La cara partida

Hugo tenía una expresión peligrosa, vamos, que puedo definir qué es peligroso cuando hay odio de por medio, pero sinceramente en verdad este duelo era lo que tanto esperé por mucho tiempo.

Mi objetivo ahora mismo no era la piedra, era Hugo, quiero liberar todo lo que tengo en mí, desde que fue él quien rompió la protección natural de Zafiro, hasta el cariño que ella llegó a sentir por él, todo se lo quiero cobrar, porque no hay mayor odio que el mío en este preciso momento.

Rompió el sello de propósito con ganas de generar caos, y si el quiere generar caos, es porque ya no es el mismo Hugo, y si él cambió, es mi oportunidad de cobrar una por una mis inconformidades.

—¿En verdad Helios piensas atacarme? ¿Te quieres enfrentar al líder de los Nemosorum? —pregunta cuando los destellos de la batalla de atrás lo iluminaban, haciéndolo ver poderoso, a pesar de lucir débil, ojeroso y agotado.

—¿Y tú? Te vas a enfrentar al líder de los Dominis, a Helios Anta, ¿qué acaso olvidaste quien soy yo? —pregunto llenándome de vanidad— Soy el guardián de este universo, eso significa, que jerárquicamente estoy sobre ti, en todos los sentidos, para el universo, y para Zafiro.

—¿Te atreves a hablar de Zafiro cuando ella murió por tu culpa? —grita arrojándome energía, la cual la voy esquivando, mientras me acerco más a él—. Tú eres la razón por la que ella está muerta —acierta, pero no me lastima, cuando estoy lo suficientemente cerca de él le doy un puñetazo en el estómago, luego en la cara, causando que reaccione e intente hacer lo mismo conmigo, podrá tener una piedra con él, pero hay otra cosa que está evitando que use su energía al cien.

—Ella está muerta, por tu causa —le digo cuando doy una patada a su costilla, causando que se encorve, y dejándolo sin aire— Tú, Nemosorum inmundo, rompiste su sello natural, tú la dejaste sin barreras —otro golpe en la cara, y esta vez él reacciona tumbándome al suelo— ¿La amabas? ¿en verdad la amabas? ¡MENTIRA! hiciste que confíe en ti y la rompiste capa por capa.

>>¿Dónde metes ahora tu supuesto discurso de "JUNTOS SOMOS MEJORES"? es mentira que te importe su muerte, es mentira que te importe traerla, nunca la amaste, sólo que ella te hacía sentir normal, y por eso la quieres, porque a pesar de todo, ella te hacía ser alguien.

No pude continuar una palabra más porque me golpeó con un puñetazo en la boca, pero yo tenía mucho por decir aún, así que comencé a defenderme. Puños, patadas, golpes y más golpes.

—No tienes idea —golpea de nuevo mi rostro haciendo que mi labio sangre— La amo tanto, que es la única razón por la que continúas con vida.

Al decir eso me impulsé y le devolví los golpes, pero está vez mi ira estaba sobre la conciencia, que mezclaba energía en cada patada, cada puñetazo. Comenzó a sangrar, mientras las sombras se escapaban de su cuerpo, como si acabara de sufrir algún tipo de fuga, lo tenía acorralado contra la pared entre golpe y golpe.

Cuando pensaba rematar de nuevo a su rostro, una bola de energía impactó contra mis costillas.

—¡No te metas! —ordena Hugo a Iam, su fiel seguidor— Ésta es mi pelea —se limpia la boca ensangrentada y a quien ahora tengo ganas de golpear es a ese tipo.

En el fondo la pelea aún era dominada por Ámbar, contra esos perdidos, las demás chicas la cubrían, se notaba que apenas lo sostenían, pero ahora, mi preocupación es Hugo.

Hugo regresa hasta mí, arrojándome una gran cantidad de sombras, las cuales las desintegro en menos de un segundo.

—Deberías quitarte el título de líder, si no sabes que puedo... —una daga, la que Gizah tenía en la noche de la muerte de Zafiro se incrustó en mi antebrazo, en medio de mis huesos, hasta el fondo.

Hugo estaba ante mí, sonriendo como imbécil, declarando victoria, cuando a mi lado veo por primera vez luego del bosque de Ojo de Mar, a la mujer que causaba pavor a Zafiro, sus ojos azules penetrantes, se clavaron en mí, mientras la sangre goteaba a borbotones en el suelo.

Hugo no liberó a sus sombras, Hugo llamó a Ader y con mi acto la materializó.

Ella caminaba, pareciera que en cámara lenta, con una sonrisa triunfante. En el brazo derecho de esa mujer había mariposas negras, todas aleteando, cubriendo su piel, y en su mano izquierda tenía el bastón de Zafiro.

Ader simplemente, movió el dedo índice, y la daga volvió a su mano, como si ella la invocara para sí.

