La guerra
La Guerra
El cuerpo de Dara estaba extendido sobre la maleza, su respiración era tenue, y al parecer no recibió ningún tipo de lesión grave, por lo que estaba en relativa calma.
—Aparentemente la atacaron sombras —informa Tamirá cuando sostengo la cabeza de Dara y le acomodo el cabello.
—¿Aparentemente? —pregunto— ¿por qué dudas?
—Estoy segura de que le borraron el recuerdo y se lo instalaron este, el color de los quibits es diferente, y no soy estúpida Helios, la información que tiene es manipulada.
—Pero si es así...
—Tampoco lo recordará —acusa cerrando los puños con fuerza— Estoy segura de que ella nos traiciona.
—¿Por qué estás tan segura Tamirá? —pregunto enojado más que otra cosa.
—Porque... —Tamirá recibió un puño de energía directo en el estómago, lo que hizo que ella termine contra un árbol.
—¿A que eso no lo viste venir? —Lucía estaba ante nosotros, y yo ante un gran problema, Dara estaba inconsciente y Tamirá gritaba de dolor—. Los hijos de Naim y Dominis Domo son peculiares, y tú, Tamirá eres una en un millón, pero así también tienes un defecto.
—¿Qué haces aquí? —pregunto creando un escudo entre ella y nosotros, el sello se levantó por completo, como un pequeño domo—. Pensé que mi padre volvió a atraparte.
—Por eso siempre fuiste mi alumno favorito, preguntón, desafiante, impertinente —dice riendo mientras se para más cerca —. Lo peculiar de tu energía, es que yo no la puedo deshacer, es por ello que es muy difícil encontrarte Helios.
Lucía se acomodó ante nosotros, como si este fuera el salón de clases, y nosotros sus alumnos, lo que me causa algo de repudio, en verdad ella era mi maestra favorita, me enseñó tantas cosas, y me duele saber que ahora es mi enemiga.
—¿Cuál es mi defecto? —Inquirere Tamirá a duras penas pues la herida que sufrió en verdad es grande.
—No puedes leer energía de baja frecuencia —responde Lucía gustosa—. Podrás ver los diferentes futuros posibles, pero ninguno donde haya Pérfugas, estamos fuera de tu radio ¿cuánto te apuesto que lo que ves en mi cabeza son símbolos sin sentido?
Los ojos de Tamirá se abrieron tanto, que no entendía porque reflejaba felicidad, y Lucía estaba en las mismas que yo, pues entrecerró sus ojos como intentando comprender.
—¡Tú estás borrando la información de Zafiro!
—Mierda —masculla Lucía con ira.
—No contabas con eso —asegura Tamirá— Creo que en tu relato te faltó decir que a mi lado tampoco puedes predecir el futuro Pérfugas.
La profesora sólo lanza una sonrisa sentida, a causa de su error, no se lo esperaba, en verdad ha subestimado a Tamirá.
Así que finalmente ella se coloca bien y genera un poco de energía en la palma de su mano, planea atacarnos de nuevo, arroja la energía a nuestro campo y la misma es absorvida.
Lo vuelve a intentar y esta vez rebota, sin esperar lo vuelve a hacer para ser absorvida de nuevo.
—Helios... —Llama Tamirá nerviosa.
—También me fijé —respondo incrédulo, con algo de miedo mientras me paro, bajo a Dara en el suelo, y me pongo en posición de pelea, mientras ella tira con más rapidez su energía— Si el campo tiene ese punto de flexión entre intervalo e intervalo...
—Debe tener un punto de quiebre.
—Prepárate, porque esto no será como ningún entrenamiento —sugiero mientras Tamirá se levanta a duras penas.
—Acabo de darme cuenta —gruñe de dolor—. Pero esa bruja no podrá conmigo.
Ambos colocamos nuestros pies derechos atrás, adoptando una postura de contraataque, cuando comenzamos a escuchar el campo resquebrajarse.
La energía comenzó a fusionarse, a medida que Lucía seguía atacando con mayor frecuencia, pequeños haces de su energía se infiltraban, los cuales eran absorvidos por mi cuerpo, transformándolo a mi beneficio.
Cuando el campo se quebró por completo, absorví de lleno la bola de energía que venía a mí, eso hizo que retroceda unos centímetros, en eso Tamirá contra atacó arrojando energía a Lucía. Aproveché ese espacio para correr hasta ella y limitar la pelea para que sea de cuerpo a cuerpo.
