El error

Supones que el mundo es tuyo, hasta que tropiezas con la despiadada realidad.

Ya estaba hecho, nos habíamos metido en una de las cuevas que nos llevaría al paso más lejano, Berenice ha decidido que el mejor lugar para nosotros es en el Parque Nacional Cerro Corá. La verdad que la idea me desconcertaba, pero no iba a discutir con ella, si tomó esa decisión es por algo.

Observo detenidamente el lugar en que nos encontramos ahora, hay un cerro muy cerca, es prácticamente un requisito, pues gracias a él tenemos protección, tenemos varios arroyos, y con la ayuda de Tamirá he conseguido ampliar el radio y fuerza de nuestro domo de energía.

No estamos en una casa cualquiera, cuando llegamos, Berenice nos advirtió que veníamos a un lugar sin nada, así que prácticamente hemos edificado nuestro hogar con rocas que extrajimos del suelo, hemos puesto bastante de nuestra creatividad, digo, demasiado, pues en medio de la sala común tenemos una cascada que termina en una hermosa pileta, el suelo lo hizo Tamirá de mármol, y Ebe hermoseó el lugar con plantas y cuadros, cada uno tiene su habitación arreglada según su personalidad, y el lugar en el que está Zafiro fue diseñado especialmente por Berenice.

No tengo detalles sobre ese lugar, pues prefiero que en mi mente no queden vestigios para Ámbar, y con ayuda de Saskia esta noche borraré de mi mente ese detalle, y algunas cosas más, ya lo hizo hace un mes, pero debe repetirse, es decir, tengo vagos recuerdos de los padres de Zafiro y un presentimiento sobre ese tema.

Al llegar aquí hemos decidido que yo no saldré muy seguido, y cuando lo haga el salto lo hará otro por mí, al fin y al cabo soy su objetivo.

—¡Helios! —Ebe viene hacia mí con dos hojas pequeñas en la mano, desde aquí puedo ver que ambas tienen el símbolo de los Dominis, me levanto del sofá de inmediato.

—¿Qué pasa? —pregunto mirándola a los ojos tratando de separar su expresión de la de Zafiro.

—La nona de Zafiro —las palabras sonaron al viento, quedé tieso por un instante, no tenía idea de que había sido de ella desde hace un tiempo, es más, la teníamos fuera de radio.

Ni bien pude volver a pensar, tomé los papeles que tenía en frente y las manos de Ebe se escaparon de mi agarre muy rápidamente.

—Lo trajo Andree hace cuestión de minutos, cuenta que fue a la ciudad más cercana para comprar provisiones, y una mujer se acercó, y le dijo que tenía un recado para tí.

—¿Dónde está Andree? —Pregunté, pues me sorprende que no haya sido él quien me traiga la nota.

—Volvió —Ebe de nuevo está muy roja— No pudo comprar las provisiones y tuvo que volver a la ciudad, dice que la mujer tenía un tatuaje en la muñeca, y era el símbolo de los Dominis.

—Bien, gracias, ¿podrías dejarme sólo? —Pregunto esperando no sonar grosero.

Ebe sólo suspira y siento que la he tratado mal, a pesar de poner todos mis esfuerzos en que lo tome de la mejor manera, así que la sostengo del brazo de forma que ella se detiene casi al instante, apenas gira la abrazo muy fuerte, no sé por qué, pero es algo en mi interior que me obliga a hacerlo.

—No soy ella Helios —Susurra abrazándome también, pero como si estuviera indecisa.

Sus palabras tomaron forma en mi cabeza y entendí que eso era lo que me ocurría, no podía separar a Zafiro de Ebe, ¿cómo sería si viera a Alexandra?

—Lo siento —digo al fin— Sólo quiero sentir la calidez de una persona igual de cercana a ella.

—Lo sé —sus palabras fueron acompañadas de un temblor que recorrió mi cuerpo por completo.

Entonces nos soltamos, ella se marchó de la habitación y yo me tiré al sofá hecho de mimbre y unas almohadas bien bordadas por Liza... o de energía de Liza mejor dicho.

Cuando la vi salir, abrí la primera de las notas donde claramente podía ver la letra de la nona de Zafiro.

Los Dominisdono nos reuniremos el 27 de marzo, esta nota quizás te llegue cuando haya terminado ese encuentro, pues es muy difícil encontrarlos, han hecho un muy buen trabajo.

No puedo decirte mucho Helios, pero sé que estás haciendo lo posible por cuidar las piedras, y eso nos pone en ventaja. Ahora que Ader no sabe de mí y no tiene forma de chantajearme, pude escaparme y volver a esto.

