Sin alma

Saskia lo estaba haciendo, estaba rompiendo los bucles de todos, mientras estábamos bajo la atenta mirada de Tamirá y su madre, quienes están montando guardia.

Todos estamos sentados en círculo, son las 5:00 de la mañana y decidimos hacerlo ahora, antes de que los nuevos reclutas se levanten.

El mal presentimiento me arrancaba el ser del cuerpo, sé que lo que vendrá será horrible.

El destello que se desprendió del cuerpo de Saskia nos alcanzó, yo estaba a punto de rendirse, pero no, quedé quieto y recibí el impacto.

¿Cómo explicar lo que no tiene forma de expresar?

Ahí estaba yo, parado en medio de mis compañeros, con la última piedra en la mano. Parecía que había terminado de correr, y el cuerpo de mi Zafiro estaba tendido en el suelo.

Los llantos de los demás me abruman así que finalmente pasé las dos piedras a Andree para que las sostenga.

Me agaché para agarrarla, la levanté en mis brazos, su pequeño cuerpo estaba tan liviano, que apenas era perceptible, sus brazos colgaban a los costados, mientras que de mis ojos caían interminables lágrimas.

—Debo llevarla a la Nona —digo cuando mi alma se quiebra— Lo siento, no sé ni por dónde empezar, con quién ¿qué debo hacer? —pregunto enojado a Andree.

—La Nona —dice secándose las lágrimas— Nosotros iremos por Berenice, y nos encontramos en la casa de su Nona. Helios por favor respira, esto lo debemos hacer y tú serás el sostén de ellas, intenta, intenta mantener la cordura, sé que es difícil pero hazlo.

No, no podía, cómo iba a mantener la cordura, en mis brazos estaba ella, su rostro pálido y la sangre manchando mi ropa.

Sin embargo eso hice, llevé a Zafiro junto a la Nona, ella estaba destrozada, y no puedo imaginar su sufrimiento. Mientras ella lloraba a su muerta, yo lloraba mi silencio.

La Nona llamó a mi mamá, ella vino junto a nosotros, y vaya que la necesitaba, fui a sus brazos y me refugié como niño.

Ella nos ayudó a limpiar el cuerpo, y las cosas se pusieron más oscuras cuando Berenice y Etiel aparecieron, ellos ya sabían que Zafiro era su nieta, el dolor y el arrepentimiento llenaron la sala, todos habíamos cometido terribles pecados contra la niña que ahora estaba sumida en el sueño eterno.

Pero recién allí, cuando todos estábamos reunidos apareció ante nosotros un joven, el cual tenía el rostro muy familiar, hasta que lo hilé, era el chico del hospital, el cual Zafiro había abrazado para darme celos.

Él estaba vestido de blanco, y en sus manos traía un pequeño objeto, era como una L tallada en un metal que nunca antes había visto.

Colocó el objeto sobre el pecho de Zafiro y cerró la herida, luego de eso nos habló.

Primeramente en un idioma extraño, como conjurando algo, hasta que al fin decidió que debíamos entender.

—Acaban de romperse mil barreras que cuidan al mundo, que una designada muera no es buena señal, pero ahora su cuerpo estará intacto, hasta que logren traerla de nuevo, yo no debería estar aquí, pero las cosas se salieron de mis planes...

El chico me entregó la L, y desapareció de la misma manera que apareció, en silencio y sin ninguna explicación.

Esas palabras, removieron mi ser por completo ahora que Nuria me había confesado cómo fue que Ader revivió, fue Dorot.

El que ha estado manipulando todo nuestro mundo a su antojo apareció ante nosotros, sólo para confirmar que las cosas estaban muy oscuras.

Todo ese día se me vino como gran vía sobre el cuerpo. Los recuerdos siguientes son las órdenes de Berenice de llevar el cuerpo de Zafiro a un lugar seguro, rodearla con agua de Ojo de Mar y contenerlo todo con mi energía.

La Nona por otro lado me pidió buscar a sus hijos, me dijo que tenía una idea de dónde podrían estar y me envío a Toscana, Italia.

Fui con Andree, o sea que sólo nosotros sabemos de eso, lo encontramos y le compartimos la noticia, y de nuevo me partí en mil pedazos.

Mis ojos sólo andaban hinchados y rojos a causa del llanto, Mi pecho en este momento se siente pesado, adolorido, al recordar tanto pesar, tanto sufrir.

