Dara

Luego de mi confesión, Berenice no supo engañarse a ella misma, estaba herida, claro que sí, yo sabía y muy bien que existía la posibilidad de que Zafiro muriera.

Estoy seguro de que no hay forma de perdonarme, pues debí haber hecho más, al menos es lo que yo pensaría estando en su lugar.

Paso mi mano sobre el tubo de energía que cubre el cuerpo de Zafiro mientras soy estudiado por los ojos de su abuela, y quién sabe qué estará pensando. Mi alma está hecha mierda como para ponerme a preguntar lo obvio.

—Berenice, yo sé que...

—No sabes nada —interrumpe— No tienes idea de nada Helios, yo no te voy a culpar de lo que ocurre aquí, ni de lo que podría ocurrir, el punto, es que hemos vuelto a la nada.

Trago saliva porque no comprendo el discurso, lo único que tengo seguro es que estoy sólo ahora, afuera tengo en mi contra a mis amigos y mis hermanas, y ahora acabo de perder a Berenice.

—Helios, hay algo que sí quiero que tengas bien en claro. Los secretos nos trajeron hasta este punto de la historia, yo necesito que seas honesto, no te pido que andes con un cartel en el que reveles todas tus estrategias, ni que menciones todas las habilidades , te pido que dejes de intentar controlarlo todo. Permite a tu alma salir de la prisión en la que la guardas.

>>Las cosas hay que decirlas a tiempo, es lo único que nos salvará.

Lo que me pide Berenice es complicado, hay cosas que sólo lo sé yo, y cosas que pedí a Saskia que sacara de mis recuerdos, porque no me ayudaban en nada. Los últimos meses luego de la muerte de Zafiro son un hueco en mi memoria.

Pero eso no es todo, decidí guardar allí muchas cosas que sabía con respecto a las misiones que manejaba. Quizás vaya siendo hora de que sea honesto con Berenice.

—Tienes razón, guardé muchas cosas, porque, evitaba admitirlas, sin embargo, ahora tengo mi mente cerrada. Me entenderás.

—Claro Helios, sé lo que hiciste, el punto es que debes evitar cerrar la boca y el corazón. Ven aquí —me pide abriéndome los brazos, yo no puedo evitar ir a ellos. Pues Berenice se ha convertido en mi único sostén.

Cuando me separo de ella veo al pequeño Bruno en la puerta, lo había olvidado, es hora de nuestra clase.

—Permiso —dice tímido pero sorprendido al mirar a Zafiro.

—¡Lo siento Bruno! —exclamo yendo hasta él— debemos estudiar.

—En realidad —interrumpe mirando a Berenice— Franco y Ebe me enviaron —su rostro está serio, como si él fuera tan adulto y maduro.

Berenice no lo duda, guarda todas las cartas en su cajón, lo llavea y sella con un poco de energía. Deja el bastón de Zafiro sobre su escritorio, a continuación Bruno nos guía hasta la habitación en donde se encontraban Ebe y Franco trabajando.

Al salir del laboratorio de Berenice choqué contra Dara, quien parecía que estaba por entrar junto a nosotros.

—Me voy —dice algo nerviosa, casi temblando.

—Ok —es todo lo que consigo decir mientras sigo caminando.

El pasillo parece eterno, el mal presentimiento no me permitía respirar correctamente. ¡Maldita mierda!

Cuando llegamos a la puerta Bruno para de golpe, sin más y entró a la habitación.

Todas las piedras que Franco había traído y las que pudimos recoger parecían tener vida propia, estaban en el suelo, y saltaban como si estuviesen sometidas a fuertes vibraciones.

Esas piedras son almas, almas que saltan a Franco, como lo hacían con Zafiro, pero la diferencia es que él no lograba modificarlas, así que comenzó a trabajar con Ebe para eso, el trabajo lo hacían muy lento, pero eficaz, y eso era lo importante.

Miro a ambos que están en medio del festival de rocas saltarinas y sus rostros reflejan el terror de quien reconoce las malas señales.

—¡No puede ser!—exclama Berenice— Están intentando llamar sombras.

La simple oración despertó todos mis sentidos, sin más miré mi tatuaje de energía para percatarme de que las sombras estaban en el 90% de mi mapa.

—¡Gran puta! —exclamo olvidando que tenía a Bruno cerca— Llama a Tamirá, Saskia, Aida y Liza —le ordeno— Las necesito pronto aquí.

Cuando terminé mi oración el niño salió corriendo, mientras Berenice entraba a la habitación esparciendo energía sobre las rocas, alguna que otra cambiaba de negro a gris, pero era muy débil en comparación a lo que Zafiro podía hacer.

Miro a Franco y a Ebe quien se veía agotadísima, será mejor que ella salga de la habitación.

—Ebe... —cuando la llamo ella intenta mirarme pero de la nada se desvanece.

Si no fuese por Franco su rostro terminaría contra el suelo, pero él fue realmente veloz.

—Sáquenla de aquí, yo trabajaré con las chicas cuando lleguen —ordena Berenice.

Sin más obedezco. Ella sabe qué es lo que conviene en este momento.

Ayudo a Franco tomando a Ebe en mis brazos, cuando él me guía hasta una habitación libre, abre la puerta y sin más vueltas acuesto a la pequeña Ebe.

Ella está tan pálida, pero sus pupilas se movían de un lado a otro ¿cómo es posible? ella no se desmayó, está entrando en una bifurcación, esto no debería estar pasando.

