Dolor
Cuenta hasta tres, y juro que saldré
Me fugué, no podía volver así al campamento, yo necesitaba ir hasta ese lugar.
El terrible problema es que no lo podía hacer de buenas a primeras, tuve que pensármelo 5 veces, pero al fin lo hice, después de todo, era necesario.
Miro la casa, el pasto está crecido, nada comparado como cuando estaba habitado, las plantas están marchitas, el portón oxidado, en tan pocos meses la casa se descuidó tan rápido.
Cuando abro la puerta un chirrido horrible resuena en toda la sala, miro directamente las escaleras que están delante, y recuerdo las pocas veces que las subí.
Los muebles están empolvados, el piso marrón, las ventanas sucias, y la oscuridad total invaden el lugar.
Subo las escaleras al fin, casi como si fuera un ladrón.
Toda la habitación está hecha un desastre, parece que un tornado hubiera pasado por aquí. Me imagino la ira que estuvo contenida en aquellas manos para hacer semejante tumulto.
Sobre el escritorio de Zafiro lo único que veo bien puesto es un viejo canguro mío, el cual se lo prestaba por las noches en el cerro, ¿cómo olvidarlo?
Cuando paso mi mano sobre él, un recuerdo en forma de energía me golpea la vida.
Ella está sentada en la punta de su cama, observando fijamente mi ropa sobre su escritorio, la veo tan hermosa, preguntándose mil cosas quizás ahora mismo, intentando odiarme tal vez.
De pronto se levanta de un brinco, y toma su teléfono para atender una llamada.
—Bajo en 2 minutos —responde y su voz me recorre el cuerpo entero.
Cuelga la llamada, ofrece un último vistazo a la habitación, y me encantaría haber estado allí, para no dejarla salir, quizás y la hubiese besado. Ese día estaba tan furioso, pero cuando la ví mi cuerpo se paralizó, me costó tanto reprenderla, porque en mi cabeza sólo repetía que estaba hermosa.
Al cerrar la puerta, la presencia fantasmal de una mujer aparece, el susto me alerta, pues ésta atraviesa la pared.
Al ver eso, no dudo en seguirla, ella va tras Zafiro hasta la puerta de su casa, y cuando Yeru la cierra, la mujer para justo delante de ella. Por la expresión de Yeru, sé que la vió.
Bajo hasta la presencia de la mujer, pues ésta va a la cocina, casi como flotando, y es allí que el recuerdo termina.
—¿Sabes quién es? —Pregunta una voz familiar, mientras el olor a cigarrillo se impregna en la habitación.
—¿Por qué no me has matado aún? —pregunto girando hacia donde está, su tatuaje reluce en su rostro, y me recuerda cuánto lo odié.
—Simple, quiero saber si ves a la misma mujer que veo yo, y si la conoces.
—No —respondo tajante, poniéndome a la defensiva por las dudas— ¿Siempre vienes aquí?
—Desde que hicieron este desastre en su casa —responde tirando el cigarrillo por la ventana y acortando distancias conmigo.
—¿Quiénes?
—Si supiera, ya no estarían vivos —responde, mientras sus ojos azules brillan en la oscuridad.
—¿Vas a matarme ahora que puedes? —pregunto cuando veo que coloca bien el colchón y se tira en él cruzando las piernas.
—Ya quisieras que tu dolor sea así de simple Helios, pero no... yo he frenado la ida de los Nemosorum a tu campamento, por más que sé que te has mudado, podría traer ahora a Ámbar, pero no me serviría de mucho, mi objetivo en este momento es otro, Ader me dió una misión, eso me trajo aquí, y a todo esto ¿a qué viniste?
—Por ella —respondo mirando lo que queda de su habitación— Buscando respuestas, quiero saber quién la mató.
—Tú la mataste, aunque otras fueron las manos que la ejecutaron.
Suelto un suspiro, Hugo es un hueso duro de roer, pero por sobretodo, él sabe perfectamente que yo también me culpo por la muerte de Zafiro.
—Hugo... —lo llamo cuando veo a la mujer aparecer tras él—. Creo que no te haría nada mal, postergar esta discusión.