—Vuelve a cuestionarme —habla Hugo gozoso de victoria.

—¿Por qué tienes el bastón de Zafiro? —pregunto cuando aplico energía sobre mi brazo para detener la hemorragia, pero así, también perderé la movilidad.

—SE TE PERDIÓ Y NO TE DISTE CUENTA. Creo que eres tú quien debe re plantearse ser el líder —asegura Ader.

Maldita sea ¿Cómo mierda lo sacaron del campamento?

Y entonces la vida se me desapareció. Recordé brevemente cuando choqué en el pasillo con Dara.

—No... —susurro al momento en que las mariposas de Ader comienzan a evaporarse y mi cuerpo por instinto libera más energía, ella no puede estar mucho tiempo aquí. El bastón no es garantía, y esta es mi oportunidad, ahora, o nunca.

Con la mano que tengo sana, y del mismo lado en que tengo el hilo que me conecta con Zafiro arrojé una vara de energía directo al cuerpo de la Astram, estaba seguro de que lo iba a recibir, y con eso la iba a eliminar de la ecuación.

Pero ante Ader apareció Alexandra, quien fue atravesada por la misma a la altura del estómago. Acto seguido el pánico inundó a los presentes, incluyéndome, pues ver como Alex se desvanecía trajo a mi mente los ojos de Zafiro cerrándose, en ese suelo, donde siempre muere en mis sueños, o pesadillas.

Cerré mi mano en un puño, haciendo que la vara se desvaneciera, y el cuerpo de Alex cayó en los brazos de su madre.

Antes de poder hacer algo más ya tenía a Hugo sobre mí, pero por más mal que me haga sentir que haya herido a Alex, mi cólera contra Hugo podía más.

Lo pegué de nuevo y utilizando la misma técnica pasé una vara de energía contra su hombro, provocando que se retuerza de dolor y que sombras se esparzan por todas las direcciones, lejos de mí.

—¡Mereces sufrir! —le digo mientras doy puñetazos contra su cara.

Una explosión de la nada hizo que voláramos ambos. El silbido causado por el daño se instaló en mis oídos provocando que me desoriente por un momento, y cuando al fin pude divisar lo acontecido, el Inmortal y el Perdido estaban en el suelo, casi destruidos, Paulina, Ámbar, Iam y Ross tenían sus manos cargadas de energía sobre ellos. Pero ambos desaparecieron antes de que Ámbar abriera su tambor.

Un brazo rodea mi cuello, pero así como me aprisionó aproveché esa posición para dar un codazo con el brazo sano, logrando que me libere, tirando a mi enemigo al suelo.

Allí pateé en el estómago a Hugo tan fuerte, que cuando lo hice la segunda vez, no sólo la sangre le salió disparada de la boca, si no que la piedra también se escapó de su bolsillo.

Cuando estaba por tomarla, la misma salió disparada al cuerpo de Alex quien ahora era asistida por Dana.

—Eres un imbécil —masculla Hugo en el suelo— Perdiste tiempo con Zafiro, y juro que cuando ella regrese, lo lamentarás.

—Te atreves a amenazarme —me arrodilló ante él— ZAFIRO nunca te amó, siempre estuve yo en su cabeza, siempre, hasta el último momento, y si ella regresa, será gracias a mí, y lo hará para estar conmigo, no con un miserable Nemosorum, salido... ¿de dónde? de una casa abandonada. Sin tus poderes no eres más que un pobre drogadicto.

—Lo dice el chico mimado del San Diego —responde cuando me arroja energía provocando que salga volando contra en balcón— Conciertos, y chicas —caminaba apenas hasta mí, pero con ambas manos cargadas de energía oscura— Guitarras, piano, el chico modelo de los demás, pero en el fondo tenías un vacío enorme, una pena que intentaste llenar usando a una chica, y no, no es culpa de ella que ese bastón lo tengamos nosotros, es tu culpa por destruir su alma. Ahora pagarás, por Zafiro, por Dara, y por llamarme drogadicto.

Levanté mi mano sana para atajar la energía, pero ésta nunca llegó. Cuando mis ojos al fin enfocaron, tenía a Andree dando una paliza a Hugo.

—¡Alex necesita de ti! —grita su hermana a lo lejos— Saltemos ya.

Andree estaba por encestar un último golpe, pero Hugo, y los demás saltaron, se desvanecieron, junto con toda la fiesta.

—Sales a divertirte sin mí —acusa Andree ayudándome a levantar.

—¿Cómo llegaste? No te habías ido...

—Gizah, y Tamirá fueron por mí, a tiempo para ti.

—Yo le estaba partiendo la cara —digo presumiendo— Con un brazo.

—Claro, y también usaste tu cara para partir la suya ¿no?

—Vamos al campamento, hay mucho que debo analizar, luego nos ponemos a discutir detalles. 

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