La Tablilla
Sabía que lo que acababa de aceptar era el trato con el diablo, que acababa de sentenciar mi alma y mi ser a Lior, pero, no me importaba, nada importaba, lo único que quería era tallar mi piel, ensuciarme, porque a lado de Helios me sentía pura, me sentía tibia, y yo no quería eso.
Quiero dejar de ser la niña buena, la chica malcriada, la que no quiere otra cosa más que lamer sus heridas, y parece que al fin tengo una razón, un guión, un papel importante, pero para ello debía ponerme a leer la tablilla.
Me levanté de la cama, envolví mi cuerpo con la sábana, mientras miraba a Lior dormir. Parece tan indefenso, un niño tierno, que sólo busca refugiarse en los brazos de alguien que le de amor. Y es justo lo que no tiene conmigo, pero he de admitir que me gusta. Quizás sea sólo la calentura, las hormonas, o porque él en verdad me dio su alma, y yo, sólo lo uso para sacarme las escaras que se produjeron en mi espíritu luego de de que Helios me haya abierto las cicatrices.
Si tan sólo Helios supiera lo que acaba de pasar, enfurecería, y en parte me carcome la culpa, y por otra, me alegro que no haya sido él el primero, porque no quiero, en verdad no quiero seguir teniéndolo tan pegado a mi alma.
Pero para ser sincera, ni todos los fuegos artificiales, ni el amor y la delicadeza de Lior en todo lo pasional que pasó en mi cama, se compara a los pocos segundos que estuve con Helios. ¿Algo no está bien en mí?
Decido que una ducha es lo mejor, así que voy a lo mío, entro al baño a tallarme la piel. El agua me recorre, limpiando mis tristezas y siento que algo me falta, que no tengo algo importante. Tomo el jabón de nuevo y lo froto hasta tener suficiente espuma.
He de admitir que me siento distinta, a pesar de la culpa, siento que quiero volver a hacerlo, que quiero volver a pecar, y por sobre todo, tener a Lior de novio, me hace ver que podré que las cosas puedan dar un gran giro en menos de un segundo, y eso me gusta.
Mientras me baño, oigo un crujido en el aire, uno demasiado fuerte, como si un batallón estuviera llegando, así que apago la ducha cuando siento que el jabón ya no está, y al momento de tomar la toalla como para envolverme veo a Dorot ante mí.
—No me gustan las formalidades, no hace falta que te cubras —me dice cuando estoy por envolverme con la toalla, pero obviamente, no hablaría con él desnuda, así que me apresuro a liarla a mi cuerpo, mientras él me observa con mucha seriedad.
—¿Qué haces aquí? —pregunto cuando la puerta de mi baño es golpeada con unos toquesitos.
—¿Estés bien Amit? —pregunta Lior mientras intenta abrir la puerta, yo nunca llaveo la puerta del baño.
—Ella está bien —dice Dorot con enojo— Y si sigues golpeando la puerta no lo estará por más tiempo.
Los sonidos que él provocaba cesaron y el miedo se acrecentó en mí.
—¿Amit? —vuelve a llamar Lior con la voz cargada de preocupación.
—Sí, estoy bien, déjame hablar con él, ya saldré en un rato —aseguro para ver desde aquí cómo las manos de Lior dejan el picaporte, pues este vuelve a su lugar.
—Inteligente, astuta, miedosa, y con una gran capacidad de percibir el peligro... pero aun así fuiste junto a Helios —acusa con mucho enojo, mientras su piel es adornada por unas líneas negras, que parecen tinta... o sombras, como sea, él me estaba mostrando su poder.
—Estaba muriendo, y tú no estabas aquí, yo no quiero volver a morir —mi voz sonaba a amenaza pura, pero en el fondo el miedo era palpable.
—¡Excusas! podías ir a ver a Berenice...
—Era eso lo que esperabas ¿No es así?
—Era lo lógico que tu padre debía decirte ¿Por que fuiste con Helios?
Entonces Dorot lo planifica todo, pero no lo ve todo, interesante, por lo que veo algo está bloqueando que él vea la tablilla. Debo decirle a Lior que la guarde, así que aprieto mis labios, aparentando mucho miedo y poca astucia, y mientras hago eso meto en una bifurcación a Lior.
—Guarda la tablilla, busca la medalla de Ander, déjala sobre el escritorio y espérame en la habitación —él sólo se aleja de la puerta y hace lo que le ordené.
Mientras de este lado de la bifurcación Dorot está esperando una respuesta mía.
—La verdad, lo quería ver, quería ver a Helios, más allá de mi miedo...
—¡Mis planes han cambiado un 50% a causa de tu impertinencia, ahora debo volver a replanificarlo todo. Pero dime... al menos tienes la medalla.
—Sí —aseguro.
—Genial, vamos por ella.
Aseguro la toalla a mi cuerpo, abro la puerta de mi habitación y tal como lo había pedido, la medalla estaba sobre el escritorio, y Lior, sentado en la cama, con su pantalón y sin remera. Lo único que espero es que Dorot no mencione a Helios justo ahora. Lior no sabe que lo vi.
—Aquí está —digo entregándole el collar.
Dorot lo mira, primero con felicidad, luego con cuestionamiento, hasta que su cara cambia de nuevo a enojo.
—Está partida —dice entre dientes.
—¿Cómo? —pregunto respirando entrecortado.
—¿Quién tenía la medalla? —su voz suena a fastidio, mientras que Lior se levanta y me toma de la mano para intentar protegerme— ¿QUIEN? —grita.
—Helios —dice Lior al fin.
—¡Maldito Ander! Entonces ¿No has hablado con Gizah, con Ander, con Berenice? —niego con la cabeza cuando él queda mirando fijo mi mano con la de Lior— ¿Ustedes...?
—Tampoco estaba en tus planes... —aseguro cuando él sonríe maliciosamente.
—Al menos una acertada... en fin, me llevo esto. Pero no creas que te perdonaré Amit... tienes prohibido... —me dice reteniendo su aire al ver como Lior se tensaba y comenzaba a pararse recto poniendo todos sus sentidos en alerta— ¡Quiero la otra mitad de la medalla! y tú —apunta a Lior— No la dejes sola.
Dorot nos miró con prácticamente odio y desapareció de la escena, entonces Lior me soltó para inspeccionarme con la mirada, ¡maldita mierda!
—¿Qué es lo que te prohíbe Dorot?
—Ver a Helios —respondo cuando camino y voy en busca de ropa.
—¿Por?
—Porque el collar se lo saqué a Helios —mentí mientras me ponía la ropa interior y él me observaba atentamente.
—Ok... entonces vino a buscar el collar. ¿Por qué me pediste que guarde la tablilla?
Me puse el vaquero mientras él me comía con los ojos, y sé que en cualquier momento volverá a asaltarme.
—Creo que él ve nada con esa tablilla, y si sabe que la tengo, me la quitará, ahora lo que yo quiero, es que tú y yo nos sentemos a leerla.
—¿Y si damos un segundo round? —pregunta basándome los hombros desnudos, pues aún no me puse la blusa.
Sonreí como niña que recibe un regalo, porque en verdad él es un experto, pero no quería, en verdad no quería seguir perdiendo tiempo.
—Luego Lior, ahora, quiero que develemos los secretos que contiene esa cosa.
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