Yo soy...

Los sonidos de mi cabeza se hacían más fuertes, era como si tuviese una cierra eléctrica en medio de mi cerebro.

¿Qué es lo que está pasando afuera de mi cuerpo? siento como si mil voltios recorrieran mi ser por completo.

—¡Lo siento! Por mi culpa, por... —recuerdos, esa voz es un recuerdo, y se mezcla con el aterrador sonido de la nada.

¿Dónde estoy, qué día es? ¿Por qué no siento mi cuerpo?

—Sabía que te gustaría, y buenooo quizá no seamos amigos, pero los años de conocidos son suficientes... ésta conversación me está hartando, no quiero verte llorar, pero tampoco te consolaré. —esa voz de nuevo.

—¿Quieres que llame a Gizah o Andree? —¿Gizah, Andree?

Al fin mis manos se mueven, y los rostros en mi cabeza comienzan a dibujarse, como manchas de tintas en medio de un lienzo... yo sé pintar, sé dibujar...

—Si tú te haces esto, cada que te enfrentes a un problema, me demuestra más lo que he odiado de ti toda mi vida e intento suprimir, ¿sabes el esfuerzo terrible que hago para que terminemos siendo amigos?, olvidando que puedes llegar a ser insoportable, que puedes ser tonta, terca y miles de cosas más que aborrezco.

La voz se hace más fuerte, y al fin mi mente las comienza a acompañar de imágenes, es como si al fin viera la luz, el cielo, la lluvia, la noche, el suelo, mis pies comienzan a moverse y siento al fin mi respiración.

—¡ ERES TÚ! —¿por qué se repite esa voz? ¿Por qué es como si el fuego quemara mis entrañas cada que la escucho?

Siento una mano acariciando mi rostro, así como siento que su rostro se acerca a mi cuerpo, cuerpo que creo está sobre una suave cama.

—Despierta —me pide y esta voz viene de afuera, no de recuerdos.

—¿En verdad fui tu primer beso? —esta voz sí venía de mi interior.

¡Dios, esto me está volviendo loca!

—Despierta.

Vuelve a pedir la voz, con un dejo de esperanza, muy cerca de mi oído, causando que mi piel se estremeciera, como si... estuviese viva.

Mis parpados se abren, y la luz golpea mis pupilas, la brisa acaricia mi piel, brisa, que viene acompañada de sal y arena, ¿estamos cerca del mar? ¿Eso no es lejos de mi casa?

¿Casa? ¿Dónde vivía?

Mis ojos llegan a estudiar la pequeña cabaña, era acogedora, y me recordaba a la Toscana ¿Qué hacía yo en la Toscana?

—Imposible que no le gustes a alguien hija, pero, me parece un buen comienzo que haya sido sincero contigo. —Mamá... esa voz es cálida, me da seguridad, me otorga contención.

—¿Estas bien? —pregunta alguien detrás de mí.

—No —contesto llevando las manos a la cabeza, mientas las voces de mis recuerdos se intensifican logrando mezclarse tanto conmigo que me desespera, las voces comenzaban a tener rostro, y los rostros expresiones, las expresiones sentimientos, los sentimientos me causaban rabia.

—¿Quieres tomar algo? —pregunta el joven.

—Sí —respondo cuando recuerdo a un joven de ojos azules a mi lado en la cama de un hospital preguntándome lo mismo— Hugo... —susurro con una mezcla de incertidumbre, su rostro se hacía más claro, al igual que los recuerdos de risas, y una mezcla a dolor que se acunaba en mi ser.

El vaso está ante mí, y aún no tengo fuerza de levantar la cabeza, sólo lo tomo y bebo lo que me permite el peso.

—¿Tienes hambre? ¿Quieres comer sopa de pescado?

—Soy vegetariana —esas palabras fueron la detonante.

<<—¡Soy vegetariana!

—Jamás permitiré que te pase nada.

—Estarás bien...

—No se podrán acercar a ti... no... Zafiro... necesito que me escuches...

—Amit

—Zafiro Yerutí Zapattini

—Amit Lamiet Odeim

—Ven a la oscuridad

—No te deshumanices

Zafiro, es mi culpa por no haberte guiado, por haberte abandonado>>

—¡Por tu culpa estoy muerta!

Me levanté de la cama y cuando la mano de mi acompañante se posó sobre mi hombro, la vida entera se volvió paz.

Miré a mi alrededor y los objetos estaban flotando en el aire, mi energía se había escapado del cuerpo, provocando que todo levitara, así que comencé a respirar para que todo volviera a su lugar.

Mi acompañante me observa, y mi cabeza aún no logra encajar su rostro a algún recuerdo. Entonces mi cabeza comienza a dar vueltas, como si nada tuviese sentido.

—Dime tu nombre —Dice viéndome a los ojos.

Lo observo cuando mil fotografías caen en mi cabeza, como si la vida entera fuera un grano de arena, en medio de la nada. Llevo mis manos a mi pecho, sintiendo un pinchazo, entonces lo recuerdo.

El mechón rubio volando por la brisa, Alexandra llorando, Fran vestido de niño bueno, la piedra, la sangre, el olor a fétido invadiendo mis fauces, mis últimas palabras, mi último deseo.

Dara, Dara entregó la piedra a Alexandra, y por su culpa Helios me abandonó en medio del bosque, si eso no hubiera pasado, no me habrían asesinado.

Desabrocho mi blusa, bajo la atenta mirada de mi acompañante quien se gira para no verme, pero a decir verdad no me importa. La cicatriz está allí, en medio, gigante, sin dejarme aliento, sin darme oportunidad de saber quién fue.

Helios y Dara, son los principales culpables de que yo esté muerta.

—Dime tu nombre —suplica el joven quien vuelve a girar mientras me abotono la blusa, y al fin sus almendrados ojos me traen su nombre, él es Lior.

<<¡Mi nombre es Zafiro!>> Grité alguna vez, pero no me fue muy bien con ese nombre, la vida apestaba, mis padres no eran mis padres, amaba a un joven que negó lo que sentía por mí, me robaron la vida, mi madre me dejó con un piedra roja, fui engañada por quienes creía que me querían, y me guardaron tantos secretos, que no tengo idea de cuál es mi verdadera misión.

Lior me seguía mirando, esperando a que respondiera, entonces pasé mi mano en mi cuello, sintiendo la cicatriz de aquella navaja que un día me hizo daño, luego posé mi mano sobre mi otra cicatriz.

Alcé mis brazos, como haciendo una promesa al mundo, como diciendo que no estoy para rodeos, que vengo a marcar mi presencia.

Todo lo que yo ignoraba ahora estaba en mi cabeza, y lo invoqué, invoqué a mi oscuridad interna, ahora soy una Astram.

Mi energía se mezcló con un polvo púrpura que rodeaba mi cuerpo, y con ello convertí mi ropa en un bello vestido negro, marca de Ader, pero con mi propio sello.

Alcé mis ojos a Lior, y sonreí ante lo que la vida me puso en frente, un montón de oportunidades y puertas para abrir.

Miré mi muñeca, y apagué el hilo, ahora sé que no lo puedo cortar, pero lo puedo hacer invisible, al menos así no veré que estoy conectada a Helios, porque no quiero estar conectada a él.

—Yo soy Amit Lamied Odeim, hija de Ader Lamied, y la nueva Astram de este universo.

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