Inoportuna
Golpeé de nuevo el saco que tenía colgado en medio del pasillo de la casa, nadie se atrevía a preguntarme qué era lo que me ocurría, porque simplemente se notaba que me hervía la sangre. Los únicos que me dirigieron la palabra fueron Tamirá y Ander para decirme "Te lo advertí" Pero no, como soy medio imbécil usé el hilo, y la visité.
Mi madre me traiciona, quien sabe por qué, Dara intenta matar a Julia, Zafiro se aparece en medio de la batalla, me deja inconsciente, pero yo, como idiota, lo único que quiero es volverla a ver, y cuando lo hago, ella está en los brazos de Hugo.
Debería hacerme una remera que diga <<NO PIENSA>> ¡PUTA MADRE! los odio a todos, odio a Lior, odio a Hugo, odio el dolor que me hace sentir Zafiro, odio tener que cargar con todo esto yo sólo, que me partan la madre, al fin y al cabo nada es lo que quiero que sea.
De nuevo golpeo la bolsa con toda mi rabia, no podía creer que me tuviera así, no podía sacarme de la cabeza ese beso, ni los celos, ni las ganas de ser yo quien la tuviese.
Los rayos del sol se borraban más y más, mi día fue demasiado jodido que ya no puedo con esto, es hora de darme una ducha. Así que atravieso el pasillo hasta llegar frente a mi cuarto, cierro la puerta con llave, no quiero que nadie venga a darme su discurso de "Tranquilo Helios" porque simplemente no hay nada que pueda tranquilizar mi ira.
Mi madre una traidora, Dara una víbora, Zafiro en brazos ajenos. Y estoy seguro de que me vió, y lo hizo para fastidiarme, y vaya que lo logró.
Me quito la ropa y dejo que el agua caiga sobre mí. Me tallo la piel con la esponja, mientras mi ira se transforma en un llanto histérico, cargado de dolor y frustración. Pego la pared de nuevo, provocando que mis nudillos se queden rojos por los golpes.
No uso energía porque malditamente quiero sentir cada dolor, quiero que mi ser entero se haga polvo, y quiero golpear la cara de Lior y de Hugo, necesito tenerlos frente a mí y hacerlos pagar absolutamente todas las malas jugadas.
Lavo mi cara de nuevo, apago la ducha y con el cabello mojado y los ojos rojos, me paro frente al espejo, para rasurarme, antes de hacerlo, rodeo la toalla en mi cadera, y procedo.
Mis ojos se clavaron en lo que queda de mí, una cabeza, un cuerpo y un tatuaje con movimiento en el antebrazo, ya no soy nada.
Respiro profundo, mientras mi cabeza sólo repite la imagen del cuerpo de Yeru encorvándose, hasta de esa forma esa mujer me gana en todo, hasta besando a otro me gusta imaginármela. Abro la puerta del baño y camino descalzo sobre la alfombra de mi habitación, hasta donde está mi placard.
—Hola —la voz me sobresalta, porque la reconocería de aquí a la luna, no puede ser.
Me giro para ver a Yeru sentada en mi cama, esto no puede ser, en definitiva algo no está bien, debo estar alucinando.
—Tú no eres Yeru —digo con la respiración agitada cuando ella pone sus ojos en blanco— ¿Cómo entraste aquí? ¿Por qué estas aquí?
—Puedo saltar en donde estés, recuerdas que hacías eso conmigo Helios...
—¿Qué mierda haces aquí? —pregunto entre dientes tan furioso, no sé si quiero arrojarme sobre ella, o sacarla de mi habitación y entregarla a todos mis soldados.
—Necesito tu ayuda...
—Ja —se me escapa una risa de burla mientras mi cabello goteaba y le ofrecía la mirada más fría posible— No parecía que necesitaras mi ayuda cuando estabas comiendo de la boca de Hugo. Sabes... no entiendo, te estabas ocultado de mí, y apareces aquí como si no hubiesen problemas entre los dos. Como si estuviera visitando a un viejo amigo.
—¿No eras mi amigo? —pregunta acomodándose en mi cama, y por favor, ¿cómo hace para verse tan bien?
—¡Claro! soy el amigo a quien quieres matar, lo olvidé. ¿En serio qué quieres?
Ella levanta su mano derecha y veo un punto negro, como si su piel estuviera necrosando, sus ojos se llenaron de preocupación, y los míos también, si bien estoy furioso lo que menos querría en este universo es verla sufrir, o desaparecer de nuevo.
—Me está matando de nuevo —dice afinando la voz, dejando su tono de niña mala— Aldebarán me dijo que sólo Berenice podía ayudarme, pero la bestia...
—¿Qué bestia? —ella niega con la cabeza y de sus ojos comenzaron a salir lágrimas, caminé hasta ella y tomé su mano, ¡maldita mierda! ¡que inoportuna es la vida! ella tan comible, yo tan deseoso, pero en medio de un terrible dilema. Ayudar al enemigo.
—Dijo que tú debías sacar la aguja de Lucía, que debías ser tú, yo no iba a venir, porque estoy violando el trato con Lior y con Dorot, pero comenzó a ponerse negro, y yo no quiero morir, otra vez no, por favor ayúdame...
