Bienvenida a Bordo

Las 9:00 pm, es lo que marca mi reloj, al fin, Gizah está parada ante mí, observándome con detenimiento, como preguntándose si en verdad quiero ir y la verdad es que ni yo sé.

Volver a saltar, no es algo que me atraiga tanto, como aquella primera vez, cuando Berenice me enseñó, fue la mejor maldita experiencia de mi vida, pero desde la muerte de Zafiro, me ha dado escalofríos hacerlo.

Mi hermana toma el pedazo de vidrio que tiene en sus manos, mientras yo paso energía en mi brazo para ver si localizo Pérfugas o Nemosorum, pero nada en mi mapa.

Al fin, ella crea los hilos y saltamos, el vacío comprime mis entrañas, y un vuelco de suspiro me trae a la mente a Zafiro, pero ni bien pasa esto, ya estaba parado sobre arena blanca, el sonido de las olas rompiéndose contra las rocas, eso me dio la pauta de que ya no estaba en Paraguay.

—Estamos en Colombia —Aclara Gizah mientras me apunta una casa pequeña, mas bien parece una choza, las luces están encendidas dentro, y en frente está una mujer limpiando un pescado. Caminamos en esa dirección, hasta que la señora nos divisa y deja de hacer su trabajo.

—Mamá —La voz venía desde el interior de la casa y parecía aproximarse—. Se supone que debo hacer el jugo... pero ya no hay... —Una hermosa joven de cabellos oscuros y enrulados nos observa con detenimiento, mientras su madre hace lo mismo, sinceramente no sé qué hacer ahora—. Wow, mami, creo que son ellos... o sea perdón, estaba concentrada en otra cosa y no me puse a...

—Lo son... —responde la señora inexpresiva— Gizah y yo nos miramos, ambos fruncimos el ceño. —Creo que deben tomar asiento jóvenes —nos invita la mujer—. Esta noche es suya.
Estoy más que sorprendido por lo que está pasando, pero realmente ahora me siento bastante incómodo, por sentir la penetrante mirada de la chica sobre mí, es como si me estuviera leyendo.

—No es como si te estuviera leyendo —dice ella apartando al fin sus ojos de mí y mirando algo avergonzada sus pies—. Es que TE ESTOY LEYENDO —Afirma mientras en el rostro de su madre se dibuja una leve sonrisa.

—¿Cómo?— preguntamos al unísono, Gizah mira como si acabara de sacar la lotería, pero la verdad, a mí me da escalofríos.

—Como oyeron, mi hija Tamirá, lee información... ella los lee como si de libros se tratara... —su madre nos observa fijamente, cuando al fin hace un gesto a su hija para que se acerque a mí.
Ella obedece, yo quedo estupefacto, no tenía idea de que tal poder existiera. Observo mientras Tamirá se coloca ante mí que prácticamente tiene mi misma estatura.

—Gizah —dice con los ojos clavados en mí— Sé que eres super celosa, pero en verdad necesito hablar con tu hermano a solas...

—No te preocupes —Gizah sonríe, eso es señal de que le cae bien.
Mi hermana camina en dirección a la cabaña junto a la madre de Tamirá, mientras ella me invita a caminar.

Continúo observándola, pues parece entrar en un estado de timidez, pero a medida nos alejabamos, la sentía un poco más suelta y libre.

—Así que... —su tono colombiano es bastante dulce, y hace que quiera seguir escuchándola—  Hace semanas que no duermes...

—Esa no es forma de presentarse... —respondo mientras oigo las olas romperse— Aunque ya sepas mi nombre... es decir, soy Helios Anta... líder de los Dominis.

—Elegido para ser quien cuide las 3 piedras... mejor me presento yo, ya sé mucho de ti —dice riendo— Me llamo Tamirá Anmova, y estoy siendo buscada por más de 3 grupos... Nemosorum, Perdidos y Pérfugas... créeme, sé y he visto suficiente, ni siquiera hace falta que me digas por qué estás aquí.

—Es interesante, la verdad, me asustas bastante, no te lo voy a negar... déjame preguntar ¿lees mi mente?

—No —dice riendo— Yo sólo puedo leer lo que trasmites, por lo general la gente cree eso, y supongo que es lo que más aterra, se supone que estás seguro en tu mente, y que alguien sepa lo que ocurre allí, nos desquicia, pero no, no leo la mente.

