibieran un mínimo doblez en una de sus hojas; especialmente en el póster gratis, como el que ahora gritaba como loca sin darse cuenta de que su mascarilla se pegó a la hoja.
Me quité la mía y la tiré al pequeño cesto, justo al lado del escritorio. Se fueron a la basura los ojos dos minutos restantes de tratamiento. Mis dedos húmedos tocaron la pantalla del celular.
Era un mensaje de Sasuke. Otra vez él me saludaba primero.
Sonreí sin pensarlo. Desde ese día que explícitamente agendo una cita en una cafetería, una extraña sensación se apodera de mí. Me alegraba saber que por lo menos ya estoy dentro de su círculo social de personas que deja acercarse personalmente, en el ámbito de conocer su comportamiento.
—¿Quién es Sasuke?
La voz de Tenten a mis espaldas me asustó. Di un respingo por la impresión, sentí justo como un niño atrapado en una travesura, aunque no había nada de malo recibir un mensaje de un amigo, ¿verdad?
Mi amiga me miró formando una sonrisa socarrona. Oh no, ese gesto implica un tedioso cuadro de interrogación. Se pondría intensa si no la detenía ahora.
—Eh... dijiste que está noche es sólo de chicas —repliqué tratando de desviar su atención.
Por supuesto que fue no cayó en mi trampa.
—Y lo sigue siendo. Hablar de nuevos amigos viene en el paquete —dijo—. Vamos, dime quién es.
El celular volvió a sonar, miré de reojo la pantalla. Sasuke me preguntaba si prefería las películas de terror o comedia. Sudé frío, Tenten ya se había acercado más y miraba fijamente la pantalla, la conversación era legible para cualquiera.
—Uh... —murmuró.
Y de pronto ya no tenía el celular en mi mano, estaba en las de Tenten que se reía en mi cara.
—¡Tenten! Devuélveme mi celular.
Moví mis manos intentando arrebatarle el celular. Ella estiraba el brazo, por un lado, y con su otra mano impedía que me acercara.
—Es guapo —dijo sin vergüenza al mirar una foto en su red social, y giró su rostro a mí sonriendo de una forma extraña—. Debes comértelo sin importar qué.
—¡Tenten! —reclamé, sentí mis mejillas calientes. ¿Qué clase de cosas decía? —. Él es sólo un amigo, nada más.
Además, jamás había pensado en otros chicos aparte de Neji. Desde que mis sentimientos se fortalecieron, mi mundo gira alrededor de él.
Pero Sasuke...
Agité la cabeza alejando esos pensamientos. No y no.
—Y todavía soy novia de Neji, ¿lo olvidas?
Finalmente logré arrebatarle el celular e inmediatamente lo escondí en el interior de mi top, es la zona más segura que encontré. Tendría que cuidarlo el resto de la noche, Tenten era capaz de hacerse pasar por mí y enviar mensajes fuera de lugar.
—Ah, sí, su novia —susurró quedamente—. Sakura, sólo te lo diré una vez más —su mirada se tornó repentinamente seria, anticipé un regaño.
Esperé, con una sensación de agobio. Sus ojos parecían fríos y distantes, nunca había presenciado una mirada así en ella. Ni cuando su hermano murió ahogado en el río cuando teníamos diez años, tenía razones de sobra para sentirse vacía y distante, pero nunca lo estuvo, se refugió en su hermano menor, dándole apoyo.
Por eso, al verla alzar la barbilla y mirarme fijamente, presentí que vendría algo malo de su boca.
—Termina con Neji. No es quién aparenta ser.
Tomar el consejo de mi mejor amiga parecía lo más sensato, pero aquella sensación aplastante no se apartó al pedalear la bicicleta hasta casa. No me quedé a dormir en la suya porqué Karin me aviso que papá regresaría esa noche, ocasionalmente él viaja a la ciudad en representación de la fábrica.
Y aunque mi hermana no me haya avisado nada, no pensaba quedarme. No después que Tenten se comportara distante desde que dijo esas palabras.
Un ambiente tenso se instaló entre nosotras y mis intentos de bromas lo estropearon más. El silencio se extendió hasta que su mamá nos avisó que la cena estaba servida, la rechace excusándome de la llegada de papá, tampoco es que haya mentido.