Sólo quiero que sepas que los Dominisdomo, somos personas que en nuestra sangre corría la posibilidad de ser como ustedes, es más, no creímos nunca que serían tan jóvenes nuestros líderes, pero la fuerza del universo es sabia, y por algo tomó esa decisión.

Quiero que sepas que estamos los más ancianos de la organización, incluyendo tu padre, los de Saskia y Dara velando por todo lo que podamos cuidar afuera.

No falta mucho para que otras órdenes aparezcan, agrupaciones de personas que no tenemos idea, y empiecen a generar el Caos, es por eso que, hemos puesto esta fecha para hablar sobre lo nuevo y lo viejo, y cuando podamos, queremos hablar contigo.

Por ello, cuando leas esta nota, pasa tus manos sobre el sello, piensa en un día y allí estaremos para contarte más sobre qué somos, quiénes y qué hacemos.

Lamento haber dejado de escribirte repentinamente, pero me dijeron que era hora de volver a mis raíces, y que no había tiempo que perder.

Me despido de ti.

Amit arbac solem de dominisdono et.

La extraño.

La nota terminaba con la firma de la Nona, y el sello de los Dominis de nuevo.

Rápidamente paso mis manos y pienso en "mañana" cuando un resplandor blanquesino salió de las letras y desapareció como si nada. Inmediatamente abro la otra hoja. Y cuando lo hago soy absorbido por una fuerza.

Ni bien mis ojos comenzaron a reconocer luz, vi a una joven de mi edad, su cabello le llegaba al tope de la mandíbula, y lo tenía de color blanco, vestía una especie de uniforme azul oscuro, y aunque no dejaba ver nada de piel, era muy provocativa, su cuerpo estaba finamente delimitado con aquella prenda.

— Hola —saluda con sus rojos labios, y yo me limito a levantar la mano— Helios...

El sonido de su voz era melodiosa, como si cada que pronunciara una letra probase miel, comienzo a caminar hacia ella, como si estuviera perdido en sus estirados ojos, el gris de sus pupilas no sólo me invitaban a mirarla, si no que me insistían.

—¿Te gusto? —pregunta con una sonrisa a medias, y estúpidamente agito la cabeza... soy consciente de que me he perdido, y una gran fuerza me atrae a verla tan atractiva e incluso con deseo—. Es normal, a todos les gusto...

Una risita se escapa de su interior y me atrapa cual mariposa en una red. "Ella odiaba las mariposas" mi inconsciente trae esas palabras y con él un recuerdo algo tenue al fondo de mi cabeza...

—Es más fuerte —dice ella acercándose y pasando una mano sobre mi pecho—. Es más fuerte lo que sientes por ella ¿verdad?

—Zafiro —digo y tomo la mano de la hermosa joven para apartarla de mi pecho, y el mágico encanto se deshizo, ya no era lo mismo verla ahora que hace 5 minutos.

—Increíble —su media sonrisa seductora me trajo a Yeru en la mente cuando me mostraba muy de vez en cuando su hermosa expresión—. En fin... — dice— Mañana entonces, en la ciudad de las 7 colinas, en el punto más alto...

—¿Qué? —inquiero perdido, reincorporándome a la cordura— Disculpa no...

—Asunción, en la escalinata, a las 00:50 hs, sé puntual.

—Es muy lejos —digo mirando a mi alrededor, pues todo comenzaba a volverse a ver de nuevo la casa.

—No hay cambios de lugar, trae a 2 Dominis contigo.

—¿Quién eres? —pregunto cuando está todo por desaparecer.

—Rebeca, la verdadera hija de los padres adoptivos de Zafiro... ¡Ah, por cierto, no pierdas esta hoja, nos mantendremos comunicados a través de ella!

Ni bien terminó de decir esas palabras todo se volvió de nuevo el lugar que conocía, yo estaba en el sofá, y frente a mí tenía a la madre de Tamirá sentada, mirándome fijamente, como estudiándome.

—Se acerca la hora Helios... Una gran guerra se aproxima —dice con la voz apagada.

—Disculpe...

—Somos nosotros, los Nemosorum o los Pérfugas, quienes despierten de nuevo a Amit — continúa— y será mejor no cometer ningún error...

—¿Qué error podría cometer? —digo intentando descifrar sus palabras.

—Dejarte llevar por la culpa.

Ni bien terminó esas palabras, se levantó del sofá para luego frenar bruscamente a mitad de camino y voltear de nuevo a mi dirección.

—Llévate a Tamirá mañana...

—¿Cómo sabe...?

—También soy una Dominisdomo...

Esta vez sí se fue, y en mi cabeza quedaron cargadas miles de palabras y verdades reveladas... esto se está saliendo de mi control, creo que ya no tengo de otra que volver a ser como antes.

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