—¿Entonces? ¿Cómo haces lo que haces?

Ella frena en medio de la playa y se quita los zapatos que llevaba puestos para pisar la arena, extiende sus brazos, y se deja acariciar por el viento.

—¿Qué deduces por lo que hago? —Pregunta sin mirarme, dejándose llevar.

—Que disfrutas el mar... —respondo mientras el calor del ambiente saca alguna que otra gota de sudor de mi cuerpo.

—Lo deduces por mis gestos —ahora se gira hacia mí—. Es lo mismo que yo hago, sólo que yo veo qubits, sobre tu cabeza, se mueven, alteran el movimiento del aire, y es como un rompecabezas, pero tan ordenado, que puedo deslizarme sobre esa información, y saber que Zafiro es un punto en común entre tú y Hugo.

Esos nombres hacen que me ponga erguido de manera inmediata, es imposible olvidar, olvidar lo que está clavado en mi pecho, aunque exista un bucle que me separa de mis recuerdos más dolorosos.

Aunque sé que no es su intención, acaba de lastimarme.

—Heridas muy frescas —dice recogiendo sus zapatos en la mano e invitándome a caminar.

—¿Cómo sabes de Hugo? —pregunto a la par del viento, dejando sangrar la herida interna que tengo cada que recuerdo la escena... su rostro.

—Vino por mí... —se acomoda el cabello tras la oreja cuando el viento sopla con mayor fuerza—. Pero bueno, el punto, es que tú también vienes por mí... no te imaginas las veces que esta posibilidad se me presentó.

—¿Posibilidad? —pregunto
—Puedo ver lo que posiblemente pase en un futuro... lejano o próximo... es por los qubits libres en el ambiente.

—Wow... es...

—Una verdadera pesadilla —dice entre risas.

—Iba a decir sorprendente.

—Lo sé —vuelve a reír—. Por eso es que me adelanté. Mira, voy a ir con ustedes, es lo que hemos esperado con mi madre, y estoy segura que te seré de mucha ayuda... pero a cambio quiero algo...

—Dime...

—Mi madre...

—La podemos llevar —digo sin pensar.

—La que lee información soy yo... —vuelve a reír y eso hace que me sienta algo contento—  Helios... —interrumpe mi alegría— No es mi asunto, pero deberías hacer lo que te dijo esa niña...deberías entrar...

—Tamirá —levanto la mano derecha hasta mi pecho haciendo una señal de stop—. Yo también te pondré condiciones —digo pasando mi mano sobre la nariz— No me digas lo que lees en mí, ni en ninguno de los integrantes del grupo... tómalo como un contrato laboral, lo que pase dentro de los Dominis, no debe ser de mi incumbencia... ¿ok?

—¿Lo dices por el raro cuarteto amoroso o por el dolor que sientes? —pregunta entrecerrando los ojos.

—El contrato ya está vigente... — repito y ella se lleva las manos de inmediato a la boca— Sólo puedes leer a nuestros enemigos...

—No puedo evitar leer —dice casi aterrada...

—Entonces, sólo me puedes informar de tu lectura a enemigos ¿ok? y te pondré un bucle, para que no se te escape nada y termines contándome cosas que no debo saber.

—¡Perfecto!

Tamirá vuelve a aliviarse, mientras que mi espalda comenzó a tensionarse, la verdad que es bastante intenso saber que tu ser, tu información, está en manos de otra persona.
Volvemos a caminar, esta vez de regreso a la choza, cuando Tamirá me dice algo más, algo que me descolocó.

—Entonces, es momento que armemos el ejército... pero debo decirte, que yo no puedo ser una Dominis, al igual que esa niña, Zafiro...

Me detengo de golpe, porque no comprendo, Zafiro era una Dominis, y sus palabras caen como gotas frías sobre mi espalda.

—Zafiro no era Dominis —me repite mirándome enarcando las cejas.

—Explícate... —pido mientras me cruzo de brazos.

—Los hijos de mestizos... no podemos pertenecer a ninguna clasificación... —dice como si debiera ser obvio— Zafiro es hija de un Astram y un linaje Dominis Domo, yo soy hija de un Naim y una humana... nosotros somos los dotados, no importa qué símbolo me tatúe en la piel... ella y yo somos libres, pero mucho más dinámicos que ustedes...

—Entonces Tamirá... sólo puedo decirte una cosa... bienvenida a bordo de este barco, en medio de la tormenta.

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