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Aquella mañana empezó bien para Momo, pero no pensó que todo se torcería de aquella manera.

Era sábado y se había levantado más tarde de lo normal. Mina, al verla, la miró con sorpresa y preocupación.

—¿Pasa algo?

Yaoyorozu la miró confundida. Parecía muy preocupada.

—¿Tú...?—Ashido no sabía bien como decirlo—¿Has visto las noticias?

—No, aún no—Momo se empezó a preocupar—¿Qué ha ocurrido?

La de ojos oscuros cogió rápido el mando de la televisión y puso las noticias. La pelirosa la miró.

Todos sabréis que hace poco el suicidio de Kira Fuyutsuki hizo dos años. Sin embargo, no sabíamos toda la verdad.

La más alta notó como sus piernas temblaban.

Hoy, a manos del Musical Times, el periódico más famoso de Japón referente a la música, se ha sabido que en realidad Fuyutsuki tiene una hija, la cual asiste a la universidad de música más famosa. Se la ha visto actuar numerosas veces.

Una mujer estaba hablando y otro hombre con un micrófono estaba a su lado.

—El verdadero apellido de Fuyutsuki es Yaoyorozu y su hija es la estrella juvenil del piano Momo Yaoyorozu ¿Ella sabrá la razón de su suicidio?

Momo dejó caer el mando de la televisión y se quedó paralizada. No, aquello no podía estar pasando. Se había esforzado mucho para que todo eso no saliera a la luz.

—¿Momo?—Mina se acercó a ella—¿Por qué nos ocultaste algo así?

La pelirosa no parecía enfadada, lo contrario. Parecía preocupada. Yaoyorozu no dijo nada, solo quiso huir. Había empezado a temblar.

Alguien picó a la puerta. Ambas se sobresaltaron. Ashido fue a abrir y ambas se sorprendieron al ver a Kendo.

—¡Momo!—la pelirroja fue hacia ella—He visto lo de las noticias y...—la más alta agarró a Itsuka de la muñeca y la miró con rabia.

Mina nunca había visto a la pelinegra con esa expresión en su rostro.

—¿Has sido tú, de nuevo?—apretó la mandíbula.

La pelirosa miró con confusión aquella escena.

¿De nuevo?

—¡No! Te lo prometo, yo no he sido. He venido a ver cómo estabas—Itsuka estaba siendo sincera—Acabo de ver los titulares.

—¡No te creo, ese es el periódico en el que trabaja tu padre!—la acusó Yaoyorozu—¡Igual que la otra vez!

Itsuka notó aquel agarre cada vez más fuerte.

—Momo, para. Le estás haciendo daño—la pelirosa frunció el ceño.

La de ojos verdes la miró con preocupación y algo en su mirada le dijo a Momo que ella no había sido.

Al darse cuenta de lo que estaba haciendo, Yaoyorozu apartó la mano alarmada y ante la mirada de ambas y todo lo ocurrido, su pánico no dejó de aumentar, así que salió corriendo de la habitación.

Casi de forma inconsciente acabó en la habitación de Kyouka. Sus piernas y su corazón la llevaron hasta allí.

Picó de forma frenética y al verla, Momo la abrazó con fuerzas.

La pelimorada no entendía qué estaba ocurriendo, pero le siguió el abrazo.

—¿Momo?

—Ayúdame, por favor.

Sus palabras se sintieron muy dolorosas. Al separarse, vio como Momo estaba llorando, así que cerró la puerta y agarró sus manos con suavidad.

—¿Qué ha ocurrido?

—¿No has visto las noticias?—preguntó Momo.

—No, no he visto nada.

—¿Podemos hablar?

La más baja estaba cada vez más confundida, pero asintió. La voz de Momo sonaba rota y sus lágrimas habían atravesado su corazón como dos dagas ardientes. La joven hizo que se sentara en el sofá e hizo algo de té para que se relajara.

—Toma, respira hondo y bebe.

Yaoyorozu cogió aquella taza. Respiró hondo y le dio un sorbo, aunque sus manos temblaban. Al verlo, Kyouka cogió la taza y volvió a coger sus manos deteniendo el temblor.

