Capítulo 75. El regalo
-¿Dónde está Helios?-Pregunté a Dana quién estaba con Tamirá. No me acostumbro ver a la colombiana en estado de Astram, me da escalofrios, y se supone que yo no deberia temerle a nada.
-Sssss-Sisea Tamirá mientras se levanta y sus ojos se cubren de un negro, como si estuviera poseída, ella me rodea, me estudia, mientras Dana me contesta.
-No tengo idea, cuando llegue, mi hermano estaba preparando el terreno de entrenamiento, me dijo que Helios se lo encargó, quizás el sepa.
El siseo de Tamirá sigue en mi oido mientras ells sigue dando vueltas a mi alrededor, extiendo mi brazo izquierdo para que se detenga.
-Esdra Amit, Sarag...-ese coro lo sé de memoria, ese vítoreo de mi reinado.
-¿Qué ocurre Tamirá?-Pregunto amenazante y ella se acerca a mi oído.
-Tienes que ir junto a él...
-¿Junto a quién? ¿Helios?
-No tontita...junto a el árbol... te está esperando.
-¿El lapacho?
-El otro árbol, el que salvaste alguna vez... él tiene un regalo para ti, uno que te prometio que te daría cuando se vuelvan a ver, te espera con ansias, es ahora, que debes ir por él.
Dana me mira extrañada, cuando los ojos dd Tamirá se vuelven a poner normales, allí, ella, sin mediar palabras fue por su novia, le tomó de la mano y se la llevó dejándome sola en la habitación.
Bueno, sola por un rato, por que al cabo de unos segundos por la puerta estaba llegando Julia con Bruno y René, estos últimos, me saludaron sin problemas, pero Julia quedó helada al verme.
-No te voy a comer... ¿O si?-Digo sonriéndole cuando ella me devuelve una sonrisa amable.
-Lo siento, es que, mis recuerdos...
-Lo imagino, pero no debes pedir disculpas, lamento mucho si en algún momento pensaste que mi furia y mi lucha era contra ti, nunca quise incomodarte o ser una mala persona contigo, espero no haberlo sido.
-Tú... usaste mis sentimientos, pensando que iba a traicionar a tus hijas... por Helios, entiendo que sólo hilabas un plan... pero me querías ver cometiendo algo horrible por un hombre... y yo de verdad amaba a tus hijas.
-Lo sé-La interrumpo, porque me siento terriblemente mal por haber actuado tan vil y cruelmente-Pero no lo hiciste, me pusiste en mi lugar, y me mostraste que eras una mujer, que no pende su integridad a costas de un hombre, lamento haberte encasillado así, lamente haber jugado sucio contigo, y con Helios... nunca debí meterme en medio de lo que tenían...
-¡No! Zafiro -Vuelve a hablar enojada, haciéndo que los chicos se sobre salten- No me importa que hayas vuelto con Helios, que hayas aparecido y que por esa razón hayamos terminado... yo era conciente de que tú siempre estarías ahí... lo que me molesta, en verdad, es que hayas creído que era una mala persona... y no lo soy, amé a esas niñas, con todo mi ser, y es lo único que quiero que sepas, el resto, da igual, si estuve o no, si iba a durar o no, la verdad da igual, yo sabía que Helios jamás se iba a casar conmigo, o iba a tener hijos conmigo, si no acababa así, muy peobable yo lo hubiera hecho dd alguna manera, porque yo sí quería todo lo que él no.
>>De todas maneras, su majestad, agradezco que se haya disculpado.
-Gracias Julia, en verdad, gracias por tus palabras. -Ella sólo agacha la cabeza, y yo vuelvo a recordar lo que Tamirá me dijo- y permiso, debo hacer algo, por fa, si ven a Helios, diganle qud volveré en seguida.
-¡Si señora!-responden los tres al unísono y ¡Ushhh! Cómo golpea eso de "Señora"
Dejo atrás todo lo que acabo de ver y oír y voy caminado a grandes zancadas hasta el centro del patio, allí, cuando estoy por saltar soy interceptada por Gizah.
-¿A dónde va la señorita?
-No tiene importancia, tengo sólo boleto para uno-Indico algo seria.
-Por suerte... yo siempre traigo mi propio boleto... no te vas a ir sola a dónde sea que quieres ir...
-¡Por favor Gizah!
-¡No hay reproches cuñada! De que nos vamos juntas nos vamos juntas, sola a ningún lado.
-¡Sabes ser fastidiosa!
-¡Uy! Sí que sí.
