Intermedio.

"Cada guerra es una destrucción del espíritu humano."

[.]

La lluvia caía con mucha fuerza, el sonido de los truenos y el brillo de los relámpagos eran la sinfonía de aquella noche en la que, aquella playa era víctima. Las olas se movían violentamente, el agua chocaba contra las rocas de forma violenta y algunas de ellas eran arrastradas por el agua salada, espuma y burbujas de agua salada salían del mar para que ante cada movimiento del mar se disolvieran y volvieran a formarse ante los embates violentos de las aguas.

La única iluminación que dejaba ver aquel espectáculo, era la luna y las estrellas que apenas podían alumbrar el mar gracias a las numerosas nubes que había en el cielo.

En el templo de las gemas de cristal estaba todo en penumbras, los destellos de los rayos que surcaban los cielos eran la única iluminación momentánea en el cuarto de arriba donde estaba el híbrido durmiendo sin perturbarse por el sonido de la lluvia, un relámpago surco los cielos e iluminando el cuarto por algunos segundos se podía observar a Perla en la habitación.

La gema estaba arrodillada observando atentamente al pelinegro quien dormía ajeno a su presencia, los ojos azules de la gema observaban con sumo detalle los patrones de respiración del chico.

Arriba y abajo. Ascendiendo y descendiendo.

Desde el momento en que nació y ella comenzó su hábito de observarlo dormir aprendió a diferenciar sus patrones del sueño, solo su respiración le diría cuando estaba por despertar o cuando estaba en un sueño profundo, cuando estaba en un buen sueño y cuando tenía una pesadilla lo que terminaba con ella despertándolo la mayor parte de las veces.

Algo que no ha podido hacer mucho recientemente, pareciera que las gemas corruptas se hubieran puesto de acuerdo en atacar más seguido llegando a tomarle a veces días para capturar a un puñado, a veces escuchaba desde la cocina mientras esperaba a que se durmiera las veces que podía, ya que parecía estar agarrando el habido de dormir más tarde.

Los ojos color cielo de la gema observaron la respiración del hibrido continuaba en aquel vaivén que le decía estaba en un sueño pesado, su mirada se posó en el rostro del pelinegro quien dio apenas una pequeña exhalación antes de continuar con su estado inconsciente para el mundo.

Los dedos de la gema pálida acariciaron la mejilla del menor quien al sentir el tacto movió su cabeza hundiendo los dedos de la gema en su piel buscando más contacto, la pálida sonrió al recordar cuando Steven era un bebé que apenas sabia gatear, cada vez que lo acariciaba o lo tocaba este llegaba a balbucear emocionado y buscaba más contacto emocionado con ella tanto que apenas la veía balbuceaba y trataba de zafarse de quien lo cargaba para que lo tomara en brazos.

Aquella sonrisa se fue al ver una pequeña cicatriz en la barbilla, era casi perdible para quien no prestara atención al rostro del mitad humano, una pequeña línea alargada que se perdía entre la piel y de la que Perla conocía su origen.

Steven tenía unos 4 años, la casa estaba en plena construcción y ese día le tocaba a ella cuidarlo mientras Greg conseguía los materiales que faltaban para continuar su trabajo, fueron al parque y ella se había encargado de vigilarlo desde la distancia. Solo se distrajo un segundo, fue interceptada por el alcalde y cuando quiso ver a Steven ya no estaba en la caja de arena, asustada salió corriendo mientras buscaba a su niño gritando su nombre en el proceso esperando que este respondiera.

Lo único que recibió fue un grito infantil de dolor, siguiéndolo encontró al niño gritando y llorando con gran parte de su pequeño rostro llena de barro y hojas incluso la ropa del pequeño estaba llena del mismo, cuando lo llevo al templo tuvieron que sacarle un pedazo de cristal de la barbilla con Garnet sosteniéndole la cabeza ya que no dejaba de moverse mientras sollozaba.

Se había sentido tan culpable que no tuvo el valor de acercársele por 1 mes antes que Steven se aferrara a una de sus piernas llorando, disculpándose por haberla hecho sentir tan triste.

Sus dedos delinearon la cicatriz, poseía un color pálido y alguien debería de acercarse a la cara de Steven para poder verla, todavía podía ver la sangre en su cara junto las lágrimas saliendo, su llanto infantil y su pequeño rostro de color rojo tanto por la sangre como por el llanto desesperado de dolor.

Sus manos fueron al pecho que subía y bajaba, estaba en un sueño pesado y por las ojeras que pudo notar era uno que necesitaba desesperadamente. La culpa de no pasar el suficiente tiempo con el pelinegro estaba allí más no era la única, la propia Garnet trataba de vigilar y ver al chico tanto como podía y seguía tratando de luchar con su propia visión futura que parecía no le permitirá ver el futuro del mitad humano.

Sus dedos abrieron los botones dejando expuesta la piel del pelinegro quien apenas y se movió, a los ojos de la perla estaba una cicatriz mucho más visible. En el pecho del chico estaban las marcas de garras provocadas por Jasper según Amatista, sus dedos trazaron las cicatrices en forma de garras con suavidad.

Aun cuando ella haya aceptado que Steven también se expondría al peligro como un miembro de las cristal gems, no significaba que le gustara verlo herido o se sintiera bien al ver las cicatrices. Sintiendo el temblor de sus manos volvió a colocar la ropa en su lugar y no queriendo despertarlo se alejó hasta quedar en una esquina sentada contra la pared con sus manos apretando sus rodillas asegurándose de guardar silencio, no quería que el pelinegro supiera que lo estaba volviendo a observar dormir, él mismo dejo en claro que eso no le gustaba en lo más mínimo.