Estacioné la bicicleta en el jardín cuidando de no aplastar las plantas que mamá apenas puede cuidar, aun así, sus brotes eran hermosos cómo todo ese lugar. No faltaba el día en que me detuviera un momento para admirar la belleza del prado que se extendía más allá de los árboles.
Absorber la naturaleza a mi alrededor, el aire limpio se colaba en mis pulmones, limpiando todos los problemas que me rodeaban. La presión, la ansiedad, el estrés de todos los días se iban en un instante si me concentraba lo necesario.
Nada me distraía.
Reí un poco al escuchar de nuevo el tintineó de mi celular, evidentemente se rompió la concentración que tenía sobre el paisaje. Revisé el buzón de voz, era Kiba asegurándome que mañana vendría a buscarme para irnos juntos a la preparatoria, estaba emocionado por la incapacidad que tendría la profesora unos días debido a maternidad. Ya quería conocer el nombre del bebé.
Sería un día entretenido.
Antes de guardar el celular recordé los mensajes de Sasuke que no contesté. Los leí nuevamente mientras acomodaba la bicicleta frente al recibidor, a un costado de la motocicleta de Karin, más reluciente que esta mañana, seguramente la pulió.
Me pregunté la razón de la cuestión de Sasuke.
» Yo: Me gustan más las de suspenso, me asusto con las de terror. Capaz y me da un paro cardíaco ahí.
Con la vista en la pantalla, me adentré a la casa avisando mi llegada.
Apenas dejé los tenis a un costado, vi otro par de zapatos masculinos. Maldije entre dientes mi suerte, papá ya había llegado. Me enderecé rápidamente e intenté huir a la segunda planta cuando la potente figura de mi padre se plantó frente a mí.
Un escalofrío involuntario traspaso mi cuerpo al verlo directamente a los ojos, el furor parecía apenas una sombra y cada rasgo de su rostro se veía inquieto.
Seguramente estaba enojado por haber llegado a casa y no verme aquí. Es una regla estricta que impuso: llegar antes que él. Cuando Karin estudiaba también tenía que lidiar con esa regla y los ataques de ira de papá. Ella aprendió a sobrellevarlo, se libró cuando comenzó a trabajar.
—Sé qué llegue tarde... No vi la hora, padre —dije intentando excusarme.
Él no dijo nada.
Mala señal, ni siquiera abrió la boca para regañarme. Sus ojos seguían fijos en mí, tan coléricos que me doblegó un segundo. Si contenía su temperamento, sería peor el regaño.
Tenía un mal presentimiento de esto.
La última vez que vi esos ojos fue mi desgracia. Terminé con las piernas marcadas, días después los moratones fueron invisibles, el dolor insoportable.
No quería pasar por eso nuevamente.
—Sabes que tienes prohibido tener novio, ¿verdad, Sakura? —dijo peligrosamente calmo.
Entreabrí los labios para contestarle una afirmación, entonces caí en cuenta del trasfondo de esa pregunta. Me encogí de hombros sin apartar la mirada, apreté el celular fuertemente. No... ¿se enteró de mi noviazgo con Neji? Éramos muy cuidadosos con exponernos fuera de la escuela, y papá no era de escuchar chismes ajenos.
¿Cómo lo sabe?
Me estremecí.
—Lo sabes, ¿no? ¡Entonces explícate porqué Neji es tu novio! —exclamó acercándose a mi dirección.
Su mal carácter explotó de la, pero manera.
Temerosa a lo que haría, retrocedí por inercia, él extendió su mano a mí, una clara señal de amenaza. Le di un manotazo guiada por el temor a terminar ahorcada, y me escabullí por el hueco que dejaba su costado, con la vista fija en las escaleras. Iré directamente a mi cuarto, la puerta sería una gran barrera entre nosotros, tendría que derrumbarla antes de llegar a tocarme, así me daría tiempo de escapar por la ventana.
Esta vez no me quedaría en el suelo a la espera que descargara toda su furia en mi cuerpo. No quería sentir el dolor de nuevo, el miedo me obligaba a moverme, pero no de la forma que quisiera realmente. Tenía la sensación de que mis pasos son más lentos que antes, y mi capacidad de pensar más sosa, nublado por el miedo.
