Fe

Cuando tenía nueve años la señora Odeim me había visitado, y la gran pregunta fue, si en verdad quería ser parte de esto, recuerdo haberme sentado a su lado, mientras mis ojos se clavaban a mis manos inquietas.

—Lior, ¿en verdad quieres dejar esta vida, para ser parte de los Nemosorum? —preguntó seria—. Tus padres han sido esto siempre, pero hoy, ellos ya no están y tienes todo el derecho de quedarte con tus abuelos, o venir conmigo, prometo cuidarte, y darte todo lo que necesites.

—Yo sólo quiero ser lo que mi padre fue —respondí entre sollozos.

Acababa de enterrarlos, acaba de despedirme de ellos, lo único que quería era acercarme a sus almas, tenerlos cerca, y las sombras eran las aliadas perfectas, yo tendría las sombras que les pertenecían, esa fue la promesa de Ader, a pesar de que eso implicara someterme a un doble sello.

Hoy serán 7 años de sus partidas, nadie sabe cómo, pero en medio de una misión les quitaron el alma, a ambos, de la nada. Es por ello que el poder de Ámbar no es que me agrade, pero soy un Nemosorum, y por sobre mis sentimientos, está nuestro objetivo.

Enciendo el cigarrillo que tengo en la boca mientras los mosquitos comienzan su concierto en mis oídos, la chica está tardando demasiado, y este bosque es uno de los que menos me gusta por la cantidad de insectos.

Lanzo el humo en forma de círculos, me divierto con ellos, hasta que la rubia pasa caminado a 3 árboles de mí.

—¡Hey! —la llamo sacando de mi boca el cigarrillo.

—Lior... —su voz es tan sexy, ese Helios tiene buen gusto, Zafiro y Dara, ningún desperdicio.

—Hermosa, no hay mucho tiempo, aparentemente te siguieron —digo sintiendo la ruptura en el aire, mis sombras están inquietas. Y ellas nunca me han fallado.

El aire se hace más denso, están buscando a Dara, y realizarán un salto donde estamos en cualquier momento.

—Sólo esto —me entrega un bastón bastante raro, pero con el símbolo de los Dominis—. Escuché que les da algún tipo de conexión con el cuerpo de Zafiro, cuando acercaban a una carta ella respiraba. Es todo lo que sé. —se excusa mirando a todos los ángulos, ella siente mis sombras.

—Bien —contesto mientras guardo el bastón entre mi cinturón—. Ahora hermosa... —coloco mi mano sobre su cabeza— Tamirá te leerá, pero sólo si tu lo recuerdas.

El rostro de Dara se transformó a incomprensión, por lo que puse mi mano sobre su cabeza, extraje de su mente lo que acaba de pasar y sin más la golpeo en el estómago, provocando que se quede sin aire.

—¡Mierda! —Intenta defenderse, pero tarde, la agarré del cuello y descargue energía en ella haciendo que se desmayara.

—Siempre funciona.

El cuerpo de Dara quedó tendido en las rocas, así que lo que intriduje fueron recuerdos falsos, para hacer creer a Tamirá de que ella fue atacada por sombras, dispersé unas cuantas de mi cuerpo para dejar rastros de energía, y antes de que ellos llegaran al lugar, realicé mi salto.

En menos de lo que canta un gallo, estaba en la calle frente al ex colegio de Zafiro.

—¿Qué carajos? —murmuro perdido.

Había tomado un vidrio y pensé en la casa de Alex, ¿por qué estoy aquí?

Los estudiantes del colegio están saliendo de clases, todos contentos, como si nunca hubiese ocurrido una tragedia aquí.

Recuerdo que una mañana aparecimos en este colegio, apenas era la entrada, ya sabíamos que los Dominis habían sido convocados, y como Paulina para ellos era una imagen cercana, pudimos romper el radio de seguridad de la mayoría, menos el de Helios, por ello, decidimos atacar.