Los recuerdos de verlo entregarse a Aquamarine, la forma en la que acepto ser encerrado en el cuerpo de Topaz para después entregarse como Rose Cuarzo, la puerta de la nave cerrándose y la mirada de su niño que le decía que no podría salir de esta como antes; su lengua sintiéndose pesada, y sus manos que inevitablemente fueron a su boca tapándola a la vez que el deseo de gritar "¡Él no mato a Pink Diamond! ¡Fui yo! ¡Fui yo! ¡Llévenme a mí!" para que así no dañaran al niño que juro proteger.

El silencio sepulcral que vino después de ver aquella nave irse, Garnet separándose en ese momento al mismo tiempo que Amatista comenzaba a llorar desconsolada. Recordar aquel momento la hacía sentir un horrible dolor de cabeza, que ella trataba de mitigar distrayéndose mordiendo su propio labio saboreando el sabor a cobre y observando como una gota de color celeste caía al suelo de madera.

Sangre. Era sangre. Su sangre.

Perla nunca lo entendió...

Nunca entendió el cómo era posible que gemas, seres hechos de luz y que según su propia programación hologramas sólidos, que eran capases de regenerarse en sus gemas gracias a la programación que les fue dada al ser creadas, pudieran sangrar como seres orgánicos.

El líquido vital que la mayoría de los seres vivos en la Tierra poseían, algo que curiosamente las gemas también poseían. Nunca entendió porque o cómo era posible el que, siendo gemas, hologramas en sí mismos poseyeran algo tan orgánico como la sangre, eran dudas que nunca serían respondidas ya que nadie estaba dispuesto a dudar sobre su creación hacia las mismas diamantes.

Aunque las gemas también poseyeran sangre era que había una gran diferencia en que, a ellas no les afectaba la perdida de la misma en grandes cantidades que a los humanos u otras especies inferiores sufrían al ser heridos de gravedad.

Por mucho que las gemas se vean humanas algo que no son, es que como las bestias tanto de la Tierra u otros planetas desde el momento en que emergen las gemas siempre han tenido colmillos grandes y afilados. Las diamantes lo consideraban como la última línea de defensa de una gema, si sus habilidades físicas o armas no funcionaban, entonces tendrían al menos una forma de hacerle daño a su enemigo.

Colmillos que, cuando la guerra termino todas ocultaron para así no causar miedo entre los humanos.

Era curioso como esos colmillos afilados e intimidantes salían cuando se sentían tan enojadas o amenazadas, ellos estaban allí y con los años que pasaron viviendo en el planeta aprendieron a disimularlos llegando a ser parte de su rutina llegando a sentir que aparecían en pequeños momentos.

Como cuando pensaron que Peridot había dañado a Steven, Perla sintió que sus caninos estaban saliendo listos para despedazar, para desgarrar... para dañar.

Ella recordaba como el deseo de hacer correr la sangre de la técnico fue casi insoportable, el solo pensamiento de lo que pudo estarle haciendo a su bebé en aquella capsula provocaron en ella las ganas de escuchar sus gritos y suplicas de piedad, para simplemente darle la misma misericordia que le dio a Steven, y que cuando llegara el momento de que solo quedara su gema tirada en el piso indefensa.

Llevársela a la boca y romperla con los dientes justo como lo hizo en el pasado por su diamante.

Los restos de gemas pasando por su lengua, los cristales de una gema que alguna vez fue una forma física, ahora reducida a fragmentos rotos y un recuerdo en el aire que todos olvidarán pasando por su paladar antes de ser escupido en el piso como simple basura, siendo la mayor blasfemia hacia una gema.

Ella sería la primera en admitir que el solo saber que Steven estaba en peligro sacaba lo peor de todas más en específico ella misma, sin embargo, el ahora saber que estaba siendo herido y que no hablara le daban ganas de ir por cada humano de la ciudad y matarlo de formas nada agradables.

Si llegaba a saber quién lastimaba a su niño, estaba segura que volvería a la forma en que llego a torturarlos en la época medieval. Lo que los libros narran de esas torturas se quedan cortas, y más si es que recordaba cuando ella misma era su verdugo.

Los hacía desear jamás haber nacido.

Sus ojos azules fueron a la pintura que estaba sobre la entrada, su mirada veía a la gema dibujada y pintada sobre aquel lienzo, las memorias de lo ocurrido en aquella guerra y las decisiones que fueron tomadas. La promesa...

Sintiendo su gema palpitar de dolor ante aquellas memorias llevo sus manos a su cabeza en un intento de detener el torrente de emociones que siempre las acompañaban, el dolor punzante que veía de su gema y se extendía por el resto de su cabeza palpitaba ante cada recuerdo que llegaba, un sollozo salió de su garganta y tapándose la boca mientras se aseguraba no haber despertado al pelinegro, se levantó y en silencio se fue al portal, activándolo se fue al único lugar que se convirtió en su único consuelo.

La fuente de lágrimas sanadoras de Rose.

Aún estaba oscuro cuando llego sin embargo no detuvo el dolor de cabeza, todo lo contrario, lo empeoro. Sus piernas la llevaron a una de las estatuas de la fuente, su mirada veía aquel objeto inanimado que tenía la forma de la gema a quien le juro lealtad absoluta y que le dio todo sentimiento para que hiciera lo que ella deseara hacer con ellos.

Si ella solamente olvidara los 14 años de ausencia podría fingir que ella estaba frente a ella, sus rizos rosados con olor dulce, aquellos ojos negros que la veían con la mayor de las dulzuras y afectos junto con la sonrisa que adornaba sus labios carnosos que llevaban siempre el labial rosa sobre ellos.

