Demonio
Una especie de conjuro alrededor de Alex no me permitía terminar mi vaso de Ron, porque seguíamos discutiendo cosas que pensé no tenían relevancia, sin embargo aparentemente le han causado mucho daño.
Pero ella tomaba más y más, terminó atacando la botella de whisky, dejando su alma con cada trago.
Cada vez su lengua se enredaba más y más a causa del alcohol, sin embargo tiraba sus verdades.
—Si te sentías así todo este tiempo ¿por qué nunca lo dijiste? —inquiero pasando al sofá que estaba más cerca de ella.
Alex ríe desquiciada por mi pregunta, hasta que se deja llevar por las lágrimas, de nuevo, la mujer de hielo se derritió ante la nada. Se acomodó en su lugar para luego secar sus lágrimas.
—Nada, vale la pena para mí —arrastra sus palabras—. Sexo, drogas, fiestas, alcohol, nada vale la pena si me deja el alma rota.
>>¿Por qué debería importarme amar, o sentir? Si al fin y al cabo la felicidad no se me da Hugo. No vale la pena sufrir, por amar.
—Nunca me amaste —dije recorriendo su rostro.
—No, no lo hice, pero estuve a punto.
Comienza a negar con la cabeza, cuando mi corazón se hizo añicos, quizás porque yo estaba de este lado, es decir, Zafiro estuvo a punto de amarme, Alex igual ¿por qué no podemos ser felices aunque sea un segundo?
Cuando estaba por pedir disculpas a Alex mi estómago se estrujó de nuevo, las sombras me están reclamando salir, quieren ir a atacar. Levanto la vista, y mi compañera hace lo mismo, y casi mágicamente se despabila, se levanta para mirar mejor el escenario, yo hago lo mismo.
Libero algunas sombras para que vayan tras lo que ellos sienten, cuando estaba por seguirlas, Alex tambalea, lo primero que pensé es que la borrachera la tenía de esa forma, pero luego recordé, que no es tan fácil que un Nemosorum caiga a los efectos del alcohol.
—Hugo —me llama ella tomándome del brazo—. Algo no anda bien.
La sostengo cuando ella se inclina hasta mi pecho con la intención de mantenerse en equilibrio, automáticamente la rodeo con el brazo, y suelto más sombras para llamar a mi escuadrón.
—¿Qué carajos está pasando? —pregunto aún intentando encontrar la respuesta.
—Alguien puso algo en nuestras bebidas... —masculla ella mientras se toma de la cabeza.
No siento ningún tipo de energía ajena a la nuestra, salvo algunas rupturas en el aire, lo normal luego de un salto, y son dos personas, definitivamente un Dominis y un Nemosorum.
—¿Será Lucía? —pregunto con algo de miedo, esa mujer está muy loca, y quien sabe de lo que sea capaz.
—No, siento Pérfugas —cuando Alex termina la frase, las chicas ya estaban con nosotros. — ¿Los sienten? —Alex pregunta apenas— Ellos llegaron.
—Pero estás mal amiga, ¿si es veneno? —Ross se acerca y toma a Alex en brazos para poner su mano sobre su estómago para descubrir qué es lo que la estaba haciendo mal—. No es veneno, es energía.
Dana, Ámbar y Paulina se miran preocupadas, y claro que debíamos estar así ¿cómo alguien infiltra energía en unas bebidas? y ¿por qué?
—Fué el mozo —acuso cuando dejo a Alex completamente a Ross —debemos ir tras él.
—No —Alex se aprieta el estómago a medida que el ambiente se ponía más tenso —Ross se encargará de eliminar el trozo de energía, ustedes vayan por Iam, es necesario que sepamos quién es la chica.
—Estás loca, esto es más importante —interrumpe Dana— Quien haya hecho eso, sabe qué somos, y sus intensiones son claras, nos quieren enviar un mensaje, y debemos saber el por qué.
Rossana aprieta con fuerza el estómago de Alex y poco a poco comienza a estirar el hilo de energía, pero este parecía volver a entrar, las cosas no se ponen nada bien. Nada pinta a una noche de diversión.
Pero sé cómo solucionarlo, Alex no querrá irse sin descubrir quien es la Dominis, saltar no es una buena opción, no sabemos cómo puede afectarle eso, así que sólo nos queda una opción.
—Ross, acomódala en el sofá, Paulina, Ámbar y Dana, vayan a buscar a ese mozo, tenía los ojos verdes y el cabello negro, cuando lo encuentren, lo traen hasta aquí.
Todas siguieron mis órdenes sin preguntar, por lo que me siento feliz, pues no quiero tener que dar explicaciones.
—Ross, baja el cierre de su vestido, necesito tocar la piel de su estómago, vamos a probar algo.
Alexandra comenzaba a temblar, sea lo que sea que le estén haciendo, le está doliendo y ella se está resistiendo.
Ross me obedece, y Alex colabora a que esto se haga de manera rápida, así que cuando la tengo lista, saco la piedra de mi bolsillo y la coloco sobre la boca del estómago de Alex y sé cuantas ganas tiene de gritar de dolor, pero no lo hace.
Aprieto la piedra un poco más hasta que al fin encuentro el retazo de energía, sin preámbulos lo estiro. Intentaba volver a Alex, pero la piedra se mantiene más fuerte, y comienza a enredarse a ella. El hilo era de color verde, como si la energía estuviera podrida, o algo parecido.
¡Por todos los cielos! Energía podrida, sólo hay un grupo de gente carroñera. Cuando al fin tengo todo eso fuera de Alex, me levanto abruptamente.
—¡Malditos Perdidos! Se están poniendo en nuestra contra.
Ross ayuda a Alex a ponerse de nuevo el vestido, y ellas se levantan para ponerse a mi lado, estoy determinado a buscar al maldito mozo cuando las chicas vuelven junto a nosotros con una tableta en mano.
—El chico ya no está —dice Dana— Pero nos dejó un bello mensaje.
Volteó la tableta para mostrarnos lo que el chico escribió.
¡Muerte a los Nemosorum, Inmortales al mando!
Los malditos Inmortales estaban dando poder al grupo menos importante de nuestra organización ¿Por qué tantas molestias en ayudarlos?
—Ahora no importa —habla Ámbar quien acaba de llegar a la escena— Eso no solucionaremos con Ader, ahora, acaban de saltar más Dominis, parece que no somos los únicos que tuvimos la idea de espiar a nuestro compañero.
—Iam —digo más que preocupado, cuando las sombras que liberé hace un rato regresan hasta mí, pero parece que lo hacen más calmas, como si ya causaron todos los estragos que podían o la piedra en acción las tranquilizaba— Busquemos al niño, antes de que se meta en problemas reales, y Ámbar, hoy no tienes permiso de robar almas. Al menos no aún.
—Eres un aburrido Hugo, deberías dejar salir a tu demonio de tanto en tanto —me reclama cuando comenzamos a caminar para buscar a la representación de Romeo y Julieta, sólo esperemos que no tengan el mismo final, al menos no aún.
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