(Ed Sheeran - Photograph)
Amar puede hacer daño,
algunas veces, amar puede hacer daño,
pero es la única cosa que conozco.
Y cuando se pone difícil,
sabes que algunas veces se puede poner difícil,
es la única cosa que nos hace sentir vivos.
En el amplio baño de la casa de campo, Baekhyun miraba ansioso la pequeña caja que le revelaría la verdad. Tenía miedo, muchísimo. Empero, su corazón no podía dejar de sacudirse tercamente ante la emoción que ello le causaba. La tensión en ese cuarto era tan alta que casi no le dejaba respirar, y esa opresión en el pecho empeoraba con cada segundo que pasaba en medio de la indecisión.
Antes de ir a la casa de campo estuvo muy indeciso sobre intentarlo o no, y Jonghyun le ayudó a tomar una decisión.
—Hay cosas que es peor no saber, que enfrentarlas.
—¿Y si no puedo? —lloriqueó contra el hombro del demonio—. Tengo miedo de que Chanyeol..., él solo me abandonará si yo-
—¿Alguna vez pensaste que Chanyeol no te dejará ir nunca, sin importar lo que pase? Ese hombre..., ya no puede dejarte ir.
Baekhyun negó con la cabeza. Él tenía muchas razones por las cuales Chanyeol lo sacaría de su vida sin pensarlo dos veces, una de ellas era la más poderosa de todas. Esa razón que le costaba tanto pensar y mucho más decir en voz alta, sería la razón de la ira del Diablo un día muy cercano.
Guardamos este amor en una fotografía,
construimos estos recuerdos para nosotros mismos,
en donde nuestros ojos nunca se cierran,
los corazones nunca se rompen,
y los momentos quedan quietos, congelados para siempre.
—Solo hazlo. Has estado preocupado y ansioso y es mejor saber la verdad antes de que ello te consuma. Pero recuerda que no importa el resultado. Chanyeol no se irá.
Y ahí estaba, tratando de enfrentarse a esa pequeña verdad que le crispaba los pelos.
Se apoyó contra el bordillo del lavamanos antes de acercarse y verlo. Su pecho se desbocó. Sus ojos se bañaron de lágrimas gruesas que no pudo detener. Tiró la caja a la basura y como una torre de naipes, se derrumbó. Abrazó sus rodillas y entre ellas hundió su rostro y sollozó sonoramente.
—No puedo, no puedo hacerlo.
Y en ese momento su cabeza se llenó de todas las promesas que le hizo a Chanyeol, las veces en las que le juró ayudarlo a cumplir su mayor ambición. Cuan convencido estuvo de ello, de poder lograrlo. Pero entonces una sola palabra convertía esas promesas en simples palabras vanas, absurdas e inútiles.
NEGATIVO.
Así que puedes guardarme en el bolsillo
de tus vaqueros rasgados,
abrazarme hasta que nuestras miradas se encuentren,
nunca estarás sola,
espérame a que vuelva a casa.
Una y otra vez esa palabra se repetía en su cabeza.
Negativo. Negativo. Negativo. Negativo.
Apretaba su cabeza con desesperación, como si ello el fuese a ayudar a escapar de esa verdad tan desdichada. Las yemas de sus dedos se clavaban entre su cabello y picaban por tironearlo.
—¿Por qué no puedo? —preguntó y por un segundo quiso que Dios le respondiera—. ¿Por qué no lo dejas ser feliz?... Él se lo merece.
Y como si la respuesta llegara a su cabeza, una pregunta oscura lo abordó.
"¿Qué pasará cuando hayas tenido ese hijo y la verdad se sepa?".
Era su conciencia.
"Chanyeol no querrá tenerte a su lado y a ese niño lo llamará bastardo. Y si él no aparta a ese niño, ten por seguro que tú ya nunca los volverás a ver".