No logré llegar a las escaleras, él me jaló del brazo hasta quedar de frente a él. Apenas reaccioné ver su mano alzarse, y después estampada en mi mejilla derecha. Sentí mi piel explotar al contacto, gemí consternada, llevándome las manos a dicha parte. No me permitió procesar el dolor, me empujó hasta que mi espalda se apegó a la pared y sus manos apresaron mi cuello.
Le agarré las muñecas, intentado por todos los medios disminuir su fuerza. Me ahorca.
—¡No tienes permitido tener novio hasta acabar tus estudios! ¿Acaso quieres parecer una zorra? ¿Qué dirán los del pueblo? —preguntó a voz de grito.
Lo miré con odio sin dejar de resistir. ¿Qué palabras salían de su boca? Los comentarios del pueblo no importaban. Sólo pienso librarme de su opresión.
Apreté los dientes. Impulsada por el pánico a que llegara a otros extremos. Le propiné una patada mal asentada en la rodilla con todas mis fuerzas, se doblegó lo suficiente para aflojar su agarre de las manos. Jadeó mirándome con los ojos muy abiertos.
Aproveché el momento y me giré directamente a las escaleras. Respirando agitadamente, pisé el quinto escalón cuando sentí un terrible jalón en mi cabello. Grité adolorida, ¿quería arrancarme el cuero cabelludo? Llevé mis manos a mi cabeza, estaba siendo arrastrada.
—¡Por favor! No me golpees padre, ¡por favor! —rogué sin éxito.
—Si no aprendes a obedecerme por las buenas, será por las malas.
¿Cuándo te molestaste en reñirme por las malas? Nunca, siempre fueron golpes, gritos y exigencias.
Me lanzó al suelo de otro golpe, caí en la entrada de la cocina, mi cabeza chocó en el umbral de la cocina, aturdiéndome por completo.
Apenas logré escuchar la voz de Karin a gritos, se acercaba apresuradamente.
No pude concentrarme en nada después de ver el cinturón enrollado en la otra mano de papá, que no dudó en utilizarlo contra mi espalda. Tan furiosamente, descargando su ira en mi cuerpo.
Inmediatamente me hice un ovillo tratando de protegerme la cabeza y pecho al ser los puntos más vulnerables. Cada golpe que daba venía acompañado de palabras incomprensibles, no lo escuché realmente.
La cabeza me da vueltas, mi garganta se cierra. Aprieto más los párpados deseando con todas mis fuerzas que esto acabe ya.
Uno. Dos. Tres azotes más.
¿Por qué me sucedía esto a mí?
¿Por qué mi propio padre me golpea?
¿Tanto me odia?
Grité más fuerte, un golpe me dio justo en el pecho. Fue irreconocible mi chillido, fue similar a un gemino agonizante, no me atreví a abrir los ojos en ese momento y ver a mi alrededor. Mis tímpanos zumbaban, los gritos de Karin parecían lejanos, pero entendibles.
—¡Déjala ya! ¡Golpéame a mí en vez de ella! —Se escuchaba desesperada.
Entreabrí los ojos, visualicé sus siluetas borrosas. Karin forcejeaba con Kizashi, desviándolo a otra dirección. Movieron el sillón y la mesita de su lugar, el florero cayó al suelo con un ruido agudo. Le siguieron los retratos sobre el estante de la televisión. Todo se caía y se hacía añicos.
Lo mejor sería correr a mi habitación y así escapar por la ventana, la casa de Kiba era la más cercana, le pediría ayuda. No sé dónde está mi celular para marcarle, y no estaba dispuesta a desperdiciar el tiempo intentando hallarlo.
Apoyé mis brazos temblorosos en el suelo, conseguí medio incorporarme con mucho esfuerzo. La adrenalina y mis instintos primitivos recorría mi ser, el dolor sería peor mañana. Lo único que pensaba era alejarme de allí. No recibir más azotes.
Alcancé el borde de la escalera y con ella me ayudé a ponerme de pie, todo mi cuerpo temblaba. Los gritos no favorecían mi concentración. La meta se veía tan cerca, pero cada paso sentía el mundo sobre mis hombros, tan pesado.
Traté de no mirar hacia atrás, pero fue inevitable. Vi a Karin caer al suelo tras un golpe a puño en el estómago. Su lamento fue menos intenso que el mío en su momento, el tener el rostro pegado al suelo amortiguo el sonido.
—¡Karin! —jadeé tomándome del estómago.
Papá se fijó en mí, ensanché los ojos cuando pasó de mi hermana. Venía por mí.
