15. Relato de una pijamada


I solemly swear I'm up to no good

La rubia estaba atada a una silla de madera, sin los pies o las manos libres. Tenía una cinta adhesiva en la boca, tapándole los labios por los que trataba de emitir un sollozo, y lágrimas caían por sus mejillas, dejando un rastro marcado en ellas. Y para empeorar la situación, tenía una herida sangrante en el muslo; una cortada; como si alguien la hubiese lastimado con un cuchillo, daga o navaja.

Encendieron la luz; ahora si funcionaba el apagador. Los siete salieron corriendo hacia donde Alex estaba y se apresuraron a cortar las sogas que le ataban las manos y los pies, y enseguida Luke le quitó la cinta adhesiva que le cubría la boca. Ella, al fin estando libre, se abalanzó sobre el rubio y éste la abrazó con fuerza por la cintura, tratando de que no se cayera debido a su herida.

—¡Alex! ¿Estás bien?—le preguntó el chico, muy asustado por lo que le hubiera sucedido.

—Si bien significa que una tipa psicópata me ató a una silla y me enterró un maldito cuchillo en la pierna, entonces sí, estoy bien—Luke sonrió al escucharla tan sarcástica como siempre. Pasó el brazo de la rubia por sus hombros para sostenerla mejor y luego la cargó, sujetándola con una mano por su espalda y con la otra por sus corvas.

—Llevémosla a su habitación—propuso Daniel—. Tenemos que curarle esa herida—todos coincidieron con él, así que recorrieron algunos salones y salas, guiados por Luke (que aún cargaba a Alex). Subieron las escaleras y se dirigieron a la segunda habitación a mano izquierda. James abrió la puerta y encendió la luz, mientras su mejor amigo tendía delicadamente a la rubia en su cama.

—¡Ay!—se quejó haciendo una mueca de dolor—. ¡Maldición! ¡Esta mierda arde como el infierno! ¡Y preciso tenía que ponerme unos jeans blancos!—farfulló.

—Tranquila, vamos a curar esa herida—le susurró Luke, que estaba sentado a su lado, esbozando una pequeña sonrisa—. James, ¿trajiste tu varita?

—Siempre—respondió con una sonrisa ladina, sacando su varita mágica del bolsillo—. Pero es un poco grave, así que no puedo curarla solo así; de lo contrario sería más doloroso. Necesito polvo de pasiflora—Luke asintió y acto seguido salió de la habitación.

Entró a su cuarto y sacó una caja de zapatos de abajo de su cama. En ella había montones de frasquitos y tarros, llenos de líquidos, ungüentos o polvos de diferentes colores. Revolvió el contenido de la caja, hasta que encontró lo que buscaba: un pequeño frasco transparente, lleno de un polvo color añil y con una tapa llena de huequitos, parecida a la de un salero. La tomó, cerró la caja, la empujó debajo de la cama, de nuevo, y salió corriendo hacia la habitación de Alex.

—¡Aquí está!—exclamó arrodillándose al lado de la rubia—Pero vamos a necesitar que te quites el pantalón, Alex.

—¡Ew, no! ¡Pervertidos!—Luke rodó los ojos.

—Aunque quisiera, no es por eso—ahora Alexandra fue la que rodó los ojos—. ¿Cómo mierdas te vamos a curar ese corte si tienes el jean estorbando? Tampoco tienes que estar en ropa interior. Puedes ponerte esa pijama que mi mamá de dejó ahí—señaló la almohada que Alex tenía en la cabeza—. Es un short, así que servirá.

Los chicos salieron de la habitación un par de minutos, mientras las chicas le ayudaban a Alex con el jean, pues ella no podía ni siquiera sostenerse en pie.

—¿Te gusta Alex y no me lo dijiste?—le preguntó James a Luke haciéndose el ofendido, mientras se ponía una mano en el pecho y cerraba los ojos dramáticamente.

—Pensé que era demasiado obvio—repuso éste encogiéndose de hombros.

—Pues... sí. Lo es—comentó Daniel rodando los ojos.

—Pero si tanto te gusta, ¿por qué no la invitas a salir—cuestionó Fred un poco confundido.

—Lo haré. Pero estoy esperando al momento indicado.

—¿El día de San Valentín?—inquirió James con el ceño fruncido.

—Exacto. Es en dos semanas—respondió Luke sonriendo con malicia. Él solía ser muy extravagante, sobre todo si se trataba de chicas, y ese año no sería la excepción.

—Ya pueden pasar—les avisó Mia, abriendo la puerta. Ellos volvieron a entrar y James y Luke se sentaron uno a cada lado de Alex.

—Esto te va a doler un poco—le advirtió el pelinegro, y ella asintió.

Luke tomó el frasco con el polvo de pasiflora y lo sacudió sobre la herida de Alex, haciendo que el polvo cayera sobre la cortada.

—¡MALDITA SEA! ¿¡QUÉ MIERDA ME PUSISTE, LEBLANC!? ¡AHGG! ¡AHORA ME ARDE PEOR!—gritaba Alex, enterrándole las uñas a la mano de Luke.

El polvo de pasiflora podía curar, pero ardía como si estuvieses al rojo vivo.