Liberamos sombras en los pasillos, las personas que estaban entrando a sus clases pensaban que era humo de un incendio, vaya tontería.

Dejé salir en aquella ocasión todas mis sombras, para que recorrieran pasillo por pasillo, hasta que me topé con Andree. Tapé tan rápido como pude mi rostro, lo único que quería era herirlo, pero era bueno en la pelea cuerpo a cuerpo, entre forcejeo y forcejeo lo derrumbé.

Fue un completo desastre, porque de la nada, en medio del caos salió Lucía, ella no dudó en arrojarnos energía, cuando nosotros nos limitamos a luchar a la antigua, entonces comenzaron a aparecer más Pérfugas, las señoras de limpieza, en su mayoría.

Esa pelea se salió de control, Lucía atacaba a matar, y no tuvimos opción más que provocar fuego real para escaparnos.

El cuerpo de Andree había quedado tendido en el suelo, cuando Saskia apareció y de la nada, se fue.

Ese día había luchado por primera vez, y por primera vez tuve que recurrir al salto para resolver un problema.

De ese incendio quedó el mural que tengo en frente. Todos creen que ellos están muertos. Y les rinden homenajes con flores y fotografías.

Me acerco al mural donde están inscritas las fechas de nacimiento, hasta que localizo la de Zafiro, lo cual es raro, porque ella no estuvo el día del incendio ¿por qué aparece su nombre aquí? Saco el bastón de mi cinturón y lo acerco a la fotografía. No pasa nada, ningún recuerdo de ella, sin embargo, la energía de Saskia me estiraba.

Dirigí el bastón a la foto para entrar en un pequeño bucle de energía. En eso, lo descubrí. La misma escena, Andree en el suelo, yo, ella, Lucía del otro lado. Alzó sus manos al aire y el tiempo se detuvo. Saskia lo movió tan rápido como pudo y se escondieron tras unos casilleros.

La maldita puede controlar el tiempo. Bien guardado se lo tenía Helios, ¿cómo es que me saltó el recuerdo de Saskia? ¿Por qué mi salto me trajo al colegio de Zafiro?

Cuando se acaba el recuerdo, ingreso por el portón gigante al colegio, mientras las miradas de las chicas me seguían, alguna que otra realmente está lista para ser víctima mía, y se ven muy bien.

Seguí caminando, dejándome llevar por el bastón que tenía en la mano, parecía que él me quería mostrar algo. Mis pasos cada vez son más rápidos, como si alguien me estirara de la mano.

Al fin, lo sentí claro, el bastón me guiaba a un enorme árbol de lapacho. Las hojas verdes se movían al son del viento, como si lo hubiese, porque ni el asomo de una brisa rondaba por aquí.

Decidí posar mi mano sobre el tronco de lapacho, y al momento en que lo hice, me metió en un bucle de energía. Mi corazón comenzó a latir con mucha fuerza, como si hubiese hecho 60 minutos de cardio y sólo por ver a la niña recostada contra el tronco. Ella se veía concentrada, leyendo un libro, su rostro reflejaba sorpresa, placer, disfrute.

De la nada de sus labios se escapó una pequeña sonrisa, así que me pongo de cuclillas para leer la tapa del libro. "La llave de los tres cerrojos" Nunca lo había escuchado.

Por un segundo yo también sonrío, al ver lo hermosa que se ve. Zafiro era una traga libros y yo ni enterado. Extiendo mi mano para acariciar su rostro cuando ella habla.

—Pensar que es nuestro último año compañero —oír su voz me provocó un pequeño espasmo pero de esos placenteros, casi orgasmático diría.

—Deberías estar en clases —Helios habla, y por primera vez mi pecho se comprimió, queriendo golpearlo, no por el placer que me causa ser problemático, sino porque en verdad sentía que me estaba interrumpiendo.

—¿Y tú? Estás afuera y vienes a darme lecciones de moral —VENENOSA resultó ser el angelito.