—¿Qué ha pasado?—preguntó de forma dulce, pero con preocupación.

La más alta contuvo sus lágrimas en un intento fallido.

—Te he estado mintiendo todo este tiempo, Kyouka. Lo siento mucho—sus manos seguían temblando y la contraria las apretó en un gesto de apoyo.

La pelimorada no dijo nada, solo la miró, esperando que siguiera.

—Odio el piano—confesó la más alta.

Jirou no se esperó aquellas palabras por parte de la pelinegra.

—¿Lo odias?

—Te dije que me encantaba el piano y que es mi pasión, pero lo odio. Ese instrumento fue el responsable de que perdiera a la persona que más quería—sus lágrimas no cesaron—Mi madre se obsesionó tanto con él que acabó quitándose la vida. Es por eso que lo toco, porque es lo único que me mantiene unida a ella.

La pelimorada sintió una punzada en el corazón.

—¿Tu madre?—se atrevió a preguntar.

—Kira Fuyutsuki—era la tecera persona a la que se lo contaba. Ni siquiera sus amigos lo sabían.

Ante aquello, no pudo evitar soltar sus manos.

De pronto, aquel sonido triste, melancólico y desgarrador que sintió en aquella actuación cobró significado. Momo todo ese tiempo había tocado el piano con tristeza y rabia, con el corazón roto.

—Ella nos abandonó, ni siquiera sé por qué...—sollozó—Pero fue por culpa del piano que ella se alejó cada vez más de nosotros. Sin embargo, es lo único que me mantiene unida a ella y recordándola, por eso quiero seguir tocando el piano aunque lo odie.

La joven de los piercings no supo qué decir, pero la abrazó con fuerzas haciendo que la contraria apoyara la cabeza en su hombro. Momo le siguió el abrazo dejando salir sus lágrimas sobre su hombro. Hacía tiempo que no le contaba aquello a nadie y se sintió bien poder hacerlo.

Cuando estaba con Jirou se sentía cómoda y querida.

—Lo siento muchísimo Momo—habló sin separarse de aquel abrazo—Sin embargo, no creo que el piano tenga la culpa.

Ante aquellas palabras, Yaoyorozu se separó limpiándose las lágrimas.

—¿No?

—La presión, la obsesión, el perfeccionismo...—Jirou la miró—Son adjetivos que muchos músicos tienen, pero eso no lo causan sus instrumentos. Lo contrario, los instrumentos son la razón de ser de un músico.

Yaoyorozu la escuchó con atención.

—A mí la música me ayuda a liberar todas aquellas emociones negativas, seguro que a ti te pasa lo mismo.

La pelinegra asintió suavemente.

—No quiero que odies el piano, Momo—le suplicó—No quiero que odies la razón por la que nos conocimos.

A pesar de la tristeza que sentía la más alta ante aquella situación, las palabras de la contraria se sintieron cálidas.

—Yo me apunté a esta universidad después de escucharte tocar en las puertas abiertas—confesó.

Momo entreabrió los labios con sorpresa.

—Fue gracias al sonido del piano que nos conocimos.

Jirou le dedicó una sonrisa suave, algo triste.

—Yo no puedo ni siquiera imaginar lo que debes sentir, pero si el piano te mantiene unida a tu madre, no deberías odiarlo. Los seres humanos somos complicados, y la música es una de las muchas formas que tenemos de refugiarnos y conectarnos entre nosotros. No lo dejes atrás.

La de ojos oscuros no pude evitar que sus ojos se cubrieran de lágrimas de nuevo ante aquellas bellas y dolorosas palabras dichas por la pelimorada.

—Kyouka...—su voz tembló.

—¿Sí?

—Yo tampoco quiero odiar la razón por la cual nos conocimos.

Las lágrimas resbalaron por sus mejillas y antes de que cayeran, Jirou las limpió con sus pulgares.

—Estaré a tu lado para todo lo que necesites ¿De acuerdo?

Y por primera vez en aquella conversación, entre lágrimas, Momo sonrió. Una sonrisa llena de alivio que le dio esperanzas después de tanto tiempo.

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¡Hola! ¿Opiniones? :)

Millones de gracias por leer, espero que os esté gustando la historia <3

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