Un castigo ejemplar
Salí de la habitación embriagado del perfume de Zafiro, tenía en mi cabeza el momento en que la besaba y disfrutaba de todo su ser, y en serio quisiera volver a ese cuarto y tomarla para mí, pero sé que no es lo correcto, lo correcto es ser un buen líder y conseguir más información de la llave, llevarla a ella de regreso con Helios, abrir la bóveda y vengarme de Lior.
El resto es basura. Me acomodo la remera y camino con bastante apremio hasta el gimnasio cuando soy alcanzado por Lior.
—¿Dónde mierda estabas? —pregunto realmente enojado.
—Eso no es de tu incumbencia, ¿dónde está Zafiro?
—La llamas Zafiro cuando ella no te escucha —digo indignado mientras camino más rápido—Tampoco debería ser de tu incumbencia, pero casualmente lo es— Me paro en medio del patio y coloco un dedo sobre su pecho— La cagaste Lior, la dejaste en la discoteca ¿para ir dónde? mmmmm deberías pagar este error, pero no lo harás porque irás con esa niña y la vas a cuidar. Mientras yo, voy a cumplir con mi deber y voy a inspeccionar qué mierda le pasa a Ámbar.
—Eres todo un líder cuando quieres serlo. —dice con odio.
—Soy tú líder Lior, así que me importa una mierda qué es lo que te pasa para dejar a tu «Novia» en medio de una discoteca a las 3:00 de la mañana, si fuiste tras una puta, también me pasa por la tangente, lo único que quiero es que la cuides.
—¡Crees que la abandoné por otra, no soy imbécil, yo quiero a Zafiro! —me grita apretando los puños— Creo que estoy enamorado de ella...
Su declaración me hizo sentir asco, porque Lior no es de esa clase de chicos, él no dice esas cosas de broma tan siquiera, y realmente quisiera romperle el cuello.
—Y entonces... ¿por qué la dejaste?
—Un chico la coqueteó y yo intenté hacerme del celoso, pero terminó en una gresca horrible, peleamos y...
—Tú eres su ejemplo —lo interrumpo enojado— Y si tú estás con otras, no pretendas que ella no haga lo mismo, ahora tiene sombras en su interior ¿Sabes lo que eso significa? —mi ira estaba derribando mi cordura— Que caerá tantas veces quiera al pecado, y lo hará para ensuciar almas, porque es lo que hacemos ¡Carajo! eso es lo que hacemos, y tú la estas volviendo oscura Lior —aprieto mis labios con fuerza— Te mereces el infierno, así como mereces que ella te deje.
La palabras estaban llenas de veneno, y tengo unas ganas gigantes de decirle que soy capaz de robar a Zafiro, o incluso caer en el error de contarle lo que ocurrió entre nosotros, o con Helios, pero no voy a dejar que las cosas se salgan de control, no esta vez.
—¿Cómo te atreves a decirme que no la merezco? —dice enojado mientras toma en un puño mi remera— ¿Acaso tú te crees digno? —pregunta con dolor y celos.
—No, tampoco lo soy, ninguno de los dos lo somos —aparto su mano de mí mientras humedezco mis labios y recuerdo el beso que nos dimos, y el amor loco que le tengo— No eres nada de ella Lior, nada...
—Soy su vínculo de muerte...
—¿Y quién es el de vida?
Me giro, cuando él sale en dirección a la sala donde se encuentra Amit, no hace falta que le diga más nada, él entendió mi indirecta, y sabe que no le conviene dejar más tiempo a la niña sola, así que apresura sus pasos al igual que yo apresuro los míos camino al gimnasio.
Cuando llego veo a Ader, Alex, Dana y Ross de un lado del tribunal, mientras que del otro están las chicas y Ámbar.
Camino con pasos lentos y seguros, ahora debo entrar en mi roll de juez, y dejar de lado todo lo que me hace débil. Ader me observa orgullosa, y yo no puedo creer que en verdad me haya convertido en su favorito, pero he logrado obtener datos de la llave y de Dara que hacen que ella esté feliz.
—La noche juzga los pecados según la luna quiera —dice Ader, cuando todos los presentes ponían su brazo en cruz y repetían un "Sí" fuerte y claro, pera luego volver a su posición— No hay juez más cruel que la verdad, no hay verdugo más justo que la vida, no hay pacto más sagrado que el de un Nemosorum, el cual sobre almas condenadas escrito está.
Las chicas se sentaron en el suelo y mi público esperaba a que yo presida la reunión, en definitiva esto será muy difícil, nunca juzgué a nadie, y según nuestros pactos, debemos hacerlo si alguien llegara a traicionar la sangre Nemosorum.
Mi hermana se acerca a mí, y me pasa una daga muy pequeña, la cual me servirá para llamar a mis sombras más poderosas.
Los Nemosorum tenemos dos tipos de sombras, las que recogemos por el mundo, y las que nacieron en nuestro pacto, ellas son únicas, y nacen cuando el sello se concreta en nuestra piel. La diferencia de estas sombras es que tienen parte de nuestras almas y son las únicas que pueden absorber el alma de otra persona, estando vivas o muertas.
Ningún Nemosorum expone sus sombras madre, pues ningún Nemosorum tiene la necesidad de comer almas, al menos, no aún, quizás cuando la gran guerra azote las calles, o cuando el mundo agonice, pero sabemos que es mejor que sigan ocultas.
En este caso, mis sombras me ayudarán a entender la verdad de Ámbar, pues también tienen ese don, saben cuando alguien está pecando.
Me quito la remera cuando todos hacen silencio, ninguno de nosotros ha hecho esto antes, nunca, será la primera vez que veremos cómo son las sombras madres.
Suspiro, pues me da algo de miedo, pero a continuación pongo el filo de la daga sobre mi piel desde donde inicia la boca de mi estómago hasta donde está mi ombligo, y en conjunto con la sangre mis sombras comienzan a salir, ambas son gigantes, y parecen personas encapuchadas, esperando mis órdenes para atacar.
Hacen un ruido de temer como si estuvieran hambrientas, y podría jurar que tras todas esas tinieblas tienen una especie de colmillos.
—Dame una sola razón ÁMBAR, para que mis sombras no devoren sus almas —digo cuando ellas comienzan a temblar.
—La odio —dice con furia— Esa chica sólo trae desgracias, y no entiendo ¿por que soy yo juzgada cuando ella destruyó parte de mis pulmones?
—¿Cuál fue la razón? —grita Dana para que Ámbar la mire con más odio.
Ella sabe que no tiene salida, y que le conviene decir la verdad, o las cosas se agrabarán para ella.
—Porque le enterré una daga en su pecho...
—Hugo —llama Ader de manera elegante— Ella no necesita morir, aún nos sirve, pero sí debe tener un castigo ejemplar.
Miro a mis sombras quienes como pidiendo permiso se acercan hasta mí, mi sorpresa es tal cuando ellas me hablan. Mi sangre se congela, pero sólo respiro y las escucho. La voz sale distorcionada, como si mil personas hablaran al mismo tiempo.
—Encierro, sin su tambor, hasta que las necesites —dicen cuando desaparecen y vuelven a mi interior.
—Ya las escucharon...
Los gritos de las chicas y de Ámbar eran exasperantes, pero estoy seguro de que mis sombras me van a llevar por el camino correcto y es mejor que nada tomar su consejo, la próxima, las invocaré para resolver otros problemas.
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