Sin embargo, ya no iba a mentirse a sí misma de esa manera...

Convivía con la confirmación de que ella se fue, que ya no iba a volver tampoco y que era hora de seguir adelante.

Se fue al borde de la fuente y sin siquiera dudarlo salto adentro, el dolor de cabeza se fue y su labio sano de inmediato más, sin embargo, Perla se quedó allí flotando con su vista hacía la superficie.

Aun había veces en que ella no podía creer que hubieran ganado la guerra en aquella ocasión, luego de ver a sus compañeras ser transformadas en aquellos monstruos sin rastros de razón alguna. Si ella cerraba los ojos aun podía ver los fragmentos rosas que estaban en una mano con un guante rosado y con una mirada que la hacía sentir como la única gema que podría ser la dueña de aquellos ojos en forma de rombo.

Sus lágrimas salieron de sus ojos y se entremezclaron entre las de la fuente, abriendo los ojos vio a la estatua que lloraba las lágrimas que en más de una ocasión sano tanto a sus aliados como a sus enemigos.

Llegando al fondo de la fuente se quedó allí, solamente quieta en el fondo.

Jamás podría negar alguna vez que extrañaba a su diamante, pero, ¡Cierto!...

Ella nunca fue su diamante realmente. Había sido un reemplazo de la perla original que ella poseyó en algún momento y que se le fue arrebatada como castigo por su comportamiento, aún al día de hoy podía ver los ojos de Pink llenos de lágrimas al verla. El dolor y el conocimiento de que ahora ya no podría recuperar a su perla estaban tallados en su rostro a sí mismo como el resentimiento brillaba en su mirada rosada.

No la vio o le dirigió la mirada por un siglo, siendo la misma diamante rosa quien prefería hacer sus tareas antes que verla.

Demasiado herida y traicionada por sus iguales para verla mientras el recuerdo de la que estuvo antes que ella la atormentaba, gracias a pequeños fragmentos de discusiones entre las diamantes y Pink pudo saber que el vínculo entre la primera perla con la menor de las monarcas era casi difícil de describir, las sirvientas de las matriarcas lo describirían como si la Perla supiera lo que la menor necesitaba mucho antes de necesitarlo o pedirlo.

Ella fue paciente por supuesto, en cualquier momento la rosada dejaría su desprecio hacia ella y le hablaría para algo más que estar en la puerta lejos de ella o que para le hablara para algo más que alejarla de su presencia a dejarla observando como jugaba con la Spinel que parecía conseguir levantar su estado de ánimo por un rato.

¿Cómo podría ella llorar por alguien que nunca fue suya para empezar?

No era su diamante aun cuando ella fue hecha para servirle, porque ella nunca podría llenar el hueco que quedo de aquella Perla que vino antes que ella. Nunca supo cómo era realmente, intento al menos replicar la apariencia de la anterior algo que, no aprecio la Pink de ese entonces al verla vestir de rosa.

Solo consiguió que se encerrara en su cuarto con aquellas piedras parlantes como compañía, ni siquiera fue al jardín para al menos sentirse mejor y ese comportamiento le gano otro castigo de las diamantes, por lo que ella decidió que si quería evitar más resentimiento de la diamante a la que debía de servir, lo mejor que podía hacer era obedecer y dejarla en su espacio.

Saliendo de la fuente la gema pálida salió de allí y viendo el pronto amanecer cerca, decidió volver a la casa de playa a preparar el desayuno de Steven. El hibrido se levantaría pronto y quería que su comida estuviera lista para cuando pasara.

Recordar lo que dijo la fusión sobre que alguien probablemente estaba lastimando a Steven, se detuvo un momento y volteando a ver a la estatua de su antigua líder solo le dedico una pequeña mirada, tal vez... ya era hora de dejarla ir.

No podría olvidar nunca lo que ambas pasaron con la compañía de la otra, el aprecio que le tenía a la gema era inmenso y nadie podría quitarle eso nunca, sin embargo, era hora de soltarla.

Era hora de dejarla ir.

De camino al portal se sintió más ligera, sus ojos lloraron unas ultimas lagrimas antes de irse en el portal de camino a casa y sin darse cuenta sus ojos brillaron en un pequeño palpitar rosa que dejo paso sus usuales ojos color cielo.

Pequeños pétalos de rosa cayeron sobre el regazo de una de las estatuas, el amanecer se cernió sobre el lugar y con los cálidos rayos de luz sobre el lugar, los pétalos se fueron.

[.]

El aire seco y estéril movió algo de polvo que había siempre en aquella guardería, los agujeros del que emergieron amatistas hacían del lugar mismo un páramo escalofriante en el que estar. En uno de los tantos huecos que tenía aquel lugar tan estéril estaba la gema morada, la amatista estaba hecha un ovillo en aquel agujero donde emergió hace tantos años.

Su mirada estaba perdida en el vacío de aquel espacio reducido, su mente daba vueltas a los acontecimientos más recientes. La llegada de las gemas del planeta madre, los secuestros y aquella pelea contra Aquamarine y las Topacio que orilló a Steven entregarse para que las soltaran.

Steven.

Oh, Steven...

A veces olvidaba que era humano, en cierta medida lo era. Olvidaba lo frágiles que los humanos podían llegar a ser ante el peligro, ¿Cuántos no murieron por eso? Ya sea por su propia curiosidad o por estar en un mal momento en el momento incorrecto.

En el tiempo que convivio con los humanos vio y conoció todas las categorías que ellos tenían, algunos de ellos fueron una pérdida total de su tiempo, hubo otros que conservaban un lugar especial en su mente, y algunos no los consideraba humanos en absoluto.