—Franco —llamo al chico quien está más que preocupado— pronto, levanta su remera.

Al terminar la oración él se queda congelado, pero bastó mirarlo mal un sólo segundo para que reaccione, mientras él dejaba descubierto los abdominales de Ebe, yo comencé a generar energía en mi mano.

Me apoyé en la boca de su estómago, para finalmente comenzar con buscar el bucle en el que la metieron. La energía de Ebe estaba desordenada, débil, y esto debe ser porque se pasó demasiadas horas trabajando, ella está cansada y su capacidad de curar se anula para sí.

—¿Lo encontraste? —pregunta Franco muy nervioso.

—No —respondo cuando finalmente me estiran a mí. Error de principiante.

—¡Hola bonito! —Alexandra estaba sosteniendo el rostro de Ebe, quien estaba llorando a mares. Su expresión de terror me consumía, debo sacarla de esta bifurcación ya.

—Alexandra, tanto tiempo —la saludo mientras disperso mi energía para recuperar a Ebe y sacarla de aquí.

—Desde la muerte de mi hermana —responde altanera, sabe que eso me lastima— Desde que la dejaste morir —remata.

—Y ¿acaso, eso no era lo que querías? —mi voz suena dura, me está costando romper el bucle, y ya puedo oír a Ebe gritar de dolor del otro lado.

—ODIO haberlo dicho tantas veces —responde mientras acaricia el rostro de su hermana a quién está rodeando con serpientes y sombras.

—Basta por favor —implora Ebe en un hilo de voz, pero Alexandra la ignora.

Ella seca las lágrimas del rostro de Ebe, mientras acomoda su cabello tras sus orejas, y sin más abre su boca, llenándola de energía. Sé perfectamente lo que le hace, la está sometiendo a todos los dolores humanos como su madre.

—La verdad —dice al fin Alex— Yo las amo, de una forma extraña, son mis hermanas, pero, antes que nada soy una Nemosorum, y mi sangre está mezclada a mi propósito Helios.

Los sollozos de Ebe se hacen más dramáticos y dolorosos para mí, de ambos lados ella está sufriendo. Ya me estoy desesperando, esto se está volviendo más difícil paso a paso ¿qué diablos está ocurriendo?

—¿Quieres saber por qué no puedes romper la bifurcación? —Alex suena divertida, y diablos, cómo se parece a Zafiro, si no fuese por los ojos azules y su postura tan femenina diría que es ella.

—Si amas a tu hermana déja de hacerla sufrir —rechazo la oración anterior, en verdad no quiero hablar, ella tiene razón.

Alexandra comienza a reír a carcajadas, cuando cierra la boca de Ebe quien queda temblando, su piel se ve sudorosa, como si la hubiesen metido en un sauna.

—Helios, Helios, ¿crees que no me di cuenta que están dispersando energía? que estás intentando dejar conexiones en este lugar. Eres un niño a veces, pero ¿qué te pasó? antes eras más precavido.

Al terminar esas palabras Hugo se aparece ante mí, golpeándome el estómago con fuerza, no pude evitar agacharme, pero no tardé en reaccionar, así que a puño seco también golpeé su estómago.

Hugo apenas recibió el golpe, como si yo no tuviese la fuerza suficiente.

—Es increíble el poder de una piedra ¿no es verdad? —bufa triunfante mostrándome la roca— Y tú tienes dos —me intenta propinar otro golpe pero yo me adelanto y lo sostengo rápido— O las tenías —asegura.

¡Mierda! Ahora sabe que las piedras no están conmigo. Pero es suficiente el no tenerlas para que ellos puedan acercarse a mí.

—¡Ya sabemos lo que queríamos! —festeja Alex— Ahora ya los podemos dejar ir, aunque quisiera quedarme con el hermoso Helios.

¡Maldita mierda! todo este teatro para que ellos puedan sacar información, ahora que saben que las piedras no están conmigo no puedo tan siquiera ir a buscarlas, porque también puede ser una trampa ¡Hugo es un hijo de puta!

—¡Vamos! —alienta Alex— Pregúntanos bebé ¿cómo logramos romper tu sello?

—¿Cómo? —pregunto mientras hago más fuerza contra el brazo de Hugo. Me han sobre pasado, ya no tengo control en mis pensamientos, no consigo tejer una sola idea de forma clara.

—Almas —susurra ella— Muchas almas, has fallado en tu misión... otra vez.

Cuando dijo eso, ellos desaparecieron, y tan rápido como lo hicieron fui junto a Ebe y comencé a sacar la energía que Alex metió en su cuerpo.

Sin más, temblando, enojado, superado en emociones coloqué mi mano sobre la boca de Ebe para extraer todo lo que Alex metió en su cuerpo.

Luego de un rato ella comenzó a respirar normalmente, sus ojos volvieron a ella, y fue allí que recién pude romper la bifurcación.

Ante mí tenía a Tamirá con un vaso de té para mí, mientras Berenice corría hasta Ebe para ayudarla.

—Cosas peores vendrán —anuncia mi amiga mientras me ofrece la taza de té, me levanto y la tomo al final.

—Debo seguir a Dara —susurro.

—Ahora, debemos ir a combatir —asegura— Sólo quítame el bucle y déjame hablar.

—¿Tan importante es lo que sabes de Dara?

—Demasiado...

—Bien, vayamos a la otra habitación y rompamos ese bucle.

Algo me dice que sea lo que sea, las heridas no cerrarán fácilmente, mi ego, Ebe, Hugo, las almas, Tamirá y ahora Dara.

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