Me apoyé en la escalera, tratando de subir con rapidez, el dolor en mi estómago y piernas complico el proceso, fue más sufrido.
El dolor está en la mente, repetí hasta el cansancio. Todo será peor después, por ahora corre a pedir ayuda.
No quería volver a sentir el cinturón estrellarse en mi cuerpo, mi piel tornarse rojiza. Lo físico sería lo menos. Cada golpe, cada insulto que recibía se adhería a mi corazón, expandiendo la herida que ingirió la primera vez que se atrevió a alzarme la mano. ¿Cómo un padre podría golpear a sus propias hijas?
"Quién dice quererte no debe dañarte de ninguna forma posible". Las palabras de Sasuke retumbaron en mi mente, y sus ojos negros solitarios fueron mi refugio en ese instante. En medio de todo el temor y el miedo, me infundieron un poco de valor.
Sentí lágrimas sobre mis mejillas, no soporté más todas las preguntas que me atacaron en ese instante.
—¿¡Me odias tanto padre!? —grité tratando de subir los últimos escalones a cuestas. Él ya venía a mitad del tramo y se acercaba a cada segundo.
No se detuvo por mi pregunta, su rostro contraído de furia no daba paso a cuestionamientos.
—¿¡Tan indeseada para ti que intentas matarme a golpes!? —seguí gritando con todas mis fuerzas, el nudo de mi garganta fue intenso.
Llegué al segundo piso y avancé hasta la segunda puerta cuando otro impacto con el cinturón me detuvo, justo en las piernas. Caí de rodillas y grité. ¿Cuánto más resistiré? No quiero que golpeé a Karin por mí; y Sasori está lejos, es el único que puede retener a papá en ese estado.
Nadie vendría a...
—¡Kizashi, no te atrevas a ponerle una mano encima a Sakura!
Abrí los ojos mirando fijamente al pasillo.
Mamá.
Venía apresurada desde su habitación, con los labios apretados. Se dejó caer de rodilla ante mi para abrazarme con fuerza entre sus brazos. Mi cabeza quedó pegada a su pecho, su corazón palpitaba violentamente y su respiración acelerada.
—Apártate Mebuki —la voz de Kizashi sonó más ronca—, Sakura merece un castigo por ocultarme que tenía novio.
—¡No vuelvas a tocar a mi hija! —gritó mi madre una vez más. Me apretó más contra su cuerpo. Yo lloraba tratando de contener mis gimoteos, no quería sentir nada más—. No tienes ningún derecho sobre ella.
—Lo tengo porque yo la mantengo, ¡y puedo educarla como me plazca!
—No eres nadie para ella. Y no sabes de lo que soy capaz por defenderla.
La risa de papá me provocó escalofríos. Fue un sonido irónico y burlón.
—No me hagas reír, apenas y podías defenderte de mí hace años, ¿cómo pretendes defender a tu hija?
Me aferré más a la blusa de mamá, temblando. ¿De qué están hablando?
—Haré hasta imposible —mamá decretó con fervor—. ¡Incluso si tengo que pasar nuevamente sobre un monstruo como tú!
Giré el rostro, papá está frente a nosotros, respirando agitadamente. Sus fosas nasales se expandían y contraían con fuerza, su rostro rojo y los dientes apretados. Parecía un verdadero monstruo, acechándonos en busca de una grieta para atacarnos sin piedad. Su mano, con el cinturón que reposaba en el suelo, a la espera de encontrar una víctima.
Se acercó dos pasos, y mamá apartó mis brazos, dispuesta a cualquier cosa para defenderme, incluso recibir los golpes por mí. Traté de hablar, pedirle inútilmente que dejara a mamá. Pero todo se quedó a media acción al ver que dos brazos emergieron detrás de papá, tomándolo del cuello y a la vez jalándolo en reversa violentamente.
—¿¡Cómo te atreviste a golpearla de nuevo!?
Era la voz colérica de Sasori.
Todo se tornó borroso desde ahí, los párpados me pesaron, mi cuerpo pedía recortarse en el suelo y descansar. El peligro aún no terminaba, papá seguía frente a mí, en cualquier momento me golpearía de nuevo.
Pero no importa ya.
Que me golpee todo lo que quiera, pero que no lastimé a Sasori, Karin o mamá. Que haga conmigo lo que desee. Si después de ello descansaré infinitamente... que así sea.