Los humanos eran raros, siempre haciendo algo muchas veces fallando en el intento. Tratando de tener un lugar en el mundo que habitaban, conoció a muchos humanos y a diferencia de Perla y Garnet ella no mantuvo la distancia.

Demasiado curiosa de ellos para hacerlo, acompañando a Rose cada que podía para tener una mejor imagen de ellos llego a la misma conclusión, una que sin importar cuanto lo piense parecía ser la verdad.

Los humanos eran limitados, su tiempo en la tierra era increíblemente corto lo que los hacía raros como parecían tratar repetir el ciclo una y otra vez. Luchaban por su lugar en el mundo, amaban tanto que no podía describir con palabras, era un amor que iba hacía su descendencia que muchas veces ni siquiera eran de su sangre.

Pensaba lo mismo de cada humano que conocía, independientemente de las diferencias esa parecía ser su naturaleza. Una que no eran capaces de romper ni de ser capaces de salir de la misma, el ciclo humano era tan repetitivo que eventualmente se aburrió de ellos a diferencia de su antigua líder.

Rose...

Los humanos eran repetitivos, eran frágiles, y con una vida corta. Amatista de todas las gemas se aburrió de ellos y solo los veía como sujetos de prueba para sus bromas o ver las expresiones de sus caras al asustarse.

Sin embargo, Rose no...

¿Cómo es que, de todas ellas, Rose parecía encontrar la belleza de los humanos?

Seres con una vida tan corta y llegando a cierto punto, aburridos. Admitía que la creatividad de los humanos era entretenida y que muchos eran divertidos siendo lo único que, no ha podido aburrirla, ya sea con sus cuadros o programas de televisión con chistes malos.

Había algo divertido en ellos que hizo, que aun pudieran captar su atención de vez en cuando.

"El olor a cobre le dio nauseas sin embargo ella no aparto la mirada de la escena frente a ella, el sonido de ramas secas rompiéndose resonó en el estéril lugar. Los ojos azul oscuro de la gema veían horrorizados a la gema corrupta devorar lo poco que quedaba de aquel humano que minutos antes estaba riéndose con ella.

Una lanza apareció y se clavó en el monstruo corrupto, un borrón rojo paso para que un par de guantes enormes golpearan a la bestia. Los cristales que esta poseía brillaron en un verde neón antes de desaparecer en un chillido, sin embargo, ella no aparto la vista de los restos de aquel humano ni siquiera cuando Perla burbujeo a la gema.

Los huesos salidos y rotos resaltaban la carne destrozada, el rostro desfigurado le hizo preguntarse cómo es posible que fuera un ser humano siquiera. La sangre roja y oscura, el charco del preciado líquido que los humanos necesitaban para vivir era inmenso, manchas del líquido escarlata salpico con violencia la piedra de la guardería.

Escucho los pasos de sus compañeras más no se volteó su mirada, esta estaba fija en el cuerpo que alguna vez fue un hombre.

Perla vio el cadáver durante un momento y negando con la cabeza se mantuvo atrás, la fusión por el otro lado decidido acercarse a la más joven. Colocando su mano sobre el hombro de la morada recibió un estremecimiento a cambio, agachándose quedando más cerca de su tamaño, su vista fue al cadáver, sin embargo, apenas parpadeo al verlo. Todos esos años en ese planeta la hicieron ver infinidad de ellos en especial con la guerra en su máximo auge.

-Amatista, vámonos, Rose va a preocuparse. -Escucho un murmullo de parte de la más pequeña, aplanando los labios tuvo que ver como ella la veía por fin. Gotas de aquel liquido escarlata estaban en el rostro de Amatista y uno de sus ojos, el único que no tenía su cabello albino sobre el mostraba el horror de lo que acababa de ver mientras su cuerpo comenzaba a temblar.

-É~él... él solo estaba hablando conmigo...- Dijo casi sin aliento el cuarzo, sus ojos fueron a las marcas de garras que estaban en el suelo y las paredes de piedra, fue solo apenas unos minutos que ambos estaban riendo en aquel árido sitio.

Para que se apareciera aquella gema corrupta, tenía forma de perro con picos a su alrededor. La dejo fuera de combate en unos segundos aun cuando uso su látigo contra ella, lucho un poco antes de ser lanzada lejos y no poder llegar a tiempo para salvarlo a él.

-Amatista.- Dijo Perla viendo triste a la menor, Amatista llevaba ya tiempo con ellas en el equipo no obstante, a pesar de todo ella nunca vio a un humano morir. La propia Rose estaba tratando de enseñarle sobre estos de forma que pudiera entender mejor.

-N~No es justo!- Las lágrimas por fin salieron de sus ojos cerúleos, gotas gordas de sal salían de ella sin control alguno procesando la muerte de aquel humano que tan bien le había caído.

-Pasaría tarde o temprano, Amatista.- Las palabras de Perla de alguna manera empeoraron su estado, los sollozos salieron de su boca y si no fuera porque no necesitaba respirar le estaría faltando el aire, la fusión seco lo mejor que pudo aquel liquido salado.

-Perla.- Las palabras de Garnet sonaban duras, sin embargo la gema morada apenas registraba el tono de regaño de la fusión.

-No, Garnet. Todas sabíamos que ella tendría que ver esto tarde o temprano.- Perla usaba aquel tono de voz que llego a usar con el batallón de Rose, cuando no se tomaban enserio sus entrenamientos.

Porque era cierto, Amatista se daría cuenta con el tiempo que los humanos no eran duraderos y debería verlos morir. Más eso no hacía que fuera agradable ver a la menor en aquel estado.

