Ha comenzado

Ha comenzado

Cuando nuestros pies dieron contra el suelo, Ian no tardó un segundo en realizar su segundo salto y fue a hacer lo que le pedí.

Sin más corro hasta la sala, y la llamo, llamo a Ader, porque simplemente ella debe ver mi gloria. Grito su nombre cuando los demás habitantes de la casa vienen hasta mí, mirándome extrañados, nerviosos, sorprendidos.

—¡Señora Odeim! —vuelvo a llamar y al fin se hace presente, sus ojos estaban encendidos de sorpresa, no hacía falta decir nada, ella ya lo sabía, lo sentía y sólo esperaba una cosa.

Saqué la piedra a la vista de todos para que sus suspiros de sorpresa bailaran la habitación. El grito de júbilo de Dana y Alexandra llenó mis tímpanos de sus vocecillas.

—¡Te felicito! —dice con lágrimas en los ojos, y nadie puede creerlo. Entonces se hizo el silencio— Para ser sincera no lo creí posible, no pensé que podríamos encontrar una, siempre creí que debíamos robarlas.

—Has hecho un magnífico trabajo —dijo Alexandra abrazándome con fuerza, no pude evitar tomarla de igual manera en mis brazos.

—Hizo lo que debía —Lior, se podía oler su enojo, no puede aceptar que la señora Odeim esté feliz por mi causa.

—¿Dónde? —pregunta Ader acariciando la roca y liberando sombras— Sabes... no importa, ni dónde, ni cómo ni cuándo, lo que importa es que la tenemos.

—Ahora mismo, lo que importa es que tenemos la balanza de nuestro lado —repara Alex— ¿qué hacemos ahora?

Cuando lanzó la pregunta al aire no quise esperar a más, porque no vale la pena dejar pasar esta oportunidad.

Caminé hasta la mesa de la cocina, cuando vi a mis tíos unirse a la fiesta y llegaron justo a tiempo. Pasé mis manos sobre la madera, ahora tenía la atención de todos, absolutamente todos, y debo admitir que hace tiempo estas cosas no pasaban.

—Bien —dice Ámbar al ver mi mapa— Eso no me lo veía venir.

—Es hora de que ataquemos, y dejemos una herida tan grande en el suelo que, sea quien sea se arrepienta de haber relegado a los Nemosorum. —En mi mapa había sombras, muchas sombras en los lugares céntricos de la capital.

—¿Qué quieres hacer? —Ader suena tan emocionada.

—Sacar a los Dominis y Pérfugas de sus escondites.

—¿Pérfugas? —Dana parece muy preocupada— ¿A ellos por qué?

—Nos atacaron la última vez, es hora de averiguar lo que quieren.

—¡Ellos son demasiados poderosos! —vuelve a reclamar Dana— podría ser un suicidio Hugo.

—No, es una oportunidad, ahora que podemos tener, somos muchos, muchos más que ellos, y ahora tenemos esto, es hora de hacer las cosas como debían ser desde hace tiempo. ¡Ataquemos!

—Estoy de acuerdo —Ader levanta su voz sobre todos nosotros— Es hora de saber qué es lo que pasa, y de comenzar esta guerra.

Ámbar me observa atentamente, como si ella tiene algo que aportar, algo valioso. Y su rostro se llena de placer extremo cuando suelta su veneno al fin.

—Hugo, mi amor —dice con capricho— Dejémonos de tonterías, y no concentres tu batalla aquí... —estira mi mapa como si se tratara de una tableta y la mueve hasta un punto— Aquí — me señala una terraza de bosque— Toda esta zona, estoy segura de que una parte fue habitada por ellos, con eso tendremos más de los Dominis y podremos encontrarlos.

—¿Acaso ya no sabías dónde estaban? —Lior no está seduciendo y eso es raro.

—Se mudaron, no son idiotas, y reforzaron la entrada a ese lugar, si Helios no está allí no es tan fácil de encontrarlos.

—¿Estás segura? —pregunto marcando la zona— Podríamos cubrir este lugar con sombras si así quieres, pero debes estar segura, o será un desperdicio...

—¿De energía? ¡Por favor! estoy más que segura, y no sólo eso; mientras mis nenas van de fiesta, yo quiero que me dejes ir de cacería.

A eso quería llegar, ella sólo quiere que le de permiso a ir por almas, y no sé qué tanto quiera concedérsele, pero la cara de Ader ya me da todas las respuestas posibles.

—Yo te lo concedo —dice Ader al fin— puedes cazar, pueden... —alza su voz y mis tíos se ponen del lado de Ámbar para que sus ojos brillen de más— Todos pueden ir a las calles, vayan a las fiestas, ensucien almas, rompan corazones, dejen tristezas, liberen a sus sombras, armen caos.

Ella giró a mirarme, sabe que era justo lo que quería, tener esta revuelta, fundir el pánico, pero también sabe que me merezco un premio.

—Ya sabes que me debes algo Ader, y no aceptaré un no por respuesta. Ahora tengo lo que tanto querías, y te estoy dando eso que hace tiempo estás clamando.

—Es muy peligroso —replica negando, mientras todos nos miran, queriendo entender lo que pido, sin tan siquiera imaginar qué es lo que quiero— ¿No lo dejarás pasar verdad?

—Sabes que no —digo apretando mis labios con fuerza.

Ader lanza un suspiro y en la punta de su dedo índice se forma una pequeña bola lilásea. Las voces se rompen una contra otra, conmovidas, sorprendidas, ya saben lo que viene ahora.

—¡NO LO HAGAS! —Dana grita suplicando cuando mis tíos la detienen— No Hugo, no lo hagas, es muy peligroso.

—¿Dónde lo quieres? —pregunta mientras Dana sigue pidiendo que no lo haga, sostengo con mayor fuerza la piedra en mi mano, y me inclino sobre la mesa, borrando con este acto el mapa.

—En el cuello —respondo implacable— Aquí —señalo mi izquierda.

—¡Esto es una locura! —exclama Lior— Hugo, basta.

—¡Cállate! —Pido nervioso y cansado de escucharlos— Odeim, hazlo de una buena vez.

El dedo de Odeim dio contra mi cuello y describir el dolor es imposible. Como si millones de megatones detonaran en mi interior, mi cuerpo comenzó a sentir que las células se hacían más grandes, explotaran y se rehicieran.

Grité con todas mis fuerzas, y de esa misma forma sonó en mí las voces de Dana y Alexandra pidiendo a Ader que se detenga, yo estaba sobre la mesa, sometido a las sombras. Pero Ader no se detenía, ni lo iba a hacer, o sino el proceso me dejaría con secuelas.

Es mejor que termine el proceso, pues es mejor que muera, a que mi corazón lata, pero me quedé sin esencia.

Cuando al fin terminó y todo se calmó, en realidad es cuando comienza la verdadera batalla. Ahora debo proteger mi alma, hacer el pacto del tiempo y evitar que las sombras se coman mi corazón.

Mi guerra ha comenzado.

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