—Yo le daría ese hijo..., y me marcharía antes de que él lo supiera todo —gimoteó—. Él quiere tanto un hijo..., que yo no importaría —"Si él es feliz, no importa nada", completó en su cabeza.
Amar puede curar,
amar puede remendar tu alma,
y es la única cosa que conozco.
Juro que será más fácil,
recuérdalo con cada pedazo de ti,
y es la única cosa que nos llevamos cuando morimos.
Los golpes de su conciencia lo castigaban cada vez más fuerte, a medida que su corazón se entusiasmaba más y más con la idea de pertenecerle eternamente al Diablo, por sórdido que sonara. No imaginaba un futuro mejor que ese, uno en donde Chanyeol lo cuidara siempre, a él y...
Negativo.
Ese dulce sueño rosa se desmoronó nuevamente.
Lloró sin reparos, golpeó la baldosa blanca bajo él un par de veces hasta que sus manos se amortiguaron y una marca rosácea las tiñó. Llamó y oró a Dios, pero no lo escuchaba y ni una simple respuesta le daba. Se sintió tan solo como debió sentirse Chanyeol cuando su padre le daba la espalda ante su dolor.
Rogaba por una simple oportunidad, por muy pequeña que fuera él la tomaría. Se aferraría a ella y lograría su cometido.
Pero, aparentemente, sus lágrimas y plegarias no conmovieron a Dios.
Su conciencia le habló de nuevo con voz suave.
"¿Cómo habría Dios de ayudarte a cumplir el sueño de Chanyeol cuando este es solo una vil mentira? Ni Dios es tan cruel".
Cubrió su boca con su mano y largó un grito amortiguado, y cuando bajó la mano esta acarició su vientre marchito, ahí donde no crecía nada.
Guardamos este amor en una fotografía,
construimos estos recuerdos para nosotros mismos,
en donde nuestros ojos nunca se cierran,
los corazones nunca se rompieron,
y los momentos quedan quietos, congelados para siempre.
Así que puedes guardarme en el bolsillo
de tus vaqueros rasgados,
abrazarme hasta que nuestras miradas se encuentren,
nunca estarás sola.
Unos pasos resonaron afuera y lo alertaron, pero sus lágrimas no dejaron de salir.
—¿Baekhyun?
Lloró más al escucharlo.
—¿Baekhyun, te ocurre algo?
—N-no —respondió, pero su voz solo sonó destrozada y lastimera.
—Baekhyun, abre la puerta, por favor.
—Necesito un tiempo, por f-favor. Déjame so-lo.
—Puedo ayudar.
"No, no puedes..., yo soy quien está dañado y no puedo ser reparado".
Sus pisadas alejándose le dieron la oportunidad a soltar un fuerte sollozo que llegó a oídos de Chanyeol. El Diablo lo escuchó llorar solo encerrado en el baño y quiso ir, abrir la puerta y abrazarlo, decirle que cualquiera fuere su dolor, lo resolverían. Suspiró y salió del cuarto, simplemente respetando el deseo de Baekhyun.
****
Pasaron muchas horas y Baekhyun no aparecía. Chanyeol lo esperó en la sala de la casa con la preocupación intacta, pero el zorro jamás bajó. Y cuando hubieron pasado tres horas, subió nuevamente a la recámara, pero la desolación lo recibió. Se acercó al baño y llamó a la puerta creyendo que Baekhyun yacía ahí dormido, o que un escenario peor le aguardaba. Cuando no tuvo respuesta, la abrió. Nuevamente no hubo nadie, solo un destrozo considerable. Botellas tiradas, toallas regadas y demás.
—¿Qué está ocurriéndote, Baekhyun?
Revisó el lugar con la mirada, pero además del destrozo no halló nada raro. Se dio vuelta dispuesto a marcharse, entonces vio algo junto al tacho de basura, una pequeña caja rosa. Curiosamente, la reconoció.
—No, no, Baekhyun.
La tomó y abrió, y entonces lo comprendió todo. Era una prueba de embarazo.
Negativo.
