Gizah
La última vez que recuerdo haber ido a una fiesta llevaba la ira en mi ser, estaba cargado de enojo y pocas ganas de ver el mundo, hasta que me encontré con Zafiro, no hay palabras que me ayuden a describir el enojo que sentí cuando ella y Hugo casi se besaron, tanto, que terminé reaccionando de la peor manera.
Como cuando comenzamos a entrenar, no podía manejar mis impulsos.
Ahora estamos en medio de una fiesta, Tamirá y yo, pero no cualquier fiesta, esta es de las que sólo si eres dueño de una gran empresa o hijo de algún político puedes entrar, por suerte, yo era de los dos.
Mi padre es dueño de este edificio, y muchos otros más a lo largo del mundo, y mi madre estuvo metida más de una vez en algún cargo político, salpicada por tantos escándalos de corrupción, pero al fin y al cabo, ella era mi madre.
Cuando entró en depresión lo dejó todo, y se volvió vulnerable, pero aún así, saben quién es ella, y a un Anta no le negarían la entrada. Mucho menos si ese Anta es un Dominis, y la disco está minado de Nemosorums.
—¿Estás segura que vino aquí? —pregunto mientras pasamos entre la gente.
—Sí, lo estoy, tanto que aquel joven vio a la pareja feliz subir a la terraza.
—¿No podíamos evitar esto? Es decir, ves el futuro.
—Veo los posibles futuros, lo que no es lo mismo que ver «EL FUTURO» ¿Si entiendes verdad?
Yo sólo veo lo probable y una acción podría modificar por completo lo que creía, como un Pérfugas, o un Dominis enamorado, sé lo que puede pasar, pero no exactamente como pasará.
>> Y sí, puedo escoger o evitar algo, pero eso podría traer peores consecuencias, es mejor, intentar hacer cumplir una línea de lo que veo, y así encaminar las cosas a un probable desenlace.
—Ya, entiendo, supongo que hay cosas que son necesarias.
Tamirá me detiene de golpe para mostrarme a un joven que salía de la disco por una de las puertas de emergencia, parecía sospechoso.
—Es un Perdido —asegura mientras se acomoda sus rulos—. Y parece que acaba de intoxicar a Alexandra con energía.
—¿Alexandra está aquí? —pregunto preocupado— Eso quiere decir que Hugo también lo está.
—Están —afirma Tamirá— Pero ahora, debemos ir a la terraza, dejémonos de rodeos.
Nos vamos al ascensor y presionamos el piso al cual queremos ir.
Tamirá coloca una mano sobre su estómago, ella en verdad aún no está completamente bien, pero insistió en que ella debía venir.
La puerta se abre, y la música golpea mi ser, Midnight City, sonando a los golpes.
Aquí también hay gente, pero en menor proporción. El ambiente era mágico, tanto que hubiese deseado estar aquí en algún momento de mi vida, con la persona indicada.
Alguna que otra chica alocada dejaba volar su cabello al ras de la brisa. Todas eran hermosas, y los chicos las miraban con deseo, y otros con amor.
—¿Te hubiese gustado ser un joven hormonal normal? —pregunta Tamirá mientras busco a mi hermana con la vista— Yo se que sí pequeño Anta. Si yo hubiese tenido una vida normal, no creo que haya tenido la oportunidad de conocer este lado del mundo. ¿Sabes?
—Lo siento, pero hay cosas que se extrañan sin ser lo que realmente queremos.
La miro apenas por un segundo, cuando mis ojos dan con Gizah, ella está sentada en el balcón y un chico le acomoda el cabello, desde aquí puedo ver el tatuaje Nemosorum sobre su muñeca. Mi sangre se hiela por completo, porque simplemente la veo feliz, con alguien con quien no debería estar.
—Helios... —me llama Tamirá —Debemos acercarnos para escuchar lo que dicen, no puedo leer nada en ellos, es como si alguien hubiese puesto un seguro en ambos.
Obedezco a Tamirá, vamos por un costado donde hay mayor cantidad de personas, para mezclarnos con ellos y que no les sea fácil detectarnos.
Al fin estamos lo suficientemente cerca, Tamirá suelta un hilo de energía al suelo, me conecta a ella, y puedo escuchar cómo viaja por el concreto hasta llegar a ellos.
—Gizah, ¿está mal lo que hacemos? —pregunta el chico cuando ella le acomoda el cabello.
—Quizás, pero creo que tú y yo nos hemos mantenido al margen, yo no pregunto por los Nemosorum ni tú por los Dominis, así que creo que lo estamos haciendo bien. La verdad intenté olvidarte Iam, pero...
—Yo también lo intenté —suelta el chico, cuando Tamirá me ofrece una mirada de ternura, a mí por el contrario me dan ganas de romperle el hocico—. Pero es imposible, desde ese beso, en las canteras, me traes loco.
Cuando confiesa eso, Tamirá me agarra con fuerza del brazo, sabe que estoy furioso, yo mandé a las canteras a Gizah sola, para que investigara algo y ella lo aprovechó para verse con el Nemosorum este.
—Iam, estamos locos, muy locos, pero, disfruto de esto, y si bien no somos novios, quiero llevar esto hasta donde podamos sostenerlo, aunque los dos sabemos que tarde o temprano todo irá a la mierda.
—Tarde o temprano nos enfrentaremos en el campo de batalla, ¿es eso lo que te preocupa? Yo no podría dañarte.
—Tú no, pero otro Nemosorum sí.
Ella terminó la oración para que el chico se arrojara a sus labios con tanto amor, que no podía concebir que fuera real, o que mi hermana esté tan loca como para aceptar semejante trato con el enemigo.
—Helios... —me susurra Tamirá para apuntarme a Hugo y sus acompañantes— Parece que ellos no se van a atajar.
—¡Mierda, esto terminará mal! —golpeo el suelo mientras Tamirá vuelve a traer el hilo que arrojó a ella.
—Es mejor que avises a Ebe que necesitamos refuerzos, que venga Franco, Saskia y Bruno, si tenemos a Ámbar aquí, son ellos los que nos ayudarán.
Envío el aviso a través de una bifurcación, cuando Gizah e Iam se separan. Sus ojos estaban cargados de amor, amor verdadero, pero su locura, nos acaba de posicionar en medio de una gran guerra.
—No sabía que esto podría salir tan bien —sonríe Tamirá— Debes agradecer a Gizah, acabamos de traer la última piedra a nosotros.
Hugo en verdad lo trae consigo, si eso es verdad, este mal sabor valdrá la pena.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top