Capítulo 3

Llegué al Café a las 8:05, espero que no se moleste por la tardanza. Entré y una joven muy amable me recibió. Hubo un tiempo en el que todos se había enterado de mi sordera, cuando yo aún no tomaba importancia al asunto y pensaba que se solucionaría con el tiempo, pero no fue así. Es una ciudad pequeña y el rumor se fue esparciendo por todas partes. Actualmente no muchos se acuerdan de eso, tan solo si me ven, pero ya es un tema del que nadie quiere hablar.

Ethan aún no había llegado, tal vez demoró un poco al vestirse. Me senté en la mesa más próxima a la puerta para que él me vea cuando llegara. Era una linda noche y el Café no estaba tan lleno. Pedí una taza de té para vencer al frío mientras esperaba, algo ligero.

8:20 y aún no llegaba, me empecé a preocupar. ¿Le habría pasado algo? ¿No habrá querido venir? ¿Le pareceré extraña? Tal vez se dio cuenta de lo molesto que puede ser tener una amistad con una discapacitada y arrepintió, sí, eso fue.

Esperé veinte minutos más por las dudas, pero nunca llegó. Al salir, la amable señorita me abrió la puerta y se despidió dándome un boleto de un café gratis. No lo quise aceptar, pero ella insistió. Otra cosa que odio: que las personas piensen que no puedo ser capaz de hacer algo por mí misma y sientan pena por mí.

Regresé a casa caminando. La linda noche se convirtió en una noche densa, los árboles casi querían separarse de sus raíces por el fuerte ventarrón, todas las personas estaban dentro de sus casas, probablemente viendo un absurdo reality show mientras cenan en familia. Y yo estaba ahí, sola, en medio del frío, con el corazón roto, llorando, dándome cuenta de lo tonta que fui al pensar que alguien me daría una oportunidad. Holland, eres una tonta.

Llegué a la entrada de mi casa y pude ver a Ethan sentado en la vereda de la calle, llevaba puesta una casaca con una capucha que le tapaba todo el rostro, lo reconocí por su tic nervioso de siempre mover el pie. Cuando me vio llegar se paró y sacó un cuaderno que llevaba en su mochila. "Lo siento" estaba escrito con un plumón negro grueso. Pasó la hoja y decía "Pensé que no me darías ninguna oportunidad", "Me acobardé", "Cuando ya había pasado media hora, vine a tu casa", "Le pregunté a tu madre por ti y dijo que aún no habías llegado", "Pensé que llegarías pronto", "Pero me di cuenta de lo tonto que fue quedarme aquí para esperarte", "Envés de ir yo mismo a buscarte", "¿Me perdonas?", pasó una última hoja más, era una carita sonriente.

Sonreí. Después de la horrible velada en la que perdí mi dignidad por un chico el cual no conocía y quería ser mi amigo, sonreí. Me senté a su lado en la vereda, cogí su cuaderno, y debajo de la carita feliz escribí "Sí, te perdono".

Ethan sonrió, pasó la página y escribió: "Te hice una canción pero me di cuenta lo estúpido que era, así que la convertí en una poesía", volvió a pasar la hoja y vi una poesía de seis estrofas. Volví a la página anterior y escribí "Cántala".

Ethan me miró asombrado, el tic de su pie desapareció por unos minutos. Sí, quería que la cantara, me escribió una canción, no veo por qué no. De todas maneras, soy una chica normal.

Se me quedó viendo por un momento más y asentí con la cabeza para decirle que empezara a cantar. Me dio su cuaderno con la letra y empezó a cantar. Llevé mi dedo hacia sus cuerdas vocales, y leía la letra mientras sentía la suave vibración de su voz.

Me detuve en medio de la letra mientras él seguía cantando. "Uno aprende a amar, no cuando encuentre a la persona perfecta, sino cuando aprenda a creer en la perfección de una persona imperfecta". No pude evitar soltar una lágrima, y no de tristeza ni de rencor como lo había hecho unos minutos antes, sino de alegría. Saqué mi dedo de su garganta y puse mi cabeza en su hombro. Qué día tan peculiar, jamás pensé que me pasaría esto.

Recordé un día a los seis años, me encontraba justo en la misma posición de ahora, estaba con mi padre. No llegaba a su hombro, pero me acurruqué en sus brazos. Ya era mi turno, debía irme. Estábamos en el concurso de talentos en la escuela, era la participante número 18 y ya me tocaba salir a escena. Interpretaría la canción "Yesterday", de los Beatles. Sí, Holland Roden, niña de seis años, canto y guitarra, actual sordomuda.

–Vamos Holland, tú puedes –dijo papá –Estoy orgulloso de ti. ¡Ahora sal ahí y gana ese concurso!

Sonreí y me preparé en el escenario, me ayudaron a conectar mi guitarra en el amplificador y a posicionar el micrófono a mi altura. Ya estaba todo listo. El presentador dijo mi nombre y empecé con los primeros acordes...

Pasé la hoja del cuaderno de Ethan y escribí "Cantas bien". Él me sonrió y escribió "Que bien que no puedas oír mi horrenda voz, haría lo que fuera por no oírla salir de mi garganta", pasé la hoja y puse "Eres un buen tenor", a lo que respondió "¿Tan agudo soy? ¿Cómo sabes de música?".

Simulé una pequeña risa y abracé su brazo. De nuevo volví a sentir la belleza de esa noche de invierno.


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