-Si no era la gema, seria en su aldea, Amatista. Y aunque él hubiera sobrevivido, solo hubiera sido cuestión de tiempo para que muriera.- Dijo la gema pálida con un tono más suave que el anterior, la albina volteo a verla. La ex sirviente sintió lastima al ver la mirada tan triste de Amatista, pero si quería que fuera más sencillo para ella debía decirle la verdad.

-Sigue sin ser justo...- Con un puchero empezó a limpiarse las lágrimas sintiendo como salían más sollozos y aquel liquido salado. Esta vez fueron ambas manos de la morena que se colocaron en sus hombros, viéndola pudo ver aquellos 3 ojos que le dedicaban una mirada suave.

-Los humanos no están hechos para durar, Amatista. Tarde o temprano mueren, y no hay nada que nosotras podamos hacer con eso.- Los dedos cálidos de Garnet acariciaron sus mejillas, no era justo que tuvieran que morir.

No era justo.

-Mientras más rápido lo aceptes, más rápido te dejaras de sentir así.- Le dijo Perla, su mente en la líder del equipo quien luego de llorar todas las muertes humanas que presencio en la guerra, acepto lo efímeros que podían llegar a ser los humanos haciendo que de alguna forma pudiera apreciarlos aun sabiendo que no estarían para siempre."

Cerrando los ojos ante el recuerdo de Steven entregándose solo se tapó los oídos esperando en vano que eso callara las palabras que dijo el híbrido cuando se entregó, siempre era así cuando se trataba del híbrido.

Desde que era un bebé hasta cuando paso la infancia, siempre hubo algo diferente en él a diferencia de los otros humanos que conoció. Ya sea que a veces había partes en las que veía a Rose o que veía a Greg siempre parecía que el híbrido le gustaba destrozar eso, a veces no veía a Greg o a Rose, veía a Steven. Solo Steven.

Steven con una sonrisa grande en la cara, Steven quien arruga la nariz cuando algo le disgusta, Steven quien bufaba cuando algo lo molestaba. Steven quien tenía una sonrisa burlona cuando pensaba en su próxima broma hacía ella.

Algunas lágrimas escaparon de sus ojos y ella apenas contuvo un sollozo. Porque los humanos no eran duraderos, y ella no estaba lista para imaginarse el día en que no pudiera escuchar el sonido que solo Steven podía hacer.

Llegaría el día que no podría escuchar el sonido de sus pasos en la casa, que no podrá escuchar sus tarareos al comer o al pensar en que canción tocar en su ukelele. No escucharía su risa ante sus chistes y bromas, como tampoco volvería a escuchar el sonido de música que tocaba en la casa.

No es justo.

Los humanos eran limitados, vivían vidas que muchas veces no eran satisfactorias, y a veces llegaban a quitársela para no tener que seguir con ella.

No es justo.

Si no eran las enfermedades eran accidentes, y si no era ninguno de estos, era el deterioro de su cuerpo.

-No es justo...-

No puede. No quiere despedirse de Steven. No esta lista. No quiere estar lista.

-No es justo!- Sollozando se restregó las lágrimas. La fragilidad del cuerpo humano era tan clara a veces que dolía encariñarse a ellos, no entendía como Rose lo hizo tantas veces. Amándolos y queriéndolos tanto que cuando estos morían, solo quedaba llorarlos.

Saliendo del agujero dejo que las lágrimas salieran de sus ojos, caminando directo al portal dejo salir las últimas y secándose la cara decidió dejar lo ocurrido atrás. Ahora mismo, debía de saber qué demonios pasaba con Steven; No servía de nada llorar sino podía ayudarlo ahora.

[.]

La lava burbujeaba y el calor que emanaba ayudaba a iluminar la habitación, el sonido del magma hirviendo era un zumbido que hacía eco en las paredes de aquel lugar donde flotaban las tantas gemas que no lograron protegerse en el ataque de las diamantes al finalizar la guerra.

Garnet vio las gemas que estaban encerradas en burbujas, apretando la piedra donde estaban sus manos sintió la impotencia de saber que ninguna pudo hacer nada por ellas para salvarlas. Cuando vio las gemas en el piso sintió alivio de saber que no fueron destruidas, alivio que se convirtió en desolación al verlas volver en una forma monstruosa y sin conciencia de que eran o lo que alguna vez fueron.

Su esperanza de pensar que podían traerlas de alguna forma le costó una regeneración, fue atravesada por una estalagmita por no haber luchado contra quien recordaba como una compañera de batalla.

Su visión futura no la preparo para aquella transformación, que aquel ataque que el escudo de Rose reboto les hubiera hecho tal daño.

Su visión futura...

-Ugh- Quejándose se quitó el visor al sentir el dolor agudo y punzante en uno de sus ojos, siendo más específicos en el que estaba la vidente. Frotando su ojo sintió que el dolor aumentaba hasta que dejo de intentar ver el futuro del híbrido, frustrada solo tiro lejos su visor haciéndolo desaparecer al impactar contra una de las paredes.

Ambas manos fueron a sus sienes intentando aminorar el dolor, en toda su existencia nunca paso algo parecido como lo que le pasaba ahora. Siempre pudo acceder al futuro por muy malo que este fuere, no importaba lo confuso que este podría ser siempre podía ver el futuro y sus distintos caminos, nunca había sido no capaz de verlo.

-Algo anda mal.- Sus ojos veían las gemas que estaban en las palmas de sus manos, sus tres ojos veían preocupados las gemas que la conformaban. Aún estaba aquella opción, y si no era capaz de ver el futuro del pelinegro solo se ponía más ansiosa ante la incógnita de lo que ocurría realmente.

