Maldita

—Ella estaba aquí —acusa Tamirá mientras me mira de pies a cabeza.

—Sí y me arruinaste la tarde, la tenía, la tenía para mí, ¿por qué me interrumpiste?

—No sabía que ella estaba, mi predicción del futuro está como bloqueada, ahora sólo recibo paquetes de información, nada más. Pero bueno, según lo que veo en verdad tiré agua sobre el fuego.

Me desordeno el cabello y me levanto de golpe, pues debería ir a vestirme, suficiente tengo con estar volado a causa de Zafiro.

—Mmm rayos, no debí venir. Pero bueno ya que estamos aquí. Andree necesita una reunión de carácter urgente contigo, nada guapo, te esperamos en la sala... y puedes bajarte la calentura, te puedo dar unos 15 minutos.

Dice ella mientras hace un gesto refiriéndose a la masturbación, ¿está chica no tiene límites? Le cerré la puerta con energía, pero en verdad tiene razón en algo, la temperatura está muy elevada para mí.

No puedo olvidar mis manos recorrer los pechos de Yeru, y sus labios gruesos y jugosos, como la fruta prohibida. ¡Mierda! esos suspiros están tan instalados en mi cabeza que me cuesta concentrarme en un sólo punto, cuando lo único que está en el centro de todos mis pensamientos, es en como casi, nos hicimos uno, al menos sé que ella también se encendió por completo.

En fín, me visto rápidamente y antes de salir de la habitación miro el desorden que quedó en mi cama, y la energía que saqué del brazo de Yeru, eso se lo debo llevar a Berenice.

Así que tomo la bola de energía y la saco de mi habitación, cierro la puerta tras de mí, y voy primero junto a Berenice.

Toco la puerta, hasta que ella me atiende, mira lo que llevo en mi mano y me invita a pasar, ella estaba con Ebe, la estaba peinando por lo que veo.

—¿Helios? —pregunta cuando vuelve a peinar a su nieta— ¿Ya se te pasó el enojo?

Lo había olvidado, estaba tan enojado, que no pude evitar hablar mal a Berenice hace rato, pero me merezco eso y mucho más.

—Lo siento, pero te traje esto, para que lo analicemos Berenice, eres la única que me podrá decir exactamente para qué Lucía quería que esto esté en el cuerpo de Yeru.

—¿Mi hermana estuvo por aquí?

La voz de Ebe sonaba a ilusión, no creo que su hermana esté feliz cuando la vea, pero supongo que a Ebe no le importará la actitud de su hermana siempre y cuando la vea. Es una niña muy buena, tanto que da miedo.

—Aparentemente... ¿Y para que vino? —pregunta Berenice.

—Esto, quería que lo saque, Aldebarán le dijo que fueras tú, pero según ella la Bestia le pidió que sea yo... estaba necrosando, su piel era...

El peine cayó de la mano de Berenice haciendo que Ebe se preocupara, al igual que yo. La mujer se llevó las manos a la cara y con algo de intriga se acercó a mí. Tomó mi mano y vio a mis ojos.

—¿Tú le pusiste un bucle de energía? A mi nieta —afirmo con la cabeza y Berenice parece muy consternada ahora.

—¿Qué ocurre? —pregunta Ebe tomando la mano de su abuela.

—No puede ser, Zafiro tiene la tablilla...

—Hablas de un pedazo gigante de piedra. Sí, lo vi hoy cuando la espinas ¿qué tiene eso de especial?

—Allí está escrito todo Helios, qué somos, cuál es nuestra misión, qué nos depara, las normas de toda esta guerra, y una canción antigua... Si Amit tiene acceso a todo eso, hemos perdido por lejos.

—No es tanto así —Tamirá entra a la habitación con una paleta en la boca, para luego continuar hablando— De hecho acabamos de ganar nosotros la ventaja.

—¿Qué haces aquí? ¿No estabas con Andree?

—Tardabas demasiado, y vine por ti.

—¿Cuál ventaja Tamirá? —Ebe suena intrigada.

Berenice entre cierra los ojos y vuelve a tomar asiento mientras inspecciona a Tamirá, ella quiere entender qué ventaja podría darnos esto al final.

—Fui yo quien dio a Hugo las partes de la tablilla, se la había robado a los Pérfugas.

Berenice y yo nos miramos sorprendidos de que Tamirá haya podido robar algo a los Pérfugas y por sobre todo ¿por qué dio algo tan valioso a Hugo?

—Según el análisis de probabilidades que había estudiado en ese entonces era mi mejor opción.

—Pero ahora Zafiro sabrá absolutamente todo —acusa Berenice muy consternada.

—Lo sé —Tamirá sonríe— Sabrá tanto que la volveremos a ver por aquí... a mi aún no me suena muy loco, ahora, amigo. Andree quiere hablar contigo.

—¿Qué diablos es lo que pretendes Tamirá? —mi voz sonaba a enojo puro, como si alguien estuviera incándome los pensamientos.

Tamirá no iba a contestarme, eso era más que obvio, así que lo que me queda es suspirar, intentar no pensar en mi infortunado encuentro con Yeru y comenzar a ser objetivo.

—Anda Helios, yo me quedaré analizando esto, Ebe, llama a Franco y a Bruno que los necesitamos para esto.

Tamirá sale de la habitación y me espera en la puerta, así que yo hago lo mismo, me retiro de la habitación y voy tras ella, quien termina mirándome con apremio.

—Tu cabeza no ha dejado de pensar en ella —Tamirá arrastra los pasos, y sí, lo sé, en mi cabeza sólo se repite la escena una y otra vez ¿cómo me descontrolé tanto?

Maldita mente la mía, sólo es ella, rondando y no hay nada más que el segundo en que la besé y todo mi ser se hizo fuego puro, quería más y más de ella. En verdad esto era demasiado para mí.

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