Ella me dio un golpe de lleno a la cara, cuando intenté descolocarla, siemplemente cada movimiento mío lo bloqueaba sin ningún problema, sin embargo, conseguía golpearme cada vez más y más causándome heridas realmente significativas.
Tamirá intentaba ayudarme atacando a Lucía, pero era imposible, esta mujer es mucho más fuerte de lo que podríamos imaginarnos.
Al fin logré encestarle un golpe en la boca del estómago, y esa fue mi gran oportunidad, la arrojé contra un árbol y la rodeé con la misma energía con la que hago mis sellos.
—¿Qué quieres Lucía? —pregunto apuntándole con energía a la cabeza.
—Sabes lo que quiero —responde—. Yo necesito que todos los Dominis desaparezcan.
—¿Mataste a Zafiro? —pregunto acercando más la bola de energía a su cabeza.
Ella ríe desquiciadamente cuando Tamirá llega a duras penas hasta nosotros, para colocar su mano sobre la cabeza de la profesora.
—No lo hice, ni lo haría, la muerte de Zafiro significó una ruptura enorme en la línea de tiempo. A causa de ello, inmortales escaparon de sus dimensiones. Naims entran y salen como si nada de nuestro planeta.
»¿Sabes cuál es el mayor riesgo Helios? —niego con la cabeza—. Que se pueden filtrar, tanto demonios como ángeles, nuestras vidas corren peligro —asegura riendo sádicamente—. Es muy diferente permitir que la guerra se libre una vez abierta la bóveda a que ellos entren sin qué ni para qué a un mundo que no está listo.
»¿Has visto a alguien de otra dimensión? No hay milagros Helios, fue un demonio que los conectó, porque necesita crear caos, si ustedes siguen en contacto, las rupturas se hacen más grandes, y la bóveda se vuelve inservible.
»Sí Helios, como escuchas, nuestro mundo fue corrompido, y todo por que los Dominis no supieron cuidar a su designada, una cosa era evitar que se amen, pero otra muy diferente fue dejarla morir.
»Yo que tú, estaría ahora buscando a los padres de Zafiro y a su verdadera hija, ellos tienen más respuestas de las que te imaginas. Sólo dime dónde están, y yo me encargo del resto.
—¿Por qué debo creerte? —pregunto intensificando mi energía—. ¿Conoces a la hija de Spiero y Ritta? —inquiero recordando que Rebeca fue quien la había aprisionado.
—Porque me he liberado de tu energía hace un buen tiempo, y podría atacarte, pero no lo hago, y sí, la conozco, ¿crees que los visité por casualidad en la escalinata?
Detrás de estaba otra Lucía parada, observando y sin un sólo rasguño. Podría matarnos hora si quisiera, pero está parada con los brazos cruzados. Estoy pensando en enviar energía por el suelo, y quizás así aprisionarla.
—No debes hacerlo, es sólo una sugerencia señor Anta. Ya me he ido, sólo ves una proyección mía. Apesar de que los quiero destruir, sabes que has sido mi favorito siempre, no me provoques.
—Todo este teatro para que te busquemos piezas en tu rompecabezas —acusa Tamirá a duras penas.
—Eres inteligente, en verdad me agradas. Pero sí, así como ustedes buscan quién mató a Zafiro, pero también debo destruir su cuerpo, me entenderán.
—No —respondemos al unísono.
—¡Ja! —ríe de nuevo—. Son unos niños, pero eso es lo que hace que esto sea interesante. Hasta la próxima.
Ella desaparece de nuestra vista, al igual que su otro cuerpo, dejándonos sólo a mí y a Tamirá en medio del bosque, con el augurio de que las cosas irán de mal en peor.
—Debemos curarte eso —digo a Tamirá.
—Sólo Ebe y Berenice podrán, pero anda, tengo algo interesante —anuncia con alegría—. Saqué un poco de información, ahora, sólo falta traducir.
—Eres genial Tamirá.
—Lo único que pido es que no te enamores de mí —ríe apenas cuando llegamos al cuerpo de Dara y nos preparamos para saltar.
—Estaba por hacerlo —bromeo, pero el sentimiento de incertidumbre me invade—. No podremos contra una guerra Tamirá —suelto preocupado.
—Claro que podremos —sonríe—. Una guerra no es nada Helios. Hay cosas peores, créeme.
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