Y si me haces daño,
bueno, está bien cariño, solo palabras que se disipan.
Dentro de estas páginas, puedes guardarme,
y nunca te dejaré partir,
espérame a que vuelva a casa.
Espérame a que vuelva a casa.
Espérame a que vuelva a casa.
Espérame a que vuelva a casa.
La tiró a la basura y salió del cuarto, bajó hasta el patio y empezó a llamarlo innumerables veces, pero nunca tuvo respuesta.
—¡Baekhyun! ¡¿Dónde estás?!
Su corazón fue asaltado por una terrible sensación, un presagio que le provocaba temblores en sus extremidades. Un mal augurio.
Hizo silencio un momento a la espera de una contestación, pero solo consiguió escuchar el sonido del viento danzando entre las ramas de los árboles, chocando contra las hojas. Su inquietud aumentó conforme los segundos avanzaban y no lo encontraba.
—Por favor, contesta.
Sus ojos repasaron su alrededor nuevamente, escabulléndose entre los espacios más recónditos, y así encontró y leve rastro entre los arbustos lejos de la piscina. Caminó rápidamente hacia allá, tropezándose con sus propios pies, y en medio de los arbustos vio a su pequeño zorro hecho un ovillo, tiritando no de frío sino de llanto.
—Cariño.
Se acuclilló frente a él y lo tomó en brazos, ese pequeño cuerpo se acurrucó contra su pecho. Chanyeol lo escuchó llorar suavemente en un sonido agudo.
Oh, puedes encajarme
en el colgante que llevabas cuanto tenías 16 años,
junto al latido de tu corazón,
donde yo debería estar,
guardado profundo dentro de tu alma.
—Por favor, cambia, Baekhyun.
Pero el animal se mostraba renuente a siquiera alzar la cabeza.
Chanyeol insistió.
—Necesitamos hablar. Baekhyun, te lo pido.
La delgada figura de Baekhyun surgió frente a él, pero sus brazos nunca dejaron de rodearlo. Chanyeol lo cargó en brazos y lo llevó a la sala, justo frente a la chimenea encendida.
Se sentó en el sofá y acomodó a Baekhyun en su regazo. El zorro seguía llorando y escondía su rostro avergonzado bajo su cabello.
—Veme a los ojos, por favor.
Y como sabía que Baekhyun se negaría, con su diestra le levantó el mentón y le plantó un beso en los labios.
—No es tu culpa. Tú me quieres, pero es negro corazón el que no puede corresponderte como quisiera. Es mi culpa.
El zorro gimoteó y se mordisqueó el labio inferior.
—Tu vientre está bien; tú estás bien. No hay nada malo en ti. Soy yo quien está maldito.
Y si me haces daño,
bueno, está bien cariño, solo palabras que se disipan.
Dentro de estas páginas, puedes guardarme,
y nunca te dejaré partir.
—Yo quería..., quería darte un hijo.
—Pero no es culpa tuya, cariño mío. No se trata de ti sino de mí, de lo dañado que estoy yo.
—Quería hacerte feliz.
—Me haces feliz —confesó en voz alto aquello que ocultó de todos y de sí mismo—. Eres lo más preciado que tengo. Solo..., no sé si pueda amarte como mereces, zorrito.
—Yo sé que puedes —murmuró y con sus dedos fríos acarició el pecho de Chanyeol.
"Mi pecho arde al verte, siento mi pulso acelerarse, y cuando te tengo entre mis brazos siento la felicidad que nunca antes tuve. No podría ser más feliz a tu lado, Baekhyun", quiso decirle, pero por alguna razón solo calló.
—Está bien si somos solo los dos... Ahora que te tengo, siento que ya he cumplido mi mayor deseo. Ya tengo una familia. Tú.
Cuando me haya ido,
recordaré cómo me besabas,
bajo la farola, de vuelta en la calle 6ª.
Oyéndote susurrar a través del teléfono,
espérame a que vuelva a casa.
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