El sol, el viento y la oscuridad
Sobre el cielo se escribió una nueva canción
Helios acomoda un mechón de cabello tras mi oreja, no puedo evitar derretirme como mantequilla, sentirme viva, sentir que esto era algo que quería hacer hace tanto tiempo. Volvió a darme un beso suave, al cual correspondí, apenas han pasado 15 minutos desde que cometimos una locura, y lo peor es que no siento culpa alguna, al contrario, esto es algo que disfruté, que me gusta, que lo amé.
—Yerutí —me dice con la voz extasiada mientras acaricia el contorno de mi pecho, causando que mi piel se erice por completo— En verdad te amo.
¡Dios! esas palabras, nunca pensé que las oiría de él, mi ser llora de felicidad y de verdad me siento bien en oírlo, no voy a negar que me encanta esto, pero hay una realidad, debemos volver, buscar la forma de salir de aquí.
Y sinceramente no quiero responderle, no quiero decir en voz alta que yo también lo amo, y que quiero estar siempre así con él.
—Dime algo... —suplica besándome de nuevo.
—¿Qué quieres que te diga Helios? —digo sentándome en el sofá, acto seguido él hace lo mismo, se sienta tras de mí y besa mi hombro, logrando que mi cuerpo entero grite de placer.
—Lo que sea, si no quieres decirme que me amas, dime algo, ¿no te arrepientes verdad?
—Es lo único que no hago Helios, en verdad me ha gustado, no lo voy a negar, no... —se me escapa un suspiro cuando besa mi cuello y acaricia mi cadera ligeramente.
—Continúa hablando —me pide cuando mete una mano en mis cabellos y me sigue acariciando la cadera con la otra— te escucho... — dice cuando se me escapa otro suspiro— Anda... habla...
—Yo... no... —su mano va bajo la goma de mi vestido y acaricia mi muslo, mientras me lleva en esa posición hasta sus labios y me besa apasionado, de nuevo, él está listo, lo siento, y mi cuerpo también lo está.
—No quiero que me dejes Yeru —dice mirándome y separándose un poco de mis labios— No me importa lo que me digas, o lo que hagas luego, yo sólo quiero que disfrutemos el ahora, sí, es verdad, te quiero para mí, pero no sé lo que pasará dentro de un minuto, así que, si no me quieres decir que también me amas, da igual, de todas maneras yo sé que es verdad —baja su mano de mi cabeza a mi pecho y lo acaricia suavemente— Sólo dejame disfrutar de nuevo de ti.
—También quiero disfrutar —respondo sin pensar, hace mucho no me pasaba que los filtros de mi cabeza dejaran de funcionar— Pero...
—¿Pero qué? —pregunta sonriendo contra mis labios.
—Acabamos de hacerlo...
—Hace 15 minutos, ya ves que me tienes loco —me suelta toma mi celular que estaba sobre la mesa y me lo pasa, yo lo agarro con una mano— Escoge una música —me pide, y algo caliente recorre mi interior, fue así que me fui enamorando de él.
Hace tanto tiempo que no escuchaba alguna canción, así que, tomé el celular, entré al play list, y mientras me mordía el labio sabía exactamente qué música quería escuchar, Like a stone. Cuando los acordes llegaron a nuestros oídos, él sonrió triunfante, y me volvió a besar.
—¿Por qué esa musica? —pregunta entre beso y beso.
—Porque es tu himno... —respondo cuando me recuesto de nuevo en el sofá por su causa.
—También te amo —dice, yo lo miro extrañada, no entendí hasta que se puso sobre mí y comenzó a sacarme por completo el vestido, para dejarme sin nada— Me amas, por eso sabes cuál es mi música favorita sobre la tierra.
—Sí —digo entre suspiros, porque se recostó por completo sobre mí y comenzó a besar mi cuello, me pone loca cuando hace eso, fue más abajo con sus labios y sus manos acariciaban mi cuerpo.
—¿Me quieres? —pregunta cuando llega a la punta de mi pecho.
—Sabes que siempre te he querido —digo al sentir sus labios besar esa zona, ¡Dios! sabe lo que hace.
—¿Vendrías conmigo a casa? —pregunta cuando besa mi otro pecho, provocando que me encorve y un gemido salga de mí.
—No... ah... —sus manos acompañan el gesto sobre mis pechos y mi cuerpo lo goza tanto que mi cabeza se vuelve un desierto ¿Que fué lo que me preguntó?
—¿Me quieres? —vuelve a preguntar con los ojos de fiera que conozco muy bien en él.
—Helios —sus manos estaban en mí, causando estragos en mi ser, separó un poco mis piernas y todo él, entró en mí.
—Dime Yeru... —pregunta quieto— ¿Me quieres?