Cuando terminamos de hablar con los padres de Zafiro, estos cortaron por la mitad sus piedras rojas y me las entregaron, me pidieron que las oculte muy bien, y que nadie más que nosotros sepamos de ello.

El día que los necesitemos, sólo debemos tomar el pedazo que les corresponde y llamarlos, aparecerán, como sea, y se pondrán a nuestra disposición.

Dijeron que se irían a otro sitio, que debían ocultarse de los Pérfugas y de Ader, no quisieron decir por qué, sólo nos explicaron que ellos tienen algo muy valioso, por eso desaparecieron y se alejaron de Zafiro.

Esa misma noche, al llegar al campamento, pedí a Saskia que borre todo en mí y en Andree, que nos ponga un bucle, así, si algún día algo sale mal, nadie sabrá de esto.

De nuevo la información ataca mi cuerpo, los días cargados de nubes negras, yo encerrado en mi cuarto mirando a la nada, en la oscuridad sin ganas de probar bocado alguno, mirando el celular de Zafiro, muriendo muy lentamente, llorando como niño desconsolado.

El peso se iba añadiendo a mi cabeza con cada día, no podía ver a mi hermana por que me la recordaba, no podía ver a Ebe porque me la recordaba. Todo lo hacía, y el miedo de ver todos los días el hilo colgar de mi muñeca se hizo una constante.

Las misiones estaban congeladas, porque había dado la orden de que nadie podía salir de aquí, hasta que un día, la L que me entregó aquel joven cobró vida.

Estaba en mi habitación, a oscuras de nuevo, cuando el cajón de mi mesa de luz salió disparado contra la pared.

La L comenzó a brillar, y el miedo invadió mi ser, y eso parecía acelerar el crecimiento de aquella cosa.

¿Alguna vez tuvieron miedo de los monstruos? ¿Cómo los imaginaba su cabeza? Yo les aseguro que no hay imagen en este mundo que pueda representar a esa cosa. Parecía una bolsa de carne, tenía mil ojos, brazos, bocas y pies.

La cosa rompió la pared de mi cuarto abriéndose hacia el cuarto de Andree, una batalla campal se libró.

Él hablaba y hablaba, sólo reconocía que buscaba a Amit, y aparentemente a las rocas, por que sólo insistía en seguirme a mí.

La lucha parecía interminable, y nosotros llevábamos las de perder. Pero allí tuve que hacerme de valor y saqué energía de Zafiro para atacar a matar.

Los chicos intentaron distraerlo, pero la cosa era inteligente. Lo ataqué y con ayuda de la energía de Zafiro lo destruí. Ese día tomé la decisión de que las piedras debían estar ocultas.

Todos estábamos allí, todos vimos a esa cosa desperramar su sangre y carne en todo el lugar. El olor se ha grabado en mi cabeza tan bien que no puedo creer que Saskia haya podido borrar tan bien todo eso.

Otra mudanza, y la desconfianza ante los extraños creciendo. A causa de ello, me pasaba horas mirando el cuerpo de Zafiro, por si de su pecho llegase a salir algo extraño, no era sano, o al menos eso me decía Berenice.

Me desvelaba, por las noches miraba el cuerpo y de día me encerraba en mi cuarto, pensando cómo podía borrar todos mis pecados, todos mis errores.

Pero algo sí sabía con seguridad, las piedras debían desaparecer, ocultarse.

Dara estaba conmigo, y por alguna extraña razón la elegí como mi confidente. Estábamos mirando un mapa, los dos solos, hasta que de la nada ella me besó.

Mis tripas se retorcieron, sentía que acababa de engañar a alguien, rápidamente la separé, e intenté hacer de cuenta que nada pasó.

—Vamos a ir a esconder las piedras —dije.

Con esa oración abrí los ojos rápidamente, esto no puede estar pasando ¿cómo confié en ella para eso?

—¡Saskia! —grité apresuradamente— Para, para, para.

Dara no debía recordar eso, pero tarde, la imagen ya estaba en mi cabeza.

Me he quedado sin alma, Dara ya sabía dónde estaban las piedras, al igual que yo.

Ahora esto se convertirá en una carrera de tiempo.

Y lo peor, es que aún siento el dolor, de un luto que nunca cerré.

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