La normalidad

Lior me trajo hasta el frente de mi casa, y por cosas de mi cerebro y sus ganas de trollearme recordé cuando lo vi por primera vez, recuerdo que estaba muy mal engripada y tenía una pinta horrible, él se había bajado de su auto y vestía su uniforme, se veía tan sexy, y por todos lados tenía escrito que era un mujeriego.

Me guiñó el ojo y lanzó un beso en el aire, la verdad no sé por qué el recuerdo es tan nítido, es como si lo estuviera volviendo a vivir.

—¿Qué te ocurre? —me pregunta tan tosca y friamente, ha estado distanciado de mí desde hace unas horas, y en parte eso me duele muchísimo.

—Recordé tu gran entrada, la primera vez que te vi —se escapa una sonrisa de su rostro, como si acabara de hacerlo feliz.

—¿De verdad? Yo no olvido ese día. —dice muy suave.

—¿Sigues enojado conmigo?

—Yo no estoy enojado contigo Amit, sólo, intento no encariñarme —dice cuando abre el portón de mi casa con un poco de energía y pasamos hasta el hall— No me gusta el dolor, al menos que esté en medio de alguna perversión sexual, en realidad, no me gusta sentirme herido, eso ya lo viví cuando mis padres murieron, no lo quiero volver a vivir.

—Yo ya estoy muerta, sólo Helios podría volver a matarme —digo encogiéndome de hombros.

—O traerte a la vida, mira, no me cansaré nunca de decirte que me gustas mucho, y cuantas ganas te he tenido desde siempre, pero siento que si pasamos a la siguiente etapa, tú no serás como las otras chicas, y muy probable me quede embotado como Hugo, o Helios, y créeme, admiro que los tengas tontos, y no es que haya problema en que me atontices —ríe— el problema estará si me dejas, y te vas con Helios.

—¿Crees que las probabilidades son altas? —pregunto mientras subimos las escaleras a mi habitación, por alguna razón es allí donde quiero ir primero.

—Sólo si los dejara solos...

—No siento nada si tú no estás...

—Es lo único que me da esperanzas —abre la puerta de mi habitación la cual se nota ha sido revuelta por manos enojadas, no creo que haya sido algún Dominis, así que paso mis manos sobre los muebles y no veo nada, es como si lo hubiesen borrado todo, ni un rastro de energía, hasta que finalmente me encuentro con algo conocido.

La sudadera de Helios estaba sobre la mesa, parece que alguien la movió de su lugar y no fueron los que hicieron el alboroto en mi cuarto. No quiero agarrarla, me da algo de miedo hacerlo, así que sólo la miro desde lejos, con ganas de quemarla.

—¿Helios? —pregunta Lior yo sólo afirmo con la cabeza— Ojalá estuviera muerto —estoy segura que lo dijo sin pensar porque quedó mirándome fijamente, arrepentido.

—Lo estará —aseguro.

—No lo harás Amit, estoy seguro de que no lo harás... tienen un vínculo de vida.

—Que yo manejo —digo haciendo parpadear el hilo.

—Shhhh —me trae hasta su cuerpo para hacerme sentir todo su ser— No le des esperanzas al niño, quiero ese hilo apagado, a no ser que justo nos estemos besando y le haces saber lo que se siente la felicidad.

—Eres malvado, un genio malvado, pero no, no habrá besos, dijiste que volverías a tu vida de calle, y no quiero besar a otras también.

—Eres una exagerada —me suelta y ríe para agarrarme de nuevo del brazo y robarme un beso. Él celebra como si estuviera en un podio, rodeado de personas que lo aplauden, no voy a negar que me gustó lo que hizo— No hay mecanismo más seguro contra las ETS que la energía en todo tu cuerpo.

—Por un momento pensé que dirías la abstinencia, pero creo que eso no va contigo, y gracias por recordarme que los humanos tienen ETS.

—Deja de lloriquear —me dice al final.

—Bien toma ese canguro —le ordeno, a lo que él obedece, pone los ojos en blanco y toma la prenda— ¿Algún recuerdo? ¿Ves algo?

Lior me niega con la cabeza, así que ahora sí estoy segura de querer tomarla en mi mano, asi que se lo pido y grave error.

Inmediatamente ingresé a una bifurcación, pero esta no era de Helios, era de un joven, y era en tiempo real, miro a Lior, y del otro lado a quien me está esperando sentado en un sofá.

—He oído tanto hablar de ti, en mis sueños te he visto llegar —ya vi a este muchacho alguna vez ¿dónde?

Quedé quieta, esa oración la he escuchado en algún lugar, cuando en mi cuerpo comenzó a sonar el violín, sé qué viene después.

—En tus ojos veo el mal... Desde hace siglos gobernar has querido
En todas las almas, y pocas han cedido. Las más al Reino de Luz llegarán. Las menos al Reino del Mar del Olvido.

