La furia

—¿No estabas en Japón? O sea, Helios me dijo que tú...

La madre de Helios sonríe, como si le acabaran de contar un chiste, no puede ocultar en su rostro la felicidad que le causa que Dara la vea, o que se entere de que ella está siendo un papel diferente al que todos pensaban ella representaba.

—Estoy en Japón —asegura.

—¿Cómo? Estamos en una bifurcación acaso... —ella me mira desesperada, Dara aún no está comprendiendo, y es lógico, nuestras mentes funcionan de manera frontal, olvidamos ver lo que ocurre alrededor.

—No...

—Sólo los Naims pueden estar en varios lugares al mismo tiempo —asegura, mientras yo río a carcajadas.

—Los Naims... y los hijos de los Naims —responde— Soy hermana de Raúl, ¿recuerdas al tío de Andree? Los dos somos hijos de una Naim y un Inmortal, quienes quedaron atrapados en la tierra.

—Entonces, ¿Helios y Andree tienen algún parentesco? —pregunta ella confundida.

—Si comenzara a dibujarte todos los parentescos que existen entre ustedes, no terminaríamos hermosa... pero vayamos a lo importante ¿traicionaste a mi hijo?

—¿Acaso usted no está haciendo lo mismo? —pregunta ofendida, vaya, que hermoso espectáculo acabo de montarme.

—Digamos que lo mío es más bien una especie de cobro, por haberse tirado del lado de su padre.

—Pensé que amaba a sus hijos —Dara suena ofendida, adolorida incluso como si fuera la acusadora en un juicio.

—Pensé que amabas a Helios, pero míranos aquí.

Dara calló, no pudo decir una palabra más, la madre de Helios tiene razones muy oscuras, y poco humanas, por que simplemente, ella no tiene ni un poco de sangre humana.

Me encontré a la madre de Helios hace unos meses, mi plan era secuestrarla, y así extorsionarlo, pero la historia se volvió mucho más interesante cuando ella no sólo reconoció lo que era, sino que se desintegró ante mis ojos.

La seguí cada vez que me permitía, pues era ella quien se dejaba ver, supongo que quería saber si yo la serviría o no, así que, cada que podía me teleportaba donde ella se encontraba, lo bueno es que siempre me dejaba rastros.

Un día, ella decidió que era hora de hablar, me esperó con una taza de café irlandés, y mi sorpresa se hizo presente cuando ella me contó la vida que tuvo al lado del padre de Helios.

<<Niccolo Anta vive para sus negocios, más allá de ser un Dominis Domo, él sólo quería ver dinero. Antes era un ser noble, pero cuando tuvimos a Helios, prácticamente me cambió, por criar a su hijo, como si él fuera el heredero del mundo. No me mal interpretes, amo a mis hijos, pero Niccolo me los quitó, la sangre se hizo más espesa de su lado, y él sólo quería campeones, arruinó sus vidas, y me sacó lo bello de ser madre>>

Ese día me gané un agran aliada, la madre de Helios lo tenía todo, poder, odio, ganas de vengarse y sangre divina, ella podría encontrar lo que sea, si lo quisiese, menos lo que sus hijos protegían, esto debido a que el sello de Helios es tan poderoso que ni ella podía usar sus lazos de sangre.

Por ese lado estoy agradecido con Hugo, si no fuera por él, aún no tendría hoy a Zafiro.

Anoche, mientras ellos estaban en su primer enfrentamiento fuera de territorio Dominis, yo estaba con Judith, ella había encontrado a Ander en la casa de Raúl, y se llevó una gran sorpresa al hilar los arboles genealógicos.

Vicky, la esposa de su hermano es la hermana de Aldebaran, lo que quiere decir que es la tía de Zafiro, y es lógico que su sobrino vaya a refugiarse con ella. Me llamó apenas se enteró, y debía hacer parecer la situación como un descuido, pues no quería involucrar a sus otros sobrinos.

Resulta que Vicky tenía una hija de 6 años, Aracy, y acababa de tener un bebé, Lautaro. Ander venía a visitar a su primo nuevo, pues como él sí sabía de la existencia de sus lazos sanguíneos. Todo este tiempo me preguntaba cómo Ader no lo sospechó, o qué pasaría si Alex lo supiese.

Trazamos el plan perfecto con Judith, ella le diría que le recordaba a su hijo, a quien no ve hace meses, en algún momento se le escaparía el nombre de Helios, y por matemáticas, teníamos cantado los resultados.

Ander la invitó a dar una vuelta, quería mostrar Ojo de Mar a una madre desesperada por tener más de su hijo, él soltó la información que esperábamos sobre su hermana. Ese es el problema de los humanos, sólo queremos sanar las heridas, y olvidamos cuidarnos, su alma herida por la muerte de Zafiro hizo que se descuidara. El resto, es sólo una mancha oscura para los pensamientos de Ander, y un triunfo para Judith y para mí.

Hicimos que pareciera un ataque de los Nemosorum, y voilá, nos alzamos con el trofeo. Todo iba bien, hasta que del cuerpo de Ander comenzaron a salir pequeñas bolas de luces, al comienzo pensé que se trataba de energía, pero luego me di cuenta de que no.

El tenía un pequeño collar, con un dije, muy parecido a una rueda del sol, hasta que caímos en la cuenta de que era el símbolo de los Dominis rodeado de un círculo que representaba el tiempo y la bóveda que recubre al mundo, y lo que se escapaba de él, era como lo contrario a las sombras, somo si él juntara las almas buenas, las alimentara y las guardara allí.

Judith insistió en que debía seguir a las cosas esas, mientras ella llevaba a Ander a otro lugar. Accedí, y grande fue mi sorpresa al darme cuenta de que esas cosas me guiaron hasta Alex, y entraban a su cuerpo, la sanaban, ella estaba herida, muy herida, y al momento en que la cosa entró en ella, la piedra que estaba en el suelo voló hasta ella, revelándome un montón de cuestiones que tenía sin resolver.

Gracias a eso, vi a los intrusos, no iba a meterme, pero sabía que esta era mi oportunidad para tener al fin todas las piezas. Un Hugo lleno de venganza, Helios con el ego inflado, tanto que estaría descuidado, y la oportunidad perfecta para tener mi preciado trofeo. La vida me sonreía, y qué más podría hacer yo, que aprovechar la buena fortuna.

La furia de una madre, se había convertido en mi oportunidad de triunfar, y de llevar a Hugo al pozo de la depresión eterna.

Sólo me faltaba una cosa, despertar a la manzana de la discordia y hacerla completamente mía.

Judith explicaba a Dara sus razones, y ella fue comprendiendo las decisiones de la mujer, y yo no paro de sentirme dichoso, tanto, que lo único que me queda para desatar el caos son las piedras y la llave.

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