Rei de todas formas con ella, cómo extrañaba a mi amiga, con la que podía hablar libremente y hacer bromas, como en los viejos tiempos.
Nos tomamos de la mano y saltamos juntas al mismo tiempo.
Cuando llegamos, la imagen se me hizo desoladora, y veo que a Gizah también. Las máquinas había arrazado con el lugar, todo aquel hermoso bosque a lado de la carretera, ahora era un cementerio de árboles.
El calor y el polvo llegaban hasta mi piel causando un horrible escozor, Gizah también se rascaba los ojos, hasta que decidió poner una capa de energia a nuestro alrededor.
- Y estos son los humanos que van a recibir una segunda oportunidad...-Digo lamentando tantas muertes, tantas vidas que se fueron con el terrible acto de las máquinas matando a todos los sabios de este lugar.
-¿Qué haces?-pregunta Gizah cuando me ve correr hasta el árbol, al cuál doy un intenso abrazo y este parece reavivar sus hojas.
-Has vuelto-Habla por lo alto y Gizah se sorprende, por que ella también lo escucha-Nuestra protectora, ha vuelto... pero como veras, la más de la mitad de tu reino ha muerto.
-No, aún no, déjame, demostrar al hombre que su poder no es nada comparado con el mio, dejame enviarles lluvias negras y bañarles el sol de sangre...
-No, reina-La voz del árbol, se metió en mi ser y eso hizo que mi tempestad se calmara.
Gizah me estaba observando atentamente, quizás con algo dd miedo, o con sorpresa, no puedo leer muy bien su expresión.
El árbol movió sus hojas, y sobre mi echó muchas de ellas. Lo miro, intentando comprender cómo es que no quiere venganza.
-Tú, puedes hacer que sus hijos resurjan en la tierra y eso, es mejor que cualquier venganza pequeña Zafiro... ¿Acaso tu muerte a cambio de la vida de lo que llevas en tu vientre no te daría paz?
-Por supuesto que sí.
-Entonces... danos paz, Zafiro...
Respiré profundo y mi odio se disipó, era eso, al fin y alcabo mi misión, no dejarme llevar por él.
Caminé un poco más al centro del cementerio de árbol, junté mis manos, y de ellas salieron, pequeñas perlas doradas, que comenzaron a dispersarse en todo el campo, se dispersaron, y con ello el aire se hizo menos denso.
Podía escuchar a Gizah sorprendiéndome cuando las perlas caian al suelo y de este salía plantas verdes que crecían con celeridad.
Solté lo último que tenía y me voltee a hacia mi amigo el árbol quien ahora, se ve más frondoso y bello.
-Nos has salvado de nuevo, Zafiro, y estamos agradecidos contigo... de nuevo.
Con esa frase del suelo emergió una raíz, y se formó como una mano cerrada en puño, cuando llegó a la altura de mi pecho se abrió, y en ella había una caja. La tomé y con premura la abrí para ver su contenido.
-Ese es el regalo que hemos guardado para cuando tu corazón admitiera el amor que guardaba-Estaba temblando y más al tener como testigo a Gizah-No lo retrases más, Zafiro... has lo que en verdad quieres hacer, olvidando tus miedos.
>>Recuerda, la tristeza nos hace bellos, pero de qué si hay felicidad y amor, esa belleza todo el mundo la verá.
>>Con esos anillos, cuidarás de tu guardian, y nosotros a ustedes, los conectará a este mundo, y nada los separará por mucho tiempo.
-Este regalo, no es lo que esperaba, sinceramente esperaba algún arma de combate...
-Qué mejor arma, que la garantía de estar siempre en el lugar en dónde quieres estar, Yeru... no lo niegues más, hagan una fiesta grande, que cada arbol del planeta va a asistir, enviandote flores en el aire y su energia en la tierra... qué mejor arma que el apoyo de todo tu universo...
>>Sabes muy bien, que no hay tiempo, y justamente por eso, debe haber felicidad, antes de la guerra. Ahora, si me permite, reina, debo dormir, o mi vitalidad se irá por que usé toda mi energía en darle su regalo.
-Buenas noches... señor árbol.
El silencio se hizo y una brisa fresca acarició nuestra piel, Gizah me estaba mirando, y sé que intenta ocultar su emoción, pero se nota a leguas que es lo que estaba esperando.
-¡Creo que quiero ser tu madrina!
-Es más que obvio que lo ibas a ser... bien, creo que vamos a romper unas cuantas tradiciones, debo encontrar a tu hermano, y pedirle la mano en matrimonio.
-¡Dios! Esto me encanta.
-Sólo quieres fiesta.
-Obviamente.
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