—Bien, reconociste la música, tan sólo con una oración.

—Finisterra... —dije frunciendo el ceño, cuando mi cabeza se iluminó— Eres el chico del hospital, ¿por qué Finisterra? Digo sentándome en el sofá mientras él comenzaba a beber algo de un cuerno.

—Si has aprendido la lección
Si has observado como son
Necesitan a un líder obedecer
Hagamos una coalición.

Esta vez lo dijo cantando y aún no podía encajar en mi cabeza qué intentaba decirme, me complicaba bastante entenderle.

Hasta que sonrió y recordé lo que decía la letra de la canción a continuación, era el diablo quién cantaba esa parte, y proponía un trato a Dios.

—En ellos he visto el miedo a la soledad,
Miedo a la muerte, y el dolor al terminar de amar,
Hagamos un pacto, al libre albedrío déjalos
Y yo les daré progreso, armamento y civilización.

La cabeza se me iluminó, él no podía decirme directamente nada, porque en teoría no debería estar aquí, pero lo está.

La música al comienzo relata un trato entre el bien y el mal. Es justamente lo que estamos haciendo nosotros ahora, juntar almas y ver al hombre volverse papel, convertirse en polvo.

—Ya lo sabes Amit ¿te gusta lo que acabas de descubrir? —pregunta y yo niego, no, no me gusta.

—¿Qué me quieres decir? ¿quién eres? —estoy enojada, quiero saber qué es lo que pasa, y por qué él se aparece ante mí luego de tanto tiempo.

—Amit, en verdad he estado aquí esperando a que volvieras, envíe a tantos Inmortales en tu búsqueda, y nadie tuvo éxito. Las cosas se salieron de control, cuando moriste, yo no lo tenía planeado así.

>>Mi nombre es Dorot, y tengo un trato con tu madre, sus hijas abrirían las bóvedas, y a cambio yo le permitiré quedarse en este mundo, pero, las cosas salieron mal.

>>Lo que dice la música no puede acercarse más a la realidad, esa apuesta es real, pero yo la quiero arruinar, no quiero que ganen, no quiero darles lugar.

—¿Por qué debería creerte? —pregunto cruzando mis piernas— Eres hijo de un Naim y un Demonio.

—Porque esa batalla al finalizar sólo traerá miseria para los híbridos, para los no reconocidos, y eso es lo que somos nosotros, tú, yo, Tamirá, tus hermanas... Nuria...

—¿Quién es Nuria?

—La niña que te solía visitar, es una Iluminada, hija de algún Ángel y un Naim.

>>Nosotros no tenemos cabida, aquí, el mundo no fue hecho para nosotros y cuando la batalla finalice seremos los primeros en desaparecer... y yo no quiero desaparecer ¿Tú si?

—No...

—Me alegra saber eso, y te tengo una propuesta...

—Escucho...—me paro del sofá y me pongo erguida preparándome para cualquier cosa.

—¿Quieres tus propias sombras? —pregunta, lo dudo por un instante, pero luego pienso en todo lo que podría hacer, incluso buscar a Dara.

—Sí —respondo.

—Bien, te las daré, así como una vida normal, sólo debes hacer dos cosas, por las sombras quiero que mantengas el hilo apagado, y para que tu vida sea normal, tráeme el collar del círculo del sol que me robó Nuria, y las sensaciones libres de tiempo y de Lior serán tuyas.

—¿Quién tiene el collar?

—Si supiera, no te lo estaría pidiendo.

—Bien, lo del hilo, es un hecho y no tengo intención de desobedecer, así que dame mis sombras.

Dorot sonrió con maldad, se levantó del sofá y vino hasta mí para colocar un dedo sobre mi cuello.

Comencé a retorcerme por el dolor, como si mil agujas me introdujeran en la piel, pero resistí al dolor, porque yo puedo hacerlo.

Llevé mi cabeza hacia atrás y por un segundo vi a Helios, mirando tras una ventana, sentado en la cama, bebiendo de una taza, quizás café.

—Tus sombras son fuertes —me dice Dorot— Ni Helios podrá destruirlas. Consígueme ese collar Amit... como sea.

El desapareció, y yo volví a aparecer junto a Lior, quien me estaba inspeccionando muy de cerca, de pronto sus manos se posaron sobre mi cuello. Lo acarició para luego llevar ambas manos a la cara, acaba de darse cuenta que llevo un sello.

—¿Dorot? —su voz sonaba a fastidio y enojo, pero yo afirmo al fin— ¿Qué te pidió?

—Un collar con un círculo de sol...

—Y qué te prometió a cambio...

—Normalidad —contesto cuando arrojo la sudadera de Helios al suelo, luego le proporciono energía para que comenzara a arder— Vamos, que debo encontrar esa cadena, como sea.






Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top