—Cálmate, Alex—le dijo Luke, sonriendo de forma que logró calmarla, tomándola de la mano a pesar de que le estuviese clavando las uñas—. Arde; lo sé. Pero es mejor que si lo curábamos tan solo con un hechizo.

—¿Cómo así que'tan solo'?—preguntó más calmada, pero asustada. Él se volvió hacia James, quien le dedicó una mirada preocupada, pero sonriente; como si estuvieran ocultando algo.

—James...—empezó el rubio—James tiene que hacerte un hechizo para que termine de curarse la herida.

—Mierda—farfulló la chica apretando los ojos—Solo... Solo apresúrense. Mientras más rápido, mejor.

Ambos asintieron.

—¿Lista?—le preguntó James con el mismo gesto de antes.

—Sí—respondió tras un largo suspiro. Oprimió con fuerza los párpados y se aferró con más firmeza a la mano de Luke—. No me sueltes, por favor—le susurró al rubio, de forma que sólo él pudo oírlo.

—No iba a hacerlo—respondió guiñándole un ojo. Ella le sonrió.

—Ok, esto dolerá un poco—comentó el pelinegro haciendo una mueca de dolor—. Spero te levious feras—murmuró apuntando con su varita hacia la herida de Alex. Un destello de luz morada recorrió su cortada provocándole un dolor insoportable.

Trató de no gritar, pero aún así no pudo evitar que un gimoteos se escaparan de sus labios y menos las marcas de uñas más profundas en la mano de Luke, y sin embargo, él no la soltó en ningún momento. Tras unos segundos, Alex dejó de sentir dolor, así que volvió a abrir los ojos. Todos estaban alrededor de ella, viéndola con preocupación. Se sentó en la cama lentamente para ver su herida, o lo que quedaba de ella. Solo tenía una pequeña y delgada cicatriz, no muy notoria, en vez de la gran cortada que había antes.

—¿Mejor?—preguntó Luke esbozando una pequeña sonrisa. Ella asintió y volvió a recostarse en la cama, tapándose la cara con las manos.

En ese momento, la puerta de la habitación se abrió y todos se volvieron para ver de quién se trataba.

—¿Qué ha sucedido, chicos? ¿Están todos bien? He oído unos gritos y quería verificar que estuviera todo en orden.

—Eh... ¡sí! Estamos bien—repuso Alex, tratando de inventar una excusa convincente—Es que me he caído y me he torcido el tobillo, así que James me ha hecho un hechizo para curármelo. Me dolió un poco, pero no ha sido muy grave. Discúlpeme si la desperté, señora Leblanc.

—No te preocupes, Alex. Estaba despierta. Solo quería asegurarme de que ustedes estuvieran bien, y veo que sí lo están, así que, pueden seguir... jugando, o haciendo lo que sea que hagan los adolescentes ahora—dijo mujer, fingiendo una sonrisa, y acto seguido salió de la habitación. Se le notaba muy nerviosa y estresada últimamente.

—Bueno, ahora que estás mejor, y todo eso, ¿puedes decirnos qué rayos fue lo que te sucedió?—inquirió Mia, sentándose junto a su hermana.

—Bueno, primero me levanté para... para...—«no puedo decirles que íbamos a hacerles una broma; se vengarían» pensó—para irme a dormir—mintió—, e iba caminando. Algo se cayó y se rompió. Un florero, supongo. Me volví, y había una sombra; alta, extremadamente delgada y esbelta. Era una mujer. Grité aterrada. No alcancé a ver su rostro, pero sí su macabra sonrisa. Tenía un cuchillo; de eso sí estoy segura—agregó haciendo una mueca.

Cerró los ojos un momento, tratando de recordar algún otro detalle.

— Ah, sí. Y también tenía una varita mágica; como esa—añadió señalando a la varita de James—. Después sacó una maldita cinta adhesiva de quién sabe dónde y me cubrió la boca con ella. Luego me apuntó con la varita y pronunció algo (no recuerdo qué), que me levantó unos centímetros del suelo y me llevó a esa... ¿habitación? Ahí me ató a una silla y empezó a pasearse en círculos alrededor de mí. Después de unos segundos me dijo: "Los mataré a todos ustedes; aunque sea lo último que haga. Pero eso no tiene que ser precisamente ahora, ¿verdad, bonita? Mientras más sufrimiento, mejor". Entonces se rió como una psicópata sádica y me hizo esa cortada con el cuchillo.

—No sé por qué, pero estoy seguro de que este no es el último de sus ataques—expresó Daniel, pensativo, después de unos segundos, recordando las palabras que había proferido aquel destello de luz flotante en su habitación unos días antes.

«Ella vendrá por ustedes...» aquellas palabras retumbaban en su mente sin cesar. No sabía del todo qué sucedería, pero estaba seguro de que no sería algo bueno.

—Pues esperemos que estés equivocado—comentó Emma.

—Esperemos que sí—concordó Alex—. Estas malditas curaciones son un infierno.

