Sin color
Lior estacionó frente a la heladería, la que me gustaba, pero el golpe de la vida y sus casualidades inoportunas hizo que me arrepintiera de venir. En el lugar donde siempre me sentaba con mis amigos estaban justamente ellos.
Andree y Gizah, quien tiene un vinilo en sus manos, esa era toda nuestra tradición, escogía mi listado de música, ellos me lo regalaban, íbamos por pizza junto a mi madre y por último veníamos por helado.
Helios está sentado a lado de Ebe, quien a su vez está a la derecha de mi creo, hermano, y Tamirá. No pude creer que ellos usaran mi tradición y la tomaran como suya, yo no estoy con ellos, ¿qué les da derecho a festejar mi cumpleaños? Aunque en realidad también es el de Ebe.
—Si quieres esperamos a que se vayan Amit, o vamos a otro sitio —Lior acaricia mi rostro mientras miro la escena con rabia.
—No se irán pronto, estarán mucho tiempo aquí, y yo no quiero ir otro lado, este es mi cumpleaños, pero sí, hay algo que quiero hacer.
—¿Mostrarte a Helios? —pregunta con muchos celos, yo niego con la cabeza.
—La otra mitad del collar de Ander, estoy segura que lo trae puesto.
—Amit, no nos arriesguemos... —dice con miedo, pero en mi cabeza sólo tenía eso— Dorot te pidió que te alejes de Helios —esas palabras sí me trajeron a mí.
—Mierda —musito con enojo— ¡carajos! ¿Qué se creen ellos para venir aquí? Es mi día, mi cumpleaños...
—Tranquila amor, podemos irnos, y volvemos más tarde...
Las palabras de Lior sonaban a consuelo, pero nada me consolaba, me enojada que ellos estén allí, tomando helado, divirtiéndose, siendo felices... Sin mí.
Suspiro y miro a Lior, cuando doy un sí con mi cabeza, entonces el mundo se dio vueltas, nada en esta vida se compara en cuanto alguien detiene el tiempo. Las tripas parecen hacer ruido, los oídos se comprimen y todo el cuerpo se tensa.
Agarro a Lior para que no caiga en el efecto, y le paso energía de mi mano a su cuerpo, él me observa con nervios, porque no es el único que no entró en el ciclo, Helios también está fuera de él, y lo sé porque se levanta de la mesa, junto con mi hermano, que tampoco cayó.
La puerta del vehículo de Lior es arrancada con brusquedad, y al rato la mía también.
Una joven de cabello plateado me estira fuera del auto, y a Lior un chico muy fornido, en eso Helios y Ander nos miran del otro lado de la vereda.
—¿Qué diablos está pasando? —pregunto a la joven que me ataja con fuerza la muñeca, mientras todo lo demás pasa con suma lentitud.
—Hola Zafiro —dice la chica tirándome contra el auto, casi no puedo hacer nada en estas condiciones, ella tiene ventaja y no sé por qué.
—¿Quiénes son? —Lior intenta zafarse del joven que lo rodeó completamente de energía evitando que él pueda moverse, o hablar.
—Dominis Domo —responde la chica mostrándome un tatuaje de 4 hastas sobre su muñeca.
—¡Rebeca! —llama Helios del otro lado, cuando Ander lo sostiene de los brazos para que este no venga hasta nosotros.
—Tranquilo bebé —dice ella— Es todo parte del plan.
Me deshago del agarre de energía y se lo arrojo, ella lo recibe de lleno, y evidentemente le he causado un daño, pero la chica continúa de pie. Quise contraatacar, pero escucho a Lior gritar de dolor, y ese mismo dolor se transfiere a mí, por lo que termino de rodillas.
El joven que sostenía a Lior estaba pasando una gran cantidad de energía en su cuerpo, y yo podía sentir cómo su corazón estaba al límite, lo iban a matar si continuaba.
—¡Basta! —pido en súplica cuado mis oídos zumban, está matando a Lior, a mi Lior— ¡Basta! —grito al igual que Helios al mismo tiempo, mi hermano lo sigue sosteniendo, y yo estoy de rodillas en el asfalto llorando.