Era como si todo se hubiera salido fuera de control, no tenían idea de lo que pasaba con Steven y las gemas corruptas estaban volviéndose más agresivas, así como atacar más seguido. Era cada vez más difícil pasar algo de tiempo con el híbrido y no era por falta de intentos, cada una de ellas estaba batallando en tratar de averiguar que pasaba con el chico, casi parecía como si una fuerza invisible los apartara de Steven.

Tomando el aire que no necesitaba dejo caer su cabeza hacia atrás, sus manos fueron a su rostro en un intento de calmarse, dejando salir el aire por la boca abrió sus tres ojos y vio las burbujas encerradas. Ella sabia como acceder a su visión futura, aun cuando esta no la dejara ver el futuro del pelinegro tenían aun una forma de ver el futuro.

Solo que era demasiado peligrosa de hacerse.

Sus ojos vieron la gema de la ciempiés, el recuerdo de Steven rogando desesperado en una oportunidad para ella. su rostro estaba tan desesperado que no pudo decirle que no, ella nunca podría decirle que no a esa cara.

Iban a hacerlo.

[.]

La luz estaba conformada con fotones, estos eran las partículas que componían la luz. Estas partículas no eran como las otras, ya que ellas no poseían una masa.

La luz era un elemento muy necesitado en muchos sentidos y aspectos a pesar de no poseer una masa, sin embargo, a pesar de todo era posible volver la luz sólida.

Como tal, las gemas eran luz sólida. Sus gemas eran millones de partículas de fotones solidificadas que conformaban un cuerpo, eran hologramas solidos que pudo encontrar una forma física para poder moverse libremente, sus propias formas eran programadas con el fin de tener un cuerpo funcional cuyo propósito pudiera ser el de cumplir con el papel asignado por sus creadoras en relación con el interés que estas posean.

Del mismo modo, los hologramas físicos de las gemas eran energía contenida y compactada bajo un cuerpo previamente diseñado en relación con el papel determinado de dicha gema preciosa.

Eso hacía a una gema. Ser una gema como tal.

Eso dejaba a ver a Rubí y Zafiro en el pasaje mental de la fusión que conformaban en su forma primitiva, bolas de luz que emanaban energía tan pura que, si un humano fuera a tocarlas, sus células serian eliminadas antes de alcanzar a tocarlas.

-¿De verdad estás segura de esto, Zafiro?- Una forma física hecha de luz roja de la que apenas se distinguía una forma física le hablo a una luz azul. La mejor forma de describirlas a ambas era que tenían formas de alguna especie de círculos que parecía estar en llamas, ya que de alguna manera se movía de tal forma que simulaba estarse quemando.

-Es la única forma en la que podre acceder a mi visión futura, Rubí... No te lo pediría si no tuviera otra opción.-

-Lo sé, es solo que...- Ambas luces comenzaron a solidificarse, aun tenían la apariencia de quemarse, pero ahora se vislumbraban una silueta más humanoide.

-Es riesgoso, lo se.- Un silencio pesado cayo en aquel espacio donde ambas formas de energía estaban. El sonido de su forma física tomando forma fue lo único que se escucho en aquel espacio, ambas voltearon a ver a una tercera figura.

Era purpura y se podía ver como tomaba cada vez una forma más humanoide, adoptando rasgos cada vez más femeninos hasta dejar la figura de Garnet solo que tenía los ojos cerrados y sus manos donde deberían estar sus gemas estaban de forma expuesta con dos huecos negros en donde deberían estar la gema de sus componentes, las formas físicas de Rubí y Zafiro se acercaron a la forma de su fusión y la vieron por un momento.

Se estaban por exponer a una de las mayores formas de quedar en un estado de regeneración, era el ultimo recurso que una gema podía usar en el planeta madre, ¿pero en una fusión? Era rogar ser rotas por lo indefensas que quedarían.

-Zafiro...-

-Conocemos los riesgos, sabemos lo que podría pasarnos-

-Pero debemos saber.- Termino la gema roja, la luz de energía que había tenido se había ido dejando su forma física normal. La rubí miraba a su pareja quien también en su forma física común la veía a los ojos ya que esta tenia su ojo al descubierto.

-¿Es por Steven?- La gema escarlata le estiro su mano para que la vidente la tomara, quien correspondió sin dudar la muestra física.

-Es por Steven.-

El espacio parecía temblar y como si sus formas físicas nunca hubieran existido, explotaron en una llamarada de poder en bruto los colores de las tres figuras se entremezclaron de forma que no se podían ver rastros de uno solo.

[.]

El sonido de alguien estirándose y las sabanas crujiendo fue lo único que lleno el espacio de aquel cuarto, las cortinas apenas se movían y unos pequeños halos de luz entraban muy a duras penas. Los edredones cubrían a las figuras durmientes quienes no parecían dar señales de despertar, el armario crujió y la puerta se movió un poco revelando una figura que, gracias a la oscuridad del mismo aprovecho para salir y huir desesperadamente de allí.

Lo único que dejo atrás fue el armario abierto y manchas húmedas en el piso del armario, el sonido de la puerta cerrándose fue lo único que se escucho en la casa, sin embargo, nadie pareció querer levantarse.

[.]

El vapor empañaba el espejo, una mano limpio dicho vapor dejando ver a Greg Universe quien estaba sin camisa y tenia labial en la boca junto con marcas en el cuello, el sonido del agua cayendo por el fregadero fue el único sonido que pudo captar. Echándose el agua en la cara sintió como su rostro se sentía cálido con el agua, usando una toalla se seco y al verse en el vidrio de aquel espejo se sintió asqueroso.

Su mirada fue a la puerta que entreabierta dejaba ver un pie siendo el único que no estaba tapado por una sábana, un escalofrió calo por su espalda al sentir la sensación fantasmal de labios y dientes en su cuello que lo marcaban.