Sentí el suelo frío debajo de mi espalda y la voz de mamá llamarme desesperadamente.
Fue lo último que escuché.
.
Sasuke
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Ignoro por completo si fue un accidente o casualidad, si acaso ella llamó a mi número por desesperación o sin darse cuenta, pero, de lo que estoy seguro es que un vacío seguía latente en mi pecho.
En el momento que asaltó una llamada a en mi celular, estaba terminando de revisar un ensayo para Naruto —no le hacía por favores, me pagaría con invitarme la comida otra semana más—. Al principio pensé que se trataba de una broma de mal gusto. Sakura sabe que obviamente que soy mudo, y no podríamos hablar mediante llamadas.
Dudé en contestar. No estaba seguro si estaba en lo correcto o no, o si me arriesgaba demasiado. Acudí a Kakashi que me aconsejó intentar conversar de cosas triviales, él estaba feliz y contento por el gran paso que di al seguir interactuando con Sakura y permitirle a Naruto y Shikamaru acercarse más.
Pero la espina seguía ahí. ¿Y si alguno de ellos me traicionaba? ¿Y si decidían que lidiar con mi mudez sería mucha carga?
Pensaba en eso cuando contesté al tercer tonó y llevé el celular contra mi oreja esperando escuchar su melodiosa voz, desde que se fue a su pueblo sólo la recreo en mis sueños.
En ese momento preferí no oírla a que su voz sonara desesperada.
—¡Por favor! No me golpees padre, ¡por favor, no!
Tan teñida de miedo.
Se unió una voz masculina junto a ella.
—Si no aprendes a obedecerme por las buenas, será por las malas.
Una idea se trazó en mi mente, haciendo "clic" al escuchar su voz nuevamente, y otra que suplicaba ser goleada en su lugar. Un revoltijo en mi estómago, y mi boca amarga fueron el clavo en mi desesperación.
Sakura estaba siendo agredida por su padre
Me sentí tan impotente en ese momento, de sólo poder quedarme sentado en la silla, escuchando pavorosamente cada lamento de sus labios, sus gemidos y gritos de dolor. Apreté los dientes y quise en ese momento atravesar el celular y poder defenderla de ese hombre que dice ser su padre.
Ese día del hospital, su mismo padre dejó su mejilla hinchada y roja. Las cosas que me dijo, que aquello no era nada comparado con lo que vivía cuando se enojaba. En ese momento no lo analicé a fondo, y, sinceramente, podría haber seguido en segundo plano hasta ahora.
No, simplemente no podía quedarme ahí de brazos cruzados a la espera de saber cómo está.
Tomé la gorra de la cama, mi cartera y una chamarra del closet. Las voces seguían retumbando sin parar, no sabía quién era quién. Una aberración total. Me provoca un estremecimiento y las manos me pican por golpear a ese hombre, ¿cómo se atreve a maltratar a su propia hija?
Bajé corriendo las escaleras, directamente a la cocina. Me quedé estático al ver a mamá e Itachi degustando una taza de café, me miraron extrañados al ver lo acelerado que estaba.
—¿Vas a alguna parte tan tarde, hijo? —me preguntó mamá.
Pensé en no decirles nada, pasar de largo y continuar con lo mío, pero presentía que mamá no me dejaría ir sin ninguna explicación lógica. Y tampoco quiero mentirle, no es algo de la cual ocultar, pero la privacidad de Sakura...
Dejé el celular sobre la mesa y coloqué en alta voz, inmediatamente varias voces asaltaron en la cocina, entre ellas, gritos y blasfemias de dos hombres.
—¡No vueltas a tocar a Sakura, Kizashi! ¡O juro que te mato!
—¡Tú no me amenaces Sasori, me debes respeto!
—¡Dejaste de ser mi padre en el momento que te atreviste a ponerle una mano encima a mi hermana!
Mamá se llevó las manos a su boca, impresionada por lo que escuchaba, e Itachi compuso esa mueca profesional lo que indicaba que estaba absortó analizando la situación que no veía.
—¿D-De quién están hablando? —susurró Mikoto—. ¿Quién es Sakura?
—"Es una chica que conocí en el hospital hace un mes" —gesticulé, ambos me vieron—. "Vive en un pueblo cerca, Konoha".