—Yo... ahhh —se movió suavemente, entonces abrí mis ojos, sabía que ya no iba a aguantar esta tortura, quería que me de toda su pasión, y mi cabeza no iba a aguantar un segundo más en silencio— Te amo —dije al fin, cuando él saltó a mis labios y me arrancó un beso de puro fuego mientras mi ser entero disfrutaba de él.
Se movía sobre mí, provocando que yo suspirara, y los disfrutara de verdad, cada célula de mi cuerpo, lo amaba, él me besaba, mientras yo recorría y arañaba su espalda ¿Qué estoy haciendo? ¿Por qué no puedo parar? Quiero que continúe.
De la nada, me levanta, y él se pone debajo de mí, sus manos recorrían mi espalda, mi pecho, mi cuello, mientras yo me movía y disfrutaba de él, su rostro me reflejaba placer, y ganas de continuar con esto, yo no podía parar, no podía tan siquiera pensar en detenerme, me encantaba.
Esta vez yo me agaché hasta él y besé su cuello, dándole un pequeño mordizco.
—¡Yeru! —dice con placer— ¡Dios!
Vuelvo a besar sus labios, mientras me muevo, disfrutando de su anatomía, su cuerpo tan bien fornido, sus músculos bien formados, y sus fuertes brazos estaban en mi cadera, ayudándome a seguir el ritmo, entonces él, con toda la fuerza de su cuerpo se sentó y besó de nuevo mis pechos, causando que me retorciera y llegara de nuevo al cielo.
—Sal —me pide con apuro mientras gritaba a causa del éxtasis, pero no, no quería salir, mi cuerpo no quería que salga, porque volví a tocar el cielo, y no quería parar, no quería porque no se detenía, la explosión de colores continuaba en mí— Yeru... —suplica, pero tarde, él llegó, y yo volví a ver colores, como cuando antes escuchaba mi música favorita.
Llegué tantas veces, no me había pasado nunca, y no es que tenga la experiencia de la vida, apenas soy una novata en esto, pero ¡Dios! lo volvería a hacer.
—Lo siento —dice él cuando yo me bajo— No podía controlarme más, es que eres tan...
—Caliente, sexy, pasional —respondo con un tono engreído— Lo sé.
—¿Cómo haces eso? —pregunta sentándose en la cama y mirándome mientras recojo mis cosas y voy camino al baño.
—¿Qué? —pregunto sin entender, y él me sigue mirando.
—Volverme loco, sólo quiero, tocarte, quiero... quiero que estés conmigo siempre Yeru —dice llevándome contra la pared y dándome de nuevo un beso.
—Helios —digo separándome de él— No me pidas que vaya contigo.
Al decir estas palabras entro al baño que se encontraba al fondo del pasillo, y cuando estaba por cerrar la puerta, él me detiene. Y me mira enojado, como si acabara de apuñalarlo por la espalda.
—¿Por qué es tan dificil para ti reconocer que me quieres?
—Porque lo es Helios, yo no estoy viva —digo cuando tiro mis cosas sobre la mesada y enciendo la ducha.
—¡Estás aquí! —grita— ¿qué más quieres? ¡Dios! acabamos de vivir algo mágico, te di mi amor, mi alma, mi ser, ¿por qué no puedes simplemente reconocer que también quieres estar conmigo?
Camina hasta mí y se mete bajo la ducha, llevándome contra la pared fría, el agua cae en nuestros rostros, mojando nuestros cabellos, dejándome ver, el dolor que lleva Helios en su interior por no tenerme. Por un lado me dolía también y por otro lado lo disfrutaba.
Mi respiración se agita, y mi cuerpo se vuelve mantequilla de nuevo, incluso, ahora que se supone que ya no tengo nada que descubrir de Helios, al menos, nada de su cuerpo, y vaya que cuerpo. <<Concéntrate>> ¡Demonios! hace tiempo que no me pasaban estas cosas, hace tiempo que no pensaba como tonta.
—¡Te lo ruego! —dice de nuevo contra mis labios mientras pone sus manos sobre mi cintura y me lleva a él— Te lo suplico, aunque sea piénsalo Yeru —dice cuando la música que suena en el celular es la de Leo Jimenez, ¿la vida es caprichosa? Justo debía ser mi bella Julieta la que debía sonar.
Me besó de nuevo, y yo seguí el beso, hasta que salió de debajo de la ducha y me miró con tristeza.
—No me dejes Zaf... —dice saliendo del baño, y cerrándome la puerta.