-"No es igual."- Pensó sintiéndose estúpido, ya que por supuesto no era igual. Donde Sofía era agresiva y apasionada, Rose era... fue emocional hasta el último momento. Cada toque de la líder de la rebelión estaba cargado de delicadeza, dulzura y suavidad, la sola caricia de sus manos en su cara era suficiente para llevarlo al paraíso de las sensaciones. Con solo ser tocado por Rose podía sentir tanto ser expresado, que era difícil compararlo con Sofía.

Luego del mantenimiento de su auto, ambos quedaron en tomar un café y entre tantas salidas ahora estaba allí. No amaba a la rubia en lo absoluto, solo necesitaba despejarse y ella fue la mejor opción hasta el momento además de que habían pasado años desde que alguien lo considero atractivo.

Sus ojos fueron a su cuello y tomando agua trato de desaparecer aquellas marcas en vano, otra cosa donde ambas eran opuestas. Sin importar que tanto implorara, ella nunca lo haría, la sola idea era negada por ella con firmeza por temor a herirlo. Nunca su piel fue marcada por los dientes de la madre de su hijo, ella dejo marcas en su corazón y alma que las marcas que su carne tenían ahora eran solo una blasfemia ante aquella burda imitación.

Rose Quartz nunca en toda su relación uso aquellos dientes tan afilados para hacerle los moretones que poseía ahora, ella siempre temió hacerle daño aun cuando ella fácilmente podría sanarlo con sus lagrimas no cambio de opinión en ningún momento.

Abriendo los ojos que no sabia que cerro, se vio en el espejo y casi grita al ver a la madre de su hijo detrás de él, los ojos negros de Rose lo veían con una saña que nunca identifico en el rostro de ella, al voltear ella ya no estaba. Su corazón latía como loco y sentía que en cualquier momento saldría de su pecho para saltar por el piso.

Jadeando sintió que se le formaba un hueco helado en su estómago que, se sentía como si un refrigerador estuviera en sus venas. Abriendo la llave del agua caliente se remojo la cara en un intento de calmarse, era el estrés del trabajo, era imposible haber visto a Rose detrás de él.

Ella ya no estaba aquí.

[.]

"Me fui de vacaciones..."

No continúo leyendo el resto de la nota, sacando el aire por la nariz se sintió frustrada y molesta de saber que no pudo hablar con Steven, bajando las escaleras camino por la playa con León detrás de ella. Luego de que el pelinegro volvió a la tierra ella necesitaba pensar, todo sucedió muy rápido.

Los secuestros. La pelea contra esas gemas. Y Steven entregándose a ellas para liberar a los otros.

Su ceño se frunció al recordar eso, la sensación de traición apareció nuevamente y apretando los puños rememoro la forma tan humillante en la que fueron vencidos. Fueron superados rápidamente por separado, no obstante, ella sabía desde el fondo de su ser que, de haberse fusionado en Stevonnie podrían al menos haber hecho alguna diferencia.

Necesitaba ordenar sus pensamientos y alejarse de Steven fue la mejor opción, luego de pensar y darle vueltas al asunto pudo llegar a la conclusión de que Steven... no confiaba en sus habilidades de pelea.

De haberlo hecho, se habrían fusionado y podrían haber vencido a Topacio y a Aquamarine. Logrando que el mestizo no llegara a los extremos de entregarse, ninguna de esas gemas podría haberlo visto venir.

Beep! Beep!

Sacando su teléfono de su bolsillo, ignoro los mensajes del gem para ver sus otros mensajes; Ella había silenciado los mensajes de Steven por lo que lo primero que noto fue que Jeff le envió mensajes, luego de romperle el brazo sin querer y disculparse pudieron hablar logrando tener una nueva amistad.

Era torpe pero muy amable con ella, además de considerarlo un poco atractivo era alguien agradable en general.

"Connie, querrías tener una cita conmigo?"

Sintiendo su corazón comenzar a latir más rápido y su rostro calentarse, sonrió y comenzó a teclear su respuesta sintiéndose de pronto algo cohibida.

"Me encantaría. ¿Cuándo nos vemos?"

Se preguntaba si era buena idea haberle preguntado tan rápido, pero mentiría si dijera que no le importaría estar en una cita con Jeff. Una cita con motivos románticos, no amistosos.

Porque así era siempre con Steven, ella ha estado esperando que de el primer paso. Lo tomaba de la mano, pero el gesto perdió su significado al ver con que normalidad el tomaba la de Peridot o Lapislázuli, llegando a incluso que el pelinegro tomara la de aquella repartidora de Pizza, intento abrazarlo por un poco más de tiempo, pero eso incluso fue en vano al ver como las propias gemas lo abrazaban por bastante tiempo llegando a que el contacto físico fuera prolongado entre ellas y él.

Cosas como tener su mano con la de Steven mientras Perla leía un libro con su otra mano sosteniéndolo, Garnet acariciando los rizos mientras el mitad humano estaba en su regazo al mismo tiempo que narraba sus partes favoritas de su libro, y Amatista juntando sus brazos con Steven llegando a veces dormir en el hombro de él como si nada.

Cualquier indirecta a ser más que amigos era tomada como un gesto amistoso y ella se estaba desesperando, comprendió bastante rápido que para Steven el afecto físico era normal y una forma de ser amistoso con él, no obstante, ella se cansaba de esperar.

"Podríamos ver una película justo ahora. Si te parece bien, claro."

Sintiendo la emoción de tener su primera cita, tecleo una respuesta afirmativa y montándose sobre el felino rosado sonrió ante la expectativa de lo que saldría de esto, León hizo un portal y atravesándolo dejaron la playa.

