Error de calculo
Cuando desperté no había nadie en la habitación, pero tenía sentimientos, eso quiere decir que Lior está aquí a lado, así que me levanto de la cama, y camino en dirección a la puerta. Quien sabe cuánto tiempo he estado durmiendo, pero lo único que quiero ahora es encontrar esa tablilla.
Abro la puerta de mi habitación cuando me fijo en que nadie anda por el pasillo, así que camino directo a la habitación de Hugo.
Doy unos toques a la puerta y esta inmediatamente se abre, el rostro de Hugo refleja sorpresa y angustia, pero me invita a pasar, mira a ambos lados del pasillo y llavea la puerta.
—¿Qué haces aquí? —me susurra mientras inspecciona si tengo fiebre o algo— Debes estar en cama, no puedes...
—Hugo —digo acercándome hasta él mientras coloco una mano sobre su pecho— ¿Dónde tienes la tablilla?
—¿Cómo? —suena confundido por mi pregunta, él sólo me está inspeccionando y babeando por mí.
—La tablilla, Aldebaran me dijo que la tenías.
Hugo suspiró, pero no dudó en agacharse y estirar de debajo de su cama una tablilla de piedra la cual deja sobre el suelo, las letras son extrañas, y por todo el borde de la misma se encuentra el símbolo de los Péfugas.
—¡Mierda! ¿Qué hace mi nombre alli? —pregunto cuando me pongo en cuclillas y paso mi mano sobre la piedra, sintiendo la textura de todas las letras talladas en ella.
—Esa misma pregunta me hice yo cuando vi tu nombre. Cuando Tamirá me entregó esto, me pidió que la cuide, pero Lior me lo había quitado, y la noche en que moriste, le había pedido que me lo de, al momento de esparcir las rocas sobre el suelo, estas se fusionaron, y la imagen de los Pérfugas iluminó el lugar, después de eso, guardé la tablilla, intenté traducirla un montón de veces, y logré hacerlo por partes, pero es muy larga y difícil de entender, parece como si fuera...
—Una poesía... —digo mientras acaricio la roca esperando encontrar un pequeño hilo de energía que me conecte.
Hugo puso su mano sobre la mía para acariciarla, yo no pude evitar retirarla con rapidez, y sentirme extraña, como la primera vez que lo vi. Mi cuerpo entero quedó congelado, ante lo que él me ofrecía, como terminamos tan lejos uno del otro, en el pasado lo hubiese elegido, pero Helios estaba tan impregnado en mí, sin tan siquiera demostrarme afecto, cuando Hugo me lo dió todo.
—¿Te encuentras mejor? —su voz suena a arrepentimiento y dolor.
—Sí...
Recordé nuestro momento apasionado, y eso hizo que mi estómago se vuelque por completo, es decir, me estaba dando una especie de vergüenza, cuando antes, sólo era para poder sentir cosas. ¿En verdad siempre usé a Hugo? Tan mala persona he sido desde el comienzo.
—¿Arrepentimiento o culpa? —pregunta dándome una media sonrisa, ¡Dios! en verdad entiendo por qué me gustaba tanto.
—Vergüenza —respondo llevando nuevamente mi mano sobre la piedra.
—Sólo fue un pequeño beso... mmmm un beso muy apasionado, y tú estabas tocándome y yo a ti, no pasa nada.
—Claro, para un mujeriego como tú...
—Ex mujeriego —corrige mi expresión— Ahora leo la biblia y me siento a tejer por las tardes.
Había olvidado que el chico era gracioso, y que le encantaba el drama y la exageración, pero me encantaba saber que no ha perdido ese lado, que alguna vez quise. Cuando me dejo llevar por la felicidad causada por Hugo, siento algo muy extraño a mi alrededor, como si alguien estuviera observándonos.
Miro a mis costados, pero no veo nada más que las cosas de Hugo por toda la habitación, entonces de la nada Hugo saltó a mi lado, cerrando distancia, yo intenté alejarme un poco más, pero él me ganó tomando mi cabeza y besándome con hambre.
Mis impulsos están ahora sobre mi razón, me dejé llevar por el tierno pero voraz beso que me estaba dando, cuando se alejó de mí, y me inspeccionó de pies a cabezas.
—No sólo es que seas hermosa Zaf... o que me tenías loco desde el primer momento en que te vi —acaricia la cicatriz de mi cuello, esa que provocó que nos conociéramos— Es que eres como la fruta prohibida, que me tienta, y lo siento si te incomodé, o si me aproveché de esto, pero, la puerta cerrada, tú en mi habitación, no podía dejarte ir sin hacer eso.
Se muerde el labio inferior intentando retener una sonrisa, entonces acomodo mi cabello, y el reflejo de la luz de mi muñeca me dio la primera advertencia, pero debía hacer de cuentas que no lo vi. Sonreí tímidamente, mientras volvía a acariciar la tablilla, no puedo ni siquiera hablar de ella, si es que estoy siendo espiada por Helios.
¡Maldita sea! ¿Cómo carajos él encendió el hilo? Respiré profundo y puse mi mano sobre el rostro de Hugo, y aquí voy de nuevo, usando al pobre chico que sólo me quiere dar su corazón.
Si bien Helios ya debe estar sufriendo el dolor de que su madre lo haya traicionado, e intentando encajar en su cabeza todo lo que ha ocurrido en estos días, también es verdad que me debe bastante sufrimiento.
—Sabes... — digo suavizando mi voz, intentando parecer de nuevo tierna— Si bien no fuiste mi primer beso Hugo, me ha gustado lo que pasó entre nosotros, quisiera... volver a repetirlo —mi voz es un hilo, y creo que mi ser ahora es puro veneno.
—Y ¿Qué pasa con la...? —antes de que termine la pregunta me arrojé sobre él, y provoqué que cayera en el suelo, podía sentir la furia de nuestro observador, creo que se olvidó que debía controlarse para mantenerse oculto. Helios en verdad estaba tan enojado, que cuando me separé de Hugo el hilo se volvió a hacer invisible, se habrá ido a descargar su furia de alguna forma como él sabe hacer.
—Lo siento —digo a Hugo cuando me levanto y lo ayudo a levantarse, pero él estaba tan embriagado, que estoy segura podría estar continuando con el beso, pero no lo hace por que se dio cuenta de mi cambio de actitud.
Apreté mi brazo derecho, recordando a Lucía y cómo esa aguja de energía había entrado en mi cuerpo... ¡Maldita mierda! Ahora cómo hago para recuperarme de esto, ¿cómo hago para visitar a Berenice si acabo de enfurecer a la única persona que podría ayudarme a llegar en son de paz junto a mi abuela? Sí, soy genial.
—¿En verdad no vas a quedarte más? —pregunta Hugo acercándose más a mí, cuando retrocedo unos pasos y le ofrezco una mirada amable al chico.
—Debo darme una ducha, y el dolor de me está matando, ¿puedes llevar esa cosa a mi cuarto? —pregunto indiferente, de nuevo, usando al chico.
—Claro —su rostro estaba iluminado de esperanzas, soy una desalmada, y acabo de cometer un terrible error de cálculo, Berenice está más lejos de lo que ya la tenía. Debo contárselo a Lior.
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