¿Qué podía hacer? Acabo de ver a Helios totalmente vulnerable, con ganas de estar conmigo, con ganas de ser mío, y por más que me quiera engañar, no puedo, yo también quiero ser suya, pero yo tengo un trato, demasiados tratos, Dorot, Lior, Ader, Hugo, los Nemosorum... es más, ya sé lo que va a pasar cuando Dorot se entere de esto.
Mi vida será un caos. ¿Y si decide matar a Helios? En verdad estoy dispuesta a arriesgarlo todo.
Esto es una mierda, una verdadera mierda, termino de ducharme, y salgo del baño, con todas mis cosas en mano, sin decir nada, y mirando al suelo Helios entra al baño, hasta aquí puedo sentir su dolor.
Me visto, con algo de dificultad, porque no puedo evitar sentir fuego dentro mío cada que recuerdo a Helios. Cuando estoy lista, me siento en el sofá y tomo el celular que seguía sonando, y como si nada, parece que todos mis recuerdos de nuevo son míos, que toda mi vida de nuevo es mía, y no de papel, no de mentira como me sabía antes de este encuentro explosivo con Helios.
Luego de un rato, él sale vestido de la ducha, yo ya había apagado la música y llevé el celular al bolsillo de mi vestido. Helios sólo me miraba a los ojos, adolorido, suplicante.
—¿Lo has pensado al menos? —me pregunta cuando se sienta a mi lado y vuelve a besarme como si de esa forma pudiera convencerme, y la verdad que podría, podría convencerme.
—Basta... —susurro separándome de él— Me estás volviendo loca...
—Yo estoy loco por tí, y no creo que sea malo, Yeru, en verdad te quiero, y no estoy dispuesto a que me digas que no, Yeru, por favor...
—Helios, tú no entiendes...
Cuando estaba por explicar el trato que tenía con Dorot, el suelo comenzó a temblar, el hilo que nos unía se apagó, y de la nada, comenzamos a flotar, tomé de nuevo el bolso donde guardé las partes de la tablilla, y fuimos expulsados de la nada.
Salimos volando del techo, y el agua volvió a mojarnos, vi la base de la cueva y al niño que había visto dentro de la cueva.
Helios me sostuvo de la mano, hasta que volvimos a aparecer en la superficie del lago, saqué mi cabeza, y respiré profundo el aire que me rodeaba.
Nadamos hasta la orilla, y allí se encontraban Rebeca, Lior y el muchacho que había llevado a Lior.
Cuando pisamos la orilla, Rebeca sonrió con picardía, creo que ella fue quien planeo todo esto, y fue quien movió los hilos para que Helios y yo termináramos a solas. Ella me usó.
—¿Estaba rica el agua? —pregunta mientras libera a Lior de las cadenas de energía.
—Amit —me llama, y mi corazón se agita, en verdad estoy feliz de verlo sano y salvo.
—Lior... —digo corriendo a sus brazos para darle un fuerte abrazo.
Cuando lo suelto me aseguro de que esté bien, y aparentemente no lo han torturado ni nada, se lo ve sano, un poco pálido, pero se lo ve bien.
—Anda, entrega las cosas y ya te puedes ir —dice el joven, lo odio tanto, sus ojos son tan insípidos, que me da rabia que tenga que hacer lo que me pide.
Arrojo en el suelo el bolso con los pedazos de la tablilla, y también la roca que había robado a Dara, de nuevo, la perdí.
—Bien —dice Rebeca— Pueden irse...
En eso mis ojos van hasta Helios, quien aún me mira suplicante, se muerde el labio, y parece que en su interior está rezando, rogando porque lo que vaya a pasar, no suceda realmente. Él sabe muy bien que mi decisión está tomada, pero no es hasta que lo vea, que seguirá rogando que no suceda.
—Amit —me llama Lior, cuando toma mi mano— ¿Vamos? —pregunta con miedo.
Yo aprieto mis labios, sonrío, y muevo mi cabeza de forma que él entienda que sí.
El sol se apagó, el rostro de Helios se hizo nada, mordió sus labios, y una lágrima de frustración rodó su mejilla. Yo había escogido la oscuridad, y a pesar de que lo sabía de antemano, tenía una leve esperanza de que las cosas no sean así.
En ese momento, en la escena apareció Hugo, ante nosotros, él ya recibió la información de que Lior estaba bien, y nuestro trato, era que él vendría a buscarnos. Y como viento, nos unió a él para que podamos saltar a nuestro nuevo refugio.
—Lo siento... —es todo lo que logro decir cuando nuestros cuerpos desaparecen de la escena.
Mi corazón de nuevo se partió, y esta vez mi muerte se hizo consciente, quizás nunca más pueda volver a tener a Helios, pero mis tratos y mis promesas van antes que el amor que pueda llegar a sentir por él.
Mi sol... se esfumó, y su corazón se rompió.
Fin del libro 2
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