Su voz suplicante me obligó a olvidar mi enojo o las condiciones en las que nos encontramos, así que tomé su mano, y estiré energía de ella, como en los viejos tiempos, posé mi palma sobre la suya, y exploré el origen de la aguja, esta estaba de forma trasversal, a la altura del acromión, y pequeñas redes de energía recorrían de su cuello a su pecho.
Solté su mano, y con toda la frialdad del mundo contesté.
—Debe ser Berenice quien te ayude, la aguja tiene ramificaciones en tu cuello y tu pecho derecho... yo
—Me tocaste una vez ¿cuál es la diferencia?
—No te había besado —dije sincero, cuando la piel de su mejilla se puso de un color rojo carmesí.
—Helios, por favor —suplica casi en llanto— Si la bestia dijo que debías ser tú, debes ser tú.
—¿No confías en tu padre?
—Claro que sí, pero la bestia me dijo que hay algo que mi padre no sabe, y que por eso debías ser tú, no me dejes morir otra vez, por favor, no dejes que me vaya otra vez.
La culpa comió mi ser, ella aún está furiosa por su muerte, pero vino hasta mí, porque no quiere morir de nuevo, en verdad, debe de sentirse muy mal para acudir a mí, sí, sus ojos están llenos de dolor y debilidad.
—Quítate la blusa —intento ser imparcial, en verdad, intento ser neutro, pero ¡Dios! cuando su piel se descubre y ese lunar que está justo sobre su pecho se descubre todo mi cuerpo se enciende, pero no debo pensar en eso.
Coloco mi mano primeramente sobre su cuello, y ella hace todo el esfuerzo de no gritar, pero sé que le duele mucho, sus ojos se ponen rojos y de la palma de sus manos comienzan a caer gotas de un líquido azul brillante.
Lo hago unas tres veces, hasta que las raíces desaparecen de su cuello, y ahora voy por la base de su pecho derecho. <<¡OH que mierda!>> Mi respiración se agita, hasta que ella se tira en la cama, llevando su puño en la boca, evitando gritar, yo sé que no quiere que nadie más la escuche, que nadie sepa que está aquí.
Con esto fue más difícil porque en verdad había muchas raíces, y porque yo estaba demasiado ido mientras la tocaba, por todo lo que ocurría.
—Aún falta el más grande ¿vas a aguantar? —ella agita la cabeza mientras las lágrimas caen de sus ojos, en teoría, ella no debería sentir dolor, pero sea lo que sea que Lucía le puso, la está haciendo añicos.
Con mucho esfuerzo logré deslizar la energía del hombro a la palma de su mano, logrando que cayera, y cuando estuvo en el suelo lo envolví con mi energía y lo coloqué sobre mi escritorio.
Yeru aún seguía en la cama con los ojos llorosos y el torso desnudo, yo estaba embriagado por esa imagen, pero así también estaba conmovido, ¿en qué la obligué a convertirse?
Ella al fin se reincorpora, y sé que se irá, y afuera volverá a ser mi enemiga, pero yo no quería que se vaya, yo no le iba a hacer tan fácil su ida. Intentó colocarse la blusa, pero yo la detuve sosteniendo su mano. Sus ojos se clavaron en mí, y no pude evitar atacar sus labios.
Zafiro se dejó llevar, sus suspiros eran entrecortados, y de nuevo confirmé que ella siente cuando yo la toco, mi vínculo de vida en verdad es fuerte con ella.
Yo no podía creer lo que estaba haciendo, en mi cabeza no terminaba de hilarse que la estaba besando, a ella, con el torso descubierto, y yo, sin más que una toalla sobre mi cintura.
Puse todo mi peso sobre ella, para que no pudiera escaparse, la tenía como si fuera mi presa, y ella se veía así de indefensa, y eso me volvía más loco, escuchar sus suspiros mientras la besaba, y cuando mi mano se posó sobre su pecho, un gemido se escapó de ella.
Mi cabeza estalló, yo deseaba más, sostuve sus manos sobre su cabeza cuando ella me besaba con más pasión, y su piel rozaba la mía. Metí un poco mi lengua en su boca, cuando ella estalló en un sonido embriagador, solté sus brazos para separarme un poco de ella y apreciar su bello rostro, ella estaba tan ida como yo, lo estaba disfrutando, así que volví a atacar sus labios, para apretarla más contra mi cuerpo.
Zafiro estaba dejándose llevar por mí, y por el calor del momento, su mano recorrió mi espalda, y yo la besaba tan locamente, porque no quiero perderla, quiero tenerla así por siempre, quiero probarla de todas las maneras posibles que mi mente ha comenzado a diseñar en un segundo.
Ella lleva su mano al nudo de mi toalla y la burbuja explotó. Mi puerta fue golpeada, me tuve que separar de Amit, y cuando lo hice, ella tomó su blusa y saltó.
¡Maldita vida inoportuna! ¿Quién y qué quiere como para arruinarme el mejor momento de mi vida? Estaba a punto de hacerla mía.
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