Prestamos atención de nuevo, se escuchaba lejano. Supuse que se alejaron del donde se hallaba el celular. Las voces fueron amortiguadas, estuvimos atentos unos minutos más hasta que se escuchó un portazo y pasos acelerados.
—¡Sasori, llama a un médico! —Era claramente Karin—. Sakura no se mueve, ¡llámalo ya!
Respingué. No podía esperar más. Recogí la llave del tablero y tomé el celular.
—Espera, hijo, ¿acaso piensas ir hasta Konoha? —Mamá se levantó apoyando una mano en la mesa, su mirada se tornó sorprendida.
Yo también lo estaría en su lugar.
—"Llevaré la camioneta".
—Aguarda ahí.
Me detuve en seco.
—Antes que nada, ¿podrías explicarnos un poco la situación? Comprendo que esa chica acaba de ser golpeada por su padre...
Le lancé una mirada obvia, pero no refuté.
—¿Por qué vas hasta allá? No busques problemas con el padre de esa chica.
—"No me quedaré de brazos cruzados tras escuchar esto" —di unos golpes a mi celular—. "No es la primera vez que la golpea y sinceramente espero que sea la última, no quiero que siga sufriendo como yo".
Me sorprendí internamente por mis propios pensamientos. Sacarlos a flote frente a las personas que consideró importantes las cuales casi no revelo mis pensamientos por temor a preocuparlo, me hizo cuestionar el punto en la cual soy abiertos con mamá e Itachi.
Pero es verdad, la razón por la cual estoy dispuesto a manejar cuatro horas hasta Konoha y ver a Sakura, era para ayudarla a encontrar una solución. Sé que tiene a sus hermanos y a su madre, sin embargo, por más que intenté ignorarlo, ella lo ocultaría de mí.
Y lo guardaría para ella.
No soportaré esa mentira. Así que debo actuar independiente a sus deseos.
Desde que hablamos por mensajes de texto, nuestro vínculo se fue fortaleciendo poco a poco.
Bajé un poco la cabeza, apenado por lo que expresé.
—Está bien Sasuke-chan —dijo mamá acercándose a mí para acariciar mi mejilla, la miré directamente a los ojos, era tan comprensiva—. Ve con tu amiga y ayúdala, pero ten cuidado, ¿sí?
Deje escapar aire por la boca, aliviado de ser cuestionado.
—Iré contigo.
Miré de sopetón a Itachi, seguía sentado en la mesa viendo el punto dónde antes estaba el celular. Fruncí el entrecejo.
—"Estaré bien".
—Lo sé, pero voy a visitar a esa familia. Soy un detective, ¿recuerdas? —se señaló sonriendo un poco—. Puedo orientarles en algunas acciones legales para alejar al padre de su hija, claro que dependiendo que postura tengan ellos.
Lo miré desde ese punto, ciertamente tomar medidas legales contra su padre sería lo mejor para Sakura, pero es un asunto legal que la familia tiene que tratar. Itachi era demasiado bueno al persuadir, si él venía conmigo, las posibilidades de mejorar su vida serían altar.
Accedí sólo por eso.
Me pidió que lo espera y subió corriendo las escaleras.
Mamá seguía observándome de una manera indescriptible. Torcí el gesto, confundido. ¿A qué se debe la melancolía de sus ojos? Quise preguntarle, pero no tuve el valor suficiente para hacerlo.
No fue necesario, de todos modos, ella notó mi inquietud.
—Estoy feliz de verte preocupado por alguien más aparte de nosotros —me dijo agarrándome de la mano, me cohibí tan sólo un poco. No me había dado cuenta de esos pensamientos de ella.
Afortunadamente Itachi regresó muy rápido vestido con su impecable traje negro, guardando su arma en el interior del pliegue y su placa en el bolsillo.
—Andando.
Mamá nos dio un beso a los dos en la frente y después nos siguió hasta la acera junto a Hunter que intentó subirse al auto, pero le indiqué que no sería una salida con planes divertido, le señalé a mamá y obedientemente fue a sentarse a su lado, comprendiendo perfectamente el mensaje.
Itachi no replicó cuando me senté al volante, cerré con más fuerza la puerta y rápidamente me abroché el cinturón.
—Avísenme cuando lleguen al pueblo —nos pidió Mikoto, me tomó de la mano mirándome fijamente a los ojos, supe que me diría algo más—. Sasuke, no te desesperes. No querrás agrandar el problema.
