Capítulo 6

La mayoría de la gente que acudía a las subastas eran Soyuja terriblemente adinerados, que se podían dar el lujo de comprar personas para atender las necesidades que se les ocurriera tener, en aquél momento decenas de ellos se sentaban en las sillas dispuestas en la elegante sala de subastas del harén.

Hoseok pudo notar que casi todos eran hombres y las pocas mujeres que llegaban sonreían al inspeccionar las sombras que sobresalían en el oscuro escenario en el que estaba sentado. Tenía ganas de levantarse y correr por la puerta por donde toda la gente entraba, huir, pero no podría hacerlo, ni siquiera llegaría a la puerta misma sin que alguien lo atrapara.

Sólo le quedaba esperar a que una persona decente y sin tantas enfermedades mentales lo comprara.

Para cuándo todas las sillas estaban ocupadas las luces de la parte superior del escenario se prendió, dando por iniciado el evento, Suyeon estaba en una especie de estrado, dando la bienvenida a los postores y sonriendo con pena hacía ellos.

Los asistentes aplaudían con júbilo, ansioso por presenciar a los chicos de aquél año; muchos de los postores volvían cada subasta para gastar dinero para adquirir chicos Hoesa cada año.

- Para que la subasta sea rápida y ordenada le pedimos que cada postor exponga lo que desea ofrecer levantando la mano - indicó Suyeon, leyendo una hoja de papel de manera casi mecánica.

Al terminar, todos guardaron silencio y una de las luces a su derecha se prendió, haciendo que una chica en su silla mostrará su rostro. La subasta había comenzado.

- Ahn Hyun Joo - presentó - nuestra primera chica del día. ¿Qué tal si comenzamos con medio millón de dólares por esta linda chica?.

- medio millón - gritó uno de los asistentes.

- setecientos cincuenta mil

- novecientos mil

- millón doscientos

- ¡Vendida!

Hyun Joo fué conducida a la salida y desapareció a la espera de que otra persona fuera vendida. Respiró, sentía como el sudor bajaba por sus mejillas y tenía casi por seguro que él maquillaje estaba corriéndose.

- Cho Hoseok - leyeron, mientras una luz lo enfocaba.

"Cho" Él jamás había sentido aquél apellido como suyo, su nombre no combinaba con el sonido que producía aquél conjunto de letras. Talvez se debía a que jamás fué tratado como parte de una familia; su madre lo amaba, eso estaba seguro. Había llorado a mares cuando Sung lo vendió al harén, pero en cambio, su padre, parecía odiarlo sin razón.

La luz casi le ciega los ojos, pero aún puso una sonrisa, nerviosa y mezclada con desesperación. Casi podía sentir las miradas sobre él, todo el mundo lo miraba y estaba seguro que lo inspeccionaban lugar por lugar...

- Empezemos con millón y medio de dólares - anunciaron - éste chico es muy talentoso.

Un hombre alzó la mano enseguida y eso le dió un poco de satisfacción, se sintió enfermizamente valioso, y más, cuando varios más dieron cantidades mucho más grandes.

Las mujeres eran las que daban cantidades de manera repetida, sonriendo a Hoseok como si fuera alguna clase de premio o juguete.

— Dos millones y medio — una figura alzó la mano, estaba en la parte trasera del auditorio.

Y nadie dijo alguna otra palabra, por lo que la indicación de que estaba vendido no tardó en aparecer. Una mujer lo llamó para que bajara, la luz que lo enfocaba se había desvanecido, caminó despacio, tardando el mayor tiempo posible.
En cuanto sus pies estuvieron en una parte baja del escenario unas mujeres lo  esperaban; tenían un uniforme blanco y llevaban una cinta.

Se acercaron a él, lo tomaron y colocaron la cinta, de color negro en sus ojos, no veía, sólo sentía como su cuerpo era conducido hasta algún lugar fuera, probablemente el patio o fuera de la muralla. Podía escuchar el el sonido de las hojas al moverse con el viento y algo parecido a gotas de lluvia.

Esperó a que lo subieran rápidamente en el lugar en donde lo transportarían porque la lluvia era peligrosa, algunas personas contaban que antes de que estuviera contaminada ésta era usada para bañarse y regar plantas, pero las gotas que caían del cielo eran corrosivas y todos evitaban estar expuestos a esta.

"En realidad" pensó "no me importa la lluvia, sólo estoy nervioso".

— Auch — chilló, se había golpeado con una superficie dura.

— Lo siento — una de las mujeres se disculpó — alza tu pie y sostente, subirás a un auto.

La venda tapaba sus ojos, sólo podía sentir el frío tacto del metal del auto, su dueño debía ser alguna persona extremadamente rica, poseer un auto era un lujo que sólo los Soyuja de más alta escala se permitían. Eso le dió más nervios.
Las puertas sonaron y el vehículo arrancó, empezando a conducir por el camino.

Sólo había silencio y un pequeño silbido en el ambiente.  Y cuando llegaron a su destino todo se detuvo.

Hoseok quería bajar y salir corriendo por todos lados, pero no podía y el miedo flaqueaba sus piernas. Lo hicieron bajar. Y quitaron su venda de los ojos.

Ahí Hoseok supo que nada sería igual.



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