[.]

El aire frio le hizo estremecerse, no obstante, el no hizo ademán de colocarse una sábana sobre su cuerpo sin embargo el dueño de la cama solo se hizo un ovillo intentando hacerse tan pequeño como le fuera posible. Pedee abrazo la almohada que tenía puesta una camiseta roja con un poco más de fuerza, su rostro fue a la prenda para comenzar a aspirar el aroma dulce que aún conservaba.

El rubio se sintió patético cuando hizo eso, más no lo detuvo de continuar haciéndolo, sintió el escozor de sus ojos de lágrimas contenidas al saber que volvía a caer en aquel circulo vicioso en el que quedo atrapado solo por haberse enamorado de Steven Universe.

Fue algo que paso como admiración, ver al pelinegro ser tan optimista aun cuando todo era una mierda, eso lo hizo admirarlo ya que siempre sabía como subirle al menos un poco el ánimo y mientras más convivía con él llego a sentir su pecho ponerse cálido con solo su presencia, pero todo eso se acabo al ver en lo que estaba metido.

Su enamoramiento seguía allí, sin embargo no estaba tan ciego de amor como para estar metido en la vida tan peligrosa que parecía seguir a Steven en cada respiro que daba, luego de ver aquella mano verde que venia a la ciudad fue lo único que necesito para alejarse definitivamente de él.

El olor dulce que parecía envolver al híbrido seguía sofocando sus sentidos, sus mejillas se pusieron de un color rojo y su cuerpo se empezaba a calentar. Teniendo la certeza de que su hermano no estaría en casa hasta dentro de varias horas al igual que su padre, empezó a bajar sus pantaloncillos con cierta timidez y avergonzado metió su mano dentro de su ropa interior.

Era patético, increíblemente patético.

Incapaz de admitir sus sentimientos se alejo del chico que le gustaba por ser demasiado cobarde, luego de haber visto y siendo hasta victima de las cosas que rodeaban al pelinegro sintió miedo, no podía estar en ese mundo. Él lo sabía.

Así que cuando vio a esa chica morena estar con él, solo ver la mirada que ella le daba supo que no seria correspondido. Cualquiera que los viera sabían que eran el uno para el otro, y ese fue el último clavo del ataúd para mantener así sus sentimientos hacía Steven.

Jadeando sintió los espasmos conocidos que le avisaban lo cerca que estaba de su liberación, su mente solo estaba en la piel pálida del hijo de Greg que pudo ver por aquel incidente con Frybo. No pudo tomar muchos detalles del cuerpo desnudo del híbrido, no obstante, podía recordar lo suave que se veía al tacto junto con aquella gema rosa que estaba pegada a su cuerpo.

Mordiendo sus labios sintió como un pequeño sollozo salía de su garganta y aquellas gotas saladas hacían su aparición por fin, sintiendo su semen manchando su mano solo dejo escapar un pequeño lamento antes de seguir llorando.

Era el orgasmo más triste que había tenido.

Abrazando la almohada cerro los ojos y solo por esa vez, fingió que era Steven quien lo abrazaba.

[.]

Connie se sonrojo al sentir aquel agarre en su mano, saliendo del cine ambos caminaron rumbo al parque. Jeff estaba sonriendo y si la morena no estuviera tan ensimismada hubiera visto la mueca incomoda que hizo por un momento antes de continuar.

Jeff por otro lado trataba de superar su incomodidad y las ganas de apartar la mano en un intento de negar la verdad. Todo comenzó como una broma, un chiste entre los chicos mientras estaban en el almuerzo lo que termino con él lleno de dudas y miedo.

Desde entonces se había negado a aceptarlo, y salir con Connie era la mejor opción para quitarse aquella ridícula idea de la cabeza. Él no era gay. No podía serlo.

Había visto como molestaban a aquellos chicos que descubrieron tomados de las manos, sabía lo que sus padres dirían. Lo que todos dirían.

Abrazando a la morena dejo de lado la sensación incomoda y apretando el abrazo, solo se concentro en no alejarse de ella.

Podía hacer esto, él podía hacerlo. Si salía con Connie cualquier pensamiento sobre el atractivo de algunos chicos eventualmente se iría, y volvería a ser normal.

-La cita fue genial, Jeff.- Cuando se alejó, el nudo en su estomago se puso menos tenso, sin embargo, el estaba decidido a demostrar que no era gay. Tomando aire, se acerco a Connie y juntando sus labios con los de ella la sintió quedarse quieta un momento antes de presionarse contra él.

La sensación de incomodidad volvió peor, solo que esta vez junto con una de asco.

[.]

El piso tembló y fragmentándose se veía una onda sonora rosa que parecía volverse más grande, un poof y en el suelo había una gema tirada. En el cráter del lugar estaba el híbrido cubierto de arañazos, cubierto de sangre y en su rostro un rio de lágrimas.

-Ahh... Snif!... M~Ma... Hip!... M~Mamá!- Grito a como pudo, sin poder levantarse.

[.]

Steven veía sonrojado a la chica frente a él, su mano tomaba la suya mientras se veían a los ojos.

-Es en serio, Steven. Lo digo de verdad.- Viéndolo a los ojos solo le dedico una mirada seria, la otra mano de la fémina cubrió la del chico quien se veía como su rostro tomaba tintes más oscuros ante el contacto.

-Quiero ser parte de tu universo, y todo lo que este conlleva. Permíteme serlo.- Las palabras conmovieron al mencionado quien solo apretó la mano de ella, ninguno vio como a lo lejos eran observados por la antigua sirviente de Pink Diamond quien veía la escena sintiendo un deja vú.

-No... No otra vez...-

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