Capítulo 7

El vestíbulo de la casa era al estilo antiguo; una mansión amplia grande, imponente, que de seguro tenía docenas de habitaciones. Lo primero que había notado es que la mayoría de las criadas tenían un uniforme que las hacía ver como parte de un libro de historia o representación antigua, los hombres vestían un traje elegante.

En cuanto habían quitado la venda de sus ojos, lo condujeron dentro de la casa, le hicieron sentarse y suponía que lo hacía era esperar, porque nadie le decía ni una palabra. Sus manos recorrían una y otra vez su antebrazo, mientras los nervios lo destrozaban por dentro.

No conocía a la persona que lo había comprado, su rostro, su color de piel, su voz ni nombre, lo único que podía inferir era que se trataba de un hombre, poderoso, porque sólo los Soyuja de gran poderío tenían libros, autos y electrodomésticos.

Su vista recorría lugar a lugar cualquier rincón de la habitación y sus ojos se quedaron por un rato en un objeto color rosa chicle, colocado con cuidado debajo de una repisa de madera, del mismo aspecto costoso que todo lo demás.

- El rosa es un color hermoso - la voz del hombre lo hizo voltear - es por eso que me gusta mucho.

Era un joven alto y de aspecto calmado, terriblemente bello, con los labios rellenos y la piel muy blanca. Tenía un traje color negro y zapatos del mismo color. Hoseok le hizo una reverencia.

- ¿Tu nombre verdadero es Hoseok? - el chico se sentó y le hizo un ademán para que él lo siguiera. Asintió a la pregunta.

- Sí - tomó asiento.

- Bueno, pues es un gusto Hoseok - le tendió una mano - soy Kim Seokjin y soy el Soyuja de la casa, así que soy tu dueño.

Hoseok sintió como sus manos temblaban de nuevo y sintió como comenzaban a flaquear las piernas, sólo esperaba no tener que usar un traje toda su vida. Y Seokjin estalló en risas.

Se encontró desconcertado, de todas las reacciones que esperaba esa era la que menos imaginó.

- Lo que piensas que te haré - le dijo, cuando su risa paró - no sucederá, pero tú tendrás buena misión en la que obtendrás una recompensa.

- ¿Me ganó en una subasta para que sea un espía? - se hizo a un lado.

- No serás un espía como tal, sino un enviado especial - le explicó - todo con tal de obtener un premio por tus servicios.

- ¿Qué clase de premio?

- Tu libertad

Libertad una simple palabra, pero que para un simple Hoesa Sogae significaba todo; ya no estaría sujeto a cumplir alguna tarea y sería una persona normal, que podía tener un trabajo normal y liberarse de las demás clases, era ambicioso y Hoseok lo quería todo.

- ¿Qué tengo que hacer?

Seokjin le dedicó una sonrisa y le dió una palmada en la espalda, calmando las ansias del chico.

- Calma Hoseok, deja que prepare las cosas y en su momento sabrás lo que tienes que hacer. Mientras tanto, ve a tu habitación y disfruta que eres parte de mi casa.

- ¿Cuando estará listo todo?

- Pronto, pronto. Lo suficiente para que no tengas tiempo de fantasear lo que harás cuando seas libre.

Una de las criadas lo levantó y lo llevó a su habitación, un cuarto lujoso al lado del de Seokjin, en el que tenía una televisión y una ventana que daba a la amplitud de la mansión.
Hoseok pensó en TaeHyung y en que lo primero que haría sería ir por él y hacerle el amor, huir y dejarlo todo.

Todo.

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