Una guerrera

—Entonces tenemos lo que Dorot te pidió —Lior suena un poco enojado aún, pero no ha dejado de acariciarme el rostro.

—Sí y debo ver la forma de entregárselo...

Él está frente a mí, yo sigo sentada sobre la mesa, pues desde que Hugo se fue estaba pensando que necesito borrar a Helios de mi piel, necesito sacar esa chispa que me encendió en medio segundo, con un simple roce, lo que fue equivalente a mil toneladas de bomba en mi cuerpo. ¿Por qué? Yo me consideraba más fuerte que eso.

—¿Qué te ocurre? —susurra Lior muy cerca de mí, cuando lo miro un poco indecisa, ¿dejaré que me bese? luego de que en una sola noche tanto Helios como Hugo lo hicieron... Este sentimento de culpa me carcome.

—Nada —digo intentando bajar, pero él me detiene poniendo sus brazos alrededor de mi cuerpo, bloqueándome.

—¿Pasó algo? —yo niego con la cabeza— Sigues enojada por la escena de celos que te monté.

La verdad lo había olvidado, olvidé que estaba furiosa con él por eso, pero no se lo iba a hacer saber.

—Amit... —susurra contra mis labios y mi cuerpo entero se entrega al placer. ¿Por qué me gusta tanto lo carnal? por qué no puedo separar esto y lo diferente que se sintió con Helios—No quiero ser siempre el de atrás, recogiendo las migajas, pero necesito que me lo pidas, que me pidas que deje de hacer esto, ser yo, quiero ser tuyo, quiero dormir a tu lado como lo hemos hecho, pero despertar sabiendo que lo que veo es mío.

—¿Qué quieres Lior? —inquiero con un tinte de desesperación.

—Sé mía, sólo mía.

—¿Me estás pidiendo que tengamos una relación formal?

—Sí... —dice con dolor.

—Lior, no...

Estaba por contestar cuando mis ojos se cruzan con esa niña, a la cual no veía hace tiempo. ¿Cómo carajos?

Ella me da una media sonrisa, para solamente susurrar el nombre que he querido oír desde hace un tiempo.

—Dara...

Mis ojos se abren tanto, y mi sorpresa es más fuerte que esta vez Lior no pudo atajarme, caminé hasta ella y antes de desaparecer sólo dijo algo más.

—Helios está allí.

¡Maldita mierda! no puede ser. La niña se fue, para que mi corazón se llene de ira, la muy desgraciada sabe dónde están realmente, pero sólo me nombra a Helios, porque quiere que encienda el hilo para saber dónde está.

Dorot me pidió mantener apagado el hilo, pero yo necesito saber de la hija de puta de Dara.

—Amit, amor ¿qué pasa?

—¡Dara! —grito con furia— Dime que la puedes encontrar sin que tenga que encender esta cosa —apunto mi muñeca.

—Helios está ahí, entonces no iremos.

—Ni se te ocurra Lior, ni se te ocurra arruinarme esto, porque juro que voy a odiarte el resto de mi vida.

Cuando mis palabras salieron de mi boca, él no tuvo de otra que soltar sus sombras, les susurró algo, y al rato unas iban y venían hasta que al fin tiene respuestas.

—Ya sé dónde está...

Me tomó del brazo y sacó un trozo de madera, vamos al bosque, cuando el sol comienza a salir, y los pájaros a cantar, parece ser un lindo día para matar.

Llegamos al lugar, y no veo más que árboles, rocas, moho y algún que otro insecto.

Lior no parece muy contento por la decisión, pero para mí esto es realmente importante.

Apartados, las hojas que se hacen en nuestro camino con las botas que llevamos puestas, cuando él me pasa su chaqueta de cuero, yo lo miro por un tiempo hasta que él decide hablar.

—Llevas un top, estamos en un bosque, hay insectos, es mejor que te pongas eso.

—Gracias —digo cuando entre las plantas veo una casa pequeña, no es para nada igual a las casas donde vivíamos, esta es muy pequeña, y está rodeada de piedras.

La pequeña cabaña aparentemente acaba de sufrir un ataque. El humo del fuego se escapa del interior de la casa y las cenizas se esparcen por todo el patio.

Unos estallidos de energía me enfocan al objetivo, dos chicas y un chico luchando contra Dara, mientras que en el techo, hay una mujer sentada con una capucha y una especie de flechas de energía.

Juraría que así se veía mi asesina, pero hay una gran diferencia, ella tiene el cabello negro a diferencia de la mujer que me mató.

Lior me da unos toquecitos para advertirme que del otro lado acababan de llegar los Anta, Helios, Liza y Gizah. Mi amiga, hace tiempo que no la veía, se ve hermosa y muy madura.

Ni bien llegaron a la escena, Helios detuvo a Dara, quien en verdad no se veía nada sorprendida por la llegada de su ex novio. Y en cuanto la bloqueó, Gizah y Liza corrieron junto al grupo de Dominis para verificar que estén bien.

—¿Por qué atacar a Dominis que no tienen nada de valor para ti? —grita Helios provocando que mi piel se prenda al oírlo y verlo.

—No tengo por qué responderte eso —escupe ella con mucha rabia.

Helios la arroja contra un árbol y la rodea con energía, pues ahora su intención es tomar a la mujer que está sentada en el techo. Él le arroja una bola de energía y esta la absorve sin menos esfuerzo.

—No creerás que puedes ganarme así, hijo —la mujer se sacó la capucha para mostrarnos a la tía Judith, ¡carajo! Dije tía Judith.

—Mierda —dice Lior muy bajo mirando a la mujer.

El rostro de Helios se llena de decepción, al igual que el de sus hermanas, pero como buenos guerreros reaccionan al ser atacados.

Una batalla campal se liberó entre esos personajes, mientras Dara seguía atada contra el árbol. Y mientras ellos intentaban protegerse de su madre yo sabía que esta era mi oportunidad antes de que la chica escape, así que doy una palmada a Lior, y sin dejar que me de una respuesta, corrí entre los árboles hasta la niña.

Dara intentaba escapar, pero cuando yo llegué coloqué mi dedo sobre la energía de Helios y volví más fuerte el agarre.

—Hola, hola princesita —le susurro al oído— Creo que haz iniciado una guerra, pero olvidaste que tienes más de un enemigo.

Dara se llenó de pavor al verme, claro, no me esperaba, ni mucho menos que pudiese perder la piedra en menos de un segundo.

Metí mi mano en su bolsillo y se lo arrebaté. Ahora, seremos sólo Dara y yo, en medio de un gran ajuste de cuentas.

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