El joven deja de pasar energía a Lior, y este vuelve a respirar, sus ojos están rojos, y me ofrece una mirada de arrepentimiento, como si esto fuera su culpa.
Corro hasta él, pero la joven me vuelve a sostener con energía el cuerpo, me ata, si bien mi fuerza es infinita, esta joven puede conmigo, me cuesta bastante deshacerme del agarre de sus hilos.
Entonces Lior me niega con la cabeza, pidiendo que no pelee, que me quede quieta, en silencio.
—Querido Lior, ¿en verdad pensaste en algún momento que yo sería tu aliada? —dice la joven cuando va hasta él y lo agarra del rostro, Lior sólo sonríe, como si el que saca ganancia de esta situación fuera él.
Hace unos días había mencionado que se reuniría con un nuevo aliado, se refería a ella. Me quedo quieta porque ahora la chica mete un poco de energía en el pecho de Lior, haciendo pasar voltaje muy elevado a su cuerpo. De nuevo me retuerso, y los gritos de Lior hacen que mi alma duela. No quiero que sufra, no quiero.
—Rebeca, en verdad pusiste a prueba mi inteligencia, por lo que me duele más mi ego herido, que tu tortura. —Lior habla apenas, pero nunca borró su sonrisa— Pero sabes que si me matas, quien lleva la peor parte es Helios, y todos los Dominis, ¿verdad?
—En eso tienes mucha razón —contesta el joven quien ayuda a levantarse a Lior— Es por eso que te vamos a llevar.
—¡No! —gritamos al mismo tiempo Lior y yo.
—¡Rebeca! —Helios grita desde atrás y su voz ahora me da esperanzas, lo único que quiero es que me ayude a que Lior no se vaya lejos de mí— ¿Qué haces? ¡No, no, no puedo permitir que ella sufra así!
—Tranquilo —responde ella— En 29 días, nos vemos donde croan los sapos, tú, vas a llevar la tablilla y la piedra que robaste a Dara. Allí hacemos el intercambio.
—¡29 días! —exclamo nerviosa— Te los traigo ahora mismo, pero suéltalo.
—No mi amor, aquí no se hace lo que tú quieres, mis padres pudieron haberte malcriado, y darte todo, seré una Zappatini, pero no tengo el por qué darte esos gustos. En 29 días. ¡Tendremos un gran encuentro! Suelta el tiempo Rodrigo —ordena a su compañero, y cuando el tiempo volvió a correr, las bocinas del lugar, los autos arrancar, las personas hablar, todo eso volvió, pero se llevaron a mi Lior, y ahora, todo está gris ante mis ojos, está sin color.
—¡Yeru! —me grita Helios del otro lado, me giro para verlo con mis ojos agitados, y el único sentimento que se guardó en mi ser es la tristeza y el odio.
Mi hermano me mira, como estudiándome, como si al hacer eso podría ver algo más, y eso provoca en mí una terrible reacción; la ira.
Gizah, Andree, Tamirá y Ebe al fin entienden lo que está pasando, cuando se levantan de la mesa e intentan cruzar la calle para venir hasta mí.
¡Pero que ingenuos si piensan que pueden venir a mí cuando se les antoja!
—¡Pueden irse al infierno! —les grito con rabia— ¡En especial tú! —apunto a Helios con mi índice— Pudiste haberlo evitado, pudiste evitar que se lo llevaran.
—Yeru...
—¡No me llames así! ¡Anda! Que no quieres que sufra, pero bien que no hiciste nada. ¡Mejor ve y sigue besando a la mosquita muerta de Ebe! ¡Vayan a festejar mi cumpleaños! ¡Los haré sufrir, los haré pedazos, sólo esperen, y verán mi furia caer, sobre sus casas, sobre las calles, todos merecen ver al mundo desteñido, como lo hago yo!
Luego de mi amenaza me fui, mi corazón no podía más, mi ser no podía más. Me sacaron a Lior, ¿ahora qué me queda? ¿qué tengo para mí? Si acaban de sacarme todos los sentimientos de alegría.
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