—El profesor de historia me echó de clases —se queja Helios sentándose a lado de Zafiro, y sinceramente lo quería levantar y alejar de ella— Y bueno, este es mi lugar cuando me echan de clases.

Siempre te gustó, maldito Helios, yo puedo ver cómo te morirás por estar con ella, pero ¿cómo es posible que hayas sido tan idiota para no tomarla?, ella se derretía por ti.

—Al niño prodigio lo echan —ríe

Te hubiera gustado verlo, a mí no me engañas.

¿Qué es lo que siento? ¿por qué no me gusta oírlo hablar a Zafiro? Me levanto rápidamente, ¿por qué me muestras esto?

Giro de golpe, porque no soporto ver la escena, cuando en una esquina veo a Lucía, ella está observándolos también, y de sus manos comienza a liberar energía que dispersa en el lugar, haciendo que recorra el suelo, llegando a los pies de Helios.

—Mírame, mírame... —ya no escuché el resto de la oración de Helios, ni de Zafiro, porque mis sentidos estaban enfocados a la energía de Lucía.

¡Qué mujer más inteligente! Ella evitaba que Helios hable, que se confesara, que exprese su amor.

¡El amor no confesado su condena será! Lucía quería que las cosas salgan mal para Zafiro desde un comienzo. La pregunta aquí es ¿por qué?

Miro de nuevo la escena, la niña y Helios se separaron, caminando cada uno en una dirección contraria. No lo dudé, fui tras Helios hasta donde me permita el bucle de energía.

Lo alcancé a duras penas, iba pateando las flores blancas del lapacho, enojado, como si odiara no controlarse. Si tan sólo supiera que el problema no es sólo suyo, y que lo obligaron a sacar ese lado.

—Ella no te gusta —se dijo para sí, provocándome una extraña sensación—. Ella no te gusta.

Esa segunda oración tenía un tono lastimero, cargado de auto compasión e ira. Si bien se nota que es su naturaleza esta, Lucía hizo bastante, ¿cuántas ocaciones más lo habrá impedido?

—¡Helios! —lo llama Lucía con una pila de libros— ¿Me ayudarías?

—Claro.

Cuando el contesta eso, el bucle de energía se rompe, dejándome a mí fuera. Estaba por separar mi mano del árbol cuando de nuevo entré a otro bucle, pero este parecía más reciente.

—¿Lo dices en serio? —Un joven de cabello largo estaba con el padre de Helios parado a lado del árbol— ¿Mi hermana murió y no tienen idea de quién fue el o la responsable?

Ander, es el hermano de Alex, en ese preciso instante el bastón que llevaba en mi mano comenzó a brillar y a querer ir junto al joven.

—Lo siento, Ander, lo siento mucho, pero sabes cómo son las reglas del juego. No podíamos intervenir.

El padre de Helios se recuesta contra el lapacho, y se lleva una mano a la cintura en señal de necesitar respirar.

—Mi hijo hizo lo posible, pero... las cosas.

—Sabes que lo posible, no siempre es suficiente. ¿Dónde se encuentran los Dominis? —el joven pregunta enojado.

—No lo sé, ninguno de nosotros lo sabe, Helios los mantiene muy bien ocultos, sólo debemos tener fé.

—Fé —repite él—. Me pides fé cundo la Pérfugas se escapó de tus amnos Niccolo, no puedo con esto, y la verdad, estoy interesado en volver a traer a mi hermana. Si la quieren despertar sabes que soy su única opción.

—Lo sé, pero yo no se los puedo decir...

—Ellos lo deben descubrir.

Esa oración la decimos juntos al mismo tiempo, ya sé, yo debo encontrar a Ander, antes que Helios, y así la volveré a traer, pero antes, necesitaré una cosa más.

—El cuerpo de mi hermana, lo necesito.

Yo también, respondo atajando el bastón con mayor fuerza.

El bucle se cortó, y está vez ya no hubo más, pero lo tenía todo, no me hacía falta nada, nada más que a Ander y Amit. 

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