Asentí haciéndole entender que cumpliría su petición. Le apreté la mano que tenía apoyada en la ventanilla y me dispuse a arrancar.
—No se preocupe madre, lo vigilaré —dijo Itachi sonriéndome burlón.
Bufé por debajo apretando el acelerador y moviendo la palanca de velocidades.
No tardamos mucho en incorporarnos a la avenida principal de los barrios, con la velocidad de cuarenta kilómetros me dormiría. Por eso quería venir solo, respetar las leyes de tránsito nunca ha sido lo mío cuando tengo prisa.
Cuando uno tenía más prisa, los demás se movían excesivamente lentos. Sentía que cada paso que daban los peatonales al cruzar, era una eternidad, y para que el semáforo cambiase de color, era un combo extra de irritación.
Itachi se divirtió por el aumento de mi mal humor. Mis dedos pegaban el volante sin parar y reducía la velocidad en los puntos específicos.
—Siendo policía debo respetar las leyes —dijo de pronto. Gruñí a respuesta—. Y como ciudadano también debes hacerlo.
Lo sé, maldita sea. Pero me preocupa Sakura, y aumentar la velocidad la distancia se acorta.
—Y como soy detective cuento con ciertos privilegios como estos.
Vi de reojo como se estiraba en la parte de atrás, allá parecía una bodega. Nunca llevábamos a nadie detrás así que se nos hacía fácil poner lo que sea ahí y cubrirlo con una manta, recuerdo haber dejado unas libretas y una sudadera.
Me sorprendí al ver que regreso a su asiento sosteniendo entre sus manos una sirena intermitente policía. Sonrió de lado al quitarle el polvo que tenía adherido por estar tanto tiempo guardado. Enarqué una ceja sin dejar de prestar atención a la calle.
—Lo más complicado será salir de la ciudad. Y como es una emergencia... —dejó al aire sus palabras y se propuso colocarlo.
Escuché que maldecía un poco al batallar en ajustarlo, y después de un ligero golpe, se escuchó el ruidoso sonido del chillar de la sirena. Podía soportarlo todo el camino con tal de llegar más rápido.
Se agarró de la manecilla de arriba y ajustó más su cinturón.
—¿Qué estás esperando hermano para pasarte el alto, hermano? —preguntó serio con esa chispa de adrenalina en sus ojos.
Sonreí de lado haciéndole caso como buen hermano menor que soy.
Pisé con fuerza el acelerador, nuestros cuerpos se hundieron en los asientos y el zumbido del aire se coló por las ventanas.
A esto me refería con acortar el tiempo.
Con precaución y prisa recorrimos el resto de la ciudad. Tampoco quisiera provocar un accidente, tendríamos inconvenientes y muchos problemas.
Apreté los dientes y traté de relajarme un poco.
Pronto estaré contigo, Sakura.
Quiero tomar este pequeño espacio para reflexionar sobre la violencia doméstica. ESTOY ABSOLUTAMENTE EN CONTRA DE ELLO. No es normal recibir maltratos -golpes a puño o objetos- a este grado, no hay justificación. Primero es el diálogo, no los golpes. Sea cómo sea, no es normal, hay peligro extremo. Dejar marcas en el cuerpo y mente de alguien, tanto física y patológicamente NO ES CORRECTO.
Si estás viviendo una situación similar, ya sea cualquier tipo de abuso o maltrato, por favor contactate conmigo, sé que juntos encontraremos la forma de salir de esa situación. Por favor, no dudes en hacerlo.
Eres valiente por haber soportado hasta aquí, pero necesitas ayuda para salir de ahí.
Conforme al capítulo, sé que es algo bastante delicado, pero cómo aclaré no estoy a favor, no estoy simpatizando o normalizando con esto. NO. Es parte de la trama, desde el principio ya se mostraba signos de violencia por parte del padre de Sakura, era cuestión de tiempo para que sucediera.
Ah... me costó mucho trabajo escribirlo, y decidí introducir el pequeño relato de Sasuke, por lo menos para que no les tomara de sorpresa su repentina aparición en el pueblo de Sakura. Peor, ¡vamos!
¿Qué habrá querido decir Tenten con eso de Neji? -dudas dusas-
Gracias por leer chicas, ¡las quiero!
Muchos besos,
Alela.
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