Todos rieron ante el comentario y siguieron hablando y comentando durante unos minutos más, hasta que todos decidieron que era hora de dejar descansar un poco a Alex y descansar ellos también, así que se levantaron del piso alrededor de la cama de su amiga y caminaron hacia la puerta. El último en salir, obviamente fue Luke. Estaba apunto de cerrar la puerta, pero se detuvo, se giró hacia la rubia y le dijo:

—Enseguida vuelvo.

Cerró la puerta tras él y regresó a su habitación. Sacó la caja de zapatos que estaba debajo de su cama, y volvió a colocar en ella el frasco con polvo de pasiflora. Antes de guardarla, buscó un frasco verde de plástico, lo tomó y colocó la caja bajo la cama, de nuevo.

—Ya llegué—le avisó a la rubia, mientras entraba a su habitación y cerraba la puerta, aunque,por supuesto, ella ya lo había notado.

—Ok... ¡Hey!, ¿qué es eso?—cuestionó señalando al frasco con desconfianza, sentándose en la cama.

—Esto es un ungüento para que no te quede esa cicatriz en la pierna—repuso Luke.

—¿Va a dolerme?—preguntó entrecerrando los ojos—Porque si es así no quiero que me toques y que me pongas esa...

—No duele. Tranquila—la interrumpió con una sonrisa acogedora, y se sentó al lado de ella.

—Ah... Entonces está bien, supongo—dijo Alex y se tumbó en la cama otra vez.

Luke abrió el frasco, tomó un poco del blanquecino ungüento con sus dedos y miró a Alex, durante unos segundos; se veía hermosa, y ese short y la camisilla que tenía por pijama le sentaban aún mejor. Ella también lo veía a él, escrutando cada milímetro de sus brillantes ojos grises. Luke volvió la cabeza a la delgada cicatriz de la chica y untó el ungüento en toda ella, lo que significaba de la mitad del muslo, hacia abajo, hasta casi la rodilla.

—Huele a...

—Eucalipto—dijeron ambos en unísono.

—Sí—corroboró el rubio—. Pero no lo es.

—¿Y qué es entonces?

—A veces es mejor no saber algunas cosas.

—Es yodo, eucalipto y... orquídea salvaje, ¿cierto?

—Sí—respondió riendo. Ella también lo hacía—. Solo quería ser un poco misterioso.

Cerró el tarro, se levantó de la cama de Alex, dándole la espalda, y se dispuso a salir de su habitación.

Abrió la puerta y antes de irse, se volvió hacia ella.

—Descansa, Alex—se despidió, salió de la habitación, pero justo antes de cerrar la puerta, ella lo llamó:

—Espera, Luke; no te vayas—pidió—Tengo miedo. ¿Qué tal si esa perra sádica vuelve y me ataca de nuevo?

—Lo dudo—expresó el chico—. Pero si me quedo te vas a sentir más tranquila, puedo hacerlo—repuso esbozando una sonrisa—. Solo espérame un minuto: voy a ponerme el pijama—ella asintió.

Luke fue a su habitación, y se quitó la camiseta y los vaqueros que tenía puestos. Podía tener tan sólo trece años, pero se notaba que hacia mucho ejercicio. Se puso una camiseta en cuello 'V' de color azul, y unas bermudas grises, y después se cepilló los dientes. Regresó a la habitación de 'la futura señora Leblanc', según él, y ella se hizo a un lado de la cama para que él se acostara del otro.

—Gracias, Luke, por todo; y por quedarte aquí, conmigo, esta noche—murmuró acostándose de lado, mirando hacia él.

—Algún día iba a pasar—repuso éste encogiéndose de hombros con una sonrisa pícara.

—Asqueroso—contestó ella rodando los ojos, pero sonriente, y luego se giró hacia el otro lado—. Hasta mañana, Luke—se despidió tras unos segundos de completo silencio.

—Hasta mañana, Alex.

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¡Holis! Vaya milagro, ¿yo? ¿actualizando rápido? ¡Corre que se acaba el mundo! 😜 Lo hubiese subido hace dos horas, de no ser porque lo subí por el celular y todos los guiones se cambiaron por guiones cortos. Dos veces )x Espero que este capítulo les haya gustado tanto como a mí (:3) Y, bueno, ahí tienen lo que es el comienzo del conflicto de la historia. Vamo a calmarno y ver que pasa :) :P

Preguntas: ¿Una psicópata se infiltró en la mansión Leblanc? ¿Qué piensan de lo que le hizo a Alex? ¿Y de la curación? ¿Qué piensan de lo que sucedió en la pijamada? ¿Se lo esperaban? 7u7 ¿Qué piensan de Luke y su comportamiento con Alex? 😍💘 ¿Lukex es real? 7u7 💘

Sin nada más que decir, espero poder actualizar pronto de nuevo, esto de actualizar rápido me encanta :D Ojalá pudiera hacerlo siempre pero bueeeh :'(

P.D.: Por fa compartan esta historia con sus amigos (no creo que sea muy buena idea con sus familiares xD ), voten 🌟 y comenten. Harían muy feliz a esta personita :') ❤💓

Bueno, hasta la próxima. Los amo con todo mi jart <3 Y nos vemos en el próximo capítulo :D

Mischief Managed

:~B0

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