Cuando termino mis palabras, Hugo voltea justo a tiempo. El rostro de la mujer, pasó de ser angelical, a volverse monstruosa, estuvo a centímetros de lanzarse sobre él, pero éste la atajó.
—¡ Mierda! —exclamo cuando voy a ayudarlo e intento golpearla, ella se desmaterializa, es decir, atravieso totalmente su cuerpo, y no voy a negar que eso me dio miedo.
Hugo pudo librarse de ella, porque ahora el blanco era yo. Se balancea por completo sobre mí, así que lo que hago es liberar energía de mi cuerpo y eso la expulsa lejos.
En cuanto pude corrí, Hugo estaba bajando las escaleras, yo no me dí el lujo de ir tras él, así que salté, en cuanto hice eso, la mujer estaba delante de mí, y por lo que puedo ver, también estaba delante de Hugo. Ella estaba en ambos lugares al mismo tiempo.
—Esdra Amit sarag.
No me importaba que hablara en un extraño idioma, lo que me importaba era que hablaba de Amit, es decir de Zafiro.
—Astram, Amit sarag.
—¿Sabes lo que dice? —me grita Hugo.
—¡No! —la mujer se nos acercó más.
—Amit sarag...
—¿Qué quieres con Zafiro? —Hugo grita con todas las fuerzas que sus pulmones le permiten.
—Amir sarag, esdra, yuir fraj, kicg biog.
—Ella no es de este universo —La voz de Hugo suena a "eureka"
—¿Qué? —digo cuando la mujer crea energía en sus manos y se dispone a atacar.
—La muerte de Zafiro la trajo, ella viene por Zafiro y las piedras —Hugo retrocede dos pasos y también crea energía en sus manos—. Ella viene para impedir que la bóveda se abra...
—Más enemigos... —murmuro—. Los Nemosorum no son mi prioridad —recuerdo la frase en el momento en que genero energía, y ese fue mi error numero uno, el segundo, haber atacado a la mujer.
Al generar energía automaticamente las dos "ellas" se balancearon sobre mí, o mejor dicho a mi hilo, pero antes de que pueda tocarlo Hugo arrojó una bola de energía sobre ellas y ambas fueron expulsadas contra la pared, convirtiéndose en una sola en ese momento.
—¡Gracias! —expreso al verlo atar a la mujer con su propia energía.
—Te has vuelto débil —dice mientras alza a la mujer a sus hombros, acto seguido, cuando él creyó haber ganado, la mujer se desmaterializó.
—Tal vez, pero tú acabas de perder una gran evidencia.
Él me miró con odio, más que con enojo, pero a sabiendas de que tenía razón, se olvidó que la mujer podía aparecer y desaparecer, y acaba de perderla.
—Sé que no somos del mismo bando —digo—. Pero también sé que esa mujer nos estaba diciendo algo sobre Zafiro ¿sabes qué dialecto es?
—¡Ja! Es de los antiguos, dicen que cuando se dividió el mundo, luego de que Adan y Eva llegaron, el mismo Lucifer y Dios se pararon sobre el sustrato y con ese idioma bañaron el suelo, dictando las normas de esta guerra —él abre la puerta y me vuelve a brindar su mirada bañada en odio— Dividieron las partes de forma equitativa, mitad dolor, mitad felicidad, y con el mismo discurso visitaron todos los universos, y en este mundo, guardaron una tablilla, en donde cuentan el desenlace nuestro.
>>Estoy seguro de que ninguno de los dos se imaginó que los otros universos se meterían...
—¿Porqué colaboras conmigo? —Pregunto confuso.
—Porque dos cabezas piensan mejor que una, y a pesar de que seas el culpable de su muerte, sé que quieres saber tanto como yo quién tiro del gatillo —Toma una cajetilla de cigarrillos del bolsillo de su pantalón, lo golpea 3 veces hasta sacar uno—. Y sé que eres lo suficientemente inteligente para resolver este acertijo conmigo.
Al término de su oración se fue, me dejó sólo en medio de la gran sala, con el dolor de ver una casa vacía llena de recuerdos de ella.
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